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Profeta
BARUC
PRIMERA
PARTE |
Oración
del pueblo penitente |
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1 |
1 |
Discurso
del libro escrito por Baruc, hijo de Nerías, hijo de Maasías,
hijo de Sedecías, hijo de Asadías, hijo de Helcías, en Babilonia. |
2 |
El
año quinto, el día séptimo del mes quinto, al tiempo en que
los caldeos tomaron Jerusalén y la incendiaron, |
3 |
leyó
Baruc los discursos de este libro a Jeconías, hijo de Joaquim,
rey de Judá, y a todo el pueblo que venía a oír la lectura del
libro, |
4 |
y
a los magnates, y a los hijos de los reyes, y a los ancianos,
y, en fin, a todo el pueblo, desde el pequeño hasta el grande,
a todos los que habitaban en Babilonia a orillas del río Sud. |
5 |
Lloraron
y ayunaron ante el Señor, |
6 |
y
recogiendo dinero según las posibilidades de cada uno, |
7 |
lo
enviaron a Jerusalén, a Joaquim, hijo de Helcías, hijo de Safán,
sacerdote, y a los demás sacerdotes y a todo el pueblo que se
hallaba con ellos en Jerusalén |
8 |
cuando
tomó los utensilios de la casa del Señor, que habían sido robados
del templo, para volverlos al país de Judá, el día diez de Siván;
los vasos de plata que había hecho Sedecías, hijo de Josías,
rey de Judá, |
9 |
después
que Nabucodonosor, rey de Babilonia, trasladó a Jerusalén a
Jeconías y a los príncipes, y a los prisioneros, y a los magnates,
y al pueblo de la tierra, y los llevó de Jerusalén a Babilonia, |
10 |
y
dijeron: Ahí os enviamos dinero para que con él compréis holocaustos
y víctimas por el pecado, e incienso para que hagáis las oblaciones
y las ofrezcáis en el altar del Señor, nuestro Dios, |
11 |
y
oréis por la vida de Nabucodonosor, rey de Babilonia; y por
la vida de Baltasar, su hijo, para que sean sus días sobre la
tierra como los días del cielo, |
12 |
y
nos dé el Señor fortaleza e ilumine nuestros ojos, y vivamos
bajo la sombra de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y bajo la
sombra de Baltasar, su hijo, y les sirvamos por muchos días
y hallemos gracia en su presencia. |
13 |
Orad
por nosotros al Señor, nuestro Dios, porque hemos pecado contra
el Señor, nuestro Dios, y la cólera del Señor y su furor no
se apartó de nosotros hasta el presente. |
14 |
Leeréis
este libro que os enviamos para que lo deis a conocer en la
casa del Señor en el día de fiesta y en los días oportunos. |
15 |
Diréis:
Del Señor, Dios nuestro, es la justicia; nuestra la confusión
y el sonrojo, corno se muestra hoy en todo varón de Judá y en
los moradores de Jerusalén, |
16 |
y
en nuestros reyes y en nuestros príncipes, en nuestros sacerdotes
y en nuestros profetas y en nuestros padres, |
17 |
porque
pecamos en presencia del Señor |
18 |
y
no le obedecimos ni escuchamos la voz del Señor, nuestro Dios,
ni caminamos por los preceptos del Señor, que dio en nuestra
presencia. |
19 |
Desde
el día en que sacó a nuestros padres de la tierra de Egipto
hasta hoy, hemos sido rebeldes al Señor, nuestro Dios, y nada
hicimos por oír su voz. |
20 |
Y
así se apegó a nosotros el infortunio y la maldición que el
Señor intimó por Moisés, su siervo, al tiempo que sacó a nuestros
padres de Egipto para darnos la tierra que mana leche y miel,
como acaece en este día. |
21 |
No
escuchamos la voz del Señor, nuestro Dios, conforme a todas
las palabras de los profetas que nos envió, |
22 |
y nos fuimos cada uno según el pensamiento de su mal corazón,
sirviendo a los dioses extraños y cometiendo maldades a los
ojos del Señor, Dios nuestro. |
|
|
|
2 |
1 |
Cumplió
Yavé la palabra que había dado contra nosotros y contra nuestros
gobernantes que regían a Israel, contra nuestros reyes, contra
nuestros príncipes y contra todo varón de Israel y de Judá, |
2 |
de
traer sobre ellos grandes males cuales no los había hecho debajo
de todo el cielo, como fueron hechos en Jerusalén, según lo
que está escrito en la Ley de Moisés, |
3 |
que
comeríamos las carnes de nuestros hijos y de nuestras hijas |
4 |
y
los entregaría a poder de todos los reinos nuestros vecinos
para escarnio y espanto de todos los pueblos en derredor, entre
los cuales los dispersó el Señor. |
5 |
Fuimos
abatidos, en vez de ser ensalzados, por haber pecado contra
el Señor, nuestro Dios, desoyendo su voz. |
6 |
Del
Señor nuestro es la justicia, nuestra y de nuestros padres la
confusión y el sonrojo, como se ve al presente. |
7 |
Los
males que el Señor anunció contra nosotros, todos nos han sobrevenido. |
8 |
Y
no aplacamos el rostro del Señor convirtiéndonos de los pensamientos
de nuestro corazón perverso. |
9 |
Veló
el Señor sobre el castigo y lo trajo sobre nosotros, porque
el Señor es justo en todas las obras que nos ordenó. |
10 |
Pero
nosotros no oímos su voz, caminando en los preceptos del Señor,
que puso delante de nosotros. |
11 |
Y
ahora, Señor, Dios de Israel, que sacaste a tu pueblo de la
tierra de Egipto con mano fuerte, con señales y prodigios, con
poder grande y brazo tendido, y te adquiriste un nombre, como
se ve al presente, |
12 |
hemos
pecado, hemos cometido impiedades e injusticias, Señor, Dios
nuestro, contra todos tus justos preceptos. |
13 |
Apártese
tu ira de nosotros, pues hemos quedado reducidos a poco en medio
de las naciones en que nos dispersaste. |
14 |
Escucha,
Señor, nuestra oración y nuestra plegaria, líbranos por amor
de ti y danos gracia en presencia de los que nos deportaron, |
15 |
para
que toda la tierra conozca que tú eres el Señor, Dios nuestro,
que tu nombre es invocado sobre Israel y sobre su linaje. |
16 |
Señor,
mira desde tu santa casa y piensa en nosotros; inclina, Señor,
tu oído y escucha. |
17 |
Abre
tus ojos y mira que no proclaman la gloria y la justicia del
Señor los muertos que están en el hades, cuyo espíritu abandonó
sus entrañas. |
18 |
Mas
sólo el alma entristecida por la grandeza de los males que padece,
que camina encorvada y débil, apagados los ojos y el alma hambrienta,
pueden, Señor, pregonar tu gloria y tu justicia. |
19 |
Que
no apoyados en la justicia de nuestros padres y de nuestros
reyes, derramamos nuestros ruegos delante de tu rostro, Señor,
Dios nuestro, |
20 |
porque
tú has derramado tu ira y tu cólera sobre nosotros, según tenías
anunciado por tus siervos los profetas. |
21 |
Así
dijo el Señor: Inclinad vuestros hombros para servir al rey
de Babilonia, y seguiréis habitando en la tierra que yo di a
vuestros padres; |
22 |
Pero,
si no escucháis la voz del Señor, sirviendo al rey de Babionia, |
23 |
haré
cesar en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén la
voz del gozo y la voz de la alegría, la voz del esposo y la
voz de la esposa, y toda la tierra se convertirá en un desierto
sin moradores. |
24 |
Y
nosotros no escuchamos tu voz, sirviendo al rey de Babilonia,
y tú cumpliste las palabras que habías dado por tus siervos
los profetas de que serían sacados de sus sepulcros los huesos
de nuestros reyes y de nuestros padres. |
25 |
Y,
en efecto, han sido arrojados al calor del día y al hielo de
la noche. Han muerto en medio de atroces males, de hambre, de
espada y de peste. |
26 |
Y
la casa en que era invocado tu nombre la has puesto como hoy
se halla por la maldad de la casa de Israel y de la casa de
Judá. |
27 |
Has
obrado, Señor, con nosotros según tu bondad y según toda tu
gran misericordia, |
28 |
conforme
hablaste por boca de Moisés, tu siervo, al tiempo en que le
ordenaste escribir tu Ley en presencia de los hijos de Israel,
diciendo: |
29 |
Si
no escuchareis mi voz, estad seguros que esta grande y numerosa
muchedumbre se volverá pequeña en medio de las naciones entre
las cuales os dispersaré, |
30 |
pues
yo sé que no me oiréis, porque este pueblo es de dura cerviz.
Pero volverán en sí en el país de su destierro, |
31 |
y
conocerán que yo soy el Señor, su Dios, y les daré un corazón
que entienda, y unos oídos que escuchen, |
32 |
y
me alabarán en la tierra de su cautiverio, y se acordarán de
mi nombre, |
33 |
y
ablandarán su dura cerviz, y dejarán sus máximas perversas,
acordándose del camino de sus padres, que pecaron contra el
Señor, |
34 |
y
yo los volveré a la tierra que juré dar en posesión a sus padres,
a Abraham, a Isaac y a Jacob, para que la poseyesen, y los multiplicaré
y no serán disminuidos, |
35 |
y
estableceré con ellos mi alianza eterna, de ser su Dios y de
ser ellos mi pueblo, y no moveré más a mi pueblo de Israel de
la tierra que le he dado. |
|
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3 |
1 |
Señor
todopoderoso, Dios de Israel, el alma angustiada y el espíritu
abatido claman a ti. |
2 |
Oye,
Señor, y ten piedad, porque hemos pecado contra ti, |
3 |
porque
tú te sientas en tu trono para siempre, pero nosotros perecemos
sin retorno para siempre. |
4 |
Señor
todopoderoso, Dios de Israel, oye la oración de los muertos
de Israel y de los hijos de los que pecaron contra ti, que no
oyeron la voz de su Dios, y por eso la miseria se apegó a ellos. |
5 |
No
te acuerdes de las iniquidades de nuestros padres; acuérdate
más bien, en esta hora, de tu diestra y de tu nombre, |
6 |
porque
tú eres el Señor, Dios nuestro, a quien alabaremos, Señor; |
7 |
que
por eso has infundido tu temor en nuestros corazones, para que
invoquemos tu nombre y te alabemos en nuestro destierro, porque
hemos alejado de nuestro corazón toda la iniquidad de nuestros
padres, que pecaron contra ti. |
8 |
Henos
aquí a nosotros hoy en nuestro destierro, donde nos has dispersado
para oprobio, castigo y pena según la iniquidad de nuestros
padres, que se apartaron del Señor, nuestro Dios. |
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|
SEGUNDA
PARTE |
TRIPLE
EXHORTACION: A LA SABIDURIA, A LA PENITENCIA Y A LA ESPERANZA |
3 |
9 |
Oye,
Israel, los preceptos de vida, aplicad los oídos para aprender
la prudencia. |
10 |
¿Qué
es esto, Israel? ¿Por qué estás en tierra enemiga, languideces
en tierra extraña, te has contaminado con los muertos, |
11 |
has
sido contado con los que descienden al hades? |
12 |
¡Has
abandonado la fuente de la sabiduría! |
13 |
¡Si
hubieras caminado por la senda de Dios, habitarías en perpetua
paz! |
14 |
Aprende
dónde está la prudencia, dónde la fortaleza, dónde la inteligencia,
para que a la vez conozcas dónde está la longevidad, dónde la
luz de los ojos y la paz. |
15 |
¿Quién
halló la morada de la sabiduría, quién encontró sus tesoros? |
16 |
¿Dónde
están los príncipes de las naciones y los domadores de las fieras
de la tierra, |
17 |
los
que se divierten con las aves del cielo, los que amontonan la
plata y el oro, en que confían los hombres, que no ponen fin
a su adquisición? |
18 |
¿Dónde
están los que funden con fatiga la plata con operaciones casi
impenetrables? |
19 |
Han
desaparecido, han bajado al hades, y otros surgieron en su lugar. |
20 |
Los
jóvenes que vieron la luz y habitaron sobre la tierra, tampoco
conocieron el camino de la ciencia |
21 |
ni
dieron con sus senderos. Sus hijos no lograron adueñarse de
ella, están muy alejados de sus caminos. |
22 |
No
supieron de ella en Canán, ni en Temán fue vista. |
23 |
Ni
los hijos de Agar, que buscan la inteligencia sobre la tierra;
los mercaderes de Madián y de Temán, los fabulistas y los que
se afanan por adquirir inteligencia, no conocieron el camino
de la sabiduría ni dieron con sus sendas. |
24 |
¡Oh
Israel, cuán grande es la casa de Dios y cuán vasto su dominio! |
25 |
Es
muy grande, y no tiene término, alto e inmenso, |
26 |
Allí
nacieron los gigantes, los famosos desde la antigüedad, de alta
estatura, diestros en la guerra. |
27 |
Pero
no eligió Dios a éstos ni les dio a conocer el camino de la
sabiduría, |
28 |
y
así perecieron por falta de prudencia, perecieron por su necedad. |
29 |
¿Quién
subió al cielo y se apoderó de ella y la hizo descender de las
nubes? |
30 |
¿Quién
atravesó los mares y la descubrió y la trajo con preferencia
al oro más puro? |
31 |
No
hay quien conozca sus caminos ni quien tenga noticia de sus
senderos. |
32 |
Pero
el que sabe todas las cosas, la conoce, y con su inteligencia
la descubre. El que cimentó la tierra para siempre y la pobló
de vivientes cuadrúpedos; |
33 |
el
que manda a la luz, que luego se pone en marcha; la llama, y
ella le obedece temblando, |
34 |
Los
astros brillan en sus atalayas y se complacen. |
35 |
Los
llama y contestan: “Henos aquí.” Lucen alegremente en honor
del que los hizo. |
36 |
Este
es nuestro Dios; ninguno otro cuenta a su lado para nada. |
37 |
El
conoce todos los caminos de la sabiduría, y se la comunicó a
Jacob, su siervo, y a Israel, su amado. |
38 |
Y
después de esto se hizo ver en la tierra y conversó con los
hombres. |
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|
|
5 |
1 |
Este
es el libro de los mandamientos de Dios y la Ley perdurable
para siempre. Los que la guardan alcanzarán la vida; los que
la abandonan caerán en la muerte. |
2 |
Vuélvete
a ella, Jacob, y abrázala, camina al resplandor de su luz. |
3 |
No
des a otros tu gloria, ni tu dignidad a una nación extraña. |
4 |
Somos
bienaventurados, Israel, porque conocemos lo que a Dios place. |
5 |
Cobra
aliento, pueblo mío, monumento de Israel. |
6 |
Fuisteis
vendidos a las naciones, mas no para ruina. Porque habéis irritado
a Dios, fuisteis entregados a los enemigos. |
7 |
Habéis
irritado al que os hizo, sacrificando a demonios, no a Dios, |
8 |
Os
olvidasteis de quien os engendró, el Dios eterno; trajisteis
la tristeza sobre la que os crió, Jerusalén, |
9 |
porque
vio venir sobre vosotros la cólera de Dios, y dijo: Oíd, naciones
vecinas de Sión, Dios ha echado sobre mí un gran duelo. |
10 |
Vi
el cautiverio de mis hijos y de mis hijas, que el Eterno trajo
sobre ellos. |
11 |
Con
alegría los había criado, y los despedí con llanto y duelo, |
12 |
Nadie
se alegre de verme viuda y abandonada de muchos. Quedé en soledad
por los pecados de mis hijos, porque se apartaron de la Ley
de Dios |
13 |
y
no han conocido sus mandamientos, y no han andado por los caminos
de Dios ni siguieron las sendas de la educación en su justicia. |
14 |
Venid,
pueblos vecinos de Sión, y acordaos del cautiverio de mis hijos
y de mis hijas, que trajo sobre ellos el Eterno. |
15 |
Pues
hizo venir contra ellos una nación lejana, una nación insolente
de lengua extraña, que no respetó al anciano ni se compadeció
del niño, |
16 |
y
se llevó a los (hijos) amados de la viuda, dejándola desolada
sin sus hijas. |
17 |
¿Pues
qué socorro podía yo daros? |
18 |
Sea
el que trajo este.infortunio sobre vosotros quien os libre del
poder de vuestros enemigos. |
19 |
Id,
hijos míos, id, que yo me quedo sola, abandonada, |
20 |
despojada
de la túnica de la paz, vestida del saco de la plegaria. Siempre,
mientras me dure la vida, estaré clamando al Eterno. |
21 |
Y
vosotros, hijos míos, valor; clamad también al Señor, y él os
librará de la dominación de los enemigos. |
22 |
Yo
esperaré del Eterno vuestra redención; del Santo vendrá la alegría,
por la misericordia del Eterno, nuestro Salvador, que vendrá
sobre vosotros. |
23 |
Con
llanto y con duelo os despedí, mas con alegría y gozo eterno
os devolverá a mí. |
24 |
Pues
como ahora vieron los pueblos vecinos de Sión vuestro cautiverio,
así os verán pronto redimidos por Dios, con redención espléndida
y gloriosa del Eterno. |
25 |
Soportad,
hijos míos, con paciencia la cólera que sobre vosotros viene
de parte de Dios. El enemigo te ha perseguido, pero pronto verás
su perdición, y pondrás tu pie sobre su cuello. |
26 |
Fueron
mis delicados (hijos) caminando por caminos ásperos, fueron
arrastrados como rebaño robado por los enemigos. |
27 |
Tened
ánimo, hijos, y clamad a Dios, que ya se acordará de vosotros
el que os hizo ir. |
28 |
Pues
como os inclinasteis a apartaros de Dios, así, convertidos,
le buscaréis diez veces más, |
29 |
pues
el que traio sobre vosotros el castigo, os traerá, con la redención,
la eterna alegría. |
30 |
Ten
ánimo, Jerusalén; el que te dio su nombre te consolará. |
31 |
¡Desdichados
los que te maltrataron y se alegraron de tu caída! |
32 |
¡Desgraciadas
las ciudades en que tus hijos estuvieron esclavizados, desdichada
la que os tuvo cautivos! |
33 |
Pues
así como se alegró en tu ruina y se regocijó en tu caída, así
habrá de entristecerse de su propia soledad. |
34 |
Yo
la privaré de la alegría de sus muchedumbres, y su orgullo se
convertirá en duelo, |
35 |
pues
el Eterno mandará sobre ella el fuego por largos días, y por
mucho tiempo será habitación de demonios. |
36 |
Mira
hacia el oriente, Jerusalén, y contempía la alegría que te viene
de tu Dios. |
37 |
Mira
que llegan tus hijos, aquellos de quienes tuviste que despedirte.
Llegan congregados desde el oriente y el occidente por la palabra
del Santo, llenos de alegría por la gloria de Dios. |
|
|
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5 |
|
|
1 |
Despójate,
Jerusalén, de tu saco de duelo y de aflicción, vístete para
siempre los ornamentos de la gloria que te viene de Dios, |
2 |
envuélvete
en el manto de justicia que Dios te envía, ponte en la cabeza
la mitra de la gloria del Eterno, |
3 |
que
Dios hará ver tu gloria a toda nación debajo del cielo. |
4 |
Te
llamará por siempre “Paz de justicia y gloria de piedad.” |
5 |
Levántate,
Jerusalén; sube a lo alto, mira hacia oriente y contempla a
tus hijos, reunidos desde el ocaso del sol hasta su orto por
la palabra del Santo, regocijados por haberse acordado Dios
de ellos. |
6 |
De
ti partieron a pie, arrastrados por los enemigos; pero Dios
te los devuelve traídos con honor, como en trono real. |
7 |
Porque
dispuso humillar todo monte alto y todo collado eterno para
que caminase Israel con seguridad al esplendor de la gloria
de Dios. |
8 |
Los
bosques y todo árbol aromático darán sombra a Israel por disposición
divina. |
9 |
Porque
Dios mismo traerá a Israel lleno de alegría, con el resplandor
de su gloria, con la misericordia y justicia que de El vienen. |
|
|
APENDICE |
EPÍSTOLA DE JEREMÍAS SOBRE LA VANIDAD DE LOS ÍDOLOS |
6 |
|
Copia
de la epístola que remitió Jeremías a los que habían sido llevados
cautivos a Babilonia por Nabucodonosor, rey de los babilonios,
a fin de comunicarles lo que Dios le había ordenado. |
1 |
Por
los pecados que habéis cometido contra Dios, fuisteis llevados
cautivos a Babilonia por Nabucodonosor, rey de los babilonios. |
2 |
Llegados,
permaneceréis ahí muchos años, un tiempo largo, hasta siete
generaciones, pasadas las cuales, os sacaré de ahí en paz. |
3 |
Ahora
bien, en Babilonia veréis dioses de plata, de oro y de madera,
llevados a hombros, que infunden temor a los gentiles. |
4 |
Cuanto
a vosotros, guardaos de asemejaros a los extranjeros, y que
el temor de tales dioses no se apodere de vosotros |
5 |
al
ver la multitud apiñada delante y detrás de ellos, adorándolos.
Vosotros decid en vuestro corazón: A ti, Señor, se te ha de
adorar. |
6 |
Mi
ángel está con vosotros y es quien os pedirá cuenta. |
7 |
Esos
dioses los hace un artífice, los cubre de oro y de plata, pero
son mentira, no pueden hablar. |
8 |
Como
para doncella, amiga de aderezarse, toman el oro, |
9 |
y
fabrican coronas, que colocan en la cabeza de sus dioses. Y
tal vez acontece que los sacerdotes roban a los dioses el oro
y la plata y la emplean para adornarse ellos, |
10 |
y
aun para regalársela a las meretrices que moran bajo su techo.
Como a hombres visten a los dioses de plata sus vestidos, y
a los dioses de oro y de madera, |
11 |
pero
no pueden evitar la herrumbre ni la carcoma, vestidos con sus
trajes de púrpura. |
12 |
Hay
que limpiarles el rostro para quitarles el polvo que se levanta
en su templo y en abundancia se deposita sobre ellos. |
13 |
Tienen
un cetro como el juez de un distrito, mas no pueden quitar la
vida a quien los ofende. |
14 |
Tienen
asimismo un puñal o un hacha en su diestra, pero no se defenderán
del enemigo ni del ladrón. Por lo que se pone de manifiesto
que no son dioses. No los temáis, pues. |
15 |
Así
como cualquier utensilio que un hombre tiene, si se quiebra,
no es ya de utilidad, |
16 |
así
son sus dioses. Colocados en sus templos, los ojos se les llenan
de polvo, levantado por los pies de los que allí entran. |
17 |
Y
así como al criminal que ofendió al rey, o al condenado a muerte,
se le cierran las puertas de la prisión, así los sacerdotes
aseguran sus templos con puertas, con cerrojos y con palancas,
para que no sean robados por los ladrones. |
18 |
Encienden
lámparas para ellos y en mayor número que para sí mismos, pero
los dioses no pueden ver ninguna. |
19 |
Son
como las vigas del templo, de las cuales se dice que les carcomen
el corazón los gusanos que nacen de la tierra, y devoran así
sus vestidos sin que ellos lo adviertan. |
20 |
Su
rostro se ennegrece por el humo del templo. |
21 |
Sobre
su cuerpo y sobre su cabeza se arrojan las lechuzas, las golondrinas
y las otras aves, y aun los gatos. |
22 |
Por
donde conoceréis que no son dioses. No los temáis. |
23 |
El
oro que para su ornato les cubre, se empaña, y si no lo limpian,
no brilla; ni aun cuando fueron fundidos sintieron nada. |
24 |
Fueron
comprados a este o el otro precio, y no hay en ellos ni un soplo
de vida. |
25 |
Aun
teniendo pies, tienen que ser llevados en hombros, mostrando
con esto a los hombres su ignorancia para confusión de los que
los sirven. |
26 |
Si
alguna vez caen en tierra, no se levantan por sí mismos, y,
una vez puestos en pie, no pueden enderezarse, y como a los
muertos, así les ponen delante las ofrendas. |
27 |
Los
sacerdotes, viendo las víctimas sacrificadas, se aprovechan
de ellas. Y, asimismo, sus mujeres ponen en sal una porción
de ellas y no dan nada al pobre ni al débil. |
28 |
Son
manoseados por mujeres impuras por el parto o la menstruación.
Conociendo, pues, por todo esto, que no son dioses, no debéis
temerlos. |
29 |
¿Cómo,
pues, llamarlos dioses? Pues hasta mujeres presentan sus ofrendas
a semejantes dioses de plata, de oro y de madera, |
30 |
y
en sus templos los sacerdotes están sentados, rasgadas las túnicas,
rapadas la cabeza y la barba y descubierta la cabeza, |
31 |
y
aullan y gritan delante de ellos como en una cena fúnebre. |
32 |
De
sus vestidos roban los sacerdotes para vestir a sus mujeres
y a sus hijas. Hágaseles mal o hágaseles bien, ellos no pueden
corresponder. |
33 |
No
pueden ni poner ni quitar, |
34 |
ni
pueden dar riqueza ni dinero, ni una pieza de cobre. Si alguno
les hace un voto y no lo cumple, no reclaman. |
35 |
Ni
libran al hombre de la muerte ni arrancan al débil de las manos
del fuerte. |
36 |
No
son capaces de dar vista al ciego ni de librar al hombre que
se halla en necesidad. |
37 |
No
pueden compadecerse de la viuda ni hacer bien al huérfano. |
38 |
Son
semejantes a piedras sacadas del monte. Son dioses de madera,
dorados y plateados, y serán confundidos los que los sirven. |
39 |
¿Cómo,
pues, vamos a creer y decir que son dioses? |
40 |
Los
mismos caldeos los deshonran. Cuando ven a un mudo que no puede
hablar, lo conducen a Bel, pidiéndole que le dé el habla, siendo
como es el dios incapaz de oírlos. |
41 |
Y
sabiendo esto, no piensan en dejarlos, porque no tienen conocimiento. |
42 |
Y
las mujeres, ceñidas de cordones, se sientan en los caminos
quemando salvado, |
43 |
y
cuando alguna de ellas, solicitada, se la lleva un transeúnte
y duerme con ella, injuria a las vecinas por no haber merecido
ese honor de que rompieran el cordón. |
44 |
Todo
lo que se hace con estos dioses es un embuste. ¿Cómo, pues,
vamos a creer y decir que son dioses? |
45 |
Han
sido fabricados por artífices y orfebres, y no podrán ser sino
lo que quieran los artífices. |
46 |
Los
mismos que los fabrican no viven largo tiempo, ¿cómo va a vivir
lo que ellos fabricaron? |
47 |
Han
dejado para los venideros mentira y oprobio. |
48 |
Cuando
sobre ellos viene la guerra o la calamidad, deliberan entre
sí los sacerdotes dónde podrán ocultarse con ellos. |
49 |
¿Cómo,
pues, no comprenden que no son dioses los que ni a sí mismos
se libran de la guerra ni de las calamidades? |
50 |
Luego
se ve que, siendo de madera, dorados y plateados, son un embuste
para todas las naciones y los reyes, y quedará manifiesto que
no son dioses, sino obras humanas, y que no hay en ellas nada
divino. |
51 |
¿Quién,
pues, no conocerá que no son dioses? |
52 |
No
podrán jamás hacer un rey en la región ni dar a los hombres
la lluvia. |
53 |
Su
propia causa no podrán defenderla ni protegerse contra la injusticia
por su impotencia. |
54 |
Son
como las cornejas, que vuelan entre el cielo y la tierra. Y
si alguna vez prende el fuego en los templos de estos dioses
de madera dorada o plateada, sus sacerdotes se salvan con la
huida, pero ellos se queman como vigas en medio de las llamas. |
55 |
Ni
a un rey ni a los enemigos resistirán. |
56 |
¿Cómo,
pues, admitir o pensar que son dioses? Ni de ladrones ni de
salteadores se salvan estos dioses de madera, plateados y dorados. |
57 |
Cualquiera
más fuerte les arrebatará el oro y la plata y el vestido de
que están cubiertos, y se marcharán sin que los dioses puedan
auxiliarse. |
58 |
De
suerte que mejor es un rey, que puede hacer ostentación de su
poder, o un utensilio cualquiera en una casa, del cual se sirve
su dueño, que estos dioses falsos. Y hasta la puerta de una
casa protege las cosas que hay en ella mejor que esos falsos
dioses, y una columna de madera en un palacio real vale más
que ellos. |
59 |
El
sol, la luna y las estrellas obedecen con su resplandor para
utilidad (de los hombres), |
60 |
y
asimismo el relámpago, cuando brilla, se hace ver bien, y el
viento sopla en toda la tierra, |
61 |
y
las nubes, cuando Dios las ordena pasar por encima de ella,
cumplen el mandato, |
62 |
y
el fuego, enviado de arriba para consumir los montes y las selvas,
hace lo que les ha mandado. Sus dioses ni por la belleza ni
por la potencia son a estas cosas comparables. |
63 |
No
debe, pues, creerse ni decirse que son dioses, no siendo capaces
de hacer justicia ni de hacer bien a los hombres. |
64 |
Conociendo,
pues, que no son dioses, no los temáis. |
65 |
Son
incapaces de maldecir o bendecir a los reyes. |
66 |
Ni
pueden dar en el cielo señales a las naciones, ni pueden, como
el sol, alumbrar, ni iluminar como la luna. |
67 |
Las
fieras mismas saben más que ellos, porque, huyendo a su madriguera,
pueden salvarse a sí mismas. |
68 |
No
se ve, pues, por modo alguno que sean dioses; por tanto, no
los temáis. |
69 |
Así
como en el melonar nada guarda el espantajo, así sus dioses
de madera, dorados y plateados. |
70 |
Más
parecen espino plantado en huerto, sobre el cual todos los pájaros
se posan. Son también estos dioses de madera, dorados y plateados,
semejantes a un muerto arroj ado al sepulcro tenebroso. |
71 |
Por
la púrpura y el lino que sobre ellos se envejece conoceréis
que no son dioses. Y ellos mismos serán más tarde consumidos,
viniendo a ser el oprobio de la tierra. |
72 |
Mejor
es, pues, el hombre justo, que no tiene ídolos, porque está
muy lejos de tener que temer el oprobio. |
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C.R.Y&S |
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