CONSTELACION HERCULES

La misma operación se nos presenta.

Antes de nada es necesario determinar si el posicionamiento de las estrellas principales y de éstas en el Firmanento de los Cielos, nuestra Tierra, es un capricho del caos determinado por un cruce de órbitas alrededor de un centro gravitatorio común, o si este Icono Constelacional presenta su misma figura desde que el hombre es hombre y las aves migratorias existen en el cielo.

Las distancias entre la Tierra y las estrellas banderas de Hércules son tremendas. Desde los 382 años luz de Rasalgheti a los 27 de Melkarth van más de 350 años luz. Si dibujamos un triángulo con vértice en la Tierra, situamos ambas estrellas según la distancia, y hacemos que el triángulo rote, si queremos que ambas estrellas mantengan sus posiciones originales la obligación requiere que le imprimamos a Rasalgethi una velocidad 300 veces más alta que la que Melkarth tenga respecto a la Tierra. Es pura naturaleza.

No en vano los primeros astrónomos de todos los tiempos, nuestros queridos Griegos Clásicos, relacionando brillo y distancia, y comprendiendo que por el brillo se puede deducir una distancia para cada astro, viendo que a pesar de esta distancia los astros mantienen sus posiciones en el firmamento de los cielos : determinaron que las estrellas estaban fijas.

Luego vinieron los Modernos y dijeron que todos los astros están en movimiento uniforme perfecto alrededor del centro de la galaxia. Se echaron agua bendita, por falta de aceite sagrado, y se proclamaron sabios omniscientes a los que tocarle la borla de sus mantos era sacrilegio.

¿Cómo explicar que las velocidades de los astros no se multipiquen con las distancias y sin embargo los astros permanezcan fijos en sus posiciones constelacionales?

La sola crítica contra este capricho del caos es herejía, y no herejía cualquiera, sino del tamaño histórico que las Universidades Italianas abrieron contra Galileo en su día, y que la Iglesia Católica, obligada por las Universidades, tuvo que elevar a la condición de Pecado, con su correspondiente castigo.

La Ciencia, como Pilatos en su día, se lavó las manos y le endosó su delito a la Iglesia del Papa y sus Cardenales Romanos. Más buena ella, la Ciencia Moderna.

El Hecho es el hecho. Si toda la masa Láctea se moviera en rotación perpetua alrededor de un centro gravitatorio galáctico, con objeto de dibujar Dios en el Firmamento de los Cielos la Carta Constelacional Milenaria, delicia de la Astrología, Dios hubiera tenido que multiplicar la velocidad orbital de las estrellas según su distancia a la Tierra, produciendo el efecto de una Pantalla Luminosa de fondo que no nos permitiría ver absolutamente nada de lo que existe al otro lado de la Vía Láctea. Pero Dios, que no es un idiota, creó la Carta Constelacional, fundamento genético de las Aves Migratorias, por ejemplo, y de la Navegación Comercial, sin ir más lejos, mediante la creación de áreas de movimiento relativo, de manera que estando en movimiento las estrellas de las Constelaciones están a la vez fijas. Razón que nos lleva a considerar esas áreas como regiones astro-moleculares, en las que los átomos estelares mantienen posiciones fijas los unos respecto a los otros, sus partículas moviéndose en su interior acorde a propios parámetros.

Una obra de Ingeniería Astrofísica tan perfecta y sublime nos sitúa delante de una Omnisciencia que abarca con sus brazos todas las Ciencias del Cosmos. Sin embargo la existencia de esta Inteligencia es en sí una herejía para una Ciencia Moderna que tiene por fundamento de su Universidad la Imposibilidad de superar el nivel de inteligecia de sus héroes y mitos.

La Cosmología del Siglo XX no fue a la postre más que una Nueva Religión, y como tal tenía que declararle la guerra a la Religión Cristiana, en especial, y a todas las demás religiones, en general. Su fruto más perfecto fue la Segunda Guerra Mundial, en la que sus dos hijos putativos, Hitler y Stalin repitieron sobre el escenario de la Historia el Fratricidio de Caín y Abel.

Y en fin, puesto que se dice de la mentira que deviene verdad mediante una repetición sin fin, sirvámonos del mismo axioma, tanto más cuanto que la verdad se enfrenta a una mentira construida y firmada por las Universidades, esos templos de la Religión que para sí se inventó la Ciencia Moderna. Pero dejemos que cada día tenga su afán. Este ya ha tenido el suyo.

Y pues que ver es creer, y una imagen vale más que mil palabtras, aquí os dejo un millón de ellas .