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LA SAGRADA BIBLIA

ANTIGUO TESTAMENTO

NUEVO TESTAMENTO

 

EL LIBRO DE LAS INTRODUCCIONES A LA BIBLIA

 

INTRODUCCION GENERAL A LA BIBLIA

 

La Biblia tal cual la conocemos se basa en un Principio Universal Supremo, que comprende en su cuerpo literario el espíritu de la Ley, el alma Moral de la Sociedad y la razón Metafísica de la Historia en cuanto Movimiento del Género Humano en el Tiempo y el Espacio, y por extensión: de la Creación entera. Este Principio es la Biblia. Sea en cuanto Religión aplicada a la Humanidad en tanto que Ser, el Cristianismo; sea en cuanto Acto aplicado a una Raza en tanto que elegida, el Judaísmo, la Biblia es el Principio inconmovible que mantiene la Historia Universal en evolución constante desde el Caos y la Anarquía: a la Armonía y el Derecho naturales a la Inteligencia del Ser. El Hombre es anterior a todo libro escrito y, como Ayer igualmente en un Mañana hipotético, el Hombre puede sobrevivir sin libro alguno. Pero la Civilización no puede subsistir sin la Biblia; la Civilización es el fruto de la Biblia.

Antes de Cristo no hubo Civilización.

La Civilización comienza con el Cristianismo, y es en el Cristianismo y durante su proceso de crecimiento y edificación que la Civilización se fue formando hasta devenir consciente de su Ser. Por supuesto, esta declaración debe parecerles una negación a los historiadores profesionales y, por ende, a todo el que ha sido habituado a creer en sus ideas y enseñanzas desde la escuela; pero lo cierto es que antes de Cristo las sociedades se basaron en un principio de Fuerza Animal Bruta sin conexión alguna con la Naturaleza de lo que es La Civilización. Todos los progresos del Mundo Antiguo tuvieron una única realidad, el Poder. Todos los progresos habidos durante los días de los imperios antiguos tuvieron exclusivamente el Poder como meta. Ahora bien, la Civilización es todo lo contrario a dicha meta. La Civilización es un espacio de convivencia para pueblos procedentes de distintos orígenes entregados a compartir la Existencia en el Tiempo a la luz de una misma Ley Universal. No vemos que este Sentido haya tenido arte ni parte en los imperios del Mundo Antiguo; y, concediendo, podemos decir que esta Idea encontró en el Imperio de Ciro su primer exponente, idea que Alejandro intentó rescatar y César Augusto quiso materializar.

El fracaso estaba en la propia semilla. No se puede imponer la Civilización por la Fuerza. La Civilización, en tanto en cuanto Espacio de Convivencia en la Paz y en la Libertad implica la Fraternidad entre las naciones, y jamás el Concepto de Superioridad de Raza que animó los imperios antiguos y ha seguido viajando por los siglos hasta desembocar en la Ideología que la Alemania Nazi importó del Fascismo inherente a la Concepción Darwinista de una Humanidad dividida en Débiles y Fuertes. La Concepción darwinista sobre una especie humana dual no fue sino la resurrección de la antigua ideología imperialista que dividió a la Humanidad es esclavos y libres, y desde esta base forjara su ley de fuego y hierro. Evidentemente, al Imperio Británico de los días de Charles Darwin esa resurrección de la Vieja Ideología de la dualidad Esclavos-Libres en su forma Fuerte-Débiles le venía a su Imperio, basado en el Fuego y el Hierro, como anillo al dedo, y de él hizo la Ciencia Anglosajona su Nuevo Evangelio. La Alemania de la primera parte del Siglo XX no hizo sino aplicarse el cuento.

Alemania vivió durante el período de entreguerras mundiales una generación de genios y sabios de la talla de Werner von Braun, Heisenberg, Plank, Konrad Lorenz, Einstein, y un largo etcétera, creyentes acérrimos todos y uno por uno de la Teoría Fascista Dual de Darwin, Teoría que exponía al pueblo Alemán a aplicarse la conclusión debida: el Alemán, vista su Inteligencia, era la Raza Fuerte llamada a dominar el mundo, y si para ello tenía que aplastar al Débil, el Débil sería aplastado, sin misericordia ni piedad.

Malignidad, en efecto, se puede ver en el Credo Nazi, pero en ningún momento incongruencia. Hitler y su generación pusieron en obras lo que el Credo Darwinista sostenía con palabras.

La Historia de la Civilización, por consiguiente, es la Historia de la Civilización Cristiana. La Igualdad de todos los hombres sobre la que se fundó la Sociedad Cristiana es la Roca sin cuyo Fundamento no existe Civilización. Llamar Civilización al Imperio Asirio, al Babilonio, al Medo, al Romano, es un ejercicio de estupidez tan vasto que no merece pérdida de nuestro tiempo.

Dicho esto, si desde el principio de su Historia el Cristianismo estuvo sujeto a proceso de persecución y destrucción, por lógica la Civilización tenía que estarlo. Como lo estuvo. A nadie se le oculta que la destrucción del Imperio Romano corrió paralela al intento de la destrucción de la Civilización Cristiana en su Infancia Ontológica. Desde los días de Arrio y de Atila, desde los de Mahoma hasta Stalin, la Civilización y el Cristianismo han crecido y se han desarrollado en lucha desgarradora constante contra una sucesión imparable de fuerzas destructoras, externas e internas, consecuencias de las cuales fueron revoluciones y guerras mundiales, el fin interno de cuyo proceso era la Destrucción del Cristianismo y su Civilización.

Tenemos que felicitarnos por la Victoria. El Cristianismo y la Civilización siguen en pie. Y aunque al presente se quiera separar Civilización y Cristianismo en base a razones subjetivas el hecho es que esas fuerzas dejarán de existir y Cristianismo y Civilización consumarán su proceso de creación en la Adhesión de todas las naciones al Reino de Dios.

Así pues, desde la Semilla que en Abraham y sus padres comenzó a echar raíces en la Historia, hasta el Nacimiento del Verdadero Fundador de la Civilización en la Tierra, nuestro Jesucristo, un Mundo de animales y bestias racionales buscó la eternidad de su Sociedad Salvaje basando su victoria en el Poder de la Fuerza Bruta. Pero el salto de una Sociedad Animal-Racional a la Civilización Espiritual-Ontológica sólo puede basarse en el Poder de Aquel Creador del Universo que creó al Hombre a su Imagen y Semejanza a fin de establecer entre la Creación y Dios una Sociedad basada en el Ser en tanto en cuanto sujeto de Deber y de Derecho. Es decir, engendrar en el devenir de lo Humano un hijo de Dios.

Este Proceso, expuesto a su fracaso apocalíptico desde los orígenes de la Historia Universal escrita, cual se refleja en la Biblia, es el que viene a ser retomado- Redención mediante - con el Nacimiento de Jesús, y en la Muerte de Cristo se abre a toda la Humanidad, extendiendo Jesucristo con su Resurrección lo que se hizo a título individual al dominio universal. Es decir, visto que desde su Nacimiento el Cristianismo, en la Persona de su Fundador, como acabo de decir, ha estado sometido a constante presión destructora, su fruto: la Civilización (Cristiana por en cuanto sin el Cristianismo jamás se hubiera producido el salto de la Sociedad Animal-Político-Racional a la Civilización del Derecho; y precisamente porque éste era el Fin del Cristianismo que Dios puso sobre la faz de la Historia al hacerse hombre su Hijo), la Civilización Cristiana ha sido objeto de constantes ataques destructivos, ya desde fuera como desde dentro. Pero mientras exista la Biblia el Cristianismo seguirá su evolución histórica hasta unir la Plenitud de las Naciones del Género Humano en un Único Reino Universal, cuya Corona reposa en la Cabeza del Hijo Unigénito de Dios. Este es el Fin de la Historia: la Glorificación del Hijo de Dios, el Brazo de Yavé, Creador de todas las cosas, por cuya Palabra Todopoderosa Dios Eterno, su Padre, para maravilla de toda su Casa, hace, hizo y hará "brillar la Luz en medio de las Tinieblas".

Dada esta Meta se entiende que Dios y su Libro hayan sido objetos de persecución y exterminio por parte de todos los poderes ciegos que tuvieron y tienen en la Unificación del Género Humano en un sólo Cuerpo, cuya Cabeza es Cristo Jesús, su enemigo público número uno. La Coronación del Hijo Unigénito de Dios como Rey Universal, Único y Sempiterno, sobre la Creación entera de Dios Eterno, su Padre, es una Declaración de Abrogación de todas las Coronas del Universo y un Manifiesto de Libertad por el que la Obediencia Debida de criatura a criatura queda abolida en Exaltación Omnipotente del Poder de Aquel en cuyas Manos Dios Padre ha dispuesto que estén todas las cosas, las del Cielo y las de la Tierra: Por la Eternidad.

La Biblia es, pues, ante todo y sobre todo, la Crónica de una Revolución Universal que le afecta a la Creación entera y establece la Historia del Futuro de la Eternidad desde un Principio Nuevo. Desde el Prólogo mismo de la Biblia, "La Creación del Universo", Dios se manifiesta como su Autor y presupone en su Omnisciencia la Fragilidad de su Libro a los ojos de un Mundo cuya Ignorancia sobre las Causas de la Revolución del Reino de los cielos, que en la Biblia encuentra su Prehistoria, era tan grande - la ignorancia humana - como inmensa la diferencia entre la Inteligencia del Creador y una Criatura aún en su fase animal-racional-política.

En efecto, el "animal racional" en su versión política o en su versión filosófica era una criatura impotente frente al abismo que separa la Razón de la Inteligencia. Y sin embargo el Hombre fue creado para alcanzar la Inteligencia sin límites a imagen y semejanza de la Naturaleza de la Inteligencia de su Creador. Pero privado de este acceso su Historia tenía, por lógica, que escribir en las páginas del Universo la Crónica de una Guerra Civil Perpetua cuyo Fin, por ley, habría de conducir a todo el Mundo a su Apocalipsis Final.

La Biblia es, por consiguiente, la Crónica de la Fundación del Reino Universal de Dios, Padre e Hijo, en el Espíritu Santo, (Antiguo Testamento), y el Establecimiento de la Civilización bajo cuya Bandera y Estandarte Cristianos el Mundo se enfrenta a este momento en tensión final: Obediencia a la Corona del Hijo de Dios o Rebelión contra la Voluntad de Dios, su Padre (Nuevo Testamento).

En el camino la Historia Universal es reflejada en una Familia, la de Noé, que se hace Tribu en Abraham, el Hebreo, y se desarrolla hasta devenir Nación, la Judía, en cuyos hijos e hijas todo lo bueno y todo lo malo encontró cuerpo a fin de que en su carne y en su sangre la Humanidad, como se lee, recibiéramos un Curso Divino sobre la Ciencia del bien y del mal, cuyo desconocimiento ocasionó la ruina temporal de nuestro Género.

Desde el conocimiento de esta Ciencia del Bien y del Mal se entiende la naturaleza del ataque de la Razón contra la Fe y su interés en reducir a fábula el Libro de los Orígenes del Género Humano.

Mi trabajo en Prehistoria y Fundación del Reino de Dios (PDF) fue entrar en la Historia de esa Familia, Tribu y Nación Hebrea a la luz de la Historia Universal rescatada de su tumba por la Arqueología, contra cuya Historia la Razón, antes de la Arqueología, se lanzó con la furia de una bestia depredadora dispuesta a devorar página por página cada uno de los libros de las Sagradas Escrituras. La necesidad es obvia. Aun cuando la dialéctica de la Razón del XIX contra la Veracidad Histórica de la Biblia ha sido desmantelada por la Arqueología, enfangado el Siglo XX en el Apocalipsis de su destrucción total, los Historiadores del XXI aún no han deshecho lo que la Razón hiciera, y sigue circulando en el mundo la montaña de sentencias sin fundamento científico que los profetas del Socialismo y del Evolucionismo escribieron contra el Cristianismo.

Aun cuando no lo crean, ellos pasarán, ya están pasando: "Pero mi Palabra no pasará jamás".

 

FUNDACION DEL REINO UNIVERSAL

 

La segunda parte del Libro de Dios, el Evangelio, trata de la Batalla entre la Vida y la Muerte, del Cielo contra el Infierno, y glorifica la Victoria del Espíritu Santo contra el espíritu Maligno; de Cristo sobre el Diablo.

Dice el Libro de Dios en su tercera parte que llegado el Día Anunciado le ordenó Dios a todos sus hijos presentarse ante su Trono y deponer sus coronas a sus pies. De lo que se lee se ve que unos lo hicieron y otros se negaron, y en consecuencia los Rebeldes que no lo hicieron fueron perseguidos, destronados y arrojados del Cielo.

De la lectura del Nuevo Testamento se desprende que mientras los príncipes Fieles persiguieron a los Rebeldes, Dios llamó a su Primogénito, le dio a conocer la Doctrina del Reino de los Cielos e inmediatamente le envió a nuestro mundo, donde se encarnó en María "la Virgen de Nazaret", y nació bajo el reinado de los Herodes, en Belén de Judá, durante los días del censo universal decretado por Octavio César Augusto, sobre cuya historicidad hay mucho que decir .... a su tiempo.

Ignorante y desconocedor de las medidas revolucionarias que su Padre había proyectado y empezaban a materializarse a raíz de su Encarnación, el Hijo de Dios descubrió a Cristo durante el episodio que Él mismo vivió en el Templo, a la edad de los doce años aproximadamente. En Cristo descubrió Jesús el Pensamiento de Dios, y lo que es más importante, descubrió el Origen del Espíritu Santo, que estaba en su Padre, Único Dios Verdadero e Increado que conocieron el Infinito y la Eternidad.

Se desprende de la lectura del Nuevo Testamento que Dios le descubrió a su Hijo tanto la identidad del verdadero Enemigo de su Reino cuanto la Naturaleza de la Revolución que únicamente y nadie más que Cristo Jesús podía y debía abrir.

Cristo Jesús, el Rey Mesías, el heredero de todas las promesas escritas en el Antiguo Testamento, nacido del espíritu de Yavé: “espíritu de inteligencia y sabiduría, de entendimiento y fortaleza, de consejo y temor de Dios”.

Estando sin embargo sujeto por su Origen a la estructura del Mundo Antiguo, y porque de entre todos los príncipes del Cielo Jesús era el Rey de reyes, también a Él le tocaba obedecer y sujetarse al decreto de Abolición del Imperio que su Padre dictara y estuvo en la causa de la Batalla en el Cielo, de la que habla en Su Libro, el Apocalipsis. Al igual que lo hicieron los Príncipes del Cielo también el Rey de reyes y Señor de señores debía deponer su Corona a los pies de Dios.

Y así fue. Así se hizo; Jesús, el Primogénito de los hijos de Dios, el Unigénito de Dios, puso su Corona a los pies del Trono de su Padre.

De manera que sujeto a la condición de los particulares que bajo riesgo y cuenta propia emprenden una revolución sin contar con más fuerza que el amor a la Verdad, también Jesús fue atrapado por los poderes reaccionarios de este mundo, y, consecuentemente, entregado a los jueces de Cristo para que fuera contado entre los malhechores por enemigo de la Nación al caso.

 

EL MISTERIO DE CRISTO.

 

Pero lo que no sabía nadie, porque nadie podía saberlo, era que al regresar a su Mundo Jesucristo lo hacía como Rey Todopoderoso a imagen y semejanza de su Padre, y que Glorificado de esta manera llevaba a su Casa una Nueva familia, su propia Familia, a nacer, pero que estaba en Él: Una Esposa, la Iglesia Católica, engendrada para unir a todo el Universo en una misma Religión, unos Hermanos, cuyo Poder es el de Dios, que está en su Palabra, y una Descendencia, nacida para unir todo su Reino en la Tierra en una misma Inteligencia.

He aquí el Misterio del Espíritu Santo, que es Cristo: La Cabeza es Cristo Jesús; el Tronco es la Iglesia Católica, y los Miembros los Hermanos y los Hijos de Dios. Aquí está el espíritu de Inteligencia:

“Tengo por cierto que los padecimientos del tiempo presente no son nada en comparación con la gloria que ha de manifestarse en nosotros; porque la expectación ansiosa de la creación está esperando la manifestación de los hijos de Dios, pues las criaturas están sujetas a la vanidad, no de grado, sino por razón de quien las sujeta, con la esperanza de que también ellas serán libertadas de la servidumbre de la corrupción para participar en la libertad de la gloria de los hijos de Dios”.

¿Cómo puede, pues, decir la Iglesia Ortodoxa que el Espíritu Santo no procede del Hijo, siendo el Nombre Nuevo de Jesús: Cristo, y siendo este Cristo Jesús la Cabeza del Espíritu Santo hecho Hombre, y siendo las iglesias su Cuerpo, cómo puede moverse el Cuerpo sin la Cabeza o vivir sin recibir todo de su Cabeza? Y lo que es objeto de Juicio contra los siervos de Dios: ¿Cómo podrá la Cabeza moverse libremente si el Cuerpo está dividido y se niega a seguir la dirección marcada por su Mente?

Pero esta División de las iglesias, por la que el Cuerpo y la Cabeza habían de entrar en Conflicto y por el Cuerpo ser denigrada la Cabeza, ya había sido dada por descontada en razón de los acontecimientos que la Necesidad de la Muerte de Cristo vino a poner sobre la mesa de la Historia. La Liberación del Diablo en el Año Mil, (su consecuencia primera la División entre Oriente y Occidente en el 1054), venía dictada por la Necesidad de mostrarle Dios a todos sus hijos que la Destrucción de quien fuera antes príncipe del Imperio del Paraíso, miembro de la Casa de Dios, hermano de ellos por tanto, vendría dada como efecto de su absoluta negación a someterse a la Civilización del Reino de Dios, contra la que se había conjurado al precio de ser desterrado por la Eternidad. Habiendo sido liberado y conociendo a Dios Padre bien hubiera podido doblar sus rodillas, reconocer su Error y en razón de ser sólo eso, una Criatura, pedirle Misericordia al Creador de todos, absteniéndose de toda acción y tendido en el suelo haber permanecido hasta que su Arrepentimiento hubiese movido el Corazón de Dios a Perdón. Contrariamente a lo que se hubiese podido esperar de una Criatura tomada del Polvo Cósmico y revestida de Inmortalidad Indestructible por el Poder del Señor y Dios de la Eternidad, el Diablo, la Serpiente Antigua, el Dragón, cuya Cabeza fue Satanás, se mantuvo en su Conjura a eternidad contra el Reino de Dios. Una Rebeldía a eternidad que Dios ya había visto pero contra la que no se podía hacer nada, excepto profetizarle a las iglesias y su pueblo de las naciones cristianas las consecuencias de esta Necesidad de Liberación del Enemigo de Adán, enemigo de Cristo, enemigo del Hombre, que, por lógica, miraría a dividir las iglesias para conducir a las naciones cristianas desde la guerra civil, la Guerra de los Treinta Años, a la Guerra Mundial de Gog y Magog, Ortodoxia contra Reforma, Stalin contra Hitler, de la que confiaba obtener el Diablo la Destrucción del Cristianismo y, por tanto, humillar a Dios ante su Creación al no poder consumar su Voluntad de Conducir la Plenitud de las Naciones al Encuentro de su Reino.

Así acaba la Biblia; así cerró Dios su Libro.

Su Hijo hecho Hombre selló con su sangre su Contenido hasta el Día en que la Expectación de la Creación se consumase y el Nacimiento del Primogénito del Testador, sobre el que escribiría su Nombre Nuevo, Cristo, y el Nombre de su Dios, Yavé, y el Nombre del Monte de Dios, Sión, nacido para Heredar el Espíritu de Inteligencia de Aquel que escribiera la Biblia, viniese a Luz, y el Sello quedase abierto para que todo el mundo entrase y viese el Contenido del Libro contra el que los sabios de las naciones se levantaron para negar su Origen Divino

 

 

C.R.Y&S

 

 

 

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