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QUINTA PARTE
PASION Y RESURRECCION DEL SALVADOR
Capítulo
22 |
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La
conspiración contra Jesús |
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22 |
1 |
Estaba
cerca la fiesta de los Ácimos, que se llama la Pascua. |
2 |
Los
príncipes de los sacerdotes y los escribas buscaban cómo quitarle
de en medio, porque temían al pueblo. |
3 |
Entró
Satanás en Judas, llamado Iscariote, que era del número de los
doce, |
4 |
y
fue a tratar con los príncipes de los sacerdotes y los oficiales
sobre la manera de entregárselo. |
5 |
Ellos
se alegraron, y convinieron con él en darle dinero. |
6 |
Puestos
de acuerdo, buscaba ocasión para entregárselo sin ruido. |
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La
preparación de la última cena |
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7 |
Llegó,
pues, el día de los Ácimos, en que habían de sacrificar la Pascua, |
8 |
y
envió a Pedro y a Juan, diciendo: Id y preparadnos la Pascua
para que la comanos. |
9 |
Ellos
le dijeron: ¿Dónde quieres que la preparemos? |
10 |
Díjoles
El: En entrando en la ciudad, os saldrá al encuentro un hombre
con un cántaro de agua; seguidle hasta la casa en que entre, |
11 |
y
decid al amo de la casa: El Maestro te dice: ¿Dónde está la
sala en que he de comer la Pascua con mis discípulos? |
12 |
El
os mostrará una sala grande, aderezada; preparadla allí. |
13 |
E idos, encontraron al que les había dicho, y prepararon la
Pascua. |
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Institución
de la Eucaristía |
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14 |
Cuando
llegó la hora, se puso a la mesa, y los apóstoles con El. |
15 |
Y
díjoles: Ardientemente he deseado comer esta Pascua con vosotros
antes de padecer, |
16 |
porque
os digo que no la comeré más hasta que sea cumplida en el reino
de Dios. |
17 |
Tomando
el cáliz, dio gracias y dijo: Tomadlo y distribuidlo entre vosotros; |
18 |
porque
os digo que desde ahora no beberé del fruto de la vid hasta
que llegue el reino de Dios. |
19 |
Tomando
el pan, dio gracias, lo partió y se lo dio, diciendo: Este es
mi cuerpo, que es entregado por vosotros; haced esto en memoria
mía. |
20 |
Asimismo
el cáliz, después de haber cenado, diciendo: Este cáliz es la
Nueva Alianza en mi sangre, que es derramada por vosotros. |
21 |
Mirad,
la mano del que me entrega está conmigo a la mesa. |
22 |
Porque
el Hijo del hombre va su camino, según está decretado, pero
¡ay de aquel por quien será entregado! |
23 |
Ellos comenzaron a preguntarse unos a otros sobre quién de ellos
sería el que había de hacer esto. |
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Cuestión
de la primacía |
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24 |
Se
suscitó entre ellos una contienda sobre quién de ellos había
de ser tenido por mayor. |
25 |
El
les dijo: Los reyes de las naciones imperan sobre ellas, y los
que ejercen autoridad sobre las mismas son llamados bienhechores; |
26 |
pero
no así vosotros, sino que el mayor entre vosotros será como
el menor, y el que manda, como el que sirve. |
27 |
Porque
¿quién es mayor, el que está sentado a la mesa o el que sirve?
¿No es el que está sentado? Pues yo estoy en medio de vosotros
como quien sirve. |
28 |
Vosotros
sois los que habéis permanecido conmigo en mis pruebas, |
29 |
y
yo dispongo del reino en favor vuestro, como mi Padre ha dispuesto
de él en favor de mí, |
30 |
para que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino y os sentéis
sobre tronos como jueces de las doce tribus de Israel. |
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La
prueba de Pedro y el vaticinio de
la negación |
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31 |
Simón,
Simón, Satanás os busca para ahecharos como trigo; |
32 |
pero
yo he rogado por ti para que no desfallezca tu fe, y tú, una
vez convertido, confirma a tus hermanos. |
33 |
Díjole
él: Señor, preparado estoy para ir contigo no sólo a la prisión,
sino a la muerte. |
34 |
El
dijo: Yo te aseguro, Pedro, que no cantará hoy el gallo antes
que tres veces hayas negado conocerme. |
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La
gran prueba que se acerca |
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35 |
Y
les dijo: Cuando os envié sin bolsa, sin alforjas, sin sandalias,
¿os faltó alguna cosa? Dijeron ellos: Nada. |
36 |
Y
les añadió: Pues ahora el que tenga bolsa, tómela, e igualmente
la alforja, y el que no la tenga, venda su manto y compre una
espada. |
37 |
Porque
os digo que ha de cumplirse en mi esta escritura: “Fue contado
entre los malhechores”; porque también lo que a mí toca llega
a su término. |
38 |
Dijéronle
ellos: Aquí hay dos espadas. Respondióles: Es bastante. |
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La
agonía en Getsemaní |
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39 |
Saliendo,
se fue, según costumbre, al monte de los Olivos, y le siguieron
también sus discípulos. |
40 |
Llegado
allí, díjoles: Orad para que no entréis en tentación. |
41 |
Se apartó de ellos como un tiro de piedra,
y, puesto de rodillas, oraba, |
42 |
diciendo:
Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz; pero no se haga
mi voluntad, sino la tuya. |
43 |
Se
le apareció un ángel del cielo que le confortaba. |
44 |
Lleno
de angustia, oraba con más instancia; y sudó como gruesas gotas
de sangre, que corrían hasta la tierra. |
45 |
Levantándose
de la oración, vino a los discípulos, y, encontrándolos adormilados
por la tristeza, |
46 |
les
dijo: ¿Por qué dormís? Levantaos y orad para que no entréis
en tentación. |
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|
La
prisión |
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47 |
Aún
está El hablando, y he aquí que llegó una turba, y el llamado
Judas, uno de los doce, los precedía, el cual, acercándose a
Jesús, le besó. |
48 |
Jesús
le dijo: Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del hombre? |
49 |
Viendo
los que estaban en torno a El lo que iba a suceder, le dijeron:
Señor, ¿herimos con la espada? |
50 |
Y
uno de ellos hirió a un siervo del sumo sacerdote y le llevó
la oreja derecha. |
51 |
Tomando
Jesús la palabra, le dijo: Basta ya. Dejad; y tocando la oreja,
le curó. |
52 |
Dijo
Jesús a los príncipes de los sacerdotes, oficiales del templo
y ancianos que habían venido contra El: ¿Como contra un ladrón
habéis venido con espadas y garrotes? |
53 |
Estando
yo cada día en el templo con vosotros, no extendisteis las manos
en mí; pero ésta es vuestra hora y el poder de las tinieblas. |
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La
negación de Pedro |
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54 |
Apoderándose
de El, le llevaron e introdujeron en casa del sumo sacerdote;
Pedro le seguía de lejos. |
55 |
Habiendo encendido fuego en medio del atrio y sentándose, Pedro
se sentó también entre ellos. |
56 |
Viéndole
una sierva sentado a la lumbre y fijándose en él, dijo: Este
estaba también con El. |
57 |
El
lo negó, diciendo: No le conozco, mujer. |
58 |
Después
de poco, le vio otro, y dijo: Tú eres también de ellos. Pedro
dijo: Hombre, no soy. |
59 |
Transcurrida
cosa de una hora, otro insistió, diciendo: En verdad que éste
estaba con El, porque es galileo. |
60 |
Dijo
Pedro: Hombre, no sé lo que dices. Al instante, hablando aún
él, cantó el gallo. |
61 |
Vuelto
el Señor, miró a Pedro, y Pedro se acordó de la palabra del
Señor, cuando le dijo: Antes de que el gallo cante hoy me negarás
tres veces; |
62 |
y
saliendo fuera, lloró amargamente. |
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Jesús escarnecido |
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63 |
Los
que le guardaban se burlaban de El y le maltrataban, |
64 |
y,
vendándole, le preguntaban, diciendo: Profetízanos, ¿quién es
el que te hirió? |
65 |
Y
otras muchas injurias proferían contra El. |
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El
consejo y la condenación |
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66 |
Cuando
fue de día se reunió el consejo de los ancianos del pueblo,
y los príncipes de los sacerdotes, y los escribas, y le condujeron
ante su tribunal, |
67 |
diciendo:
Si eres el Mesías, dínoslo. El les contestó: Si os lo dijere,
no me creeréis; |
68 |
y
si os preguntare, no responderéis; |
69 |
pero
el Hijo del hombre estará sentado desde ahora a la diestra del
poder de Dios. |
70 |
Todos
dijeron: ¿Luego eres tú el Hijo de Dios? Díjoles: Vosotros lo
decís, Yo soy. |
71 |
Dijeron
ellos: ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Porque nosotros
mismos lo hemos oído de su boca. |
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Capítulo
23 |
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Acusación
ante Pilato |
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1 |
Levantándose
todos, le llevaron a Pilato, |
2 |
y
comenzaron a acusarle, diciendo: Hemos encontrado a éste pervirtiendo
a nuestro pueblo; prohibe pagar tributo al César y dice ser
El el Mesías rey. |
3 |
Pilato
le preguntó, diciendo: ¿Eres tú el rey de los judíos? El respondió
y dijo: Tú lo dices. |
4 |
Pilato
dijo a los príncipes de los sacerdotes y a la muchedumbre: Ningún
delito hallo en este hombre. |
5 |
Pero ellos insistían, diciendo: Subleva al pueblo enseñando
por toda Judea, desde Galilea hasta aquí. |
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|
Presentación a Herodes |
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6 |
Oyendo
esto Pilato, preguntó si aquel hombre era galileo, |
7 |
y,
enterado de que era de la jurisdicción de Herodes, le envió
a éste, que estaba también en Jerusalén por aquellos días. |
8 |
Viendo
Herodes a Jesús, se alegró mucho, pues desde hacía bastante
tiempo deseaba verle, porque había oído hablar de El y esperaba
ver de El alguna señal. |
9 |
Le
hizo bastantes preguntas, pero El no le contestó nada. |
10 |
Estaban
presentes los príncipes de los sacerdotes y los escribas, que
insistentemente le acusaban. |
11 |
Herodes
con su escolta le despreció, y por burla le vistió una vestidura
blanca y se lo devolvió a Pilato. |
12 |
En aquel día se hicieron amigos uno del otro, Herodes y Pilato,
pues antes eran enemigos. |
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Jesús
y Barrabás |
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13 |
Pilato,
convocando a los príncipes de los sacerdotes, a los magistrados
y al pueblo, les dijo: |
14 |
Me
habéis traído a este hombre como alborotador del pueblo, y,
habiéndole interrogado yo ante vosotros, no hallé en El delito
alguno de los que alegáis contra El. |
15 |
Y
ni aun Herodes, pues nos lo ha vuelto a enviar. Nada, pues,
ha hecho digno de muerte. |
16 |
Le
corregiré y le soltaré. |
17 |
Tenía
que soltarles uno por la fiesta. |
18 |
Pero
todos a una comenzaron a gritar, diciendo: Quítale y suéltanos
a Barrabás, |
19 |
el
cual había sido encarcelado por un motín ocurrido en la ciudad
y por homicidio. |
20 |
De
nuevo Pilato se dirigió a ellos, queriendo librar a Jesús. |
21 |
Pero
ellos gritaban diciendo: ¡Crucifícale, crucifícale! |
22 |
Por
tercera vez les dijo: ¿Qué mal ha hecho? Yo no encuentro en
El nada digno de muerte; le corregiré y le soltaré. |
23 |
Pero
ellos a grandes voces instaban pidiendo que fuese crucificado,
y sus voces prevalecieron. |
24 |
Decidió,
pues, Pilato, acceder a su petición. |
25 |
Soltó al que por motín y homicidio había sido puesto en la cárcel,
según le pedían, y entregó a Jesús a la voluntad de ellos. |
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|
Camino
del Gólgota |
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26 |
Cuando
le llevaban, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que
venía del campo, y le cargaron con la cruz para que la llevase
en pos de Jesús. |
27 |
Le
seguía una gran muchedumbre del pueblo y de mujeres, que se
herían y lamentaban por El. |
28 |
Vuelto
a ellas Jesús, dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí,
llorad más bien por vosotras mismas y por vuestros hijos, |
29 |
porque
días vendrán en que se dirá: Dichosas las estériles, y los vientres
que no engendraron, y los pechos que no amamantaron. |
30 |
Entonces
dirán a los montes: Caed sobre nosotros, y a los collados: Ocultadnos, |
31 |
porque,
si esto se hace en el leño verde, en el seco, ¿qué será? |
32 |
Con
El llevaban otros dos malhechores para ser ejecutados. |
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|
La
crucifixión |
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33 |
Guando
llegaron al lugar llamado Calvario, le crucificaron allí, y
a los dos malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. |
34 |
Jesús
decía: Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen. Dividiendo
sus vestidos, echaron suerte sobre ellos. |
35 |
El
pueblo estaba allí mirando, y los príncipes mismos se burlaban,
diciendo: A otros salvó; sálvese a sí mismo si es el Mesías
de Dios, el Elegido. |
36 |
Y
le escarnecían también los soldados, que se acercaban a El ofreciéndole
vinagre |
37 |
y
diciendo: Si eres el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo. |
38 |
Había
también una inscripción sobre El: “Este es el Rey de los
judíos.” |
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|
Los
dos ladrones |
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39 |
Uno
de los malhechores crucificados le insultaba, diciendo: ¿No
eres tú el Mesías? Sálvate, pues, a ti mismo y a nosotros. |
40 |
Pero
el otro, tomando la palabra, le reprendía, diciendo: ¿Ni tú,
que estás sufriendo el mismo suplicio, temes a Dios? |
41 |
En
nosotros se cumple la justicia, pues recibimos el digno castigo
de nuestras obras; pero éste nada malo ha hecho. |
42 |
Y
decía: Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino. |
43 |
El
le dijo: En verdad te digo, hoy estarás conmigo en el paraíso. |
44 |
Era
ya como la hora de sexta, y las tinieblas cubrieron toda la
tierra hasta la hora de nona, |
45 |
oscurecióse
el sol, y el velo del templo se rasgó por medio. |
46 |
Jesús,
dando una gran voz, dijo: Padre, en tus manos entrego mi espíritu;
y diciendo esto, expiró. |
|
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|
La
hora de la verdad |
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47 |
Viéndolo
el centurión, glorificó a Dios, diciendo: Verdaderamente este
hombre era justo. |
48 |
Toda
la muchedumbre que había asistido a aquel espectáculo, viendo
lo sucedido, se volvía hiriéndose el pecho. |
49 |
Todos
sus conocidos y las mujeres que le habían seguido de Galilea
estaban a distancia y contemplaban todo esto. |
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|
La
sepultura |
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50 |
Un
varón de nombre José, que era consejero, hombre bueno y justo, |
51 |
que
no había dado su consentimiento a la resolución y a los actos
de aquéllos, originario de Arimatea, ciudad de Judea, que esperaba
el reino de Dios, |
52 |
se
presentó a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús; |
53 |
y,
bajándolo, lo envolvió en una sábana y lo depositó en un monumento
cavado en la roca, donde ninguno había sido aún sepultado. |
54 |
Era
día de la Parasceve y estaba para comenzar el sábado. |
55 |
Las
mujeres que habían venido con El de Galilea le siguieron y vieron
el monumento y cómo fue depositado su cuerpo. |
56 |
A
la vuelta prepararon aromas y mirra. Durante el sábado estuvieron
quietas por causa del precepto. |
|
Capítulo
24 |
|
El
sepulcro vacío |
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|
1 |
Pero
el primer día de la semana, muy de mañana, vinieron al monumento,
trayendo los aromas que habían preparado, |
2 |
y
encontraron removida del monumento la piedra, |
3 |
y,
entrando, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. |
4 |
Estando
ellas perplejas sobre esto, se les presentaron dos hombres vestidos
de vestiduras deslumbrantes. |
5 |
Mientras
ellas se quedaron aterrorizadas y bajaron la cabeza hacia el
suelo, les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que
vive? |
6 |
No
está aquí, ha resucitado. Acordaos cómo os habló estando aún
en Galilea, |
7 |
diciendo
que el Hijo del hombre había de ser entregado en poder de pecadores,
y ser crucificado, y resucitar al tercer día. |
8 |
Ellas
se acordaron de sus palabras, |
9 |
y,
volviendo del monumento, comunicaron todo esto a los once y
a todos los demás. |
10 |
Eran
María la Magdalena, Juana y María de Santiago y las demás que
estaban con ellas. Dijeron esto a los apóstoles, |
11 |
pero
a ellos les parecieron desatinos tales relatos y no los creyeron. |
12 |
Pero
Pedro se levantó y corrió al monumento, e inclinándose vio sólo
los lienzos y se volvió a casa admirado de lo ocurrido. |
|
|
|
En
el camino de Emaús |
|
|
13 |
El
mismo día, dos de ellos iban a una aldea que dista de Jerusalén
sesenta estadios, llamada Emaús, |
14 |
y
hablaban entre sí de todos estos acontecimientos. |
15 |
Mientras
iban hablando y razonando, el mismo Jesús se les acercó e iba
con ellos, |
16 |
pero
sus ojos no podían reconocerle. |
17 |
Y
les dijo: ¿Qué discursos son éstos que vais haciendo entre vosotros
mientras camináis? Ellos se detuvieron entristecidos, |
18 |
y,
tomando la palabra uno de ellos, por nombre Cleofás, le dijo:
¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no conoce los
sucesos en ella ocurridos estos días? |
19 |
El
les dijo: ¿Cuáles? Contestáronle: Lo de Jesús Nazareno, varón
profeta, poderoso en obras y palabras ante Dios y ante todo
el pueblo; |
20 |
cómo
le entregaron los príncipes de los sacerdotes y nuestros magistrados
para que fuese condenado a muerte y crucificado. |
21 |
Nosotros
esperábamos que sería El quien rescataría a Israel; mas, con
todo, van ya tres días desde que esto ha sucedido. |
22 |
Nos
dejaron estupefactos ciertas mujeres de las nuestras que, yendo
de madrugada al monumento, |
23 |
no
encontraron su cuerpo, y vinieron diciendo que habían tenido
una visión de ángeles que les dijeron que vivía. |
24 |
Algunos
de los nuestros fueron al monumento y hallaron las cosas como
las mujeres decían, pero a El no le vieron. |
25 |
Y
El les dijo: ¡Oh hombres sin inteligencia y tardos de corazón
para creer todo lo que vaticinaron los profetas! |
26 |
¿No
era preciso que el Mesías padeciese esto y entrase en su gloria? |
27 |
Y,
comenzando por Moisés y por todos los profetas, les fue declarando
cuanto a El se refería en todas las Escrituras. |
28 |
Se
acercaron a la aldea adonde iban, y El fingió seguir adelante. |
29 |
Obligáronle
diciéndole: Quédate con nosotros, pues el día ya declina. Y
entró para quedarse con ellos. |
30 |
Puesto
con ellos a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se
lo dio. |
31 |
Se
les abrieron los ojos y le reconocieron, y desapareció de su
presencia. |
32 |
Se
dijeron uno a otro: ¿No ardían nuestros corazones dentro de
nosotros mientras en el camino nos hablaba y nos declaraba las
Escrituras? |
33 |
En
el mismo instante se levantaron, y volvieron a Jerusalén y encontraron
reunidos a los once y a sus compañeros, |
34 |
que
les dijeron: El Señor en verdad ha resucitado y se ha aparecido
a Simón. |
35 |
Y
ellos contaron lo que les había pasado en el camino y cómo le
reconocieron en la fracción del pan. |
|
|
|
Aparición
a los once |
|
|
36 |
Mientras
esto hablaban, se presentó en medio de ellos y les dijo: La
paz sea con vosotros. |
37 |
Aterrados
y llenos de miedo, creían ver un espíritu. |
38 |
El
les dijo: ¿Por qué os turbáis y por qué suben a vuestro corazón
esos pensamientos? |
39 |
Ved
mis manos y mis pies, que yo soy. Palpadme y ved, que el espíritu
no tiene carne ni huesos como veis que yo tengo. |
40 |
Diciendo
esto, les mostró las manos y los pies. |
41 |
No
creyendo aún ellos, en fuerza del gozo y de la admiración, les
dijo: ¿Tenéis aquí algo que comer? |
42 |
Le
dieron un trozo de pez asado, |
43 |
y,
tomándolo, comió delante de ellos. |
|
|
|
Ultimas
instrucciones |
|
|
44 |
Les
dijo: Esto es lo que yo os decía estando aún con vosotros: que
era preciso que se cumpliera todo lo que está escrito en la
Ley de Moisés y en los Profetas y en los Salmos de mí. |
45 |
Entonces
les abrió la inteligencia para que entendiesen las Escrituras, |
46 |
y
les dijo que así estaba escrito, que el Mesías padeciese y al
tercer día resucitase de entre los muertos, |
47 |
y
que se predicase en su nombre la penitencia para la remisión
de los pecados a todas las naciones, comenzando por Jerusalén. |
48 |
Vosotros
daréis testimonio de esto. |
49 |
Pues
yo os envío la promesa de mi Padre; pero habéis de permanecer
en la ciudad hasta que seáis revestidos del poder de lo alto. |
|
|
|
Ascension |
|
|
50 |
Los
llevó hasta cerca de Betania, y, levantando sus manos, les bendijo, |
51 |
y
mientras los bendecía, se alejaba de ellos y era elevado al
cielo. |
52 |
Ellos
se postraron ante El y se volvieron a Jerusalén con grande gozo. |
53 |
Y
estaban de continuo en el templo bendiciendo a Dios. |
C.R.Y&S | |