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Evangelio
según San Marcos
PRIMERA
PARTE
PREDICACIÓN
DE JESÚS EN GALILEA
Capítulo
1 |
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Misión
de Juan |
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1 |
Principio
del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. |
2 |
Como
está escrito en el profeta Isaías: “He aquí que envío delante
de ti mi ángel, que preparará tu camino. |
3 |
Voz
de quien grita en el desierto: Preparad el camino del Señor,
enderezad sus senderos.” |
4 |
Apareció
en el desierto Juan el Bautista, predicando el bautismo de
penitencia para remisión de los pecados. |
5 |
Acudían
a él de toda la región de Judea, todos los moradores de Jerusalén,
y se hacían bautizar por él en el río Jordán, confesando sus
pecados. |
6 |
Llevaba
Juan un vestido de pelos de camello, y un cinturón de cuero
ceñía sus lomos, y se alimentaba de langostas y miel silvestre.
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7 |
En
su predicación les decía: Tras de mí viene uno más fuerte
que yo, ante quien no soy digno de postrarme para desatar
la correa de sus sandalias. |
8 |
Yo
os bautizo en agua, pero El os bautizará en Espíritu Santo. |
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El
bautismo de Jesús |
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9 |
En
aquellos días vino Jesús desde Nazaret, de Galilea, y fue
bautizado por Juan en el Jordán. |
10 |
En
el instante en que salía del agua vio los cielos abiertos
y el Espíritu, como paloma, que descendía sobre El, |
11 |
y
una voz se dejó oír de los cielos: “Tú eres mi Hijo, el Amado,
en quien tengo mis complacencias.” |
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El
retiro de Jesús |
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12 |
En
seguida el Espíritu le empujó hacia el desierto. |
13 |
Permaneció
en él cuarenta días tentado por Satanás, y moraba entre las
fieras, pero los ángeles le servían. |
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Su
predicación |
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14 |
Después
que Juan fue preso vino Jesús a Galilea predicando el Evangelio
de Dios |
15 |
y
diciendo: Cumplido es el tiempo, y el reino de Dios está cercano;
arrepentios y creed en el Evangelio. |
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Vocación
de los primeros discípulos |
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16 |
Caminando
a lo largo del mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés, hermano
de Simón, que echaban las redes en el mar, pues eran pescadores.
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17 |
Y
Jesús les dijo: Venid en pos de mí y os haré pescadores de
hombres. |
18 |
Al
instante, dejando las redes, le siguieron. |
19
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Y
continuando un poco más allá, vio a Santiago, el de Zebedeo,
y a Juan, su hermano, que estaban también remendando sus redes
en la barca, |
20 |
y
los llamó. Ellos luego, dejando a su padre, Zebedeo en la
barca con los jornaleros, se fueron en pos de El. |
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En
la sinagoga de Cafarnaúm |
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21 |
Llegaron
a Cafarnaúm, y luego el día de sábado, entrando en la sinagoga,
enseñaba. |
22 |
Se
maravillaban de su doctrina, pues la enseñaba como quien tiene
autoridad y no como los escribas |
23 |
Y
luego, hallándose en la sinagoga un hombre poseído de un espíritu
impuro, comenzó a gritar, |
24 |
diciendo:
¿Qué hay entre ti y nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido
a perdernos? Te conozco; tú eres el Santo de Dios. |
25
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Jesús
le mandó: Cállate y sal de él. |
26 |
El
espíritu impuro, agitándole violentamente, dio un fuerte grito
y salió de él. |
27 |
Quedáronse
todos estupefactos, diciéndose unos a otros: ¿Qué es esto?
Una doctrina nueva y revestida de autoridad, que manda a los
espíritus impuros y le obedecen. |
28 |
Extendióse
luego su fama por doquiera en todas las regiones limítrofes
de Galilea. |
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Curación
de la suegra de Pedro |
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29 |
Luego,
saliendo de la sinagoga, vinieron a casa de Simón y Andrés,
con Santiago y Juan. |
30
|
La
suegra de Simón estaba acostada con fiebre, e inmediatamente
se lo dijeron. |
31 |
El,
acercándose, la tomó de la mano y la levantó. La fiebre la
dejó y ella se puso a servirles. |
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Curaciones
múltiples |
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32 |
Llegado
el atardecer, puesto ya el sol, le llevaron todos los enfermos
y endemoniados, |
33 |
y
toda la ciudad se reunió a la puerta; |
34 |
curó
a muchos pacientes de diversas enfermedades y echó muchos
demonios, y a éstos no les permitía hablar, porque le conocían.
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Sale
de Cafarnaún secretamente |
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35
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A
la mañana, mucho antes de amanecer, se levantó, salió y se
fue a un lugar desierto, y allí oraba. |
36 |
Fue
después Simón y los que con El estaban, |
37
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y, hallado, le dijeron: Todos andan en busca de ti. |
38 |
El
les contestó: Vamos a otra parte, a las aldeas próximas, para
predicar allí, pues para esto he salido. |
39 |
Y
se fue a predicar en las sinagogas de toda Galilea, y echaba
los demonios. |
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Curación
de un leproso |
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40 |
Viene
a El un leproso, que, suplicante y de rodillas, le dice: Si
quieres, puedes limpiarme. |
41 |
Enternecido,
extendió la mano, le tocó y dijo: Quiero, sé limpio. |
42 |
Y
al instante desapareció la lepra y quedó limpio. |
43 |
43 Y amonestándole severamente, le despidió, |
44 |
diciéndole:
Mira, no digas nada a nadie; sino vete, muéstrate al sacerdote
y ofrece por tu purificación lo que Moisés ordenó en testimonio
para ellos. |
45 |
Pero
él, después de partir, comenzó a pregonar a voces y a divulgar
el suceso, de manera que Jesús ya no podía entrar públicamente
en una ciudad, sino que se quedaba fuera, en lugares desiertos,
y allí venían a El de todas partes. |
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Capítulo
2 |
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Curación
de un paralítico |
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1 |
Entrando
de nuevo, después de algunos días, en Cafarnaúm, se supo que
estaba en casa, |
2 |
y
se juntaron tantos, que ni aun junto a la puerta cabían, y
El les hablaba. |
3 |
Vinieron
trayéndole un paralítico, que llevaban entre cuatro.
|
4 |
No
pudiendo presentárselo a causa de la muchedumbre, descubrieron
el terrado por donde El estaba, y, hecha una abertura, descolgaron
la camilla en que yacía el paralítico. |
5 |
Viendo
Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados
te son perdonados. |
6 |
Estaban
sentados allí algunos escribas, que pensaban entre sí: |
7 |
¿Cómo
habla así éste? ¡Blasfema! ¿Quién puede perdonar pecados sino
sólo Dios? |
8 |
Y
luego, conociéndolo Jesús, con su espíritu, que así discurrían
en su interior, les dice: ¿Por qué pensáis así en vuestros
corazones? |
9 |
¿Qué
es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados,
o decirle: Levántate, toma tu camilla y vete? |
10 |
Pues
para que veáis que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra
para perdonar los pecados — se dirige al paralítico —, |
11 |
yo
te digo: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa. |
12 |
El
se levantó, y, tomando luego la camilla, salió a la vista
de todos, de manera que todos se maravillaron, y glorificaban
a Dios diciendo: Jamás hemos visto cosa tal. |
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Vocación
de Leví y respuesta a ciertas críticas |
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13 |
Salió
de nuevo a la orilla del mar, y toda la muchedumbre se llegó
a El, y les enseñaba. |
14 |
Al
pasar vio a Leví el de Alfeo sentado al telonio, y le dijo:
Sígueme. El, levantándose, le siguió. |
15 |
Estando
sentado a la mesa en casa de éste, muchos publicanos y pecadores
estaban recostados con Jesús y con sus discípulos, pues eran
muchos los que le seguían. |
16 |
Los
escribas de los fariseos, viendo que comía con pecadores y
publicanos, decían a sus discípulos: ¿Por qué es que come
y bebe con publicanos y pecadores? |
17 |
Y
oyéndolo Jesús, les dijo: No tienen necesidad de médico los
sanos, sino los enfermos; ni he venido yo a llamar a los justos,
sino a los pecadores. |
18 |
Los
discípulos de Juan y de los fariseos ayunaban. Vienen, pues,
y le dicen: ¿Por qué, ayunando los discípulos de Juan y los
de los fariseos, tus discípulos no ayunan? |
19
|
Y
Jesús les dijo: ¿Acaso pueden los compañeros del esposo ayunar
mientras está con ellos el esposo? Mientras tienen con ellos
al esposo no pueden ayunar. |
20 |
Pero
días vendrán en que les arrebatarán al esposo; entonces ayunarán. |
21 |
Nadie
cose un pedazo de paño sin tundir en un vestido viejo; pues
el remiendo nuevo se llevaría lo viejo, y la rotura sería
mayor. |
22 |
Ni
echa nadie vino nuevo en cueros viejos, pues el vino rompería
los cueros y se perderían vinos y cueros; el vino nuevo se
echa en cueros nuevos. |
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Defensa
de los discípulos sobre la observancia del sábado |
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23 |
Caminando
El a través de las mieses en día de sábado, sus discípulos,
mientras iban, comenzaron a arrancar espigas. |
24 |
Los
fariseos le dijeron: Mira, ¿cómo hacen en sábado lo que no
está permitido? |
25
|
Y
les dijo: ¿Nunca habéis leído lo que hizo David cuando tuvo
necesidad y sintió hambre él y los suyos? |
26 |
¿Cómo
entró en la casa de Dios, bajo el pontífice Abiatar, y comió
los panes de la proposición, que no es lícito comer sino a
los sacerdotes, y los dio asimismo a los suyos? |
27 |
Y
añadió: El sábado fue hecho a causa del hombre, y no el hombre
por el sábado. |
28 |
Y
dueño del sábado es el Hijo del hombre. |
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Capítulo
3 |
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Curación
en sábado del hombre de la mano seca |
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1 |
Entró
de nuevo en la sinagoga, donde había un hombre con una mano
seca, |
2 |
y
le observaban a ver si le curaba en sábado para poder acusarle.
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3 |
Y
dice al hombre de la mano seca: Levántate y sal al medio.
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4 |
Y
les dice: ¿Es lícito en sábado hacer bien en vez de mal, salvar
un alma o dejarla perecer? Y ellos callaban. |
5 |
Y
dirigiéndoles una mirada airada, entristecido por la dureza
de su corazón, dice al hombre: Extiende tu mano. La extendió
y fuele restituida la mano. |
6 |
Saliendo los fariseos luego se concertaron con los herodianos
contra El para prenderle |
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Predicación
al pueblo y curaciones numerosas |
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7 |
Se
retiró Jesús con sus discípulos hacia el mar, y una numerosa
muchedumbre de Galilea, de Judea, |
8 |
de
Jerusalén, de Idumea, de Transjordania y de los alrededores
de Tiro y de Sidón, una muchedumbre grande, oyendo lo que
hacía, acudía a El. |
9 |
Dijo
a sus discípulos que le preparasen una barca, a causa de la
muchedumbre, para que ésta no le oprimiese, |
10 |
pues
curaba a muchos, y cuantos padecían algún mal se echaban sobre
El para tocarle. |
11 |
Los
espíritus impuros, al verle, se arrojaban ante El y gritaban,
diciendo: Tú eres el Hijo de Dios. |
12 |
E1 insistentemente les reprendía para que no lo diesen a conocer. |
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Elección
de los Doce |
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13 |
Subió
a un monte, y llamando a los que quiso, vinieron a El, |
14 |
y
designó a doce para que le acompañaran y para enviarlos a
predicar, |
15 |
con
poder de expulsar los demonios. |
16 |
Designó,
pues, a los doce: a Simón, a quien puso por nombre Pedro; |
17 |
a
Santiago el de Zebedeo y a Juan, hermano de Santiago, a quienes
dio el nombre de Boanerges, esto es, Hijos del Trueno; |
18 |
a
Andrés y Felipe, a Bartolomé y Mateo, a Tomás y Santiago el
de Alfeo, a Tadeo y Simón el Celador, |
19
|
y a Judas Iscariote, el que le entregó. |
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|
|
Diversos
juicios sobre Jesús |
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20 |
Llegados
a casa, se volvió a juntar la muchedumbre, tanto que no podían
ni comer. |
21 |
Oyendo
esto sus deudos, salieron para llevárselo, pues decíanse:
Está fuera de sí. |
22 |
Los escribas que habían bajado de Jerusalén, decían: Está
poseído de Beelcebul, y por virtud del príncipe de los demonios
echa a los demonios. |
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|
Réplica
de Jesús a los escribas |
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23 |
Llamólos
a sí y les dijo en parábolas: ¿Cómo puede Satanás expulsar
a Satanás? |
24 |
Si
un reino está dividido contra sí mismo, no puede durar. |
25
|
Y
si una casa está dividida contra sí misma, no podrá subsistir. |
26 |
Si,
pues, Satanás se levanta contra sí mismo y se divide, no puede
sostenerse, sino que ha llegado su fin. |
27 |
Mas
nadie puede entrar en la casa de un fuerte y saquear su ajuar
si primero no ata al fuerte, y entonces saqueará la casa. |
28 |
En
verdad os digo que todo les será perdonado a los hombres,
los pecados y aun las blasfemias que profieran; |
29 |
pero
quien blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás,
es reo de eterno pecado. |
30 |
Porque
ellos decían: Tiene espíritu impuro. |
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|
La
verdadera familia de Jesús |
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31 |
Vinieron
su madre y sus hermanos, y desde fuera le mandaron a llamar. |
32 |
Estaba
la muchedumbre sentada en torno de El y le dijeron: Ahí fuera
están tu madre y tus hermanos, que te buscan. |
33 |
El
les respondió: ¿Quién es mi madre y mis hermanos? |
34 |
Y,
echando una mirada sobre los que estaban sentados en derredor
suyo, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. |
35 |
Quien
hiciere la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana
y mi madre. |
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Capítulo
4 |
|
La
parábola del sembrador |
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1 |
De
nuevo comenzó a enseñar junto al mar. Había en torno de El
una numerosísima muchedumbre, de manera que tuvo que subir
a una barca en el mar y sentarse; y la muchedumbre estaba
a lo largo del mar, en la ribera. |
2 |
Les
enseñaba muchas cosas en parábolas y les decía en su enseñanza:
|
3 |
Escuchad:
Salió a sembrar un sembrador, |
4 |
y
al sembrar, una parte cayó junto al camino, y vinieron las
aves del cielo y se la comieron. |
5 |
Otra
parte cayó en terreno pedregoso, donde no había casi tierra,
y al instante brotó, por no ser profunda la tierra; |
6 |
pero
en cuanto salió el sol se marchitó, y, por no haber echado
raíz, se secó. |
7 |
Otra
parte cayó entre cardos, y, creciendo los cardos, la ahogaron
y no dio fruto. |
8 |
Otra
cayó en tierra buena y dio fruto, que subía y crecía, dando
uno treinta, otro sesenta y otro ciento. |
9 |
Y
decía: El que tenga oídos para oír, que oiga. |
10 |
Cuando
se quedó sólo le preguntaron los que estaban en torno suyo
con los doce acerca de las parábolas; |
11 |
y
El les dijo: A vosotros os ha sido dado a conocer el misterio
del reino de Dios, pero a los otros de fuera todo se les dice
en parábolas, para que: |
12 |
Mirando,
miren y no vean; oyendo, oigan y no entiendan, no sea que
se conviertan y sean perdonados. |
13 |
Y
les dijo: ¿No entendéis esta parábola? Pues ¿cómo vais a entender
todas las otras? |
14 |
E1
sembrador siembra la palabra. |
15 |
Unos
están junto al camino, y se siembra en ellos la palabra; pero,
en cuanto la oyen viene Satanás y arrebata la palabra que
en ellos se había sembrado. |
16 |
Asimismo,
los que reciben la simiente en terreno pedregoso son aquellos
que, al oír la palabra, la reciben desde luego con alegría,
|
17 |
pero
no tienen raíces en sí mismos, sino que son inconstantes,
y en cuanto sobreviene la adversidad y la persecución por
la palabra, al instante se escandalizan. |
18 |
Otros
hay para quienes la siembra cae entre espinas; ésos son los
que oyen la palabra, |
19
|
pero
sobrevienen los cuidados del siglo, la fascinación de las
riquezas y las demás codicias, y la ahogan, quedando sin dar
fruto. |
20 |
Los que reciben la siembra en tierra buena son los que oyen
la palabra, la reciben y dan fruto, quien treinta, quien sesenta,
quien ciento. |
|
|
|
Deber
de conocer el misterio del reino |
|
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21 |
Decíales:
¿Acaso se trae la candela para ponerla bajo un celemín o bajo
la cama? ¿No es para ponerla sobre el candelero? |
22 |
Porque
nada hay oculto sino para ser descubierto, y no hay nada escondido
sino para que venga a la luz. |
23 |
Si
alguno tiene oídos, que oiga. |
24 |
Decíales:
Prestad atención a lo que oís: Con la medida con que midiereis
se os medirá y se os añadirá. |
25
|
Pues
al que tiene se le dará, y al que no tiene, aun lo que tiene
le será quitado. |
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|
La
parábola de la semilla que crece |
|
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26 |
Decía:
El reino de Dios es como un hombre que arroja la semilla en
la tierra, |
27 |
y
ya duerma, ya vele, de noche y de día, la semilla germina
y crece, sin que él sepa cómo. |
28 |
De
sí misma da fruto la tierra; primero la hierba, luego la espiga,
en seguida el trigo que llena la espiga; |
29 |
y
cuando el fruto está maduro, se mete la hoz, porque la mies
está en sazón. |
|
|
|
El
grano de mostaza |
|
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30 |
Decía:
¿A qué asemejaremos el Reino de Dios o de dónde tomaremos
parábola? |
31 |
Es
semejante al grano de mostaza, que, cuando se siembra en la
tierra, es la más pequeña de todas las semillas de la tierra;
|
32 |
pero,
sembrado, crece y se hace más grande que todas las hortalizas,
y echa ramas tan grandes, que a su sombra pueden abrigarse
las aves del cielo. |
33 |
Y
con muchas parábolas como éstas les proponía la Palabra, según
podían entender, |
34 |
y
no les hablaba sin parábolas; pero a sus discípulos se las
explicaba todas aparte. |
|
|
|
La
tempestad calmada |
|
|
35 |
En
aquel día les dijo, llegada ya la tarde: Pasemos al otro lado. |
36 |
Y, despidiendo a la muchedumbre, le llevaron según estaba
en la barca, acompañado de otras. |
37 |
Se levantó un fuerte vendaval, y las olas se echaban sobre
la barca, de suerte que ésta estaba ya para llenarse. |
38 |
El estaba en la popa durmiendo sobre un cabezal. Le despertaron
y le dijeron: Maestro, ¿no te da cuidado de que perezcamos? |
39 |
Y, despertando, mandó al viento y dijo al mar: Calla, enmudece.
Y se aquietó el viento y se hizo completa calma. |
40 |
Les dijo: ¿Por qué sois tan tímidos? ¿Aún no tenéis fe? |
41 |
Y, sobrecogidos de gran temor, se decían unos a otros: ¿Quién
será éste, que hasta el viento y el mar le obedecen?
|
|
Capítulo
5 |
|
Curación
de un poseso |
|
|
1 |
Llegaron
al otro lado del mar, a la región de los gerasenos, |
2 |
y
en cuanto salió de la barca vino a su encuentro, saliendo
de entre los sepulcros, un hombre poseído de un espíritu impuro,
|
3 |
que
tenía su morada en los sepulcros y ni aun con cadenas podía
nadie sujetarle, |
4 |
pues
muchas veces le habían puesto grillos y cadenas, pero él había
roto las cadenas y quebrado los grilletes, sin que nadie puediera
sujetarle. |
5 |
Continuamente,
noche y día, iba entre los monumentos y por los montes gritando
e hiriéndose con piedras. |
6 |
Viendo
desde lejos a Jesús, corrió y se postró ante El, |
7 |
y
gritando en alta voz, dijo: ¿Qué hay entre ti y mí, Jesús,
Hijo del Dios altísimo? Por Dios te conjuro que no me atormentes. |
8 |
Pues
El le decía: Sal, espíritu impuro, de ese hombre. |
9 |
Y
le preguntó: ¿Cuál es tu nombre? El dijo: Legión es mi nombre,
porque somos muchos. |
10 |
Y
le suplicaba insistentemente que no le echase fuera de aquélla
región. |
11 |
Como
hubiera por allí en el monte una gran piara de puercos paciendo,
|
12 |
le
suplicaban aquéllos diciendo: Envíanos a los puercos para
que entremos en ellos. |
13 |
Y
se lo permitió, y los espíritus impuros salieron y entraron
en los puercos, y la piara, en número de dos mil, se precipitó
por un acantilado en el mar, y en él se ahogaron. |
14 |
Los
porqueros huyeron y difundieron la noticia por la ciudad y
por los campos; y vinieron a ver lo que había sucedido. |
15 |
Llegándose
a Jesús, contemplaban al endemoniado sentado, vestido y en
su sano juicio, el que había tenido toda una legión, y temieron. |
16 |
Los
testigos les referían el suceso del endemoniado y de los puercos.
|
17 |
Pusiéronse
a rogarle que se alejase de sus contornos. |
18 |
Subido
El en la barca, el endemoniado le suplicaba que le permitiese
acompañarle. |
19
|
Mas
no se lo permitió; antes le dijo: Vete a tu casa y a los tuyos
y cuéntales cuanto el Señor ha hecho contigo y cómo ha tenido
misericordia de ti. |
20 |
Y
él se fue y comenzó a predicar en la Decápolis cuanto le había
hecho Jesús, y todos se maravillaban. |
|
|
|
Resurrección
de la hija de Jairo y curación de la hemorroísa |
|
|
21 |
Habiendo
Jesús ganado en la barca la otra ribera, se reunió una gran
muchedumbre. Él estaba junto al mar. |
22 |
Y
llegó uno de los jefes de la sinagoga, Jairo de nombre, el
cual, al verlo, cayó a sus pies, |
23 |
y
con muchas palabras le rogaba, diciendo: Mi hijita está en
las últimas; ven e impónle las manos para que se salve y viva. |
24 |
Se
fue con él, y le seguía una muchedumbre, que le apretaba.
|
25
|
Una
mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años |
26 |
y
había sufrido grandemente de muchos médicos, gastando toda
su hacienda sin provecho alguno, antes iba de mal en peor,
|
27 |
como
hubiese oído lo que se decía de Jesús, vino entre la muchedumbre
por detrás y tocó su vestido; |
28 |
pues
se decía: Si tocare siquiera su vestido, seré sana. |
29 |
Al
punto se secó la fuente de la sangre, y sintió en su cuerpo
que estaba curada de su mal. |
30 |
Luego
Jesús, sintiendo en sí mismo la virtud que había salido de
El, se volvió a la multitud y dijo: ¿Quién ha tocado mis vestidos?
|
31 |
Los
discípulos le contestaron: Ves que la muchedumbre te aprieta
por todas partes, y dices: ¿Quién me ha tocado? |
32 |
El
echó una mirada en derredor para ver a la que lo había hecho, |
33 |
y
la mujer, llena de temor y temblorosa, conociendo lo que en
ella había sucedido, se llegó y, postrada ante El, declaróle
toda la verdad. |
34 |
Y
El le dijo: Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y seas
curada de tu mal. |
35 |
Aún
estaba El hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la
sinagoga, diciendo: Tu hija ha muerto; ¿por qué molestar ya
al Maestro? |
36 |
Pero,
oyendo Jesús lo que decían, dice al jefe de la sinagoga: No
temas, ten sólo fe. |
37 |
No
permitió que nadie le siguiera más que Pedro, Santiago y Juan,
el hermano de Santiago. |
38 |
Llegados
a casa del arquisinagogo, vio un alboroto y a las lloronas
plañideras, |
39 |
y
entrando les dice: ¿A qué ese alboroto y ese llanto? La niña
no ha muerto, duerme. |
40 |
Se
burlaban de Él; pero El, echando a todos fuera, tomó consigo
al padre de la niña, a la madre y a los que iban con El, y
entró donde la niña estaba; |
41 |
y
tomándola de la mano, le dijo: “Talitha, qumi”, que quiere
decir: Niña, a ti te lo digo, levántate. |
42 |
Y
al instante se levantó la niña y echó a andar, pues tenía
doce años, quedando ellos fuera de sí, presos de gran estupor. |
43
|
Recomendóles
mucho que nadie supiera aquello, y mandó que diesen de comer
a la niña. |
|
Capítulo
6 |
|
Jesús
en Nazaret |
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|
1 |
Salió
de allí y vino a su patria, siguiéndole sus discípulos. |
2 |
Llegado
el sábado, se puso a enseñar en la sinagoga; y la muchedumbre
que le oía se maravillaba, diciendo: ¿De dónde le vienen
a éste tales cosas, y qué sabiduría es esta que le ha sido
dada, y cómo se hacen por su mano tales milagros? |
3 |
¿No
es acaso el carpintero, hijo de María, y el hermano de Santiago,
de José, y de Judas, y de Simón? Y sus hermanas, ¿no
viven aquí entre nosotros?; y se escandalizaban de El. |
4 |
Jesús
les decía: Ningún profeta es tenido en poco sino en su patria
y entre sus parientes y en su familia. |
5 |
Y
no pudo hacer allí ningún milagro, fuera de que a algunos
enfermos les impuso las manos y los curó. |
6 |
El
se admiraba de su incredulidad. |
|
|
|
La
misión de los apóstoles |
|
|
7 |
Recorría
las aldeas del contorno enseñando. Llamando a sí a los
Doce, comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles poder sobre
los espíritus impuros, |
8 |
y
les encargó que no tomasen para el camino nada más que un
bastón, ni pan, ni alforja, ni dinero en el cinturón, |
9 |
y
se calzasen con sandalias y no llevasen dos túnicas. |
10 |
Les
decía: Dondequiera que entréis en una casa, quedaos en ella
hasta que salgáis de aquel lugar; |
11 |
y
si un lugar, no os recibe ni os escucha, al salir de allí
sacudid el polvo de vuestros pies en testimonio contra ellos.
|
12 |
Partidos,
predicaron que se arrepintiesen, |
13 |
y
echaban muchos demonios, y, ungiendo con óleo a muchos enfermos,
los curaban. |
|
|
|
Juicio
de Herodes sobre Jesús |
|
|
14 |
Llegó
esto a oídos del rey Herodes, porque se había divulgado mucho
su nombre, y decía: Este es Juan el Bautista, que ha resucitado
de entre los muertos, y por esto obra en él el poder de hacer
milagros; |
15 |
pero
otros decían: Es Elías; y otros decían que era un profeta,
como uno de tantos profetas. |
16 |
Pero
Herodes, oyendo esto, decía: Es Juan, a quien yo degollé,
que ha resucitado. |
17 |
Porque,
en efecto, Herodes había enviado a prender a Juan y le había
encadenado en la prisión a causa de Herodías, la mujer de
su hermano Filipo, con la que se había casado. |
18 |
Pues
decía Juan a Herodes: No te es lícito tener la mujer de tu
hermano. |
19
|
Y
Herodías estaba enojada contra él y quería matarle, pero no
podía, |
20 |
porque
Herodes sentía respeto por Juan, pues sabía que eran hombre
justo y santo, y le amparaba, y cuando le oía estaba muy perplejo,
pero le escuchaba con gusto. |
21 |
Llegado
un día oportuno, cuando Herodes en su cumpleaños ofrecía
un banquete a sus magnates, y a los tribunos, y a los principales
de Galilea, |
22 |
entró
la hija de Herodías y, danzando, gustó a Herodes y a los comensales.
El rey dijo a la muchacha: Pídeme lo que quieras y te lo daré.
|
23 |
Y
le juró: Cualquier cosa que me pidas te la daré, aunque sea
la mitad de mi reino. |
24 |
Saliendo
ella, dijo a su madre: ¿Qué quieres que pida? Ella le
contestó: La cabeza de Juan el Bautista. |
25
|
Entrando
luego con presteza, hizo su petición al rey, diciendo: Quiero
que al instante me des en una bandeja la cabeza de Juan el
Bautista. |
26 |
El
rey, entristecido por su juramento y por los convidados, no
quiso desairarla. |
27 |
Al
instante envió el rey un verdugo, ordenándole traer la cabeza
de Juan. Aquél se fue y le degolló en la cárcel, |
28 |
trayendo
su cabeza en una bandeja, y se la entregó a la muchacha, y
la muchacha se la dio a su madre. |
29 |
Sus discípulos que lo supieron, vinieron y tomaron el cadáver
y lo pusieron en un monumento. |
|
|
|
Vuelta
de los apóstoles y primera multiplicación de los panes |
|
|
30 |
Volvieron
los apóstoles a reunirse con Jesús y le contaron cuanto habían
hecho y enseñado. |
31 |
El
les dijo: Venid, retirémonos a un lugar desierto para que
descanséis un poco, pues eran muchos los que iban y venían
y no tenían tiempo ni para comer. |
32 |
Fuéronse
en la barca a un sitio desierto y apartado. |
33 |
Pero
les vieron ir, y muchos supieron dónde iban, y, a pie, de
todas las ciudades concurrieron a aquel sitio y se les adelantaron.
|
34 |
Al
desembarcar, vio una gran muchedumbre, y se compadeció de
ellos, porque eran como ovejas sin pastor, y se puso a enseñarles
largamente. |
35 |
Siendo
ya hora avanzada, se le acercaron los discípulos y le dijeron:
El sitio es desierto y avanzada la hora; |
36 |
despídelos
para que vayan a las alquerías y aldeas del contorno y se
compren algo que comer. |
37 |
El,
respondiendo, les dijo: Dadles vosotros de comer. Y le dijeron:
¿Vamos nosotros a comprar doscientos denarios de pan
para darles de comer? |
38 |
El
les contestó: ¿Cuántos panes tenéis? Id a ver. Habiéndose
informado, le dijeron: Cinco y dos peces. |
39 |
Les
mandó que les hicieran recostarse por grupos sobre la hierba
verde. |
40 |
Se
recostaron por grupos de ciento y de cincuenta. |
41 |
El,
tomando los cinco panes y los dos peces, alzando los ojos
al cielo, bendijo y partió los panes y se los entregó a los
discípulos para que se los sirvieran, y los dos peces los
repartió entre todos. |
42 |
Comieron
todos y se hartaron, |
43
|
y
recogieron doce canastos llenos de las sobras de los panes
y de los peces. |
44 |
Eran los que comieron de los panes cinco mil hombres. |
|
|
|
Jesús
caminando sobre el mar |
|
|
45 |
En
seguida obligó a sus discípulos a subir a la barca y precederle
al otro lado, frente a Betsaida, mientras El despedía a la
muchedumbre. |
46 |
Después
de haberlos despedido se fue a un monte a orar. |
47 |
Llegando
el anochecer, se hallaba la barca en medio del mar y El solo
en tierra. |
48 |
Viéndolos
fatigados de remar, porque el viento les era contrario, hacia
la cuarta vigilia de la noche vino a ellos andando sobre el
mar e hizo ademán de pasar de largo. |
49 |
Pero
ellos, así que le vieron andar sobre el mar, creyendo que
era un fantasma, comenzaron a dar gritos, |
50 |
porque
todos le veían y estaban espantados. Pero Él les habló enseguida
y les dijo: Animo, soy yo, no temáis. |
51 |
Subió
con ellos a la barca, y el viento se calmó, y se quedaron
en extremo estupefactos, |
52 |
pues
no se habían dado cuenta de lo de los panes; su corazón estaba
embotado |
|
|
|
Jesús
en Genesaret y sus cercanías |
|
|
53 |
Hecha
la travesía, llegaron a tierra de Genesaret y atracaron. |
54 |
En
cuanto salieron de la barca, le conocieron, |
55 |
y
corrieron de toda aquella región, y comenzaron a traer en
camillas a los enfermos donde oían que El estaba. |
56 |
Adondequiera
que llegaba, en las aldeas, o en las ciudades, o en las alquerías,
colocaban a los enfermos en las plazas y le rogaban que les
permitiera tocar siquiera la orla de su vestido; y cuantos
le tocaban quedaban sanos. |
|
Capítulo
7 |
|
Las
tradiciones rabínicas |
|
|
1 |
Se
reunieron en torno de El fariseos y algunos escribas venidos
de Jerusalén, |
2 |
los
cuales vieron que algunos de los discípulos comían pan con
las manos impuras, esto es, sin lavárselas, |
3 |
pues
los fariseos y todos los judíos, si no se lavan cuidadosamente,
apegados a la tradición de los ancianos, no comen; |
4 |
y
de vuelta de la plaza, si no se aspergen, no comen, y otras
muchas cosas que guardan por tradición: el lavado de las copas,
de las vasijas y de las bandejas. |
5 |
Le
preguntaron, pues, fariseos y escribas: ¿Por qué tus
discípulos no siguen la tradición de los antiguos, sino que
comen pan con manos impuras? |
6 |
El
les dijo: Muy bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas,
según está escrito: “Este pueblo me honra con los labios,
pero su corazón está lejos de mí, |
7 |
pues
me dan un culto vano, enseñando doctrinas que son preceptos
humanos.” |
8 |
Dejando
de lado el precepto de Dios, os aferráis a la tradición humana. |
9 |
Y
les decía: En verdad que donosamente abrogáis el precepto
de Dios para guardar vuestra tradición. |
10 |
Porque
Moisés ha dicho: Honra a tu padre y a tu madre, y el que maldiga
a su padre o a su madre es reo de muerte. |
11 |
Pero
vosotros decís: Si un hombre dijere a su padre o a su madre:
“Corbán,” esto es, ofrenda, sea todo lo que de
mí pudiera serle útil, |
12 |
ya
no le permitís hacer nada por su padre o por su madre, |
13 |
anulando la palabra de Dios por vuestra tradición que se os
ha transmitido, y hacéis otras muchas cosas por el estilo.
|
|
|
|
La
verdadera pureza |
|
|
14 |
Llamando
de nuevo a la muchedumbre, les decía: Oídme todos y entended:
|
15 |
Nada
hay fuera del hombre que, entrando en él, pueda contaminarle;
lo que sale del hombre, eso es lo que mancha al hombre. |
16 |
El
que tenga oídos para oír, que oiga, |
17 |
Cuando
se hubo retirado de la muchedumbre y entrado en casa, le preguntaron
los discípulos por la parábola. |
18 |
El
les contestó: ¿También estáis estáis vosotros faltos
de sentido? ¿No comprendéis — añadió, declarando
puros todos los alimentos — que todo lo que de fuera
entra en el hombre no puede contaminarle, |
19
|
porque
no entra en el corazón, sino en el vientre, y es expelido
en la letrina? |
20 |
Decía,
pues: Lo que del hombre sale, eso es lo que mancha al hombre,
|
21 |
porque
de dentro, del corazón del hombre, proceden los pensamientos
malos, las fornicaciones, los hurtos, los homicidios, |
22 |
los
adulterios, las codicias, las maldades, el fraude, la impureza,
la envidia, la blasfemia, la altivez, la insensatez. |
23 |
Todas estas maldades, del interior proceden y manchan al hombre. |
|
|
|
La
mujer cananea |
|
|
24 |
Partiendo
de allí, se fue hacia los confines de Tiro. Entró en una casa,
no queriendo ser de nadie conocido; pero no le fue posible
ocultarse, |
25
|
porque
luego, en oyendo hablar de El, una mujer cuya hijita tenía
un espíritu impuro entró y se postró a sus pies. |
26 |
Era
gentil, sirofenicia de nación, y le rogaba que echase al demonio
de su hija. |
27 |
El
le dijo: Deja primero hartarse a los hijos, pues no está bien
tomar el pan de los hijos y echarlo a los cachorrillos. |
28 |
Pero
ella le contestó, diciendo: Sí, Señor; pero los cachorrillos,
debajo de la mesa, comen de las migajas de los hijos. |
29 |
El
le dijo: Por lo que has dicho, vete; el demonio ha salido
de tu hija. |
30 |
Y, llegada a casa, halló a la niña acostada en la cama
y que el demonio había salido. |
|
|
|
Vuelta
hacia Galilea |
|
|
31 |
Dejando
de nuevo los términos de Tiro, se fue por Sidón hacia el mar
de Galilea, atravesando los términos de la Decápolis. |
32 |
Le
llevaron un sordo y tartamudo, rogándole que le impusiera
las manos, |
33 |
y,
tomándole aparte de la turba, metióle los dedos en los oídos,
y escupiendo, le tocó la lengua, |
34 |
y
mirando al cielo, suspiró y dijo: “Efeta,” que
quiere decir “ábrete”; |
35 |
y
se abrieron sus oídos y se le soltó la lengua hasta hablar
correctamente. |
36 |
Les
encargó que no lo dijesen a nadie, pero cuanto más se lo encargaba,
mucho más lo publicaban, |
37 |
y
sobremanera se admiraban, diciendo: Todo lo ha hecho bien:
a los sordos hace oír y a los mudos hace hablar. |
|
Capítulo
8 |
|
Segunda
multiplicación de los panes |
|
|
1 |
Por
aquellos días, como hubiese una gran muchedumbre y no tenían
qué comer, llamó a los discípulos y les dijo: |
2 |
Tengo
compasión de la muchedumbre, porque hace ya tres días que
permanecen conmigo y no tienen qué comer; |
3 |
si
los despido ayunos para sus casas desfallecerán en el camino,
y algunos de ellos han venido de lejos. |
4 |
Sus
discípulos le respondieron: ¿Y cómo podría saciárselos
de pan aquí en el desierto? |
5 |
El
les preguntó: ¿Cuántos panes tenéis? Dijeron: Siete.
|
6 |
Mandó
a la muchedumbre recostarse sobre la tierra; y tomando los
siete panes, dando gracias, los partió y los dio a sus discípulos
para que los sirviesen, y los sirvieron a la muchedumbre.
|
7 |
Tenían
unos pocos pececillos, y, dando gracias, dijo que los sirviesen
también. |
8 |
Comieron
y se saciaron, y recogieron de los mendrugos que sobraron
siete cestos. |
9 |
Eran unos cuatro mil. Y los despidió. |
|
|
|
Los
fariseos piden un prodigio del cielo |
|
|
10 |
Subiendo
luego a la barca con sus discípulos, vino a la región de Dalmanuta;
|
11 |
y
salieron los fariseos, que se pusieron a disputar con El,
pidiéndole, para probarle, señales del cielo. |
12 |
El,
exhalando un profundo suspiro, dijo: ¿Por qué esta generación
pide una señal? En verdad os digo que no se le dará ninguna;
|
13 |
y dejándolos subió de nuevo a la barca y se dirigió a la otra
ribera |
|
|
|
La
levadura de los fariseos |
|
|
14 |
Se
olvidaron de tomar consigo panes, y no tenían en la barca
sino un pan. |
15 |
Les
amonestaba, diciendo: Mirad de guardaros del fermento de los
fariseos y del fermento de Herodes. |
16 |
Ellos
iban discurriendo entre sí que era por no tener panes, |
17 |
y,
conociéndolo El, les dijo: ¿Qué caviláis de que no tenéis
panes? ¿Aún no entendéis ni caéis en la cuenta? ¿Tenéis
vuestro corazón embotado? |
18 |
¿Teniendo
ojos no veis y teniendo oídos no oís? ¿Ya no os acordáis
de cuando partí los cinco panes a los cinco mil hombres y
cuántos cestos llenos de sobras recogisteis? |
19
|
Dijéronle:
Doce. |
20 |
Cuando
partí los siete a los cuatro mil, ¿cuántos cestos llenos
de mendrugos recogisteis? Y le dijeron: Siete. |
21 |
Y les dijo: ¿Pues aún no caéis en la cuenta? |
|
|
|
Curación
de un ciego |
|
|
22 |
Llegaron
a Betsaida, y le llevaron un ciego, rogándole que le tocara.
|
23 |
Tomando
al ciego de la mano, le sacó fuera de la aldea, y, poniendo
saliva en sus ojos e imponiéndole las manos, le preguntó:
¿Ves algo? |
24 |
Mirando
él, dijo: Veo hombres, algo así como árboles que andan. |
25
|
De
nuevo le puso las manos sobre los ojos, y al mirar se sintió
restablecido, viendo todo claramente de lejos. |
26 |
Y le envió a su casa, diciéndole: Cuidado con entrar en la
aldea. |
|
|
|
La
confesión de Pedro |
|
|
27 |
Iba
Jesús con sus discípulos a las aldeas de Cesárea de Filipo,
y en el camino les preguntó: ¿Quién dicen los hombres
que soy yo? |
28 |
Ellos
le respondieron diciendo: Unos, que Juan Bautista; otros,
que Elías, y otros, que uno de los profetas. |
29 |
El
les preguntó: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo
Pedro, le dijo: Tú eres el Mesías. |
30 |
Y les encargó que a nadie dijeran esto de El. |
|
|
|
Primera
Predicción de la pasión |
|
|
31 |
Comenzó
a enseñarles cómo era preciso que el Hijo del hombre
padeciese mucho, y que fuese rechazado por los ancianos y
los príncipes de los sacerdotes y los escribas, y que fuese
muerto y resucitase después de tres días. Claramente les hablaba
de esto. |
32 |
Pedro,
tomándole aparte, se puso a reprenderle. |
33 |
Pero
El, volviéndose y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro
y le dijo: Quítate allá, Satán, porque tus pensamientos no
son los de Dios, sino los de los hombres. |
|
|
|
Condiciones
para el seguimiento de Jesús |
|
|
34 |
Llamando
a la muchedumbre y a los discípulos, les dijo: El que quiera
venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. |
35 |
Pues
quien quiera salvar su vida, la perderá, y quien pierda la
vida por mí y el Evangelio, ése la salvará. |
36 |
¿Y
qué aprovecha al hombre ganar todo el mundo y perder su alma? |
37 |
¿Pues
qué dará el hombre a cambio de su alma? |
38 |
Porque,
si alguien se avergonzare de mí y de mis palabras ante esta
generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre
se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre
con los santos ángeles. |
|
Capítulo
9 |
|
La
Transfiguración |
|
|
1 |
Y
les dijo: En verdad os digo que hay algunos de los aquí presentes
que no gustarán la muerte hasta que vean venir en poder el
reino de Dios. |
2 |
Pasados
seis días, tomó Jesús a Pedro, a Santiago y a Juan, y los
condujo solos a un monte alto y apartado y se transfiguró
ante ellos. |
3 |
Sus
vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, como
no los puede blanquear lavandera sobre la tierra. |
4 |
Y
se les aparecieron Elías y Moisés, que hablaban con Jesús. |
5 |
Tomando
Pedro la palabra, dijo a Jesús: Rabí, bueno es estarnos aquí.
Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, una para Moisés y
una para Elías. |
6 |
No
sabía lo que decía, porque estaban aterrados. |
7 |
Se
formó una nube que los cubrió con su sombra, y se dejó oír
desde la nube una voz: Este es mi Hijo amado, escuchadle.
|
8 |
Luego
mirando en derredor, no vieron a nadie con ellos, sino a Jesús
solo. |
9 |
Bajando
del monte, les prohibió contar a nadie lo que habían visto,
hasta que el Hijo del hombre resucitase de entre los muertos.
|
10 |
Guardaron
aquella orden, y se preguntaban qué era aquello de “cuando
resucitase de entre los muertos.” |
11 |
Le
preguntaron diciendo: ¿cómo dicen los escribas que primero
ha de venir Elías? |
12 |
El
les dijo: Cierto que Elías, viniendo primero, restablecerá
todas las cosas; pero ¿cómo está escrito del Hijo del hombre
que padecerá mucho y se verá despreciado? |
13 |
Yo
os digo que Elías ha venido ya y que hicieron con él lo que
quisieron, como de él está escrito. |
|
|
|
Curación
de un epiléptico |
|
|
14 |
Viniendo
a los discípulos, vio a una gran muchedumbre en torno a ellos
y a escribas que con ellos disputaban. |
15 |
Luego,
toda la muchedumbre, al verle, se quedó sorprendida, y, corriendo
hacia El, le saludaban. |
16 |
Les
preguntó: ¿Qué disputabais con ellos? |
17 |
Uno
de la muchedumbre le dijo: Maestro, te he traído a mi hijo,
que tiene un espíritu mudo, |
18 |
y
dondequiera que se apodera de él, le derriba y le hace echar
espumarajos y rechinar los dientes, y se queda rígido; dije
a tus discípulos que lo arrojasen, pero no han podido. |
19
|
Les
contestó, diciendo: ¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo
tendré que soportaros? ¿Hasta cuándo habré de soportaros?
Traédmelo. |
20 |
Y
se lo llevaron. En cuanto lo vio, le agitó el espíritu, y,
arrojado en tierra, se revolvía y echaba espumarajos. |
21 |
Preguntó
a su padre: ¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto? El contestó:
Desde la infancia. |
22 |
Muchas
veces le arroja en el fuego y en el agua para hacerle perecer;
pero si algo puedes ayúdanos por compasión hacia nosotros.
|
23 |
Díjole
Jesús: ¡Si puedes! Todo es posible al que cree. |
24 |
Al
instante, gritando, dijo el padre del niño: ¡Creo! Ayuda a
mi incredulidad. |
25
|
Viendo
Jesús que se reunía mucha gente, mandó al espíritu impuro,
diciendo: Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando, sal de él
y no vuelvas a entrar más en él. |
26 |
Dando
un grito y agitándole violentamente, salió; y quedó como muerto,
de suerte que muchos decían: Está muerto. |
27 |
Pero
Jesús, tomándole de la mano, le levantó y se mantuvo en pie.
|
28 |
Entrando
en casa a solas, le preguntaban los discípulos: ¿Por qué no
hemos podido echarle nosotros? |
29 |
Les
contestó: Esta especie no puede ser expulsada por ningún medio
si no es por la oración y el ayuno. |
|
|
|
Segunda
predicción de la muerte de Jesús |
|
|
30 |
Saliendo
de allí, atravesaban de largo la Galilea, y no quería que
nadie lo supiera. |
31 |
Porque
iba enseñando a sus discípulos, y les decía: El Hijo del hombre
será entregado en manos de los hombres y le darán muerte,
y, muerto, resucitará al cabo de tres días. |
32 |
Y ellos no entendían estas cosas, pero temían preguntarle. |
|
|
|
Quién
es el mayor |
|
|
33 |
Vinieron
a Cafarnaúm, y, estando en casa, les preguntaba: ¿Qué discutíais
en el camino? |
34 |
Ellos
se callaron, porque en el camino habían discutido entre sí
sobre quién sería el mayor. |
35 |
Sentándose,
llamó a los doce y les dijo: Si alguno quiere ser el primero,
que sea el último de todos y el servidor de todos. |
36 |
Y
tomando un niño, lo puso en medio de ellos, y abrazándole
les dijo: |
37 |
Quien
recibe a uno de estos niños en mi nombre, a mí me recibe,
y quien me recibe a mí, no es a mí a quien recibe, sino al
que me ha enviado. |
|
|
|
La
Invocación del nombre de Jesús |
|
|
38 |
Dijóle
Juan: Maestro, hemos visto a uno que en tu nombre echaba los
demonios y no está es de nuestra compañía; se lo hemos prohibido. |
39 |
Jesús
les dijo: No se lo prohibáis, pues ninguno que haga un milagro
en mi nombre hablará luego mal de mí. |
40
|
El
que no está contra nosotros, está con nosotros. |
|
|
|
La
caridad hacia los discípulos |
|
|
41 |
Pues
el que os diere un vaso de agua en razón de discípulos de
Cristo, os digo en verdad que no perderá su recompensa; |
42 |
y
el que escandalizare a uno de estos pequeñuelos que creen,
mejor le sería que le echasen al cuello una muela asnal y
le arrojasen al mar. |
43 |
Si
tu mano te escandaliza, córtatela; mejor te será entrar manco
en la vida que con ambas manos ir a la gehenna, al fuego inextinguible, |
44 |
donde
ni el gusano muere ni el fuego se apaga. |
45 |
Y
si tu pie te escandaliza, córtatelo; mejor te es entrar en
la vida cojo que con ambos pies ser arrojado en la gehenna,
|
46 |
donde
ni el gusano muere ni el fuego se apaga. |
47 |
Y
si tu ojo te escandaliza, sácatelo; mejor te es entrar tuerto
en el reino de Dios que con ambos ojos ser arrojado en la
gehenna, |
48 |
donde
ni el gusano muere ni el fuego se apaga. |
49 |
Porque
todos han de ser salados al fuego. |
50 |
Buena
es la sal; pero, si la sal se hace sosa, ¿con qué se sazonará?
Tened sal en vosotros, viviendo en paz unos con otros. |
|
Capítulo
10 |
|
Camino
de Judea a través de Perea |
|
|
1 |
Partiendo
de allí, vinieron a los confines de la Judea y al otro lado
del Jordán, y de nuevo se le juntaron en el camino muchedumbres,
a las que, como de costumbre, las adoctrinaba. |
|
|
|
La
cuestión del divorcio |
|
|
2 |
Llegándose
unos fariseos le preguntaron, tentándole, si es lícito al
marido repudiar a la mujer. |
3 |
El
les respondió y les dijo: ¿Qué os ha mandado Moisés?
|
4 |
Contestaron
ellos: Moisés manda escribir el libelo de repudio y despedirla.
|
5 |
Díjoles
Jesús: Por la dureza de vuestro corazón os dio Moisés esta
ley; |
6 |
pero
al principio de la creación los hizo Dios varón y hembra; |
7 |
por
esto dejará el hombre a su padre y su madre, |
8 |
y
serán los dos una sola carne. |
9 |
Lo
que Dios juntó, no lo separe el hombre. |
10 |
Vueltos
a casa, de nuevo le preguntaron sobre esto los discípulos;
|
11 |
y
les dijo: El que repudia a su mujer y se casa con otra, adultera
contra aquélla; |
12 |
y si la mujer repudia al marido y se casa con otro, comete
adulterio. |
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Jesús
Bendice a los niños |
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13 |
Presentáronle
unos niños para que los tocase, pero los discípulos los
reprendían. |
14 |
Viéndolo
Jesús, se enojó y les dijo: Dejad que los niños vengan
a mí y no los estorbéis, porque de los tales es el reino de
Dios. |
15 |
En
verdad os digo, quien no reciba el reino de Dios como un niño,
no entrará en él. |
16 |
Y
abrazándolos, los bendijo imponiéndoles las manos. |
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El
peligro de las riquezas |
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17 |
Salido
al camino, corrió a El uno que, arrodillándose, le preguntó:
Maestro bueno, ¿qué he de hacer para alcanzar la vida
eterna? |
18 |
Jesús
le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino
sólo Dios. |
19
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Ya
sabes los mandamientos: No matarás, no adulterarás, no robarás,
no levantarás falso testimonio, no defraudarás, honra a tu
padre y a tu madre. |
20 |
E1
le dijo: Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud.
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21 |
Jesús,
poniendo en él los ojos, le amó y le dijo: Una sola cosa te
falta; vete, vende cuanto tienes y dalo a los pobres, y tendrás
un tesoro en el cielo; luego ven y sígueme. |
22 |
Ante
estas palabras se anubló su semblante y se fue triste, porque
tenía mucha hacienda. |
23 |
Mirando
en torno suyo, dijo Jesús a los discípulos: ¡Cuán difícilmente
entrarán en el reino de Dios los que tienen hacienda! |
24 |
Los
discípulos se quedaron espantados al oír esta sentencia. Tomando
entonces Jesús de nuevo la palabra, les dijo: Hijos míos,
¡cuán difícil es entrar en el reino de los cielos! |
25
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Es
más difícil a un camello pasar por el hondón de una aguja
que a un rico entrar en el reino de Dios. |
26 |
Más
aún se espantaron, y decían entre sí: Entonces, ¿quién
puede salvarse? |
27 |
Fijando en ellos Jesús su mirada, dijo: A los hombres sí es
imposible, mas no a Dios, porque a Dios todo le es posible. |
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Recompensa
de los que todo lo renuncian por Cristo |
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28 |
Pedro
entonces comenzó a decirle: Pues nosotros hemos dejado todas
las cosas y te hemos seguido. |
29 |
Respondió
Jesús: En verdad os digo que no hay nadie que, habiendo dejado
casa, o hermanos, o hermanas, o madre, o padre, o hijos, o
campos por amor de mí y del Evangelio, |
30 |
no
reciba el céntuplo ahora en este tiempo en casas, hermanos,
hermanas, madre e hijos y campos, con persecuciones, y la
vida eterna en el siglo venidero, |
31 |
y
muchos primeros serán los últimos, y los últimos los primeros. |
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Tercera
predicción de su muerte |
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32 |
Iban
de camino, subiendo hacia Jerusalén; y Jesús iba delante,
mientras ellos iban sobrecogidos, siguiéndoles medrosos. Tomando
de nuevo a los doce, comenzó a declararles lo que había de
sucederle. |
33 |
Subimos
a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los príncipes
de los sacerdotes y a los escribas, que le condenarán a muerte
y le entregarán a los gentiles, |
34 |
y
se burlarán de El y le escupirán, y le azotarán y le darán
muerte, pero a los tres días resucitará. |
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Petición
de los hijos del Zebedeo |
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35 |
Se
acercaron Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, diciéndole:
Maestro, queremos que nos hagas lo que vamos a pedirte. |
36 |
Díjoles
El: ¿Qué queréis que os haga? |
37 |
Ellos
le respondieron: Concédenos sentarnos el uno a tu derecha
y el otro a tu izquierda en tu gloria. |
38 |
Jesús
les respondió: ¡No sabéis lo que pedís! ¿Podréis
beber el cáliz que yo he de beber o ser bautizados con el
bautismo con que yo he de ser bautizado? |
39 |
Le
contestaron: Sí que podemos. Les dijo Jesús: El cáliz que
yo he de beber, lo beberéis, y con el bautismo con que yo
he de ser bautizado, seréis bautizados vosotros; |
40
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pero
sentaros a mi diestra o a mi siniestra, no me toca a mí dároslo,
sino que es para aquellos para quienes está preparado. |
41 |
Los
diez, oyendo esto, se enojaron contra Santiago y Juan; |
42 |
pero,
llamándolos Jesús a sí, les dijo: Ya sabéis cómo los que en
las naciones son príncipes las dominan con imperio, y sus
grandes ejercen poder sobre ellas. |
43 |
No
ha de ser así entre vosotros; antes, si alguno de vosotros
quiere ser grande, sea vuestro servidor; |
44 |
y
el que de vosotros quiera ser el primero, sea siervo de todos,
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45 |
pues
tampoco el Hijo del hombre ha venido a ser servido, sino a
servir y dar su vida para redención de muchos. |
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Curación
del ciego Bartimeo |
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46 |
Llegaron
a Jericó. Al salir ya de Jericó con sus discípulos y una considerable
turba, el hijo de Timeo, Bartimeo, un mendigo ciego que estaba
sentado junto al camino, |
47 |
oyendo
que era Jesús de Nazaret, comenzó a gritar y a decir: ¡Hijo
de David, Jesús, ten piedad de mí! |
48 |
Muchos
le increpaban para que callase; pero él gritaba mucho más:
¡Hijo de David, ten piedad de mí! |
49 |
Se
detuvo Jesús y dijo: Llamadle. Llamaron al ciego, diciéndole:
Animo, levántate, que te llama. |
50 |
El
arrojó su manto y, saltando se allegó a Jesús. |
51 |
Tomando
Jesús la palabra, le dijo: ¿Qué quieres que te haga?
El ciego le respondió: Señor, que vea. |
52 |
Jesús le dijo: Anda, tu fe te ha salvado. Y al instante recobró
la vista, y le seguía por el camino.
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