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CRISTO RAUL CONTRA EL ANTICRISTO

LA HISTORIA DIVINA DE JESUCRISTO

CREACION DEL UNIVERSO SEGUN EL GÉNESIS

 

 
 

ANTIGUO TESTAMENTO

LA SAGRADA BIBLIA

NUEVO TESTAMENTO

Profeta

ZACARÍAS

PRIMERA PARTE

VISIONES Y ORÁCULOS SOBRE LA RESTAURACIÓN DE LA CIUDAD

1
 
Introducción
   
1
El octavo mes del año segundo de Darío llegó la palabra de Yavé a Zacarías, hijo de Baraquías, hijo de Iddo, el profeta, diciendo:
2
Yavé se irritó fuertemente contra vuestros padres.
 
 
Exhortación a la penitencia
 
3
Diles, pues: Así dice Yavé de los ejércitos: Volveos a mí, dice Yavé de los ejércitos, y yo me volveré a vosotros, dice Yavé de los ejércitos.
4
No seáis como vuestros padres, a quienes vocearon los primeros profetas, diciendo: Así dice Yavé de los ejércitos: ¡Convertíos de vuestros malos caminos y de vuestras malas obras! Pero ellos no atendieron, no me escucharon, dice Yavé de los ejércitos.
5
Vuestros padres, ¿dónde están? Y los profetas, ¿viven siempre?
6
Pero mis palabras y mis mandatos, lo que mandé yo a mis siervos los profetas, ¿no alcanzó acaso a vuestros padres? Por eso se convirtieron y se dijeron: Ha hecho Yavé de los ejércitos con nosotros tal como, según nuestros caminos, decretó tratarnos.
 
 
Visión de los caballos y los caballeros
 
7

A veinticuatro del mes undécimo, que es el mes de Sebat, del año segundo de Darío, fue la palabra de Yavé a Zacarías, profeta, hijo de Baraquías, hijo de Iddo, diciendo:

8
Vi de noche a un varón que cabalgaba en un caballo rojo y estaba entre los montes en el valle; detrás de él había caballos rojos, alazanes y blancos.
9
Yo entonces pregunté: ¿Qué son éstos, mi señor? Y el ángel que me hablaba me dijo: Voy a darte a saber quiénes son éstos;
10
pero el que estaba entre los montes tomó la palabra y dijo: Estos son los que Yavé ha mandado a recorrer la tierra.
11
Luego hablaron ellos al ángel de Yavé que estaba entre los montes y le dijeron: Hemos recorrido la tierra y toda está quieta y tranquila.
12
Y habló el ángel de Yavé, diciendo: ¡Oh Yavé de los ejércitos!, ¿hasta cuándo no vas a tener piedad de Jerusalén y de las ciudades de Judá, contra las que estás irritado desde hace setenta años?
13
Y Yavé dirigió al ángel que conmigo hablaba palabras amables, palabras consoladoras.
14
El ángel que hablaba conmigo me dijo: Clama diciendo: Así dice Yavé de los ejércitos: Siento gran amor hacia Jerusalén y hacia Sión,
15
y estoy muy airado contra las naciones que ahora están tranquilas, porque yo estaba un poco airado, pero ellas agravaron el mal.
16
Por tanto, así dice Yavé: Yo me he vuelto misericordioso hacia Jerusalén, y mi casa será allí reedificada, dice Yavé de los ejércitos, y sobre Jerusalén se tenderá el cordel.
17

Clama también diciendo: Así dice Yavé de los ejércitos: Aún rebosarán mis ciudades de abundancia de bienes, y Yavé consolará a Sión y elegirá a Jerusalén.

 
 
La visión de los cuatro cuernos y de los cuatro carpinteros
 
18
Luego alcé mis ojos y miré, y vi cuatro cuernos,
19
y pregunté al ángel que hablaba conmigo: Y éstos, ¿qué son? El me respondió: Estos son los cuernos que dispersaron a Judá.
20
Mostróme luego Yavé cuatro artesanos,
21

y yo pregunté: ¿Qué van a hacer éstos? Me respondió, diciendo: Aquéllos son los cuernos que dispersaron a Judá de modo tal, que no pudo ya levantar cabeza, y éstos vienen para rodear a aquéllos y destruir los cuernos de las gentes que alzaron el cuerno sobre la tierra de Judá para dispersarla.

 

2
 
1
Alcé de nuevo los ojos, miré, y vi a un varón que tenía en la mano un cordel de medir,
2
y le pregunté: ¿Adonde vas? El me respondió: A medir a Jerusalén para ver cuánta es su anchura y cuánta su longitud.
3
Apareció el ángel que hablaba conmigo, y vi que venía a su encuentro otro ángel,
4
que le dijo: ¡Corre! Di a ese joven: Sin murallas será habitada Jerusalén; tal será en ella la muchedumbre de hombres y animales.
5
Y yo seré para ella, dice Yavé, muro de fuego en derredor, y seré su gloria en medio de ella.
6
¡Hala, hala! Huid de la tierra del aquilón, oráculo de Yavé, pues a los cuatro vientos del cielo os aventaré, oráculo de Yavé.
7
¡Hala, Sión! ¡Ponte a salvo, tú que habitas en Babel!
8
Porque así dice Yavé de los ejércitos: Después de la aflicción me ha enviado a las gentes que os despojaron, porque el que os toca a vosotros toca a la niña de mis ojos.
9
Porque he aquí que yo agito mi mano contra ellos, y serán presa de quienes fueron sus esclavos, y sabréis que Yavé de los ejércitos me ha enviado.
10
Jubila y regocíjate, hija de Sión, porque llegaré y habitaré en medio de ti, oráculo de Yavé.
11
Aquel día se unirán a Yavé muchas gentes, que serán mi pueblo, y yo habitaré en medio de ti, y sabrás que Yavé de los ejércitos me ha enviado a ti.
12
Yavé poseerá a Judá, su heredad, en la tierra santa, y será Jerusalén su elegida.
13
Calle toda carne ante Yavé, que se ha despertado de su santa morada.

 

3
 
Cuarta visión. El sumo sacerdote Josué, acusado por el diablo y defendido por Yavé
   
1
Y me hizo ver a Josué, el sumo sacerdote, que estaba en pie delante del ángel de Yavé y tenia a su diestra a Satán para acusarle.
2
Y el ángel de Yavé dijo a Satán: ¡Que Yavé te reprima, oh Satán, que Yavé te reprima, pues El ha elegido a Jerusalén! ¿No es por ventura ése un tizón que acaba de ser arrebatado a la hoguera?
3
Porque estaba Josué vestido de vestiduras inmundas, y así en pie delante del ángel.
4
Este mandó, hablando a los que estaban delante de él: Quitadle las vestiduras inmundas y vestidle las vestiduras de ceremonia,
5
y poned sobre su cabeza una tiara pura. Ellos pusieron la tiara sobre su cabeza y le vistieron de las vestiduras de ceremonia, y el ángel de Yavé, puesto en pie, le dijo: Mira, he quitado de ti tu iniquidad y te he vestido de las vestiduras de ceremonia.
6
El ángel de Yavé conjuró a Josué, diciendo: Así habla Yavé de los ejércitos:
7
Si andas por mis caminos y eres fiel a mi ministerio, administrarás también mi casa y guardarás mis atrios, y yo te daré puesto entre estos que están aquí.
8
Escucha, pues, Josué, sumo sacerdote, tú y tus compañeros que se sientan delante de ti, pues son varones de presagio. He aquí que yo hago venir a mi siervo “Germen.”
9
Pues he ahí la piedra que yo he puesto ante Josué; sobre esta única piedra hay siete ojos, y labraré yo mismo su escultura, dice Yavé de los ejércitos, y aquel mismo día quitaré de la tierra la iniquidad.
10

Aquel día, dice Yavé de los ejércitos, convidaréis cada uno a su vecino bajo la parra y bajo la higuera.

 

4
 
Quinta visión. El candelabro
   
1
El ángel que hablaba conmigo vino y me despertó como a hombre que despierta de su sueño,
2
y me dijo: ¿Qué ves? Yo le respondí: Miro y veo un candelabro todo de oro, con un vaso encima y sus siete lámparas, y siete tubos desde las lámparas al vaso que está encima,
3
y a su lado dos ramos de olivo, el uno a la derecha del vaso y el otro a la izquierda.
4
Y proseguí diciendo al ángel que hablaba conmigo: ¿Qué es esto, mi señor?
5
El entonces me habló, respondiendo: ¿No sabes lo que es eso? Yo le dije: No, mi señor.
6
Entonces él me habló, diciendo: He aquí la palabra de Yavé a Zorobabel. Dice: No con ejército, no con fuerza, sino por mi espíritu, dice Yavé de los ejércitos.
7
¿Qué eres tú, montaña grande? Allánate ante Zorobabel. El pondrá la piedra de remate en medio de aclamaciones: ¡Qué hermosa es, qué hermosa es!
8
Y me llegó la palabra de Yavé, diciendo:
9
Las manos de Zorobabel cimentaron esta casa, y sus manos la acabarán, y sabrás que Yavé de los ejércitos me ha enviado a vosotros.
10
Porque los que han despreciado el día de las cosas modestas, verán gozosos en la mano de Zorobabel la piedra reservada. Esos siete son los ojos de Yavé, que observan la tierra en toda su redondez.
11
Yo proseguí, diciendo: Y esos dos olivos a derecha e izquierda del candelabro, ¿qué son?
12
Y tomando por segunda vez la palabra, pregunté: ¿Qué son esos dos ramos de olivos que están cerca de los tubos por donde baja el aceite?
13
El me respondió, diciendo: ¿No sabes lo que son ésos? Yo respondí: No, mi señor.
14

El me dijo: Son los dos hijos del óleo que están delante del Señor de toda la tierra.

 

5
 
Sexta visión. El rollo volando
   
1
Yo alcé de nuevo mis ojos y vi en visión un rollo volando.
2
Preguntóme él: ¿Qué ves? Respondí: Veo un rollo de veinte codos de largo y diez de ancho que vuela.
3
El entonces me dijo: Esto es la maldición que sale sobre la haz de la tierra, porque, conforme a ella, todo ladrón será arrojado de aquí; conforme a ella, todo perjuro será arrojado de aquí.
4
Yo la he desencadenado, dice Yavé de los ejércitos, y caerá sobre la casa del ladrón y sobre la casa del que en falso jura por mi nombre, y permanecerá en medio de su casa hasta consumir maderas y piedras.
5
Apareció el ángel que hablaba conmigo, y me dijo: Alza tus ojos y mira lo que aparece.
6
Yo dije: ¿Qué es? Y él me respondió: Es un “efá” que aparece, y añadió: Es su iniquidad en toda su tierra.
7
Y vi que se alzaba una tapadera de plomo, y en medio del “efá” estaba sentada una mujer.
8
El me dijo: Ahí tienes a la iniquidad, y la echó en medio del “efá” y tapó su boca con la tapadera de plomo.
9
Yo alcé los ojos y vi aparecer dos mujeres. Soplaba el viento en sus alas, que eran como alas de cigüeña, y alzaron el “efá” entre la tierra y el cielo.
10
Yo dije al ángel que hablaba conmigo: ¿Adonde llevan el “efá”?
11

El me respondió: A hacerle casa en la tierra de Senaar para prepararla y colocarla allí sobre su asiento.

 

6
 
Octava visión. Los cuatro carros
   
1
De nuevo alcé los ojos, y mirando una visión, vi cuatro carros que salían de entre dos montes; los dos montes eran de bronce.
2
El primer carro tenía caballos rojos; el segundo, caballos negros;
3
el tercer carro, caballos blancos, y el cuarto, caballos bayos, todos muy veloces.
4
Entonces, hablando al ángel que conmigo hablaba, dije: Y éstos, ¿qué son, mi señor?
5
El ángel respondió, diciendo: Esos son los cuatro vientos del cielo, que vienen a presentarse al señor de toda la tierra.
6
El de los caballos negros va al norte; el de los blancos, al occidente, y el de los bayos, al mediodía.
7
Piafaron, pues, los corceles, queriendo partir para recorrer la tierra, y él dijo: Id, recorred la tierra.
8
Me llamó y me habló, diciendo: Los que van hacia el norte han calmado mi alma en la tierra del aquilón.
 
 
Acción simbólica. La coronación del sumo sacerdote
 
9
Llegóme la palabra de Yavé, diciendo:
10
Toma de los cautivos repatriados, de Jarim, de Tobías y de Jedaya, y vete luego a casa de Josías, hijo de Sefanías.
11
Toma de ellos plata y oro y haz una corona y ponla en la cabeza de Josué, hijo de Jeosadac, sumo sacerdote,
12
y dile: Así habla Yavé de los ejércitos, diciendo: He aquí que el varón cuyo nombre es “Germen,” y del cual se producirá germinación,
13
edificará el templo de Yavé, se revestirá de majestad, se sentará y dominará en su trono, y el sacerdote se sentará en su solio, y habrá entre ambos consejo de paz.
14
La corona servirá a Jarim, Tobías y Jedaya de memoria en el templo de Yavé.
15

Hombres de muy lejos vendrán a trabajar en la construcción del templo de Yavé, y sabréis que Yavé de los ejércitos me ha enviado a vosotros. Sucederá esto si escucháis la voz de Yavé, vuestro Dios.

 

7
 
Pregunta de Sareser y respuesta de Yavé acerca de los ayunos
   
1
Sucedió que el año cuarto del rey Darío llegó la palabra de Yavé a Zacarías, el día cuarto del noveno mes, que es el mes de Casleu.
2
Y envió Bet-El Sareser a Reguem-Melek con sus hombres para implorar el favor de Yavé
3
y hablar con los sacerdotes de la casa de Yavé de los ejércitos y con los profetas, diciéndoles: ¿He de afligirme yo el quinto mes y guardar la abstinencia como de tantos años lo he hecho?
4
Y llegó palabra de Yavé de los ejércitos, diciendo:
5
Habla a todo el pueblo de la tierra y a todos los sacerdotes, diciendo: Cuando hace setenta años ayunasteis el quinto y el séptimo mes, ¿ayunasteis para mí?
6
Cuando coméis y bebéis, ¿no coméis y bebéis para vosotros?
7
¿No son ésas las palabras que proclamó Yavé por medio de los profetas primeros, cuando Jerusalén estaba habitada y tranquila, y habitadas las ciudades de en derredor suyo, el Negueb y la Sefela?
8
Y fue palabra de Yavé a Zacarías, diciendo:
9
Así habla Yavé de los ejércitos: Juzgad conforme a verdad, practicad la piedad y la misericordia hacia vuestro prójimo;
10
no oprimáis a la viuda, al huérfano, al extranjero y al pobre; no maquinéis el mal en vuestros corazones el uno contra el otro.
11
Pero no quisieron atender, y se hicieron hombres rebeldes y endurecieron sus oídos para oír.
12
Se hicieron un corazón duro como el diamante, para no escuchar las enseñanzas y palabras que Yavé de los ejércitos les mandaba por medio de los profetas primeros, y estalló la gran indignación de Yavé de los ejércitos,
13
y sucedió que así como El los llamaba y ellos no quisieron oírle, llamaron luego ellos, y El no los oyó, dice Yavé de los ejércitos,
14

y los dispersé entre todas las gentes que ellos no conocían, y tras ellos quedó la tierra devastada, hasta no haber quien fuese ni viniese, y tornaron en desierto la tierra deleitosa.

 

8
 
Amor de Yavé por el pueblo y promesas de salud
   
1
Y fue palabra de Yavé de los ejércitos, diciendo:
2
Así habla Yavé de los ejércitos: Yo siento por Sión un amor extremado y un gran celo.
3
Así habla Yavé de los ejércitos: Yo me he vuelto hacia Sión y habitaré en Jerusalén, y Jerusalén será llamada la ciudad fiel, y el monte de Yavé de los ejércitos, el monte santo.
4
Así dice Yavé de los ejércitos: Aún se sentarán en las plazas de Jerusalén ancianos y ancianas, que por los muchos años llevarán en la mano su báculo.
5
Las calles de la ciudad estarán llenas de muchachos y muchachas que jugarán en ellas.
6
Así dice Yavé de los ejércitos: Si esto es difícil a los ojos del resto de su pueblo en estos días, ¿lo será también a mis ojos? dice Yavé de los ejércitos.
7
Así habla Yavé de los ejércitos: Yo salvaré a mi pueblo de la tierra del levante y de la tierra del poniente,
8
y los traeré y habitarán en Jerusalén, y ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios en verdad y en justicia.
9
Así habla Yavé de los ejércitos: Esfuércense vuestras manos, vosotros los que en estos días oís las palabras de los profetas del tiempo en que fue cimentada la casa de Yavé de los ejércitos para que el templo fuera reconstruido,
10
porque antes de ese tiempo no había ni para pagar a los hombres ni para pagar por las bestias, ni paz alguna para el que entraba y salía a causa del opresor, pues yo había lanzado los hombres unos contra otros.
11
Pero ahora yo no soy ya lo que era en los días antiguos para el resto de este pueblo,
12
porque yo sembraré la paz. La vid dará su fruto, y dará la tierra su rendimiento, y los cielos su rocío, y pondré al resto de este pueblo en posesión de todo esto.
13
Y así como fuisteis la maldición de las gentes, ¡oh casa de Judá y casa de Israel! así yo os salvaré y seré bendición. No temas y que se esfuercen vuestros brazos,
14
porque así dice Yavé de los ejércitos: Como pensé en haceros mal cuando vuestros padres me provocaron a ira, dice Yavé de los ejércitos, y no me arrepentí,
15
así, volviéndome, he pensado en hacer bien a Jerusalén y a la casa de Judá en estos días; no temáis.
16
He aquí lo que vosotros habéis de hacer: hablar cada cual verdad a su prójimo, juzgar en vuestras puertas conforme a verdad y justicia, sembrando la paz;
17
no maquinar nadie en su corazón el mal de su prójimo ni jurar en falso, porque todas estas cosas me son abominables, dice Yavé.
18

Fue me dirigida la palabra de Yavé de los ejércitos, diciendo:

19 Así dice Yavé de los ejércitos: El ayuno del cuarto mes, y el ayuno del quinto, y el ayuno del séptimo, y el ayuno del décimo se tornarán para la casa de Judá en gozo y regocijo y en festivas solemnidades. Amad, pues, la verdad y la paz.
   
 
La vocación de las gentes
   
20
Así dice Yavé de los ejércitos: Aún vendrán pueblos y moradores de muchas ciudades,
21
y los moradores de la una irán a los moradores de la otra y les dirán: Vamos a implorar el favor de Yavé y a buscar a Yavé de los ejércitos. Yo también voy.
22
Y vendrán muchos pueblos y fuertes naciones a Jerusalén a buscar a Yavé de los ejércitos y a implorar el favor de Yavé.
23
Así dice Yavé de los ejércitos: En aquellos días, diez hombres de todas las lenguas de las gentes cogerán de la orla (del manto) a un judío, diciéndole: Nos vamos con vosotros, porque hemos oído que con vosotros está Dios

 

SEGUNDA PARTE
ORÁCULOS SOBRE LA FUTURA SUERTE DE ISRAEL Y LAS NACIONES
9
 
Destrucción de los enemigos
   
1
Oráculo. Palabra de Yavé. En la tierra de Jadrac y de Damasco será su morada, porque de Yavé son las ciudades de Aram y todas las tribus de Israel.
2
Jamat será también comprendida en el territorio de ése, así como Tiro y Sidón, que son tan sabias.
3
Tiro se ha construido un baluarte, y amontonó la plata como el polvo, y el oro como el lodo de las calles.
4
Pero he aquí que el Señor se apoderará de ella y aplastará en el mar su fortaleza, y quedará consumida por el fuego.
5
Al ver esto se aterrará Ascalón; Gaza estará en extremo dolor, lo mismo que Ecrón, porque sus esperanzas fallaron. No habrá ya rey en Gaza, y Ascalón no será habitada.
6
En Azoto habitará el espúreo, y aniquilaré la soberbia de los filisteos
7
y les quitaré de la boca su sangre y de entre los dientes sus abominaciones, y serán también un resto perteneciente a nuestro Dios y como una familia de Judá; y Ecrón tendrá la suerte del jebuseo.
8
Yo pondré en mi casa guarnición de los que entran y salen, y ya no pasará opresor alguno contra ellos, porque ahora velaré yo con mis ojos.
 
 
El Rey manso y pacífico
 
9
Alégrate sobremanera, hija de Sión. Grita exultante, hija de Jerusalén. He aquí que viene a ti tu Rey, justo y victorioso, humilde, montado en un asno, en un pollino hijo de asna.
10
Extirpará los carros de Efraim y los caballos en Jerusalén, y será roto el arco de guerra, y promulgará a las gentes la paz, y será de mar a mar su señorío y desde el río hasta los confines de la tierra.
11
En cuanto a ti, por la sangre de tu alianza, yo solté a tus cautivos de la fosa sin agua.
12
Volved, cautivos, a la fortaleza, llenos de esperanza, y yo te restituiré la gloria al duplo.
13
Porque he tensado para mí a Judá, y he puesto en el arco a Efraím; y blandiré tus hijos, ¡oh Sión!, contra tus hijos, ¡oh Yaván! y te convertiré en espada de héroe.
14
Y aparecerá sobre ellos Yavé y lanzará sus dardos corno rayos, y el Señor, Yavé, hará sonar la trompeta, y marchará entre los torbellinos del austro.
15
Yavé de los ejércitos los protegerá, y las piedras de la honda devorarán la carne, y beberán la sangre como se bebe el vino; quedarán llenas como vaso de libación y como los cuernos del altar.
16
Y los salvará Yavé aquel día como a rebaño de su pueblo, como piedras de diadema brillantes sobre su país.
17

¡Qué ricos son! ¡Qué hermosos son el trigo que nutre a los mancebos, y el vino que nutre a las doncellas!

 

10
 
A Yavé se ha de suplicar
   
1
Pedid a Dios la lluvia en la primavera; es Yavé quien forma los relámpagos, y el que dispensa la lluvia abundante y a cada uno la verdura de los campos.
2
Porque los “terafim” dan vanos oráculos y los adivinos tienen mentirosas visiones, y no son sino sueños vacíos lo que dicen, y consuelos vanos los que prodigan. Por eso se fueron como rebaño de ovejas, apremiados porque no tenían pastor.
3
Se encendió mi cólera contra los pastores y castigué a los machos cabríos, pues Yavé de los ejércitos ha visitado su rebaño, la casa de Judá, y ha hecho de él su caballo de honor en la batalla,
4
y a su orden saldrá la tropa y los portadores de estacas y arcos de guerra, y los jefes todos juntos se pondrán en campaña.
5
Y serán como héroes que pisan el lodo de las calles en la batalla; combatirán, porque con ellos será Yavé, y avergonzarán a los que van sobre caballos.
 
 
Rehabilitación de Judá
 
6
Fortaleceré a la casa de Judá y salvaré a la casa de José; los estableceré porque tengo compasión de ellos, y serán como si no los hubiera rechazado, porque yo, Yavé, soy su Dios y los escucharé.
7
Los de Efraím serán como héroes, y su corazón estará alegre como por el vino; sus hijos lo verán y se gozarán, y su corazón se regocijará en Yavé.
8
Yo les silbaré y los reuniré, porque los he rescatado, y se multiplicarán sin cesar.
9
Yo los había dispersado entre los pueblos, pero desde lejos se acordarán de mí y vivirán con sus hijos y volverán.
10
Yo los reconduciré de la tierra de Egipto, y los reuniré de Asur, y los traeré a la tierra de Galaad y del Líbano, y no les bastará.
11

Tan estrechos estarán, que pasarán el mar, y en el mar herirán las olas, y se secarán las profundidades de los ríos, y será abatida la soberbia de Asur, y Egipto perderá su cetro.

12
Yo los fortaleceré en Yavé, y ellos marcharán en su nombre.

 

11
 
1
¡Abre, Líbano, tus puertas, que el fuego devora tus cedros!
2
Gime, ciprés, porque ha caído el cedro, porque han sido abatidos los poderosos. ¡Gemid, encinas de Basán, porque es destruido el bosque impenetrable!
3
¡Oyense lamentos de pastores por la ruina de sus riquezas! ¡Oyense rugidos de leones por la ruina de la gloria del Jordán!
 
 
El buen pastor abandona sus ovejas
 
4
Así dice Yavé, mi Dios: Apacienta las ovejas para el matadero,
5
las que matan los compradores impunemente, mientras sus vendedores dicen: ¡Bendito sea Yavé, que me ha enriquecido!, sin que los pastores tengan piedad de ellas;
6
porque no tendré yo piedad de los moradores de la tierra, dice Yavé, porque yo mismo entregaré a las gentes, cada uno en manos de su pastor y en las manos de su rey, y éstos devastarán la tierra, y yo no la libraré de sus manos.
7
Hiere, pues, pastor del rebaño de la matanza para los compradores del rebaño, y tomé dos cayados, dando al uno por nombre “benevolencia” y al otro “unión” y me puse a apacentar el rebaño.
8
En un mes hice desaparecer a tres pastores. Entonces tomé aversión del rebaño, el cual se hastió de mí,
9
y dije: No os apacentaré ya más; la que muera, que muera; la que se pierda, que se pierda, y las que queden, que se coman unas a otras.
10
Tomé luego mi cayado “benevolencia” y lo rompí, para deshacer el pacto que había concertado con todos los pueblos,
11
y quedó deshecho en ese día, y los mercaderes de ovejas que me observaban conocieron que aquello era cosa de Yavé.
12

Yo les dije: Si queréis, dadme mi salario, y, si no, dejadlo; y me pesaron mi salario, treinta monedas de plata.

13
Y Yavé me dijo: Tira al tesoro el rumboso precio en que te han apreciado. Y tomando las treinta monedas de plata, las tiré en la casa de Yavé al tesoro.
14
Rompí luego el otro cayado, “unión,” para romper la hermandad entre Judá e Israel.
15
Y Yavé me dijo: Hazte también el pastor insensato,
16
pues he aquí que voy a suscitar un pastor en la tierra que no se cuidará de que desaparezcan, y no buscará a las descarriadas, ni curará a las heridas, ni alimentará a las fuertes, pero se comerá las gordas y les arrancará las uñas.
17
¡Ay del pastor inútil, que abandona el rebaño! (Descargará) la espada sobre su brazo derecho, se secará del todo su brazo y quedará ciego totalmente su ojo derecho.

 

12
 
Jerusalén, cáliz de vértigo para los pueblos
   
1
Oráculo. Palabra de Yavé sobre Israel. Palabra de Yavé, que extiende los cielos, funda la tierra y que forma el aliento del hombre dentro de él.
2
He aquí que voy a hacer de Jerusalén una copa de vértigo para todos los pueblos de en derredor. También para Judá habrá angustia y para Jerusalén.
3
Aquel día pondré a Jerusalén como piedra pesada para todos los pueblos, y cuantos con ella carguen se harán cortaduras, y se reunirán contra ella todas las gentes de la tierra.
4
Aquel día, dice Yavé, heriré de terror a todos los caballos y de locura a sus jinetes, pero abriré mis ojos sobre la casa de Judá, y a todos los caballos de las gentes los heriré de ceguera.
5
Entonces se dirán los jefes de Judá: La fuerza de los habitantes de Judá está en Yavé de los ejércitos, su Dios.
6
Aquel día haré de los jefes de Judá brasero encendido en medio de leña y antorcha ardiendo en medio de las haces, que consumirá a diestro y siniestro a todos los pueblos de en derredor, y Jerusalén será de nuevo habitada en su lugar, en Jerusalén,
7
y salvará primero las tiendas de Judá, para que no se enorgullezcan contra Judá la casa de David y los habitantes de Jerusalén.
8
En aquel día escudará Yavé a los moradores de Jerusalén, y la casa de David será como Dios, como el ángel de Yavé ante ellos.
9
Aquel día me pondré yo a destruir a todas las gentes que vinieron contra Jerusalén.
 
 
Dios derramará el espíritu de plegaria sobre Jerusalén
 
10
Y derramaré sobre la casa de David y sobre los moradores de Jerusalén un espíritu de gracia y de oración, y alzarán sus ojos a mí. Y aquel a quien traspasaron le llorarán como se llora al unigénito, y se lamentarán por él como se lamenta por el primogénito.
11
Habrá aquel día gran llanto en Jerusalén, como el llanto de Hadad-Rimmón en el valle de Megiddo.
12
Se lamentará la tierra, linaje por linaje; el linaje de la casa de David aparte, y sus mujeres aparte; el linaje de la casa de Natán aparte, y sus mujeres aparte;
13

el linaje de la casa de Leví aparte, y sus mujeres aparte; el linaje de Semeí aparte, y sus mujeres aparte,

14
y todos los otros linajes, cada uno aparte, y sus mujeres aparte.

 

13
 
1
Aquel día habrá una fuente abierta para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, para la purificación del pecado y de la inmundicia;
2
y aquel día, dice Yavé, extirparé de la tierra los nombres de los ídolos, que no serán más recordados, y haré desaparecer a los profetas y el espíritu impuro.
3
Y cuando alguno se ponga a profetizar, le dirán su padre y su madre, que le engendraron: No vivirás, porque has hablado mentira en nombre de Yavé; y el padre y la madre, los que le engendraron, le traspasarán cuando se ponga a hablar a lo profeta.
4
Aquel día se avergonzarán de sus visiones, de cuando se las daban de profeta, y no se vestirán más el manto peludo para mentir.
5
Un tal dirá: Yo no soy profeta, soy labrador del campo, y un labrador me asoldó desde mi mocedad
6
Y le dirán: Pues entonces, ¿qué heridas son esas que llevas entre tus manos? Y él responderá: Son las que recibí en la casa de mis amigos.
 
 
Herido el pastor, se dispersan las ovejas
 
7
Álzate, espada, contra mi pastor, contra el hombre de mi compañía, oráculo de Yavé de los ejércitos. Hiere al pastor y que se disperse el rebaño, y yo volveré mi mano sobre los pequeños.
8
Y sucederá que en toda la tierra — oráculo de Yavé — serán exterminados los dos tercios, y perecerán, pero será preservado un tercio.
9

Yo pondré al fuego este tercio, y lo fundiré como se funde la plata, y lo acrisolaré como se acrisola el oro. El invocará mi nombre y yo le escucharé. Yo diré: El es mi pueblo; y él dirá: Yavé es mi Dios.

 

14
 
Juicio de las gentes y santificación de Jerusalén
   
1
He aquí que llega el día para Yavé, y en medio de ti se repartirán tus despojos.
2
Porque yo reuniré a todas las gentes en batalla contra Jerusalén, y será tomada la ciudad, y saqueadas las casas, y violadas las mujeres, y la mitad de la ciudad irá al cautiverio, pero el resto del pueblo no será exterminado.
3
Luego se pondrá en campaña Yavé, y combatirá a estas naciones como se combate el día de la batalla.
4
Afirmaránse aquel día sus pies sobre el monte de los Olivos, que está frente a Jerusalén, al lado del levante, y el monte de los Olivos se partirá por medio, de levante a poniente, como un gran valle, y la mitad del monte se echará al norte, y la otra mitad al mediodía,
5
y huiréis por el valle de mis montes, porque el valle de los montes llegará hasta donde os salvaré. Huiréis como huísteis cuando el terremoto de los tiempos de Ozías, rey de Judá, y vendrá entonces Yavé, mi Dios, y con El todos sus santos.
6
En aquel día no se extinguirá el brillo de las piedras preciosas.
7
Será único ese día, conocido de Yavé. No habrá día y noche; de tarde habrá luz.
8
En ese día manarán de Jerusalén aguas vivas, la mitad hacia el mar oriental y la otra mitad hacia el occidental, lo mismo en verano que en invierno.
9
Y reinará Yavé sobre la tierra toda, y Yavé será único, y único su nombre.
10
La tierra toda se convertirá en llano desde Guebá hasta Rimmón del sur, y Jerusalén será enaltecida y habitada en su lugar, desde la puerta de Benjamín hasta el lugar de la antigua puerta, hasta la puerta del Ángulo, y desde la torre de Jananel hasta los lagares del rey.
11
Y morarán en ella, y ya nunca más será anatema, y morarán en seguridad.
12
He aquí la plaga con que herirá Yavé a todos los pueblos que combatieron a Jerusalén: sus carnes se corromperán mientras estén en pie; se consumirán en sus cuencas los ojos, y su lengua se les deshará en la boca.
13
Habrá aquel día gran perturbación entre ellos y tomará cada uno de la mano a su vecino y le dará a éste la suya.
14
Judá luchará en Jerusalén y se reunirán allí las riquezas de todas las gentes, oro, plata, vestidos en grandísima abundancia.
15
Parecida a ésta será la plaga que herirá a los caballos, mulos, camellos y asnos, y a todas las bestias que hubiere en aquellos campos.
16
Todos cuantos quedaren de las gentes que vinieron contra Jerusalén subirán cada año a adorar al Rey, Yavé de los ejércitos, y a celebrar la fiesta de los Tabernáculos.
17
Y aquellos que de las gentes no vengan a Jerusalén a adorar al Rey, Yavé de los ejércitos, no vendrá sobre ellos la lluvia.
18
Si la gente de Egipto no sube y no viene, sobre ella se abatirá la plaga con que herirá Yavé a las gentes que no suban a celebrar la fiesta de los Tabernáculos.
19
Tal será la expiación de Egipto y la expiación de todas las gentes que no suban a celebrar la fiesta de los Tabernáculos.
20
En aquellos días escribirán en sartenes y ollas: “Consagrado a Yavé,” y las ollas de la casa de Yavé serán corno vasos de aspersión delante del altar de los sacrificios.
21

Toda olla en Judá y en Jerusalén será consagrada a Yavé de los ejércitos, y cuantos sacrifiquen vendrán, las tornarán y cocerán en ellas, y no habrá aquel día más mercader en la casa de Yavé de los ejércitos.

 

 

 

C.R.Y&S