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Profeta
DANIEL
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PRIMERA
PARTE |
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HISTORIA
DE DANIEL |
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Introducción |
Capítulo
1 |
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1 |
El año tercero del reinado de Joaquim, rey de Judá, Nabucodonosor,
rey de Babilonia, fue contra Jerusalén y la asedió. |
2 |
Y
entregó el Señor en sus manos a Joaquim, rey de Judá,
y parte de los vasos de la casa de Dios, y los trajo a la tierra
de Sanaar, a la casa de su dios, y metió los vasos en la
casa del tesoro de su dios. |
3 |
Dijo
el rey a Aspenaz, jefe de sus eunucos, que trajese de los hijos
de Israel, del linaje real y del de sus nobles, |
4 |
cuatro
mozos en los que no hubiera tacha, de buen parecer, de talento,
instruidos en toda suerte de sabiduría, dotados intelectualmente
y educados, capaces de servir en el palacio del rey, y a quienes
se les instruyese en las letras y la lengua de los caldeos. |
5 |
Asignóles
el rey para cada día una porción de los manjares de su
mesa, del vino que él bebía, y mandó que los criasen durante
tres años, al cabo de los cuales entrasen a servir al rey. |
6 |
Fueron
de ellos, de entre los hijos de Judá, Daniel, Ananías, Misael
y Azarías, |
7 |
a
los cuales el jefe de los eunucos puso por nombre: a Daniel,
Baltasar; a Ananías, Sidraj; a Misael, Misaj, y a Azarías, Abed-Nego. |
8 |
Se
propuso Daniel en su corazón no contaminarse con la porción
de la comida del rey ni con el vino que él bebía, y rogó
al jefe de los eunucos que no le obligara a contaminarse. |
9 |
Hizo
Dios que hallase Daniel gracia y favor ante el jefe de los eunucos; |
10 |
y
el jefe de los eunucos dijo a Daniel: Tengo miedo de mi señor
el rey, que ha determinado lo que habéis de comer y beber, porque,
si viere vuestros rostros más macilentos que los de los mozos
de vuestra edad, condenaréis mi cabeza ante el rey. |
11 |
Dijo
entonces Daniel al cortesano a quien el jefe de los eunucos
había puesto para velar sobre Daniel, Ananías, Misael y Azarías: |
12 |
Prueba,
te ruego, a tus siervos por diez días, y que nos den a comer
legumbres y agua a beber, |
13 |
y
compara luego nuestros rostros con los de los mozos que comen
los manjares del rey, y haz después con tus siervos según veas. |
14 |
Concedióles
lo que le pedían y los probó por diez días, |
15 |
al
cabo de los cuales tenían mejor aspecto y estaban más metidos
en carnes que los mozos que comían los manjares del rey. |
16 |
El
cortesano se llevaba sus manjares y su vino y les daba legumbres. |
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|
Daniel
en la corte del rey |
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17 |
Otorgó
Dios a los cuatro mancebos sabiduría y entendimiento en todas
las letras y ciencias, y Daniel interpretaba toda visión
o sueño. |
18 |
Pasados
los días al cabo de los cuales había mandado el rey que se los
llevasen, el jefe de los eunucos se los presentó a Nabucodonosor. |
19 |
El
rey habló con ellos, y entre todos los mozos no había ninguno
como Daniel, Ananías, Misael y Azarías, y fueron puestos al
servicio del rey. |
20 |
En
cuantas cosas de sabiduría y entendimiento el rey les preguntó,
hallólos diez veces superiores a todos los magos y astrólogos
que había en su reino. |
21 |
Así
estuvo Daniel hasta el año primero del rey Ciro. |
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Capítulo
2 |
|
La
visión de la estatua |
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1 |
El
año doce del reinado de Nabucodonosor tuvo éste un sueño
y turbóse en su espíritu, sin que pudiera dormir. |
2 |
Hizo
llamar el rey a magos y astrólogos, encantadores y caldeos,
para que explicasen al rey su sueño. Vinieron, pues, y
se presentaron ante el rey. |
3 |
El
rey les dijo: He tenido un sueño y estoy agitado, porque
no sé ya cuál fue. |
4 |
Entonces
hablaron los caldeos al rey en lengua aramea: ¡Vivas para
siempre, oh rey! Di a tus siervos el sueño y te daremos
su interpretación. |
5 |
Respondió
el rey diciendo a los caldeos: Palabra segura de mi parte, si
no me mostráis el sueño y su interpretación, seréis
descuartizados, y vuestras casas convertidas en muladares, |
6 |
mientras
que, si me decís el sueño y su interpretación, recibiréis
de mí dones y mercedes y mucha honra; decidme, pues, el sueño
y su interpretación. |
7 |
Respondiéronle
diciendo por segunda vez: Diga el rey el sueño a sus siervos
y le daremos su interpretación. |
8 |
El
rey respondió diciendo: Veo claro que ponéis dilaciones,
porque veis que la cosa se me ha ido. |
9 |
Si
no me decís el sueño, caerá sobre todos vosotros la misma
sentencia. De cierto que pretendéis prepararos para decirme
falsedades y mentiras mientras pasa el tiempo. Decid, pues,
el sueño y conoceré que sois capaces de darme su interpretación. |
10 |
Los
caldeos respondieron al rey, diciéndole: No hay hombre sobre
la tierra que pueda decir lo que el rey pretende; jamás tampoco
rey alguno, por grande y poderoso que fuese, exigió cosa
semejante de mago, astrólogo o caldeo. |
11 |
Lo
que pide el rey es imposible, y no hay nadie que al rey pueda
decírselo, a no ser los dioses, que no moran entre los hombres. |
12 |
El
rey, con ira y gran furor, mandó matar a todos los sabios
de Babilonia. |
13 |
Publicóse
la orden, y ya iban a ser llevados a la muerte los sabios, y
buscaban también a Daniel y a sus compañeros para matarlos. |
14 |
Habló
entonces Daniel avisada y prudentemente a Arioj, capitán de
la guardia del rey, que había salido para matar a los sabios
de Babilonia. |
15 |
Habló
y dijo a Arioj, capitán del rey: ¿Por qué esta orden del
rey tan rigurosa? Entonces explicó Arioj la cosa a Daniel, |
16 |
y
Daniel, entrando al rey, le pidió que le diese tiempo y
daría al rey la declaración. |
17 |
Fue
luego Daniel a su casa y comunicó el asunto a Ananías,
Misael y Azarías, sus compañeros, |
18 |
instándoles a pedir al Dios de los cielos que les revelase aquel
misterio para que no hiciese perecer a Daniel y a sus compañeros
con el resto de los sabios de Babilonia. |
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Revela
Daniel la visión |
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19 |
Entonces
el misterio fue revelado a Daniel en visión nocturna, por
lo cual Daniel bendijo al Dios de los cielos, |
20 |
diciendo:
Bendito sea el nombre de Dios de siglos en siglos, porque suya
es la sabiduría y la fuerza. |
21 |
El
es quien ordena los tiempos y las circunstancias, depone reyes
y los entroniza, da la sabiduría a los sabios y la ciencia a
los entendidos. |
22 |
El
revela lo profundo y lo oculto, conoce lo que está en tinieblas,
y con El mora la luz. |
23 |
A
ti, Dios de mis padres, te confieso y te alabo, que me has dado
sabiduría y fortaleza, y me has dado a conocer lo que te hemos
pedido, y nos has revelado el secreto del rey. |
24 |
Después
de esto fue Daniel a Arioj, a quien había mandado el rey matar
a los sabios de Babilonia, y le dijo así: No extermines a los
sabios de Babilonia; llévame a la presencia del rey, que yo
le daré la explicación. |
25 |
Llevó
entonces Arioj prestamente a Daniel a la presencia del rey,
y díjole así: He hallado a uno de los deportados de Judá que
dará al rey la explicación. |
26 |
Respondió
el rey, diciendo a Daniel, a quien llamaban Baltasar: ¿Podrás
tú declarar el sueño que vi y su interpretación? |
27 |
Daniel
respondió delante del rey diciendo: Lo que pide el rey
es un misterio que ni sabios, ni astrólogos, ni magos,
ni adivinos son capaces de descubrir al rey; |
28 |
pero
hay en los cielos un Dios que revela lo secreto y que ha dado
a conocer al rey Nabucodonosor lo que sucederá en el correr
de los tiempos.He aquí tu sueño y la visión que has
tenido en el lecho. |
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|
El
sueño y la interpretación |
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29 |
En
tu lecho, ¡oh rey! te vinieron pensamientos de lo que vendrá
después de este tiempo, y el que revela los secretos te dio
a conocer lo que sucederá. |
30 |
Si
este misterio me ha sido revelado, no es porque haya en mí una
sabiduría superior a la de todos los vivientes, sino para que
yo dé a conocer al rey la explicación y llegues a conocer
los pensamientos de tu corazón. |
31 |
Tú,
¡oh rey! mirabas y estabas viendo una gran estatua. Era
muy grande la estatua y de un brillo extraordinario. Estaba
en pie ante ti, y su aspecto era terrible. |
32 |
La
cabeza de la estatua era de oro puro; su pecho y sus brazos,
de plata; su vientre y sus caderas, de bronce; |
33 |
sus
piernas, de hierro, y sus pies, parte de hierro y parte de barro. |
34 |
Tú
estuviste mirando, hasta que una piedra desprendida, no lanzada
por la mano, hirió a la estatua en los pies de hierro y
de barro, destrozándola. |
35 |
Entonces
el hierro, el barro, el bronce, la plata y el oro se desmenuzaron
juntamente y fueron como tamo de las eras en verano; se los
llevó el viento, sin que de ellos quedara traza alguna,
mientras que la piedra que había herido a la estatua se hizo
una gran montaña, que llenó toda la tierra. |
36 |
He
aquí el sueño. Daremos también al rey su interpretación. |
37 |
Tú,
¡oh rey! eres rey de reyes, porque el Dios de los cielos
te ha dado el imperio, el poder, la fuerza y la gloria. |
38 |
El
ha puesto en tus manos a los hijos de los hombres, dondequiera
que habitasen; a las bestias de los campos, a las aves del cielo,
y te ha dado el dominio de todo; tú eres la cabeza, de oro. |
39 |
Después
de ti surgirá otro reino menor que el tuyo, y luego un tercero,
que será de bronce y dominará sobre toda la tierra. |
40 |
Habrá
un cuarto reino, fuerte como el hierro; como todo lo rompe y
destroza el hierro, así él romperá todo, igual que el hierro,
que todo lo hace pedazos. |
41 |
Lo
que viste de los pies y los dedos, parte de barro de alfarero,
parte de hierro, es que este reino será dividido, pero tendrá
en sí algo de la fortaleza del hierro, aunque viste el hierro
mezclado con el barro. |
42 |
Y
el ser los dedos parte de hierro, parte de barro, es que este
reino será en parte fuerte y en parte frágil. |
43 |
Viste
el hierro mezclado con barro porque se mezclarán por alianzas
humanas, pero no se pegarán unos con otros, como no se pegan
el hierro y el barro. |
44 |
En
tiempo de esos reyes, el Dios de los cielos suscitará un reino
que no será destruido jamás y que no pasará a poder de otro
pueblo; destruirá y desmenuzará a todos esos reinos, mas él
permanecerá por siempre. |
45 |
Eso
es lo que significa la piedra que viste desprenderse del monte
sin ayuda de mano, que desmenuzó el hierro, el bronce,
el barro, la plata y el oro. El Dios grande ha dado a conocer
al rey lo que ha de suceder después. El sueño es verdadero,
y cierta su interpretación. |
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Daniel,
jefe de los sabios caldeos |
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46 |
Entonces
el rey Nabucodonosor cayó sobre su rostro y se prosternó
ante Daniel, y mandó que le dieran ofrendas y perfumes. |
47 |
Dirigió
el rey la palabra a Daniel y dijo: En verdad que vuestro Dios
es el Dios de los dioses y el Señor de los reyes y que
revela los secretos, pues tú has podido descubrir este misterio. |
48 |
En
seguida el rey engrandeció a Daniel, y le hizo muchos y
grandes dones, y le constituyó gobernador de la provincia
de Babilonia, y le hizo jefe supremo de todos los sabios de
ésta. |
49 |
Daniel
rogó al rey que diese la intendencia de la provincia a
Sidraj, Misaj y Abed-Nego. Pero Daniel permaneció en la
corte del rey. |
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Capítulo
3 |
|
La Estatua erigida por Nabucodonosor |
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1 |
Hizo
el rey Nabucodonosor una estatua de oro, alta de sesenta codos
y seis codos de ancha. Alzóla en el llano de Dura, de la
provincia de Babilonia, |
2 |
y
mandó el rey reunir a todos los sátrapas, prefectos, bajaes,
oidores, tesoreros, magistrados, jueces y a todos los gobernadores
de las provincias para que viniesen a la dedicación de
la estatua que había alzado el rey Nabucodonosor. |
3 |
Reuniéronse,
pues, los jefes, prefectos, bajaes, oidores, tesoreros, magistrados,
jueces y todos los gobernadores de las provincias para la dedicación
de la estatua alzada por el rey Nabucodonosor, y se pusieron
ante la estatua que Nabucodonosor había alzado. |
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|
Orden
de adorar la estatua |
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4 |
Un
pregonero clamaba en voz alta: Ved lo que se os ordena, pueblos,
naciones y hombres de toda lengua. |
5 |
En
cuanto oigáis el sonido de las trompetas, las cítaras, las arpas,
los salterios, las gaitas y toda suerte de instrumentos, adorad,
postrados, la estatua de oro que ha alzado el rey Nabucodonosor. |
6 |
Todo
aquel que no adore, postrándose al instante, será echado en
un horno encendido. |
7 |
Por
tanto, los pueblos todos, en oyendo el sonido de las trompetas,
las arpas, los salterios, las gaitas e instrumentos músicos
de toda suerte, todos los pueblos, naciones y hombres de toda
lengua se prosternarán y adorarán la estatua de oro alzada por
el rey Nabucodonosor.
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|
Los
tres jóvenes hebreos se niegan a adorar y son denunciados
al rey |
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8 |
Con
ocasión de esto vinieron algunos caldeos y denunciaron
a los judíos. |
9 |
Hablaron
al rey Nabucodonosor, diciendo: Vivas para siempre, ¡oh
rey! |
10 |
Tú,
¡oh rey! has dado una ley por la cual todo hombre, en oyendo
el son de las trompetas, las cítaras, las arpas, los salterios,
las gaitas y toda suerte de instrumentos músicos, ha de adorar
postrado la estatua de oro, |
11 |
y
que quien no se postre y adore, será arrojado a un horno encendido. |
12 |
Pues
hay unos hombres, judíos, a quienes has encomendado tú la dirección
de los negocios de la provincia de Babilonia, Sidraj, Misaj
y Abed-Nego, que, sin tenerte en cuenta para nada, ¡oh
rey! no sirven a tus dioses y no adoran la estatua que has alzado. |
13 |
Irritado
y furioso entonces Nabucodonosor, dio orden de que trajeran
a Sidraj, Misaj y Abed-Nego. Traídos éstos a la presencia del
rey, |
14 |
Nabucodonosor
les habló diciendo: ¿De verdad, Sidraj, Misaj y Abed-Nego,
no servís a mis dioses y no adoráis la estatua de oro que yo
he alzado? |
15 |
Ahora,
pues, aprestaos, y, en oyendo el sonido de las trompetas, las
cítaras, las arpas, los salterios, las gaitas y toda suerte
de instrumentos músicos, postraos y adorad la estatua que yo
he hecho, y si no la adoráis, al instante seréis arrojados a
un horno encendido. ¿Y quién será el Dios que os libre
de mis manos? |
16 |
Sidraj,
Misaj y Abed-Nego respondieron al rey diciendo: Nabucodonosor,
no tienes por qué esperar más nuestra respuesta en esto, |
17 |
pues
nuestro Dios, al que servimos, puede librarnos del horno encendido
y nos librará de tu mano. |
18 |
Y
si no quisiere, sabe, ¡oh rey! que no adoraremos a tus
dioses ni nos postraremos ante la estatua que has alzado.
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|
Los
tres mancebos son arrojados a un horno encendido |
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19 |
Lleno
entonces de ira Nabucodonosor, demudado el rostro contra Sidraj,
Misaj y Abed-Nego, habló, mandando que se encendiese el
horno siete veces otro tanto de lo que encenderse solía, |
20 |
y
mandó a hombres muy robustos de su ejército que atasen
a Sidraj, Misaj y Abed-Nego y los echasen al horno de fuego
ardiente. |
21 |
Entonces
estos varones, atados con sus mantos, sus túnicas, sus turbantes
y sus vestiduras, fueron arrojados en medio del horno ardiente. |
22 |
Y
como la orden del rey era apremiante y había mandado encender
el horno tanto, las llamas abrasaron a los que habían echado
en él a Sidraj, Misaj y Abed-Nego. |
23 |
Y
los tres varones cayeron atados en medio del horno encendido. |
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|
PARTE
DEUTEROCANONICA |
|
La oración de los tres mancebos |
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24 |
Se
paseaban en medio de las llamas, alabando a Dios y bendiciendo
al Señor. |
25 |
Azarías,
puesto en pie, abriendo sus labios en medio del fuego, oró de
esta manera y dijo: |
26 |
Bendito
seas, Señor, Dios de nuestros padres. Digno de alabanza
y glorioso es tu nombre, |
27 |
porque
eres justo en cuanto has hecho con nosotros, y todas tus obras
son verdad, y rectos tus caminos, y justos todos tus juicios. |
28 |
Y
has juzgado con justicia en todos tus juicios, en todo lo que
has traído sobre nosotros y sobre la ciudad santa, la de nuestros
padres, Jerusalén, pues con juicio justo has traído todos estos
males a causa de nuestros pecados. |
29 |
Porque
hemos pecado y cometido iniquidad, apartándonos de ti, y en
todo hemos delinquido, |
30 |
y
no hemos obedecido a tus preceptos, no los hemos guardado ni
cumplido, según nos habías ordenado para que fuéramos felices, |
31 |
y
cuantos males has traído sobre nosotros y cuanto has hecho con
nosotros, con justo juicio lo has hecho. |
32 |
Nos
entregaste en poder de enemigos injustos e inicuos apóstatas,
y a un rey el más injusto y perverso de toda la tierra, |
33 |
y
ahora no podemos abrir nuestra boca. La vergüenza y el oprobio
han caído sobre tus siervos y sobre todos los que te veneran. |
34 |
Por
tu nombre no nos deseches para siempre, no anules nuestra alianza, |
35 |
no
apartes tu misericordia de nosotros, por Abraham, tu amado,
e Isaac, tu siervo, y por Israel, tu santo, |
36 |
a
quienes prometiste multiplicar su descendencia como las estrellas
del cielo, como las arenas que hay en las orillas del mar. |
37 |
Porque,
Señor, hemos sido empequeñecidos más que todas las
naciones y estamos hoy humillados en toda la tierra a causa
de nuestros pecados. |
38 |
Al
presente no tenemos príncipes, ni profetas, ni jefe, ni holocausto,
ni sacrificio, ni ofrenda e incienso, |
39 |
ni
lugar en qué ofrecer las primicias delante de ti y hallar misericordia.
Pero con el alma contrita y el espíritu humillado hallemos acogida. |
40 |
Como
los holocaustos de los carneros y de los toros, como las miríadas
de los gruesos corderos, así sea hoy nuestro sacrificio delante
de ti, a fin de aplacar tu rostro, pues no serán confundidos
los que en ti esperan. |
41 |
Ahora
nosotros de todo corazón te seguimos y te tememos y buscamos
tu rostro. |
42 |
No
nos confundas, antes obra con nosotros según tu bondad y según
la grandeza de tu misericordia. |
43 |
Líbranos
en virtud de prodigioso poder y da gloria, Señor, a tu
nombre; |
44 |
queden
avergonzados los que maltratan a tus siervos, y queden confundidos
de su tiranía, y su fuerza sea deshecha. |
45 |
Y
conozcan que tú, Señor, eres el único Dios, glorioso sobre
toda la tierra. |
46 |
Los
ministros del rey que los habían echado, no cesaban de avivar
el horno con betún, estopa, pez y sarmientos, |
47 |
hasta
levantarse las llamas cuarenta y nueve codos por encima del
horno, |
48 |
y
las llamas, irrumpiendo, abrasaban a cuantos caldeos estaban
alrededor del horno; |
49 |
pero
el ángel del Señor había descendido al horno con Azarías
y sus compañeros, y apartaba del horno las llamas del fuego
y hacía que el interior del horno estuviera como si en él soplara
un viento fresco, |
50 |
y
el fuego no les tocaba absolutamente ni los afligía ni los causaba
molestia. |
|
|
|
Cántico
de los tres mancebos |
|
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51 |
Entonces
los tres a una voz alabaron, glorificaron y bendijeron a Dios
en el horno, diciendo: |
52 |
Bendito
seas, Señor, Dios de nuestros padres, digno de alabanza
y ensalzado por los siglos. Bendito tu nombre santo y glorioso,
muy digno de alabanza, ensalzado por los siglos. |
53 |
Bendito en el templo santo de tu gloria, digno de ser cantado
y glorificado por los siglos.
|
54 |
Bendito
tú, que penetras los abismos, digno de alabanza y ensalzado
por los siglos. Bendito tú, que estás sentado sobre los querubines,
digno de alabanza, ensalzado por los siglos. |
55 |
Bendito
en tu trono real, digno de ser cantado y celebrado por los siglos. |
56 |
Bendito
tú en el firmamento de los cielos, digno de ser cantado y glorificado
por los siglos. |
57 |
Bendecid
al Señor todas las obras del Señor, cantadle y alabadle
por los siglos. |
58 |
Bendecid
al Señor, ángeles del Señor, cantadle y ensalzadle
por los siglos. |
59 |
Bendecid,
cielos, al Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos. |
60 |
Bendecid
al Señor, aguas todas que estáis sobre los cielos; cantadle
y ensalzadle por los siglos. |
61 |
Bendiga
al Señor todo el ejército del Señor, cantadle y ensalzadle
por los siglos. |
62 |
Bendecid,
sol y luna, al Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos. |
63 |
Bendecid,
astros del cielo, al Señor, cantadle y ensalzadle por los
siglos. |
64 |
Bendecid,
lluvia y rocío, al Señor, cantadle y ensalzadle por los
siglos. |
65 |
Bendecid,
todos los vientos, al Señor, cantadle y ensalzadle por
los siglos. |
66 |
Bendecid,
fuego y calor, al Señor, cantadle y ensalzadle por los
siglos. |
67 |
Bendecid,
fríos y heladas, al Señor,cantadle y ensalzadle por los
siglos. |
68 |
Bendecid,
rocío y escarcha, al Señor, cantadle y ensalzadle por los
siglos. |
69 |
Bendecid,
frío y fresco, al Señor, cantadle y ensalzadle por los
siglos. |
70 |
Bendecid,
hielos y nieves, al Señor, cantadle y alabadle por los
siglos. |
71 |
Bendecid,
noche y día, al Señor, cantadle y alabadle por los siglos. |
72 |
Bendecid,
luz y tinieblas, al Señor, cantadle y alabadle por los
siglos. |
73 |
Bendecid,
relámpagos y nubes, al Señor, cantadle y ensalzadle por
los siglos. |
74 |
Bendiga
la tierra al Señor, cántele y ensálcele por los siglos. |
75 |
Bendecid,
montes y collados, al Señor, cantadle y ensalzadle por
los siglos; |
76 |
Bendecid
al Señor cuanto brota en la tierra, cantadle y ensalzadle
por los siglos. |
77 |
Bendecid,
mares y ríos, al Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos. |
78 |
Bendecid,
fuentes, al Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos. |
79 |
Bendecid
al Señor, monstruos de las aguas y cuanto en las aguas
se mueve, cantadle y ensalzadle por los siglos. |
80 |
Bendecid
todas las aves del cielo al Señor, cantadle y ensalzadle
por los siglos. |
81 |
Bendecid
todas las bestias y ganados al Señor, cantadle y ensalzadle
por los siglos. |
82 |
Bendecid,
hijos de los hombres, al Señor, cantadle y ensalzadle por
los siglos. |
83 |
Bendice,
Israel, al Señor, y cántale y ensálzale por los siglos. |
84 |
Bendecid
al Señor, sacerdotes del Señor, cantadle y ensalzadle
por los siglos. |
85 |
Bendecid
al Señor, siervos del Señor, cantadle y ensalzadle
por los siglos. |
86 |
Bendecid,
espíritus y almas de los justos, al Señor, cantadle y ensalzadle
por los siglos. |
87 |
Bendecid,
santos y humildes de corazón, al Señor, cantadle y ensalzadle
por los siglos. |
88 |
Bendecid,
Ananías, Azarías y Misael, al Señor, cantadle y ensalzadle
por los siglos, porque nos sacó del infierno, y del poder de
la muerte nos salvó, y de en medio del horno encendido nos libró,
salvándonos de en medio del fuego. |
89 |
Dad
gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterna su
misericordia. |
90 |
Bendecid todos los piadosos al Señor, Dios de los dioses,
cantadle y dadle gracias, porque es eterna su misericordia.
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PARTE
PROTOCANONICA |
|
Nabucodonosor
glorifica a Dios |
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91 |
Espantado
entonces el rey Nabucodonosor, se levantó precipitadamente y,
dirigiéndose a sus consejeros, les dijo: ¿No hemos arrojado
al fuego tres hombres? Ellos le respondieron: Cierto, ¡oh
rey! |
92 |
y
el rey repuso: Pues bien, yo veo allí cuatro hombres sueltos
que se pasean en medio del fuego sin daño alguno, y el
cuarto de ellos parece un hijo de dioses. |
93 |
Acercóse
entonces Nabucodonosor a la entrada del horno encendido y, hablando,
dijo: Sidraj, Misaj y Abed-Nego, siervos del Dios supremo, salid
y venid. Entonces salieron de en medio del fuego Sidraj, Misaj
y Abed-Nego, |
94 |
y
juntándose los jefes, los prefectos, los bajaes y los consejeros
del reino, vieron que el fuego no había tenido poder alguno
sobre los cuerpos de aquellos varones, y ni siquiera se habían
quemado los cabellos de sus cabezas, y sus ropas estaban intactas,
y ni siquiera olían a chamuscadas. |
95 |
Tomó
entonces la palabra Nabucodonosor, y dijo: Bendito sea el Dios
de Sidraj, Misaj y Abed-Nego, que ha mandado su ángel y ha librado
a sus siervos, que confiaron en él y no cumplieron la orden
del rey y entregaron sus cuerpos antes que servir y adorar a
dios alguno fuera de su Dios. |
96 |
He
aquí ahora lo que dispongo: Todo hombre, cualquiera que sea
el pueblo, la nación o la lengua a que pertenezca, que hable
mal del Dios de Sidraj, Misaj y Abed-Nego, será descuartizado,
y su casa convertida en muladar, porque no hay Dios alguno que
como El pueda librar. |
97 |
Luego
el rey engrandeció a Sidraj, Misaj y Abed-Nego en la provincia
de Babilonia. |
98 |
Nabucodonosor,
rey, a todos los pueblos, naciones y hombres de toda lengua
que habitan en toda la tierra: Paz abundante. |
99 |
Me
ha parecido bien daros a conocer las señales y prodigios
que el Dios supremo ha hecho conmigo. |
100 |
¡Cuan
grandes han sido sus señales ¡Cuán potentes sus prodigios!
Su reino es reino eterno, y su dominación perdurará de generación
en generación.
|
|
|
Capítulo
4 |
|
La
visión del árbol, interpretada por Daniel. |
|
|
1 |
Yo,
Nabucodonosor, vivía tranquilo en mi casa, feliz en mi palacio, |
2 |
y
tuve un sueño que me espantó, y los pensamientos que me perseguían
en mi lecho y las visiones de mi espíritu me llenaron de turbación. |
3 |
Hice
que vinieran ante mí todos los sabios de Babilonia para que
me diesen la interpretación del sueño. |
4 |
Vinieron,
pues, los magos, los astrólogos, los caldeos y los adivinos,
y les expuse el sueño; pero nunca pudieron darme la interpretación, |
5 |
hasta
que vino ante mí Daniel, cuyo nombre es Baltasar, del nombre
de mi dios, y en el cual reside el espíritu de los dioses santos.
Expliquéle mi sueño, diciéndole: |
6 |
Baltasar,
tú, jefe de los magos, que tienes en ti, yo lo sé, el espíritu
de los dioses santos y a quien ningún misterio se oculta, dame
la explicación de las visiones que en sueño he tenido. |
7 |
He
aquí las visiones de mi espíritu mientras estaba en mi lecho.
Miraba yo, y vi en medio de la tierra un árbol alto sobremanera. |
8 |
El
árbol había crecido y se había hecho muy fuerte, y su cima tocaba
en los cielos, y se le veía desde los confines de toda la tierra. |
9 |
Era
de hermosa copa y de abundantes frutos, y había en él mantenimiento
para todos. Las bestias del campo se resguardaban a su sombra,
y en sus ramas anidaban las aves del cielo, y todos los vivientes
se alimentaban de él. |
10 |
En
las visiones de mi espíritu en mi lecho vi que bajaba del cielo
uno de esos que velan y son santos, |
11 |
y,
gritando fuertemente, dijo: Abatid el árbol y cortad sus ramas,
sacudid su follaje y diseminad los frutos, que huyan de debajo
de él las bestias y las aves del cielo de sus ramas; |
12 |
pero
dejad en la tierra el tronco con sus raíces y atadle con cadenas
de hierro y de bronce, y quédese así entre las hierbas del campo,
que le empape el rocío y tenga por parte suya, como las bestias,
la hierba de la tierra. |
13 |
Quítese
su corazón de hombre y désele un corazón de bestia, y pasen
sobre él siete tiempos. |
14 |
Esta
sentencia es decreto de los vigiles, es resolución de los santos,
para que sepan los vivientes que el Altísimo es dueño del reino
de los hombres y lo da a quien le place, y puede poner sobre
él al más bajo de los hombres. |
15 |
Este
es el sueño que tuve yo, el rey Nabucodonosor. Tú, Baltasar,
da la interpretación, ya que ninguno de los sabios de mi reino
ha podido dármela; tú puedes darla, porque tienes en ti el espíritu
de los dioses santos. |
16 |
Entonces
Daniel, llamado Baltasar, se quedó por algún tiempo estupefacto
y turbado por sus pensamientos. Díjole el rey: Baltasar, que
no te turbe el sueño y su interpretación. Y Baltasar respondió:
Mi señor, que el sueño sea para tus enemigos, y la interpretación
para tus adversarios. |
17 |
El
árbol que viste que se había hecho grande y fuerte, y que con
su cima tocaba los cielos y que se veía desde toda la tierra, |
18 |
de
hermosa copa y de tan abundante fruto que había en él alimento
para todos, y bajo el cual se resguardaban las bestias del campo
y en cuyas ramas anidaban las aves del cielo, |
19 |
eres
tú, ¡oh rey! que has venido a ser grande y fuerte, y cuya grandeza
se ha acrecentado y ha llegado hasta los cielos, y cuya dominación
se extiende hasta los confines de la tierra. |
20 |
Vio
el rey bajar de los cielos a uno de esos que velan y son santos,
y decir: Abatid el árbol y destruidle, pero dejar en la tierra
el tronco con las raíces y atadle con cadenas de hierro y de
bronce entre la hierba del campo; que le empape el rocío del
cielo y tenga su parte con las bestias del campo hasta que sobre
él pasen siete tiempos. |
21 |
He
aquí, ¡oh rey! la interpretación y el decreto del Altísimo,
que se cumplirá en mi señor, el rey. |
22 |
Te
arrojarán de en medio de los hombres y morarás entre las bestias
del campo, y te darán a comer hierba como a los bueyes, te empapará
el rocío del cielo y pasarán sobre ti siete tiempos hasta que
sepas que el Altísimo es el dueño del reino de los hombres y
se lo da a quien le place. |
23 |
Lo
de dejar el tronco donde se hallan las raíces, significa que
tu reino te quedará cuando reconozcas que el cielo es quien
domina. |
24 |
Por
tanto, ¡oh rey! sírvete aceptar mi consejo: redime tus pecados
con justicia, y tus iniquidades con misericordia a los pobres,
y quizá se prolongará tu dicha. |
|
|
|
Locura
de Nabucodonosor |
|
|
25 |
Todo
esto tuvo cumplimiento en Nabucodonosor, rey. |
26 |
Al
cabo de doce meses, mientras se paseaba en su palacio de Babilonia, |
27 |
se
puso a hablar, y dijo: ¿No es ésta Babilonia la grande, que
yo, por el poder de mi fuerza y la gloria de mi magnificencia,
he edificado para residencia real? |
28 |
Todavía
estaba la palabra en su boca, cuando bajó del cielo una voz: |
29 |
Sabe,
¡oh rey Nabucodonosor! que te va a ser quitado el reino. Te
arrojarán de en medio de los hombres, morarás con las bestias
del campo y te darán a comer hierba como a los bueyes, y pasarán
sobre ti siete tiempos hasta que sepas que el Altísimo es dueño
del reino de los hombres y se lo da a quien le place. |
30 |
Al
momento se cumplió en Nabucodonosor la palabra: fue arrojado
de en medio de los hombres y comió hierba como los bueyes, y
su cuerpo se empapó del rocío del cielo, hasta que llegaron
a crecerle los cabellos como plumas de águila, y las uñas como
las de las aves de rapiña. |
|
|
|
Curación |
|
|
31 |
Al
cabo del tiempo señalado, yo, Nabucodonosor, alcé mis ojos al
cielo y recobré la razón. Yo bendigo al Altísimo, alabo y glorifico
al que domina con eterno dominio y cuyo reino perdura de generación
en generación. |
32 |
A
sus ojos, todos los habitantes de la tierra son nada, y con
el ejército de los cielos y con los habitantes de la tierra
hace según su voluntad, sin que nadie pueda resistir a su mano
y decirle: ¿Qué es lo que haces? |
33 |
Recobré
entonces la razón y me fueron devueltas la gloria de mi reino,
mi magnificencia y mi grandeza, y me llamaron mis consejeros
y mis grandes, y fui restablecido en mi reino, y todavía se
acrecentó mi poderío; |
34 |
y
ahora yo, Nabucodonosor, ensalzo y glorifico al Rey del cielo,
cuyas obras todas son verdad, cuyos caminos son todos justos
y que puede humillar a los que andan en soberbia. |
|
|
Capítulo
5 |
|
El
festín de Baltasar |
|
|
1 |
El
rey Baltasar dio un gran banquete a mil de sus príncipes, y
con ellos se dio a beber vino. |
2 |
Excitado
por el vino, mandó Baltasar que le llevasen los vasos de oro
y plata que Nabucodonosor, su padre, había tomado del templo
de Jerusalén, y que se sirviesen de ellos para beber el rey
y sus príncipes, sus mujeres y sus concubinas. |
3 |
Le
trajeron, pues, los vasos de oro que habían sido arrebatados
al templo de Dios de Jerusalén, y con ellos bebieron el rey
y sus príncipes, sus mujeres y sus concubinas. |
4 |
Bebían
el vino y alababan a sus dioses de oro y de plata, de hierro
y de bronce, de madera y de piedra. |
|
|
|
La
escritura misteriosa en la pared |
|
|
5 |
En
aquellos momentos aparecieron los dedos de una mano de hombre
que escribían delante del candelero, en el revoco de la pared
del palacio real, viendo el rey el extremo de la mano que escribía. |
6 |
Mudó
entonces el rey el color, y sus pensamientos le turbaron, se
relajaron los músculos de sus lomos, y sus rodillas daban una
contra otra. |
7 |
Gritó
el rey con una voz muy fuerte que llamasen a los magos, caldeos
y adivinos, y habiéndoles, dijo: El que descifre esta escritura
y me la interprete será vestido de púrpura, llevará collar de
oro al cuello y será el tercero en el gobierno del reino. |
8 |
Entraron
todos los sabios del rey, pero ninguno pudo descifrar la escritura
ni dar al rey su interpretación. |
9 |
Turbóse
sobremanera el rey Baltasar, mudó de color y se consternaron
sus príncipes. |
10 |
La
reina, llevada del clamoreo del rey y de los príncipes, entró
en la sala del banquete y, tomando la palabra, dijo: Vive por
siempre, ¡oh rey! que no te turben tus pensamientos ni se demude
tu rostro, |
11 |
que
hay en tu reino un hombre que tiene en sí el espíritu de los
santos dioses, y ya en los tiempos de tu padre, el rey, fue
hallada en él una sabiduría semejante a la sabiduría de los
dioses, y el rey Nabucodonosor, tu padre, ¡oh rey! le hizo jefe
de magos, astrólogos, caldeos y adivinos, |
12 |
porque
se halló en Daniel, llamado Baltasar por el rey, un espíritu
superior de ciencia e inteligencia, la facultad de interpretar
los sueños, de explicar los enigmas, de resolver las dudas.
Llama, pues, a Daniel y él te dará la interpretación. |
|
|
|
Daniel
interpreta la escritura |
|
|
13 |
Fue,
pues, introducido Daniel a la presencia del rey, y tomando el
rey la palabra, dijo a Daniel: ¿Eres tú Daniel, de los hijos
de Judá, a quien el rey, mi padre, trajo de Jerusalén? |
14 |
Me
han dicho de ti que tienes el espíritu de los dioses y que hay
en ti luz, entendimiento y gran sabiduría. |
15 |
Ahora
acaban de traerme sabios y astrólogos para leer esta escritura
y darme su interpretación, pero ninguno ha podido explicarme
la cosa. |
16 |
He
oído de ti que puedes resolver las dudas y aclarar las oscuridades.
Si me lees esa escritura y me das su interpretación, llevarás
al cuello collar de oro y serás el tercero en el reino. |
17 |
Respondió
entonces Daniel, diciendo al rey: Sean para ti tus dones, ¡oh
rey! y haz a otro tus mercedes. Yo leeré al rey lo escrito y
le daré la interpretación. |
18 |
El
Dios Altísimo, ¡oh rey! dio a Nabucodonosor, tu padre, el reino,
la grandeza, la gloria y la magnificencia. |
19 |
Por
la grandeza que le dio, temblaban ante él y le temían todos
los pueblos, naciones y lenguas. Mataba a quien quería, y a
quien quería daba la vida; engrandecía a quien quería, y a quien
quería le humillaba. |
20 |
Mas,
cuando su corazón se ensoberbeció y su espíritu se endureció
altivo, fue depuesto del trono de su reino y despojado de su
gloria. |
21 |
Fue
arrojado de entre los hijos de los hombres, se hizo semejante
a las bestias y moró con los asnos salvajes. Diéronle a comer
hierba como a los bueyes y se empapó su cuerpo del rocío del
cielo, hasta que conoció que el Altísimo es dueño del reino
de los hombres y pone sobre él a quien le place. |
22 |
Y
tú, Baltasar, hijo suyo, sabiendo esto, no has humillado tu
corazón. |
23 |
Te
has alzado contra el Señor de los cielos, han traído ante ti
los vasos de su casa y os habéis servido de ellos para beber
vino tú y tus grandes, tus mujeres y tus concubinas; has alabado
a dioses de plata y oro, de bronce y de hierro, de madera y
de piedra, que ni ven ni entienden, y no has dado gloria al
Dios que tiene en sus manos tu vida y es el dueño de todos los
caminos. |
24 |
Por
eso ha mandado El esa mano que ha trazado esa escritura. |
25 |
La
escritura es: Mené, mené, teqel, ufarsin; |
26 |
y
ésta es su interpretación: mené, ha contado Dios tu reino y
le ha puesto fin; |
27 |
teqel,
has sido pesado en la balanza y hallado falto de peso; |
28 |
ufarsin,
ha sido roto tu reino y dado a los medos y persas. |
|
|
|
La
realización |
|
|
29 |
Mandó
entonces Baltasar vestirle de púrpura, y poner a su cuello el
collar de oro, y pregonar de él que era el tercero en el reino. |
30 |
Aquella
misma noche fue muerto Baltasar, rey de los caldeos, |
31 |
y
Darío, rey de Media, se apoderó del reino a los sesenta y dos
años. |
|
|
Capítulo
6 |
|
Insidias
de los cortesanos de Darío contra Daniel |
|
|
1 |
Resolvió
Darío constituir en su reino ciento veinte sátrapas que lo gobernasen, |
2 |
y
sobre ellos tres presidentes, de los cuales uno fue Daniel,
a quien diesen cuenta los sátrapas para que no fuese perjudicado
el rey. |
3 |
Era
Daniel superior a sátrapas y presidentes, porque había en él
más espíritu, y el rey pensó en ponerle sobre todo el reino. |
4 |
Entonces
presidentes y sátrapas buscaron ocasión de acusar a Daniel en
lo tocante a la administración del reino, mas no hallaron ninguna
cosa por qué denunciarle, pues era fiel y no se veía en él falta
ni negligencia. |
5 |
Dijeron
entonces aquellos hombres: No hallaremos en Daniel cosa de qué
acusarle si no es por la ley de su Dios. |
6 |
Vinieron,
pues, presidentes y sátrapas a la presencia del rey y le dijeron
así: ¡Vive por siempre, rey Darío! |
7 |
Todos
los príncipes de tu reino, presidentes, sátrapas, magistrados
y jueces han acordado en un consejo que se promulgue y confirme
un real edicto mandando que cualquiera que en el espacio de
treinta días hiciera petición alguna a dios u hombre fuera de
ti, ¡oh rey! sea arrojado en el foso de los leones. |
8 |
Confirma,
pues, ¡oh rey! el edicto y fírmalo para que no pueda ser revocado,
conforme a la irrevocable ley de Media y de Persia. |
9 |
Firmó,
pues, el rey Darío el edicto y la prohibición. |
|
|
|
Daniel
no cumple el edicto del rey |
|
|
10 |
Cuando
supo Daniel que había sido firmado el edicto, entróse en su
casa, y, abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia
la ciudad de Jerusalén, hincábase de rodillas tres veces al
día y oraba, confesando a su Dios, como solía hacerlo antes. |
11 |
Entonces
apresuráronse a venir aquellos hombres y hallaron a Daniel orando
y rogando a su Dios. |
12 |
Llegáronse
luego al rey y le hablaron acerca del real edicto: ¿No has firmado
tú un decreto mandando que cualquiera que en el espacio de treinta
días hiciese petición a dios u hombre, sino a ti, ¡oh rey! sea
arrojado al foso de los leones? Respondió el rey, diciendo:
Así es según la ley de Media y de Persia, que no puede revocarse. |
13 |
Entonces
respondieron ellos diciendo al rey: Pues Daniel, de los hijos
de la cautividad de los judíos, no teniendo cuenta de ti, ¡oh
rey! ni del edicto firmado, tres veces al día hace oración. |
14 |
Al
rey, cuando esto oyó, pesóle sobremanera, y se propuso salvar
a Daniel, y hasta la puesta del sol estuvo haciendo esfuerzos
para librarle. |
15 |
Pero
aquellos hombres se reunieron ante el rey y le dijeron: Has
de saber, ¡oh rey! que es la ley de Media y de Persia que edicto
u ordenanza que el rey firma es irrevocable. |
|
|
|
Daniel,
arrojado al foso de los leones |
|
|
16 |
Mandó
entonces el rey que trajeran a Daniel y le arrojaran al foso
de los leones. Y, hablando el rey a Daniel, le dijo: Quiera
salvarte tu Dios, a quien perseverante sirves. |
17 |
Trajeron
una piedra, que pusieron sobre la boca del foso de los leones,
y la selló el rey con su anillo y con los anillos de sus grandes
para que en nada pudiera mudarse la suerte de Daniel. |
18 |
Fuese
luego el rey a su palacio, y se acostó ayuno; no se tocaron
ante él instrumentos de música y huyó de sus ojos el sueño. |
19 |
Levantóse,
pues, muy de mañana y se fue apresuradamente al foso, |
20 |
y
acercándose al foso de los leones, llamó con tristes voces a
Daniel, y, hablando el rey a Daniel, decía: Daniel, siervo del
Dios vivo, el Dios tuyo, a quien perseverante sirves, ¿ha podido
librarte de los leones? |
21 |
Entonces
dijo Daniel al rey: ¡Vive por siempre, oh rey! |
22 |
Mi
Dios ha enviado a su ángel, que ha cerrado la boca de los leones
para que no me hiciesen mal, porque delante de El ha sido hallada
en mí justicia, y aun contra ti, ¡oh rey! nada he hecho de malo. |
23 |
Púsose
entonces muy contento el rey, y mandó que sacasen del foso a
Daniel. Este fue sacado del foso, y no hallaron en él herida
alguna, porque había tenido confianza en su Dios. |
24 |
Mandó
el rey que los hombres que habían acusado a Daniel fueran traídos
y arrojados al foso de los leones, ellos, sus hijos y sus mujeres,
y antes de que llegasen al fondo del foso, los leones los agarraron
y quebrantaron todos sus huesos. |
|
|
|
Darío
da gloria a Dios |
|
|
25 |
Entonces
el rey Darío escribió a todos los pueblos, naciones y lenguas
que habitan en toda la tierra: “Paz abundante. |
26 |
Mando
que en toda la extensión de mi reino teman todos y tiemblen
ante la presencia del Dios de Daniel, porque El es el Dios vivo,
y eternamente subsiste su reino, porque no será jamás destruido,
y su dominación perdurará hasta el fin. |
27 |
El
libra y salva y obra señales y portentos en los cielos y en
la tierra. El ha librado a Daniel del poder de los leones.” |
28 |
Daniel
prosperó durante el reinado de Darío y durante el reinado de
Ciro el persa. |
|
|
|
SEGUNDA
PARTE |
|
VISIONES
PROFETICAS |
Capítulo
7 |
|
Visión
de las cuatro Bestias |
|
|
1 |
El
año primero de Baltasar, rey de Babilonia, tuvo Daniel un sueño,
y vio visiones de su espíritu mientras estaba en su lecho. En
seguida escribió el sueño. |
2 |
Yo
miraba durante mi visión nocturna, y vi irrumpir en el mar Grande
los cuatro vientos del cielo |
3 |
y
salir del mar cuatro bestias, diferentes una de otra. |
4 |
La
primera bestia era como león con alas de águila. Yo estuve mirando
hasta que le fueron arrancadas las alas y fue levantado de la
tierra, poniéndose sobre los pies a modo de hombre, y le fue
dado corazón de hombre. |
5 |
Y
he aquí que una segunda bestia, semejante a un oso, y que tenía
en su boca entre los dientes tres costillas, se estaba a un
lado, y le dijeron: Levántate a comer mucha carne. |
6 |
Seguí
mirando después de esto, y he aquí otra tercera, semejante a
un leopardo, con cuatro alas de pájaro sobre su dorso y con
cuatro cabezas, y le fue dado el dominio. |
7 |
Seguía
yo mirando en la visión nocturna, y vi la cuarta bestia, terrible,
espantosa, sobremanera fuerte, con grandes dientes de hierro.
Devoraba y trituraba, y las sobras las machacaba con los pies.
Era muy diferente de todas las bestias anteriores y tenía diez
cuernos. |
8 |
Estando
yo contemplando los cuernos, vi que salía de entre ellos otro
cuerno pequeño, y le fueron arrancados tres de los primeros,
y este otro tenía ojos como de hombre y una boca que hablaba
con gran arrogancia. |
|
|
|
El
anciano de días y el juicio |
|
|
9 |
Estuve
mirando hasta que fueron puestos tronos, y se sentó un anciano
de muchos días, cuyas vestiduras eran blancas como la nieve,
y los cabellos de su cabeza como lana blanca. Su trono llameaba
como llamas de fuego, y las ruedas eran fuego ardiente. |
10 |
Un
río de fuego procedía y salía de delante de él, y le servían
millares de millares y le asistían millones de millones; el
tribunal tomó asiento, y fueron abiertos los libros. |
11 |
Yo
seguía mirando a la bestia a causa de las grandes arrogancias
que hablaba su cuerno, y la estuve mirando hasta que la mataron,
y su cuerpo fue destrozado y arrojado al fuego para que se quemase. |
12 |
A
las otras bestias se les había quitado el dominio, pero les
había sido prolongada la vida por cierto tiempo. |
|
|
|
El
hijo de Hombre |
|
|
13 |
Seguía
yo mirando en la visión nocturna, y vi venir sobre las nubes
del cielo a un como hijo de Hombre, que se llegó al anciano
de muchos días y fue presentado ante éste, |
14 |
Fuele
dado el señorío, la gloria y el imperio, y todos los pueblos,
naciones y lenguas le sirvieron, y su dominio es dominio eterno,
que no acabará, y su imperio, imperio que nunca desaparecerá. |
15 |
Túrbeme
sobremanera yo, Daniel, en mi cuerpo, y las visiones de mi mente
me desasosegaron. |
16 |
Llegúeme
a uno de los asistentes y le rogué que me dijera la verdad acerca
de todo esto. Hablóme él y me declaró la interpretación. |
17 |
Esas
grandes bestias, las cuatro, son cuatro reyes que se alzarán
en la tierra. |
18 |
Después
recibirán el reino los santos del Altísimo y lo retendrán por
siglos, por los siglos de los siglos. |
19 |
Sentí
entonces el deseo de informarme más exactamente acerca de la
cuarta bestia, tan diferente de todas las otras, sobremanera
espantosa, de dientes de hierro y garras de bronce, que devoraba
y trituraba y hollaba las sobras con sus pies, |
20 |
así
como también acerca de los diez cuernos que tenía en la cabeza
y de aquel otro que le había salido, y ante el cual se le habían
caído tres, y que tenía ojos y boca que decía grandes arrogancias,
y parecía más grande que todos los otros. |
21 |
Vi
yo que este cuerno hacía guerra a los santos y los vencía, |
22 |
hasta
que vino el anciano de muchos días y se hizo justicia a los
santos del Altísimo, y llegó el tiempo en que los santos se
apoderaron del reino. |
|
|
|
El
cuarto reino |
|
|
23 |
Díjome
así: La cuarta bestia es un cuarto reino sobre la tierra, que
se distinguirá de todos los otros reinos y devorará la tierra
toda y la triturará. |
24 |
Los
diez cuernos son diez reyes que en aquel reino se alzarán, y
tras ellos se alzará otro que diferirá de los primeros y derribará
a tres de estos reyes. |
25 |
Hablará
palabras arrogantes contra el Altísimo, y quebrantará a los
santos del Altísimo, y pretenderá mudar los tiempos y la Ley.
Aquéllos serán entregados a su poder por un tiempo, tiempos
y medio tiempo. |
26 |
Pero
se sentará el tribunal y le arrebatarán el dominio, hasta destruirle
y arruinarle del todo, |
27 |
dándole
el reino, el dominio y la majestad de todos los reinos de debajo
del cielo al pueblo de los santos del Altísimo, cuyo reino será
eterno, y le servirán y obedecerán todos los señoríos. |
28 |
Aquí
acabó la plática. Yo, Daniel, anduve sobremanera turbado por
mis pensamientos, demudado el color, y guardé todo esto en mi
corazón. |
|
|
Capítulo
8 |
|
La
Visión del Carnero y el Macho Cabrío |
|
|
1 |
El
año tercero del reinado de Baltasar, yo, Daniel, tuve una visión,
a más de la que había tenido anteriormente, |
2 |
y,
estando en la visión, me pareció hallarme en Susa, la capital,
en la provincia de Elam, y estar durante la visión cerca del
río Ulai. |
3 |
Alcé
los ojos y miré, y vi un carnero que estaba delante del río.
Tenía dos cuernos, y aunque ambos eran altos, el uno era más
alto que el otro, habiendo crecido más después del otro. |
4 |
Vi
al carnero acornear a poniente, a norte y mediodía, sin que
bestia alguna pudiera resistirle y sin que nadie pudiera librarse
de él. Hacía cuanto quería y se engrandeció. |
5 |
Pero
en esto vino un macho cabrío sin tocar la tierra con sus pies
y con un cuerno entre los ojos. |
6 |
Llegó
al carnero de los dos cuernos que había visto delante del río,
y corrió contra él con la furia de su fortaleza. |
7 |
Vi
que le acometía, rompiéndole ambos cuernos, sin que el carnero
tuviera fuerza para resistirle, y, echándole por tierra, le
pisoteó, sin que nadie pudiera librar al carnero. |
8 |
El
macho cabrío llegó a ser muy potente; pero, cuando lo fue, se
le rompió el gran cuerno, y en su lugar le salieron cuatro cuernos,
uno a cada uno de los vientos del cielo. |
9 |
Del
uno de ellos salió un cuerno pequeño, que creció mucho hacia
el mediodía y el oriente y hacia la tierra gloriosa; |
10 |
engrandecióse
hasta llegar al ejército de los cielos, y echó a tierra estrellas
y las holló. |
11 |
Aun
contra el príncipe del ejército se irguió, y le quitó el sacrificio
perpetuo y destruyó su santuario. |
12 |
Convocó
impíamente ejércitos contra el sacrificio perpetuo, echó por
tierra la verdad, hizo con buen éxito lo que quiso. |
13 |
Entonces
oí hablar a uno de los santos, respondiendo a otro santo que
le preguntaba: ¿Hasta cuándo va a durar esta visión de la supresión
del sacrificio perpetuo de la asoladora prevaricación y de la
profanación del santuario? |
14 |
Entonces
dijo: Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas. Luego será
purificado el gran santuario. |
15 |
Mientras
yo, Daniel, contemplaba la visión y buscaba la inteligencia,
púsose ante mí un como hombre, |
16 |
y
oí una voz de hombre que de en medio del Ulai gritaba y decía:
Gabriel, explícale a éste la visión. |
17 |
Vino
éste luego cerca de donde estaba yo, y al acercarse me sobrecogí
y caí sobre mi rostro. El me dijo: Atiende, hijo de hombre,
que la visión es del fin de los tiempos. |
18 |
Al
hablarme caí entontecido sobre el rostro, pero él me tocó y
me hizo estar en pie, |
19 |
y
me dijo: Voy a enseñarte lo que sucederá al fin del tiempo de
la ira, pues tendrá fin ese tiempo. |
|
|
|
La
explicación |
|
|
20 |
El
carnero de dos cuernos que has visto son los reyes de Media
y de Persia; |
21 |
el
macho cabrío es el rey de Grecia, y el gran cuerno de entre
sus ojos es el rey primero; |
22 |
el
romperse y salir en su lugar otros cuernos, cuatro reyes que
se alzarán en la nación, mas no de tanta fuerza como aquél. |
23 |
Al
final de su dominación, cuando se completen las prevaricaciones,
levantaráse un rey imprudente e intrigante; |
24 |
su
poder crecerá, no por su propia fuerza, y producirá grandes
ruinas y tendrá éxitos, y destruirá a poderosos y al pueblo
de los santos. |
25 |
Por
sus prosperidades y por el éxito de sus intrigas, se llenará
de arrogancia su corazón, y hará perecer a muchos que vivían
apaciblemente, y se levantará contra el príncipe de los príncipes,
pero será destruido sin que intervenga mano alguna. |
26 |
La
visión de las tardes y mañanas es verdadera; guárdala en tu
corazón, porque es para mucho tiempo. |
27 |
Yo,
Daniel, quedé quebrantado y estuve enfermo algunos días, y cuando
convalecí, me ocupé en asuntos del rey. Estaba asombrado de
la visión, pero nadie la supo. |
|
|
Capítulo
9 |
|
Profecía
de las Setenta Semanas |
|
|
1 |
El
año primero de Darío, hijo de Asuero, de la nación de los medos,
que vino a ser rey del reino de los caldeos, |
2 |
el
año primero de su reinado, yo, Daniel, estaba estudiando en
los libros el número de los setenta años que había de cumplirse
sobre las ruinas de Jerusalén, conforme al número de años que
dijo Yavé a Jeremías, profeta. |
3 |
Volví
mi rostro al Señor, Dios, buscándole en oración y plegaria,
en ayuno, saco y ceniza, y oré a Yavé, mi Dios, y le hice esta
confesión: |
|
|
|
Oración
y confesión de Daniel |
|
|
4 |
Señor,
Dios grande y temible, que guardas la alianza y la misericordia
con los que te aman y cumplen tus mandamientos: |
5 |
Hemos
pecado, hemos obrado la iniquidad, hemos sido perversos y rebeldes,
nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus juicios, |
6 |
no
hemos hecho caso a tus siervos los profetas, que en tu nombre
hablaron a nuestros reyes, a nuestros príncipes y a todo el
pueblo de la tierra. |
7 |
Tuya
es, Señor, la justicia, y nuestra la vergüenza en el rostro,
que llevan hoy todos los hombres de Judá, los moradores de Jerusalén,
todos los de Israel, los de cerca y los de lejos, en todas las
tierras a que los arrojaste por las rebeliones con que contra
ti se rebelaron. |
8 |
¡Oh
Yavé! nuestra es la vergüenza en el rostro de nuestros reyes,
de nuestros príncipes, de nuestros padres, porque contra ti
pecamos. |
9 |
Pero
es de Yavé, nuestro Dios, el tener misericordia y el perdonar,
aunque nos hayamos rebelado contra El. |
10 |
No
obedecimos a la voz de Yavé, nuestro Dios, andando en sus leyes,
que por mano de sus profetas puso delante de nosotros, |
11 |
y
todo Israel traspasó tu Ley, alejándose para no oír tu voz.
Por eso vino sobre nosotros la maldición y el juramento escrito
en la Ley de Moisés, siervo de Dios, por haber pecado contra
El. |
12 |
El
ha cumplido su palabra, la que dijo de nosotros y de los jefes
que nos gobiernan, trayendo sobre nosotros males tan grandes
como no los hubo nunca debajo del cielo, cual fue el hecho en
Jerusalén. |
13 |
Vino
todo este mal sobre nosotros como está escrito en la Ley de
Moisés, y no hemos implorado a Yavé, nuestro Dios, convirtiéndonos
de nuestras iniquidades y reconociendo tu verdad. |
14 |
Por
eso veló Yavé sobre este mal y lo trajo sobre nosotros, porque
justo es Yavé, nuestro Dios, en todas cuantas obras hace, pues
no obedecimos a su voz. |
15 |
Ahora,
pues, Señor Dios nuestro, que sacaste a tu pueblo de la tierra
de Egipto con mano poderosa y te hiciste nombre cual lo tienes
hoy, hemos pecado, hemos obrado impíamente: |
16 |
pero,
Señor, según tu gran miseriordia, aparta tu ira y tu furor de
tu ciudad de Jerusalén, de tu mote santo, pues por nuestros
pecados y las iniquidades de nuestros padres, Jerusalén y tu
pueblo son el oprobio de cuantos nos rodean. |
17 |
Oye,
pues, Dios nuestro, la oración de tu siervo; oye sus plegarias,
y por amor de ti, Señor, haz brillar tu faz sobre tu santuario
devastado. |
18 |
Oye,
Dios mío, y escucha. Abre los ojos y mira nuestras ruinas, mira
la ciudad sobre la que se invoca tu nombre, pues no por nuestras
justicias te presentamos nuestras súplicas, sino por tus grandes
misericordias. |
19 |
¡Escucha,
Señor! ¡Señor, perdona! ¡Atiende, Señor, y obra; no tardes,
por amor de ti, Dios mío, ya que es invocado tu nombre sobre
tu ciudad y sobre tu pueblo! |
|
|
|
La
respuesta de Dios por medio del ángel Gabriel |
|
|
20 |
Todavía
estaba yo hablando, rogando, confesando mi pecado y el pecado
de mi pueblo Israel y presentando mis súplicas a Yavé, mi Dios,
por el monte santo de mi Dios; |
21 |
todavía
estaba hablando en mi oración, y aquel varón, Gabriel, a quien
antes vi en la visión, volando rápidamente, se llegó a mí, como
a la hora del sacrificio de la tarde. |
22 |
Vino
y, hablando conmigo, me dijo: Daniel, vengo ahora para hacerte
entender. |
23 |
Cuando
comenzaste tu plegaria, fue dada la orden, y vengo para dártela
a conocer, porque eres el predilecto. Oye, pues, la palabra
y entiende la visión: |
24 |
Setenta
semanas están prefijadas sobre tu pueblo y sobre tu ciudad santa
para poner fin a la prevaricación y cancelar el pecado, para
expiar la iniquidad y traer la justicia eterna, para sellar
la visión y la profecía y ungir el santo de los santos. |
25 |
Sabe,
pues, y entiende que desde la salida del oráculo sobre el retorno
y edificación de Jerusalén hasta un ungido príncipe habrá siete
semanas, y en sesenta y dos semanas se reedificarán plaza y
foso en la angustia de los tiempos. |
26 |
Después
de las sesenta y dos semanas será muerto un ungido, sin que
tenga culpa. Y destruirá la ciudad y el santuario el pueblo
de un príncipe que ha de venir, y su fin será en una inundación,
y hasta el fin de la guerra están decretadas desolaciones. |
27 |
Y
afianzará la alianza para muchos durante una semana, y a la
mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la oblación y
habrá en el santuario una abominación desoladora hasta que la
ruina decretada venga sobre el devastador. |
|
|
Capítulo
10 |
|
Luchas
entre Persia y Grecia |
|
|
1 |
El
año tercero de Ciro, rey de Persia, fue hecha a Daniel, llamado
Baltasar, una revelación. Esta revelación es verdadera y anuncia
una gran calamidad. Puso atención a la palabra y tuvo la inteligencia
de la visión. |
2 |
Por
aquellos días, yo, Daniel, estuve en duelo tres semanas. |
3 |
No
comí manjar delicado ni entró carne ni vino en mi boca, ni me
ungí, hasta que no pasaron las tres semanas. |
4 |
El
día veinticuatro del primer mes hallábame a las orillas del
gran río Tigris. |
5 |
Alcé
los ojos y miré, viendo a un varón vestido de lino y con un
cinturón de oro puro. |
6 |
Su
cuerpo era como de crisólito; su rostro resplandecía como el
relámpago; sus ojos eran como brasas de fuego; sus brazos y
sus pies parecían de bronce bruñido, y el sonido de su voz era
como rumor de muchedumbre. |
7 |
Yo
solo, Daniel, vi la visión; los que conmigo estaban no vieron
nada, pero se sobrecogieron de terror y huyeron a esconderse. |
8 |
Quédeme
yo solo, y vi esta gran visión. No quedaron en mí fuerzas; se
demudó el color de mi rostro, quedé desencajado y perdí todo
mi vigor. |
9 |
Oí
el sonido de sus palabras, y, en oyendo el sonido de sus palabras,
caí aturdido rostro a tierra. |
10 |
Pero
me tocó una mano, sacudiendo mis rodillas y mis manos, |
11 |
y me dijo: Daniel, varón predilecto, está atento a las palabras
que voy a decirte, y ponte en pie en el lugar en que estás,
pues he sido enviado a ti. Una vez que me habló, púseme en pie
temblando. |
12 |
Díjome:
Nada temas, Daniel, pues desde el primer día en que diste tu
corazón a entender y a humillarte en presencia de tu Dios, fueron
oídas tus palabras, y por ellas he venido yo a ti; |
13 |
pero
el príncipe del reino de Persia se me opuso veintiún días; mas
Miguel, uno de los príncipes supremos, vino en mi ayuda, y yo
prevalecí allí sobre los reyes de Persia . |
14 |
Vengo
ahora para darte a conocer lo que sucederá a tu pueblo en los
tiempos venideros, pues a estos tiempos se refiere la visión. |
15 |
Mientras
me decía estas palabras, estaba yo con los ojos puestos en tierra
y mudo, |
16 |
cuando
he aquí que uno que parecía un hijo de hombre tocó mis labios;
abrí la boca y hablé, diciendo al que delante de mí estaba:
Mi señor, la visión me ha llenado de espanto y he perdido todo
vigor. |
17 |
¿Cómo
va a poder el siervo de mi señor hablar a mi señor? Me faltan
las fuerzas y no tengo aliento. |
18 |
Entonces
el que parecía hijo de hombre me tocó de nuevo y me confortó. |
19 |
Luego
me dijo: ¡Nada temas, varón predilecto; sea contigo la paz!
¡Animo, valor! Y, en hablándome, recobré mis fuerzas, y dije:
Hable mi señor, pues me has fortalecido. |
20 |
El
me dijo: ¿Sabes para qué he venido yo a ti? Porque tengo que
volverme luego a luchar con el príncipe de Persia, y, saliendo
yo, vendrá el príncipe de Grecia. |
21 |
Pero
yo te daré a conocer lo que está escrito en el libro de la verdad.
Nadie me ayuda contra ellos, si no es Miguel, vuestro príncipe. |
|
|
Capítulo
11 |
|
Las
luchas entre Siria y Egipto |
|
|
1 |
El
año primero de Darío, medo, yo estuve allá para animarle y sostenerle. |
2 |
Y
ahora voy a darte a saber la verdad: Habrá todavía tres reyes
en Persia, y el cuarto acumulará más riquezas que los otros;
cuando por sus riquezas sea poderoso, se levantará contra el
reino de Grecia. |
3 |
Pero
se alzará un rey valeroso que dominará con gran poder y hará
cuanto quiera. |
4 |
Y
cuando esté en la altura, se romperá su reino y será dividido
hacia los cuatro vientos; no será de sus descendientes ni ya
tan poderoso como fue, pues será dividido y pasará a otros distintos
de ellos. |
5 |
El
rey del mediodía vendrá, se hará fuerte, pero uno de sus jefes
será más fuerte que él y dominará, siendo potente su dominación. |
6 |
Al
cabo de algunos años se aliarán, y la hija del rey del mediodía
vendrá al rey del norte para restablecer la concordia, pero
no conservará ella la fuerza de su brazo ni permanecerá él en
su brazo; ella será entregada, y con ella los que la trajeron,
con su padre y con el que entonces había sido su sostén. |
7 |
Un
retoño de sus raíces se alzará en su lugar y vendrá con ejército
y entrará en las plazas fuertes del rey del norte; dispondrá
de ellas y se hará poderoso. |
8 |
Aun
a sus dioses, sus imágenes fundidas y sus objetos preciosos
de plata y oro los cogerá y se los llevará a Egipto. Estará
luego algunos años alejado del rey del norte, |
9 |
y
éste marchará contra el rey del mediodía y se volverá a su tierra. |
10 |
Su
hijo saldrá a campaña y reunirá una muy fuerte muchedumbre de
tropas, avanzará y se derramará como un torrente; se desbordará,
pero se volverá, y llevará las hostilidades hasta la Fortaleza. |
11 |
El
rey del mediodía se enfurecerá, y, saliendo, atacará al rey
del norte, levantará una gran muchedumbre, y las tropas del
rey del norte serán puestas en sus manos. |
12 |
Esta
muchedumbre se ensoberbecerá, y el corazón del rey se hinchará,
derribará a muchos millares, pero no triunfará, |
13 |
porque
el rey del norte volverá con una muchedumbre más numerosa que
la primera, y al cabo de algún tiempo marchará con un gran ejército
y muchos aprestos. |
14 |
Entonces
se alzarán muchos contra el rey del mediodía, y hombres violentos
de su pueblo se rebelarán para cumplir la visión y sucumbirán. |
15 |
El
rey del norte avanzará y alzará baluartes y se apoderará de
ciudades fuertes. Los ejércitos del mediodía no resistirán,
faltos de fuerza para resistir. |
16 |
El
que avanza contra él hará lo que quiera y nadie podrá resistirle,
y se quedará en lo mejor de la tierra, exterminando cuanto caiga
en su mano. |
17 |
Querrá
adueñarse de todo el reino del mediodía, y le dará su hija por
mujer con la intención de llevarle a la ruina; pero no sucederá
esto, la cosa no le saldrá como quería. |
18 |
Volverá
sus ojos del lado de las islas y tomará muchas, pero un jefe
pondrá fin al oprobio que sobre ellas quiso echar, y el oprobio
recaerá sobre él. |
19 |
Acogeráse
luego a las fortalezas de su tierra, pero se tambaleará y caerá
y no se le hallará. |
|
|
|
La
persecución contra el pueblo de Judá |
|
|
20 |
El
que le sucederá mandará al ornamento del reino un exactor, pero
en pocos días será quebrantado, y no por ira ni por guerra. |
21 |
Un
hombre despreciable ocupará su puesto, sin estar investido de
la dignidad real. Aparecerá de improviso y se apoderará del
reino por la intriga. |
22 |
Las
tropas, que se derramarán como un torrente, quedarán sumergidas
ante él y aniquiladas, así como también un príncipe de la alianza. |
23 |
Después
de haberse concertado con él, usará de engaños, se pondrá en
marcha y con poca gente vencerá. |
24 |
Entrará
de improviso en los lugares más fértiles de la provincia y hará
lo que no hicieron sus padres ni los padres de sus padres. Repartirá
el botín, los despojos y las riquezas, y traerá designios contra
las fortalezas; todo esto durante algún tiempo. |
25 |
Al
frente de un gran ejército empleará su fuerza y su ardor contra
el rey del mediodía. El rey del mediodía se empeñará en la guerra
con un ejército poderoso y muy numeroso, pero no le resistirá,
porque le harán traición. |
26 |
Los
que comen su pan le quebrantarán y su ejército será destruido,
cayendo muchos muertos. |
27 |
Los
dos reyes meditarán en su corazón hacerse mal, y, sentados a
la misma mesa, hablarán falazmente; mas no les servirá de nada,
porque llegará el fin al tiempo señalado. |
28 |
Volverá
a su tierra con grandes riquezas y será en su corazón hostil
a la alianza santa, y obrará contra ella; luego se volverá a
su tierra. |
29 |
Al
tiempo determinado marchará de nuevo contra el mediodía, pero
esta última vez no sucederán las cosas como en la primera; |
30 |
vendrán
contra él naves de Italia, y descorazonado, retrocederá. Luego,
furioso contra la alianza santa, no se quedará inactivo, y volverá
a concertarse con los que abandonaron la alianza santa. |
31 |
A
su orden se presentarán tropas que profanarán el santuario y
la fortaleza, y harán cesar el sacrificio perpetuo, y alzarán
la abominación desoladora. |
32 |
Seducirá
con sus halagos a los traidores a la alianza santa, pero el
pueblo que conoce a Dios obrará con firmeza, |
33 |
y
los sabios entre ellos instruirán a la muchedumbre. Caerán de
entre ellos por un tiempo a la espada, al fuego, al cautiverio
y al pillaje, |
34 |
y,
mientras sucumben, tendrán poco socorro, y muchos se unirán
a ellos hipócritamente. |
35 |
Sucumbirán
también algunos de los sabios para que sean depurados, purificados
y blanqueados, hasta que llegue el fin, que no llegará sino
al tiempo determinado. |
36 |
El
rey hará lo que quiera, y se gloriará por encima de todos los
dioses, y del Dios de los dioses dirá cosas increíbles. Prosperará
hasta que llegue la ira a su consumación, porque lo que está
decretado se cumplirá. |
37 |
No
respetará ni aun al dios de sus padres ni a la delicia de las
mujeres; no respetará dios alguno, porque se glorificará a sí
mismo por encima de todos. |
38 |
Honrará
en su lugar al dios de las fortalezas, dios que no conocieron
sus padres; le honrará con oro y plata, con piedras preciosas
y cosas de gran valor. |
39 |
A
ese dios extraño dedicará las plazas fuertes, y colmará de honores
a los que le reconozcan, y los hará dominar sobre muchos, distribuyéndoles
tierras en merced. |
40 |
Al
fin de los tiempos, el rey del mediodía chocará con el del norte,
y el rey del norte caerá sobre él como una tempestad, con carros
y jinetes y numerosas naves; avanzará por las tierras, se derramará
como un torrente y se desbordará. |
41 |
Entrarán
en la tierra gloriosa y sucumbirán muchos, pero Edom, Moab y
los príncipes de los hijos de Amón se librarán de sus manos. |
42 |
Extenderá
su mano sobre muchas tierras, y no escapará la de Egipto; |
43 |
se
adueñará de tesoros de oro y plata y de todas las preciosidades
de Egipto; libios y etíopes le seguirán. |
44 |
Pero
nuevas venidas del oriente y del norte le asustarán, y partirá
muy enfurecido, con ánimo de exterminar a muchos. |
45 |
Alzará
la tienda de su palacio entre los mares y el monte glorioso
y santo. Mas luego llegará su fin sin que nadie pueda socorrerle. |
|
|
Capítulo
12 |
|
Triunfo
del Pueblo Elegido |
|
|
1 |
Entonces
se alzará Miguel, el gran príncipe, el defensor de los hijos
de tu pueblo, y será un tiempo de angustia, tal como no lo hubo
desde que existen las naciones hasta ese día. Entonces se salvarán
los que de tu pueblo estén escritos en el libro. |
2 |
Las
muchedumbres de los que duermen en el polvo de la tierra se
despertarán, unos para la eterna vida, otros para eterna vergüenza
y confusión. |
3 |
Los
sabios brillarán con el esplendor del firmamento, y los que
enseñaron la justicia a la muchedumbre resplandecerán por siempre,
eternamente, como las estrellas. |
4 |
Tú,
Daniel, ten en secreto estas palabras y sella el libro hasta
el tiempo del fin. Muchos lo leerán y acrecentarán su conocimiento. |
5 |
Yo,
Daniel, miré y vi a dos hombres que estaban en pie, el uno al
lado de acá del río, el otro del lado de allá, |
6 |
y
uno de ellos dijo al varón vestido de lino que estaba sobre
las aguas del río: ¿Cuándo será el fin y sucederán esas maravillas? |
7 |
Y
oí al varón vestido de lino, que estaba sobre las aguas del
río, que, alzando al cielo su derecha y su izquierda, juró por
el que eternamente vive que eso será dentro de un tiempo, dos
tiempos y de la mitad de un tiempo, y que todo esto se cumplirá
cuando la fuerza del pueblo de los santos estuviera enteramente
quebrantada. |
8 |
Yo
vi, pero, no entendiendo, pregunté: Mi señor, ¿cuál será el
fin de estas cosas? |
9 |
Y
él respondió: Anda, Daniel, que esas cosas están cerradas y
selladas hasta el tiempo del fin. |
10 |
Muchos
serán purificados, emblanquecidos y depurados; los impíos seguirán
el mal, y ninguno de los malvados entenderá, pero los que tienen
entendimiento comprenderán. |
11 |
Después
del tiempo de la cesación del sacrificio perpetuo y del alzar
de la abominación desoladora, habrá mil doscientos noventa días. |
12 |
Bienaventurado
el que espere y llegue a mil trescientos treinta y cinco días. |
13 |
Y
tú camina a tu fin y descansarás, y al fin de los días te levantarás
para recibir la heredad. |
|
|
C.R.Y&S |
|
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|
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|