EL MUNDO DE LOS HITITAS
El nombre de Hatti
Las referencias en la Biblia sobre los Hititas las
encontramos en Josué (3,10), Génesis (15,19-21), (23,3) Números (13,29) y Libro
II de los Reyes (7,6). En el libro 2 de Samuel, (11, 1-21), se hace referencia
a un "Urías, el hitita", guerrero de los ejércitos de David, y esposo
de Betsabé, madre de Salomón, al que David mandó matar mientras Urías se
encontraba en campaña bélica contra los ammonitas.
El descubrimiento de los Hititas
En el año 1834 Charles Félix Tesier (1802-1871) descubre
las ruinas de una antigua ciudad cerca de la aldea turca de Bogazköy (la que
después sería identificada como su capital, Hattusas). En 1839, en su libro
Description de l'Asie Mineure afirma que esas ruinas pertenecían a una
civilización desconocida. En 1822, en Viajes por Siria y Tierra Santa, Johan
Ludwig Burckhar habla del encuentro de una lápida con jeroglíficos
desconocidos, algo que pasó en su momento inadvertido. Pero en 1863, los
norteamericanos Augustus Johnson y el director Jessup seguirían las huellas de
Buckhar en Hammath hasta encontrarla. Entre 1870-80 se investigan diversos
restos por parte del misionero irlandés Willian Wright que traslada algunas
piedras a Estambul, y H. Skeene y George Smith, que descubren Carquemis,
encuentran restos de la "escritura desconocida", la misma escritura
que encontraría en el año 1879 Henry Sayce en Esmirna.
En 1880, Sayce en una conferencia ante la Society for Biblical Archaeology afirma
que todos esos restos pertenecen a los Hititas que menciona la Biblia. Cuatro
años más tarde, William Wright aportando nuevas pruebas a la tesis de Sayce
publica un polémico y atrevido tratado: El gran Imperio de los Hititas, con el
desciframiento de las inscripciones hititas por el profesor A.H. Sayce.
Hacia el año 1887 se descubre en Tell-el-Amarna numerosa
documentación egipcia de la época de Amenofis IV "el rey hereje", que
incluye numerosa correspondencia con las primeras alusiones directas a los
hititas. En 1888, Karl Humann y Felix von Luschan dirigen unas excavaciones en
Sendjirli, y descubren una fortaleza hitita con numerosos bajorrelieves y
toneladas de esculturas y vasijas de barro cocido. Entre 1891-92 William
Flinders Petrie descubre tablillas en la misma "lengua desconocida"
que se le llamaría primeramente "lengua Arzawa", debido a las
alusiones que se hacían a un tal Arzawa. En 1893 el francés E. Chante desubre
en Bogazköy fragmentos de tablillas en la misma lengua.
Pero el mayor descubrimiento lo hace entre 1905-09 Hugo
Winckler, en una expedición a Bogazköy, donde encuentra más de 10.000 tablillas
de lo que parecía ser un "archivo nacional" entre las cuales se
encuentran textos bilingües, lo que permite descifrar numerosos documentos.
Winckler afirma que esas ruinas pertenecen a la capital, la cual acaba
denominando Hattusas. A partir de entonces, entre los años 1911-1952 la
investigación se centra en descifrar la lengua hitita, cuyas mayores
aportaciones las hace Johannes Friedrich que, en 1946, publica un Manual hitita
y en 1952-54 un Diccionario de lengua hitita.
El punto culminente del descubrimiento de los hititas se
produce durante las excavaciones dirigidas por Kurt Bittel en Bogazöy y las de
Helmut Bossert en Karatepe, donde se encuentran nuevos textos bilingües que han
ayudado a descifrar definitivamente la escritura hitita y la fijación de
fechas.
INTRODUCCION
AL PROBLEMA DEL ORIGEN Y DESAPARICION DEL REINO HITITA
Los hititas entaron en la escena histórica al principio
del 2.000 antes de Cristo, y se establecieron en la península turca; desde
donde abrieron sus fronteras tribales hasta convertirse en un reino, y
finalmente en una especie de imperio al estilo y dimensiones de los de su
tiempo.
Un par de siglos pasaron desde que los Hititas invadieron
la península turca hasta el día que tuvieron su propio reino, con su capital
propia, que llamaron Hattusas, al norte de los Zagros y al sur del Mar Negro. Con
el tiempo el Reino Hitita adquiriría las proporciones de una superpotencia
militar en guerra caliente perpetua con las vecinas Mitanni, Egipto y Asiria.
El momento supremo de su poderío lo gozaron en el dulce siglo XIII (siempre
antes de Cristo en lo sucesivo), cuando casi toda la península, algo de Chipre,
de Siria y Mesopotamia sufrieron el yugo de los reyes hititas. Reyes que
desaparecieron como por arte de magia en el año 1200, según unos bajo el empuje
de los famosos Pueblos del Mar, y aquí empieza el problema. Veamos si soy capaz
de centrar el meollo de la cuestión y poner en la misma parrilla el misterio de
los Pueblos del Mar, la Caída de Hattusas y la Guerra de Troya. Comenzemos por
el poeta pues que al Principio, antes que la Historia fuese, fue la Poesía.
Homero es un cielo cuando da por hecho que durante los
diez años de invasión que tuvieron asediada Troya los Griegos vivieron de los
dioses, alimentándose de lo que las gaviotas les traían; pero más angelitos son
aquellos que inclinan la cabeza y, contra toda la lógica de las civilizaciones
antiguas y el conocimiento de los humanos de las Edades del Hierro y del
Bronce, repiten: Sí, sí, amén, aleluya. Lo natural que hubo de darse en un caso
semejante fue que los ejércitos griegos, mientras estuvieron asediando Troya,
se dedicasen a lo que todos los ejércitos de todos los tiempos y lugares han
venido haciendo en estos casos, recorrer el pais, destruirlo todo, violar a
mansalva, darse al botín y al pillaje. Que le cogiesen gusto y los vencedores
de Troya se lanzasen desde el Mar por el que vinieron a la conquista de un
Oriente Próximo Antiguo para la fecha desprovisto de la fuerza que en los dos
últimos siglos le hicieron frente a las invasiones europeas ¿qué? ¡Por qué no!
Que Troya, desde esta perspectiva, formase parte del
Imperio Hitita lo implican las fechas asumidas por los historiadores de las
cosas antiguas. Eratóstenes fechó la Caída de Troya entre el 1194 y el 1184, y
Herodoto en el 1250. Es decir, que unificando la tela del mapa de relaciones entre
Troya, (situada en en Helesponto, aquí abajo:)
y la del Imperio Hitita -tal cual se ve arriba- se
entiende que aún -caso muy pero que muy superhipotético- habiendo sido el reino
de Troya independiente del Imperio de los Hititas, que éste desapareciese
justamente en las mismas fechas nos obliga a reconstruir el mapa de la Historia
y dedicarnos a los acontecimientos, dejando la poesía para los poetas, sin que
por esto dejemos de ver en las aventuras de Ulises, por ejemplo, las correrías
de una parte de los ejércitos griegos por la Península de los Hititas.
Recorriendo la cual echaron abajo el imperio hasta entonces dominante, y al que
estaba sujeto posiblemente Troya, deviniendo para nosotros los destructores de
Troya los Pueblos del Mar y para los Hebreos sus bárbaros del momento, los
Filisteos de las pesadillas del rey Saúl, por ejemplo.
Pero volvamos a la teoría clásica de la desaparición como
por arte de magia de un imperio que estaba en la cumbre de su grandeza,
siguiendo así el consejo de sus majestades académicas, aunque tan serios
siempre tan dados al oscurantismo y las artes mágicas por las que hoy surge un
imperio de la nada y mañana ese imperio cae bajo el hachazo de nadie.
No olvidemos que los Pueblos del Mar -dado el mapa de la
región- sólo podían ser los Griegos, los Cretenses y los Chipriotas, a no ser
que en el siglo XIII y XII el Mediterráneo se abriera a un océano ignoto con
sus islas desconocidas para nosotros. O sea, que el misterio de los Pueblos del
Mar que los catedráticos de las historias para poetas han mantenido en el
éxtasis de nuestro asombro, pues que los Pueblos del Mar invaden el Oriente
Próximo en esas fechas, la Historia recoge la Guerra de Troya en las mismas, y
paralelamente las Crónicas del Mundo ven desaparecer de sus páginas la Historia
de los Hititas, la causa de este triple acontecimiento sólo podía proceder de
la Confederación Helénico-Cretense-Chipriota a la conquista de Turquía y la
Palestina tras la Destrucción de Troya, origen de la Caída de Hattusas y la
Leyenda de los Pueblos del Mar.
Traduzcamos palabras de maestros sobre el tema, hablando
de la relación entre Troya y los Hititas, al final de las cuales veremos que
aún teniendo todas las piezas en la mesa sus majestades no se atreven a
identificar a los Pueblos del Mar con los ejércitos Griegos que arrasaron
Troya, se desparramaron sobre el Reino de los Hititas, del que dependían el
Famoso Príamo y su hijo Héctor, y bajando bajando se convirtieron en los
Filisteos, que es la palabra común con la que los Hebreos llamaban a lo que
nosotros llamamos en sus tiempos "los Bárbaros".
No creo que sea una ofensa el que un día, en otros
tiempos, nosotros, los europeos, tan cultos y civilizados hoy, fuésemos ayer
los Bárbaros del Oriente Próximo Antiguo. A mí no me molesta; la derrota de
Troya fue la puerta abierta hacia la conquista de un reino que no supo defender
a sus reyes vasallos, simplemente. Troya fue el caballo que los Griegos
introdujeron en el imperio hitita. El Poeta, a su forma pues, tenía razón: hubo
Caballo de Troya. Cumplamos la palabra (la traducción es literal pero voy a mi
bola. Si alguien quiere traducir punto por punto, esta es la dirección
Introduction to the Hittites). Y ahora, sí:
Virtualmente no se sabía nada sobre los Hititas (hablando
de antes del descubrimiento de la ciudad de Hattusa, que revolucionó el panorama
de la Historia del Próximo Oriente Antiguo Occidental, y junto con la
resurrección de la ciudad de Troya revolucionó el conocimiento del Mundo
Antiguo, aunque esta revolución no se ha consumado aún, como se ve por el miedo
de los maestros a acabar de tomar las conclusiones finales). La biblia los
colocó -a los Hititas- en Palestina, y por lo tanto los eruditos
automáticamente dieron por sentado que los Hititas fueron un pueblo
perteneciente al conglomerado de pueblos propio de las Cuatro Regiones (Mesopotamia
Antigua). Existían restos de estatuas labradas en roca, dispersas por aquí y
allá en Siria, y por lógica los maestros cerraron el caso; los Hititas formaban
parte de la población siria. Y ya está. Y como las primeras tablillas del
language hitita pertenecían a los reyes del reino de Arzawa, a la lengua hitita
se la llamó al principio "lengua Arzawan".
De repente todas las ideas preconcebidas que se habían elaborado
sobre la historia hitita fueron barridas del mapa por el descubrimiento
de la verdadera capital del Imperio Hitita, Hattussas,
cerca de Bogazköy, una ciudad pequeña de Anatolia central. Los fortalezas
"ciclópeas" de estilo no-Clásicos descubiertas en Bogazköy dejaron
perfectamente claro que allí tuvo su sede una ciudad importante. Las
tablillas de una Biblioteca Perdida, por fin hallada, comenzaron a
salir de las profundidades de la tierra. ¡10.000 tablillas más sus
correspondientes fragmentos!, un tesoro de valor incalculable a los
ojos de todo historiador-arqueólogo-descubridor. Algunas de esas tablillas
estaban en Akadio, una lengua bastante conocida por los eruditos,
y las que estaban en "Arzawan" venían tituladas en Akadio igualmente,
de modo que aunque los eruditos no pudieran leer el texto en sí, podían
asegurar que tal tablilla había sido escrita por "Tal-y-Tal, gran
rey, rey de Hatti". Tomando como apoyo esta evidencia abrumadora,
Bogazköy (Hattussas) fue reconocida como la verdadera capital de los
hititas, la lengua de "Arzawan" fue retitulada "hitita", y los hititas
finalmente reconocidos como una potencia de primera línea durante
la Edad del Bronce del Oriente Próximo Antiguo. Y vaya que si lo fue. Hasta entonces la región no había
conocido un imperio de sus dimensiones, y con toda justicia se puede decir que
inventaron el método de gobernar mediante Tratados de vasallaje. Y ya puestos
-dicen los maestros, cometiendo el imperdonable lapsus de borrar de la escena a
los Hebreos - se les puede hasta declarar los primeros historiadores del mundo,
aduciendo que como parte de su justificación de dominación política, sus
tratados incluyeron los resúmenes históricos respecto a las relaciones entre
los dos estados firmantes. Los asirios parecen haber incorporado esto género a
su propia lógica, y finalmente los Griegos elevaron este arte a su nivel
científico cual nosotros lo conocemos y entendemos por lo que es Historia.
En la guerra los Hititas fueron los Másteres del famoso y
legendario carro de hierro de las leyendas homéricas, probablemente la forma
más romántica de hacer la guerra desde los tiempos de Caín hasta el Medioevo.
De hecho fue gracias a su técnica y dominio de los carros de hierro que los
hititas hicieron suya la península turca, y posteriormente dominaron Siria
contra y a pesar de la oposición egipcia. Los hititas perfeccionaron el arte de
la guerra con carro al punto de hacer de su uso la Edad de Oro de la Carrocería
de Hierro. Mientras los carros hititas basaron su poderío en la agilidad, su
evolución posterior tendió a la pesantez, restándole brillo a sus maniobras y
su importancia en la guerra, deviniendo cosa de museo y de fiestas de circo y
paseos de Triunfo en los días de los Césares. Tanto fue el poderío de los
carros de hierro hititas que no es pecar de andaluz afirmar que cuando los
hititas desearon la guerra, el Cercano Oriente tenía guerra, y cuando los
hititas quisieron paz, el Cercano Oriente tuvo paz. La misma Edad de Bronce les
perteneció y cuando desaparecieron, desaparecieron con ellos los Aquiles, los
Agamenones, los Ulises, los Hércules y demás héroes de la Edad del Bronce.
La importancia del mundo hitita no se limitaba al Este.
Al Oeste del Edén su importancia tenía un peso fundamental como acrisolador de
culturas. Los eruditos se han visto de siempre confusos para determinar si un
objeto hitita venía de Siria o de Iona. No es mentira que los prototipos de los
mitos griegos homéricos se han encontrado en archivos hititas. Tampoco deja de
ser verdad que el hecho de basarse estos prototipos en la cultura nativa de la
Antigua Anatolia, sobre cuyo sustrato humano la capa invasora indoeuropea alzó
su civilización, esos prototipos se fueran perdiendo, desplazados por el legado
cultural del mundo oriental en el que se habían integrado los reyes de
Hattussa.
Aún más importante para la ciencia es el valor de los archivos
hititas respecto a la legalidad histórica de los mitos homéricos, probando a
ciencia cierta que contienen elementos de una historia verdadera. Schliemann
(descubridor de la ciudad de Troya) encontró con qué probar las palabras. Los
hititas son ellos mismos las palabras: fueron los verdaderos amos de Troya,
estuvieron en contacto directo con los Aqueos. Y será, pues, aquí, en los
archivos hititas, donde en verdad en verdad comienza la historia de Grecia. Y
esta historia está íntimamente ligada a la guerra de Troya.
Obviamente, y volviendo al miedo de los profesionales a
la hora de reescribir la Historia de Europa a la luz del descubrimiento de
Hattusa y de Troya, lo que implicaría una aventura maravillosa y genial para la
que ya están viejos, el futuro aguarda con paciencia a sus escribas y por sus
manos correrá la tinta de la verdadera Identidad de los Pueblos del Mar, el
lugar de la Guerra de Troya fuera de la Ilíada y la Odisea y la relación
sanguínea entre los Aqueos forjadores del Mundo Clásico y los Hititas, los últimos
Héroes del Mundo Antiguo.
(Nota: Estoy construyendo esta página e importando de la
Red los docs en Inglés, que iré traduciendo sobre la marcha. Como toda obra que
está en la plancha y los materiales dispersos a su alrededor, este espacio está
hecho un caos. De mientras os aconsejo el libro de abajo:
(Este libro despeja el origen del pueblo hitita, lo
emparenta con los pueblos europeos que en las mismas fechas invadieron Grecia,
y supuso la primera ola del tipo que más tarde generaría la Gran Ola de los
Godos. Mucho habría que decirse, por tanto, sobre la relación de los Aqueos con
los Hititas antes de la destrucción de Troya, discurso que Homero redujo a
Poesía y la Poesía a Leyenda. La lectura de este libro despeja mucho camino
hacia la resurrección del Mundo al Oeste del Edén durante el Segundo Milenio,
que al haber girado alrededor del Pueblo Hebreo y centrado su eje en torno a
las naciones vecinas: Babilonia, Egipto y Asiria, la escena occidental no contó
en absoluto hasta la entrada en juego de Alejandro Magno, cuando el eje dobló
hacia Occidente y el Oeste devino el centro de la Historia del mundo)
POSDATA A LA INTRO
La Historia Universal es prolija en detalles que, aun en
principio inconexos y sin ningún nexo de unión, a la postre acaban revelándose
como piezas sueltas de un mismo puzzle. El hecho de que la especialización haya
introducido su ego en todos los apartados de la actividad científica se puede
ver como causa de la imposibilidad bajo cuya ley el siglo XX se dedicó a lo que
los científicos de siempre hicieron desde los primeros días de la Filosofía, es
decir, teorizar sobre el todo partiendo de una pieza suelta, obstaculizando la
labor de formación del todo mediante el absolutismo inherente a la
sacralización de la pieza suelta descubierta. No es crítica, es simplemente la
constatación de un hecho. Basta leer un folleto de Historia de la Ciencia para
pegarse un cabezazo contra el ego de los sabios de todos los tiempos. Como este
no es lugar de hacer filigranas, sigamos.
El final del III Milenio de la Segunda Era antes de Cristo y el Principio de la Primera Era antes del mismo Cristo nos descubre un nexo de valor fabuloso a la hora de determinar la existencia de un ciclo geológico con un valor aproximado de dos mil años de duración. No sólo los Hititas se movieron de sus zonas de origen a la península turca; también lo hicieron los Medos; y otro tanto sufrió la península Griega justo en esas fechas. (Los datos están disponibles en los libros; en nuestro Idioma el Internet adolece aún de un nivel intelectual para estudiantes de primaria, y para constatar la veracidad de lo que digo cada cual debe desplazarse a las bibliotecas y librerías, tratando el tema de la gran emigración de los Indoeuropeos desde sus zonas de origen hacia los bordes del Mediterráneo y del Próximo Oriente Antiguo. Proel, por ejemplo, dice sobre los Aqueos: A comienzos del segundo milenio a. C. las primeras olas de invasores de habla indoeuropea llegaron a la península griega, al Peloponeso y a las islas adyacentes, asentándose en esa región. Homero los denomina Achaioi, distinguiéndolos de los autóctonos pelasgios, sobre los cuales afirma lo siguiente: 'En tiempos antiguos hubo dos razas viviendo en Grecia: los pelasgos, que nunca dejaron su hogar original y los helenos (griegos) que emigraron frecuentemente... Qué lengua hablaban los pelasgos no puedo decir con exactitud. Lo que sí se puede afirmar de ellos, que aun sobreviven, es que su lengua no es griega. Si eso es verdad de la raza pelasga, la nación ática debe haber aprendido el griego al mismo tiempo que fueron helenizados. Los Hititas hicieron su entrada en las mismas fechas en
la península turca. Por lo demás todos coinciden que estos pueblos procedían
linguísticamente hablando de un mismo tronco: el Indoeuropeo, e igualmente
convienen todos en situar el origen de estos pueblos al norte del hemisferio
boreal, tomando como Centro del Mundo Antiguo para las fechas: Mesopotamia.
Podríamos detenernos en la investigación a este respecto
y ver si durante estos periodos la península itálica sufrió una conmoción. Todo
sugiere que así fue, pero no nos detendremos más por ahora. La importancia
tendría que ver con la causa de otro desplazamiento masivo de pueblos entre el
cruce de las dos Eras a los dos lados de Cristo, que algunos han querido causar
en batallitas allá en el mundo de los chinos, y nosotros, a tenor del cambio
climático que estamos viviendo justamente dos mil años después, podríamos
empezar a relacionar con un ciclo inherente a la propia estructura geofìsica de
la Tierra, que todos los que viven bajo sus efectos suelen relacionar con un
fin del mundo.
Si se demuestra que los Medos dijeron la verdad y los
investigadores multidisciplinarios desbaratasen la teoría de la causa de las
Invasiones de los Bárbaros en batallitas al fin del mundo, emparentando este
desplazamiento masivo de pueblos asiáticos con un enfriamiento del Norte, que
obligó a los pueblos de las estepas y los hielos escandinavos a desplazarse
hacia el Sur - en este caso Europa- , estaríamos ante la solución a uno de los
misterios del cambio de clima que estamos viviendo actualmente, aunque alterado
por la Edad Atómica. (Semejante periodo de enfriamiento y las luchas por el
poder en base a la supervivencia contra el hambre no debe darse de lado en el
caso de las Invasiones de los Bárbaros de todos los tiempos. Dejemos el ego a
los sabios. En más de una ocasión el progreso de la ciencia se ha visto
obstaculizado por la incapacidad de los investigadores para relacionar sus
propios descubrimientos con los del vecino, asistiendo la historia a batallas
entre sordos incapaces de ver más allá de sus orejas de burro, aunque estos
asnos fueran de oro como se ve por sus títulos).
Esto por lo que se refiere al origen de los Hititas y su
conexión con el mundo de su tiempo. Los especialistas suelen fragmentar el
movimiento universal, acabando por hacernos irreconocible la imagen histórica
general mediante el aislamiento de las partes. Concluyendo, todos fuimos una vez "Bárbaros"
Historia de los Hititas Resumen General Durante los primeros siglos del segundo milenio antes de
Cristo, los asirios inundaron Anatolia de pequeños reinos mercantiles
alrededor de la ciudad de Kanesh. Poco se sabe sobre estos reinos;
parece ser que Nesa (Kanesh) perdió
la preeminencia momentáneamente a manos de otra ciudad, Mana, e
incluso fue destruida, pero, recolonizada, tardó poco en recuperar
la hegemonía, sólo para perderla de nuevo a manos de Pittkhana (o
Pithana) de Kushara y su hijo Annita. Annita edificó un pequeño
imperio, conquistando numerosos reinos (entre ellos, la ciudad de
Hattusas que destruyó totalmente y sobre la que lanzó un anatema).
El imperio de Annita se considera el precursor de los hititas, ya
que aún después de su muerte, cuando la ciudad de Hattusas fue reconstruida
bajo Hattusil I, los monarcas hititas afirman descender de la casa
de Kushara. Aparte de Annita, existen referencias a dos posibles
antecesores de los hititas, Tudhalia (1740-1710 a.C) y Pusarrumas (1710-1680
a.C.), pero nada se sabe sobre ellos.
Los inicios del
reino de Hattusa
Poco sabríamos de los primeros reyes de los hititas si
uno de ellos, Telebino, no hubiese escrito un edicto encaminado a justificar la
necesidad de sus reformas, que incluye una introducción histórica al origen del
poder hitita, en la que se menciona a tres monarcas: Labarna I, Hattusil I y
Mursil I. Se desprende de este documento que el verdadero fundador del imperio
hitita fue Labarna, que agrupó a las diferentes ciudades-estado y los pequeños
reinos bajo una autoridad central y ensanchó las fronteras del recién creado
reino hacia el oeste y hacia los mares Negro y Mediterráneo. También es posible
que consolidara la institución de la monarquía al dictar disposiciones que
garantizaran la sucesión. El nombre de Labarna se usó con posterioridad como
sinónimo de "rey", lo que lleva a algunos historiadores a dudar de la
existencia real de este monarca. Su hijo, Hattusil I, pudo apoyarse en la base
política que Labarna le legó para lanzar numerosas campañas militares,
principalmente contra el reino de Alepo y contra los hurritas. Por otra parte,
estableció Hattusas como la capital de los hititas, que se iba a mantener hasta
el final del imperio. Hattusil, en un testamento que se ha conservado, repudió
a su hijo, y nombre sucesor a Mursil I, su nieto.
Mursil I estrechó los lazos que unían a las
ciudades-estado y las incorporó al reino hitita, de tal modo que puede ser
considerado como el principal artífice de lo que sería el Imperio Arcaico o
Reino Antiguo. Expandió aun más las fronteras, llegando, a modo de venganza, la
conquista de Alepo (en cuya empresa había fracasado Hattusil), además de
derrotar a los hurritas. Estas victorias convirtieron el reino hitita en una de
las potencias de Oriente Próximo, hasta el punto de que, una vez conquistada
Alepo (1595 a.C), Mursil encabezó una expedición contra la ciudad de Babilonia,
que tomó y saqueó, una empresa más sorprendente que efectiva, ya que la
distancia impedía cualquier intento de control efectivo por parte hitita. Tras
su marcha, el control de Babilonia pasó a manos de los casitas, posibles
aliados de los hititas, lo que provocó la caída de los amorreos.
En el año 1590, poco después de su regreso, Mursil I
murió asesinado a manos de su cuñado, Hantil, primero de una serie de reyes de
los que poco se sabe (Hantil I, Zidanta I, Ammuna y Huzzia I). Durante ésta
época el país de Hatti, debido al poder y prestigio consolidados por Mursil, se
mantuvo sin grandes modificaciones ni peligros, excepto en Siria donde el
creciente poderío de Mitanni amenazaba las posiciones hititas. Además durante
esta época, hacen su primera aparición documentada los Gasga o kaskas, un
conjunto de tribu bárbaras situadas al norte de Hattusas que se convirtieron
durante toda la historia hitita en una permanente amenaza para la capital, que
los hititas nunca fueron capaces de destruir totalmente.
Estos contratiempos obtuvieron respuesta con la llegada
al poder de Telebino (1525-1500 aC), que destaca, entre otras cosas, por la
documentación del sistema hereditario, con él que se proponía acabar con la
anarquía de sus inmediatos antecesores. Según el Edicto de Telebino, la
sucesión quedaba asegurada por el ascenso automático al trono del heredero
varón escogido por el rey; la garantía del cumplimiento la tenía el pankus, o
Consejo de Nobles. Junto a este edicto, Telebino hizo la primera gran
codificación de las leyes hititas, que destacaban por la benignidad de los
castigos y la numerosas innovaciones jurídicas.
La sociedad hitita
del reino antiguo
Uno de los elementos más importantes de la monarquía
hitita era el ya mencionado pankus, al cual Telebino aseguró el derecho a la
jurisdicción incluso ante el propio rey, ya que podía condenar a muerte a
cualquier rey si se demostraba que éste planeaba el asesinato de algún
familiar. A diferencia del resto de dinastías de la zona, los reyes hititas no
se atribuían una estirpe divina, de modo que el pankus también tenía una función
legitimadora de la monarquía.
Gran parte de la población hitita de la época estaba
compuesta por personas libres que trabajaban alrededor de aldeas administradas
por un consejo de ancianos con una función de carácter jurídico. Estas
instituciones, a cambio de gozar de cierta autonomía, estaban obligadas a contribuir
con mano de obra al rey.
La estructura económica giraba en torno a los templos y
palacios, que actuaban como centros coordinadores de la actividad comercial y
artesanal. Los artesanos trabajaban a cambio de ser alimentados, motivo por el
cual el palacio debía disponer de excedente agrícola, necesario para el
funcionamiento de la economía hitita podía funcionar, hasta el punto de que a
veces se recurría a colonos militares para garantizarlo.
El periodo oscuro
(Reino Medio)
Durante los años que siguen al reinado de Telebino, se
produce una disminución del poderío hitita. El gobierno estuvo en manos de
reyes que no pudieron evitar el ascenso y consolidación del poder de Mitanni,
que llegó a constituir una seria amenaza para el imperio hitita, arrebatándole
diversos territorios en Siria.
Junto a esta relativa decadencia, se constata una escasez
de documentación que impide conocer casi nada acerca de los reyes de la época
(Alluanna, Tahurwaili, Hantil II, Zidanta II, Huzzia II y Muwatallis I), aunque
parece posible constatar que hubo una continua lucha por el trono y numerosos
desordenes dinásticos.
El Reino Nuevo,
1430 - 1200
Durante esta época, empezó a desarrollarse en Irán y Asia
Central la equitación, que, unida al carro ligero de combate, revolucionó el
campo de batalla, al proporcionar una nueva movilidad a todos los ejércitos. El
carro de combate se convirtió en el arma principal de los hititas durante el
Imperio Nuevo, como ocurrió en el resto de reinos de Oriente Próximo.
Los carros hititas, de dos ruedas de seis radios, estaban
tirados por dos caballos, y eran manejados por lo que hoy conocemos como
auriga. Sus ocupantes descargaban flechas antes de la carga, durante la cual
usaban lanzas. En las ruinas de Hattusas se han encontrado unas tablillas que
contienen el manual de hipología más antiguo de entre todos los conservados. El
texto está firmado por un tal "kikkuli", del país de Mitanni, por lo
que se considera que algún rey hitita habría tomado el servicio de un hurrita
para que le enseñara la técnica de la equitación.
Las conquistas de
Shubiluliuma I
Tras el asesinato de Muwatallis I, su sucesor, Thalia I
(1430-1400 aC) asienta las bases del nuevo imperio. Tras sofocar una serie de
rebeliones y frenar la amenaza kaska, comenzó a recuperar terreno frente a
Mitanni, alcanzado Alepo. Arnuanda I, intentó proseguir la guerra con Mitanni,
pero tuvo que enfrentarse a una invasión kaska que sólo pudo ser derrotada en
tiempos de Tudhalia II, quien, a su vez, logró someter gran parte de Anatolia
Occidental (a veces llamada Arzawa) al dominio hitita. Esta expansión,
permitió, durante el reinado de Shubiluliuma I (1344-1322), una campaña militar
decisiva contra Mitanni, en la que se saqueó su capital. Después de algunos
años de guerra, los hititas fueron capaces de apoderarse de gran parte de
Mitanni y convertir el resto en un estado vasallo. La debilidad de Egipto,
Babilonia y una Asiria que comenzaba su renacimiento, permitió a Shubiluliuma
convertirse en la mayor potencia de la época, llegando a intentar una alianza
matrimonial con Egipto, que fracasó al ser asesinado su hijo.
A la muerte de Shubiluliuma en el 1322 le sucedió
Arnuanda II, pero éste murió a causa de una epidemia un año más tarde, ocupando
el trono su hermano mayor, Mursil II (1321-1295 aC). Tan pronto como accedió al
trono se vio obligado a mantener por las armas el legado de su padre. En una
campaña de dos años destruyó el poderío de los estados de Arzawa, incluyendo
Ahhiyawas, que algunos historiadores identifican con los Aqueos y Micenas, y
luego se volvió contra los kaska, a los que causó daños importantes, alejándolos
de Hattusas por un tiempo.
Tras la muerte de Mursil heredó el trono su hijo
Muwatallis II (1295-1272), que vio como las tensiones acumuladas con Egipto por
sus antecesores implicarían con casi toda seguridad una guerra. Como
preparación ante las hostilidades, Muwatallis II trasladó la capital a
Tarhuntassa, y dejó a su hermano Hattusil III a cargo del norte del reino. Con
la subida al trono egipcio del ambicioso faraón Ramsés II, la guerra se hizo inevitable
y se produjo la batalla de Kadesh, de resultado incierto pero que frenó los
intentos de expansión egipcia.
El resurgir de
Asiria
Urhi-Teshub, hijo y sucesor de Muwatallis II, que llevó
la capital de nuevo a Hattusas se encontró con que Asiria había aprovechado la
lucha entre Egipto y el imperio hitita para ocupar lo que quedaba de Mitanni.
Para frenar esa amenaza, los hititas intentaron reinstaurar a sus vasallo en el
trono de Mitanni, pero fracasaron - a partir de este momento, Asiria se convertiría
en una amenaza constante para el reino hitita.
Hattusil III, hábil militar que destacó por sus grandes
éxitos contra los kaskas, logró el trono de su sobrino Urhi-Teshub,
probablemente debido al desprestigio de éste, pero su usurpación creó una serie
de problemas dinásticas que debilitaron todavía más el poderío del reino
hitita, especialmente cuando Urhi-Teshub buscó refugio en la corte de Ramsés
II, faraón con el que posteriormente Hattusil firmaría una tratado de paz.
Estas debilidades, junto a la fortaleza de Asiria, dieron lugar a una expansión
de esta última, que culminó, en tiempos de Tudhalia IV, hijo de Hattusil, en la
derrota de Nihriya. Los asirios se apoderaron de ricas regiones mineras cerca
del imperio hitita, y de Babilonia.
Desaparición del
imperio hitita
Tudhalia IV fue capaz de recuperarse de la derrota frente
a los asirios, reforzando el reino en Asia Menor y en Chipre, alcanzando
probablemente la máxima expansión hitita. El trono pasó a sus hijos, primero
Arnuanda III y luego, Shubiluliuma II, que tuvieron un comienzo de reinado no
muy distinto al resto de reyes hititas, con revueltas en Arzawa, Siria, Chipre,
etc. Estas revueltas fueron sofocadas, y nada le hacía presagiar un reinado muy
distinto a Shubiluliuma II; sin embargo la aparición por sorpresa de los
pueblos del mar (aproximadamente en 1200 aC), causó grandes desordenes en todo
el Mediterráneo Oriental. Estos desordenes, a los que se unieron las
tradicionales invasiones kaskas, no pudieron ser combatidos eficazmente, y como
consecuencia de ello, el reino hitita desapareció de la historia.
Algunas ramas colaterales de la familia real siguieron
conservando reinos de cultura hitita, destacando el de Carkemish en Siria, que
no fue conquistado por los asirios hasta el siglo VIII aC.
Historia de los Hititas Lista de monarcas hititas
|
||||||||||||||||