HISTORIA DE LA EDAD MODERNA |
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HISTORIA PRERENACENTISTA DEL REINO DE HUNGRIA
El reino de Hungría comenzó su
historia cuando Esteban I, Gran príncipe de los húngaros, fue coronado rey en
1000/1001. El luego canonizado san Esteban inició reformas radicales para
convertir el país en un estado feudal occidental, fortaleciendo la autoridad
central, y en un reino cristiano apoyando a la Iglesia católica con la
cristianización forzosa. Fue el primero de los 57 reyes que tendrá Hungría a lo
largo de más de un milenio de existencia.
En un primer momento las guerras civiles, los levantamientos paganos y los continuos intentos del Sacro Imperio Romano por expandirse en la zona, fragmentaron la autoridad de la nueva monarquía. Resistió los ataques de tribus bárbaras de Oriente, como los cumanos y pechenegos, que fueron repelidos por los reyes Salomón, Geza I y san Ladislao I (r. 1077-1095), que finalmente logró estabilizar el reino. Rico en tierras de cultivo y en depósitos de plata, oro y sal, el reino se convirtió en el objetivo preferido de los colonos de Europa occidental. Su llegada contribuyó al desarrollo de Esztergom, Székesfehérvár y muchos otros asentamientos. Situada en la encrucijada de importantes rutas internacionales, Hungría se
benefició de diferentes culturas. En su territorio se alternaron arquitecturas
románica, gótica (y luego renacentista), así como obras literarias latinas,
católicas, ortodoxas e incluso islámicas o no cristianas. El latín era el
idioma de la legislación, la administración y la justicia, pero en Hungría
coexistía un «pluralismo lingüístico» que contribuyó a la supervivencia de varios
idiomas, entre ellos la gran variedad de dialectos eslavos.
Tras la muerte del rey de Croacia en
1091, Colomán (r. 1095-1116) se convirtió también en rey de Croacia y después
de él, los reyes de Hungría heredaron ese título, aunque ambos reinos se
mantuvieron autónomos. El reino fue dirigido en sus primeros tres siglos por la
dinastía de Arpad.
El reino húngaro enfrentó al Imperio
bizantino en varias oportunidades en guerras como la del rey Geza II de Hungría
entre 1148 y 1155, tras la que el emperador Manuel I Comneno consiguió extender
la influencia bizantina bajo el reinado de Bela III de Hungría (r. 1176-1196),
hijo de Geza II. Posteriormente la debilidad de Bizancio ante los turcos hizo
que, concentrado en su propia defensa contra los ejércitos otomanos, ese
imperio perdiera interés en Hungría.
Entre 1217 y 1221 el reino de Hungría
participó en la Quinta cruzada, encabezada personalmente por el rey
Andrés II. El predominio de territorios sujetos directamente al soberano
aseguró en un principio una posición preeminente de los reyes de Hungría, pero
la posterior enajenación de tierras y el surgimiento de grupos de pequeños
terratenientes pronto los pusieron en dificultades. Fueron esos nobles locales
quienes obligaron a Andrés II a otorgar su Bula de Oro de 1222, «uno de los
primeros ejemplos de limitación constitucional de un monarca europeo». En 1241-1242 sufrió la invasión de los mongoles de Batú Kan, que arrasaron el país y diezmaron la población. Esto forzó al rey Bela IV (r. 1235-1270) a reconstruir el
Estado y a crear una línea de defensa
de más de 100 castillos a lo largo de la
frontera oriental del reino. Se favoreció el asentamiento de grupos de cumanos y jasicos en las tierras centrales de Hungría y llegaron nuevos colonos de Moravia, Polonia y otros países vecinos. En 1301 murió Andrés III de Hungría, último miembro de los Arpad. Después de un corto
período de interregno, cuando los señores más poderosos compitieron por el
control y tras una transición caótica, ascendió al trono en 1307 Carlos I
Roberto (r. 1308-1342), de la Casa de Anjou-Sicilia. El nuevo monarca restableció
el entonces debilitado poder real y venció a los caudillos nobles en ese
momento cada vez más poderosos. A su muerte, en 1342, tras un largo reinado, lo
sucedió su hijo mayor Luis I (r. 1342-1382), que llevó al reino a su
máximo apogeo, dirigiendo campañas militares contra el Gran Ducado de Lituania,
el sur de Italia y otros territorios circundantes y que al heredar el trono de
su tío el rey polaco, al final de su reinado se convirtió también en rey de
Polonia. Se abrieron muchas minas de oro y plata y a finales del siglo XV
ya representaban un tercio de la producción mundial.
Desde el reinado de Luis I el
Grande los húngaros lucharon contra los turcos otomanos que realizaban
incursiones invasivas en Europa. Posteriormente, el rey Segismundo de Hungría
llegó a ser soberano de Polonia, de Bohemia y del Sacro Imperio Romano
Germánico, siendo la figura más importante en la Europa de su tiempo y debiendo
enfrentar nuevamente a los turcos. En las décadas siguientes, el talentoso
comandante Juan Hunyadi lideró los enfrentamientos
con los otomanos. Su victoria en Belgrado en 1456 estabilizó la frontera sur
del reino durante casi cincuenta años.
El primer rey de Hungría sin
antepasados dinásticos fue Matías Corvino (r. 1458-1490), quien dirigió varias
campañas exitosas y también se convirtió en rey de Bohemia y duque de Austria
utilizando su Ejército Negro. Bajo su reinado, Hungría se convirtió en la
primera nación europea en adoptar el estilo renacentista italiano.
Luego los territorios del reino
disminuyeron progresivamente con la expansión del Imperio otomano en el
siglo XVI. El área se dividió en dos partes en 1538 de acuerdo con el
Tratado de Gran Varadino y debido a la ocupación
otomana en 1541, el país se dividió en tres partes: una parte central, ocupada
por el Imperio otomano con el nombre de eyalato de Budin (Hungría otomana), una parte al oeste llamada Hungría
Real, donde los nobles locales eligieron al futuro emperador Fernando I de
Habsburgo (casado con Ana Jagellón, hermana del último rey dinástico, Luis II)
como rey con la esperanza de expulsar a los turcos y recuperar el perdido reino
(lo que eventualmente ocurrirá, unos 150 años más tarde), y un independiente
Reino de Hungría del Este que más tarde se unió al Principado de Transilvania.
En los cuatro siglos posteriores a su
migración hacia la llanura Panónica, los Magiares evolucionaron desde una
difusa confederación de tribus para llegar a crear un reino reconocido. Este
reino, que sería conocido como Reino de Hungría, estaba liderado por la
dinastía Arpad, fuertemente vinculada con la cristiandad occidental.
Finalmente, el linaje de Arpad se extinguió y el reino de Hungría volvió a
hundirse en la anarquía, donde la nobleza más poderosa luchaba por el control
Tras el fin de la dinastía Arpad, los
nobles húngaros eligieron una serie de reyes extranjeros que restablecieron la
autoridad real. Hungría y sus países vecinos prosperaron durante varios siglos
como Europa Central, y experimentaron una etapa de paz interrumpida únicamente
por los conflictos sucesorios. Pero, con el tiempo, la expansión del imperio
otomano y las luchas que siguieron a la Reforma Protestante acabaron por
debilitar al país, que quedó finalmente dividido entre los Otomanos y el
Imperio austríaco
Campañas magiares y la batalla de 955
Las invasiones húngaras de
Europa tuvieron lugar en los siglos IX y X, en el período
de transición en la historia de Europa en la Alta Edad Media cuando el
territorio del antiguo Imperio carolingio se vio amenazado por la
invasión de múltiples fuerzas hostiles, los magiares (húngaros) desde el este,
la expansión vikinga desde el norte y los árabes desde el
sur.
Los magiares tuvieron éxito a fines del
siglo IX en la conquista de la cuenca de los
Cárpatos (correspondiente al posterior Reino de Hungría) y lanzaron
una serie de incursiones de saqueo tanto hacia el oeste, en la antigua Francia,
como hacia el sur en el Imperio bizantino. Las incursiones hacia el oeste
se detuvieron solo con la derrota magiar de la batalla de Lechfeld de 955, que condujo a un nuevo orden político
en Europa occidental centrado en el Sacro Imperio Romano Germánico. Las
incursiones en los territorios bizantinos continuaron durante todo el
siglo X, hasta la cristianización final de los magiares y el
establecimiento del Reino cristiano de Hungría en 1000 o 1001.
La primera supuesta referencia a los
húngaros en guerra es en el siglo IX: en 811, los húngaros (magiares) se
aliaron con Krum de Bulgaria contra el
emperador Nicéforo I posiblemente en la batalla de Pliska en las montañas de Haemus (montañas de los Balcanes).[3] El trabajo de Georgius Monachus menciona que alrededor de 837 el Imperio
búlgaro buscó una alianza
con los húngaros. Constantino Porfirogéneta escribió en su obra De
Administrando Imperio [Sobre la administración del Imperio] que el khagan y el Bek de
los jázaros le pidieron al emperador Teophilos tener la fortaleza de Sarkel que construyó para
ellos.[4] Se cree que este registro se refiere a los húngaros sobre
la base de que la nueva fortaleza debe haberse vuelto necesaria debido a la
aparición de un nuevo enemigo de los jázaros, y
ningún otro pueblo podría haber sido enemigo de los jázaros en ese
momento.[4] En el siglo X, Ahmad ibn Rustah escribió que «antes, los jázaros se
atrincheraron contra los ataques de los magiares y otros pueblos».
En 860-861, los soldados húngaros
atacaron el convoy de san Cirilo, pero se dice que el encuentro terminó
pacíficamente. San Cirilo estaba viajando al Khagan en (o cerca) Chersonesos Taurica, que había sido
capturada por los jázaros. Los geógrafos musulmanes registraron que
los magiares atacaban regularmente a las tribus vecinas eslavos
orientales y tomaban cautivos para venderlos al Imperio bizantino
en Kerch.
Hay alguna información sobre las incursiones húngaras en el
Imperio carolingio oriental en 862.
En 881, los húngaros y los kabars invadieron Francia Oriental y libraron dos
batallas, la primera (Ungari) en Wenia (probablemente Viena) y la última (Cowari) en Culmite (posiblemente Kulmberg o Kollmitz en
Austria). En 892, según los Annales Fuldenses, el rey Arnulfo de Francia Oriental,
para asegurar las fronteras orientales del Imperio franco, invadió la Gran
Moravia y los magiares comandadas por el príncipe Kurszán se unieron a sus tropas. Arnulfo
les concedió todas las tierras capturadas en Moravia.
Después de 893, las tropas magiares
fueron transportadas a través del Danubio por la flota bizantina y derrotaron a
los búlgaros en tres batallas (en el Danubio, Silistra y Preslav).[En
894, los magiares invadieron Panonia en alianza con el rey Svatopluk I de Moravia.
Alrededor de 896, probablemente bajo el liderazgo de Árpád, los húngaros
(magiares) cruzaron los Cárpatos y entraron en la cuenca panónica (aproximadamente,
las llanuras de Hungría).
Los húngaros resultaron una suerte de
pesadilla para el Sacro Imperio Romano Germánico y otros Estados
medievales, que no se habían enfrentado a enemigos nómadas similares desde los
tiempos de los hunos. Muchos duques y reyes menores de las regiones germánicas
e itálicas limítrofes comenzaron a contratar a las tropas húngaras para
emplearlos contra sus enemigos respectivos. En esas incursiones en reinos y
ducados, los húngaros llevaron a cabo incontables saqueos e incendios de las
aldeas que hallaban a su paso; se les temía especialmente por la precisión de
sus arcos.
En 899, esos magiares derrotaron al
ejército de Berengario en la batalla del río Brenta e
invadieron las regiones del norte de Italia. Saquearon el campo alrededor
de Treviso, Vicenza, Verona, Brescia, Bergamo y Milán. También derrotaron a Braslav, duque de la Baja Panonia. En 901, atacaron
nuevamente Italia. En 902, lideraron una campaña contra el
norte de Moravia y derrotaron a los moravos, cuyo país fue
aniquilado.[6] Casi todos los años después del año 900
llevaron a cabo redadas contra el occidente católico y el
oriente bizantino.
En el verano del 904, los húngaros ya
habían causado estragos en territorio germánico, y el rey Luis IV el
Niño convocó a varios jefes húngaros, entre ellos a Kurszán, para negociar la paz. Después de que arribasen a
su campamento junto al río Fischa, el rey
germánico los asesinó a todos.
La muerte de Kurszán,
que se cree que ostentaba el título de kende,
puso fin a la autoridad dual en el principado húngaro; el mando único del
principado pasó a manos del gyula de
nombre Arpad. Después de esto, en el 905, los húngaros
invadieron Lombardía y, tras causar estragos en la región, firmaron
una amicitia con el
rey Berengario de Friuli y pasaron quince años sin que las tropas
húngaras entraran en Italia.
Los magiares derrotaron a no menos de
tres grandes ejércitos imperiales francos entre 907 y 910. En 907 el rey Luis IV el Niño, temiendo
nuevamente más invasiones húngaras y anhelando expulsarlos de
los territorios moravos, mandó un ejército germánico hacia su territorio, aunque
fue vencido por las tropas del gran príncipe Arpad en la
conocida como batalla de Bratislava, cerca de Brezalauspurc. La victoria permitió fijar las fronteras del principado húngaro en el río Enns. No solo defendieron con éxito
Hungría, sino que dejaron la Gran Moravia, Germania, Francia e Italia abiertas
a sus incursiones.
Meses después, el 3 de agosto de 908,
los húngaros salieron nuevamente victoriosos en la batalla de Eisenach, en
Turingia. Egino,
duque de Turingia fue asesinado, junto con Burcardo, duque de Turingia y Rodolfo
I, obispo de Würzburg.
Los magiares derrotaron una vez más al ejército
imperial franco unido de Luis el Niño en la primera
batalla de Lechfeld en 910. Después de este
triunfo, los ejércitos húngaros continuaron actuando: en
911, invadieron Burgundia y la saquearon; en 915,
unidades más pequeñas sitiaron infructuosamente la ciudad alemana
de Fulda y penetraron hasta Bremen, que incendiaron. En 919, después de la muerte de Conrado
I de Alemania, los magiares asaltaron Sajonia, Lotaringia y Francia Occidental y derrotaron a las fuerzas del emperador germánico Enrique
I el Pajarero en la batalla de Puchen y le obligaron a pagarles
tributo durante los siguientes diez años.
En 921, derrotaron a los enemigos del rey Berengario en Verona y llegaron a Apulia en 922. Entre 917 y 925, los magiares asaltaron Basilea, Alsacia, Borgoña, Provenza y
los Pirineos. Alrededor de 925, según la Crónica del
sacerdote de Dioclea de finales del siglo XII, Tomislav de Croacia derrotó a los magiares en batalla,[16] sin embargo, otros cuestionan la fiabilidad de ese
relato, porque no hay pruebas de tal interpretación en otros registros. En 926,
devastaron Suabia y Alsacia, sitiaron y quemaron la fortaleza de San
Galo, salvo el monasterio. e hicieron campaña a través del actual
Luxemburgo y llegaron hasta el océano Atlántico. En 927, Pedro, hermano
del papa Juan X, llamó a los magiares a gobernar Italia. Marcharon hacia Roma e impusieron grandes pagos de
tributos a Toscana y Tarento.
En 932 el emperador Enrique el Pajarero
se negó a prorrogar el tributo acordado y un año más tarde un considerable
ejército magyar apareció en Sajonia, siendo derrotado por los ejércitos
imperiales en la batalla de Riade (o Merseburgo) en 933. En el año 934, las tropas húngaras llegaron a Constantinopla y
exigieron un impuesto al emperador que, acuciado, aceptó pagarlo a
cambio de nueve años de paz.
Los ataques magiares continuaron contra
la Alta Burgundia (en 935) y contra Sajonia (en 936). En 937, incursionaron en Francia hasta el oeste hasta Reims, Lotaringia, Suabia, Franconia, el ducado
de Borgoña e Italia
hasta Otranto en el sur. Atacaron Bulgaria
y el Imperio bizantino, alcanzando las murallas de Constantinopla. Los
bizantinos les pagaron un "impuesto" durante 15 años. En 938, los magiares atacaron repetidamente Sajonia. En 940, devastaron la región de Roma.
Por otro lado, contingentes húngaros
se encaminaron hacia la península ibérica y
alcanzaron Al-Ándalus en el 942, en la zona de Cataluña, según
la obra de Ibn Hayyan; sitiaron sin éxito las
ciudades del soberano musulmán Abderramán III, entre ellas Lérida. La
falta de armas de asedio y de víveres les hicieron retirarse y volver a sus dominios
en Panonia.
Posteriormente, en el 943, volvieron a territorio bizantino; exigieron
renovados tributos al nuevo emperador a cambio de concederle otros cinco años
de paz. Los húngaros paganos estaban organizados en un sistema de tribus dentro
de una federación encabezada por el Gran Príncipe. A mediados del
siglo X este poder central comenzó a debilitarse; los jefes de las
tribus gozaron de mayor independencia y organizaron campañas por su cuenta, sin
coordinación con los demás. Por otra parte, en 950 el jefe tribal Gyula de Transilvania viajó a Constantinopla y, como
hecho relevante e inédito, se hizo bautizar según el rito oriental ortodoxo,
adoptando la fe cristiana y recibiendo el título de patricio. Gyula y el emperador Constantino VII se hicieron
amigos íntimos, y cuando regresó a sus dominios, el jefe húngaro se llevó
consigo a un obispo griego, Hierotheos, quien comenzó
el proceso de evangelización de su corte. Si bien este fue el primer intento de
cristianizar a los húngaros, habrá que esperar medio siglo más para que el rey
san Esteban I de Hungría, nieto de Gyula,
completase esta labor, aunque en la fe católica.
En 947, Bulcsú,
un cacique de Taksony, dirigió una incursión en
Italia[20] hasta Apulia, y el rey Berengario II de Italia tuvo
que comprar la paz pagándole una gran cantidad de dinero a él ya sus
seguidores. En 947, Falicsi, el nieto de Árpad, subió al trono del principado húngaro y reinó hasta 955,
cuando Taksony, también nieto de Árpad, se
hizo con el poder después de la derrota que sufrieron los húngaros ese año. El rey
alemán Otón I (futuro emperador) infligió a los húngaros una
devastadora derrota en la batalla de Lechfeld (al
sur de Augsburgo) en el 955, en la que perdieron aproximadamente 5000 guerreros
y finalmente frenó su expansión hacia occidente. Durante la batalla fueron
capturados Lehel, Bulcsú y
Sur, tres de los caudillos húngaros a los que posteriormente mandó
ahorcar Enrique I, duque de Baviera. Una leyenda quiere que al ser
llevados ante su captor, probablemente Conrado de Lorena, Lehel le asestó un golpe mortal en la cabeza con su
cuerno de batalla. Desde luego, esta leyenda ha resultado ser solo un
«consuelo» elaborado para compensar levemente el desánimo de los húngaros ante
tal descalabro, que marcó el comienzo del establecimiento definitivo de los
magiares en la cuenca carpática.
Después de la derrota en occidente, los
húngaros continuaron sus incursiones en oriente, arribando a las fronteras del
Imperio bizantino y exigiéndole un tributo al emperador. Según la tradición, en
el 960 las tropas húngaras de Apor llegaron a
Constantinopla y para evitar un gran derramamiento de sangre, organizaron un
duelo entre el mejor soldado de cada bando. Por los bizantinos luchó un gigante
griego, y por los húngaros, el jefe Botond, de
constitución más bien menuda. Al parecer el húngaro venció al gigante y los
bizantinos pagaron impuestos durante un corto tiempo.
Los descendientes de Árpad se convertirían en la casa reinante de los magiares durante el
siglo XI y XII. Zolta, el hijo de Árpad, engendraría a Taksony,
padre del gran príncipe Géza. El príncipe Géza apreció las ventajas de
pertenecer al mundo cristiano europeo medieval, así que lentamente comenzó a
aceptar la llegada de misioneros al principado, tras haberse reunido en Quedlinburg en el mismo año de su advenimiento al
trono (973) con Otón I, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico para
firmar la paz. Posteriormente se bautizó y tomó como esposa a Sarolta, hija del príncipe húngaro de Transilvania, quienes
pertenecían a la religión cristiana ortodoxa. Géza también hizo bautizar a
su hijo Vajk, quien adoptó el nombre de Esteban y más
tarde subiría el trono húngaro como Esteban I de Hungría.
Los Arpades (970-1301)
Geza y los comienzos de la
cristianización del pueblo húngaro
En la década de 970, como
consecuencia de los cambios nacionales e internacionales, el más poderoso de
los príncipes húngaros, Géza adoptó el Cristianismo, la fe de los vencedores, y
comenzó a difundirlo por el país. Por la misma época, inició un proceso de
organización del poder central. Apenas había entrado en guerra con países
extranjeros durante sus 25 años de gobierno. Géza reforzó su política pacifista
gracias a los matrimonios entre sus hijos y los miembros de las dinastías
europeas más poderosas, con el fin de consolidar el poder magiar en la llanura
panónica.
Los esfuerzos de Géza por establecer
un estado estable que garantizara el trono a sus sucesores fracasaron en última
instancia porque se vio obligado a compartir el territorio con otros miembros
de la familia principal. El príncipe Koppány también
reclamaba el trono. En el derecho húngaro de sucesión se utilizaba el sistema
llamado del señorío, es decir, el derecho del hermano mayor superviviente. Koppány también exigía en matrimonio la mano de la viuda
principal, Sarolta. La voluntad de Géza de que su
primogénito heredara el trono chocaba frontalmente con el derecho ancestral
húngaro.
Sagrada Corona de Hungría. En
relación con su conversión al Cristianismo, surgía la gran cuestión de si
Hungría debería unirse a la Iglesia Católica o a la Iglesia Ortodoxa. En un
primer momento (en torno a 948), los nobles húngaros se adhirieron mayoritariamente
a la Iglesia de Bizancio, ortodoxa. Sin embargo, en el otoño de 972, Adalberto
de Praga fue nombrado obispo por el papa Silvestre II, con el objetivo de
difundir el cristianismo occidental entre los húngaros. San Adalberto bautizó a
Géza y a su familia. Su esposa, el, había sido bautizada por un obispo griego
en su niñez. La decisión de adoptar este segundo bautizo fue dictada por las
circunstancias. La última fase de los ataques húngaros fue dirigida contra el
sureste, lo que encolerizó a los bizantinos. La abolición por parte del
emperador de Bizancio de la independencia política y religiosa de Bulgaria fue
un aviso a los húngaros.
La amenaza bizantina obligó al
príncipe húngaro a buscar el reconocimiento político y moral del Sacro Imperio.
La implantación del cristianismo occidental fue un acontecimiento cultural y
político para los húngaros. Durante el reinado de Géza, finalizaron las
expediciones de saqueo y a punto estuvo de lograr la consolidación de un estado
independiente antes de su muerte.
Reino de Hungría (1000-1301)
El Reino de Hungría nació en Europa
Central, sucediendo al principado de Hungría, cuando Esteban I, gran príncipe
de los húngaros, fue coronado rey de Hungría en 1000 o 1001. Esteban
(originalmente llamado Vajk hasta que fue bautizado)
era hijo del príncipe Geza y, por tanto, descendiente de Árpád; había luchado contra Koppány y en 998, con la ayuda del ducado de Baviera, lo derrotó cerca de Veszprém. Según la última tradición húngara, Esteban fue coronado con la Santa Corona de Hungría el primer día del segundo milenio en la ciudad
capital de Esztergom. El papa Silvestre II le confirió el derecho a que llevara la cruz
ante él, con plena autoridad administrativa
sobre los obispados y las iglesias: Esteban estableció una red de 10 sedes episcopales y 2
arzobispales, y ordenó la construcción de monasterios, iglesias y catedrales.
En 1006, Esteban ya había consolidado su poder al eliminar a todos los rivales
que querían seguir las antiguas tradiciones paganas o querían una alianza con
el Imperio bizantino cristiano de Oriente. Luego inició reformas radicales para
convertir Hungría en un estado feudal occidental, completadas con la
cristianización forzada. La Iglesia católica recibió un poderoso apoyo de
Esteban, quien con cristianos húngaros y caballeros germanos quería un reino
cristiano establecido en Europa Central. Esteban I de Hungría fue canonizado
como santo católico en 1083 y santo ortodoxo en 2000. Alrededor del
siglo XI, el Reino de Hungría se convirtió en un estado cristiano, y el catolicismo pasó a ser la religión estatal.
En los primeros tiempos, la lengua
húngara, que formaba parte de la familia de las lenguas urálicas, se escribía
en una antigua escritura rúnica. El país cambió al alfabeto latino bajo
Esteban, y el latín fue el idioma oficial del país entre 1000 y 1844. Esteban
siguió el modelo administrativo de los francos. Todo el territorio se dividió
en condados (megyék), cada uno regido por un
funcionario real llamado ispán (equivalente al título
de conde, en latín: comes), más tarde főispán (en latín: supremus comes). Este funcionario
representaba la autoridad del rey, administraba a sus súbditos y recaudaba los
impuestos que formaban la renta nacional. Cada ispán mantenía una fuerza armada de hombres libres en su cuartel general fortificado
(castrum o vár).
Después de la muerte de Esteban , se
produjo un período de revueltas y conflictos por la supremacía entre la realeza
y los nobles, con varias guerras civiles y levantamientos paganos. En 1051, los
ejércitos del Sacro Imperio Romano intentaron conquistar Hungría, pero fueron
derrotados en la montaña Vértes. Los ejércitos del
Sacro Imperio Romano siguieron sufriendo derrotas; la segunda gran batalla fue
en la ciudad ahora llamada Bratislava, en 1052. Antes de 1052 Pedro Orseolo, un
partidario del Sacro Imperio Romano, fue derrocado por el rey Samuel Aba de
Hungría. Después de que el Gran Cisma entre el
cristianismo católico,
occidental, y el cristianismo ortodoxo, oriental, se formalizara en 1054, Hungría se veía a sí misma como el bastión más oriental de la civilización occidental, un juicio afirmado en el siglo XV por el papa Pío II, quien se expresó al emperador del Sacro Imperio
Romano Germánico Federico III en estos términos: «Hungría es el escudo del cristianismo y el protector de la civilización occidental».
Ese período de revueltas terminó
durante el reinado de Bela I (r. 1060-1063). Los cronistas húngaros elogiaron a Béla I por introducir nueva moneda, como el denario
de plata, y por su benevolencia con los antiguos seguidores de su sobrino,
Salomón. El segundo rey húngaro más importante, también de la dinastía Árpád,
fue Ladislao I de Hungría (r. 1077-1095), quien estabilizó y fortaleció el
reino. También fue canonizado como santo. Bajo su gobierno, los húngaros
lucharon con éxito contra los cumanos y adquirieron partes de Croacia en 1091.
Debido a una crisis dinástica en Croacia, con la ayuda de la nobleza local que
apoyó su reivindicación, logró tomar rápidamente el poder en las partes del
norte del reino croata (Eslavonia), ya que era un aspirante al trono debido al
hecho de que su hermana estaba casada con el difunto rey croata Zvonimir, quien murió sin hijos. Sin embargo, la realeza
sobre toda Croacia no se lograría hasta el reinado de su sucesor Coloman (r. 1095-1116). Con la coronación en 1102 de Coloman como «rey de Croacia y Dalmacia» en Biograd, los dos reinos de Croacia y Hungría se unieron
bajo una sola corona. Aunque los términos precisos de esa relación se convirtieron en un tema de disputa en el siglo XIX, se cree que Coloman creó una especie de unión personal entre los dos reinos. La
naturaleza de la relación varió a lo largo del tiempo, Croacia
mantuvo un alto grado de autonomía interna en general, mientras que el poder real estaba en manos de la
nobleza local. Las historiografías modernas de
Croacia y Hungría consideran principalmente las relaciones entre el Reino de
Croacia (1102-1526) y el Reino de Hungría desde 1102 como una forma de unión
personal, es decir, que estaban conectados por un rey común. Además, uno de los más grandes juristas y estadistas húngaros del siglo XVI, István Werbőczy en su obra Tripartitum trata a Croacia como un
reino separado de Hungría.
Los sucesores de Ladislao y de Colomán,
especialmente Bela II (r. 1131-1141), Bela III (r. 1176-1196), Andrés II (r.
1205-1235) y Bela IV (r. 1235-1270), continuaron esa política de expansión
hacia la península de los Balcanes y las tierras al este de los montes
Cárpatos, transformando su reino en una de las mayores potencias de la Europa
medieval.
Rica en tierras no cultivadas,
yacimientos de plata, oro y sal, Hungría se convirtió en el destino preferido
de colonos principalmente germanos, italianos y franceses. Esos inmigrantes
eran en su mayoría campesinos que se asentaron en aldeas, aunque también
llegaron artesanos y comerciantes, que establecieron la mayoría de las ciudades
del Reino. Su llegada tuvo un papel clave en la configuración de un estilo de
vida, hábitos y cultura urbanos en la Hungría medieval. La ubicación del reino
en el cruce de rutas comerciales internacionales favoreció la convivencia de
varias culturas. Los edificios románicos, góticos y renacentistas y las obras
literarias escritas en latín demuestran el carácter predominantemente católico
de la cultura, pero también existían comunidades minoritarias étnicas ortodoxas
e incluso no cristianas. El latín era el idioma de la legislación, la
administración y la justicia, pero el "pluralismo lingüístico" contribuyó a la supervivencia de muchas
lenguas, incluida una gran variedad de dialectos eslavos. Una parte
significativa del vocabulario húngaro para la agricultura, la religión y el
estado se tomó de las lenguas eslavas.
El predominio de las propiedades
reales aseguró inicialmente la posición preeminente del soberano, pero la
enajenación de las tierras reales dio lugar al surgimiento de un grupo
autoconsciente de terratenientes menores, conocidos como "sirvientes reales".
Obligaron a Andrés II a emitir su Bula de Oro de 1222, que establecía los
principios del derecho y es considerada como «uno de los primeros ejemplos de
límites constitucionales que se imponen a los poderes de un monarca europeo»
(Francis Fukuyama). Equivalente húngaro de la Carta Magna de Inglaterra, la que
todos los reyes húngaros tenían que jurar a partir de entonces, tenía un doble
propósito que limitaba el poder real. Por un lado, reafirmó los derechos de los
nobles menores de las antiguas y nuevas clases de servidores reales (servientes regis)
contra la corona y los magnates. Por otro lado, defendió los derechos de toda
la nación frente a la corona restringiendo los poderes de esta última en
ciertos campos y haciendo legal la negativa a obedecer sus mandatos
ilícitos/inconstitucionales (el ius resistendi).
Los nobles menores también comenzaron a presentarle agravios a Andrés, una
práctica que evolucionó hasta convertirse en la institución del parlamento o
Dieta. Hungría se convirtió en el primer país en el que un parlamento tenía
supremacía sobre la realeza [cita requerida]. La ideología jurídica más
importante fue la Doctrina de la Santa Corona. El principio más importante de
la Doctrina era la creencia de que la soberanía pertenecía a la nación noble
(representada por la Santa Corona). Los miembros de la Santa Corona eran los
ciudadanos de las tierras de la Corona, y ningún ciudadano podía alcanzar el
poder absoluto sobre los demás. La nación compartiría solo algo de poder
político con el gobernante. En 1224, emitió el Diploma Andreanum,
que unificó y aseguró los privilegios especiales de los sajones de
Transilvania.
El reino recibió un duro golpe con la
invasión mongola de 1241-1242. Mientras las primeras batallas menores con las
destacamentos de vanguardia de Subutai terminaron en aparentes victorias
húngaras, los mongoles finalmente destruyeron los ejércitos combinados húngaros
y cumanos en la batalla de Mohi y arrasaron el país.
En 1242, después del final de la invasión mongola, Bela IV de Hungría (r.
1235-1270) erigió numerosas fortalezas para defenderse de una futura invasión y
permitió que grupos de cumanos y yásicos se
establecieron en las tierras bajas centrales y que llegaron nuevos colonos
desde Moravia, Polonia y otros países cercanos. En agradecimiento, los húngaros
lo aclamaron como el "segundo fundador de la patria", y el reino
húngaro volvió a convertirse en una fuerza considerable en Europa. En 1260 Bela
IV perdió la Guerra de Sucesión de Babenberg, su ejército fue derrotado en la
batalla de Kressenbrunn por las fuerzas unidas de
Bohemia. Sin embargo, en 1278 Ladislao IV de Hungría (r. 1272-1290) y las
tropas austriacas destruyeron por completo al ejército bohemio en la batalla de Marchfeld.
La erección de fortalezas por parte
de los terratenientes, promovida por los monarcas, condujo al desarrollo de
"provincias" semiautónomas dominadas por poderosos magnates. Algunos
de esos magnates incluso desafiaron la autoridad de Andrés III (r. 1290-1301),
el último descendiente masculino de la nativa Casa de Árpád. Su muerte fue
seguida por un período de interregno y anarquía. El poder central se
restableció solo a principios de la década de 1320.
Reinado de Esteban I (1000-1038)
Europa en el año 1000, la época de
Esteban I Esteban recibiendo al enviado papal con su corona en una
representación artística moderna (Pieter-Jozef Verhaghen, 1770). Esteban derrota a Kean, «duque de los
búlgaros y eslavos» (Crónica iluminada). El rey Esteban y su esposa Gisela de
Baviera fundando una iglesia en Óbuda Esteban fue
coronado como el primer rey de Hungría el 25 de diciembre de 1000 o el 1 de
enero de 1001. La coronación convertía a Hungría en un estado de pleno derecho
dentro de Occidente, independiente tanto del Sacro Imperio Romano como del
Imperio bizantino. También confería a Esteban un poder absoluto, que utilizó
para fortalecer el poder de la Iglesia católica en Hungría. Consolidó su
gobierno gracias a una serie de guerras contra otros jefes de clanes rivales
semiindependientes —incluidos los Atjonia, en el sur de Hungría, cerca del río Mureş (Maros) y su tío materno, Gyula de Transilvania—, a los que asesinó o expulsó, confiscando sus tierras. Demostró la fuerza militar de su reino cuando repelió una invasión de Conrado II, emperador del Sacro
Imperio Romano Germánico, en 1030.
Pantanos, otros obstáculos naturales
y barricadas de piedra, tierra o madera proporcionaron defensa en las fronteras
del reino. Una amplia zona conocida como gyepü fue dejada intencionalmente deshabitada con fines
defensivos a lo largo de las fronteras. La mayoría de las fortalezas medievales
tempranas de Hungría estaban hechas
de tierra y madera.
El reino estaba integrado por las
tierras de la Corona —patrimonio del rey Esteban, formadas por las tierras
confiscadas a los nobles desleales, las conquistadas en la guerra, o las
desocupadas—, las tierras de los clanes —pertenecientes a la nobleza, que podía
dejarlas en herencia a otros miembros de la familia o a la iglesia; si un noble
moría sin heredero, sus tierras revertían en el clan— y las antiguas tierras de
la Corona, las propiedades concedidas a la iglesia o a particulares por el rey.
Las opiniones de Esteban I sobre la
administración estatal se resumieron alrededor de 1015 en un trabajo conocido
como Admoniciones. Afirmando que «el país que tiene un solo idioma y una
costumbre es débil y frágil», enfatizó las ventajas de
la llegada de extranjeros o "invitados". Esteban I desarrolló un estado similar a las monarquías de la Europa occidental contemporáneas. Los condados, las unidades básicas de administración a imagen del modelo franco, eran
distritos organizados alrededor de fortalezas y encabezados por funcionarios
reales nombrado por el rey conocidos como ispáns o condes. Esteban I fundó varias diócesis y al menos un arzobispado —Esztergom—, donó tierras para el establecimiento de obispados y estableció monasterios benedictinos. Prescribió que cada décima aldea debía construir una iglesia parroquial.
Las primeras iglesias del siglo X eran
simples construcciones de madera, pero la basílica real de Székesfehérvár ya fue construida en piedra según el estilo románico. Las leyes de Esteban I tenían como objetivo la adopción, incluso por la fuerza, de una
forma de vida cristiana. Protegió especialmente el matrimonio cristiano contra la poligamia y otras
costumbres tradicionales. Decretó el matrimonio obligatorio para aquellos que no fueran clérigos y prohibió los matrimonios entre cristianos y
paganos. Los monjes extranjeros que llegaron al país trabajaron como profesores, e
introdujeron métodos agrarios occidentales. Aunque
al principio se utilizaba un alfabeto húngaro para poner por escrito los
textos, el país acabó adoptando el alfabeto latino. Entre los años 1000 y 1844,
el latín fue la lengua oficial del país. También desaparecieron los cinturones
decorados y otros artículos de moda pagana. Los plebeyos comenzaron a usar
abrigos largos de lana, pero los hombres ricos persistieron con sus kaftanes de
seda decorados con pieles.
Desde una perspectiva legal, la
sociedad húngara estaba dividida en hombres libres y siervos, pero también
había grupos intermedios. Todos los hombres libres tenían capacidad legal para poseer propiedades, demandar y ser demandado. La
mayoría de ellos estaban vinculados al
monarca o a un terrateniente más rico, y solo
los "invitados" podían moverse
libremente.] Entre los hombres libres que vivían en las tierras adscritas a una fortaleza, los «guerreros del castillo» —terratenientes obligados a prestar servicios militares— servían en el
ejército, y la «gente del castillo» —obligados a proporcionar servicios bien
especificados— cultivaban las tierras, forjaban armas o prestaban otros
servicios. Todos los hombres libres debían pagar un impuesto especial, los «centavos de los hombres libres» a los monarcas. Con un estatus intermedio entre hombres libres y
siervos, los campesinos conocidos como udvornici estaban exentos de ese tributo. Teóricamente, los siervos carecían del estatus legal disponible para los hombres libres, pero en la práctica tenían sus propias propiedades:
cultivaban la tierra de sus amos con sus propias herramientas y se quedaban
entre el 50% (mitad) y el 66% (2/3) de la cosecha para ellos.
Los nobles descendían por línea
paterna de los magiares que habían llegado a la llanura panónica o habían
recibido un nombramiento real. Solo ellos podían desempeñar cargos públicos o
presentar quejas al rey. Pagaban diezmos y debían prestar servicios militares a
la corona, pero estaban exentos de impuestos. Las personas no libres —que no
tenían representación política— eran esclavos, libertos, inmigrantes o nobles
despojados de sus privilegios. La gran mayoría eran siervos que pagaban
impuestos al rey y entregaban una parte de su cosecha a la nobleza por el uso
de sus tierras. Los siervos dependían directamente del rey, lo que limitaba el
poder de los nobles.
Las leyes y estatutos de Esteban I
sugieren que la mayoría de los plebeyos vivían en comunidades sedentarias que
formaban aldeas. Una aldea promedio estaba formada por no más de 40 chozas de madera semi-hundidas con un hogar en la esquina. Muchas de las aldeas recibieron el
nombre de una profesión, lo que implica que los aldeanos
estaban obligados a prestar un servicio específico a sus señores.
Si algún guerrero degradado por la
lascivia secuestra a una niña para que sea su esposa sin el consentimiento de
sus padres, decretamos que la niña debe ser devuelta a sus padres, incluso si
él le hizo algo por la fuerza, y el secuestrador pagará diez novillos por el
secuestro, aunque después pudieran haber hecho las paces con los padres de la
niña.
Revueltas paganas, guerras y
consolidación (1038-1116)
El rey san Esteban en el funeral de
su hijo, san Emerico Batalla de Ménfő,
en la que Pedro Orseolo venció a Samuel Aba y recuperó el trono húngaro.
Coronación de Andrés I. Obra de Bertalan Székely. Esteban I sobrevivió a su hijo Emerico (muerto joven durante una cacería de jabalíes y canonizado en 1083), lo que
provocó una crisis de cuatro décadas. Esteban consideraba a su primo Vazul inadecuado para el trono y nombró al hijo de su propia hermana, el
veneciano Pedro Orseolo, como su heredero, lo cual no fue bien visto por los
nobles húngaros. Después de que Vazul fuera cegado y sus tres hijos fueran expulsados,
Pedro sucedió a su tío sin oposición en 1038. El
primer reinado de Pedro Orseolo (r. 1038-1041) fue complicado y tormentoso: su
preferencia por los cortesanos extranjeros y la intención de hacerse vasallo del emperador
germánico a cambio de su protección, llevó a una rebelión, que terminó con su deposición a favor de un señor nativo, Samuel Aba, que estaba
relacionado con la familia real. El reinado de Aba duró hasta 1044 y se caracterizó por el caos interno y el repudio de
los nobles que habían apoyado a
Orseolo: más de medio centenar fueron
ajusticiados. Muchos, como el obispo san Gerardo Sagredo, criticaron las
acciones del nuevo rey y vieron de buena gana un posible regreso al trono de
Pedro Orseolo, quien previamente no les agradaba.
Apoyado por el emperador Enrique III,
Pedro Orseolo regresó y derrotó a Samuel Aba en la batalla de Ménfő en 1044, victoria que le permitió recuperar el
trono.[20] Durante su segundo gobierno (r. 1044-1046), aceptó la suzeranía del emperador.[20] Su gobierno terminó con una nueva rebelión, la Revuelta de Vata,
en esta ocasión dirigida a la restauración del paganismo. El caos se extendió por todo el reino: los paganos
arremetieron contra Pedro y el cristianismo aunque hubo muchos señores disconformes con Orseolo que se
opusieron a la destrucción de la monarquía cristiana. Propusieron que la corona fuera para
Andrés (r. 1046-1060), uno de los hijos de Vazul y primo de san Esteban, que regresó a Hungría y tras varios enfrentamientos en
los que obtuvo la victoria, se hizo con el poder en 1046. Su cooperación con su hermano, Béla, un talentoso comandante militar, aseguró la victoria de los húngaros sobre el emperador Enrique
III, que intentó conquistar el
reino dos veces: en 1051 (derrota en el monte Vértes)
y en 1052 (derrota en Pozsony). El peligro de que Hungría se sometiese a vasallaje del
imperio se esfumó. Si bien Andrés se había coligado con los paganos guiados
por Vata para obtener el trono de Hungría, asegurándoles que se aferraría a la antigua fe, después de la victoria y durante su reinado
mantuvo relaciones muy estrechas con la Iglesia y promovió el cristianismo en Hungría.
Andrés deseaba que le sucediese su
joven hijo Salomón, que no había alcanzado aún la edad adecuada para gobernar,
y por ello ordenó su coronación en 1057 o 1058 ya que era una condición fundamental para su matrimonio con
Judit, hermana de Enrique IV, rey de Alemania. Su compromiso puso fin a más de diez años de conflicto armado entre Hungría y el Sacro Imperio Romano Germánico. Sin embargo, la coronación del niño Salomón provocó a su tío Bela, que pretendía suceder a su
hermano de conformidad con el principio tradicional de antigüedad. Bela, con la
ayuda del duque polaco Boleslao «el Temerario» resultó vencedor en la guerra civil subsiguiente, en la que el Andrés fue herido de muerte en una
batalla. Salomón y su madre huyeron al Sacro Imperio y se establecieron en Melk (Austria).
Bela I apenas ocupó el trono durante
tres años. En el verano de 1063, la asamblea de príncipes alemanes decidió
invadir Hungría para restaurar a Salomón. Bela falleció el 11 de septiembre en un accidente
cuando el respaldo de su trono de madera se desprendió y le cayó encima, antes de que llegara el ejército imperial Sus tres hijos, Geza,
Ladislao y Lampert escaparon hacia Polonia. Tanto el rey como sus primos
cooperaron estrechamente en el período comprendido entre 1064 y 1071. Los príncipes lucharon al lado del joven rey contra las invasiones de tribus
asiáticas (los pechenegos y los cumanos que habían saqueado Transilvania en
1068,) pero nuevamente el conflicto de
poder en la familia real provocó una nueva
guerra civil en 1071. Los primos derrotaron a Salomón en la batalla de Mogyoród en 1074,
debiendo huir y conservando solo la zona de Moson y
el cercano Presburgo (ahora Bratislava, en Eslovaquia). Otras regiones del
reino reconocieron como su soberano a Géza I, que reinó durante tres
años, igual que su difunto padre. Tuvo fama de ser un rey sumamente religioso y
justo, al contrario que Salomón. Tras su muerte, el rey san Ladislao fue
coronado en 1077.
La Hungría de san Ladislao
(1077-1095)
Los conflictos con Salomón
continuaron hasta la abdicación definitiva de este en 1080 o 1081 a favor
Ladislao, al que reconoció rey a cambio
de «ingresos suficientes para soportar
los gastos de un rey».
Ladislao, apodado el «rey caballero»
(y santificado el 27 de junio de 1192), sería conocido por los húngaros
medievales a lo largo de su vida, antes y durante su reinado, como un caballero
excelso y una persona profundamente religiosa. Son numerosas leyendas —en las
que rescata a damiselas y vence a enemigos imposibles— que surgieron en vida
del rey y tras su muerte; en ellas se le describe como un hombre de alta
estatura y gran fuerza, de noble carácter y gran religiosidad.
Ladislao heredó una Hungría devastada
por las luchas internas y asolada por las invasiones bárbaras provenientes de
Asia. Ante los ataques de los cumanos y los pechenegos, las poblaciones rurales
húngaras se habían puesto en movimiento retomando su estilo de vida seminómada
y, con la crisis, comenzaron a robar a los señores húngaros y a la Iglesia.
Ante esta situación, Ladislao I aprobó leyes sumamente rigurosas, con penas que
disponían azotes, la pérdida de extremidades o la muerte. A lo largo de su vida promulgó tres
códigos — el primero con veintinueve decretos, el segundo con dieciocho y el
tercero con cuarenta y dos—, con los que logró contener la crisis del reino y
llevar nuevamente a los húngaros por el camino del cristianismo. Sus leyes
también regularon el pago de los derechos de aduana, de los peajes pagaderos en
ferias y vados, y de los diezmos. Prohibió a los judíos retener a siervos cristianos e
introdujo leyes destinadas a la conversión de los musulmanes locales, conocidos como Böszörménys —o ismaelitas o szerecsen ("sarracenos"),
los musulmanes que vivieron en el reino de Hungría en los siglos X y XIII—.
Nadie podrá comprar ni vender excepto
en el mercado. Si, en violación de esto, alguien compra propiedad robada, todos
perecerán: el comprador, el vendedor y los testigos. Sin embargo, si acordaron
vender algo de su propiedad, perderán esa cosa y su precio, y los testigos
también perderán la misma cantidad. Pero si el trato se realizó en el mercado,
y el acuerdo se concluyó frente a un juez, un cobrador de peajes y testigos, y
si los bienes comprados luego parecen haber sido robados, el comprador escapará
de la pena...
Libro
segundo de las leyes del rey Ladislao I
Durante la Querella de las
Investiduras, Ladislao permaneció siempre del lado del papa Gregorio VII,
puesto que precisamente el emperador alemán Enrique IV había sido el que había
protegido a Salomón e intentado someter a vasallaje al reino húngaro. Ladislao
había tomado por esposa a la princesa Adelaida, hija del príncipe de Suabia,
aliado del papa y opositor directo de Enrique IV, es decir, marcó claramente su
posición ante tal conflicto del que no resultó afectado directamente.
En el año 1083 san Ladislao obtuvo
del papa Gregorio VII la santificación de san Esteban, san Emérico,
san Gerardo Sagredo y otros dos religiosos húngaros. En honor a la celebración
y como demostración de buena fe, Ladislao liberó a su primo y anterior rey,
Salomón, de la prisión de Visegrád, después de que este hubiese intentado dos
veces atentar contra la vida del rey santo. Salomón intentó posteriormente
atentar nuevamente contra Ladislao, pero tras fallar finalmente murió en el
olvido.
Zadar, una ciudad dálmata que aceptó la
suzeranía del rey Colomán La muerte del cuñado de Ladislao, el rey Zvonimir de Croacia que no tuvo hijos, en 1089 o 1090 le
dio la oportunidad de reclamar Croacia para sí mismo. La hermana de Ladislao,
Helena de Rascia, que era la viuda del difunto monarca, y varios nobles
(principalmente del norte de Croacia) apoyaron la reivindicación de Ladislao. Sus tropas ocuparon
las tierras bajas, pero un pretendiente nativo, Petar Svačić, resistió en los montes Petrova.
Sin embargo, Croacia y Hungría permanecieron
estrechamente conectadas durante más de nueve siglos. Ladislao I colocó como regente del reino a su sobrino, Álmos, hijo del fallecido rey Géza I. Croacia fue parte de la Corona húngara hasta 1919, al final de la I Guerra Mundial.
San Ladislao murió en 1095 sin
heredero varón, ya que solo tuvo hijas. Antes de fallecer se aseguró de que
fuese nombrado heredero su sobrino Colomán, hijo de Géza I. Aunque era un hijo
menor, Álmos también se vio favorecido frente a su hermano, Colomán, cuando el
rey pensaba en su sucesión. Aun así, Colomán sucedió a su tío en 1095, mientras que Álmos recibió un ducado separado —territorios gobernados ocasionalmente
por separado del reino por miembros (duques) de la dinastía Árpád— bajo la suzeranía de su hermano.
Durante todo el reinado de Colomán, la relación de los hermanos se mantuvo tensa, lo que finalmente llevó al cegamiento de Álmos y de su pequeño hijo.
Colomán, el Bibliófilo (1095-1116)
El rey Colomán de Hungría ordena el
cegamiento del Príncipe Álmos y su hijo Bela. Imagen de la Crónica Ilustrada
húngara. Bela II de Hungría el Ciego y su esposa Helena de Raška se cobran venganza de los nobles que habían apoyado la decisión de Colomán de
cegar al nuevo rey y a su padre Álmos. Tras la muerte de san Ladislao, se
sucedieron las disputas entre el príncipe Álmos y el rey Colomán el Bibliófilo
(r. 1095-1116) , al que se había educado para ser clérigo y no rey. Por otra
parte, Álmos había recibido adiestramiento militar y durante un tiempo había
sido designado regente de Croacia por su tío, pero la decisión en el último
momento de Ladislao de designar heredero a Colomán lo cambió todo. En 1097
Colomán dirigió sus tropas en la batalla de la montaña Gvozd,
donde reconquistó los territorios croatas y volvió a colocar a su hermano, el
príncipe Álmos, como gobernador de ellos.
Sin embargo, Álmos prosiguió el
incesante acoso de Colomán, hasta que finalmente fue capturado y cegado con una
barra de acero incandescente en 1113, por orden del rey. El cegar al adversario
era la única manera en la época de incapacitarlo para reinar sin tener que
matarlo. No solamente el príncipe Álmos fue cegado, sino también su joven hijo Béla, quien posteriormente reinará como Bela II de Hungría.
Colomán publicó su más famosa ley
medio siglo antes que otros gobiernos: En cuanto al tema de las brujas,
tales cosas no existen, por lo que no se realizarán más investigaciones ni
juicios.
Colomán derrotó a dos bandas de
cruzados (los perpetradores de las masacres de Renania) que saqueaban las
fronteras occidentales y derrotó a Petar Svačić en Croacia. Los Pacta conventa de finales del
siglo XIV afirman que Colomán fue coronado
rey de Croacia después de concluir un
acuerdo con doce nobles locales. Aunque lo más probable es que sean una falsificación, el documento refleja la situación real de Croacia propiamente dicha, que nunca se incorporó a Hungría. En contraste, la región conocida
como Eslavonia, entre los montes Petrova y el río
Drava, se conectó estrechamente con Hungría. Aquí muchos nobles húngaros
recibieron concesiones de tierras de los monarcas Zadar,
Split y otras ciudades dálmatas también aceptaron la soberanía de Coloman en 1105, pero conservaron su derecho a elegir a sus propios obispos y líderes. En Croacia y Eslavonia, el
soberano estaba representado por gobernadores que llevaban el título ban. Asimismo, un funcionario
real, el voivoda, administraba Transilvania, la zona fronteriza oriental del
reino.
El Reino de Hungría en la década de
1090 Como Ladislao I, Coloman demostró ser un gran
legislador, pero prescribió castigos menos severos que los que había impuesto
su tío. Ordenó que las transacciones entre
cristianos y judíos se pusieran
por escrito. Sus leyes concernientes a sus súbditos musulmanes apuntaban a su conversión, por ejemplo, obligándolos a casar a
sus hijas con cristianos. La presencia de comerciantes judíos y musulmanes en el reino se debió a su papel como cruce de rutas
comerciales que conducían a Constantinopla, Ratisbona y Kiev. También existía el comercio local, que permitía a Colomán cobrar la marturina, el tradicional impuesto en especie de Eslavonia,
en efectivo.
El reino estaba escasamente poblado,
con una densidad de población promedio de 4−5 hab./km². Las calles o
distritos de Eger, Pécs y Nagyvárad (Oradea, Rumania) señalan la presencia de
"invitados" que hablan una lengua romance occidental, mientras que
los nombres de lugares Németi y Szászi se refieren a colonos de
habla alemana en todo el reino. La mayoría de los súbditos de los primeros monarcas húngaros medievales eran campesinos. Solo cultivaron las tierras más fértiles y se trasladaban más lejos cuando
las tierras se agotaban. El trigo fue el cultivo más ampliamente producido, pero también se cultivó cebada, la materia prima para la
elaboración casera. Incluso a los campesinos se les
permitió cazar y pescar en los bosques reales
que cubrían grandes territorios del reino. La cría de animales siguió siendo un
sector importante de la agricultura, y el mijo y la avena se producían como forraje.
Colonización y expansión (1116-1196)
Esteban II (r. 1116-1131) sucedió a
su padre Colomán en 1116 y su reinado se caracterizó por las guerras fallidas contra la
República de Venecia, el Imperio
bizantino y otros estados vecinos. La primera mención de los sículos (székelys) está relacionada con la primera guerra del joven rey contra el ducado de
Bohemia. Los sículos de habla húngara vivían en comunidades dispersas a lo
largo de las fronteras, pero luego esos grupos se trasladaron a las regiones más orientales de Transilvania en el
siglo XII. Al no tener hijos y preocupado de que no hubiese más miembros vivos de la casa de Arpad, cuando se enteró de que su sobrino ciego Béla aún permanecía con vida oculto en un monasterio,
lo hizo llamar inmediatamente. Esteban II murió finalmente sin hijos en 1131 y Bela II el Ciego (r. 1131-1141) fue coronado rey de Hungría. Durante el reinado del cegado Bela II, el reino fue administrado por
su esposa, Helena de Rascia, que ordenó la masacre de los señores que se habían opuesto al gobierno de su marido.
Boris Kolomanović,
un supuesto hijo del rey Colomán, que intentó arrebatarle el trono a Bela II, no recibió apoyo interno.
El hijo de Bela II, Geza II (r.
1141-1162), que ascendió al trono en 1141, adoptó una política exterior activa.
Apoyó a Uroš II de Serbia contra el emperador bizantino Manuel I Komnenos. Promovió la colonización de las zonas
fronterizas e invitados flamencos, alemanes, italianos y valones llegaron en gran número y se establecieron en la región de Szepesség (Spiš,
Eslovaquia) y en el sur de Transilvania. Géza incluso reclutó guerreros
musulmanes en las estepas pónticas para
servir en su ejército. Abu Hamid, un viajero musulmán de al-Ándalus que conoció el reino, se refiere a montañas que «contienen gran cantidad de plata y oro», lo que apunta a la importancia de la minería y el bateo de oro ya alrededor de
1150.
Si alguien del rango de conde ha
ofendido al rey, incluso en un asunto trivial, o, como a veces sucede, ha sido
acusado injustamente de ello, un emisario de la corte, aunque sea de muy baja
posición y desatendido, lo apresará en medio de su séquito, lo encadenará y lo
arrastrará a diversas formas de castigo. No se pide una sentencia formal al
príncipe a través de sus pares... no se le concede al acusado ninguna
oportunidad de defenderse, pero todos consideran suficiente la voluntad del
príncipe.
A lo largo de su reinado Esteban III
sostuvo incontables disputas con el emperador bizantino Manuel I Comneno, con
quien finalmente firmó un tratado de paz en 1164, debiendo cederle Dalmacia y
la región de Szeréms ég (Srem, Serbia) en 1165. Esteban envió a su hermano menor, el príncipe Béla, a Constantinopla como acto de buena fe. Ahí Bela sería educado según las costumbres greco-romanas y
tomaría por esposa a la princesa María, sobrina del emperador. Esteban III
dio ejemplo para el desarrollo de las ciudades concediendo libertades a los
"huéspedes" valones en Székesfehérvár, incluida la inmunidad de
jurisdicción del ispán local. Después de la muerte de Géza II se produjeron conflictos
familiares en los que sus hermanos reclamaron la corona para sí mismos; Ladislao II lucharía contra su otro hermano Esteban IV y
también contra el hijo mayor de Geza II (y sobrino de los anteriores),
Esteban III, produciéndose un
conflicto denominado de los antirreyes. Ladislao II y Esteban IV habían sido apoyados por el emperador
romano germánico y gobernaron durante escasos meses. Esteban III, finalmente
apoyado por el emperador del Sacro Imperio Germánico, fue el que prevaleció al
final y fue coronado en 1162 y reinó hasta su muerte en 1172.
La influencia del imperio bizantino
en Hungría: Bela III (1172-1196)
Cuando Esteban III murió sin hijos en
1172, su hermano, el príncipe Bela regresó a Hungría, siendo coronado como Bela
III (r. 1172-1196). Tras su retorno, trajo consigo costumbres greco-romanas
como el registro escrito de las transacciones y los procedimientos judiciales,
lo que fundamenta los informes de las crónicas húngaras posteriores de su orden
sobre el uso obligatorio de peticiones escritas. Los terratenientes también empezaron a poner por escrito sus
transacciones, lo que provocó la aparición de los llamados "lugares de
autenticación", como capítulos catedralicios y monasterios
autorizados para emitir escrituras. Su aparición también evidencia el empleo de un personal
educado. De hecho, los estudiantes del reino
estudiaron en las universidades de París, Oxford, Bolonia y Padua desde la década de 1150. Igualmente fue Bela III quien llevó la cruz doble ortodoxa romana a
Hungría y la haría formar parte de los escudos.
Después de las derrotas sufridas por
su hermano mayor, Bela III consiguió frenar la hegemonía bizantina en los
Balcanes y recuperó los territorios de Croacia y Dalmacia en la década de 1180,
al tener a su favor al emperador bizantino. Si bien Bela creció en el imperio bizantino, Hungría no se vio afectada por la cultura
greco-romana. Al contrario, durante esa época floreció la cultura
francesa y los lazos entre los dos reinos se estrecharon cada vez más. Su primera esposa era de una
familia francesa, y su segunda esposa fue la hija del fallecido rey Luis VII de
Francia. De esta forma en los sellos reales Bela aparece con vestimenta
francesa y no con romana, y los rasgos caballerescos, artísticos, así como las
órdenes religiosas preponderantes en el país estuvieron en estrecha relación
con el reino franco. Construyó un amplio palacio en la ciudad de Esztergom en
estilo gótico temprano. y otras edificaciones en Székesfehérvár y Óbuda. A su período de gobierno se le adjudica la
escritura de la Gesta Hungarorum, o Hechos de los
húngaros, cuyo autor anónimo pasaría a la historia bajo este seudónimo después
de firmar solamente con "P. dictus magister". (según algunos académicos, el autor sería el notario de Béla III.) Esta crónica sería el primer escrito sobre la historia
de los húngaros, la «toma de tierras», , desde luego escrito en latín. Aquiles y otros nombres conocidos
de la Poema de Troya y del Romance de Alejandro (dos obras emblemáticas de la cultura caballeresca)
también fueron populares entre los
aristócratas húngaros.
En 1189 se organizó la Tercera
Cruzada, y el emperador Federico I Barbarroja atravesó el reino húngaro vía
Tierra Santa. En su estadía le pidió asistencia al príncipe Géza, hermano del
rey Bela III. De esta manera, junto con el ejército de Barbarroja también
avanzaron hacia el imperio bizantino alrededor de 2000 soldados húngaros bajo
el mando del príncipe. Esa fue la primera participación activa de los húngaros
en las guerras cruzadas.
En 1190 Bela III sirve de
intermediario entre el emperador alemán y el imperio bizantino, logrando que
ambos firmasen la paz y él mismo firmó un armisticio de dos años con la
república de Venecia. En 1192 logró la santificación de san Ladislao y guerreó
contra Serbia.
Al poco tiempo padeció una enfermedad
que lo agotaría y finalmente lo conduciría a la muerte, dejando el reino en
manos de sus dos hijos, los príncipes Emérico y
Andrés.
Bela III fue el miembro de la
dinastía más rico y poderoso. Una lista contemporánea muestra que más del 50%
de sus ingresos provenían de la renovación anual de la moneda de plata y de los
peajes, de los transbordadores y de los mercados. Según la lista, su ingreso total fue el equivalente a 23 toneladas de plata
pura por año, pero esta cifra es claramente
exagerada.
Los nuevos métodos de cultivo y la
puesta en explotación de nuevas tierras generaron excedentes suficientes para
mantener una nueva clase de artesanos. En el siglo XIII, los nobles
húngaros vendían oro, plata, cobre y hierro con Europa occidental a cambio de
bienes de lujo.
Época de las bulas de oro (1196-1241)
Tras la muerte del rey Bela III, su
hijo Emérico (r. 1196-1204) fue coronado rey en 1196.
Su reinado se caracterizó por constantes luchas con su hermano menor Andrés,
contra quien chocó en un
enfrentamiento armado en Croacia en el año 1197. Al sufrir una derrota, Andrés conservó los territorios
croatas, donde reinó de forma
independiente de su hermano mayor Emérico.
Un año después el papa Inocencio III intercedió y le pidió a Andrés que
cesase la hostilidad contra su hermano y que más bien luchase en las cruzadas
contra los infieles musulmanes. Pero nuevamente en 1199, Andrés fue vencido
cerca del lago Balaton tras enfrentarse a Emérico, y huyó a territorio austríaco. En 1203, después de
haber firmado la paz, Andrés volvió a alzarse en contra de su hermano. Fue
hecho prisionero y encarcelado, pero posteriormente sus seguidores lo
liberaron. Además, incitados por Enrico Dandolo, dogo de Venecia, los ejércitos
de la Cuarta Cruzada habían tomado Zadar en 1202.
Emérico, sabiéndose enfermo, hizo coronar el
26 de agosto de 1204 a su hijo pequeño, Ladislao (de 3 o 5 años de edad), para
asegurar de esta forma su sucesión. Andrés se reconcilió con su hermano
moribundo, que le confió «la tutela de su hijo y la administración del reino
hasta que el pupilo alcance la mayoría de edad», según el casi contemporáneo Tomás el archidiácono. Cuando Emérico falleció al poco, el 30 de noviembre de 1204,
Ladislao III le sucedió brevemente, ejerciendo Andrés como regente, que acaparó todo el
poder, dificultándole la vida al niño-rey y a su madre, la reina viuda
Constanza. El papa Inocencio III exhortó a Andrés que debía permanecer leal a
Ladislao. En cambio, Andrés tomó el dinero que Emerico había guardado en la abadía de Pilis para Ladislao, equivalentes a 30.000 marcos fueron llevados a la sede principal de los
caballeros hospitalarios estefanitas en Szentkirály. Constanza consiguió huir a Viena con el niño Ladislao,
refugiándose en la corte de Leopoldo VI. Andrés se preparó para la guerra
contra Leopoldo VI, pero Ladislao murió súbitamente en Viena el 7 de mayo de
1205, siendo enterrado en Székesfehérvár (Hungría). Constanza nunca volvió a Hungría, sino que se casó en 1209 con Federico II
Hohenstaufen, siendo coronada junto a su esposo en 1212 emperatriz del Sacro
Imperio Romano Germánico.
Andrés finalmente se hizo coronar el
29 de mayo de 1205 como Andrés II de Hungría en 1205.
Andrés II (1205-1235)
La Bula de Oro fue una de las leyes
más importantes de la constitución histórica húngara en los siglos posteriores
a su nacimiento, referencia para la protección de la libertad. Andrés II de
Hungría fue un rey derrochador, de lujos domésticos, y amante de las aventuras
militares extranjeras que otorgó grandes extensiones de tierras a los nobles
que lucharon junto a él: «la mejor medida de una concesión real es que sea
inconmensurable». Esos nobles, algunos extranjeros, pronto se convirtieron en
una nueva clase propietaria cuyo poder y riqueza les elevaba por encima de la
mayoría del resto de la nobleza. Hasta
finales del siglo XII, el
poder del rey había sido
incontestado y supremo en Hungría. Era el mayor
propietario, y los ingresos que proporcionaban las tierras de la corona,
igualaban prácticamente a los procedentes de minas, aduanas y acuñación de
moneda. Sin embargo, durante el siglo XIII se produjo un cambio en la
estructura social que empezó a afectar al poder absoluto del monarca. A medida
que las tierras de la corona reducían su importancia como fuente de ingresos,
el rey consideró oportuno otorgar parte de esas tierras a la nobleza para
asegurarse su lealtad.
El nuevo rey se vio pronto forzado a
enfrentar ataques cumanos, como sus antecesores, y en 1211 las tropas húngaras
fueron auxiliadas por los caballeros teutónicos que llegaron como refuerzo (la
amenaza cumana fue contenida durante los siguientes años). En ese mismo año de
1211, Andrés II otorgó a los caballeros teutónicos el distrito de Barcaság, en la región húngara de Transilvania, como
recompensa de su heroica actuación y se esforzó por establecer relaciones con
los alemanes, ya que quería dar en matrimonio a una de sus hijas al hijo del
margrave de Turingia. (En 1224, los caballeros teutónicos enviaron una petición
formal al papa Honorio III para que este ordenase que los caballeros tuviesen
que responder directamente solo a la Santa Sede y no, por el contrario, ante
Andrés II. Molesto y preocupado por su creciente poder, el rey terminó
expulsándolos en 1225, por lo que la Orden Teutónica se estableció en las
orillas del mar Báltico; sin embargo, se permitió a muchos colonizadores
alemanes quedarse en las regiones antes bajo control teutónico).
Los hombres libres que vivían en
antiguas tierras reales perdieron su contacto directo con el soberano, lo que
amenazó su estatus legal. Los ingresos reales disminuyeron, lo que llevó a nuevos impuestos a musulmanes y
judíos y a la introducción de una agricultura fiscal —técnica tributaria en que los ingresos variables se asignan por cuotas y el
titular recibe rentas periódicas fijas— Los nuevos métodos de recaudación de fondos para el tesoro real
crearon un malestar generalizado. Andrés II estuvo fuertemente influenciado por
su esposa, Gertrudis de Merania, que estaba
extendiendo su influencia a la esfera religiosa y política, colocando a familiares germánicos como obispos, situación que no era del agrado de los nobles
húngaros. Mientras Andrés II se hallaba en 1213 en una campaña militar en Galitzia,
un grupo de ellos se aprovechó de que la corte
se había ido de cacería a un bosque cercano al asentamiento
de Pilis, para asesinar a Gertrudis, acusándola de beneficiarse del poder real
húngaro para favorecer a sus familiares. Andrés II amaba a su esposa y la enterró en un sarcófago ricamente
decorado en un claustro de la Orden del Císter en las propias montañas de Pilis. Andrés tomó una nueva esposa en 1215, Violante
de Courtenay.
Andrés II encabezó la Quinta Cruzada
a Tierra Santa (1217-1218), armando el mayor ejército real de la historia de
las cruzadas (20 000 caballeros y 12 000 guarniciones). Cuando
afrontó esos gastos elevando los impuestos a los siervos, eso perjudicó los
ingresos de la pequeña nobleza, que se rebeló contra el rey en su ausencia.
Finalmente, un movimiento de los
sirvientes reales, que en realidad eran terratenientes libres directamente
subordinados al soberano, obligó en 1222 a Andrés II a emitir su Bula de Oro,
que contenía 31 artículos. (considerada a veces la primera constitución de Europa continental, el
equivalente húngaro a la Carta Magna inglesa). A
partir de entonces, todos los reyes de Hungría deberían jurar ese documento, que tenía un doble propósito: reafirmar los derechos de la
pequeña nobleza y de las nuevas clases
sociales frente al rey y a los grandes magnates, y defender a todos aquellos
habitantes de la nación del poder de la corona, restringiendo las prerrogativas
reales en ciertos campos y legalizando la negativa a obedecer aquellas órdenes
que contravinieran la legalidad. El poder real quedaba limitado y recogía las
libertades de los sirvientes reales, incluida su exención de impuestos, que los nobles no tendrían que pagar más impuestos que los que aprobaran,
que solo debían asistir al rey militarmente cuando
el reino fuese atacado; que de tratarse una campaña de conquista, el rey
debería pagar por las tropas. Su última disposición autorizaba a los señores
seculares y espirituales a «resistir y hablar contra [el soberano] sin
acusación de alta traición».La pequeña nobleza comenzó a presentar quejas a Andrés, una práctica que evolucionó hasta llegar a la institución del Parlamento o Dieta. La Bula de
Oro también prohibía el empleo de musulmanes y judíos en la administración real.
Andrés II, instado por los prelados,
emitió la nueva variante de la Bula de Oro en 1231, que autorizaba al arzobispo
de Esztergom a excomulgarlo en caso de que se apartara de sus disposiciones. Por los no cristianos que
continuaron trabajando en la casa real, el arzobispo Robert de Esztergom puso
el reino bajo interdicto en 1232. Andrés II se vio obligado a prestar juramento, que incluía su promesa de respetar la posición privilegiada de los clérigos y a despedir a todos sus
funcionarios judíos y musulmanes. También se demuestra una creciente intolerancia contra los no católicos con la transferencia del
monasterio ortodoxo de Visegrád a los
benedictinos en 1221.
Andrés II hizo varios intentos de
ocupar el vecino Principado de Halych. Su hijo, Bela, persuadió en 1228 a un grupo de cumanos para
que aceptaran la suzeranía de Andrés II y en 1231 estableció una nueva marca en Oltenia (conocida como Banato de
Szörény). Bela IV sucedió a su padre en 1235.
Bela IV (1235-1270)
El hijo de Andrés, Bela IV de Hungría
intentó restablecer el poder real recomprando las tierras de la corona que se
habían perdido, aunque con poco éxito. Sus esfuerzos, sin embargo, abrieron una
profunda brecha entre la corona y los magnates en el momento preciso en que los
mongoles estaban cruzando Rusia hacia Europa. El rey fue informado por primera
vez de la amenaza de los mongoles por fray Julián, un fraile dominico que había
visitado una población de habla húngara en Magna Hungaria,
en 1235. En los años siguientes,
los mongoles derrotaron a los cumanos que dominaban las partes occidentales de
las estepas euroasiáticas. Un
cacique cumano, Köten,
acordó aceptar la supremacía de Bela IV; por lo tanto, a él y a su pueblo
se les permitió establecerse en la gran llanura húngara. El estilo de vida nómada de los cumanos causó muchos conflictos con las
comunidades locales. Los lugareños incluso los
consideraban aliados de los mongoles.
Invasión mongola (1241-1242)
Consciente del peligro, Bela ordenó
la movilización inmediata de toda la nobleza, grande y pequeña, aunque pocos
respondieron. Batu Khan, que era el comandante de los
ejércitos mongoles que invadieron Europa del Este, exigió la rendición de Bela
IV sin luchar en 1240. El rey se negó y ordenó a sus barones que se reunieran
con su séquito en su campamento en Pest. Aquí, estalló un motín contra los cumanos y la turba masacró al líder cumano, Köten. Los cumanos partieron pronto y saquearon las partes
centrales del reino. El principal ejército mongol llegó a través de los pasos del noreste de los Cárpatos en marzo de 1241. Las tropas
reales se encontraron con las fuerzas enemigas en el río Sajó, donde los mongoles obtuvieron una victoria decisiva en la batalla de Mohi el 11 de abril de 1241, donde numerosos soldados húngaros, Caballeros Templarios y
estefanitas murieron por igual. Desde el campo de batalla, Béla IV huyó primero a
Austria, donde el duque Federico II de Austria lo retuvo para pedir rescate. A
partir de entonces, el rey y su familia encontraron refugio en la fortaleza de Klis en Dalmacia. Los mongoles primero ocuparon y
saquearon completamente los territorios al este del río Danubio. Cruzaron el río cuando estuvo congelado a
principios de 1242. Un relato contemporáneo del abad Hermann de Niederalteich declaró que «el Reino de Hungría, que había existido durante 350 años, fue destruido».
[Los mongoles] quemaron la iglesia
[en Nagyvárad], junto con las mujeres y todo lo que
había en la iglesia. En otras iglesias perpetraron tales crímenes a las mujeres
que es mejor guardar silencio... Luego decapitaron sin piedad a los nobles,
ciudadanos, soldados y canónigos en un campo fuera de la ciudad... Después de
haberlo destruido todo, y que de los cadáveres surgiera un hedor intolerable,
dejaron el lugar vacío. La gente que se escondía en los bosques cercanos
regresó en busca de comida. Y mientras buscaban entre las piedras y los
cadáveres, los [mongoles] regresaron repentinamente y de los vivos que
encontraron allí, ninguno quedó con vida.
Epístola
del Maestro Roger
Batu Khan retiró todo su ejército cuando
se le informó de la muerte del gran kan Ogodei en Karakorum en marzo de 1242. Habían reducido Hungría a cenizas y masacrado a gran parte
de la población.
Una vez pasada la amenaza, Bela IV
regresó al reino y se puso al frente de su reconstrucción. Primero tuvo que
combatir al duque Federico II de Austria, que aprovechando la crisis posterior
a la incursión mongola, atacó la ciudad húngara de Bratislava esa misma
primavera de 1242. Bela IV logró repeler las huestes austríacas y retomar el
control sobre los territorios. En 1246, Federico II decidió volver a atacar y
venció a los checos, avanzando peligrosamente sobre Hungría. La decisiva
batalla del río Leitha, se libró el 15 de junio de 1246, donde luchó el duque ruso Rosztyiszlav,
quien había tomado por esposa a Anna, hija de Bela IV. Inclusive con la ayuda rusa,
los ejércitos húngaros no consiguieron derrotar a los
austriacos en el enfrentamiento, que posteriormente se vio frustrado tras la
repentina muerte del duque austríaco en el campo de batalla. Pronto las tropas germánicas se retiraron y los húngaros obtuvieron la victoria en la
campaña militar. Rosztyiszlav se anexionó grandes
territorios a lo largo de las fronteras del sur del reino. Aunque el reino de
Bela logró sobrevivir, la hambruna y las
epidemias que siguieron tuvieron consecuencias demográficas catastróficas. Al menos el 15% de la población murió o desapareció. Las rutas
comerciales transcontinentales se desintegraron, lo que provocó el declive de Bács, Ungvár y otros centros comerciales tradicionales. Las comunidades musulmanas locales
también desaparecieron, lo que indica que habían sufrido pérdidas especialmente
graves durante la invasión. Las aldeas pequeñas también desaparecieron, pero los datos
arqueológicos indican que la destrucción total de los asentamientos fue
menos frecuente de lo que se suponía. El abandono de la mayoría de las aldeas, bien documentado desde la segunda mitad del siglo XIII, fue la consecuencia de un
proceso de integración que duró décadas y los campesinos se trasladaron desde las pequeñas aldeas a los asentamientos más
grandes. Bela, que había perdido a sus dos hijas menores y
temeroso de que el ataque tártaro fuese un
castigo divino, ofreció bajo juramento
a su hija Margarita como religiosa, y ésta creció en el convento
de la "Isla de los Conejos" (en húngaro: Nyulak szigete)
en el Danubio, junto al asentamiento de Buda. La princesa Margarita sería conocida como una monja sumamente
religiosa, humilde y servicial, que siempre rechazó propuestas de matrimonio y honró el juramento de su padre.
Posteriormente fue santificada (santa Margarita de Hungría).
Dado que sólo las ciudades y abadías
fuertemente fortificadas habían conseguido resistir a los asaltos tártaros, el
rey Bela ordenó la construcción de castillos de piedra y fortificaciones para
defenderse de futuras invasiones (al final de su reinado serían más de 100
fortalezas). Bela comprendió que la reconstrucción del país requería del apoyo
de la nobleza, así que abandonó sus proyectos de recuperar las antiguas tierras
reales. En su lugar, otorgó tierras de la
Corona a sus partidarios, reorganizó el ejército reemplazando arqueros por caballería pesada y autorizó a la
alta nobleza para reorganizar sus propiedades y construir castillos de piedra
capaces de soportar asedios. Él mismo pasó mucho tiempo en el asentamiento de
Buda, ordenando la construcción de una
fortaleza en la cima la colina, fundándose propiamente Buda como ciudad medieval. Igualmente Visegrád sería fortificado en esta época mediante el
castillo construido en la cima de la montaña. Posteriormente sus construcciones amuralladas también servirían para
contener los diversos ataques del Imperio otomano en el siglo XV. Bela
repobló el país con inmigrantes, transformando los asentamientos reales en
centros de población que llenó con germanos, moravos y polacos y también italianos y judíos. Los rumanos (valacos) —que habían establecido asentamientos en Transilvania— fueron aceptados igualmente. Aún más, el rey volvió a invitar a los
cumanos de Cuthen, que habían huido antes de la invasión tártara hacia Kunság/Kiskunság/Nagykunság,
y a los que relocalizó en las llanuras a lo largo del Danubio y el Tisza y les
concedió autonomía.[168] Un grupo de alanos, los antepasados del pueblo jasico, parece haberse asentado en el reino aproximadamente
al mismo tiempo.
Aparecieron nuevas aldeas, que
consistían en casas de madera construidas una al lado de la otra en parcelas
iguales de tierra. Por ejemplo, los bosques escasamente habitados de los Cárpatos occidentales (en la actual
Eslovaquia) desarrollaron una red de asentamientos bajo Bela IV. Las cabañas desaparecieron y se construyeron
nuevas casas rurales que consistían en una sala de estar, una cocina y una despensa. La minería se perfeccionó, los métodos de cultivo mejoraron —arados pesados asimétricos, — en todo el reino y la artesanía y el comercio
emergieron en las ciudades.
La migración interna también fue
fundamental en el desarrollo de los nuevos dominios que surgieron en las
antiguas tierras reales. Los nuevos terratenientes otorgaron libertad personal y
condiciones económicas más favorables a quienes llegaban a sus
haciendas, lo que también permitió a los campesinos que decidieron no
trasladarse mejorar su situación. Bela IV otorgó privilegios a más de una docena de ciudades,
incluidas Nagyszombat (Trnava,
Eslovaquia) y Pest. Mientras tanto, huyendo de la caótica vida urbana y
política, el canónigo Eusebio de Esztergom se retiró hacia 1250 a las montañas
junto con otros monjes cristianos para iniciar una vida de eremita. Eusebio se
convirtió en el guía de esa comunidad y más tarde fundó la Orden de San Pablo
Primer Eremita, que será en el futuro una de las instituciones más influyentes
del reino, que velará por la gente más necesitada, así como por la preservación
del idioma, historia y cultura húngara (serán también los primeros religiosos
que llegarán a América para evangelizar a los indígenas después de 1492).
Sin embargo, los conflictos políticos
en Europa Central no parecían cesar, pues Hermann VI de Baden pasó a ser el
nuevo duque de Austria y estaba apoyado por el papa. Ni los húngaros ni los
checos se enfrentaron a Hermann, pero a la muerte del duque en 1250, se
sucedieron severas guerras internas por el trono. Finalmente en 1251, el trono
austríaco lo obtuvo el margrave moravo Otakar II de
Bohemia, hijo del rey Wenceslao I. Por ello, Bela IV pidió asistencia al duque
ruso Daniel de Galitzia, quien se sumó al ejército
húngaro-cumano que entró en territorio austríaco en junio de 1253. La campaña
pronto llegó a su fin tras la intervención del papa Inocencio IV, quien
consiguió la paz entre Bela y Otakar. En 1254 Bela
firmó la paz con Otakar II y se repartieron el
condado austríaco después de haber conducido una campaña militar contra el
gobernante austríaco.
Aunque las amenazadoras cartas
enviadas a Bela IV por los kanes de la Horda de Oro demostraban que aún existía
el peligro de una nueva invasión mongola, adoptó una política exterior expansionista.
Bela, una vez que su hijo mayor
Esteban alcanzó la mayoría de edad, le cedió el dominio de Transilvania en
1257, y en 1258 fue colocado a la cabeza del recientemente conquistado ducado
de Estiria. Puesto que casi desde hacía un siglo se había establecido
implícitamente la tradición de que el heredero al trono húngaro recibía el
título de "dux slavoniae" o duque de
Eslavonia, cuando el monarca se lo otorgó a su otro hijo menor, también llamado
Bela, Esteban se sintió ofendido. El joven Esteban era de por sí de naturaleza
guerrera y conflictiva y cada vez halló más inconvenientes en tolerar la
política cuidadosa de su padre, al que no dudó en atacar, alcanzando una serie
de victorias hasta que tomó en 1262 el título de rex iunior (rey joven), conservando bajo su control
los territorios al Este del Danubio húngaro. La princesa Ana de Hungría, hija
del rey Bela IV, se convirtió en una de las más grandes opositoras al príncipe
Esteban en la corte, alcanzando un punto crítico de tensión en las relaciones
de los dos hermanos. Sin embargo, los conflictos no terminaron a pesar de que
Bela IV accedió a que su hijo actuase como correy,
sino que Esteban continuó atacando a su padre, ante lo cual Bela IV condujo una
campaña militar contra él, sufriendo en 1265 una terrible derrota en la batalla
de Isaszeg (ver guerra civil húngara (1264-1265)). Bela
tuvo que enfrentar varias veces más a su hijo Esteban hasta que finalmente en
1266 firman la paz en la Isla de los Conejos. Previamente, el rey Bela había
raptado a Ladislao, el hijo de dos años de Esteban V, junto con su madre, y los
había encerrado en la fortaleza de Turóc para
presionar a Esteban V. Luego de firmar la paz el 23 de marzo de 1266, Ladislao
fue liberado. Cabe destacar que a pesar de haber obtenido una victoria
indiscutible, Esteban pudiendo haberlo hecho, jamás atentó contra la vida de su
padre, y no intentó destronarlo o tomar su lugar.
A partir de entonces Esteban reinó
como gobernante absoluto en su propio territorio húngaro, llevando una política
independiente y campañas militares a su voluntad. Desde luego, se consideraba
que el joven rey gobernaba en una Hungría divida en dos pero unida legalmente
por voluntad y gracia de Dios y de su padre. Esteban tuvo gran éxito con su
diplomacia, comprometiendo a su hija María de Hungría con el rey Carlos II de
Nápoles y Sicilia (de este matrimonio nacerá Carlos Martel de Anjou-Sicilia, el
padre del futuro rey Carlos Roberto de Hungría).
Bela IV y su hijo confirmaron
conjuntamente las libertades de los sirvientes reales y comenzaron a referirse
a ellos como nobles en 1267. En ese momento, los «verdaderos nobles» estaban
legalmente diferenciados de otros terratenientes. Mantuvieron sus propiedades
libres de cualquier obligación, pero todos
los demás (incluso los nobles eclesiásticos, knezes rumanos y otros "nobles condicionales") debían prestar servicios a sus señores a cambio de las tierras que poseían. En un número creciente de condados, la
nobleza local adquirió el derecho a elegir cuatro "jueces de los
nobles" para representarlos en los procedimientos oficiales (o dos, en
Transilvania y Eslavonia). La idea de equiparar la «nación» húngara con la comunidad de nobles también surgió en este período. (Se expresó primero en la Gesta Hungarorum de Simón de Kéza, una
crónica escrita en los años 1280)
Bela luchó incontables veces contra
los nuevos grandes señores nobles, que tras la invasión tártara habían
debilitado el poder real. Tras el programa de reconstrucción real, los
terratenientes más ricos obligaron a los nobles menores a unirse a su séquito,
lo que aumentó su poder hasta convertirse en la fuerza política más poderosa de Hungría. Bela IV tuvo que hacer frente a una
tormentosa situación política en sus últimos años de reinado, hasta que escasamente
seis años después de firmar la paz con su hijo, murió
3 de mayo de 1270.
Fin de los Arpad: Esteban V, Ladislao
IV (el Cumano) y Andrés III (1242-1301)
En 1270, Esteban V (r. 1270-1272) fue
coronado rey. Durante su breve reinado se produjeron numerosos conflictos
internos causados por los antiguos partidarios de su padre. Su hermana Ana tomó
el tesoro real y huyó a acogerse por el rey Otakar II
de Bohemia, al igual que hicieron también muchos de los partidarios de su
padre. Ante eso Esteban V combatió contra los checos y Otakar II atacó a Hungría en 1271, pero fue expulsado por el monarca húngaro.
Seguidamente firmaron la paz en Bratislava y ya parecía que el poder de Esteban
V estaba consolidado, cuando sufrió un nuevo gran golpe.
Esteban V partió hacia Dalmacia para
encontrarse con Carlos II Anjou de Nápoles y Sicilia, su aliado y consuegro:
Ladislao había tomado como esposa a Isabel, hija de Carlos I, y a su vez,
María, hija de Esteban fue desposada por Carlos II, hijo del rey de Nápoles y
Sicilia. Entonces el regente de Eslavonia, Joaquín Gutkeled secuestró a su hijo, el príncipe heredero Ladislao que apenas tenía diez años,
quien fue llevado al castillo de Kapronca y encerrado
junto con su madre Isabel la Cumana.[186] De inmediato el desesperado rey
Esteban V sitió la fortaleza durante un largo tiempo hasta que en julio de 1272
enfermó gravemente. Sintiendo cercana su muerte, Esteban V pidió ser llevado a
la isla de Csepel en el Danubio, donde murió el 6 de
agosto de 1272. Fue enterrado en el claustro dominico de la Isla Margarita,
también en el Danubio.
Aún no se ha hallado una explicación
convincente, pero inmediatamente después de la muerte de Esteban, Joaquín Gutkeled e Isabel, la reina viuda, se apresuraron a llevar
a Székesfehérvár al joven príncipe heredero Ladislao, donde fue coronado como
rey Ladislao IV de Hungría (r. 1272-1290), apodado el Cumano porque su madre
era una princesa cumana. A partir de este momento las familias Kőszegi, Kőszeg y Csák,
emprendieron una nueva guerra civil para intentaron controlar el gobierno
central en nombre del joven Ladislao, gobernando por encima de la reina madre y
su hijo.
En 1273 estalló la guerra
húngaro-checa, pues el rey Otakar II seguía con
aspiraciones de conquistar Hungría. El final de la guerra en el mismo año trajo
la pérdida de las ciudades húngaras de Óvár, Moson, Győr y Sopron, así
como de sus terrenos circundantes. En octubre del mismo año, fue coronado rey
de los germanos Rodolfo I de Habsburgo, y Otakar II
no lo reconoció, sino que al contrario, lo retaría. Ante eso, se llevó a cabo
una asamblea en Núremberg en 1274, donde se aprobó que Rodolfo atacara a Otakar II y tomara sus territorios. En 1276 se produjo el
ataque contra el reino de Bohemia, en el que Hungría sería aliada del rey
germano y al final recuperaría todos los territorios tomados por los checos, a
excepción de Sopron, que sería retomada por Ladislao
IV posteriormente. Así el rey Ladislao IV ayudó a Rodolfo de Habsburgo a
extender su control sobre Austria y a asegurar para la dinastía una posición
cercana al trono imperial germánico. Ladislao fue declarado mayor de edad en
1277 y coronado como Ladislao IV en una asamblea de los señores espirituales y
temporales y de los representantes de los nobles y cumanos, aunque no pudo
fortalecer la autoridad real.
Después de que en 1278 llegasen
sacerdotes a Hungría como enviados de Roma, junto con un comunicado donde se
limitaba el poder del rey, Ladislao IV rompió lentamente con la Iglesia y en
1284 se mudó a vivir con los cumanos. En 1285 los tártaros liderados por Talabuga Kan, bisnieto de Batu Kan, regresaron a Hungría. La fuerza
invasora fue derrotada en las cercanías de Pest por el ejército real de
Ladislao IV de Hungría. Finalmente,
el nuevo sistema de fortalezas y las nuevas tácticas (mayor índice de
caballería pesada) consiguieron contenerlos y cambiarían su rumbo hacia
Polonia, la que invadirían en 1286 y 1287. La fuerza invasora fue derrotada en
las cercanías de Pest por el ejército real de Ladislao IV, que había permanecido en su campamento cumano
y no intervino directamente. Ladislao seguirá rechazando cualquier intervención de la Iglesia, hasta que inclusive el arzobispo de Esztergom en 1287 lo
excomulgará por llevar una vida pagana. Ladislao
no solo mantuvo malas relaciones con la Iglesia, sino con su propia esposa,
vistiéndose, hablando y comportándose como un cumano, abandonando el estilo de
vida húngaro (europeo occidental cristiano) y viviendo en un campamento
seminómada. En 1290, un grupo de nobles cumanos, Árbóc, Törtel y Kemence, atacaron
a Ladislao IV cerca de la fortaleza de Körösszeg, y
le dieron muerte.
Tras la muerte de Ladislao, su
sobrino Carlos Martel de Anjou-Sicilia, príncipe heredero del reino de Nápoles,
hijo de María de Hungría, reina de Nápoles y hermana del fallecido rey húngaro, reclamó el trono con el beneplácito de Santa Sede, que había declarado el reino como feudo
vacante. Sin embargo, la mayoría de los señores húngaros eligieron a Andrés III, nieto de
Andrés II e hijo de Esteban el Póstumo, un príncipe de dudosa legitimidad. Adelantándose desde Venecia, fue coronado,
siendo el primer monarca en prestar juramento de respetar las libertades de la
Iglesia y de la nobleza antes de su coronación. Convocaba regularmente a los
prelados, los señores y los
representantes de los nobles a asambleas conocidas como Dietas, que comenzaron
a convertirse en un cuerpo legislativo. Durante la época de Andrés III, el reino húngaro mantuvo guerras con sus vecinos
manteniendo su supremacía. Sin embargo,
la nobleza fue adquiriendo cada vez más poder, y lo que comenzó con la Bula de Oro de 1222, en esta época se
agravó debilitando enormemente la figura real. El reino se había desintegrado
en provincias autónomas gobernadas por poderosos nobles (incluidos Mateo Csák,
Ladislao Kán y Amadeus Aba), el señor croata, Pablo I Šubić, se atrevió a invitar al
hijo del difunto Carlos Martel, Carlos Roberto, de doce años, a Hungría. El joven pretendiente marchaba
desde Croacia hacia Buda cuando Andrés III murió inesperadamente
el 14 de enero de 1301.
Interregno
Mateo Csák, uno de los barones
húngaros que enfrentó al rey Carlos Roberto a lo largo de su reinado. Dominios
de Carlos Roberto y de los principales señores feudales Otón y la Santa Corona
húngara. La desaparición de la Casa de Arpad sobrevino en 1301 con la muerte
del rey Andrés III de Hungría sin dejar herederos varones ni un sucesor
designado. La extinción de la dinastía de los Reyes Santos —que reinaba en el
país desde el año 1001, con san Esteban I—, generó una seria crisis en Europa
central al postularse varios pretendientes al trono vacante. Lo hicieron
Alberto I de Habsburgo —alegando que durante la invasión mongola de 1241, el
rey Bela IV le había ofrecido la corona a cambio de su ayuda—, Carlos Roberto
de Anjou —nieto de Carlos II de Nápoles y de María de Hungría—, Otón III duque
de Baviera —nieto del fallecido rey Bela IV— y Wenceslao III de Bohemia
—tataranieto de Constanza, hija del rey Bela III. Fue una reanudación de la
guerra civil que tras la muerte de Ladislao IV en 1290, sin dejar hijos, había
enfrentado a los candidatos rivales prohúngaros de
Andrés III y procroatas de Carlos Martel de Anjou
(1271-1295).
Inicialmente, el joven Carlos Roberto
(1288-1342), hijo de tan solo 12 años del fallecido Carlos Martel, con el apoyo
del papa y del emperador, arribó al sur de Hungría, donde fue llevado a la
ciudad de Estrigonia por Gregorio Bicskei,
arzobispo electo de dicha metrópolis. Fue coronado con una corona provisional
—joya real de coronación no estaba en manos de los partidarios de los Anjou—
antes del 13 de mayo, aunque esa coronación no fue considerada legitima por la mayoría de los húngaros al no
cumplir con las tres condiciones de la tradición: si bien había sido oficiada
por el arzobispo de Estrigonia, no se había ni
llevado a cabo en la ciudad de Székesfehérvár, ni se había hecho con la Santa
Corona San Esteban.
Hungría se desintegró entonces en una
docena de territorios semiindependientes, regidos por distintos nobles: Mateo
Csák, dominaba parte del noroeste del país (la parte occidental de la moderna
Eslovaquia); Amadeo Aba, era el señor del noreste; Iván Kőszegi, reinaba en la Transdanubia; y Ladislao Kán, en Transilvania. La mayoría de esos nobles rehusó la autoridad de Carlos y presentó la corona a Wenceslao III de Bohemia
(1289-1306), cuya prometida, a Isabel, era hija única del difunto Andrés III. Wenceslao ciñó la corona de San Esteban, tomando el nombre de Ladislao I, el 27 de
agosto de 1301 en Székesfehérvár, pero su entronización también se puso en duda, esta vez porque
fue el arzobispo Juan de Kalocsa el que ofició la ceremonia, cuando correspondía al arzobispo de Esztergom.
Después de la coronación de su rival,
Carlos se retiró a las tierras de Ugrin Csák en
Eslavonia. El papa Bonifacio envió a un legado, Nicolás Boccasini, a Hungría. Boccasini persuadió a la mayoría de los prelados húngaros para que aceptasen la
autoridad de Carlos. Sin embargo, la mayoría de los nobles seguían rechazándola debido a que, según la Crónica Miniada, temían que «los hombres libres del reino
perdiesen su libertad si aceptaban un rey nombrado por la Iglesia». En septiembre de 1302, puso sitio a
Buda, pero no pudo ocupar la capital del reino, socorrida por Iván Kőszegi, y tuvo que retirarse nuevamente a Eslavonia.
Los edictos de Carlos prueban que pasó la mayor parte de los años siguientes en
las tierras meridionales del reino, aunque también visitó el castillo de Amadeo Aba en Gönc.
El tío materno de Carlos, el
emperador Alberto I de Alemania también le proporcionó ayuda militar. Wenceslao
abandonó Hungría en el verano del 1304, llevándose consigo la corona real. Ese mismo verano, el rey Wenceslao
II de Bohemia había acudido al país con el fin de ayudar a su hijo a
fortalecer su autoridad en el reino. Sin embargo, el rey de Bohemia pronto se
dio cuenta de que la posición este era débil, por lo que decidió retirarse acompañado de su hijo. Carlos se reunió con su primo Rodolfo III de Austria
en Pressburg (la moderna Bratislava eslovaca) el 24 de agosto. Ambos firmaron
una alianza y emprendieron juntos la invasión de Bohemia el otoño siguiente.
Wenceslao, que para entonces había sucedido a su padre en el trono bohemio, renunció a sus derechos en Hungría en favor de Otón III el 9 de octubre de 1305. Los
invasores pudieron ocupar Kutná Hora y Carlos
tuvo que retirarse a Hungría. Otón fue coronado —con el nombre de Bela V— el 6 de diciembre en Székesfehérvár con la Santa Corona, pero por los obispos de Csanád y Veszprém. Pese a
ello, nunca gozó de gran poder
en Hungría, pues apenas contaba realmente con
el sostén de los Kőszegis y de los sajones de Transilvania. En el
verano de 1307 Otón fue apresado,
con la Santa Corona Húngara, por
Ladislao Kán,
voivoda de Transilvania. Tras varios meses en prisión fue liberado a comienzos de 1308 a
cambio de las joyas de la corona húngara, huyendo del reino húngaro a Baviera donde murió en 1312. Gentile Partino da Montefiore, nuevo legado papal, llegó al país en el verano del 1308 y durante los meses siguientes, convenció a los principales señores para que aceptasen como rey a
Carlos. Cuando amenazó con la excomunión a Ladislao Kán, este pronto devolvió la Santa Corona. Finalmente Carlos Roberto fue proclamado rey por
unanimidad el 27 de noviembre de 1308, en la Dieta que celebró sesión en el dominico de Pest. Finalmente recibió la corona de San Esteban en Székesfehérvár el 27 de agosto de 1310.
La Edad de Oro (1308-1490)
Los dos primeros reyes extranjeros de
Hungría, Carlos Roberto y Luis I, miembros ambos de la Casa de Anjou,
gobernaron durante uno de los períodos más gloriosos en la historia del país.
La paz reinaba en Europa Central y Hungría y sus vecinos prosperaban.
Una de las principales fuentes de
información para el período son los registros de las minas de oro del norte y
el este de Hungría. La producción llegó a alcanzar la nada despreciable cifra
de 3000 libras de oro anuales —un tercio de la producción del mundo conocido
por aquel entonces, y cinco veces más que cualquier otro estado europeo—.
Carlos I (1308-1342)
Si bien su coronación a los 15 años
de edad no fue bien vista por los nobles húngaros, probaría ser posteriormente
un gran monarca, estratega y reformador económico: consiguió establecer un tipo
de cambio estable para la moneda y sus reformas tributarias y nuevas costumbres
consiguieron triunfar. Carlos Roberto ordenó a la alta nobleza el reclutamiento
y equipamiento de pequeños ejércitos, llamados banderías. Gobernaba
personalmente y reunía a la Dieta únicamente para anunciar sus decisiones. La
política matrimonial emparentó a su familia con los gobernantes de los reinos
de Nápoles y Polonia, lo que dio mayor fortaleza a la imagen exterior de
Hungría. El poder de la antigua dinastía de Árpád se había basado en la
posesión de vastas extensiones de tierras y bajo el gobierno de los angevinos,
la familia real volvió a convertirse en la mayor propietaria del reino (hasta
una tercera parte de todas las tierras), aunque basaron su poder, sobre todo,
en el control de los castillos.
Carlos Roberto restableció la
autoridad de la corona mediante la persecución de los magnates desleales que
habían apoyado a Wenceslao y Otón y la posterior distribución de las tierras
confiscadas entre sus partidarios. El más importante de los opositores, Mateo
Csák, había llevado a cabo varias campañas en contra de Carlos Roberto, pero
prometió respetar al rey. En junio de 1311, sin embargo, avanzó y sitió Buda,
obligando a los reyes a huir a la ciudad de Temesvár,
que momentáneamente fue la sede real húngara.
Otro de los barones más poderosos era
Amadeo Aba, que había apoyado a Carlos Roberto desde 1304. Después de que los
sajones de Kassa lo asesinaran en 1312, sus hijos se
aliaron con Mateo Csák y se alzaron contra Carlos Roberto; en 1313 se libró la
batalla de Rozgony, donde serían derrotados y en la
que Mateo Csák se vería forzado a huir. Entre 1312 y 1321 las tropas de Carlos
Roberto solamente lograron recuperar siete fortalezas en poder de Mateo:
Visegrád lo fue en 1316 y Komárom en 1318, después de
dos largos meses de sitio. Mateo Csák murió en 1321 y un año después la sede
real se mudó a Visegrád. Los vastos territorios del barón fueron repartidos
entre el rey y los nobles menores, y a partir de ese momento, Carlos Roberto
pudo por fin gobernar sin impedimento alguno.
Pronto tuvo que enfrentar al voivoda
Basarab I de Valaquia (r. 1310-1352), quien en 1325 movilizó a sus huestes y
tomó la región húngara de Szörény. Las embajadas diplomáticas de Carlos Roberto
fueron inútiles, y solo el ejército húngaro pudo recuperar la región y
continuar presionando al voivoda hacia Valaquia durante los siguientes años. La
propuesta de paz de Basarab fue una sorpresa para el rey húngaro, y aún más la
entrega como rehén de su propio hijo y restituir el pago del impuesto viejo
como vasallo de los húngaros.
Para asegurar su control sobre la
nueva nobleza dominante que estaba surgiendo tras la caída de los oligarcas,
Carlos Roberto fundó en 1326 la Orden de San Jorge, en la que incorporó como
caballeros a los 50 nobles más poderosos del reino en el momento, a los que
hizo jurarle lealtad. Nombró a uno de sus comandantes militares más cercanos,
Tomás Szécsényi, como canciller de la orden. Fue la
primera orden de caballería laica en el mundo y su objetivo fundamental fue
fortalecer el poder real por encima de los nobles.
El 17 de abril de 1330, mientras
Carlos Roberto se hallaba en su palacio en Visegrád Feliciano Zách atentó contra su vida. Parece que la esposa de Carlos
Roberto, Isabel, había ayudado al príncipe Casimiro III de Polonia a seducir a
Clara Zách, hija de Feliciano. Deshonrado, el noble
irrumpió en un banquete de Carlos Roberto y le hirió, cortándole también varios
dedos de la mano a la reina e intentando asesinar a los príncipes reales hasta
ser reducido por varios criados. Feliciano Zách fue
ejecutado y desmembrado y sus miembros enviados a diferentes lugares del reino
como advertencia de futuros desafíos al monarca. A su hija Clara Zách le cortaron la nariz, sus labios y ocho dedos. Luego
la pasearon a caballo por todo el país, mientras debía gritar que «ese era el
castigo para el que traicionaba al rey». Los demás parientes de Feliciano
fueron asesinados o exiliados y sus vastas posesiones repartidas.
La ocupación del Principado de
Valaquia era un hecho. Pero pronto, las fuerzas de Carlos Roberto recibieron un
duro golpe. En noviembre de 1330 tuvo lugar la batalla de Posada entre húngaros
y valacos, liderados por el voivoda Basarab I. El pequeño ejército valaco,
formado por caballería, arqueros a pie y campesinos locales, lograron emboscar
y derrotar a los 30 000 efectivos del ejército húngaro, en una región
montañosa cerca de la frontera entre Oltenia y Severin. Supuso la independencia temporal de los valacos.
Carlos Robert tuvo que abandonar sus esperanzas de extender el reino hasta el
mar Negro.
El 24 de agosto de 1335 Carlos
Roberto logró que en el castillo de Trenčín —antigua sede de Mateo Csák — se firmase el Tratado de Trentschin entre los representantes del rey polaco Casimiro III, que renunciaron «a
perpetuidad» a todas las pretensiones sobre Silesia en favor de Bohemia,
mientras que los del rey Juan de Bohemia y su hijo Carlos renunciaron a sus
pretensiones como přemyslidas al trono polaco.
El acuerdo debía confirmarse cuando los gobernantes se reunieran en el pacto de Visegrado (1335) más tarde en noviembre de 1335.
Cuando falleció Carlos Roberto en
1342, dejó un reino sumamente rico, con edificaciones pomposas y un poder
sólido, todo resultado de una extensa reforma económica, con rigurosos
impuestos aduaneros e internos. Había introducido un nuevo tipo de moneda, el
florín húngaro —según el ejemplo del florín de Florencia— y cedido parte de las
ganancias en las minas de oro y plata a los propietarios nobles, que
anteriormente no recibían beneficio alguno, ya que esas minas eran propiedad
exclusiva del rey.
Hungría fue el primer país europeo en
el que el Renacimiento nacido en Italia hizo acto de presencia llegando directamente durante el
Quattrocento. El temprano establecimiento de relaciones entre Italia y Hungría favoreció esa difusión que se manifestaría en el cambio en las relaciones
comerciales, en la cultura y el humanismo. Durante la primera mitad del siglo XIV, estatuas de damas, caballeros, músicos de corte, sirvientes y
guardias, marcaron, no solo el paso del siglo XIV al XV, sino también el comienzo de una nueva era. Ricamente vestidos y ornamentados, con
zapatos puntiagudos y atrevidos sombreros, fueron un inesperado recordatorio de
un floreciente, casi decadente, Trecento Húngaro,
cuya mera existencia fue poco más que una conjetura antes de la milagrosa
aparición de restos arqueológicos en el castillo de Buda.
Luis I el Grande (1342-1382)
Lo sucedió en el poder su hijo Luis I
el Grande (r. 1342-1382), que conservó la autoridad real y continuaría la obra
de su padre. Luis era el hijo mayor de Carlos Roberto y de Isabel Łokietek, hija del rey Ladislao I de Polonia. En 1351,
Luis emitió un decreto que reconfirmaba la Bula Dorada, eliminaba las
distinciones legales entre pequeña y alta nobleza, reglamentó las obligaciones
de los siervos y prohibió a los siervos abandonar las granjas de la pequeña
nobleza para buscar mejores oportunidades en las propiedades de los magnates.
El decreto estableció también el sistema del mayorazgo en las herencias. La
economía húngara continuó floreciendo durante su reinado: el oro y los metales
preciosos que se extraían de las minas del país engordaban las arcas reales, el
comercio exterior aumentaba, se levantaban nuevas villas y ciudades y los
artesanos se agrupaban en gremios. La prosperidad animó la actividad cultural,
y Luis promovió la creación de manuscritos iluminados y creó en 1367, de
acuerdo con el papa, una universidad en Pécs, la primera del país.
Luis, casi anualmente, se
involucraría en algún combate durante los veinte años de reinado que siguieron:
guerreó al menos siete veces contra Serbia, cinco contra Moldavia y tres veces
contra Bosnia y Valaquia. Frecuentemente recibió apoyo militar de su tío el rey
Casimiro III de Polonia y alrededor de seis veces tomó parte personalmente en
los combates contra los tártaros y los lituanos que habían atacado al rey
polaco, viendo acrecentada su fama en Polonia tras sus exitosas campañas. En
1344 reconquistó Valaquia y en 1345 Croacia, pero sufrió una derrota contra el
ejército de Venecia cerca de la ciudad de Zadar en
1346. Emprendió dos guerras más contra la República de Venecia (1357-1358 y
1378-1381) y consiguió extender sus territorios hasta el mar Adriático,
anexionándose de Dalmacia y Ragusa, así como otros territorios en la costa
adriática. Venecia tuvo que izar la bandera angevina en la plaza de San Marcos
en los días de fiesta. Bajo su reinado vivió el más famoso héroe de la
literatura y la guerra húngaras: Nicolás Toldi.
Luis también ocupó el Reino de
Nápoles en varias ocasiones, en un asunto que tenía origen en un acuerdo de su
padre. Carlos Roberto había firmado un tratado con el rey Roberto I de Nápoles
en 1333, donde se estipulaba que el hijo menor de Carlos Roberto, Andrés, se
casaría con la nieta de Roberto I, Juana, y que la pareja real sería nombrada
heredera del trono de Nápoles. Al morir Carlos Roberto, y posteriormente el rey
napolitano, Juana obró hábilmente para ser coronada ella sola en 1344, dejando
a su esposo Andrés al margen de la ceremonia. Andrés, temiendo por su vida en
muchas ocasiones, escribió a su madre Isabel en Hungría que pronto huiría del
reino, pero unos conspiradores, se supone que con el benplácito de la reina Juana, lo asesinaron en 1345. El trágico acontecimiento generó una
enorme conmoción en Hungría, y para vengar a su hermano menor, Luis el Grande
llevó a cabo dos campañas (1347-1348) y (1350) contra Nápoles. En 1347 debió
suspender sus incursiones ante la llegada de la peste negra que comenzó a
asolar la ciudad italiana. En 1350 volvió y logró la victoria absoluta sobre
las fuerzas napolitanas, conquistando el reino y forzando a Juana a huir a
Aviñón, entonces sede papal. Al comprender que anexionarse de Nápoles sería
casi imposible, regresó ese mismo año a Hungría y en 1352 firmó finalmente la
paz con la reina Juana I de Nápoles.
Si bien la peste negra no resultó ser
tan trágica en Hungría como en otros países europeos, se llevó la vida de
muchos, incluyendo al pequeño Carlos Martel de 3 años, hijo del asesinado
Andrés y de Juana, que había sido llevado a Hungría a la corte de Visegrado, pues el papa había decidido que su custodia y
educación le correspondía al rey húngaro. La peste también acabó con la esposa
del rey húngaro, la reina Margarita, hija del emperador Carlos IV de
Luxemburgo, por lo que Luis el Grande tomó de inmediato por esposa a Isabel,
hija del regente de Bosnia, que le dio tres hijas: Catalina (1370), María
(1371) y Eduviges (1373).
En Polonia, la secesión del trono se
hallaba en cuestión, pues el rey Casimiro III, tío de Luis el Grande no tenía
hijos varones, así que decidió nombrarle heredero. En 1370 murió Casimiro y
Luis fue elegido como rey de Polonia (lo que posteriormente también generó
conflictos sucesorios, pues Luis no tenía hijos varones) y gobernaría durante
doce años ambos países, manteniendo, a la vez, su influencia política en la
península itálica.
Los turcos otomanos asaltaban el país
con una frecuencia cada vez mayor. En 1366 y 1367, Luis había dirigido con
éxito varias campañas contra el turco (batalla de Nicópolis, 1366),
convirtiendo en vasallos a los estados balcánicos. Para 1375 Luis el Grande
estaba luchando contra los turcos otomanos que ya habían invadido el Principado
de Valaquia y comenzaban a acercarse peligrosamente al reino de Hungría
amenazando al mundo cristiano. En 1381 terminó dicha guerra y el tratado de
Turín le aseguró los territorios de Dalmacia, así como una situación amistosa
con sus vecinos austríacos y checos.
Seguía pendiente la sucesión en
Nápoles (Juana aun gobernaba, pero a pesar de haber tenido 4 esposos, no tenía
ningún heredero) y Luis I nombró a Carlos de Eslavonia como heredero al trono nápolitano. Carlos era bisnieto del fallecido rey Carlos II
de Nápoles y Sicilia y durante los conflictos militares había sido llevado a
Hungría, donde creció en la corte real y tenía muchos simpatizantes entre los
nobles. Pronto Carlos avanzó hacia Nápoles con los ejércitos húngaros
encabezados por Juan Horváti y tomó el reino
italiano, haciéndose coronar como rey Carlos III de Nápoles y mandando
estrangular a la reina Juana en la fortaleza de Muro.
Durante su reinado Luis trasladó la
Sede real húngara a la fortaleza de Diósgyőr,
que remodeló y enriqueció. Debido a una enfermedad de la piel, Luis se volcó en
la devoción cristiana durante los últimos años de su vida. Falleció en 1382 sin
dejar herederos varones. En la historiografía húngara, Luis fue considerado
durante siglos como el rey húngaro más poderoso que gobernó un imperio «cuyas
costas eran bañadas por tres mares».
María I de Hungría (1382-1385)
Al morir Luis el Grande sin herederos
varones, su hija María fue coronada como reina (r. 1382-1385). Sería la única
reina por derecho propio de la Hungría medieval (no reina consorte, lo que
sería en 1386-1395).
En el invierno de 1379 María había
sido comprometida con Segismundo de Luxemburgo, el hijo del emperador alemán
Carlos IV de Luxemburgo, y en septiembre de 1382 fue coronada como reina de
Hungría. Sin embargo, el poder real recaía en su madre, la reina Isabel, y en
el regente Nicolás Garai. Segismundo había vivido un par de años en su infancia
en la corte del rey Luis I, lo que lo ayudó a adoptar el idioma y costumbres
húngaras, así como a ganar adeptos entre la nobleza del reino. Sin embargo, no
todos apoyaban a Segismundo: la nobleza húngara estaba dividida: una parte
apoyaba solamente a la reina y a su madre; otra, la unión de María y
Segismundo, para que este pudiese gobernar; y un tercer grupo apoyaba al rey
napolitano, Carlos III de Nápoles, el último heredero vivo de los Anjou, quien
había vivido un largo tiempo en la corte de Luis I y gobernado la región de
Eslavonia.
La reina viuda, Isabel, odiaba a
Segismundo, e intentó valiéndose de todas sus estrategias que su hija se casase
con el hermano menor del rey Carlos IV de Francia; aunque logró que el
compromiso se formalizara, nunca se llegó a consumar. En septiembre de 1385,
Carlos III aceptó la propuesta de algunos nobles y desembarcó en Senj en Dalmacia, marchando a Zagreb. Segismundo llegó a Buda y convenció a la reina madre para que consintiese
su matrimonio con María. La ceremonia
tuvo lugar en la ciudad en octubre, pero Segismundo no fue coronado rey ni
recibió ninguna función gubernamental. La reina madre convocó a una nueva dieta y María ratificó nuevamente las libertades de los
nobles, pero el régimen de las
reinas seguía siendo impopular. Segismundo abandonó Buda e hipotecó los territorios al oeste del río Vág a sus primos moravos. Mientras tanto, Carlos III de Nápoles partió de Zagreb y anunció que quería restablecer la paz y el orden público en Hungría. La asamblea nacional en Buda hizo
renunciar al trono a la reina para colocar a Carlos, quien fue coronado el 31
de diciembre de 1385 como Carlos II de Hungría frente a las propias exreinas
María e Isabel. Carlos II no las detuvo y les permitió que continuaron viviendo
en el palacio real en Buda. La reina madre y Nicolás Garai decidieron en secreto
deshacerse de Carlos II. Convencieron a Blaise Forgách, maestro de los coperos, de unirse a ellos y le
prometieron tierras si asesinaba al rey. A petición de la reina Isabel,
Carlos II las visitó el 7 de febrero y en la reunión, Blaise atacó al rey, hiriéndole gravemente en la cabeza. Carlos
II fue llevado al castillo de Visegrád, donde murió el 24 de
febrero. habiendo durado apenas 38 días en el trono.
María fue restaurada en el trono y su
madre siguió gobernando en su nombre. Sin embargo, los hermanos Horvat se alzaron en rebelión en nombre del hijo del rey asesinado, Ladislao I de Nápoles. Segismundo, y su hermanastro,
Wenceslao de Bohemia, invadieron la Alta Hungría en abril. Después de semanas de
negociaciones, las reinas reconocieron el estatus de Segismundo como consorte
en un tratado que se firmó en Győr a principios de mayo. También confirmaron la hipoteca de
Segismundo sobre las tierras al oeste del Vág a favor
de Jobst y Prokop de
Moravia.[234] Luego de la firma del tratado, las reinas regresaron a Buda y Segismundo
se dirigió a Bohemia, lo que sugiere que no
estaba satisfecho con el tratado.
El 25 de julio de 1386, mientras las
reinas viajaban por los territorios del sur creyendo que su presencia acabaría
con las protestas, fueron apresadas por los partidarios del asesinado Carlos II
y encerradas en el castillo de Gomnec, una fortaleza
del obispado de Zagreb. El maestro de copas y Nicolás Garai fueron asesinados frente a las dos reinas y sus cabezas fueron
enviadas a la viuda del rey a Nápoles. Las dos
reinas fueron llevadas a Krupa y de allí al castillo de Novigrad en la costa del mar
Adriático. Los barones o la dieta eligieron nádor a Esteban Lackfi y regente
a Segismundo de Luxemburgo. Los secuaces de Juan Horvat estrangularon a la reina Isabel en presencia de María a principios de enero. En el mismo
mes, Segismundo invadió Eslavonia, pero
no pudo vencer a los rebeldes. Aprovechando la anarquía en Hungría, las tropas polacas invadieron Hálych y Lodomeria en febrero. Solo Vladislao II de Opole, que reclamaba
ambos reinos, protestó contra tal acción. Segismundo fue coronado rey el 31
de marzo cuando decidió que el reino ya
no podría existir sin un gobernante efectivo.
Uno de sus seguidores, Iván de Krk, asedió el castillo de Novigrad con la ayuda de una flota veneciana, al mando de
Giovanni Barbarigo. Capturaron el castillo y
liberaron a María el 4 de junio
de 1387.
Segismundo
de Luxemburgo (1387-1437)
Segismundo de
Hungría (r. 1387-1437), retrato de 1433. Segismundo, tras la liberación de la reina María, compartió
formalmente con ella durante un año el gobierno, pero después de 1388 maría ya
no tomó parte en las decisiones políticas. Segismundo apaciguó el reino del
mismo modo igual que otros reyes anteriores, cediendo importantes tierras y
cargos de gobierno a sus partidarios y a los nobles descontentos, convirtiendo
el país en grandes latifundios que perduraron casi medio milenio. Bajo
Segismundo, la fortuna de Hungría comenzó a declinar y aunque la economía
húngara continuaba siendo rica, los gastos de Segismundo superaban sus
ingresos. Incrementó los beneficios de la corona elevando los impuestos a los
siervos y exigiendo pagos en moneda. (La primera revuelta campesina estalló
cuando un obispo transilvano ordenó a sus súbditos el pago del diezmo en moneda
en lugar de en especie.) Muchos nobles despreciaban al nuevo rey por su
crueldad durante la lucha sucesoria, sus largas ausencias y sus costosas
guerras exteriores.
En 1389, los turcos otomanos habían
vencido en la batalla de Kosovo a una coalición de los Estados eslavos del sur,
y Serbia pasó a ser un vasallo del Imperio otomano. Eso modificó el
"vecindario" del reino de Hungría, colocando a los otomanos como una
amenaza muy cercana. En 1390 comenzaron las incursiones turcas por los
territorios húngaros del sur, y no bastando ello, Segismundo tuvo que hacer
frente en 1391 a aquellos nobles húngaros, que a pesar de haber recibido
territorios, se sentían excluidos del gobierno. Los nobles colocaron a la
cabeza de su movimiento al hijo de Carlos II, Ladislao I de Nápoles, para
vengar así la muerte de su padre y reclamar el reino de Hungría.
En 1392, Segismundo condujo una
campaña contra los turcos en territorio húngaro y en 1395 los combatió en
Valaquia y Moldavia. En ese mismo año, la reina María falleció después de caer
del caballo durante una cacería, dejando viudo al rey Segismundo. Segismundo
encabezó una cruzada contra los otomanos en 1396, pero fue derrotado en la
batalla de Nicópolis, aunque pudo escapar con vida. Al poco tiempo
Los nobles húngaros aún descontentos
se alzaron contra Segismundo en 1401 —encarcelándolo temporalmente— y en 1403 —
coronando a un antirrey que no consiguió asentarse, pero que vendió Dalmacia a
la República de Venecia, sin que Segismundo pudiera luego recuperarla— y en
ambas ocasiones salieron derrotados. Segismundo continuó en el poder durante
los siguientes cuarenta años sin ninguna clase de obstáculo sucesorio. En 1404,
promulgó la Placetum Regium, por la que ningún mensaje o bula papal podría ser proclamado en Hungría sin la
autorización real.
En 1408, Segismundo fundó la Orden
del Dragón, una sociedad de caballería laica que agrupaba bajo su figura a toda
la élite y a las dignidades del reino húngaro y de los príncipes vecinos que se
hallaban bajo su influencia, en la que ingresaron los nobles más poderosos del
reino, entre otros Nicolás Garai el joven, Armando II de Celje y Stibor de Stiboricz. En
1409 y 1410 enfrentó a la Orden Teutónica. Desde 1411 cuando fue nombrado rey
de Alemania, hasta 1413 guerreó contra Venecia. En 1414, el rey Segismundo
convocó el Concilio de Constanza, que puso fin al Cisma de Occidente en la
Iglesia católica con la elección de un nuevo papa.
En 1419 murió su hermanastro, el rey
bohemio Wenceslao de Luxemburgo, y Segismundo heredó su trono. Debió enfrentar
las «guerras husitas» en la década de 1420, en las que contó con el apoyo del
duque austríaco Alberto de Habsburgo, del cual se volvió un cercano aliado y
protegido (el padre de Alberto, el fallecido duque Alberto IV de Austria ya era
persona de extrema confianza de Segismundo en su época). Esas buenas relaciones
finalmente propiciaron que en Bratislava, el 28 de septiembre de 1421, Alberto
tomase por esposa a Isabel de Luxemburgo, hija del rey Segismundo. Alberto tomó
parte activa entonces en la política exterior de Segismundo, ocupando el lugar
de un heredero de facto del trono de Hungría.
En 1424 se terminaron las
remodelaciones y el palacio en Buda, su sede real, entonces el mayor palacio
gótico de la Baja Edad Media. Pero los otomanos no le dieron oportunidad de
descansar al rey, pues en 1427 atacaron y ocuparon la fortaleza de Golubac a orillas del Danubio, en el suroeste del reino de
Hungría. En 1433, sería proclamado emperador del Sacro Imperio Romano
Germánico. Segismundo murió el 9 de diciembre de 1437, después de librar
incontables batallas y resistir los ataques turcos contra Europa, sin dejar
descendencia masculina.
Alberto
I de Hungría (1437-1439)
Alberto de Habsburgo, rey de Hungría.
Un reducido grupo de nobles húngaros llevaron a Alberto de Habsburgo a
Bratislava (una de las ciudades más importantes del Reino de Hungría en la
época), donde fue elegido rey el 18 de diciembre de 1437 con la condición de
que no aceptase el título de emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, que
también había tenido Segismundo. La coronación de Alberto como Alberto I de
Hungría se llevó a cabo el 1 de enero de 1438 en la ciudad de Székesfehérvár
por el arzobispo de Esztergom, y la de Isabel por el obispo de Veszprém. Un par
de meses después, el 18 de marzo fue elegido en Fráncfort del Meno como Rey de
Romanos. Sin embargo, durante su breve reinado no se llegó a celebrar la
ceremonia de coronación como monarca germánico. Al poco tiempo, el 6 de mayo
fue reconocido por los nobles checos y entonces elegido rey de Bohemia y fue
coronado en Praga el 29 de junio (después de una sofocar conspiración de su
suegra Barbara de Celje, en que se vio forzado a
guerrear contra los polacos de Silesia por el trono).
La corte de Alberto se fijó en Buda,
desde donde dirigió y gobernó los demás Estados de los que era soberano. Sin
embargo, Alberto debió viajar constantemente durante su reinado, periodo
durante el cual la nobleza húngara se fue aferrando al poder, y finalmente
terminaron gobernando ellos. Ante eso, en 1439 se reunieron los nobles en Buda,
donde le recordaron al monarca sus obligaciones referentes a las invasiones
turcas cada vez más cercanas a las ciudades principales. Ese mismo año hizo una
incursión militar en Transilvania contra los turcos, después de haber nombrado
regente de este territorio a Juan Hunyadi. En el mismo año guerreó también
contra los turcos en Serbia, siendo derrotado en Szendrő falleciendo de disentería el 27 de octubre de 1439 cerca de Esztergom. (La
primera traducción al húngaro de la Biblia data de este año 1439, pero la Biblia en húngaro era ilegal en esa época.)
Ladislao V el Póstumo y Ladislao I:
la época del conde Juan Hunyadi (1440-1457)
Ladislao V el Póstumo, que murió a
los 13 años de edad. Ladislao I de Jagellón, rey de Hungría. Su viuda Isabel
dio a luz el 22 de febrero de 1440 a su hijo Ladislao V el Póstumo —llamado así por ser hijo póstumo de Alberto II—, y antes de cumplir los tres meses,
lo hizo coronar el 15 de mayo por el arzobispo de Esztergom, trasladándose rápidamente a Székesfehérvár con la Santa Corona húngara (después de que una de sus damas la hubiese
robado subrepticiamente del castillo de Visegrád) . Toda esta situación llena de acciones clandestinas había estado
motivada por las amenazas de un grupo de nobles húngaros que pensaban que un
recién nacido con un regente que gobernase en su nombre no era una situación
adecuada en ese momento. No reconocieron la coronación del recién nacido y
encabezados por el Nádor de Hungría Lorenzo Hédervári, llamaron al rey polaco Vladislao III Jagellón, para que ocupase el trono de Hungría, siendo este coronado el 17
de julio. Ante esto la reina viuda huyó con su hijo a Bratislava, y como muchos nobles húngaros no la apoyaron,
continuó su viaje hacia el duque de Estiria Alberto VI, y luego hacia el
hermano de este, Federico III de Habsburgo, quienes cuidaron del pequeño rey y
de su madre. En el verano estalló una guerra civil entre los dos bandos que
apoyaban a cada rey, que duró dos años, hasta que a mediados de 1442 se firmó
la paz en Győr, después de que sus comandantes Nicolás Újlaki y Juan Hunyadi hubiesen logrado varios éxitos en la contienda.
Los siguientes dos años (1443-1444), Ladislao
I dirigió su atención hacia la lucha contra los turcos, usando como brazo
ejecutor a Juan Hunyadi. Hunyadi creó un ejército mercenario financiado por el
primer impuesto de la historia de Hungría que afectó a la nobleza. Si bien no
se alcanzaron grandes victorias en dichas campañas —derrotó a los otomanos en
Transilvania en 1442 y consiguió romper el dominio turco en Serbia en 1443—, en
agosto de 1444 se firmó la paz con el sultán Murad II en la ciudad húngara de Nagyvárad. Sin embargo, ese tratado no sería respetado por Ladislao
I, y sus tropas sufrieron una importante derrota en la batalla de Varna, terminando con la muerte de Ladislao I.
Después de la muerte de Ladislao I,
la nobleza húngara y morava usó su influencia para liberar al joven Ladislao V
de la corte de su tutor, el emperador Federico III de Habsburgo y nombró en
1446 a Juan Hunyadi regente de Hungría, hasta que el pequeño Ladislao alcanzase
la edad de gobernar. Hijo de un noble menor de ascendencia valaca o cumano,
Hunyadi se había distinguido en las guerras contras
los otomanos. Ascendido a general, había sido gobernador militar de Transilvania, era uno de los mayores
propietarios de Hungría, y héroe de guerra. Usó su patrimonio personal y el
apoyo de sus partidarios para alcanzar la Regencia pese a la oposición de los
magnates.
Juan Hunyadi luchó incansablemente
contra los otomanos hasta que en 1452 renunció a su cargo de regente de Hungría
en Viena y Ladislao V fue coronado como rey checo en Praga tiempo después. Juan
Hunyadi mantuvo su cargo de capitán general del ejército húngaro y en 1456
obtuvo una enorme victoria en Belgrado sobre las huestes del sultán turco Mehmet
II, que fracasaron en el sitio de Belgrado. Las tropas húngaras estuvieron
asistidas en gran parte por contingentes de campesinos al mando del fraile
italiano Juan Capistrano, quien predicó en Hungría para llevar a cabo una
guerra santa contra los turcos invasores. Durante el asedio, el papa Calixto
III ordenó que las campañas de todas las iglesias sonaran al mediodía, llamando
a los creyentes a la oración para defender la ciudad. Sin embargo, en muchos
países (como Inglaterra y los reinos hispánicos), las noticias de la victoria
llegaron antes que la orden papal, por lo que el sonido de las campanas se
transformó en una muestra de alegría. Ni Capistrano ni Hunyadi sobrevivieron
mucho tiempo después de su gran victoria, cuya noticia se difundió por toda Europa.
Ambos cayeron víctimas de la peste bubónica y fallecieron en su campamento
militar en 1456. Tras la muerte de Juan Hunyadi, el cargo de capitán general
del país recayó en Ulrico II de Celje en 1456, tío de
Ladislao V. Ulrico de Celje avanzó al poco tiempo con
sus tropas hacia Nándorfehérvár, y después de una
discusión verbal con Ladislao Hunyadi, hijo de Juan Hunyadi (quien se había
convertido en el cabeza de la familia), Ulrico fue asesinado por los hombres de
Hunyadi. Ante esto, el joven rey Ladislao V accedió a concederle el perdón y no
tomar represalias contra los Hunyadi. Pero en cuanto se vio seguro en Buda,
Ladislao V hizo arrestar a los dos hermanos (Ladislao Hunyadi y Matías
Hunyadi), siendo condenado el primero por un tribunal real y posteriormente
decapitado.
Matías permaneció en cautiverio en
una pequeña casa en Buda. Su madre y su tío Miguel Szilágyi
protagonizaron una rebelión contra el rey
y ocuparon grandes territorios en las regiones al este del río Tisza. El rey Ladislao V huyó a Viena a mediados de 1457 y luego a
Praga en septiembre, llevándose consigo a
Matías. La guerra civil entre los
rebeldes y los barones leales al monarca continuó hasta la muerte repentina del joven rey el 23 de noviembre de 1457, cuando se declaró una terrible peste en la capital
donde se hallaba preparando su matrimonio con Magdalena, la hija del rey Carlos
VII de Francia. El regente husita de Bohemia, Jorge de Podiebrad, mantuvo
cautivo a Matías en Praga.
Matías Corvino y el absolutismo
(1458-1490)
La hermana mayor de Ladislao V, Ana y
su esposo, Guillermo III, landgrave de Turingia, reclamaron su herencia, pero
no recibieron apoyo de los estamentos. En enero de 1458, se convocó a la Dieta de Hungría en Pest para elegir un nuevo rey.
El legado apostólico del papa Calixto III, el cardenal Juan de Carvajal hizo
campaña a favor de Matías. Era la manera de acabar la guerra civil. Ladislao Garai fue el primer barón en avenirse a aceptar a Matías y en una reunión con la madre y el tío del aspirante, prometió que él y sus aliados apoyarían la elección; Szilágyi le aseguró que su sobrino
no se vengaría por el ajusticiamiento de su
hermano Ladislao.] Szilágyi llegó a la Dieta al frente de quince mil
soldados con los que amedrentó a los barones que se reunían en Buda.
Intimidados, el 24 de enero los nobles acudieron al congelado río Danubio y proclamaron unánimemente rey a Matías (de 14 años). Al mismo tiempo, la Dieta nombró regente a su tío hasta que el joven Matías cumpliera la mayoría de edad. Szilágyi acordó con Jorge de Podiebrad la liberación de Matías a cambio de un rescate y como
parte del acuerdo, con la condición de que su hija Catalina Podiebrad se casase con el nuevo monarca (así
ocurrirá en 1463 celebrándose la boda en Buda.)
Matías Corvino (r. 1458-1490) fue,
con la única posible excepción de Juan I Szapolyai,
el último rey de Hungría que gobernó efectivamente sobre todo el país. Era la
primera ocasión en la Hungría medieval en que un miembro de la nobleza, sin
ancestros o relaciones con la realeza, alcanzaba el trono real. Un auténtico
príncipe del Renacimiento, exitoso militar y hábil administrador, sobresaliente
lingüista, notable astrólogo y patrón de las artes y del conocimiento.
Cuando tomó las riendas de Hungría en
sus manos, se esforzó por mantener la paz y apaciguar a los nobles húngaros que
apoyaban al emperador Federico III de Habsburgo. Tras firmar la paz con el
Sacro Imperio en 1463, condujo su ejército contra los turcos y reconquistó los
territorios de Bosnia. En 1464 fue coronado, después de recuperar la Santa
Corona húngara que se hallaba en manos del emperador. Después de haber sido
coronado propiamente, Matías Hunyadi comenzó a reformar la cancillería húngara,
así como la administración del tesoro nacional, y creó nuevos jurados en todo
el reino. En 1467 realizó reformas en el sistema de impuestos para corregir las
debilidades de los bienes reales, lo que logró que grandes cantidades de dinero
entrasen en el tesoro real. Todos estos bienes los destinó a la creación de un
ejército mercenario, conocido como el Ejército Negro de Hungría, con el que
planeaba conquistar países vecinos y crear un nuevo imperio en la Europa
central. Para iniciar esto, movilizó su ejército contra su suegro Jorge de Poděbrady, quien para ese momento había sido coronado
rey de Bohemia y la gobernaba bajo la confesión cristiana reformada husita. El
papa Paulo II convocó las fuerzas militares católicas de Matías para una guerra
santa contra el rey bohemio. Si bien no logró ocupar el reino de Bohemia cuando
lo atacó en 1468, su decepción aumentaría, cuando en 1471 sería nombrado rey
checo Ladislao Jagellón, cerrándose su oportunidad de apoderarse de Bohemia. En
este momento comenzó una guerra de Matías Hunyadi contra el nuevo rey de
Polonia y Bohemia, la cual duró hasta 1478 y tuvo como uno de sus campos de
batalla la región de Silesia en 1474. La paz sería firmada finalmente en 1479,
mientras en el otro extremo del reino los comandantes de Matías, Pablo Kinizsi y Esteban Báthori,
vencían a los turcos en Transilvania en ese mismo año.
Por otra parte, condujo una larga
campaña contra los turcos otomanos, durante la cual en (1475-1476) obtuvo
varias victorias y en 1479 se enfrentó contra ellos en la región de Kenyérmező, batalla en la que Matías resultó
victorioso. Matías Hunyadi dirigió sus tropas tres veces (1477, 1482 y 1485)
contra el emperador Federico III de Habsburgo, ya que este mantenía
pretensiones sobre el trono húngaro. En la tercera oportunidad, Matías derrotó
al emperador y ocupó Viena, donde estableció su sede real húngara. De esta
forma continuaría afianzando su dominio en las regiones bajas de Austria en
1487.
Aunque Matías reunía regularmente a
la Dieta y aumentó el poder de la pequeña nobleza en los condados, ejerció su
poder de un modo absoluto a través de la creación de una burocracia
eminentemente laica. Reclutó un ejército de 30 000 hombres entre
húngaros y extranjeros y fortificó la frontera sur del país con la creación de
una red de castillos. Sin embargo, no desarrolló una política antiturca agresiva como su padre, sino que lanzó ofensivas,
bastante impopulares contra Bohemia, Polonia y Austria bajo el pretexto de
crear una potencia centroeuropea que pudiera plantar cara a los otomanos, pero
con la intención última de convertirse en emperador del Sacro Imperio. Eliminó
exenciones fiscales y aumentó las cargas sobre los siervos para financiar el
nuevo ejército y los gastos de su corte. La nobleza protestó ante estas
medidas, pero los siervos en general consideraron a Corvino un rey justo, ya
que, aunque incrementó sus cargas, les defendió de modo efectivo contra los
abusos de otros magnates. Reformó también el sistema legal del país,
estimulando el crecimiento urbano.
Matías Corvino fue un auténtico
hombre del Renacimiento, y convirtió su corte en un centro de irradiación de la
cultura humanística; bajo su gobierno, en 1472, la imprenta llegó a Hungría y
se creó una segunda Universidad en Budapest. La Bibliotheca Corvinniana, obra suya con más de 2500 tomos, era
conocida en toda Europa. En ella se guardaba la mayor colección de documentos
históricos y trabajos filosóficos y científicos durante el siglo XV,
siendo superada únicamente por la Biblioteca Vaticana, que solo custodiaba
materiales religiosos. Esta librería renacentista fue declarada Patrimonio de
la Humanidad por la UNESCO. En 1465, a petición del rey húngaro, el papa
Paulo II fundó la Universitas Istropolitana en la ciudad de Pressburg (hoy
Bratislava), la cual se convirtió en uno de los centros culturales más importantes de la época en Europa
central.
Durante su reinado y especialmente en
la década de 1460 construyó un suntuoso palacio renacentista en Buda,
reemplazando al anterior castillo de Buda y reformó el castillo de Visegrád,
también al estilo renacentista. Se estableció una etiqueta al estilo napolitano,
conjugando las costumbres húngaras con las italianas nobles de la época.
Igualmente se abrieron las puertas a astrólogos, científicos y toda clase de
intelectuales y artistas renacentistas, que poblaron la corte real.
Cuando Matías falleció en 1490 en
Viena, al parecer a causa de un derrame cerebral (envenenado según algunas
teorías), su imperio comprendía el reino de Hungría (que a su vez incluía al
reino de Croacia), Bohemia, así como una parte de Austria.
La dinastía Jagellón y la decadencia
de Hungría (1490-1526)
Tras la muerte de Matías Corvino, el
trono húngaro quedó vacante, pues no había dejado descendientes varones
legítimos. La nobleza húngara se dividió en dos facciones, una que apoyaba a
Juan Corvino, el hijo ilegítimo del fallecido rey que había sido reconocido por
su padre y colmado con títulos y propiedades, y otra, encabezada por la reina
viuda Beatriz de Aragón, que deseaba elegir y coronar a Ladislao Jagellón, el
hijo del rey polaco Casimiro IV que ya había conseguido ser coronado como rey
de Bohemia en 1471. Juan Corvino fue convencido para renunciar al trono y se
marchó a las regiones fronterizas del Sur, creyendo que sería compensado con el
reino de Bosnia, pero en realidad fue emboscado y expoliado del tesoro real.
Ladislao Jagellón accedió al trono
por vía materna, ya que era nieto del rey Alberto y, por vía paterna, era
sobrino del rey Ladislao I. Entre las condiciones para ser coronado como rey
húngaro se hallaba que debía tomar como esposa a Beatriz de Nápoles, la viuda
del rey Matías que gozaba de muchos apoyos entre la nobleza; sin embargo, Ladislao
ya había firmado años atrás un contrato nupcial con Bárbara de Brandenburgo, teniendo así un matrimonio no consumado como
impedimento. Ladislao se casó con Beatriz y mudó pronto su sede real a Buda,
siendo coronado al poco tiempo como Ladislao II de Hungría, Ulászló II para la historiografía húngara. La esfera de influencia checa aumentó de
inmediato, y muchos nobles húngaros apoyaron al nuevo rey, considerando
efectivamente que no había otro más capacitado para ocupar el trono húngaro,
pues se requería de alguien que pudiese luchar contra los turcos, y que
asistiese al reino con los ejércitos bohemios. Ladislao gobernó las dos
naciones desde Buda hasta su muerte en 1516.
Ladislao II (1490-1516)
Tomás Bakócz,
canciller de Hungría desde 1490 y arzobispo de Estrigonia.
Los magnates del reino, que no deseaban otro rey de mano dura, habían elegido
bien ya que Vladislao II (r. 1490-1516) sería
conocido como el rey Dobže, o Dobzse (que significa 'bueno' o, en otro sentido, 'de acuerdo') por su hábito de
aceptar con esa palabra cualquier papel que se le pusiera delante. Durante su reinado las decisiones
importantes fueron tomadas por el canciller húngaro Tomás Bakócz y luego por Jorge Szatmári, ambos posteriormente con
destacados cargos eclesiásticos. Bakócz, que era
miembro del consejo real de Matías Corvino, fue, desde 1490 hasta su muerte en
1521, el principal estadista de Hungría y el principal responsable de su
política exterior: gracias a sus esfuerzos, Hungría no accedió a la liga de Cambrai, fue consistentemente amiga de Venecia y formó un
pacto familiar con los Habsburgo.
Bajo el reinado de Ladislao II, el
poder central comenzó a atravesar serias dificultades financieras, debido
principalmente a la ampliación de territorios feudales a expensas del
patrimonio real. A instancias de la nobleza, el rey abolió los impuestos
creados por Corvino y que servían para financiar el ejército húngaro, con lo
que este se dispersó justo cuando la amenaza turca era más acuciante. Los
magnates desmontaron también el sistema administrativo creado por Corvino y se
enfrentaron a la pequeña nobleza. En 1492, la Dieta limitaba la libertad de
movimiento de los siervos y ampliaba sus obligaciones, mientras que una parte
importante de campesinos libres conseguía prosperar gracias a la exportación de
ganado a Occidente.
El descontento rural estalló en 1514
cuando un grupo de campesinos armados que iban a unirse a una cruzada contra
los turcos se rebeló bajo las órdenes de György Dózsa (un capitán de la guardia de fronteras) y atacó
numerosas propiedades por toda Hungría. Unidos frente a esta amenaza común,
alta y pequeña nobleza derrotaron finalmente a los rebeldes, tras lo que Dozsa y los otros líderes fueron cruelmente ejecutados.
Conmocionados por la rebelión campesina, la Dieta de 1514 aprobó nuevas leyes
que vinculaban definitivamente a los siervos a la tierra y aumentaban aún más
sus cargas. El castigo corporal se extendió, y algunos nobles incluso amarraban
a sus siervos como si fueran rebaños. El jurista István Werbőczy incluyó estas nuevas leyes en su Tripartitum de 1514, una recopilación del derecho
consuetudinario húngaro que constituiría el espíritu del corpus legal del país
hasta la revolución de 1848. Sin embargo, Tripartitum nunca fue aprobado como tal y en él se reconocía al rey y a los magnates
húngaros igual poder: los nobles reconocían al rey como su superior, pero, a
cambio, se les otorgaba la prerrogativa de elegir al rey. Tripartitum,
además, eximía a la nobleza del pago de impuestos, obligaba a prestar servicios
militares solo en caso de guerras defensivas, y les permitía realizar arrestos
arbitrarios con total inmunidad.
Luis II y victoria de los turcos
(1516-1526)
Luis II de Hungría Cuando Ladislao II
murió en 1516, su hijo de diez años Luis II fue coronado rey de húngaros y
bohemios. Luis había nacido en Hungría, dominaba el idioma y había adoptado las
costumbres húngaras. Pero siendo menor un Consejo Real designó a la Dieta para
que gobernara el país. Hungría estaba al borde de la anarquía por las luchas
nobiliarias. Las arcas reales estaban exhaustas, y el rey tuvo que pedir dinero
prestado para mantener su hacienda, pese al hecho de que recibía un tercio de
los ingresos nacionales. El país se encontraba indefenso frente a amenazas
exteriores: los guardias fronterizos no recibían su paga, las fortalezas se
desmoronaban por la falta de mantenimiento y las iniciativas para incrementar
los impuestos que permitieran reforzar las defensas eran desestimadas.
Se enfrentó a la más grande amenaza
de su tiempo, ya que el sultán Solimán el Magnífico había lanzado su ejército
hacia Europa y en 1521 había conquistado Belgrado a pesar de la heroica defensa
de húngaros y serbios. El comandante húngaro de la ciudad, el conde Valentín Török, apenas logró escapar; cayó así la última ciudad
fronteriza de los húngaros y el camino a Buda, la residencia real, quedó
expedito. El mundo cristiano católico se veía severamente amenazado, no solo
por la inminente invasión turca, sino por el levantamiento por toda Europa de
los protestantes, seguidores de Martín Lutero, contra la Iglesia católica. En
1523, la Gran Asamblea de Buda decretó que todos aquellos luteranos que
enfrentasen directamente a la Iglesia y no pagasen el diezmo, serían condenados
a perder sus bienes, en aras de mantener el orden en el reino.
Luis II y su esposa, María de
Habsburgo trataron de organizar un golpe de Estado contra la nobleza, pero
fracasaron. En agosto de 1526, Solimán entró en Hungría al frente de
100 000 hombres. Las tropas húngaras estaban aún organizándose cuando
un ejército húngaro formado por 26 000 se enfrentó a los turcos en la
batalla de Mohács; los europeos eran hombres bien entrenados y pertrechados, y
estaban esperando refuerzos checos, croatas y transilvanos, no llegaron a
tiempo, pero carecían de líder militar. Sufrieron una tremenda derrota, dejando
20 000 muertos en el campo de batalla, entre ellos el propio rey, que
falleció al caer del caballo. Todos los principales jefes militares húngaros
también perecieron en la batalla: el arzobispo de Esztergom Ladislao Szalkai, el arzobispo de Kalocsa Pablo Tomori y el conde Jorge Szapolyai.
Con esa derrota comenzó en Hungría un periodo de más de siglo y medio de
batallas entre húngaros y turcos, así como la posterior división del reino en
tres partes.
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