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EL LIBRO DE LAS INTRODUCCIONES A LA BIBLIAQUINTA PARTE
INTRODUCCIÓN A SAN PABLO
EFESIOS: VIAJE AL
CORAZÓN DEL ESPÍRITU SANTO
LA VIDA ETERNA
No quiso abandonar Dios
a su Creación en las garras de la Muerte. Al contrario, viviendo en el
sufrimiento de ver su Creación expuesta a los fuegos del Infierno de la Guerra,
sobrecogido su Corazón ante el espectáculo de la Tragedia del Género Humano, no
dudó Dios en darnos por Héroe y Campeón de nuestra Causa a su Hijo
Todopoderoso, Aquel en quien Su Corazón tiene su Vida y Felicidad.
So pena de ver bajo las
ruedas del Infierno a su Creación, Dios Padre no podía de ninguna manera
permitir que el Duelo a muerte entre el hijo del Hombre y el hijo del Infierno
tuviese otro Vencedor que Jesucristo, el Hijo de su Corazón, por quien su Ser
entero vive, y en quien Dios vive en Verdad. Este Jesucristo es el Hijo en
quien Dios encontró la Alegría que perdiera en los campos del Infinito y de la
Eternidad. Por este Jesucristo fuimos salvados y llamados a la vida eterna. Por
ese mismo Jesucristo ya no somos esclavos de la carne en el Miedo a la Muerte.
Aun en la carne somos eternos por el Espíritu del Campeón que Dios nos suscitó
para aplastarle la cabeza al Príncipe de las Tinieblas. En su Resurrección
resucitamos todos los que le amamos. Pues el que ama al Hijo de Dios, no muere
sino que vive para siempre. Su Victoria sobre la Muerte es nuestra
Victoria. ¡Cómo entonces caer tentados por las fábulas de los sabios
y esclavos de la Muerte que nos quieren negar lo que nuestro Espíritu ve con
los ojos de Jesucristo: La Puerta de la Vida eterna! Esta Puerta es el mismo
Jesucristo. Quien le ama la cruza libremente, cierra los ojos a este mundo y
los abre a la Vida Eterna. Él es el Verbo, y el Verbo es Dios. No creer en su
Palabra es negar a Dios. Cuando Satán puso en Duda la Veracidad Divina del Hijo
de Dios negó la Veracidad Divina su Padre: Creador del Universo, del Cosmos, y de
las Tinieblas que rodean la Creación.
San Pablo, al igual que
sus Hermanos en el Espíritu de Cristo, aunque en la carne, vivió la Vida Eterna
a imagen y semejanza del Hijo de Dios hecho hombre: por el Espíritu fueron
“dioses”, y como tales, perfectos conocedores de que la Palabra de Dios:
comprendieron que fue por ellos que Dios escribió: “Dioses sois, pero moriréis
como cualquiera de los príncipes”.
Conscientes de su final,
que Jesucristo les mostró en su propia persona, libres del Miedo a la Muerte
y deseando cruzar la Puerta de la Resurrección, ninguno de Ellos
vaciló en hacer lo que como hijos de Dios debían de hacer. Gracias a Ellos el
Género Humano tuvo un Futuro.
Pero no sólo el Género
Humano fue atrapado bajo las ruedas de la Muerte a consecuencia de la Traición
de la parte de la casa de los hijos de Dios que uniéndose a Satán se conjuraron
para obligar al Señor del Cosmos a bendecir la transformación de su Imperio en
un Olimpo de dioses más allá del Bien y del Mal. Llamados a participar en la Formación
del Hombre a la Imagen y Semejanza de los hijos de Dios ésos “hijos rebeldes”
“no de esta creación” se conjuraron para apartándose de la
Obediencia debida al Creador de todos declararle la Guerra a su Espíritu Santo,
la muerte del Hombre mediante.
Ante esta Traición
comprendió Dios que su Creación le pedía a gritos una Revolución Universal que
acabase para siempre jamás con la exposición de su Reino a
la Muerte.
El Dilema era
profundo. Cada vez que Dios dejaba sola su Creación sus hijos rebeldes se
declaraban en guerra. Dios no podía dejar sola su Casa ni tampoco podía Dios
devenir esclavo de su Creación. Así que en su Amor por la Vida adoptó en su
Sabiduría darle Cuerpo a su Espíritu Santo a fin de que deviniendo Carne toda
su Creación pudiese decir a corazón abierto: “Dios está con Nosotros”.
Este es el Misterio de
Cristo. Tanto más hermoso y bendito para todos los hombres puesto que el
Espíritu Santo se Hizo hombre, y deviniendo Cristo Jesús la Cabeza de los
Apóstoles elevó Dios a su Trono Divino a la Casa de los Hermanos de su Hijo,
quienes siendo en El un Ser gobiernan su Reino en la Plenitud de quienes
participan en todo de la Incorrupción y la Perfección del Amor de Dios hacia su
Creación y de la Creación a su Creador.
Este es el Misterio de la
Salvación Universal. El Espíritu Santo se hizo Hombre, y sin perder su Origen
fue elevado a la condición de la Divinidad del Señor Jesús, en quien vive y de
quien recibe toda gloria y poder, amén de toda Justicia y Sabiduría. Es Dios en
Cristo quien escribe, quien habla, quien se mueve, quien vive. Por esto se dice
“San Pablo”, “San Pedro”, “San Juan”, “San Mateo”, “San Felipe” … Pues el
Cuerpo participa de la Naturaleza de su Cabeza, y si la Cabeza es Santa ¡cómo
no lo será su Cuerpo!
Gloria para todo el que
ama a Dios en el Misterio de la Encarnación; pero abismo insalvable para todo
el que quiere penetrar en el Misterio de Dios hecho hombre contando con las
fuerzas de “la sola razón humana”, negando así la necesidad de Cristo, es
decir, de la Iglesia que Jesús fundó en la Tierra para la Adoración de Dios.
Nadie puede entender a
Dios si Dios no le abre la Puerta a su Ser. La Razón Humana es un instinto
animal, y lo animal no puede entender del Espíritu de Dios, como se ve en el
reino animal. Pretender entender la Palabra de Dios desde “la Razón Sola” es
declararse Animal y negar el Espíritu.
Esta Verdad es Eterna.
Pero muchos, siguiendo la senda de Satán eligieron labrarse un camino propio, y
prefirieron la Traición de quien quiere usar el Amor del Creador por su
Creación para obligar a Dios a doblar las rodillas ante sus siergos.
Locura infinita es esta: querer que el Creador haga la Voluntad de sus hijos en
lugar de ser éstos quienes deben hacer la Voluntad de Dios.
Los Apóstoles, una sola
cosa con el Espíritu Santo, en quien viven y en quien tienen su existencia,
participaron de la Sabiduría de Dios en grado perfecto y pleno. Cristo Jesús y
Sus hermanos en Dios son Un Solo Ser, Una Sola realidad, un Mismo Dios: “El
Espíritu Santo, Dios con Nosotros”. Esta es la Creación de Dios que al llegar
la Plenitud de los tiempos se consumó. El Espíritu Santo de Dios, que vive en
el Padre y en el Hijo, y en este Espíritu Padre e Hijo viven, ¡se hizo Hombre,
se Encarnó, y vive en la Creación para que la Creación no se sienta jamás
“abandonada”!
¡El Creador le ha dado
un Cuerpo al Amor de Dios por la Vida!
No podía ser de otro
modo. Dios rechazó la Idea de un Imperio gobernado por una Casa de reyes todos
más allá del bien y del mal para quienes la Ley es un capricho y la Guerra es
un juego de dioses. Dios no podía ni quiso permitir semejante transformación
maligna de su Creación en un Infierno regido por demonios.
Contra esta Visión
Maligna Dios engendró en su Creación una Casa, la Casa de Jesucristo, todos
unidos a Él en un mismo Espíritu, el Espíritu Santo de Dios, y todos los hijos
de Dios, tanto del Cielo como de la Tierra, recibiendo de Él la Gloria y la
Majestad de quien Gobierna el Universo.
Pero San
Pablo y San Pedro y Sus hermanos en el Espíritu Santo estaban en la Tierra.
Sabían cómo sería su Salida de este Mundo. Dios estaba en Ellos,
y participaron de Su Sabiduría sin ninguna restricción. No es el
Poder lo que los hizo, y los hace Grandes; lo que los hace Únicos delante de
Dios es el Amor por su Hijo. Amor que se mostró invencible y aun viendo su
Salida de este Mundo por la Puerta de la Resurrección: como
Columnas asentadas sobre Roca, se mantuvieron firmes.
Ellos eran Pastores de
hombres con una Misión, conducir los Rebaños del Señor al Matadero. “Hay
Muerte. Hay Resurrección”. No hay que tener Miedo. No hay que temblar. El
Pastor Divino ha bajado del Cielo para que todos en la Tierra se mantengan
firmes. Es Dios quien abre la Puerta. “Dios es la Puerta”. Si hombre hubiera
sido, ¡horror! Pero es el Hijo de Dios quien primero cruzó esa Puerta para
hacer desaparecer el Miedo, la Confusión, la Duda. Más aún, la Puerta de la
Resurrección es el propio Jesús.
La Misión de los
Edificadores de la Iglesia Apostólica Universal era, y sigue siendo, el trabajo
de quienes arrecie la tormenta, tiemble la tierra, y pegue el sol sin descanso
deben continuar trabajando sin prestarle atención a los elementos.
El Vencedor sufre el
peso de los elementos pero no se esconde de ellos ni renuncia a su trabajo.
Estrecho y largo es el camino que lleva a la vida, pero es Dios el que guía,
así que adelante, si te caes, te levantas; si te duele, te calmas; si
sangras, reposa. La Victoria es tuya, Dios es el Señor del Tiempo.
Dios es Fiel a su Palabra. Su Palabra es Dios.
Habla San pablo.
1
“Pablo, apóstol de
Jesucristo por la voluntad de Dios, a los santos y fieles de Jesucristo
en Efeso: sean con vosotros la gracia y la paz de parte de Dios, nuestro
Padre, y del Señor Jesucristo”.
Nadie por tanto viene de
Dios si no es por Jesucristo, pues Dios a todos llama para que se sometan a su
Hijo, y quien no se somete a su Hijo sino que quiere llegar a Dios dejando de
lado a Jesucristo, ese comete un terrible delito. La Creación entera tiene su
Origen en el Amor del Padre por el Hijo, y quien quiere quitar este Amor y
ponerse en comunicación directa con el Padre, como si el Hijo fuese un
accesorio de lujo, un capricho de Dios, ésa iglesia comete un tremendo pecado.
Pues Dios a nadie mira
sino es en el Corazón de su Hijo. De manera que nadie existe fuera de su Hijo,
y nadie recibe nada si no es por su Hijo, para que en todo su Hijo sea adorado
como es adorado Dios.
Y quien no adora a
Jesucristo como es adorado YAVÉ DIOS, su Padre, se declara enemigo de Dios.
En cambio, en el Amor y
por el Amor a su Hijo: Dios se declara Padre de todos los que le aman. Y fuera
de este Amor nadie recibe la Felicidad de ser llamado hijo de Dios.
Aquí le habla a los
Siglos uno que en medio de sus Hermanos tuvo y tiene la Gloria de ser hijos de
Dios, semejante en todo a Cristo Jesús, el Espíritu Santo hecho Hombre, con
quien es una sola Realidad, un solo Ser, para Alegría de toda la Creación: San
Pablo, como sus hermanos en Jesucristo, del Cielo y de la Tierra, Vencedor del
Pecado, Incorruptible y Todopoderoso ante la Muerte, por Voluntad de Dios y por
Amor a su Hijo.
Esta es la Nueva
Creación Viva de Dios: una Casa Indestructible basada en la Santidad de sus
Miembros, en la cual todos los Pueblos de la Creación encontramos y tenemos la
Garantía de la Paz y la Salud de quien tiene a Dios por Rey.
Los siglos han pasado.
Pero la Obra permanece. Así pues:
2
“Bendito sea el Dios y
Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en Cristo nos bendijo con toda bendición
espiritual en los cielos”.
Se ve que San Pablo no
se refiere al Poder según el Mundo, sino según el Espíritu.
El Poder según el Mundo
ya lo conocemos; tiene sus raíces en la Ciencia del bien y del mal, en el deseo
de Satán de contando con la bendición de Dios estar más allá de la Ley, para
hacer su soberana voluntad y como hijo de Dios gobernar su Imperio acorde a los
deseos y caprichos de quienes se alzan, contra la voluntad de Dios, como
dioses.
Dios no bendice a Su
Siervo con Poder según el Mundo, y Poder sin límites para pisando la Ley de
Dios imponer una ley propia. Para nada. Dios bendice con las bendiciones de su
Espíritu para gobernar su Reino acorde a la Ley del Amor por la Vida. Mientras
que el Poder según el Mundo alza dioses inmundos que tienen en sus manos la
muerte de todos los seres, el Poder que viene del Espíritu administra el Reino
acorde a la verdad Eterna, Madre de la Justicia y de la Paz, sin las cuales no
puede haber Libertad.
La Santidad tiene en el
Amor de Dios por la Vida y en el Amor de la Creación por su Creador su Fuerza,
su Principio, su Sentido, su Existencia. Es sobre este Amor hecho Carne que
Dios llueve sus Bendiciones para que sus hijos administren su Reino y sean la
Luz que ilumina su Paraíso durante los Días de la Eternidad.
Y será sobre esta
Santidad que recibe Cristo el Poder de Jesús, que está en su Palabra, según
leemos en el Evangelio, donde vemos que le basta abrir la boca para que su
Voluntad se haga.
Lo cual lo vemos al
Principio cuando Dios dijo “Haya Luz, y la Luz se hizo”. Razón por la cual el
Espíritu Santo en Juan escribe “Al principio era el Verbo, y el
Verbo estaba en Dios, y el Verbo era Dios”. Pues si al principio el Hombre fue
llamado a la Imagen y semejanza de los hijos de Dios, según leemos, “Hagamos al
Hombre a nuestra Imagen y a nuestra Semejanza”, cerrando Dios aquella Creación
hace otra Nueva, de manera que el Hombre Nuevo es llamado a la Imagen y
Semejanza del Espíritu Santo, que hecho Hombre revela su Gloria en Cristo y de
ella hace partícipes a sus Hermanos, viniendo a ser ellos mismos Cuerpo del
Verbo Hecho Carne, “Dios con Nosotros”. Que permanecerá por siempre entre
Nosotros, sin cuya Presencia Visible la Creación se hunde en la Confusión,
según leemos en el Origen cuando Dios dice: “La Tierra estaba Confusa y Vacía…”
Razón por la que el Espíritu en Pablo escribe:
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“por cuanto que en Él
nos eligió antes de la constitución del mundo para que fuésemos santos e
inmaculados ante El en Amor”.
En efecto, no los eligió
Dios fuera de su Hijo. No creó Dios un Nuevo Hombre eligiendo el Modelo en otro
hijo de su Casa, sino que levantó como Modelo a cuya Imagen y Semejanza levantó
este Nuevo Hombre, a su propio Hijo, el Hijo de sus entrañas Increadas,
Todopoderoso como Él mismo, y como su propio Padre movido por Amor Infinito a
su Creación. Este Amor se hace Carne y lo viste Dios con la Gloria de su
Unigénito, con el Poder de Cristo, al sonido de cuya Palabra los elementos
doblan sus rodillas. ¡Cómo vivir este Poder fuera del Espíritu de Cristo! ¡Cómo
alcanzarlo si no es por la Voluntad de Dios!
Por esto este hijo de
Dios dice:
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“Y nos predestinó a
la adopción de hijos suyos por Jesucristo, conforme al beneplácito de su
voluntad”
Predestinación que el
Abogado del Diablo envenenó para confundir el término “desde la constitución
del mundo … después de la Caída”, a la que se refiere el Siervo de
Dios, con “la constitución del mundo … antes de la Caída” que el Siervo
Reformador del Diablo puso en su Manifiesto Anticristiano sobre las
Instituciones de la Iglesia. Rechazando la Palabra de Dios, que manifestó en
los Profetas su Voluntad de hacer una Creación Nueva, el Abogado del Diablo y
su jauría de asesinos Calvinistas, Hugonotes y Puritanos
y Prebiterianos negaron la profecía acusando a Dios de haber tenido
en mente la Caída desde el principio de la Creación del Universo. El Juicio de
Dios sobre vuestra Doctrina es el Fuego. Si sobrevivís, viviréis, si no, seréis
consumidos por el Fuego.
Dios no es un objetivo,
Dios no es una meta en la distancia. Dios engendra en su Creación hijos que
participan en todo del Espíritu de su Primogénito Divino. De manera que la
Veracidad del Unigénito se extiende a sus Hermanos en Cristo en razón de la
Primogenitura de Jesús, y son éstos Hermanos del Hijo de Dios quienes siendo la
Creación Nueva de Dios son predestinados a participar del Ser de quien se dice
“Él es Dios con Nosotros”.
Y nadie adquiere esta
Gloria o es hecho partícipe de este Poder sino quien fue engendrado por Dios
para ser Coherederos de su Hijo, cuya Historia conocemos y cuyo Amor por Dios
fue probado hasta el Martirio. Amor que es el Origen de su Gloria y el
principio de su Fuerza, gracias al cual su Palabra es Dios para Alegría y
Felicidad de la creación entera, y
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“…para alabanza del
esplendor de su gracia, que nos otorgó gratuitamente en el Amado …”
… Contra quienes en el
Futuro negarían que el Espíritu Santo proceda del Hijo. Mentes perversas y
espíritus enfermos a quienes debemos preguntarles: ¿Sin el Hijo de Dios
alcanzasteis la Salvación que procede de la Redención? Y una vez alcanzada por
Su Sangre la Salvación ¿despreciáis a aquel cuya sangre os ha dado la vida? ¿El
Hijo de Dios es Nada? Una vez Crucificado ¿Dios lo arrojó de su Corazón?
¿Creéis que sois alguien o que vuestra existencia es fundamental para el
desarrollo de la Vida en el Universo y de la expansión de la Creación? ¿Quién
os ha dicho que podéis presentaros delante de Dios Padre mirando a Dios Hijo
como si fuese un cero a la izquierda? Tan santo y sabios que sois no habéis
leído lo que está escrito, el Decreto de Dios por el que le entregó a su Hijo
su Reino entera y puso a sus pies la vida y la muerte de todos su
Imperio? El Orgullo fue tu pecado, Bizancio, y por el Pecado te vino vio
la Muerte.
La Verdad que la
Eternidad ha recogido en sus Brazos es esta: Nada hace Dios sin pensar en su
Hijo. Nadie recibe de Dios Sabiduría e Inteligencia si no es por Amor a su
Hijo. De manera que Dios lo ordena todo para que su Hijo sea la Fuente de todos
los dones que su creación recibe.
Nadie se
acerca a Dios si no es por su hijo. Escrito está: “Yo soy la
Puerta”. Quien niega esta Puerta procede como Satán, que quiso desplazar al
Hijo y sentarse en su Trono sin querer entender que todo lo que existe tiene en
el Hijo su Origen, y nadie se acerca a Dios sin haber recibido de su Hijo la
Bendición.
El Hijo de Dios es el
Principio del Hombre. Pretender que se puede recibir de Dios su Espíritu sin
que este Espíritu sea el del Hijo, tal que lo que se recibe procede de Dios
pero no de su Hijo, es una Negación Maligna cuyo fruto es la Destrucción, como
se viera en la Iglesia Ortodoxa Bizantina, a la que Dios ha dejado un resto
entre las naciones para su conversión.
El Orgullo es el Pecado
que condujo a la Iglesia Ortodoxa Bizantina a creer que podía desplazar al Hijo
de Dios y presentarse delante de Dios pasando por alto a su Rey y Señor,
Jesucristo. El Orgullo la condujo al Pecado haciéndole olvidar al Patriarca
Ortodoxo que Jesucristo es el Sumo Pontífice Universal del Templo de Dios, y
que sólo y exclusivamente Él, como el Nuevo Aarón, puede correr el Velo y
presentarse delante del Todopoderoso Creador de todo lo Visible y lo Invisible.
El Orgullo de la Iglesia Ortodoxa arrastró a Bizancio a su Destrucción.
Todo lo que vive y
respira, existe y se mueve, se mueve y existe, respira y vive por el Hijo de
Dios...
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“… en quien tenemos la
redención por su sangre, la remisión de los pecados, según las riquezas de su
gracia”
Y diciendo “la redención
por su sangre” se dice absolutamente todo. Y quien no lo entiende es
porque no está redimido, ni la ha conocido, ni gustado ni vivido.
Por el Pecado el hombre
devino un animal más cuya fuerza está en su Razón, en su cerebro: el
pensamiento hombre fuera de Dios es puro instinto animal dirigido a su
supervivencia, y supervivencia en las mejores condiciones animales
comprensibles de acuerdo al tiempo al espacio que ocupa en la Tierra.
Sin embargo, por la
Redención fuimos creados de nuevo para regirnos por el Espíritu, y así todo lo
que somos lo somos por quien nos ha Redimido.
Todo el mundo es nada;
Jesucristo lo es todo. Sin Él no existiría en el homo sapiens el Hombre. Y sin
el Cristiano no existiría la Civilización. Así que lo que somos, lo
somos porque por Amor a la Creación de su Padre su Hijo nos salvó de la Ruina,
y del polvo en que estábamos destinados a caer nos levantó para darnos un
Futuro establecido sobre la Vida Eterna. Por tanto, hoy, mañana y siempre nos
movemos en la Eternidad delante del Hijo de Dios, nuestro Único
Rey y Juez Universal.
Así que todo se lo debe
nuestro Mundo al Cristianismo, sin el cual no existiría Civilización, y si
el Cristiano dejara de existir la Vida en la Tierra volvería al
polvo. Horizonte de ruina establecido en el Pecado contra el que el Hijo de
Dios, estando entre Nosotros, abrió el Camino hacia la Vida de la que
actualmente disfrutamos. Un Camino imposible de abrir para el Hombre
establecido sobre “su sola Razón”, a su vez movida por el Orgullo de no
necesitar al Hijo de Dios para presentarse delante de Dios y recibir de Dios
los dones de los que el Espíritu Santo en Pablo dice:
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“Quien
superabundantemente derramó sobre nosotros toda sabiduría y prudencia”.
En efecto, El Poder no
les fue dado a este hijo de Dios y a sus Hermanos en Jesucristo para hacer su
Voluntad y establecer su Pensamiento como fuente de sus movimientos en la
Historia. Para nada. Dios estaba obrando. Una Nueva Creación había sido abierta
y estaba en proceso. Si el Pensamiento humano hubiese sido
suficiente para romper por ese horizonte y conducir la Historia de la
Civilización lejos de su Destrucción, Jesús se hubiese bastado solo, no hubiese
tenido necesidad de nadie para hacer que el Mundo se reordenara acorde a su
Pensamiento.
Pero el Hijo de Dios no
vino a hacer su Voluntad Personal, vino a hacer la de su Padre. Y fue en
Adoración de la Voluntad de Salvación Universal que Dios ordenó para su
Creación por la que, aunque siendo Él el Hijo de Dios, y con su Palabra puede
hacerlo todo, Jesucristo dobló sus rodillas ante la Sabiduría de Dios.
Sabiduría que no conocieron los Discípulos sino por el Espíritu Santo que vino
sobre Ellos tras la Resurrección….
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“Dándoles a conocer el
misterio de su voluntad, conforme a su beneplácito, que se propuso en
Jesucristo”
Volvemos a lo mismo.
Dios lo hace todo en su Hijo, con su Hijo, por y para su Hijo. “El Padre le
muestra al Hijo todo lo que hace”. El Amor por su Hijo es la Razón que mueve el
Corazón de Dios, la Causa Metafísica en la que su Fuerza Creadora se hace
Semilla y engendra Nuevos Mundos.
Todos somos Creación del
Hijo de Dios, por potencia física y acto metafísico. Él fue quien le dijo a las
estrellas que separasen la Luz de las Tinieblas, Jesucristo fue quien que
estableció en los Cielos el Firmamento que separa las aguas que
están encima del firmamento de las aguas de los océanos que están debajo del
firmamento. Él fue quien bendijo toda vida con la Potencia de la Reproducción
Procreativa, y quien bendijo a toda vida con alimento abundante para que
ninguna especie que vive en la Tierra conociera la sed y el hambre. Él le
comunicó al Primer Hombre la Salud que conduce al Deseo de la Inmortalidad.
Creer, pensar, que el
Hombre puede acercarse a Dios Padre como si Dios Hijo no existiera, la sola
idea es un pecado de orgullo, un delito contra la Vida, propia y ajena.
El Hijo no es un
espectador pasivo en el Acto Creador, es Creador activo en la Creación de su
Padre. Es Él quien dice “Haya Luz”; es Él quien llama a sus hermanos del Cielo
a participar en la formación de la Vida en la Tierra a la Imagen y Semejanza de
los hijos de Dios.
Dios lo hace todo con
Él, por Él y para Él. Y es en Él que, queriendo Redimir al Hombre, Dios nos lo
envió:
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“… para realizar el
Misterio de su Voluntad al cumplirse los tiempos, recapitulando todas las cosas
en Cristo, las de Cielo y las de la Tierra”
Y así fue. Se
recapituló:
La Traición de Satán a
Dios en la Traición de Judas.
La Tentación de Satán a
Adán en la Tentación del Diablo a Jesús.
La Elección de Adán en
la Elección de Cristo.
La Llamada a la
Participación en la Formación del Género Humano en la Llamada de los
Discípulos.
La naturaleza del Reino
de Dios en el Edén en la del Reino de los cielos, no basado en el Fuego y el
Hierro sino en el Amor y la Sabiduría.
Adán, cabeza de su
mundo; Cristo la Cabeza de nuestro mundo. De manera que cayendo la cabeza todo
el cuerpo quedó condenado a la Caída.
En la Encarnación -
Misterio cuya Impenetrabilidad por la Gracia del Dogma nos viene la Salvación -
el Nacimiento del Hijo de Dios en el Espíritu Santo del Señor del Infinito y de
la Eternidad, Misterio en el que gracias al Dogma de la Encarnación todos nos
mantenemos en la Verdad delante de nuestro Creador.
En la Virgen María, la
Belleza y la Inocencia de la Sabiduría Creadora, Esposa de Dios, y la
Naturaleza del Amor sin límites de la Sabiduría por el Padre y el Hijo.
En San José, la Devoción
y Fidelidad del Hombre a Dios, Padre e Hijo, su Obediencia y su Amor por la
Salvación de todas las familias humanas.
II
El Autor Divino, San
Pablo, habla consciente de su encuentro con la Muerte. Habla para lectores
igualmente conscientes de su encuentro con el Señor al que sirven y
en quien tienen la Resurrección al otro lado de la Cruz. Pues el Hombre fue
creado para la Vida Eterna. Como muy bien dice el Espíritu Santo, la Muerte
entró por el pecado de una generación que acogió la Guerra como medio para
alcanzar el fin de la integración de todas las familias de la Tierra
en el Reino de Adán. Una vez instalada en la conciencia del ser humano la
Muerte devino un medio de acción para alcanzar el Poder. El caso que nos
presenta Dios, el fratricidio Caín-Abel es el ejemplo universal clásico que
determina el comportamiento homicida de quien quiere alcanzar el
Poder sobre todas las cosas.
En el caso de los dos
hijos de Adán la psicología del crimen de Caín tiene su fuente en el instinto.
Acorde a la Palabra,
Dios debía elegir entre los dos hijos de Adán a su heredero, ese hijo de Eva
que recuperaría la corona que a su padre le quitaron. Caín quería ser ese hijo
de Eva que le aplastaría la cabeza al enemigo de su padre.
Pero la elección era de
Dios, no del hombre. Pero si Caín mataba a su hermano Abel la elección de Dios
quedaría anulada por la Necesidad de Caín y Dios debería doblar sus rodillas
ante el asesino de Abel: era Caín o era nadie.
Evidentemente meterse
por ese camino no sería un viaje por un valle de flores. Querer poner a Dios entre
la espada o la pared no es un juego. Caín tenía razones para andar “cabizbajo”.
El hecho era que Dios,
siempre según el razonamiento de Caín, se había encadenado a su Promesa de
Venganza y una vez muerto Abel la corona de Adán sería suya. Este era el
pensamiento de Caín antes de tomar la decisión de matar a su hermano Abel.
Justificando a Caín por
su ignorancia, ciertamente el Misterio de la Salvación empezó desde el momento
en que Dios dictó sentencia contra todos los implicados en la Caída.
Dado que se dictó
Redención se reconoció la Ignorancia del Transgresor y la Inocencia de Dios en
la Traición. Ergo, de haber Dios lanzado toda su Ira contra el Traidor su
Justicia hubiese quedado Inmaculada. El Traidor era una bestia que había estado
acorneando la Paz de la Creación y atacando los Fundamentos del Trono del Hijo
de Dios desde antes de la Creación del Género Humano. De haber procedido Dios a
su Destierro Eterno en aquel mismo momento, y teniendo el Poder Soberano de
restaurar el Alma y Perdonar el Pecado de Adán, el Mundo no hubiese cruzado la
Puerta de la Tragedia que llamamos “Historia Universal de las Guerras del
Género Humano”.
Arrastrado al Infierno
por un Satán cuya Maldad rebasó todo límite delante de Dios, la misma Justicia
que trajo la Redención hubiese sido suficiente y hubiese legitimado la decisión
de Dios de haber procedido a la Absolución de su hijo pequeño Adán.
¿Dónde está el padre que
viendo a su hijo pequeño en su ignorancia arrastrado al delito por la maldad de
un hermano más grande castiga a ambos a la misma pena? Si los hombres siendo
malos padres no nos dejamos arrastrar por semejante crueldad, ¡cómo creer que
Dios, Padre amantísimo del Hombre, por amor al cual no dudó en darnos por
Campeón a su Hijo Jesús, podría en su Cólera meter en el mismo saco al Traidor
y al Transgresor!
El Misterio de la
Salvación de su Creación estaba sobre el tablero. No era exclusivamente el
Hombre quien había sido atacado, era la Creación entera la que se veía asediada
por la Muerte.
Con el Corazón sangrando
Dios Padre tuvo que firmar sentencia contra su hijo pequeño Adán, acogiendo en
su Sentencia la Promesa de Redención. Que, como dije antes, Caín interpretó
según la Carne, razón por la que Dios, habiendo retirado del hombre su
Espíritu, tuvo misericordia del fratricida.
El hombre resuelve todas
las cosas haciéndose él la medida de todo. Pero Dios tiene delante de sus ojos
el Futuro de la Creación entera. Y es este Futuro el que Dios tenía delante de
sus ojos cuando dicta sentencia contra Transgresor y Traidor.
Para este último Dios
dictó Destierro Eterno de su Creación; para el primero escribió pena de
destierro de su Presencia hasta que se cumpliese su Tiempo de Condena. Hasta la
Venida del Redentor, y Vengador de la Sangre de su Hermano pequeño Adán,
habrían de pasar milenios.
Desde aquel Día de
Lamento por el Asesinato de un hijo de Dios, la Predestinación del Mesías y sus
Hermanos quedó escrita.
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“Y es en Él, Jesucristo,
en quien hemos sido declarado herederos, predestinados, según el propósito de
aquel que hace todas las cosas conforme al consejo de su voluntad”
Y siendo todopoderosos a
la Imagen y semejanza de Cristo Jesús, la Muerte quedó desterrada de sus
corazones, en todo siguiendo el Ejemplo de su Maestro y Señor.
Porque sabemos que desde
la Caída del Primer Hombre el Poder viene con el fratricidio, el crimen, el
asesinato, el delito. Realidad que se extendió por todas las naciones, haciendo
del Poder un trono sangriento, una meta abominable en razón del camino que
conduce a su ejercicio. Denuncia abierta ante todos los pueblos de la Creación
por el mismo Cristo, cuando y teniendo en su Palabra el Poder de Dios jamás
puso delante de sus ojos la Muerte del prójimo como camino a la
Salvación del mundo.
El Poder no les es dado
a los hijos de Dios para ser servidos, sino para servir. Dios es el Señor y
todo Poder sirve delante de su Trono para la felicidad y la alegría de todos
los pueblos de su Reino. La Ley que gobierna el Poder es el Espíritu del Amor a
la Vida. ¡Cómo puede pues tener parte en este Espíritu la muerte del prójimo!
Y en esta Fidelidad al
Modelo Divino descubrimos el Misterio de la Revolucionaria Expansión del
Cristianismo, en tan sólo 30 años llegando a comprender en su esfera todas las
provincias del Imperio Romano.
Cuando la Bestia
Anticristiana escupió su fuego observamos que el Cristianismo ya estaba vivo en
todas las provincias del Imperio de Nerón. La causa era Divina. Dios estuvo con
nosotros y al irse nos dejó Doce como Él.
Pero a diferencia del
Hijo de Dios los Apóstoles, sus Hermanos, realizaron sus Milagros en privado,
extendiendo el Nombre de Jesús entre las familias, vehículo infalible e
indetectable por el que la Fe penetró hasta en el palacio del César.
Como vemos la Misión
para la que fueron predestinados tuvo en Dios Hijo Unigénito su norte, su
estrella, su meta…
11
“A fin de que cuantos
esperamos en Cristo seamos para alabanza de su gloria”.
Y en este orden, excepto
en sus Cartas, nada dijeron Ellos de sí mismos. Todo se centró en descubrir por
las Obras del Espíritu Santo en Ellos la Divinidad de quien estuvo en la Tierra
para redimirnos a todos, levantarnos la cabeza y abrirnos los ojos a la Vida
Eterna.
De haber procedido
acorde a la gloria de sus nombres, de haber puesto Ellos el Poder que les fue
dado para Servir a Dios al servicio propio ciertamente hubiesen quedado
registrados el infinito número de Milagros que procedieron a realizar en
privado en el Nombre de Jesús, y determinaron que a la altura de la Orden de la
Bestia Neroniana los Cristianos se hallasen ya instalados en todas las
provincias del Imperio.
Idos de este Mundo,
donde hubo “Obras” se instaló la Conversión por las Obras de la Fe, Semilla que
plantada en los corazones procedió a la Unión de Gentiles y Bárbaros en un
mismo Reino, llamado a hacer de este Mundo el Pueblo del Reino de
Dios.
Sabemos que Dios sentó a
su Hijo en el Trono de su Gloria para que toda su creación doble sus rodillas
ante su Corona y lo adoremos como es adorado su Padre. De manera que habiéndolo
anunciado antes, diciendo: “Le has hecho Dios, le has dado el imperio de tus
Manos, le has hecho Señor de tu Creación, has puesto la vida de toda criatura a
sus pies”, inmediatamente nos presenta al Rey de la Vida, en quien la Muerte no
tiene parte.
Alegría en el Cielo,
Felicidad en la Tierra, el trono del Redentor que Caín quiso comprar
al precio de la muerte de su hermano Abel, le fue dado a quien pagó por Él con
su propia sangre.
Precio que pagaron sus
hermanos en Abraham, y conscientes de su Predestinación a la Cruz no dudaron
en poner a los pies de su Señor sus vidas en pro de la Salvación de
la Plenitud de las naciones del Género Humano.
¡Obra maravillosa de
Dios, Padre e Hijo!
Hijos de Dios,
engendrados a la Imagen y Semejanza del Redentor, por quien fueron formados, no
con muchas palabras humanas sino con el Discurso que procede de las Obras de la
Fe, siguiendo el Ejemplo de su Maestro y Salvador, pusieron a sus pies el Poder
heredado para que redunde en su Gloria por los siglos de los siglos.
Y por el Camino sembraron la Semilla Divina que rompiendo los horizontes ha
conducido a Europa al Cristianismo, Semilla Divina que la Europa Cristiana
extendería por las cuatro esquinas de la Tierra hasta la Conversión del Árbol
de las Naciones al Rey de los Cielos.
Por esto, contemplando
el Futuro, continúa escribiéndole el Espíritu Santo a quienes por las Obras de
la Fe convertirían a las naciones:
12
“En Jesucristo también
vosotros, que escucháis la palabra de la verdad, el Evangelio de vuestra
salvación, en el que habéis creído, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de
la promesa…”
En cuyo Sello lo tenemos
todo en Él: Inteligencia, Sabiduría, Entendimiento, Fortaleza, Consejo y Temor
de Dios, y sabiendo que en el Amor se hace perfecto el Temor, por la Promesa
compartimos la Esperanza de Victoria…
13
“prenda de nuestra
heredad con vistas al rescate de su patrimonio, para alabanza de su gloria. Por
lo cual yo también, habiendo oído hablar de vuestra fe en el Señor Jesús y de
vuestro amor para con los santos”.
¿Cómo no amar a quienes
son el Río de la Paz que emergiendo de la Fuente Divina riega todas las almas
de la Creación, alimentando el Árbol la Vida de los Mundos para el crecimiento
de todas sus Ramas en Salud? ¿Acaso la Casa del Rey no participa de su Espíritu
en Plenitud y Amor por la Vida de todos los Ciudadanos del Paraíso de Dios?
¿Dónde la Envidia, el Orgullo, la Ambición, la Egolatría? No hay en Ellos
Mancha de corrupción. Son el Escudo Invencible contra la Guerra que el Creador
le ha dado a su Reino.
III
14
“No ceso de dar gracias
por vosotros y de hacer de vosotros memoria en mis oraciones”
Los más Fuertes tratados
como los más débiles; la Creación más amada de Dios arrojada a los leones,
sirviendo de teas en la Noche de los Césares.
Quiso Dios que aquellos
que habían de Heredar con su Hijo la Gloria de la Corona viviesen el Mal hasta
penetrarles el dolor en lo más profundo del Ser. Hizo Dios una Obra
Maravillosa, un Templo Vivo, una Fortaleza Viviente, una Casa formada no por
piedras y rocas sino por el Amor de Dios a la Vida, una Casa en la que la
Memoria de la Ciencia del Bien y del Mal y el AMOR AL REY, probado contra la
Muerte, permanecerá por la Eternidad.
15
“Para que el Dios de
nuestro Señor Jesucristo y Padre de la gloria os conceda espíritu de sabiduría
y de revelación en el conocimiento de Él”
Palabras que nosotros
ponemos en nuestros labios, bendiciendo a Dios por haber vestido su Creación
contra los Fuegos de la Guerra, y defendido a su Pueblo dándole a la Verdad un
Cuerpo, Templo del Espíritu de Cristo, investido del Poder del
Verbo. Y nos conceda” … No poder ni riquezas. “Nos conceda”
… Sabiduría y Conocimiento de Dios.
Llamados a la Vida
Eterna ¿qué tesoro más preciado puede tener toda Criatura inteligente que el
Conocimiento Verdadero del Hijo de Dios: Rey y Señor de toda la Creación de su
Padre?
A nosotros ¿qué? todo el
oro del mundo. Todas las coronas y todos los poderes fundados en la ciencia del
bien y del mal son polvo que el viento de la eternidad arrastra al abismo del
olvido. Sólo la Vida permanece.
¿Qué otra doctrina le
reveló el Espíritu Santo hecho Hombre a aquellos cientos de miles de hombres,
mujeres, ancianos y niños que pusieron sus vidas en las manos del Rey de los
Cielos?
¿Qué doctrina fue la de
la Iglesia Católica desde el Principio?
¿Acercarse a Dios Padre
pasando por alto a Dios Hijo?
¿El Espíritu Santo no
procede del Hijo?
¿Entonces quién es la
Cabeza de Cristo, Encarnación del Espíritu Santo que vive en el Padre y
el Hijo : El Emperador de Bizancio?, ¿el rey de Inglaterra?
¿Acaso no está escrito?
: “El que ve al Hijo ve al Padre”. Y ambos viven en Cristo. Por esto concluye
el Espíritu Santo: “La Cabeza de Cristo es el Hijo y la cabeza del Hijo es el
Padre”. De aquí que el Espíritu Santo proclamara el Dogma de la trinidad: Tres
Personas y un sólo Dios verdadero.
16
“Iluminando los ojos de
vuestro corazón, para que entendáis cuál es la esperanza a que os ha llamado,
cuáles las riquezas y la gloria de la herencia otorgada a los santos”
¿Hay riqueza y gloria
mayor que pertenecer a la Casa de Dios como Hermanos de su Hijo, en quienes ha
depositado Dios la Paz y la Salud de todo su Reino?
No uno ni dos sino un
pueblo entero pasado por el fuego para renacer de sus cenizas como Ave Fénix
Eterna, copartícipes de la Gloria de Dios Hijo Unigénito, en todo Igual al
Modelo a cuya Imagen y Semejanza fueron engendrados, Jesucristo: Incorruptible,
Omnisciente, ante cuya Mirada todo corazón y toda alma queda desnuda. El Bien
personificado, la Sabiduría en la carne de la Creación, “Dios con Nosotros”, el
Muro Indestructible contra cuya Roca se estrella la Soledad, la Confusión.
Obra Maravillosa de
Dios, Padre e Hijo, con la que han Vestido su Creación de Inmortalidad Alegre,
de Libertad Gozosa, de Alegría Incontenible, de Felicidad sin límites
estallando en aclamaciones que no cesan. El Mundo que Dios se
ha creado para ser su Casa abierto a todos los Pueblos de su Reino,
sin fronteras, todos sin miedo a la Eternidad, Gobernados por el Espíritu
Santo: Encarnación Viva del Amor del Creador por su Creación.
Benditos todos aquellos
que vivieron el Camino de su Héroe, Rey y Señor Jesucristo, dando Testimonio de
Sangre, cumpliéndose en Ellos el Designio Divino:
“Vosotros sois mis
Testigos”. Y Testigos de sangre desde el Fuego del Martirio declarando haber
visto y oído al Hijo de Dios, al Sonido de cuya Voz los Cielos y la Tierra
alegres acogieron su Palabra como Orden, cuya Voz recogió la Tierra en sus
brazos cuando la Confusión ya le apretaba el corazón y se veía a las tinieblas
condenada.
“Dios Verdadero de Dios Verdadero”.
“Dios con Ellos”. Lo tocaron, comieron y caminaron con Él.
¿Dónde la gloria, dónde
el poder, dónde las riquezas? ¿Con qué se podrá comprar esta Gloria: ser
coherederos de Jesús, el Primogénito de Dios? ¿A qué Poder se podrá comparar
ser hijos de Dios a la Imagen y Semejanza de Jesucristo?
¡Cómo pues hay entre los
que se llaman cristianos quienes desprecian a los Santos y tienen por Idolatría
el Amor y la Veneración a quienes con su Sangre y en medio del Fuego gritaron a
Voz Limpia y con Palabra Fuerte: Jesucristo es el Hijo Todopoderoso y
Omnisciente de Dios Padre, YAVÉ, Señor del Infinito y de la Eternidad, Creador
del Cosmos y de toda Vida que surge en el Universo!
17
“Y cuál la excelsa
grandeza de su poder para con nosotros los creyentes, según la fuerza de su
poderosa virtud”
Dejad que vuestras almas
se abran y vuestros corazones estallen en Gratitud Infinita a quienes
despreciando sus vidas las entregaron para que deviniendo todos
Ciudadanos del Reino de Dios tengamos una Morada que ya nada ni nadie nos
quitará.
¿Quiénes fueron esos
necios, ignorantes y malvados que bajo la máscara de un puritanismo perverso
condenaron el Amor por los Santos en los que Dios ha depositado la Paz y la
Salud de todo su Reino? ¿Acaso no está escrito “Dios quiere que la Adoración
debida al Padre sea la Adoración debida al Hijo? Y “el que no adora al Hijo no
adora al Padre”.
Necios, si el Hijo es la
Cabeza de Cristo, ¿no participará su Cuerpo de la Adoración que se le debe a su
Cabeza?
De nuevo, “Cristo
es la Cabeza de la Iglesia, y la Cabeza de Cristo es Dios”.
Por esto, porque os
disteis una cabeza humana y despreciasteis a Cristo como Cabeza de vuestras
iglesias, la idolatría es la vuestra, de manera que negándole a los Santos la
Adoración debida al espíritu de Dios, se la disteis a los criminales y
homicidas, asesinos de santos, que os disteis por cabezas de vuestras iglesias.
Temblad de espanto
porque el Día que el Juez os llame ante Ése a quien despreciasteis como Cabeza
de vuestras iglesias, una por una tendréis que dar cuentas de vuestra
Rebelión.
Mirad pues donde pisáis,
porque la Rebelión deviene Traición cuando la Voluntad de Dios se manifiesta y
llama a Unificación, ofreciendo Misericordia a los Rebeldes para la
salud de sus almas en la Obediencia debida a la Adoración Dios.
¿A qué Poder podréis
comparar el Poder de los Santos?
18
“Que Dios ejerció en
Cristo, resucitándole de entre los muertos y sentándole a su diestra en los
cielos”
Siendo Ellos Uno con
Cristo, sentado Jesús, Cabeza de Cristo, a la Diestra de Dios Padre, ¿qué Trono
más grande podréis darle a Criatura alguna?
Murieron con Él para
resucitar con Él a su Gloria, la Gloria de los hijos de Dios, Adoptados pero en
todo compartiendo la Naturaleza de su Hermano Mayor, Jesucristo, el Primogénito
de toda la Casa de Dios, quien siendo el Unigénito de su Padre viste de su
Naturaleza a todos sus Hermanos, haciéndolos a todos Hijos de su Padre, dueños
de su Corazón con Él, por Él y en Él. ¿Cómo pues decís algunos de vosotros: El
Espíritu Santo no procede del Hijo?
Nada, ni el Cielo ni la
Tierra, ni este Mundo ni los Mundos venideros pueden existir y existen sin el
Hijo; todo lo que recibe de Dios la Creación lo recibe por Amor a su Hijo, y
sometiéndolo todo a su Hijo, convirtiéndole en la cabeza de toda su Creación,
quien está fuera de esta Cabeza no está en Dios. Su Destino es la Destrucción.
¡Recuerda Atenas a
Bizancio!
¡Aprende de
Constantinopla, tú, Moscú!
Al igual que dejó Dios
un resto en Israel para que alcanzase misericordia, así le dejó un
resto a la Iglesia Ortodoxa Bizantina, para que ahora por vuestra Obediencia
llaméis a Misericordia a quienes, en su ignorancia de la Plenitud del
Conocimiento Perfecto del Hijo de Dios se alzaron contra su Esposa, la Iglesia
Católica Romana.
¿Despreciando a la
Esposa no desprecias a su Señor, Jesús?
19
“Quien está por encima
de todo principado, potestad, poder y dominación y de todo cuanto tiene nombre,
no sólo en este siglo, sino también en el venidero”.
Tú, Jesucristo, Dios
Hijo Unigénito; con tu Padre Creador de Cielos y Tierra, de quien por tu
Primogenitura toda la Casa de los hijos de Dios recibe Veracidad y Santidad
para La Paz y la Salud de todos los Pueblos de tu Reino.
Tú, Jesucristo, que
siendo Todopoderoso, te has hecho Siervo de tu Padre para la Alegría y Libertad
de todos los Pueblos del Universo, de los presentes y de los Futuros.
De Tí decimos
lo que el Espíritu Santo nos ha enseñado y hemos depositado en nuestras almas
para Salud nuestra y de nuestros hijos:
“A Ti, Señor, ha
sujetado Dios, tu Padre, todas las cosas, poniéndonos a todos, del Cielo como
de la Tierra, a tus pies; Tú y solo Tú, Jesucristo, eres
la cabeza de todas las cosas en la Iglesia, que es Tu Cuerpo, la plenitud del
que lo acaba todo en todos”.
¡Cómo entonces decís
algunas que tenéis por cabeza a este o a aquel otro rey, rebelándoos así contra
la Creación de Dios!
¿Y no es de la Cabeza
que todo el Cuerpo recibe su Naturaleza?
Así pues unos por
Orgullo, y otros por Perversidad, los unos como los otros habéis
cometido Delito contra Dios. Pues la Fe os fue dada para vencer la Ignorancia y
vestir el Silencio de Dios con el Manto Sagrado de la Fidelidad.
No os rebelasteis contra
la Iglesia Católica, Madre de todas las Iglesias, el trono del Árbol de la Fe;
os rebelasteis contra Dios, Padre e Hijo, acusando a Dios por su Silencio y a
su Hijo por el propio. ¿Acaso no leísteis lo que está escrito: “Si hablándoos
de las cosas terrenas no entendéis, cómo entenderíais si os hablase de las
cosas del Cielo”?
Habéis acusado a Dios de
haber sujetado la Boca de su Hijo.
Habéis acusado al Hijo
de Dios por haberse sometido a la Voluntad de su Padre al confirmar la elección
de Pedro aun cuando de entre todos los Discípulos fue el único que le negó
delante del mundo.
¡Quienes sois vosotras
para atreveros a levantar la Voz delante de Dios! De los santos es la Santidad,
¿qué es de los Rebeldes sino la Rebelión?
Llamadlo Ortodoxia,
llamadlo Reforma, llamadlo como queráis, si no obedecéis y
proclamáis a Jesucristo la Cabeza de todas las Iglesias y no Confesáis vuestro
pecado ante Su Esposa, y Madre de todos sus hijos, la Iglesia Católica, seréis
juzgados por Rebelión contra Dios y sus Santos en el Día del Juicio de todas
las cosas.
IV
Vivimos una Adoración de
Dios, y una Adoración de los Santos. La diferencia crucial entre ambas se basa
en el Amor. La primera le corresponde al Judaísmo. La segunda al cristianismo.
En el Judaísmo la
Adoración de Dios tiene en el Poder su fundamento. Dios es Poder. Se sigue su
Ley, o se es destruido. La desobediencia a su Palabra va seguida de la
destrucción del desobediente.
En el Judaísmo la medida
de la Ley no es la Justicia sino el Poder. Dios es Todopoderoso y no cabe
ninguna relación con Dios fuera del Poder. Todos de rodillas o todos muertos.
No cabe ninguna otra opción.
El Judaísmo era
Adoración del Ser en cuanto Poder.
En el Cristianismo la
Adoración surge del Amor a la Personalidad Divina.
“Y si Dios no fuera Amor
yo no adorara a Dios” es la Adoración de los Santos.
El Dios que en Moisés
dice “YO SOY EL QUE SOY”, en Jesucristo se abre el pecho, descubre su Corazón y
dice “Hace tanto tiempo que estoy con vosotros ¿y aún no me habéis visto?”
En el Cristianismo es la
Personalidad de Dios la que conquista la Adoración. “Dios es Amor”.
Y este Amor se viste del Ser de Dios para hacer de la Adoración de los Santos
la Alegría de toda la Creación.
Desde el Principio del
Cristianismo la Adoración de Dios es de Amor. “Aunque no hubiera
Cielo yo te amara” se convierte en el corazón del Cristiano.
Lógico era que quienes
tenían en la Adoración de Dios en tanto que Poder, se escandalizaran de quien
nos reveló la Adoración de Dios en tanto que Amor.
En Jesucristo la
Personalidad de ese Dios que dice “YO SOY EL QUE SOY” se abre el
Pecho, se descubre, y conquista el Corazón de su Creación. Es Su
Victoria. Es su Grandeza. Es Su Gloria. Es el Fundamento de su Corona Eterna.
De la Adoración del Ser en tanto que Poder la Creación ascendió a la Adoración
des Ser en tanto que Amor.
En Moisés Dios se
descubre como Poder Infinito. En Jesucristo Dios se revela como Amor Eterno. No
hay Oposición, hay Perfección.
Evidentemente quienes
habían edificado una Religión y Estado sobre el fundamento del Poder, y
regían la Nación con el látigo del Terror a la Ley, por lógica
natural y fuerza histórica la Adoración Jesucristiana de los Santos tenía que
resultarles una debilidad suicida. Porque en el Corazón que no cabe el Amor a
Dios, y vive del Terror a Dios en cuanto Ley, no podía caber el Amor en cuanto
Adoración a la Personalidad Divina, que se revela en su Hijo Jesucristo y
deviene la Adoración de los Santos.
Es desde esta Adoración
que manan las Cartas de San Pablo como ríos que bajan de la Montaña del
Evangelio para vivificar los desiertos y llanuras estériles de la Historia
Universal tras milenios de Guerra Fratricida Mundial. En efecto:
20
“Y vosotros estabais
muertos por vuestros delitos y pecados”
La Muerte sembró su
Semilla en las naciones, y la Civilización apenas entrada en su Adolescencia
Ontogénica se transformó en campo de guerra fratricida sin cuartel.
La Fraternidad Universal
en Dios Creador que echara sus raíces en la Mesopotamia de Adán se perdió como
árbol privado de agua bajo un sol inclemente. La divinización que reclamara la
Corona creó una oposición sin marcha atrás contra el primer reino mesopotámico
fundado sobre las primeras Ciudades Estado registradas en la Historia del
Género Humano. El Fruto de la Ciencia del Bien y del Mal, la Guerra, le fue
dado a comer a todos los pueblos, y haciendo de su Carne campo de cultivo de
todos los males cultivó el árbol del Odio.
El Amor Fraterno dejó
paso al Poder de los reyes y su pasión sin freno por ser adorados como dioses,
fue la herencia que recibieron las coronas de aquellos tiempos, y que andando
los milenios vimos por última vez su manifestación maligna en el trono de los
Césares.
A la altura del Siglo de
Cristo ya no había ninguna esperanza para el ser humano. Todo él era pecado y
delito. La personalidad Divina a la que fuera formado el Primer Hombre y
llamado el Género Humano en su Plenitud se disolvió durante los milenios
pasados hasta convertirse el hombre en una bestia salvaje, la más peligrosa, la
bestia hambrienta y sedienta de Poder absoluto.
Frente a este realidad
universal gobernando la mente de todas las naciones, el Evangelio del Hijo de
Dios: “DIOS ES AMOR”, ¿qué futuro podía tener? Judíos y Romanos se
rieron de esa Religión de esclavos para esclavos. “¿Dios es Amor?, se decían. Y
entonces lo que vivimos ¿qué es, un circo? Pues al Circo con ellos”.
Así nació el
Cristianismo. Porque ¿qué tipo de relación puede tener una Criatura de Barro
animada de vida inteligente por Obra y Gracia del Creador del Cosmos si no es
en el Amor de un padre por su hijo? Fuera de esta Relación sólo existe una Ley
posible :
De rodillas o tu cuello pierde la cabeza.
Fue la Ley bajo la que
vivió el Judaísmo y más tarde rescató el Islam de la tumba en la que Jesucristo
enterró el Templo de Jerusalén. Tiempos idos…
21
“En los cuales en otro
tiempo habéis vivido, según el modo secular de este mundo, conforme al príncipe
del poder del aire, el espíritu que ahora actúa en los que son rebeldes”
Con el Hijo de Dios vino
la Adoración de los Santos, el Amor a Dios en cuanto Persona. La Personalidad
Divina conquistó el Corazón de su Creación.
Y Jesucristo conquistó
para Dios lo que los hombres por sí solos no podíamos hacer: Conquistar el
Corazón de Dios. ¡El Creador conquistado por su Creación! No por el Poder sino
por el Amor de un corazón que pronuncia una sola palabra: “Padre”. A
la que Dios responde con un “Hijo mío”.
La Revolución
Jesucristiana se hizo imparable. Los burladores fueron burlados. Los dioses
cayeron de sus pedestales. El Hombre resucitó al Amor de Dios por el Amor de su
Hijo hacia el Hombre. ¡Qué abismo tan grande entre el que murió y el que
resucitó, ¿verdad Saulo?
22
“…entre los cuales todos
nosotros fuimos también contados en otro tiempo y seguimos los deseos de
nuestra carne, cumpliendo la voluntad de ella y sus pensamientos, siendo como
los demás por naturaleza hijos de ira”
En efecto, era Necesario
que la Creación entera viviese de una vez y por toda la Eternidad la causa por
la que Dios, en cuanto Persona, tiene por una Abominación la Ciencia del Bien y
del Mal.
Estancados en la
Adoración del Poder pudiera llegarse a creer que la Cólera Divina tiene su
origen en ese capricho temporal pasajero del que aborrece Hoy lo que pudiera
serle gustoso Mañana.
La Necesidad era de
obligación. Puesto que por las palabras de Padre no pudo Dios apartar las manos
de una parte de sus hijos del Árbol prohibido, una vez consumado el Hecho de la
Caída y la Traición la Necesidad de abrir la Causa por la que Dios tiene por
Abominación la Ciencia del bien y del mal a toda su Casa devino absoluta. Así,
aunque con el corazón desgarrado por los Hechos, la Necesidad de que
toda su Casa viviese Su Abominación como propia marcó la línea del Futuro de
nuestro Mundo y de todos los Mundos por la Eternidad. El Fin de todo Mundo
fundado sobre la Ley de la Ciencia del Bien y del Mal es la Destrucción. Efecto
que toda la Casa de Dios vería en vivo en el Apocalipsis de nuestro mundo.
23
“… pero Dios, que es
rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó”
Mas habiendo engendró a
todos sus hijos a Imagen y Semejanza de su Hijo, como Padre que conoce a la
perfección a sus hijos, Él sabía que Ellos mismos de rodillas le implorarían
Misericordia para nuestro mundo. No necesitarían ver la Consumación de esta
Verdad Divina para vivirla y tenerla como propia por la Eternidad.
24
“y estando nosotros muertos
por nuestros delitos, nos dio vida por Cristo — de gracia hemos sido salvados—”
Es Hoy el Hombre quien
debe proclamar esta Verdad Divina, haciéndola tanto más nuestra por en cuanto
al haberla vivido en nuestras carnes la Causa de Dios la llevaremos en nuestro
Ser por la eternidad.
De manera que aquellos
que clamaron Misericordia para el Hombre y quienes la alcanzamos unidos en un
mismo Cuerpo y Casa nos alzamos por la Eternidad como el Muro indestructible e
impenetrable contra el que se estrellará un rebrote de la Semilla Maligna.
Y esta es la Nueva
Creación de Dios, Obra Maravillosa, origen y causa de la Adoración de los
Santos: “Sólo Tú, Señor y Santísimo Jesucristo eres Digno del Trono de la
Gloria”
25
“… y los resucitó y los
sentó en los cielos en Cristo Jesús”,
A cuyo lado sentó Dios a
sus Hermanos, del Cielo y de la Tierra, para la Paz y la Salud de la Creación
de su Padre por la Eternidad.
26
“… a fin de mostrar en
los siglos venideros la excelsa riqueza de su gracia por su bondad hacia ellos
en Cristo Jesús”.
Elevados a la Diestra
del Hijo, como el Hijo se sienta a la Diestra del Padre, son Coherederos de su
Gloria, en quienes Dios Creador deposita la Paz y la Salud de su Creación. Son
los hijos de su Amor por todos los Pueblos del Árbol de las Naciones, creados
para llenar su Paraíso con la Felicidad Perfecta de quien tiene en el Amor de
su Creador su Vida y su Alegría.
Nada de esto viene del
Hombre, sino de Dios y su Hijo.
27
“… Así pues de gracia
habéis sido salvados por la Fe, y esto no os viene de vosotros, es don de Dios”
Ese Dios que no quiso
nunca destruir su Creación y ha tomado todas las medidas Omniscientes que en
Sabiduría sin límites ha creído necesarias para que jamás se vuelva a repetir
en el transcurso de la Eternidad la Caída de su Reino en el Abismo de la
Ciencia del bien y del mal, cuyo Fruto, la Guerra, es a sus ojos una
Abominación.
Tanto más Maravillosa su
Nueva Creación en el Hombre por en cuanto si al principio Adán fue investido de
la corona sobre el Género Humano, al final el Hombre fue elevado, en Cristo, a
la Diestra del Hijo, coheredero de su Gloria para gobernar, junto a los hijos
de Dios del Cielo, el Reino de Dios en su Plenitud. Y esto en verdad:
28
“… no viene de las
obras, para que nadie se gloríe”
¡Qué decir! ¡Cómo pensar
siquiera que el Hombre por sus propios medios hubiera podido elevarse a
semejante gloria!
Ni tampoco atrevernos a
creer lo que el Abogado del Diablo dijera, que Dios produjo la Caída como medio
de alcanzar este Fin. “Ni por pasiva ni por activa, ni en potencia ni en acto”.
O establecer que una vez
rescatados de la Condena por el Hijo de Dios el Hombre regresa al estado
anterior al Cristianismo, en todo igual al Judaísmo, en el que el Hijo no
existía ni tenía parte entre el Hombre y Dios.
O sostener, como el otro
siervo del Diablo, que anuló las Obras de la fe, sin las cuales el Cristianismo
no hubiera podido nacer, que la Justicia de la Redención se comunica por la
Razón sola sin las Obras de la Fe.
El Amor no niega el
Poder. El Amor perfecciona la Fe en el Poder de Dios que se ejerce en su
Creación para mantener el Amor de la Creación a su Creador en el seno de la
Adoración de los Santos. Por lo que éste en dice San Pablo:
29
“… que hechura suya
somos, creados en Cristo Jesús, para hacer buenas obras, que Dios de antemano
preparó para que en ellas anduviésemos”.
De manera que quien no
hace “obras buenas” hechas en Cristo Jesús, no es Cristiano, pues la Fe no se
comunica por la Palabra sola, sino por la Palabra y las Obras que proceden de
la Fe, según el propio Hijo de Dios dijera : “Si no vierais Obras no
creeríais”.
Luego la Salvación de
los hombres viene de las obras realizadas en Cristo Jesús, la naturaleza de las
cuales están descritas en su Evangelio. Y quien cree ha creído por las Obras en
Cristo Jesús de los que le precedieron, las Obras y la Palabra siendo las dos
caras del mismo Rostro Divino, Jesucristo.
V
Es difícil entender las
razones por las que el Ser Divino responde a las circunstancias creadas por las
acciones de sus propias creaciones. No hay creador que deba responder de su
obra en razón de la crítica. Todo creador tiene el poder y la libertad tanto de
destruir cuanto de mantener su obra. Y, a no ser que haya sido contratado para
producir esa obra, nada ni nadie puede pedirle explicaciones sobre el futuro de
su trabajo.
Evidentemente si un
trabajo es realizado bajo contrato, este contrato obliga, y del futuro de la
obra acabada pasa a ser único responsable el contratante. No creo que en este
terreno sea necesario introducirse en retórica.
En el caso del Creador
del Género Humano, y de toda vida que existe en el Universo, la
Creación tiene su Origen en una Voluntad Personal Libre. Dios desarrolla su
Trabajo por voluntad propia y con plena libertad. Ante nadie debe responder de
su Trabajo y el Futuro de su Creación permanece en sus manos. Dios no tiene más
Señor que Él mismo.
Es por tanto
sorprendente que Dios dé cuentas de su acción frente a las circunstancias
creadas por las Criaturas de su Creación.
Si Dios no tiene
Pasiones, según confiesa la iglesia anglicana en su primer capítulo dogmático,
esta acción divina de dar razones, y asumir parte en las circunstancias
temporales con origen en su creación, se nos hace un absurdo.
Exigirle a un artista de
genio, es decir, aquel que crea por espíritu, la razón por la que su
trabajo tiene esa forma y no otra es caer en la estupidez más absoluta. De
manera que lo que nos compete es entender por qué Dios tiene que darnos
explicaciones sobre su conducta.
La Historia de las
Religiones se desenvuelve en el terreno del Poder. Se da por asumida la
existencia de Dios y se establece la relación Hombre-Dios desde la óptica del
Poder. Frente a una Persona, es este caso Divina, cuyo Poder es Infinito
únicamente cabe arrojarse a tierra en actitud de indefensión total. No se le
pide razones al Poder. No se establece una relación desde el Ser. Quien tiene
Poder Infinito no responde ante nadie de sus acciones.
Se observa en las
religiones no Cristianas y en las iglesias no católicas este mismo esquema. La
relación del Hombre con Dios se establece desde el Poder, no desde el Ser; es
decir, se proyecta al Infinito la relación ente los reyes absolutos y sus
súbditos. El Poder tiene la vida y la muerte en sus manos y no responde de sus
razones para aplicar sentencia ante nadie.
Si en el caso de los
hombres al Poder puede ser retado y derrumbado, en el de Dios esta posibilidad
queda disuelta.
Tanto el Judaísmo cuanto
el Islam se quedan dentro de esta esfera de relación en la que el Ser no
cuenta; en ambos sistemas religiosos el Poder es la base de la Adoración y de
la sumisión del Hombre a Dios.
La
Revolución Jesucristiana que el Hijo de Dios pone en marcha en la
Tierra y sus Apóstoles y Discípulos proyectan a las naciones rompe este Esquema
Antiguo y centra el Discurso de la Relación de Dios con el Hombre en la
Paternidad. El Creador se declara Padre de su Creación. Dios es el Padre del
Hombre.
“Por Amor de Padre a
Hijo” Dios responde de sus Acciones ante su Creación.
El Hecho Divino de ser
Padre transfigura la Relación entre el Creador y su Creación de forma que lo
que era imposible, una relación real entre Creador y Creación en el Orden del
Poder se hace viva en el Orden del Ser. “Dios es Padre, Dios es Amor”.
30
“Por lo cual, acordaos
de que un tiempo vosotros, gentiles según la carne,
llamados incircuncisión por la llamada circuncisión, que se hace en
la carne”
Arrancados del estado
animal al que nuestros padres fueron arrojados, y como tales animales
racionales establecidos en una relación con la Divinidad desde el Poder, la
Revolución Jesucristiana, una vez y para siempre la Redención consumada,
nos abrió la Puerta al Corazón del Creador, en el que Dios responde a su
Creación como Padre que ama a sus hijos y les da cuentas de las razones de su
Respuesta a las circunstancias por las que atraviesa su Casa.
Fuera de esta Relación
de Paternidad comprender la razón por la que Dios interviene en los asuntos de
sus hijos deviene un absurdo. Por Amor a su Creación lo que era imposible se ha
hecho realidad gracias a Cristo, que vive en Nosotros. Sin el cual:
31
“estuvimos, entonces sin
Cristo, excluidos de la ciudadanía de Israel, extraños a las alianzas de la
promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo”
Lo cual se ve
contemplando las circunstancias del Mundo antes de Cristo, y de nuevo en el
mundo de Hoy, alejado otra vez de Dios.
Si antes de Cristo, ni
Judíos ni Gentiles podían comprender a Dios y sus razones para mantener la
distancia entre Creador y Creación, una vez alejados de nuevo de Cristo se
regresa al Orden del Poder, aunque en esta ocasión en una nueva forma
de entendimiento basada en la Negación de la Existencia de Dios
derivada de nuestra concepción Política del Poder. Si Dios es Amor y Dios es
Todopoderoso ¿por qué se mantiene al margen de la Tragedia del Hombre?
Es decir, la incapacidad
para comprender a Dios arroja al Hombre a la condición animal de la que fue
rescatado por Cristo. “Puesto que no podemos comprender, negamos”.
Y aun así todos sabemos
que las razones de un padre quedan muy lejos del entendimiento de su hijo en
pleno proceso de crecimiento. Si entre padre e hijo de la raza humana sucede
esto ¿cómo querer comprender a Dios por el simple hecho de ser sus hijos? Es
por esto que la fe se hizo Dogma a fin de que la incomprensión debida a la distancia
entre Creador y Creación no destruya el Abrazo de Dios en cuanto
Padre a sus hijos.
33
“Mientras que ahora, por
Cristo Jesús, los que un tiempo estábamos lejos, hemos sido acercados a Dios
por la sangre de Cristo”
Todos, sin
excepción, siendo hijos del mismo Creador Divino, todos nos hallamos en el
mismo estado de Filiación por el que el Amor sostiene lo que la
Inteligencia Natural no puede comprender.
Entender la Razón de
Dios es un Acto Sobrenatural. Que no puede realizarse sino en el seno del Amor
de Dios por su Creación. Pues si no hubiera Amor no hubiera Pasión,
ciertamente, y la dogmática religiosa anglicana tendría un valor Divino.
Sin embargo, la Negación
de Pasión en Dios es la Negación del “Dios es Amor” de Cristo, y como tal “Dios
es Amor” se Revela sobrenaturalmente en su Hijo para realizar por la Fe lo que
por el Intelecto Natural se mostró imposible, a saber, alcanzar la Sabiduría de
Dios, y se ha vuelto a demostrar un imposible aun cuando entre el
Hombre Moderno y el Hombre Antiguo existe un abismo en el terreno del
“conocimiento científico”.
En un caso como en el
otro la inexistencia de Cristo en el Ser Humano condujo al Ateísmo.
Que puede adoptar diferentes formas pero mantiene una misma sustancia: la
imposibilidad de penetrar en la Razón Divina sin acceder por la Puerta
establecida por el propio Dios: “Jesucristo”.
34
“Pues Él es nuestra paz,
que hizo de los dos pueblos uno, derribando el muro de separación, la
enemistad”
Fuimos creados como
Género Humano, sin diferencia entre hombres y hombres, todos un mismo Cuerpo,
“el Hombre”, con una Cabeza Única Universal, Jesucristo, Rey y Señor de toda la
creación de Dios, su Padre. Querer mantener la división en razón de la sangre
es negar a Dios, quien en la Redención, comprándonos a todos con la Sangre de
su Hijo nos hizo una misma Sangre, un Mismo Cuerpo, un mismo Ser, elevado a
la Sobrenaturaleza Cristiana en el orden del Amor. Esta es la Razón
de Dios al Principio, cuando dijera: “Hagamos al hombre a nuestra Imagen y a nuestra
Semejanza”, es decir, hijo de Dios. Que Jesucristo vino a reestablecer por su
Amor a la Creación de su Padre, de esta manera:
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“Anulando en su carne la
Ley de los mandamientos formulada en decretos, para hacer en sí mismo de los
dos un solo hombre nuevo, y estableciendo la paz”
Sobre cuya Anulación ya
sabemos su significado. No que los Mandamientos formulados en Decretos fuesen
desactivados, sino que elevados a la condición de Cristo la sentencia contra la
desobediencia, sujeta a muerte, dejó de tener proceso a fin de que
lo que no podía alcanzarse por el Poder se hiciese Vida por el Amor.
Pues si
por la Ley de los Mandamientos bajo decreto era el Terror al Castigo
la fuerza que alimentara la Obediencia, y por el Rechazo a la Vida en constante
Terror se producía el Rechazo a la Obediencia, por el Amor a Dios, engendrados
en él para ser sus hijos, deviniendo Nuestro Padre que está en los
Cielos, la Ley del Terror dejó paso a la Ley del AMOR, de tal manera que lo que
era imposible al hombre: “la Obediencia en orden al Terror al Castigo”, por el
Amor de los hijos al Padre Divino esta Obediencia emerge libremente sin quedar
sujeta a escrutinio. Y en el encuentro de la Paternidad Universal Divina:
36
“Jesucristo nos
reconcilia a todos en un solo cuerpo con Dios por la cruz, dando muerte en sí
mismo a la enemistad”.
“El Género Humano”.
Todos somos parte de este Cuerpo Universal, de este Árbol de la Vida de las
Naciones, por circunstancias no predestinadas ni deseadas por Dios
expuesto a un medio hostil, desatado por la Muerte para ocasionar nuestra
destrucción.
La historia de Caín y
Abel es la historia del Género Humano. Llevamos seis mil años en guerra
fratricida mundial. Es Hora de enterrar la Enemistad y renacer a la Amistad de
quienes somos hermanos. Primero, por Naturaleza, siendo nuestra madre la
Tierra, y luego por tener por Padre de todos al mismo Dios que la creó. Por
esto el Hijo de Dios se hizo Hombre:
37
“Y viniendo nos anunció
la paz a los de lejos y la paz a los de cerca”
A los ojos del Creador
de todos no hay diferencia entre unas familias y otras. ¿Existe entre una rama
y otra del mismo árbol diferencia alguna en lo que se refiere a la naturaleza
de la sangre que a todo el árbol alimenta? El Árbol del Género Humano tiene una
sola Sangre, la Sangre de Cristo, por la que todos devenimos hijos de Dios. Y
gracias a esta Sangre:
38
“por Él tenemos los unos
y los otros el poder de acercarnos al Padre en un mismo Espíritu”
Gracias a Jesucristo
participamos todos en el Misterio de la Santísima Trinidad: “Tres personas y un
sólo Dios Verdadero”. De manera que siendo muchos y tener todos un mismo
espíritu podemos comprender por el Amor lo que por la Razón nos es imposible:
La Unidad Perfecta, Eterna e Infinita, de las Personas Divinas en un único Ser:
“Dios”.
Así que, siendo todos
partes del mismo Ser, “el Ser del Hombre” en el que vive el Espíritu de Cristo,
participamos en todo en Dios, nuestro Padre.
39
“Por tanto, ya no somos
extranjeros y huéspedes, sino conciudadanos de los santos y familiares de Dios”
Si todos hijos de Dios,
todos hermanos, y si hermanos la ley que se mueve en nuestra Sangre es la Ley
del Amor, no la del Terror ni la de la Enemistad, no la del Orgullo ni la de la
Vanidad. El mismo Padre de todos alimenta a todos con su Amor; de manera que
nadie puede gloriarse por la sangre delante de Dios. Siendo la Sangre de Cristo
la que nos da a luz para la vida eterna, todos participamos de los mismos
fundamentos:
40
“Edificados sobre el
fundamento de los apóstoles y de los profetas, siendo piedra angular el mismo
Cristo Jesús”
De donde se ve que el
Cristianismo no rompe con el Israel Bíblico; es su Consumación, el horizonte
hacia el que caminaron los Profetas desde Adán hasta Cristo.
41
“En quien bien trabada
se alza toda la edificación para templo santo en el Señor”
El Primer Templo fue
edificado para permanecer hasta la llegada del Redentor. Y en razón
de esta espera el Templo fue una Puerta Intraspasable para todas las familias
del Género Humano. Pero Dios creó todas las familias de la Tierra. Y habiendo
sido desterradas de la Presencia de su Creador todas las naciones, por la
Redención sería finalizado este Destierro.
Por la Ignorancia
alzados los sacerdotes del Templo Antiguo contra la Apertura de su Interior a
todos los hombres, la Necesidad de su Destrucción y de la
Edificación de un Nuevo Templo abierto a la Plenitud de las Naciones quedó
expuesta por los mismos Profetas, quienes siendo de la casa de Israel vieron
esta Ignorancia levantándose para cerrarle el paso a la Sabiduría del Dios de Moisés.
Tal fue el Nuevo Templo,
la Iglesia, edificada sobre Resurrección de Jesucristo:
42
“en quien nosotros
también somos edificados para morada de Dios en el Espíritu”.
INTRODUCCIÓN AL APOCALIPSIS
LA CUESTIÓN DE LA GRAN RAMERA Y LA DOCTRINA DEL MILENARISMO
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