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LA HISTORIA DIVINA DE JESUCRISTO

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CREACION DEL UNIVERSO SEGUN EL GÉNESIS

 

 

LA SAGRADA BIBLIA

ANTIGUO TESTAMENTO. PENTATEUCO

EXODO

 

 
PRIMERA PARTE
 
LA LUCHA POR LA LIBERTAD
Capítulo 1
Dura servidumbre de Israel en Egipto
   
1
Estos son los nombres de los hijos de Israel que vinieron a Egipto con Jacob, cada uno con su casa:
2
Rubén, Simeón, Leví y Judá;
3
Isacar, Zabulón y Benjamín;
4
Dan y Neftalí; Gad y Aser.
5
Setenta eran todas las las almas salidas del muslo de Jacob; José estaba entonces en Egipto.
6
Murió José y murieron sus hermanos y toda aquella generación.
7
Los hijos de Israel crecieron y se habían multiplicado, llegando a ser muchos en número y muy poderosos, y llenaban aquella tierra.
8
Alzóse en Egipto un rey nuevo que no sabía de José, y dijo a su pueblo:
9
“He aquí que el pueblo de los hijos de Israel es más numeroso y fuerte que nosotros.
10
Tenemos que obrar astutamente con él, para impedir que siga creciendo y que, si sobreviene una guerra, se una contra nosotros a nuestros enemigos y logre salir de esta tierra.”
11
Pusieron, pues, sobre ellos capataces que los oprimiesen con onerosos trabajos en la edificación de Pitom y Ramsese, ciudades almacenes del faraón.
12
Pero cuanto más se los oprimía, tanto más crecían y se multiplicaban, y llegaron a temer mucho a los hijos de Israel.
13
Sometieron los egipcios a los hijos de Israel a cruel servidumbre,
14
haciéndoles amarga la vida con rudos trabajos de mortero, de ladrillos y con todas las faenas del campo, obligándoles con dureza a ejecutar cuanto les imponían.
15
Ordenó el rey de Egipto a las parteras de los hebreos, de las cuales una se llamaba Sifrá y la otra Fuá, diciéndoles:
16
“Cuando asistáis al parto a las hebreas, observad el sexo: si es niño, lo matáis; si es niña, que viva.”
17
Pero las parteras eran temerosas de Dios y no hacían lo que les había mandado el rey de Egipto, sino que dejaban con vida a los niños.
18
El rey de Egipto las mandó llamar y les dijo: “¿Por qué habéis hecho eso de dejar con vida a los niños?”
19
Y le dijeron las parteras al faraón: “Es que no son las hebreas como las mujeres egipcias. Son más robustas, y antes de que llegue la partera ya han parido.”
20
Favoreció Dios a las parteras, y el pueblo seguía creciendo y multiplicándose.
21
Por haber temido a Dios las parteras, les otorgó formar hogar.
22
Mandó, pues, el faraón a todo su pueblo que fueran arrojados al río cuantos niños nacieran a los hebreos, preservando sólo a las niñas.
 
Capítulo 2
Nacimiento de Moisés
   
1
Habiendo tomado un hombre de la casa de Leví mujer de su linaje,
2
concibió ésta y parió un hijo, y, viéndole muy hermoso, le tuvo oculto durante tres meses.
3
No pudiendo tenerle ya escondido más tiempo, tomó una cestita de papiro, la calafateó con betún y pez y, poniendo en ella al niño, la dejó entre las plantas de papiro de la ribera del río.
4
La hermana del niño estaba a poca distancia, para ver qué pasaba.
5
Bajó la hija del faraón a bañarse al río, y sus doncellas se pusieron a pasear por la ribera. Vio la cestilla entre las plantas de papiro, y mandó a una de sus doncellas que la trajera.
6
Al abrirla, vio al niño que lloraba, y, compadecida de él, se dijo: “Es un hijo de los hebreos.”
7
La hermana del niño dijo entonces a la hija del faraón: “¿Quieres que vaya a buscar entre las mujeres de los hebreos una nodriza para que crie al niño?”
8
“Ve,” le dijo la hija del faraón, y la joven fue a llamar a la madre del niño.
9
La hija del faraón le dijo: “Toma este niño, críamelo, y yo te daré la merced”. La mujer tomó al niño y le crió.
10
Cuando fue grandecito se lo llevó a la hija del faraón y fue para ella como un hijo. Diole el nombre de Moisés, pues se dijo: “De las aguas le saqué.”
11
Cuando ya fue grande, Moisés salía a ver a sus hermanos, siendo testigo de la opresión en que estaban, y un día vio cómo un egipcio maltrataba a uno de sus hermanos, a un hebreo;
12
miró a uno y otro lado, y, no viendo a nadie, mató al egipcio y le enterró en la arena.
13
Salió también al día siguiente, y vio a dos hebreos riñendo, y dijo al agresor: “¿Por qué maltratas a tu prójimo?”.
14
Este le respondió: “Y ¿quién te ha puesto a ti como jefe y juez entre nosotros? ¿Es que quieres matarme como mataste ayer al egipcio?” Moisés se atemorizó y se dijo: “La cosa se sabe".
 
 
Huida de Moisés a Madián
 
15
El faraón supo lo que había pasado, y buscaba a Moisés para darle muerte; pero éste huyó del faraón y se refugió en la tierra de Madián.
16
Estando sentado junto a un pozo, siete hijas que tenía el sacerdote de Madián vinieron a sacar agua y llenar los canales para abrevar el ganado de su padre
17
Llegaron unos pastores y las echaron de allí, pero Moisés se levantó, salió en defensa de las jóvenes y, sacando agua, abrevó su ganado.
18
De vuelta ellas a la casa de Ragüel, su padre, les preguntó éste: “¿Cómo venís hoy tan pronto?”
19
Ellas respondieron: “Es que un egipcio nos ha librado de la mano de los pastores, y aun él mismo se puso a sacar agua y abrevó nuestro ganado.”
20
Dijo él a sus hijas: “¿Y dónde está? ¿Por qué habéis dejado allí a ese hombre? Id a llamarle, para que coma algo.”
21
Moisés accedió a quedarse en casa de aquel hombre, que le dio por mujer a su hija Séfora.
22
Séfora le parió un hijo, a quien llamó él Gersón, pues dijo: “Peregrino soy en tierra extranjera.”
23
Pasado mucho tiempo, murió el rey de Egipto, y los hijos de Israel seguían gimiendo bajo dura servidumbre, y clamaron. Sus gritos, arrancados por la servidumbre, subieron hasta Dios.
24 Dios oyó sus gemidos, y se acordó de su alianza con Abraham, Isaac y Jacob.
25
Miró Dios a los hijos de Israel, y atendió.
 
Capítulo 3
La visión de la zarza que ardía sin consumirse
   
1
Apacentaba Moisés el ganado de Jetró, su suegro, sacerdote de Madián. Llevóle un día más allá del desierto; y llegado al monte de Dios, Horeb,
2
se le apareció el ángel de Yavé en llama de fuego de en medio de una zarza. Veía Moisés que la zarza ardía y no se consumía,
3
y se dijo: “Voy a ver qué gran visión es ésta y por qué no se consume la zarza.”
4
Vio Yavé que se acercaba para mirar, y le llamó de en medio de la zarza: “¡Moisés, Moisés!” El respondió: “Heme aquí.”
5
Yavé le dijo: “No te acerques. Quita las sandalias de tus pies, que el lugar en que estás es tierra santa”;
6
y añadió: “Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob.” Moisés se cubrió el rostro, pues temía mirar a Dios.
7
Y Yavé le dijo: “He visto la aflicción de mi pueblo en Egipto y he oído los clamores a causa de sus capataces, pues conozco sus angustias.
8
Y He bajado para librarle de las manos de los egipcios y subirle de esa tierra a una tierra fértil y espaciosa, una tierra que mana leche y miel, la tierra que habitan cananeos, jeteos, amorreos, fereceos, jeveos y jebuseos.
9
El clamor de los hijos de Israel ha llegado hasta mí, y he visto la opresión que sobre ellos hacen pesar los egipcios.
10
Ve, pues; yo te envío al faraón para que saques a mi pueblo, a los hijos de Israel, de Egipto.”
11
Moisés dijo a Dios: “¿Y quién soy yo para ir al faraón y sacar de Egipto a los hijos de Israel?”
12
Dios le dijo: “Yo estaré contigo, y ésta será la señal de que soy yo quien te envía. Cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, daréis culto a Dios sobre este monte.”
13
Moisés dijo a Dios: “Pero si voy a los hijos de Israel y les digo: El Dios de vuestros padres me envía a vosotros, y me preguntan cuál es su nombre, ¿qué voy a responderles?”
14
Y Dios dijo a Moisés: “YO SOY EL QUE SOY. Así responderás a los hijos de Israel: YO SOY me manda a vosotros.”
15
Y prosiguió: “Esto dirás a los hijos de Israel: Yavé, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, me manda a vosotros. Este es para siempre mi nombre; éste mi memorial de generación en generación.”
16
“Ve, reúne a los ancianos de Israel y diles: Yavé, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, se me ha aparecido y me ha encomendado que os diga: Os he visitado y he visto lo que os hace Egipto,
17
y he dicho: Yo os sacaré de la opresión de los egipcios, y os subiré a la tierra de los cananeos, de los jeteos, de los fereceos, de los jeveos y de los jebuseos; a una tierra que mana leche y miel.
18
Ellos te escucharán, y tú, con los ancianos de Israel, irás al rey de Egipto y le diréis: Yavé, el Dios de los hebreos, ha salido a nuestro encuentro. Deja, pues, que vayamos camino de tres días por el desierto, para sacrificar a Yavé, nuestro Dios.
19
Bien sé yo que el rey de Egipto no os permitirá ir sino en mano poderosa.
20
Pero yo tenderé la mía, y castigaré a Egipto con toda suerte de prodigios, que obraré en medio de ellos, y después os dejará salir.
21
Yo haré que halle el pueblo gracia a los ojos de los egipcios; y cuando salgáis, no saldréis con las manos vacías,
22

sino que cada mujer pedirá a su vecina y a la que vive en su casa objetos de plata, de oro y vestidos, que pondréis vosotros a vuestros hijos y a vuestras hijas, y os llevaréis los despojos de Egipto.”

 
Capítulo 4
Señales dadas a Moisés
   
1
Moisés respondió: “No van a creerme, no van a escucharme; me dirán que no se me ha aparecido Yavé.”
2
Yavé le dijo: “¿Qué es lo que tienes en la mano?” El respondió: “Un cayado.”
3
“Tíralo a tierra,” le dijo Yavé. El lo tiró, y el cayado se convirtió en serpiente, y Moisés echó a correr, huyendo de ella.
4
Yavé dijo a Moisés: “Extiende la mano y cógela por la cola.” Moisés extendió la mano y la cogió, y la serpiente volvió a ser cayado en su mano.
5
“Para que crean que se te ha aparecido Yavé, el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.”
6
Díjole, además, Yavé: “Mete tu mano en el seno.” Metióla él, y cuando la sacó estaba cubierta de lepra como la nieve.
7
Yavé le dijo: “Vuelve a meterla.” El volvió a meterla, y, cuando después la sacó estaba la mano como toda su carne.
8
“Si no te creen a la primera señal, te creerán a la segunda,
9
y si ni aún a esta segunda creyeran, tomas agua del río y la derramas en el suelo, y el agua que tomes se volverá en el suelo sangre.”
10
Moisés dijo a Yavé: “Pero, Señor, yo no soy hombre de palabra fácil, y esto no es ya de ayer ni de anteayer, y más aun que estás hablando a tu siervo, pues soy torpe de boca y se me traba la lengua.”
11
Yavé le respondió: “Y ¿quién ha dado al hombre la boca, y quién hace al sordo y al mudo, al que ve y al ciego? ¿No soy por ventura yo, Yavé?
12
Ve, pues; yo estaré en tu boca y te enseñaré lo que has de decir.”
13
Moisés replicó: “¡Ah Señor!, manda tu mensaje, te lo pido, por mano del que debas enviar.”
14
Encendióse entonces en cólera Yavé contra Moisés y le dijo: “¿No tienes a tu hermano Arón, el levita? El es de fácil palabra. El te saldrá al encuentro, y al verte se alegrará su corazón.
15
Háblale a él, y pon en su boca las palabras, y yo estaré en tu boca y en la suya, y os mostraré lo que habéis de hacer.
16
El hablará por ti al pueblo y te servirá de boca, y tú serás Dios para él.
17
El cayado que tienes en la mano, llévalo, y con él harás las señales.”
 
 
Vuelta de Moisés a Egipto
18
Fuese Moisés, y de vuelta a casa de su suegro, le dijo: “Hazme el favor de dejarme partir, a ver a mis hermanos de Egipto, si viven todavía.” Jetró dijo a Moisés: “Vete en paz.”
19
En tierra de Madián dijo Yavé a Moisés: “Ve, retorna a Egipto, pues han muerto ya los que buscaban tu vida.”
20
Tomó, pues, Moisés a su mujer y a su hijo y, montándolos sobre un asno, volvió a Egipto, llevando en sus manos el cayado de Dios.
21
Yavé le dijo: “Partido para volver a Egipto, ten cuenta de hacer delante del faraón los prodigios que yo he puesto en tu mano. Yo endureceré su corazón, y no dejará salir al pueblo;
22
pero tú le dirás: Así habla Yavé: Israel es mi hijo, mi primogénito.
23
Yo te mando que dejes a mi hijo ir a servirme, y si te niegas a dejarle ir, yo mataré a tu hijo, a tu primogénito.”
24
Por el camino, en un lugar donde pasaba la noche, salióle Yavé al encuentro, y quería matarle;
25
pero Séfora, tomando un cuchillo de piedra, circuncidó a su hijo, y tocó sus pies diciendo: “Ciertamente esposo de sangre eres para mí,”
26
y le dejó Yavé, al decir ella esposo de sangre, por la circuncisión.
27
Yavé dijo a Arón: “Ve al desierto, al encuentro de Moisés.” Partió Arón, y, encontrándose con su hermano en el monte de Dios, le besó.
28
Moisés dio a conocer a Arón todo lo que Yavé le había dicho al encomendarle la misión y los prodigios que le había mandado hacer.
29
Prosiguieron Moisés y Arón su camino; y llegados, reunieron a los ancianos de Israel.
30
Aaón refirió todo lo que Dios había dicho a Moisés, y éste hizo los prodigios a los ojos del pueblo.
31
El pueblo creyó, y al ver que Yavé había visitado a los hijos de Israel y había atendido a su aflicción, postrándose, le adoraron.
   
Capítulo 5
Moisés y Arón, delante del Faraón
   
1
Después se fueron Moisés y Arón y dijeron al faraón: “Así habla Yavé, Dios de Israel: Deja ir a mi pueblo para que me celebre una fiesta en mi honor en el desierto.”
2
Pero el faraón respondió: “¿Y quién es Yavé para que yo le obedezca, dejando ir a Israel? No conozco a Yavé, y no dejaré ir a Israel.”
3
Ellos dijeron: “El Dios de los hebreos ha salido a nuestro encuentro. Deja, pues, que vayamos al desierto, tres jornadas de camino, y ofrezcamos sacrificios a Yavé, nuestro Dios, para que no venga sobre nosotros peste ni espada.”
4
Pero el rey de Egipto les dijo: “¿Por qué vosotros, Moisés y Arón, distraéis al pueblo de sus trabajos? Idos al trabajo que os hayan impuesto.”
5
Y dijo el faraón: “Ahora que es numerosa la plebe ¿vais a relevarlos de trabajos?”
 
 
La Servidumbre de Israel se agrava cada vez más
 
6
Aquel mismo día dio el faraón a los capataces del pueblo y a los escribas la orden
7
de no facilitar, como hasta entonces, al pueblo la paja para hacer los ladrillos, sino que fueran ellos a recogerla.
8
“Pero exigidles la misma cantidad de ladrillos que antes, sin quitar ni uno,
9
pues huelgan, y por eso gritan: “Tenemos que ir a sacrificar a nuestro Dios.” Cargadlos de trabajos, que estén ocupados y no den oídos a embustes.”
10
Fueron, pues, los capataces y los escribas, y dijeron al pueblo: “Oíd lo que dice el faraón: No os daré en adelante la paja,
11
id vosotros a recogerla donde podáis; pero no se os disminuirá en nada la tarea impuesta.”
12
El pueblo se dispersó por toda la tierra de Egipto en busca de paja.
13
Los capataces los apremiaban: “Acabad la tarea impuesta para cada día, como cuando se os daba la paja.”
14
Fueron castigados los escribas de los hijos de Israel que habían puesto sobre ellos los exactores del faraón, diciéndoles: “¿Por qué ni anteayer, ni ayer, ni hoy habéis completado la tarea de ladrillos como antes?”
15
Fueron los escribas de los hijos de Israel a quejarse al faraón, diciendo: “¿Cómo haces así con tus siervos?
16
A tus siervos no se les da paja y se nos dice: Haced los mismos ladrillos; y azotan a tus siervos, como si la culpa fuera de tu pueblo.”
17
El faraón respondió: “Es que holgáis, holgáis, y por eso decís: “Queremos ir a sacrificar a Yavé.”
18
Id, pues, a trabajar; no se os dará la paja, y habéis de hacer la misma cantidad de ladrillos.”
19
Los escribas de los hijos de Israel viéronse angustiados por decírseles que no se disminuiría en nada la cantidad de ladrillos y que habían de hacer cada día la misma tarea.
20
Encontráronse con Moisés y Arón, que estaban esperando a que saliesen de la casa del faraón,
21
y les dijeron: “Que vea Yavé y juzgue, pues vosotros habéis sido causa de que el faraón no pueda vernos, y habéis puesto la espada en sus manos para que nos mate.”
 
 
Promesa de liberación
 
22
Entonces Moisés se volvió a Yavé, diciendo: “Señor, ¿por qué castigas a este pueblo? ¿Para qué me has enviado?
23

Desde que fui al faraón para hablarle en tu nombre, maltrata al pueblo, y tú no haces nada por librarle.”

   
  Capítulo 6
   
1
Yavé dijo a Moisés: “Pronto verás lo que voy a hacer al faraón. Con mano fuerte los dejará ir, con mano fuerte los echará él mismo de su tierra.”
2
Dios habló a Moisés y le dijo: “Yo soy Yavé.
3
Yo me mostré a Abraham, a Isaac y a Jacob como El Sadday, pero no les manifesté mi nombre de Yavé.
4
No sólo hice con ellos mi alianza de darles la tierra de Canán, la tierra de sus peregrinaciones, donde habitaron como extranjeros,
5
sino que ahora he escuchado los gemidos de los hijos de Israel, que tienen los egipcios en servidumbre, y me he acordado de mi alianza.
6
Di, por tanto, a los hijos de Israel: “Yo soy Yavé, yo os libertaré de los trabajos forzados de los egipcios, os libraré de su servidumbre y os salvaré a brazo tendido y por grandes juicios.
7
Yo os haré mi pueblo, y seré vuestro Dios, y sabréis que yo soy Yavé, vuestro Dios, que os libraré de la servidumbre egipcia
8
y os introduciré en la tierra que juré dar a Abraham, a Isaac y a Jacob, y os la daré en posesión. Yo, Yavé.”
9
Así habló Moisés a los hijos de Israel; pero ellos no le escucharon, por lo angustioso de su dura servidumbre.
10
Habló Yavé a Moisés y le dijo:
11
“Ve a hablar al faraón, rey de Egipto, para que deje salir a los hijos de Israel fuera de su tierra.”
12
Moisés le respondió: “Los hijos de Israel no me escuchan, ¿cómo va a escucharme el faraón a mí, que soy incircunciso de labios?”
13
Yavé habló a Moisés y a Arón y les dio órdenes para los hijos de Israel y para el faraón, rey de Egipto, con el fin de sacar de Egipto a los hijos de Israel.
 
 
Genealogía de Moisés y Arón
14
Estas son las cabezas de sus linajes: Hijos de Rubén, primogénito de Israel: Janoc, Falu, Jesrón y Carmí; éstos son los linajes de Rubén.
15
Hijos de Simeón: Jamuel, Jasmín, Ahod, Jaguen, Sojar y Saúl, hijos de la cananea; éstos son los linajes de Simeón.
16
He aquí los nombres de los hijos de Leví, con sus linajes: Gersón, Caat y Merari. Vivió Leví ciento treinta y siete años.
17
Hijos de Gersón: Lobni y Semeí, con sus generaciones.
18
Hijos de Caat: Amram, Jishar, Hebrón y Oziel. Vivió Caat ciento treinta y tres años.
19
Hijos de Merari: Majli y Musí. Estos son los linajes de los levitas, según sus familias.
20
Amram tomó por mujer a Jocabed, que le parió a Arón y a Moisés. Vivió Amram ciento treinta y siete años.
21
Hijos de Jishar: Coré, Nefeg y Zicri.
22
Hijos de Oziel: Misael, Elisafán y Petri.
23
Arón tomó por mujer a Elisabet, hija de Aminadab, hermana de Najsón, la cual parió a Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar.
24
Hijos de Coré: Aser, Elcana y Abiasaf. Estas son las familias de los coreítas.
25
Eleazar, hijo de Aarón, tomó por mujer a una hija de Futiel, que parió a Fines. Tales son los jefes de los linajes de los levitas, según sus familias.
26
Estos son el Arón y el Moisés,a quienes dijo Yavé: “Sacad de Egipto a los hijos de Israel, según sus escuadras.”
27
Ellos son los que hablaron al faraón, rey de Egipto, para sacar de Egipto a los hijos de Israel, Moisés y Arón.
 
 
Moisés y los magos de Egipto
   
28
Cuando habló Yavé a Moisés en tierra de Egipto,
29
dijo a Moisés: “Yo soy Yavé; di al faraón, rey de Egipto, cuanto yo te diga.”
30
Y Moisés dijo a Yavé: “Yo soy incircunciso de labios; ¿como va a escucharme el faraón?”
   
 Capítulo 7
   
1
Dijo Yavé a Moisés: “Mira, te he puesto como Dios para el faraón, y Arón, tu hermano, será tu profeta.
2
Tú le dirás todo lo que te ordene, y Arón, tu hermano, se lo dirá al faraón, para que deje salir de su tierra a los hijos de Israel.
3
Yo endureceré el corazón del faraón y multiplicaré mis señales y mis prodigios en la tierra de Egipto.
4
El faraón no os escuchará, y yo pondré mi mano sobre Egipto, y sacaré de la tierra de Egipto a mis ejércitos, a mi pueblo, a los hijos de Israel, por grandes juicios.
5
Y los egipcios sabrán que yo soy Yavé cuando tienda yo mi mano sobre Egipto y saque de en medio de ellos a los hijos de Israel.”
6
Moisés y Arón hicieron lo que Yavé les mandaba; tal cual se lo mandó, así lo hicieron.
7
Tenía Moisés ochenta años, y Arón ochenta y tres, cuando hablaron al faraón.
8
Yavé dijo a Moisés y a Arón:
9
“Cuando el faraón os diga: Haced un prodigio, le dices a Arón: Toma tu cayado y échalo delante del faraón, y se convertirá en serpiente.”
10
Moisés y Arón fueron al faraón e hicieron lo que Yavé les había mandado. Arón arrojó su cayado delante del faraón y de sus cortesanos, y el cayado se convirtió en serpiente.
11
Hizo llamar también el faraón a sus sabios y encantadores. Y los magos de Egipto de Egipto realizaron también por sus sortilegios el mismo prodigio.
12
Y echaron cada uno su báculo que se convirtieron en serpientes. Pero el de Arón devoró a los báculos de ellos.
13
El corazón del faraón se endureció, y no escuchó a Moisés y a Arón, como se lo había dicho Yavé.
 
 
Primera Plaga
14
Yavé dijo a Moisés: “El corazón del faraón se ha endurecido y rehúsa dejar salir al pueblo.
15
Ve a verle mañana por la mañana. Saldrá para ir a las aguas; tú te estás esperándolo a la orilla del río, llevando en tu mano el cayado que se convirtió en serpiente,
16
y le dices: “Yavé, Dios de los hebreos, me manda decirte: Deja ir a mi pueblo para que me dé culto en el desierto. Hasta ahora no me has escuchado.
17
Pues he aquí lo que dice Yavé: Para que sepas que yo soy Yavé, voy a golpear con el cayado que tengo en la mano las aguas del río, y se convertirán en sangre.
18
Los peces que hay en el río morirán, el río se infectará, y los egipcios repugnarán el agua del río.”
19
Yavé dijo a Moisés: “Di a Arón: Toma el cayado y tiende tu mano sobre las aguas de Egipto, sobre sus ríos, sobre sus canales, sobre sus estanques y sobre todos sus depósitos de aguas. Todas se convertirán en sangre, y habrá sangre en todo Egipto, lo mismo en las vasijas de madera que en las vasijas de piedra.”
20
Moisés y Arón hicieron lo que Yavé les había mandado, y Arón, levantando el cayado, golpeó las aguas del río a la vista del faraón y de todos sus servidores, y toda el agua del río se volvió en sangre.
21
Los peces que había en el río murieron, el río se inficionó, los egipcios no podían beber el agua, y hubo en vez de ella sangre en toda la tierra de Egipto.
22
Pero los magos de Egipto hicieron otro tanto con sus encantamientos, y el corazón del faraón se endureció, y no escuchó a Moisés y a Arón, como había dicho Yavé.
23
El faraón se volvió, y entró en su palacio sin hacer caso.
24
Los egipcios cavaron en las orillas del río para buscar agua potable, pues no podían beber las del río.
 
 
Segunda Plaga
 
25
Pasaron siete días desde que Yavé había herido el río,
26
y Yavé dijo a Moisés: “Ve a ver al faraón y dile: Deja salir a mi pueblo para que me sacrifique.
27
Si rehúsas dejarle ir, voy a castigar con ranas a toda tu tierra.
28
En el río bullirán ranas, subirán y penetrarán en tu casa, en tu dormitorio y en tu lecho, en las casas de todos tus servidores y de todo tu pueblo, en los hornos y en las artesas;
29
subirán las ranas contra ti, contra tus servidores y contra todo tu pueblo.”
   
  Capítulo 8
   
1
Yavé dijo a Moisés: “Dile a Arón: Extiende tu mano con el cayado sobre los ríos, sobre los canales y sobre los estanques, y haz subir ranas sobre la tierra de Egipto.”
2
Arón extendió su mano sobre las aguas de Egipto, y subieron las ranas, y cubrieron la tierra de Egipto.
3
Pero los magos hicieron otro tanto con sus encantamientos, haciendo subir ranas sobre la tierra de Egipto.
4
El faraón llamó a Moisés y a Arón y les dijo: “Pedid a Yavé que aleje de mí y de mi pueblo las ranas, y dejaré salir al pueblo a sacrificar a Yavé.”
5
Moisés dijo al faraón: “Dime cuándo he de rogar por ti, por tus servidores y por todo tu pueblo, para que aleje Yavé las ranas de ti y de tus casas y no queden más que en el río.”
6
“Mañana,” respondió él. Moisés le dijo: “Así será, y para que sepas que no hay como Yavé, nuestro Dios,
7
las ranas se alejarán de ti y de tus casas, de tus servidores y de tu pueblo, y no quedarán más que en el río.”
8
Salieron Moisés y Arón de la casa del faraón, y Moisés rogó a Yavé sobre lo que de las ranas había prometido al faraón.
9
Hizo Yavé como le pedía Moisés, y murieron las ranas en las casas, en los atrios y en los campos.
10
Reuniéronlas en los montes, y se infestó la tierra.
11
Pero el faraón, viendo que se le daba respiro, endureció su corazón y no escuchó a Moisés y a Arón, como Yavé había dicho
 
 
Tercera Plaga
 
12
Yavé dijo a Moisés: “Dile a Arón: “Extiende tu cayado y golpea el polvo de la tierra, que se convertirá en mosquitos en toda la tierra de Egipto.”
13
Arón extendió su mano con el cayado y golpeó el polvo de la tierra, y vinieron mosquitos sobre los hombres y los animales. Todo el polvo de la tierra se convirtió en mosquitos en toda la tierra de Egipto.
14
Los magos quisieron hacer otro tanto con sus encantamientos, pero no pudieron. Había mosquitos sobre hombres y animales,
15
y los magos dijeron al faraón: “El dedo de Dios está aquí.” Pero el corazón del faraón se endureció, y, como había dicho Yavé, no escuchó.
 
 
Cuarta Plaga
 
16
Yavé dijo a Moisés: “Levántate temprano y preséntate al faraón, al tiempo que sale él para ir a las aguas, y dile: “Así habla Yavé: Deja ir a mi pueblo a que me sacrifique.
17
Si no dejas ir a mi pueblo, voy a mandar tábanos contra ti, contra tus servidores y contra tu pueblo, contra vuestras casas, y se llenarán de ellos las casas de los egipcios y la tierra que éstos habitan;
18
pero distinguiré en ese día el país de Gosen, donde habita mi pueblo, y allí no habrá tábanos, para que sepas que yo soy Yavé en medio de la tierra.
19
Haré distinción entre mi pueblo y el tuyo. Mañana será esta señal.”
20
Hízolo así Yavé, y vino una muchedumbre de tábanos sobre la casa del faraón y las de sus servidores, y sobre la tierra de Egipto, y se corrompió la tierra por los tábanos.
21
Llamó el faraón a Moisés y a Arón y les dijo: “Id y sacrificad a vuestro Dios en esta tierra.”
22
Pero Moisés respondió: “No puede ser así, pues para los egipcios es abominación el sacrificio que nosotros hacemos, y si a su vista lo ofreciéramos, nos apedrearían.
23
Tenemos que ir por el desierto tres días de camino, para sacrificar a Yavé, nuestro Dios, como él nos diga.”
24
El faraón contestó: “Yo os dejaré que vayáis a sacrificar a Yavé, vuestro Dios, en el desierto; pero no os vayáis más lejos, y rogad por mí.”
25
Moisés respondió: “Al salir de tu casa, rogaré por ti a Yavé, y mañana se alejarán los tábanos del faraón, de sus servidores y de su pueblo; pero que el faraón no nos engañe más, y permita al pueblo ir a sacrificar a Yavé.”
26
Salió Moisés de casa del faraón y rogó a Yavé.
27
Yavé hizo lo que le pedía Moisés, y los tábanos se alejaron del faraón, de sus servidores y del pueblo, sin quedar ni uno.
28
Pero el faraón endureció su corazón también esta vez y no dejó salir al pueblo.
   
Capítulo 9
 
Quinta plaga
   
1
Yavé dijo a Moisés: “Ve al faraón y dile: “Así habla Yavé, Dios de los hebreos: Deja ir a mi pueblo a que me sacrifique.
2
Si rehúsas dejarlos ir y todavía los retienes,
3
caerá la mano de Yavé sobre los ganados que están en tus campos, sobre los caballos, sobre los asnos, sobre los camellos, sobre los bueyes y sobre las ovejas una peste muy mortífera.
4
Yavé hará distinción entre los ganados de Israel y los ganados de los egipcios, y nada perecerá de lo perteneciente a los hijos de Israel.”
5
Yavé fijó el momento, diciendo: “Mañana hará esto Yavé en esta tierra.”
6
Hízolo así Yavé al día siguiente. Pereció todo el ganado de los egipcios, y no murió un solo animal de los ganados de los hijos de Israel.
7
El faraón se informó, y ni un animal de los ganados de los hijos de Israel había muerto. Pero el corazón del faraón se endureció, y no dejó ir al pueblo.
 
 
Sexta Plaga
 
8
Yavé dijo a Moisés y Arón: “Tomad un puñado de ceniza del horno y que la tire Moisés hacia el cielo, a la vista del faraón,
9
para que se convierta en un polvo fino sobre toda la tierra de Egipto y produzca en toda la tierra de Egipto a hombres y a animales pústulas eruptivas y tumores.”
10
Tomaron la ceniza del horno, y se presentaron al faraón. Moisés la tiró hacia el cielo, y se produjeron en hombres y animales pústulas y tumores en los hombres y en los ganados.
11
Los magos no pudieron continuar en presencia de Moisés, porque les salieron tumores, como a todos los egipcios.
12
Y Yavé endureció el corazón del faraón, que no escuchó a Moisés y a Arón, como Yavé se lo había dicho a Moisés.
 
 
Séptima Plaga
 
13
Dijo Yavé a Moisés: “Levántate temprano, preséntate al faraón y dile: “Así habla Yavé, el Dios de los hebreos: Deja ir a mi pueblo a que me sacrifique,
14
porque esta vez voy a desencadenar mis plagas contra ti, contra tus servidores y contra tu pueblo, para que sepas que no hay como yo en toda la tierra.
15
Si yo hubiera tendido mi mano y te hubiera herido con la peste, tú y tu pueblo habríais desaparecido de la tierra;
16
pero te he dejado con vida para que por ti brille mi poder y mi nombre sea celebrado en toda la tierra.
17
Te opones todavía como un muro entre mí y mi pueblo para no dejarle ir;
18
pues sabe que mañana a esta hora haré llover una granizada tan fuerte como no la hubo jamás en Egipto desde el día en que se fundó hasta hoy.
19
Retira, pues, tus ganados y cuanto tienes en el campo, cuantos hombres y animales haya en el campo, y si no se retiran, serán heridos por el granizo y morirán.”
20
Aquellos de los servidores del faraón que temieron la palabra de Yavé mandaron retirar a su casa siervos y ganados;
21
pero los que no atendieron a la palabra de Yavé, dejaron a sus siervos y a sus ganados en el campo.
22
Yavé dijo a Moisés: “Tiende tu mano hacia el cielo, para que caiga el granizo en toda la tierra de Egipto sobre hombres y animales, y sobre todas las verduras del campo.”
23
Moisés tendió su cayado hacia el cielo, y Yavé mandó truenos y granizo, y el fuego se precipitó sobre la tierra.
24
Yavé llovió granizo sobre la tierra de Egipto, y mezclado con el granizo cayó fuego; y tan fuerte era el granizo, que no lo hubo semejante en toda la tierra de Egipto desde que comenzó a ser pueblo.
25
El granizo hirió en toda la tierra de Egipto cuanto había en los campos, hombres y animales. Machacó también todas las hierbas del campo y destrozó todos los árboles del campo.
26
Sólo en la tierra de Gosen, donde habitaban los hijos de Israel, no cayó granizo.
27
El faraón mandó llamar a Moisés y a Arón y les dijo: “Esta vez he pecado; Yavé es justo, y yo y mi pueblo, impíos.
28
Rogad a Yavé para que cesen los truenos de Dios y el granizo, y os dejaré ir, y no quedaréis más aquí.”
29
Moisés dijo: “Cuando haya salido de la ciudad alzaré mis manos a Yavé, y cesarán los truenos y dejará de granizar, para que sepas que de Yavé es la tierra,
30
aunque sé que ni tú ni tus servidores teméis todavía a Yavé, Dios.”
31
El lino y la cebada habían sido destrozados, pues la cebada estaba todavía en espiga y el lino en flor;
32
pero el trigo y la escanda no, por ser tardíos.
33
Moisés dejó al faraón y salió de la ciudad, alzó sus manos a Yavé, y cesaron los truenos y el granizo, y dejó de llover sobre la tierra.
34
Viendo el faraón que habían cesado la lluvia, el granizo y los truenos, acrecentó su pecado,
35
y endureció su corazón hasta el extremo, y no dejó salir a los hijos de Israel, como le mandaba Yavé por boca de Moisés.
 
Capítulo 10
 
Octava Plaga
   
1
Yavé dijo a Moisés: “Ve al faraón, porque yo he endurecido su corazón y el de sus servidores, para obrar en medio de todos estas señales,
2
para que cuentes a tus hijos y a los hijos de tus hijos cuán grandes cosas hice yo entre los egipcios y qué prodigios obré en medio de ellos, y sepáis que yo soy Yavé.”
3
Moisés y Arón fueron al faraón y le dijeron: “Así habla Yavé, el Dios de los hebreos: ¿Hasta cuándo no querrás someterte a mí? Deja ir a mi pueblo para que me sacrifique.
4
Si te resistes y no quieres dejarle, mañana traeré sobre todo tu territorio la langosta,
5
que cubrirá toda la tierra, sin que se vea nada de ella; y devorará todo el resto salvado del granizo, royendo todos los árboles que crecen en vuestros campos.
6
Y llenarán tus casas y las casas de tus servidores y de todos los egipcios. Tanta como no la vieron ni tus padres ni tus abuelos desde que comenzaron a ser sobre la tierra y hasta hoy.” Moisés se retiró y salió de la casa del faraón.
7
Dijeron al faraón sus servidores: “¿Hasta cuándo éste va a ser para nosotros una calamidad? Deja a esa gente que vaya a dar culto a Yavé, su Dios. ¿Todavía no ves que va a perecer Egipto?”
8
E hicieron venir a Moisés y a Arón ante el faraón, que les dijo: “Id y sacrificad a Yavé, vuestro Dios. ¿Quiénes sois los que habéis de ir?”
9
Dijo Moisés: “Hemos de ir todos con nuestros niños y nuestros ancianos, con nuestros hijos y nuestras hijas, con nuestras ovejas y nuestros bueyes, porque es la fiesta de Yavé.”
10
El faraón les contestó: “Así sea Yavé con vosotros, como os dejaré yo ir a vosotros y a vuestros hijos. Y tened cuidado, pues se ve que obráis con malicia,
11
No, no; id los hombres solos y sacrificad a Yavé, pues eso fue lo que pedisteis.” Y en seguida fueron arrojados de la presencia del faraón.
12
Pero Yavé dijo a Moisés: “Tiende tu mano sobre la tierra de Egipto, para que venga sobre ella la langosta; que suba sobre la tierra de Egipto y devore todo lo que dejó el granizo.”
13
Moisés tendió su cayado sobre la tierra de Egipto, y Yavé hizo soplar sobre la tierra el viento solano durante todo el día y toda la noche. A la mañana, el viento solano había traído la langosta.
14
Subieron por toda la tierra de Egipto, y se posaron sobre todo el territorio de Egipto, en tan gran cantidad como ni la hubo ni la habrá nunca.
15
Cubrieron toda la superficie de la tierra, que se oscureció. Devoraron todas las hierbas de la tierra, todos los frutos de los árboles, todo cuanto había dejado el granizo; y no quedó nada de verde, ni en los árboles, ni en las hierbas de los campos, en toda la tierra de Egipto.
16
El faraón llamó en seguida a Moisés y a Arón, y dijo: “He pecado contra Yavé, vuestro Dios, y contra vosotros.
17
Perdonad mi pecado por esta vez, y rogad a Yavé, vuestro Dios, que aleje de mí esta muerte.”
18
Salió Moisés de la presencia del faraón y rogó a Yavé,
19
y éste hizo dar vuelta al viento, que sopló muy fuertemente del poniente y, arrastrando la langosta, la precipitó en el mar Rojo. No quedó ni una en todo el territorio de Egipto.
20
Pero Yavé endureció el corazón del faraón, y éste no dejó salir a los hijos de Israel.
 
 
Novena Plaga
 
21
Dijo Yavé a Moisés: “Alza tu mano al cielo, y haya tinieblas sobre la tierra de Egipto, tan densas, que se palpen.
22
Alzó Moisés al cielo su mano, y hubo densísimas tinieblas en todo Egipto durante tres días.
23
Durante ellos no se veían unos a otros, y nadie se movía del sitio donde estaba; pero los hijos de Israel tenían luz en la región que habitaban.
24
El faraón llamó a Moisés y a Arón y dijo: “Id, sacrificad a Yavé, pero que queden aquí vuestras ovejas y vuestros bueyes; aun a los niños podéis llevároslos con vosotros.”
25
Moisés respondió: “Tienes que poner en nuestras manos de qué hacer sacrificios pacíficos y holocaustos a Yavé, nuestro Dios.
26
Nuestros ganados han de venir también con nosotros; no ha de quedar ni una uña; porque de ellos hemos de tomar lo que ofrezcamos a Yavé, nuestro Dios, y ni nosotros siquiera sabemos, hasta que lleguemos allá, las víctimas que a Yavé habremos de ofrecer.”
27
Yavé endureció el corazón del faraón, y el faraón no quiso dejarlos ir.
28
Dijo a Moisés: “Sal de aquí y guárdate de volver a aparecer en mi presencia, porque el día que parezcas delante de mí, morirás.”
29
“Tú lo has dicho -respondió Moisés-, no volveré a ver tu rostro.”
 
Capítulo 11
 
Anuncio de la décima y última plaga
   
1
Yavé dijo a Moisés: “Sólo una plaga más voy a hacer venir sobre el faraón y sobre Egipto, y después de ella, no sólo os dejará, sino que os echará de aquí.
2
Di, pues, al pueblo que cada hombre pida a su vecino, y cada mujer a su vecina, objetos de plata y oro.”
3
Yavé hizo que hallase gracia el pueblo a los ojos de los egipcios, y aun el mismo Moisés era muy estimado y respetado por los servidores del faraón y por el pueblo.
4
Moisés dijo: “He aquí lo que dice Yavé: En medio de la noche pasaré por la tierra de Egipto,
5
y morirá todo primogénito de la tierra de Egipto, desde el primogénito del faraón, que se sienta sobre su trono, hasta el primogénito de la esclava, que está detrás de la muela, y todos los primogénitos del ganado.
6
Entonces se alzará en toda la tierra de Egipto gran griterío, como ni lo hubo ni lo habrá.
7
Pero entre los hijos de Israel, en hombres y animales, ni siquiera ladrará un perro, para que sepáis la diferencia que hace Yavé entre Egipto e Israel.
8
Todos cuantos servidores tuyos están aquí, irán entonces a decirme, prosternándose ante mí: Sal tú y todo el pueblo que te obedece. Después de eso, yo saldré.” Y, muy encolerizado, se retiró de la presencia del faraón.
9
Yavé había dicho a Moisés: “El faraón no os escuchará, para que se multipliquen mis prodigios en la tierra de Egipto.”
10
Moisés y Arón habían obrado todos estos prodigios ante el faraón, pero Yavé endureció el corazón del faraón, y no quería dejar salir de su tierra a los hijos de Israel.
   
Capítulo 12
 
Institución de la Pascua y de los Acimos
   
1
Yavé dijo a Moisés y a Arón en tierra de Egipto:
2
“Este mes será para vosotros el comienzo del año, el mes primero del año.
3
Hablad a toda la asamblea de Israel y decidles: El día diez de este mes tome cada uno, según las casas paternas, una res menor por cada casa.
4
Si la casa fuere menor de lo necesario para comer la res, tome a su vecino, al de la casa cercana, según el número de personas, computándolo para la res según lo que cada cual puede comer.
5
La res será sin defecto, macho, primal, cordero o cabrito.
6
Lo reservaréis hasta el día catorce de este mes y toda la asamblea de Israel lo inmolará entre dos luces.
7
Tomarán de su sangre y untarán los postes y el dintel de la casa donde se coma.
8
Comerán la carne esa misma noche, la comerán asada al fuego, con panes ácimos y lechugas silvestres.
9
No comerán nada de él crudo, ni cocido al agua; todo asado al fuego, cabeza, patas y entrañas.
10
No dejaréis nada para el día siguiente; si algo quedare, lo quemaréis.
11
Habéis de comerlo así: ceñidos los lomos, calzados los pies, y el báculo en la mano, y comiendo de prisa, es el la Pascua de Yavé.
12
Esa noche pasaré yo por la tierra de Egipto y mataré a todos los primogénitos de la tierra de Egipto, desde los hombres hasta los animales, y castigaré a todos los dioses de Egipto. Yo, Yavé.
13
La sangre servirá de señal en las casas donde estéis; yo veré la sangre, y pasaré de largo, y no habrá para vosotros plaga mortal cuando yo hiera la tierra de Egipto.
14
Este día será para vosotros memorable y lo celebraréis solemnemente en honor de Yavé de generación en generación; será una fiesta a perpetuidad.
15
Por siete días comeréis panes ácimos; desde el primer día no habrá ya levadura en vuestras casas, y quien del primero al séptimo día comiera pan con levadura será borrado de Israel.
16
El día primero tendréis asamblea santa, y lo mismo el día séptimo. No haréis en ellos obra alguna, fuera de lo tocante a aderezar lo que cada cual haya de comer;
17
y guardaréis los ácimos, porque en ese mismo día saqué yo vuestros ejércitos de la tierra de Egipto. Guardaréis ese día, de generación en generación, como institución perpetua.
18
El primer mes, desde el día catorce del mes, comeréis pan sin levadura hasta el día veintiuno.
19
Por siete días no habrá levadura en vuestras casas, y quien coma pan fermentado será borrado de la congregación de Israel, sea extranjero o indígena.
20
No comeréis pan fermentado; en todas vuestras moradas se comerán panes ácimos.”
21
Convocó Moisés a todos los ancianos de Israel, y les dijo: “Tomad del rebaño para vuestras familias e inmolad la Pascua.
22
Tomando un manojo de hisopo, lo mojáis en la sangre del cordero, untáis con ella el dintel y los dos postes, y que nadie salga fuera de la puerta de su casa hasta mañana,
23
pues pasará Yavé por Egipto para castigarle, y viendo la sangre en el dintel y en los dos postes, pasará de largo por vuestras puertas, y no permitirá al exterminador entrar en vuestras casas para herir.
24
Guardaréis este rito como rito perpetuo para vosotros y para vuestros hijos;
25
y cuando hayáis entrado en la tierra que Yavé os dará, según su promesa, guardaréis ese rito.
26
Cuando os pregunten vuestros hijos: “¿Qué significa para vosotros este rito?”,
27
les responderéis: “Es el sacrificio de la Pascua de Yavé, que pasó de largo por las casas de los hijos de Israel en Egipto cuando hirió a Egipto, salvando nuestras casas.” El pueblo se prosternó y adoró.
28
Los hijos de Israel fueron e hicieron lo que Yavé había mandado a Moisés y a Arón.
   
 
Muerte de todos los primogénitos de Egipto
   
29
En medio de la noche mató Yavé a todos los primogénitos de la tierra de Egipto, desde el primogénito del faraón, que se sienta sobre su trono, hasta el primogénito del preso en la cárcel, y a todos los primogénitos de los animales.
30
El faraón se levantó de noche, él, todos sus servidores y todos los egipcios, y resonó en Egipto un gran clamor, pues no había casa donde no hubiera un muerto.
31
Aquella noche llamó el faraón a Moisés y a Arón y les dijo: “Id, salid de en medio de nosotros, vosotros y los hijos de Israel, e id a sacrificar a Yavé, como habéis dicho.
32
Llevad vuestras ovejas y vuestros bueyes, como habéis pedido; idos y dejadme.”
   
 
La Salida del Pueblo
   
33
Los egipcios apremiaban al pueblo, dándoles prisa para que saliera de su tierra, pues decían: “Vamos a morir todos.”
34
Tomó, pues, el pueblo la masa antes de que fermentara y, envolviendo en sus mantos las artesas que la contenían, se las echaron al hombro.
35
Los hijos de Israel habían hecho lo que les dijera Moisés, y habían pedido a los egipcios objetos de plata y oro y vestidos.
36
Yavé hizo que hallaran gracia a los ojos de los egipcios, que accedieron a su petición

C.R.Y&S