Tablilla I
I
Aquel que vio todo hasta los confines de la
tierra,
Que todas las cosas experimentó, consideró todo.
Lo oculto vio,
desveló lo velado.
Informó antes del Diluvio,
Llevó a cabo un largo viaje,
cansado y derrengado.
Todo su afán grabó en una estela de piedra.
De la
terraplenada Uruk el muro construyó,
Del reverenciado Eannal, el santuario
puro.
¡Contempla su muralla exterior, cuya cornisa es como
el cobre!
¡Mira la muralla interior, que nada iguala!
¡Advierte su umbral, que
de antiguo viene!
Acércate a Eanna, la morada de Istar,
Que ni un rey
futuro, ni un hombre, puede igualar.
Levántate y anda por los muros de Uruk,
Inspecciona la terraza de la base, examina sus ladrillos:
¿No es obra de ladrillo quemado?
¿No echaron sus
cimientos los Siete Sabios?
Falta el resto de la columna. Un fragmento hitita
[cf. J. Friedrich, ZA, XXXIX (1929), 2-5] corresponde en parte a la porción
inicial deteriorada de nuestra columna 1l y, por ende, parece contener algo del
material del final de la I columna. De tal fragmento se desprende que varios
dioses intervienen en la formación de Gilgamesh, al que dotaron de talla
sobrehumana. Finalmente, Gilgamesh llega a Uruk.
II
Dos tercios de él son dios, un tercio de él es
humano.
La forma de su cuerpo, como un buey salvaje altivo;
El empuje de sus armas no tiene par.
Mediante el tambor se reúnen suscompañeros.
Los nobles de Uruk están
sombríos en sus cámaras:
«Gilgames no deja el hijo a su padre;
Día y
noche es desenfrenada su arrogancia.
¿Es éste Gilgames, el pastor de la
amuralladaUruk?
¿Es éste nuestro pastor, osado, majestuoso, sabio?
Gilgamesh no deja la doncella a su madre,
¡La
hija de guerrero, la esposa del noble!
Los dioses escucharon sus quejas.
Los dioses del cielo del señor de Uruk ellos ...:
«¿No parió Aruru este fuerte buey salvaje?
El
empuje de sus armas en verdad no tiene par.
Mediante el tambor se reúnen sus
compañeros.
Gilgames no deja el hijo a su padre;
Día y noche es
desenfrenada su arrogancia.
¿Es éste el pastor de la amuralladaUruk?
¿Es éste
su pastor, osado, majestuoso y sabio?
Gilgamesh no deja la doncella a su madre,
¡La hija
del guerrero, la esposa del noble!»
Cuando Anu hubo escuchado sus quejas,
A la gran
Aruru llamaron:
«Tú, Aruru, creaste el hombre;
Crea ahora su doble;
Con su
corazón tempestuoso haz que compita.
¡Luchen entre sí, para que Uruk conozca la
paz!»
Cuando Aruru oyó esto,
Un doble de Anu en su
interior concibió.
Aruru se lavó las manos,
Cogió arcilla y la arrojó a la
estepa.
En la estepa creó al valiente Enkidu,
Vástago de esencia de
Ninurta.
Hirsuto de pelo es todo su cuerpo,
Posee cabello de cabeza como una
mujer.
Los rizos de su pelo brotan como Nisabal.
No conoce gentes ni tierra: Vestido va como Sumuqan.
Con las gacelas pasta en las hierbas,
Con las bestias salvajes se apretuja en
las aguadas,
Con las criaturas pululantes su corazón se deleita en el agua.
Ahora bien un cazador, un trampero,
Se le encaró
en el abrevadero
Un día, un segundo y un tercero
Se le encaró en el
abrevadero
Cuando el cazador le vio, su faz se inmovilizó.
El y sus animales entraron en su casa,
Transido de
miedo, quieto, sin un sonido,
Mientras su corazón se turbaba, nublado su
rostro.
Pues el pesar había penetrado en su vientre;
Su cara era como la de
un viejero llegado de lejos.
III
El cazador abrió su boca para hablar, diciendo a
su padre:
«Padre mío, hay un hombre que ha venido de las
colinas,
Es el más poderoso de la tierra; vigor tiene.
¡Como la esencia de
Anu, tan tremendo es su vigor!
Siempre recorre las colinas,
Siempre con las
bestias se nutre de hierba.
Siempre planta los pies en la aguada.
¡Tan
espantado estoy, queno oso acercarme a él!
Cegó las hoyas que yo había
excavado,
Destrozó mis trampas que yo había puesto,
Las bestias y las
criaturas del llano
Hizo escapar de mis manos.
¡No permite que me dedique a
la caza!»
Su padre abrió la boca para hablar, diciendo al
cazador:
«Hijo mío, en Uruk vive Gilgames.
Nadie hay
más fuerte que él.
¡Como la esencia de Anu, tan tremendo es su vigor!
Ve,
pues; hacia Uruk dirige tu faz,
Refiérele el poder del hombre.
Haz que te
entregue una ramera.
Llévala contigo;
Prevalecerá sobre él a causa
de un mayor poder.
Cuando abreve los animales en la aguada,
Se quitará] el
vestido, mostrando desnuda su madurez.
En cuanto la vea, se
acercará.
¡Le rechazarán las bestias que crecieron en su estepa!»
Oyendo el consejo de su padre,
El cazador avanzó
hacia Gilgames.
Emprendió el camino, en Uruk puso el pie:
«Gilgames,
Hay un hombre que ha venido
de las colinas,
El más poderoso de la tierra; vigor tiene.
Como la
esencia de Anu, tan tremendo es su vigor.
Siempre recorre las colinas,
Siempre con las bestias se nutre de hierba.
Siempre planta los pies en la
aguada.
¡Tan espantado estoy que no oso acercarme a él!
Cegó las hoyas que
yo había excavado,
Destrozó mis trampas que yo había puesto,
Las bestias y
las criaturasdel llano
Hizo escapar de mis manos. ¡No permite que me dedique
a la caza!»
Gilgamesh le dijo al cazador:
«Ve, cazador mío; lleva contigo una ramera.
Cuando
abreve los animales en la aguada,
Se quitará el vestido, mostrando desnuda su
madurez.
En cuanto la vea, se acercará.
¡Le rechazarán las bestias que
crecieron en su estepa!»
Fuese el cazador, llevando con él una ramera.
Emprendieron el camino, yendo rectos en su dirección.
Al tercer día al sitio
indicado llegaron. El cazador y la ramera se sentaron en sus lugares.
Un día, un segundo día, estuvieron sentados,
junto a la aguada.
Las bestias salvajes llegaron a la aguada a beber.
IV
Las criaturas pululantes llegaron, deleitándose su
corazón en el agua.
En cuanto a él, Enkidu, nacido en las colinas
Con las
gacelas pasta en las hierbas,
Con las bestias salvajes se abreva en la aguada,
Con las criaturas pululantes su corazón se deleita en el agua
La moza le contempló, al salvaje,
Al hombre bárbaro
de las profundidades del llano:
«¡Ahí está, oh moza! ¡Desciñe tus pechos,
Desnuda tu
seno para que posea tu sazón!
¡No seas esquiva! ¡Acoge su ardor!
En cuanto te
vea, se acercará a ti.
Desecha tu vestido para que yazga sobre ti.
¡Muestra al
salvaje la labor de una mujer!
Le rechazarán las bestias salvajes que crecen en
su estepa,
Cuando su amor entre en ti».
La moza libertó sus pechos, desnudó su seno,
Y él
poseyó su madurez.
No se mostró esquiva al recibir su ardor.
Desechó su vestido
y él descansó en ella.
Mostró al salvaje el trato de una mujer,
Cuando su
amor entró en ella.
Durante seis días y siete noches Enkidu se presenta,
Cohabitando con la moza.
Después que se hubo saciado de sus encantos,
Volvió
el rostro hacia sus bestias salvajes.
Al ver a Enkidu, las gacelas huyeron,
Las bestias salvajes del llano se alejaron de su cuerpo.
Sorprendióse Enkidu,
su cuerpo estaba rígido,
Sus rodillas inmóviles - pues sus bestias salvajes
habían huido.
Enkidu hubo de aflojar el paso - no era como antaño
Pero entonces tiene sabiduría, más amplia comprension.
Volvióse,
sentándose a los pies de la ramera.
Mira a la cara de la ramera,
Atento el
oído, cuando la ramera habla;
La ramera le dice, a Enkidu:
«¡Tú eres sabio, Enkidu, eres como un dios!
¿Por
qué con las criaturas silvestres vagas por el llano?
¡Ea!, deja que te lleve
a la amurallada Uruk,
Al santo templo, morada de Anu e Istar,
Donde vive
Gilgames, perfecto en fuerza,
Y como un buey salvaje señorea sobre el pueblo».
Mientras le habla, sus palabras encuentra
favor,
Su corazón se ilumina, ansía un amigo.
Enkidu le dice, a la ramera:
«¡Arriba, moza! Escóltame
Al puro templo sagrado,
morada de Anu e Istar,
Donde vive Gilgames, perfecto en fuerza,
Y como un buey
salvaje señorea sobre el pueblo.
Le retaré y osadamente me dirigiré a él,
V
Gritaré en Uruk: "¡Yo soy el poderoso!
Yo soy
aquelque puede alterar los destinos,
Aquel que nació en el llano es
poderoso; vigor tiene"».
«Levanta, pues, y vamos, para que vea tu rostro.
Te mostraré a Gilgames; donde está bien sé.
Vamos, pues, oh Enkidu, a la
amurallada Uruk,
Donde la gente resplandece en festiva indumentaria,
Donde cada día es fiesta,
Donde mozos y mozas
¡Apartan a los grandes de sus
lechos!
A ti, oh Enkidu, que disfrutas de la vida,
Mostraré a Gilgames, el
hombre jocundo.
Mírale, contempla su faz;
Radiante está de
virilidad, fuerza tiene.
Todo su cuerpo es suntuoso de madurez,
Vigor más
poderoso que tú tiene,
Sin descansar jamás de día o de noche.
¡Oh Enkidu,
renuncia a tu presunción!
Gilgames - a él estima Samas; Anu, Enlil y Ea
dilataron su sabiduría.
Antes de que bajes de las colinas, Gilgames te verá en
sus sueños en Uruk:...»
Omitidas las restantes líneas de la versión asiria
de la tablilla I, por cuanto la babilónica antigua de la tablilla II comienza
en este punto.
Tablilla II
VERSION BABILONICA ANTIGUA
II
Gilgames se levantó para revelar el sueño,
Diciendo
a su madre:
«Madre mía, durante la noche
Me sentí alegre y anduve
En medio de
los nobles.
Las estrellas aparecieron en los cielos.
La esencia de Anu
descendió hacia mí.
Intenté levantarlo; ¡pesaba demasiado para mí!
Intenté
moverlo; ¡moverlo no pude!
La tierra de Uruk lo rodeaba,
Mientras los nobles
besaban sus pies.
Cuando afirmé mi frente, me dieron soporte.
Lo levanté y lo
traje a ti».
La madre de Gilgames, que todo lo conoce,
Dice a
Gilgames: «Ciertamente, Gilgames, uno como tú
Nació en la estepa,
Y las
colinas le criaron.
Cuando le veas, como de encima de una mujer te
regocijarás.
Los nobles besarán sus pies;
Tú le abrazarás y le
conducirás a mí».
Se acostó y vio otro sueño: dice a su madre:
«Madre mía, vi otro sueño en la confusión.
En la
calle de Uruk de amplios mercados
Había un hacha, y se habían reunido
alrededor de ella.
Singular era la forma del hacha.
En cuanto la vi, me regocijé.
Me gustó, y como si fuera una mujer,
Me atrajo.
La cogí y la coloqué
En mi
costado».
La madre de Gilgamesh, que todo lo conoce,
Dice a
Gilgamesh:
(laguna breve)
«Porque hice que rivalizara contigo».
Mientras
Gilgames revela su sueño,
Enkidu se halla sentado ante la ramera.
Enkidu olvida dónde nació.
Durante seis días y
siete noches Enkidu sale,
Cohabitando con la moza.
Después la ramera abrió la
boca,
Diciendo a Enkidu:
«Según te veo, Enkidu, te has hecho como un dios;
¿Por cuál motivo con las criaturas salvajes tú recorres la llanura?
Levántate,
te guiaré A Uruk, de amplios mercados,
Al templo santo, morada de Anu;
Enkidu,
levántate, te guiaré A Eanna, morada de Anu,
Donde vive Gilgames, cabal en
sus hazañas,
Y le amarás a ti mismo.
¡En pie,
álzate del suelo, Lecho del pastor!»
Escuchó sus palabras, aprobó su alocución;
El
consejo de la mujer cayó en su corazón.
Ella se quitó sus vestidos;
Con una
(prenda) le ciñó,
Con la otra prenda se vistió.
Tomándole de la
mano,
Le lleva como una madre
A la junta de los pastores,
Al sitio del redil.
En torno a él los pastores se apiñaron.
(faltan
varias líneas)
III
La leche de las criaturas salvajes
Solía mamar.
Comida dispusieron ante él;
Se atragantó, boqueó
Y abrió mucho los ojos.
Nada
sabe Enkidu de comer manjares;
A apurar bebida fuerte no le habían enseñado.
La ramera abrió la boca, Diciendo a Enkidu:
«Come el alimento, Enkidu,
Porque es deber de vida;
Consume la bebida fuerte, porque es costumbre de la tierra».
Enkidu comió el
alimento,
Hasta que se hubo saciado;
De bebida fuerte apuró siete copas.
Despreocupado se hizo su talante y alegre,
Su corazón exultó
Y su cara resplandeció.
Frotó la excrecencia velluda,
El pelo de su cuerpo,
Ungióse con óleo,
Se hizo
humano.
Se puso vestidos,
¡Es como un novio!
Empuñó su arma
Para espantar los
leones,
A fin de que los pastores puedan descansar de noche.
Apresó lobos,
Capturó leones,
Los principales ganaderos reposaron sosegados;
Enkidu es su
centinela, ¡El hombre atrevido, El héroe único!
A [...] dijo:
(faltan varias líneas)
IV
Cuando levantó
los ojos,
Contempló un hombre. Dice a la ramera:
«¡Trae a ese hombre, moza! ¿Por qué vino aquí? Hazme
oír su nombre».
La ramera llamó al hombre. Yendo hasta él y
diciéndole:
«Señor ¿ a dónde te apresuras ? ¿Cuál es tu afanoso
rumbo?»
El hombre abrió la boca, diciendo a Enkidu:
«En la casa del consejo se ha entremetido,
Que se
reserva para la gente ... para himeneo.
En la ciudad ha acumulado profanación.
Imponiendo extrañas cosas a la infausta ciudad.
Para el rey de Uruk, la de
amplios mercados,
El tambor del pueblo suena para la elección nupcial.
Para Gilgames, rey de Uruk, la de amplios mercados,
El tambor del pueblo suena
Para la nupcial elección,
A fin de que con legítimas
mujeres se ayunte.
Él es el primero,
El marido viene después.
Por el
consejo de los dioses fue ordenado.
¡Al cortar su cordón umbilical
Se decretó así para
él!»
A estas palabras del hombre
Su rostro palideció.
(faltan unas 3 líneas)
V
(faltan unas 6 líneas)
Enkidu camina delante
Y la moza en pos de él.
Cuando entró en Uruk, la de amplios mercados,
La población le rodeó.
Cuando se detuvo en la calle De Uruk, la de amplios mercados,
El pueblo se
juntó, diciendo de él:
«¡Es como Gilgames en persona! Aunque de talla más
baja,
Tiene los huesos más recios.
Es el más fuerte de la tierra; vigor
tiene.
La leche de las criaturas salvajes
Solía mamar.
En Uruk habrá un
constante resonar de armas».
Los nobles se regocijaron:
«¡Un héroe ha aparecido
Para hombre del mismo porte!
Para Gilgames, igual a un dios,
Su igual ha comparecido».
Para Ishtar el se dispone. Gilgamesh.
Cuando se acerca, Enkidu se yergue en la calle
Para cerrar
el paso a Gilgameshen su poder.
(VI)
Se encontraron en el Mercado de la Tierra.
Enkidu
atrancó la puerta con su pie,
Impidiendo que Gilgamesh entrase.
Se asieron uno
a otro,
Enlazados con fuerza, como toros.
Destrozaron la jamba,
Mientras el
muro se estremecía.
Gilgames y Enkidu ae asieron uno a otro,
Enlazados
con fuerza, como toros;
Destrozaron la jamba,
Mientras el muro se estremecía.
Cuando Gilgames dobló la rodilla
Con el pie en el suelo
Su furia se aplacó
Y se volvió para alejarse.
Cuando se volvió, Enkidu habla a Gilgames:
«Por unigénito tu madre Te concibió,
¡La vaca
salvaje de las dehesas, Ninsunna!
Tu cabeza se alza sobre los hombres.
¡Realeza
sobre la gente Enlil te ha concedido!»
Tablilla III
VERSION BABILONICA ANTIGUA
Los fragmentos del texto ponen en evidencia que
Gilgames se propone salir contra el monstruoso Humbaba, que
vive en la Selva de los Cedros. Enkidu procura disuadirle, pero el empeño de
Gilgames resulta evidente en las siguientes líneas de la Versión Babilónica
Antigua
Gilgames abrió la boca, diciendo a Enkidu:
«¿Quién, amigo mío, puede escalar al cielo?
Sólo
los dioses viven eternamente bajo el sol
Para la humanidad, contados son sus
días;
¡Cuanto ejecuta no es sino viento!
Incluso tú temes la muerte.
¿Qué hay de tu poder heroico?
Deja que vaya delante de ti,
Haz que tu boca
me grite,
"¡Avanza; no temas! Si yo cayere, habré conquistado nombradía:
"Gilgames", dirán, "contra el fiero Humbaba ha caído".
Mucho después que Mi estirpe haya nacido en mi casa».
Del texto fragmentario de las tablillas IV y V se
colige que la arriesgada expedición de los dos héroes contra Huwawa se remata
con éxito.
Él se lavó la sucia cabellera, acicaló sus armas,
La
trenza de su pelo sacudió contra su espalda.
Arrojó sus manchadas cosas, se
puso otras limpias,
Se envolvió en un manto franjeado y se abrochó un ceñidor.
Cuando Gilgames se hubo puesto la tiara,
La gloriosa Istar levantó un ojo ante
la belleza de Gilgames:
«¡Ven, Gilgamesh, sé tú mi amante!
Concédeme tu
fruto.
Serás mi marido y yo seré tu mujer.
Enjaezaré para ti un carro de
lapislázuli y oro,
Cuyas ruedas son áureas y cuyas astas son de bronce.
Tendrás
demonios de la tempestad que uncir a fuer de mulas poderosas.
En la fragancia
de los cedros entrarás en nuestra casa.
Cuando en nuestra casa entres,
¡El
umbral y el tablado besarán tus pies!
¡Se humillarán ante ti reyes, señores y
príncipes!
El producto de colinas y de llano te ofrecerán por tributo.
Tus
cabras engendrarán crías triples, tus ovejas gemelos,
Tu asno en la carga
sobrepujará a tu mula.
Los corceles de tu carro serán famosos por su carrera,
¡Tu buey bajo el yugo no tendrá rival!»
Gilgamesh abrió la boca para hablar, diciendo a
la gloriosa Istar:
«¿Qué te daré a ti para que pueda tomarte en
matrimonio?
¿Te daré aceite para el cuerpo y vestidos?
¿Pan y
vituallas? ... comida digna de la divinidad ... bebida propia de la
realeza.
(29-31) (mutilado)
¿... si yo te tomo en matrimonio?
No eres más que
un brasero que se apaga con el frío;
Una puerta trasera que no detiene la
ráfaga ni el huracán;
Un palacio que aplasta al valiente ...;
Un turbante cuyo
amparo ...;
Pez que ensucia a los porteadores;
Odre que empapa al que lo
carga;
Piedra caliza que comba el baluarte de piedra;
¡Calzado que oprime el pie de su propietario!
¿A cuál amante
amaste siempre?
¿Cuál de tus pastores plugo a ti constantemente?
Vamos, y mencionaré para ti tus amantes:
Para Tammuz, el amante de tu juventud,
Has ordenado llantos año tras año.
Habiendo amado al pintado pájaro pastor,
Le
lastimas, rompiendo su ala.
En los sotos permanece, chillando: "¡Mi
ala"!
Después amaste a un león, perfecto en fuerza;
Siete hoyas
y siete cavaste contra él.
Luego a un garañón amaste, famoso en la batalla;
El
látigo, el acicate y la brida ordenaste para él.
Decretaste para él un galope
de siete leguas,
Decretaste para él una bebida de agua cenagosa;
¡Para su
madre, Silili, ordenaste gemidos!
Después amaste al guardián del rebaño,
El cual
siempre amontonó para ti pasteles,
A diario sacrificó cabritos por ti;
Pero tú le afligiste, trocándole en lobo,
Para que sus gañanes le ahuyentaran,
Y sus perros le mordieran las ancas.
Luego amaste a Isullanu, jardinero de tu padre,
Que
te ofrecía siempre cestas de dátiles,
Y diariamente adornó tu mesa.
Tus ojos se
levantaron hasta él, tú fuiste a él:
"Oh Isullanu mío, ¡probemos tu vigor!
¡Extiende tu «mano» y toca nuestra «modestia»!"
Isullanu te dijo: "¿Qué deseas de mí?
¿Acaso no coció mi madre, no he comido,
Para que yo pruebe el manjar hediondo,
impuro?
¿Protegen las cañas del frío?".
Cuando le oíste hablar así,
Le castigaste y le
convertiste en un topo.
Le colocaste en medio de...
No puede subir...
no puede bajar...
Si me amas, me tratarás como a ellos».
Cuando Istar oyó esto, Istar se enfureció y
ascendió al cielo.
Se adelantó Istar ante Anu, su padre,
A Antum, su madre,
fue y dijo:
«Padre mío, ¡Gilgames ha acumulado insultos sobre
mí!
Gilgames ha enumerado mis hediondos hechos,
Mi fetidez y mi impureza».
Anu abrió la boca para hablar, diciendo a la
gloriosa Istar:
«Pero, en verdad, tú le incitarías.
Y por ello
Gilgames ha citado tus hediondos hechos,
Tu fetidez y tu impureza».
Istar abrió la boca para hablar, diciendo a Anu, su
padre:
«Padre mío, ¡hazme el Toro del Cielo para que
castigue a Gilgames,
Si tú no me haces el
Toro del Cielo,
Quebraré las puertas del mundo inferior,
Yo
levantaré los muertos roídos y vivos,
¡Para que los muertos superen a
los vivos!»
Anu abrió la boca para hablar, diciendo a la
gloriosa Istar:
«Si hago lo que me pides,
Habrá siete años de
cáscaras hueras.
¿Has cosechado grano para la gente?
¿Has cultivado hierba
para las bestias?»
Istar abrió la boca para hablar, diciendo a Anu,
su padre:
«Grano para la gente he almacenado,
Hierba
para las bestias he proporcionado.
Si ha de haber siete años de cáscaras,
He reunido grano para la gente,
He cultivado hierbapara las bestias».
El estado fragmentario de las líneas 114-128 impide
su traducción. Sin embargo, se desprende de ellas que Anu cedió a la petición
de Istar, porque el Toro baja y mata centenares de hombres con sus dos primeros
resuellos.
Con su tercer resoplido saltó contra Enkidu.
Enkidu paró su embestida.
Brincó a lo alto Enkidu, asiendo al Toro del
Cielo por los cuernos.
El Toro del Cielo lanzó su espuma a su cara,
Le
restregó con lo espeso de la cola.
Enkidu abrió la boca para hablar, Diciendo a
Gilgames:
«Amigo mío, nos hemos preciado ...».
Las líneas 137-151 están mutiladas, pero las
incidencias de la lucha se manifiestan en las siguientes.
Entre el cuello y las astas hincó su espada.
Cuando hubieron matado al Toro, arrancaron su corazón,
Colocándolo ante Samas.
Retrocedieron y rindieron homenaje a Samas.
Los dos hermanos se sentaron.
Entonces Istar subió al muro de la amurallada Uruk,
Se encaramó en las almenas, pronunciando una maldición:
«¡Ay de Gilgames porque me injurió Matando al Toro
del Cielo!»
Cuando Enkidu oyó estas palabras de Istar,
Arrancó
el muslo derecho del Toro del Cielo
Y lo lanzó a su cara:
«Si pudiera atraparte, como a él te trataría. ¡Sus
entrañas colgaría a tu lado!»
A esto Istar congregó a las consagradas,
Las mozas
de placer y las rameras del templo.
Sobre el muslo derecho del Toro del
Cielo lanzó un lamento.
Pero Gilgames llamó a los artífices, a los armeros,
A todos ellos.
Los artesanos admiraron la grosura de sus cuernos:
Cada
uno está compuesto de treinta minas de lapislázuli;
La capa superior de cada
uno tiene dos dedos de grueso;
Seis medidas de aceite, la capacidad de los
dos,
Ofreció como unción a su dios, Lugalbanda.
Los llevó y suspendió en su alcoba principesca.
En
el Éufrates se lavaron las manos,
Se abrazaron a medida que caminaban,
Atravesando la calle comercial de Uruk.
La gente de Uruk se reúne para
contemplarlos.
Gilgames a las tañedoras de lira de Uruk dice (estas) palabras:
«¿Quién es el más espléndido entre los héroes?
¿Quién el más glorioso de los hombres?»
«Gilgames es el más espléndido entre
los héroes,
[Gilgames es el más glori]oso de los hombres».
(186-188) (mutilado)
Gilgamesh en su palacio festeja.
Yacen los
héroes en sus lechos nocturnos.
También Enkidu está acostado, viendo un sueño.
Se levantó Enkidu a relatar su sueño, diciendo a su amigo:
«Amigo mío, ¿por qué los grandes dioses se juntan en
consejo?»
Tablilla VII
Las dos primeras columnas de esta tablilla, el sueño
de Enkidu, faltan en la Versión Asiria.
.. Entonces llegó la luz del día.
Y Enkidu respondió a Gilgames:
«Oye el sueño que tuve anoche: Anu, Enlil, Ea y el
celestial Samas
Celebraban consejo.
Y Anu dijo a Enlil:
"Porque el Toro del Cielo
mataron, y a Humbaba mataron; por consiguiente",
dijo Anu, "uno de
ellos,
Aquel que taló los montes del cedro,
Debe morir".
Pero Enlil dijo:
"¡Enkidu debe morir; Pero
Gilgames no morirá!
Entonces el celeste Samas respondiá al bravo Enlil:
¿No mataron por orden mía
Al Toro del Cielo y a
Humbaba?
¿Debe ahora el inocente Enkidu perecer?"
Pero Enlil se enfrentó Iracundo con el celestial
Samas:
"Porque muy semejante
A un camarada suyo, tú bajaste a diario hasta
ellos"».
Enkidu cayó (enfermo) ante Gilgames.
Y mientras
susl lágrimas se deslizaban (dijo):
«¡Oh hermano mío, mi querido hermano!
¡A mi tenían
que perdonar a expensas de mi hermano!»
Además:
«¿Tengo yo junto al espíritu de los muertos
Que
sentarme, en la puerta del espíritu,
Y jamás de nuevo contemplar a mi
querido hermano con mis ojos?»
El resto se ha perdido. En una postrera revisión de
su existencia, Enkidu parece lamentar los sucesos que le han llevado a tan
triste trance, maldiciendo las etapas sucesivas de su vida predestinada. Una de
sus maldiciones, conservadas en un fragmento asirio, se dirige contra la puerta
que lisió su mano.
Enkidu levantó sus ojos,
Hablando a la
puerta como si fuera humana:
«¡Tú, puerta de los bosques, incomprensiva,
No
dotada de entendimiento!
A veinte leguas de distancia elegí tu bosque,
(Mucho antes de que contemplara el cedro altivo.
No tiene igual tu bosque en
la tierra.
Seis docenas de codos es tu altura, dos docenas tu anchura,
Tu poste, tu poste contera, tu poste tirador ...
Un maestro de artífices de
Nippur te construyó.
Si hubiese sabido, oh puerta, que esto sucedería
Y
que ésta tu belleza ...
Hubiese enarbolado el hacha, hubiese ...
¡Hubiese colocado un marco de caña sobre ti!»
Sigue una extensa laguna. Cuando el texto se
restablece, Enkidu, prosiguiendo su amargo balance, invoca la maldición de
Samas sobre el cazador.
III
«¡... destruya su riqueza, disminuya su poder!
Sea
su camino repugnante en tu presencia.
Escapen las bestias que quiera
apresardelante de él.
¡No consiga el cazador la plenitud de su corazón!»
Después su corazón urgióle a maldecir a la
ramera:
«¡Ea, moza!, decretaré tu destino,
¡Un destino
que no concluirá en toda la eternidad!
Te maldeciré con maldición grande,
Un
juramento cuyas maldiciones pronto te abrumarán.
... exceso de tus
encantos.
(11-17) (mutilado)
... arrojará en tu casa.
... el camino será tu
morada,
La sombra de la pared será tu paradero,
... tus pies,
Los fatuos
y los sedientos herirán tu mejilla.
(23-30) (mutilado)
Cuando
Samas oyó estas palabras de su boca,
Sin dilación le gritó desde el cielo:
«¿Por qué, oh Enkidu, maldices a la ramera,
Que te
hizo comer manjares dignos de la divinidad,
Y te dio vino propio de la realeza,
Que te vistió con nobles ropas,
Y te hizo poseer el noble Gilgames por
camarada?
¿Y Gilgamesh, tu amigo cordial,
No te ofreció
un lecho preclaro?
Te hizo ocupar un lecho de honor,
Te colocó en el asiento de
la holgura, en el asiento de la izquierda,
¡Para que los príncipes de la
tierra besaran tus plantas !
Hará que las gentes de Uruk lloren por ti y se
lamenten,
Que el pueblo alegre gima por ti. Y, cuando te hayas ido,
Su cuerpo
de pelo intenso cubrirá,
Pondráse una piel de león y errará por la estepa».
Cuando Enkidu oyó las palabras del valiente
Samas,
... su corazón vejado se aquietó.
Laguna breve.
Tranquilizándose, Enkidu cambia su
maldición en bendición.
Habla de nuevo a la muchacha
IV
«Así... vuelva a tu lugar... .
Reyes,
príncipes y nobles te amarán.
Ninguno por ti se golpeará el muslo.
Por ti
el ancianomeneará su barba.
... el joven desceñirá su cinto.
...
cornerina, lapislázuli y oro.
Así sea retribuido quien te mancille,
Quede su
casa vacía, su colmado almacén.
A la presencia de los dioses el sacerdote
te permitirá entrar,
Por ti se abandonará la esposa,
aunque sea madre
de siete».
... Enkidu, cuyo humor es sombrío, ... yace a
solas.
Aquella noche comunica sus sentimientos a su
amigo:
«Amigo mío, vi un sueño anoche:
Los cielosgemían, la tierra respondió;
... yo estaba solo.
... su faz se
oscureció.
Como en ... era su rostro.
... como las garras del águila eran
sus zarpas.
... él me dominó.
... él salta.
... él me sumergió.
(23-30) (mutilado o ausente)
... él me transformó,
De forma que mis
brazos eran ... como los de un ave.
Mirándome, me guía a la Casa de las
Tinieblas,
La mansión de Irkalla,
A la casa que no abandona quien entró en
ella,
Por el camino que no tiene regreso,
A la casa cuyos habitantes carecen de
luz,
Donde el polvo es su vianda y arcilla su manjar.
Están pergeñados como
pájaros, con alas por vestiduras,
Y no ven luz, residiendo en la oscuridad.
En la Casa del Polvo, en que había entrado,
Contemplé gobernantes sin sus coronas;
Vi príncipes, a los nacidos para
la corona,
Que habían regido la tierra desde días pretéritos.
Estos dobles de
Anu y Enlil servían carnes asadas;
Servían pasteles y escanciaban
Agua fresca
de los odres.
En la Casa del Polvo, en que había entrado,
Reside
el sumo sacerdote y el acólito,
Reside el encantador y el extático,
Residen los
lavadores, ungidores de los grandes dioses.
Reside Etanal, reside Sumuqan.
Ereskigal vive allí, Reina del submundo,
Y
Belit-Seri, registrador del mundo inferior, se arrodilla ante ella.
Ella
mantiene una tablilla y la lee. Levantando su cabeza, me contempla:
Diciendo: "¿Quién] trajo a éste aquí?"»
Falta el resto de la tablilla en la Versión Asiria,
pero pueden destacarse los siguientes fragmentos
«¡Recuerda todos mis viajes con él!
Mi amigo
vio un sueño cuyos augurios eran des favorables:
El día en que vio el sueño terminó
Abatido está
Enkidu.
Un día, un segundo día.
El sufrimiento de
Enkidu, en el lecho, aumenta.
Un tercer día, un cuarto día ...
Un
quinto día, un sexto y un séptimo;
Un octavo, un noveno y un décimo día,
El
sufrimiento de Enkidu, en el lecho, aumenta.
Un undécimo y un duodécimo día ...
Abatido está Enkidu en su lecho de dolor.
Al fin llamó a Gilgames y le dijo:
"Amigo mío, ¡me ha maldecido!
No como
el que cae en batalla moriré,
Pues temí la batalla ...
Amigo mío, el
que [muere] en la batalla es bendecido.
Pero yo ... "»
Tablilla VIII
I
Al primer resplandor del alba Gilgamesh dijo a su
amigo:
«Enkidu, tu madre una gacela, un onagro tu padre,
te engendraron.
Aquellos cuya señal son sus colas te criaron, y el ganado de
la llanura y de todos los pastos.
¡Ojalá las huellas de Enkidu en el Bosque de
los Cedros
Lloren por ti, jamás callen noche y día!
Así los mayores de la
amplia y amurallada Uruk lloren por ti.
Llore por ti el dedo que se extienda
detrás de nosotros bendiciendo.
Llore por ti y despierte ecos en la campiña
como si fuera tu madre.
Llore por ti... en cuyo centro nosotros...
Llore
por ti oso, hiena, pantera, tigre, ciervo, leopardo, león; bueyes,
venado, cabra montés,
Y las criaturas salvajes del llano.
Llore por ti el río
Ula ... por cuyas riberas solíamos pasear.
Llore por ti el puro Eufrates, del
que sacábamos agua para el odre.
Lloren por ti los guerreros de la amplia y
amurallada Uruk [... ] matamos el Toro...
Llore por ti
quien en Eridu ensalzó tu nombre.
Llore por ti quien ensalzó tu nombre.
Llore por ti quien
proporcionó grano para tu boca.
Llore por ti quien puso ungüento en
tu espalda.
Llore por ti quien puso cerveza en tu boca.
Llore por ti la
meretriz que te ungió con aceite fragante.
Llore por ti la mujer y el anillo de tu elección.
¡Lloren los hermanos por ti como hermanas ... y
crezcan larga su cabellera por ti !»
II
«¡Oídme, oh ancianos, y prestadme oídos!
Por
Enkidu, mi amigo, lloro,
Gimiendo amargamente como una plañidera.
El hacha de
mi costado, confianza de mi mano,
El puñal de mi cinto, el escudo delante de
mí,
Mi túnica de fiesta, mi más rico tocado.
¡Un demonio perverso apareció
arrebatándomelos!
¡Oh mi amigo menor, tú cazaste
El onagro de las
colinas, la pantera del llano!
¡Enkidu, mi amigo menor, cazaste
El onagro de
las colinas, la pantera del llano!
¡Nosotros que vencimos todas las cosas,
escalamos los montes,
Que prendimos el Toro y lo matamos,
¡Afligimos a
Humbaba, que vivía en el Bosque de los Cedros!
¿Cuál es el sueño que se adueñó
de ti? ¡Ignoras y no me oyes!»
Pero no levanta sus ojos;
Tocó su corazón, pero no
late.
Entonces veló a su amigo como una desposada,
Arrebatado cerca de
él como un león,
Como una leona privada de sus cachorros.
Va y viene
ante el lecho,
Arrancándose el pelo y esparciéndolo ...
¡Desgarrando y diseminando su atuendo
Como si estuviera impuro!
Al primer
arrebol del alba, Gilgames....
Entonces Gilgamesh envió un pregón al país:
«Oh
forjador ... , Batidor de cobre, aurífice, lapidario:
¡Haced a mi amigo ...
! »
[Entonces] formó una estatua para su amigo,
El amigo cuya estatura ...
:
«..., de lapislázuli es tu pecho, de oro tu
cuerpo, ... ».
III
«Un lecho de honor te hice ocupar,
Te coloqué en
el asiento de la holgura, en el asiento de la izquierda,
Para que los
príncipes de la tierra besaran tus pies.
Haré que las gentes de Uruk lloren
por ti y se lamenten,
Que el pueblo alegre gima por ti.
Y, cuando te
hayas ido,
Cubriré mi cuerpo de pelo intonso
Y, vistiendo una piel de león,
erraré por la estepa.»
Al primer arrebol del alba, Gilgamesh
Aflojó su
banda ....
El resto de la tablilla falta o su estado
fragmentario impide su traducción, salvo en el caso de las líneas siguientes:
V
Al primer resplandor del alba, Gilgamesh formó
... ,
Sacó una ancha mesa de madera elammaqu,
Llenó de miel una jarra de cornerina,
Llenó de requesón una jarra de lapislázuli, ... decoró y expuso al sol.
Tablilla IX
I
Por Enkidu, su amigo, Gilgamesh
Llora sin duelo,
mientras vaga por el llano:
«Cuando muera, ¿no seré como Enkidu?
El espanto ha
entrado en mi vientre.
Temeroso de la muerte, recorro sin tino el llano.
Hacia
Utnapishtiml, hijo de Ubar-Tutu,
Para avanzar velozmente he emprendido el
camino.
Al llegar de noche a los pasos de la montaña,
Vi el león y me
amedrenté,
Levanté mi cabeza hacia Sin para rezar.
A los dioses
fueron mis plegarias. ¡... tú presérvame!»
De noche, mientras reposaba, despertóse de un
sueño.
Había ... , jocundos de vida. Enarboló el hacha en su mano,
Tiró del
puñal de su cinto. Como una flecha descendió entre ellos.
Los hirió y los
acuchilló.
El resto de la tablilla IX nos relata las aventuras
de Gilgamesh, que atraviesa con éxito las tinieblas de la cordillera de Masu,
custodiada por hombres escorpiones.
Tablilla X
Esta tablilla, que narra el progreso de Gilgamesh en
busca de la inmortalidad, se halla representada por cuatro versiones distintas.
No obstante, dos de ellas, la hitita y la hurrita, se conservan en fragmentos tan
inconexos, que impiden una traducción corrida e inteligible. En cambio, existen
considerables porciones utilizables en las recensiones Babilónica Antigua y
Asiria.
VERSION BABILONICA ANTIGUA
I
(principio en fragmentos perdidos)
«[...]...
Con sus pieles se viste, come carne,
Oh
Gilgames, lo que no ha ocurrido
Mientras mi viento empuja las aguas.»
Samas estaba perturbado, como le correspondía;
Dice
a Gilgames: «Gilgames, ¿a dónde vagas tú?
La vida que persigues no hallarás.»
Gilgames le dice, al valiente Samas:
«Después de andar y errar por la estepa,
¿Descansará mi cabeza en el corazón de la tierra
Para dormir a través de todos
los años?
¡Deja que mis ojos contemplen el sol,
A fin de que me sacie de luz!
La oscuridad se retira cuando hay luz suficiente.
¡Ojalá el que esté en verdad
muerto vea aún el resplandor del sol!»
II
(Principio destruido. Gilgamesh habla a Siduri, la
cervecera:)
«Aquel que conmigo soportó todas las labores
Enkidu, a quien yo amaba entrañablemente, que conmigo soportó todas las
labores
¡Ha conocido el destino de la humanidad! Día y noche he llorado por
él.
No le entregué para que le sepultasen
Por si mi amigo se levantaba ante
mi lamento-
Siete días y siete noches,
Hasta que un gusano se deslizó de su
nariz.
Desde su fallecimiento no encontré vida,
He vagado como un cazador
por en medio del llano.
Oh cervecera, ahora que he visto tu rostro,
No
consientas que vea la muerte que constantemente temo.»
La cervecera dijo a Gilgames:
III
«Gilgames, ¿a dónde vagas tú?
La vida que persigues
no hallarás.
Cuando los dioses crearon la humanidad,
La muerte para la
humanidad apartaron,
Reteniendo la vida en las propias manos.
Tú, Gilgames,
llena tu vientre,
Goza de día y de noche.
Cada día celebra una fiesta
regocijada,
¡Día y noche danza tú y juega!
Procura que tus
vestidos sean flamantes,
Tu cabeza lava; báñate en agua.
Atiende al
pequeño que toma tu mano,
¡Que tu esposa se deleite en tu seno!
¡Pues ésa es
la tarea de la [humanidad]!»
(el resto de la columna está fragmentado)
IV
En su cólera los destroza.
Cuando regresó, sube a
él.
Sursunabu sus ojos contempla.
Sursunabu dice a Gilgames:
«Dime tú, ¿cuál es tu nombre ?
Soy Sursunabu, el
de Utnapishtim el Lejano».
Gilgames le dice, a Sursunabu:
«En cuanto a mí, Gilgames es mi nombre,
Quien vino
de Uruk-Eanna,
Quien atravesó los montes,
Un viaje distante, cuando el sol
se alza.
Oh, Sursunabu, ahora que he visto tu rostro,
Muéstrame a Utnapishtim
el Lejano».
Sursunabi dice a Gilgames.
(falta el resto)
(La Versión Asiria de la tablilla X relata los
episodios del encuentro con Siduri y con Sursunabu [Urshanabi en la Versión
Asiria], y el relato de la travesía de las Aguas de la Muerte hasta la vivienda
de Utnapishtim. La parte final de la tablilla X es:)
V
Gilgames dijo a Utnapishtim:
«Para poder llegar a contemplar a Utnapishtim,
A quien llaman el Lejano
Recorrí y anduve por todos
los paises,
Atravesé montes abruptos,
Crucé todos los mares. Mi faz no se sació
de dulce sueño,
Me exasperé con el insomnio;
Llené mis coyunturas de
infortunio.
No hubiese alcanzado la casa de la cervecera,
Cuando mi ropa
estaba gastada.
Maté oso, hiena, león, pantera,
Tigre, ciervo y cabra
montés
Las bestias salvajes y lo que repta del llano.
Sus carnes comí y sus
pieles ceñí alrededor de mí».
(El resto de esta columna está demasiado mutilado
para poder traducirlo. Falta el principio de la ultima columna, excepto el
final de las doctas observaciones de Utnapishtim):
VI
«¿Construimos una casa para siempre?
¿Sellamos
contratos para siempre?
¿Los hermanos dividen porciones para siempre?
¿Persiste para siempre el odio en la tierra?
¿Acaso el río siempre crece y
causa inundaciones?
La libélula abandona su vaina
Para que su
cara no pueda mirar sino la cara del sol.
Desde los días de antaño no hubo
permanencia;
¡Los que descansan y los muertos qué iguales
son!
¿No componen la misma imagen de la muerte
El plebeyo y el noble,
Cuando
se hallan próximos a su destino?
Los Anunnaki, los grandes dioses, se congregan;
Mammetum, hacedor del destino, con ellos decreta el hado:
Muerte y vida
determinan.
Pero de la muerte los días no se revelan».
Tablilla XI
Gilgames le dijo, a Utnapishtim el Lejano:
«Cuando te miro, Utnapishtim,
Tus rasgos no son
extraños; incluso como yo eres.
Tú no eres extraño; antes bien, como yo eres.
¡Mi corazón te había imaginado como resuelto a batallar,
Pero descansas
indolente sobre tu dorso!
Dime, ¿cómo te sumaste a la Asamblea de los dioses,
En tu busca de la vida?»
Utnapishtim dijo a él, a Gilgames:
«Te revelaré, Gilgames, una materia oculta
Y
un secreto de los dioses te diré:
Suruppak--ciudad que tú conoces
Y que en
las riberas del Éufrates está situada,
Esa ciudad era antigua como lo eran
los dioses de su interior,
Cuando sus corazones impulsaron a los grandes dioses
a suscitar el diluvio.
Estaban Anu, su padre,
El valiente Enlil, su consejero,
Ninurta,
su asistente, Ennuge, su irrigador.
Ninigiku-Ea también estaba presente con
ellos;
Sus palabras repite a la choza de cañas:
"¡Choza de cañas, choza de cañas! ¡Pared,
pared!
¡Choza de cañas, escucha! ¡Pared, vibra!
Hombre de Suruppak, hijo de
Ubar-Tutu,
¡Demuele esta casa, construye una nave!
Renuncia a las
posesiones, busea la vida.
¡Desiste de bienes mundanales y mantén el alma
viva!
A bordo de la nave lleva la simiente de todas las
cosas vivas.
El barco que construirás,
Sus dimensiones habrá que
medir.
Igual será su amplitud y su longitud.
Como el Apsu lo
techarás".
Entendí y dije a Ea, mi señor:
"He aquí, mi señor, lo que así ordenaste
Tendré a honra ejecutar. Pero, ¿ qué contestaré a la ciudad, a la gente y a
los ancianos ?"
Ea abrió su boca para hablar, Diciendo a su
servidor:
En tal caso les hablarás así:
"He sabido que
Enlil me es hostil,
De modo que no puedo residir en vuestra ciudad,
Ni
poner mi pie en el territorio de Enlil.
Por lo tanto, a lo Profundo bajaré,
Para vivir con mi señor Ea.
Pero sobre vosotros derramará la abundancia,
Los pájaros selectos, los más excelentes peces.
La tierra se colmará de
riqueza de cosechas.
Aquel que en el ocaso ordena las vainas verdes,
Verterá
sobre vosotros una lluvia de trigo".
Al primer resplandor del alba,
La tierra se juntó a
mi alrededor.
(50-53) (demasiado fragmentario para ser traducido)
Los pequeños llevaban brea,
Al paso que los
grandes transportaban el resto de lo necesario.
Al quinto dia tendí su
maderamen.
Un acre entero era el espacio de su suelo,
Diez docenas de codos
la altura de cada pared,
Diez docenas de codos cada borde del cuadrado
puentel.
Preparé los contornos y lo ensamblé.
Lo proveí de seis puentes,
Dividiéndolo así en siete partes.
El plano de su piso dividí en nueve partes.
Clavé desaguaderos en él.
Me procuré pértigas y acopié suministros.
Seis
medidas "sar" de betún eché en el horno,
Tres "sar" de asfalto también eché en el
interior,
Tres "sar" de aceite los portadores de cestas
transportaron,
Aparte de un "sar" de aceite que la calafateadura consumió,
Y los dos "sar" de aceite que el barquero estibó.
70 Bueyes maté
para la gente,
Y sacrifiqué ovejas cada día.
Mosto, vino rojo,
aceite y vino blanco
Di a los trabajadores para beber, como si fuera agua
del río,
Para que celebrasen como en el Día del Año Nuevo.
Abrí ... ungüento,
aplicándolo a mi mano.
Al séptimo día el barco estuvo completo.
La botadura fue ardua,
Hasta el punto de que
hubieron de cambiar las planchas de encima y de debajo,
hasta que dos tercios
de la estructura entraron en el agua.
Cuanto tenía cargué en él:
Cuanta plata tenía cargué en él;
Cuanto oro tenía cargué en él;
Cuantos seres
vivos tenía cargué en él.
Toda mi familia y parentela hice subir al
barco.
Las bestias de los campos, las salvajes criaturas de los campos,
Todos los artesanos hice subir a bordo.
Samas me había fijado un
tiempo:
"Cuando aquel que ordena la intranquilidad
nocturna,
Envíe una lluvia de tizón,
¡Sube a bordo y clava la entrada!
Aquel
tiempo señalado llegó:
"Aquel que ordena la intranquilidad nocturna, envía
una lluvia de tizón".
Contemplé la apariencia del tiempo.
El tiempo era
espantoso de contemplar.
Subí al barco y clavé la entrada.
Para clavar todo
el barco, a Puzur-Amurri, el barquero,
Cedí la estructura con su contenido.
Al primer resplandor del alba,
Una nube negra se
alzó del horizonte.
En su interior Adad truena,
Mientras Sullat y Hanis
van delante,
Moviéndose como heraldos sobre colina y llano.
Erragal
arranca los postes;
Avanza Mnurta y hace que los diques sigan.
Los Anunnaki levantan las antorchas,
Encendiendo la
tierra con su fulgor.
La consternación debida a Adad llega a los cielos,
Pues
volvió en negrura lo que había sido luz.
La vasta tierra se hizo arlicos como
una perola.
Durante un día la tormenta del sur sopló,
Acumulando velocidad
a medida que bufaba sumergiendo los montes,
Atrapando a la gente como
una batalla.
Nadie ve a su prójimo,
No puede reconocerse la gente
desde el cielo.
Los dioses se aterraron del diluvio,
Y, retrocediendo,
ascendieron al cielo de Anul.
Los dioses se agazaparon como perros
Acurrucados
contra el muro exterior.
Istar gritó como una mujer en sus dolores,
La señora
de dulce voz de los dioses gime:
"Los días antiguos se han trocado, ¡ay!, en
arcilla,
Porque hablé maldad en la Asamblea de los dioses.
¿Cómo
pude hablar maldad en la Asamblea de los dioses,
Ordenando batalla para
destrucción de mi gente,
Cuando yo misma di a luz a mi pueblo?
¡Como el
desove de los peces llena el mar!"
Los dioses Anunnaki lloran con ella,
Los dioses,
humildemente, están sentados y lloran,
Con los labios apretados, ... uno y
todos.
Seis días y seis noches
Sopla el viento del diluvio, mientras la
tormenta del sur barre la tierra.
Al llegar al séptimo día,
La tormenta del sur
transportadora del diluvio amainó en la batalla,
Que había reñido como
un ejército
El mar se aquietó, la tempestad se apaciguó, el diluvio cesó.
Contemplé el tiempo: la calma se había establecido,
Y toda la humanidad
había vuelto a la arcilla.
El paisaje era llano como un tejado chato.
Abrí una escotilla y la luz hirió mi rostro.
Inclinándome muy bajo, sentéme y lloré,
Deslizándose las lágrimas por mi cara.
Miré en busca de la línea litoral en la extensión
del mar:
En cada catorce regiones
Emergía una comarca montañosa.
En el Monte Nisir el barco se detuvo.
El Monte Nisir mantuvo sujeta la nave,
Impidiéndole
el movimiento,
Un primer día, un segundo día, el Monte Nisir
mantuvo sujeta la nave,
Impidiéndole el movimiento.
Un tercer día, un cuarto
día, el Monte Nisir mantuvo sujeta la nave,
Impidiéndole el movimiento.
Un
quinto y un sexto día, el Monte Nisir mantuvo sujeta la nave,
Impidiéndole el
movimiento.
Al llegar el séptimo día, Envié y solté una paloma.
La paloma se fue, pero regresó;
Puesto que
no había descansadero visible, volvió.
Entonces envié y solté una golondrina.
La golondrina se fue, pero regresó;
Puesto que no había descansadero
visible, volvió.
Después envié y solté un cuervo.
El cuervo se fue y, viendo que las aguas habían
disminuido,
Come, se cierne, grazna y no regresa.
Entonces dejé salir todo a
los cuatro vientos
Y ofrecí un sacrificio.
Vertí una libación en la cima del monte.
Siete y siete vasijas cultuales preparé,
Sobre sus trípodes amontoné caña,
cedro y mirto.
Los dioses olieron el sabor,
Los dioses
olieron el dulce sabor,
Los dioses se apiñaron como moscas en torno al
sacrificante.
Cuando, al fin, la gran diosa llegó,
Alzó las
grandes joyas que Anu había labrado a su antojo:
"Dioses, tan cierto como este lapislázuli está
en mi cuello, no olvidaré,
Recordaré estos días, sin jamás olvidarlos.
Vengan
los dioses a la ofrenda;
Pero no acuda Enlil a la ofrenda,
Porque, sin razón,
causó el diluvio
Y a mi pueblo condenó a la destrucción".
Cuando finalmente llegó Enlil, y vio el barco,
Enlil montó en cólera,
Le invadió la ira contra los dioses Igigi:
"¿Escapó algún alma viva? ¡Ningún hombre debía
sobrevivir a la destrucción !"
Ninurta abrió la boca para hablar, Diciendo al
valiente Enlil:
"¿Quién, salvo Ea, puede maquinar proyectos?
Sólo Ea conoce todo".
Ea abrió la boca para hablar, Diciendo al valiente
Enlil:
"Tú, el más sabio de los dioses, tú, héroe,
¿Cómo pudiste,
irrazonablemente, causar el diluvio?
¡Al pecador impón sus pecados,
Al
transgresor impón su transgresión!
¡Sin embargo, sé benévolo para que no sea
cercenado!
¡Sé paciente para que no sea desplazado!
En lugar de traer tú el diluvio,
¡Ojalá
un león hubiera surgido para disminuir la humanidad!
En lugar de traer tú el diluvio,
¡Ojalá un lobo
hubiera surgido para disminuir la humanidad!
En lugar de traer tú el diluvio,
¡Ojalá un hambre
hubiera surgido para menguar la humanidad!
En lugar de traer tú el diluvio,
¡Ojalá una
pestilencia hubiera surgido para herir a la humanidad!
No fui yo quien reveló el secreto de los grandes
dioses.
Dejé que Atrahasis viese un sueño,
Y percibió el
secreto de los dioses.
¡Reflexiona ahora en lo que le atañe!"
A esto Enlil subió a bordo del barco.
Cogiéndome de la mano, me subió a bordo.
Subió mi mujer a bordo e hizo que se
arrodillara a mi lado.
De pie entre nosotros, tocó nuestras frentes para
bendecirnos:
"Hasta ahora Utnapishtim fue tan sólo humano.
En adelante Utnapishtim y su mujer serán como nosotros dioses.
¡Utnapishtim
residirá lejos, en la boca de los ríos!"
Así me cogieron y me hicieron residir lejos,
En la
boca de los ríos.
Pero ahora, ¿quién por ti convocará los dioses a la Asamblea,
Para que encuentres la vida que buscas?
¡Ea!, no concilies el sueño
Durante
siete días y siete noches».
Mientras allí se sienta sobre sus nalgas,
El
sueño le aventa como el torbellino.
Utnapishtim dice a ella, a su esposa:
«¡Contempla a este héroe que busca la vida!
El sueño
le envuelve como una niebla».
Su esposa dice a Utnapishtim el Lejano:
«Tócale para que el hombre despierte,
Para que
regrese salvo por el camino que le trajo,
Para que por la puerta que salió
pueda regresar a su país».
Utnapishtim dice a su esposa:
«Puesto que engañar es humano, él procurara
engañarte.
Anda, prepara obleas para él, ponlas junto a su cabeza,
Y
señala en la pared los días que duerme».
Elaboró para él obleas, púsolas junto a su cabeza,
Y señaló en la pared los días que dormía.
La primera oblea se ha secado
La
segunda se estropeó, la tercera está húmeda;
La superficie de la cuarta
blanquea;
La quinta se cubre de moho,
La sexta aún conserva su color
reciente;
La séptima - en cuanto le tocó, despertóse el hombre.
Gilgames dijo a Utnapisthim el Lejano:
«¡Apenas el sueño me ha invadido,
Cuando me
tocas y me despiertas!»
Utnapishtim dice a Gilgames:
«Vamos, Gilgames, cuenta tus obleas,
Que los
días que dormistesean conocidos de ti:
Tu primera oblea se ha secado,
La
segunda se estropeó, la tercera está húmeda;
La superficie de la cuarta
blanquea;
La quinta se cubre de moho,
La sexta aún conserva su color
reciente.
La séptima- en este instante te despertaste».
Gilgames dijo a Utnapishtim el Lejano:
«¿Qué haré, Utnapishtim;
Adónde iré,
Ahora
que el Despojador hace presa en mis miembros?
En mi alcoba asecha la muerte,
¡Y doquiera que pongo mi pie está la muerte!»
Utnapishtim dice a Urshanabi, el barquero:
«Urshanabi, ¡así el desembarcadero no tenga
contento en ti,
Así el lugar de travesía a ti renuncie!
¡A aquel que vaga en
su playa, niégale su playa!
Al hombre que trajiste aquí, cuyo cuerpo está
cubierto de suciedad,
La gracia de cuyos miembros pieles desfiguraron,
Lleva,
Urshanabi, y condúcele al lugar del baño.
Que se libre de su suciedad con
agua limpia como la nieve,
Que se despoje de sus pieles y el mar las
arrastre,
Que la belleza de su cuerpo se pueda ver.
Haz que renueve la banda de
su cabeza,
Deja que se ponga un manto para vestir su desnudez,
Que llegue a su
ciudad,
Que concluya su viaje.
¡Así su manto no tenga color de moho,
Siendo
totalmente nuevo!»
Urshanabi le llevó y condujo al lugar del baño.
Se
lavó la suciedad con agua limpia como la nieve.
Se despojó de sus pieles, el
mar las arrastró,
Para que la belleza de su cuerpo se viese.
Renovó la
banda que ceñía su cabeza,
Se puso un manto para vestir su desnudez,
Para que
llegase a su ciudad,
Para que concluyese su viaje.
El manto no tenía color
de moho, siendo totalmente nuevo.
Gilgames y Urshanabi subieron a la barca,
Lanzaron la barca a las olas y zarparon.
Su esposa dice a Utnapishtim el Lejano:
«Gilgames vino aquí, penando y esforzándose.
¿Qué le entregarás para que regrese a su tierra?»
A aquello, él, Gilgames, levantó su pértiga,
Para
acercar la barca a la playa.
Utnapishtim dice a Gilgames:
«Gilgames, viniste aquí, penando y esforzándote.
¿Qué te entregaré para que regreses a tu tierra?
Revelaré, oh Gilgames, una
cosa oculta,
Y un secreto de los dioses te diré:
Esta planta, como el cambrón
es su ...
Sus espinas pincharán tus manos como la rosa.
Si tus manos
obtienen la planta, tú hallarás nueva vida».
En cuanto Gilgames oyó esto,
Abrió la cañería,
Ató
piedras pesadas a sus pies.
Le bajaron a lo profundo y vio la planta.
Cogió
la planta, aunque pinchó sus manos.
Cortó las piedras pesadas de sus pies.
El mar le lanzó a la orilla.
«Urshanabi, esta planta es una planta aparte,
Por la
que un hombre puede reconquistar el aliento de su vida.
La llevaré a la
amurallada Uruk,
Haré comer la planta.
Su nombre será "El Hombre
se hace Joven en la Senectud".
Yo mismo la comeré
Y así volveré al estado de mi
juventud».
Después de veinte leguas comieron un bocado,
Después
de treinta legua más se prepararon para la noche.
Gilgamesh vio un pozo cuya
agua era fresca.
Bajó a bañarse en el agua.
Una serpiente olfateó la fragancia
de la planta;
Salió del agua y arrebató la planta.
Al retirarse mudó de piel.
A esto Gilgamesh se sienta y llora,
Las lágrimas
se deslizan por su cara.
Cogió la mano de Urshanabi, el barquero:
«¿Para quién, Urshanabi, mis manos trabajaron?
¿Por quién se gasta la sangre de mi corazón?
No obtuve una merced para mí.
¡Para el león de tierra logré una merced!
¡Y la marea la llevará a veinte
leguas de distancia!
Cuando abrí la cañería y ... el año,
Hallé lo que se
había puesto como señal para mí:
¡Me retiraré,
Y dejaré la barca en la
orilla!»
Después de veinte legua comieron un bocado,
Después de treinta leguas
(más) se prepararon para la noche.
Cuando llegaron a al amurallada Uruk,
Gilgames dijo a él, a Urshanabi, el barquero:
"Anda, Urshanabi, ve a las almenas de Uruk.
Inspecciona la terraza, examina sus ladrillos,
¡Si su obra no es de ladrillo
quemado,
Y si los Siete Sabios no echaron sus cimientos!
Un sar es ciudad, un
sar huertos,
Un sar'tierra marginal;
(además) el recinto del Templo de
Ishtar.
Tres sar y el recinto incluida Uruk".
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