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LA BARCA DE LOS APÓSTOLES Y LA ESPERANZA DEL MUNDO

 

 

Políticamente estudiado, reduciendo el origen de la Reforma Protestante a asuntos netamente humanos, producto de los errores y aciertos de las generaciones que la precedieron y causaron la División del Norte contra el Sur, Rebelión política enmascarada en razones religiosas; sociológicamente estudiada de esta manera, la Reforma fue un fraude.

La predominancia del factor político en la dirección del movimiento protestante descubrió su impronta en la Guerra de los 30 Años.

Cierto, es un Hecho, la Reforma como movimiento religioso fue un concepto pedido a grito pelado por las iglesias europeas desde el Gran Cisma de AVIÑÓN, y siendo rechazada “esa reforma moral de los obispos” por la iglesia italiana, y porque ese “grito” fue rechazado elevó dicha “necesidad” a la esfera de lo utópico, sueño inalcanzable para quienes, escandalizados por la transformación de la iglesia italiana en un Poder Temporal en competición con los reyes de Europa, vieron frustradas sus aspiraciones a una “Reforma Moral” del Alto Clero Europeo.

La Reforma de los Miembros de la Iglesia se produjo. Pero se produjo sólo y únicamente en respuesta a la Rebelión Política del Centro y Norte Europeo contra la Intrusión del Papado como Poder Político en los reinos hasta entonces bajo la Autoridad Espiritual de la Iglesia Católica. La Reforma fue el Concilio de Trento.

Las transformación de la Autoridad Espiritual Legítima de la Iglesia Católica por el Alto Clero Italiano en un Poder Político, con aspiraciones determinantes en las políticas de los reyes, fue una mecha pidiendo fuego a la altura del nacimiento del Siglo XVI. Desde el instante en que alguien le acercara la antorcha a esa mecha el descontento reventaría y haría saltar por los aires la Legitimidad de la Autoridad Espiritual del Papado, que pasaría ipso facto a los reyes. Sin esta Explosión Política, que la Historia conoce como “la Reforma Protestante”  la rebelión doctrinal luterana nunca hubiese pasado de ser una lucha entre sotanas.

La ASTUCIA de Lutero fue comprender que sin  ganarse al Poder Político de los Príncipes Alemanes para su causa su destino sería el de Savonarola, Huss y tantos otros que creyeron poder hacer girar de miedo la cabeza del Alto Clero Italiano y sus ramas europeas, todas íntimamente enlazadas  a la red que el Alto Clero Italiano había tejido en las naciones sujetas a la Autoridad Medieval Pontificia.

En nada, por ejemplo, cuando nace el Siglo de la Reforma  se diferenciaba la conducta Ética de los príncipes alemanes y el comportamiento Moral de los obispos alemanes. Así que, sin las Treinta Monedas de Plata a cambio de su Rebelión Armada contra la Iglesia Catolica, los príncipes a los que en su Manifiesto de Declaración de Guerra contra el Papado firmó Lutero, los príncipes electores alemanes no hubiesen movido un dedo para salvar al Savonarola Alemán de la hoguera.

La ASTUCIA de Lutero estuvo en comprenderlo, y ofrecerles a cambio A SUS EJÉRCITOS LUTERANOS todos los bienes de la Iglesia Católica.

En este sentido Lutero fue un ladrón de almas, y como tal llamó al Poder político a bendecir su  Asalto a la Iglesia. Impedido para entrar por la Puerta Grande del Papado, Lutero se juró entrar al Asalto por la Ventana del Monasterio, desde donde les abriría la puerta a los Príncipes, y derramaría sobre ellos la Bendición Papal Protestante que como Nueva Autoridfad Espiritual Universal cristiana él reclamaba: y una vez abiertas las puertas a las hordas protestantes les ofrecería como Treinta Monedas de Plata los Treinta Años de Guerra que les costaría apoderarse de los Tesoros del Templo.

Así pues, la “Reforma Protestante” como Movimiento Espiritual traducido en Fuerza Histórica empoderada para Producir la Regeneracion Moral del Alto Clero Europeo, según ha pasado a los libros de la Historia, no existió. Lutero encendió la mecha de una Rebelión Política enmascarada en razones religiosas. El hecho de haber Lutero tocado techo en su carrera ecleiástica, su ambición de seguir subiendo en la escalera del Papado, sabiendo que de los Monasterios salieron muchos Papas, Cardenales y Obispos, el verse, según su psicología : "tiránicamente oprimido", a ser un simple lector de las Escrituras en la Universidad de su pueblo, le cambió el chip. Aquella famosa Visita a Roma fue para el Fraile Martín un aconticimiento tan decisivo en su existencia como lo fuera aquella tormenta en la que viera el Diablo y viviendo el terror de los infiernos lo arrastró al Convento. Para poner u peldaño en la Escalera del Poder Pontificio en Roma había que tener pedigrí. ¿Y quién era él, Martín Lutero? El hijo de un minero.

El abogado frustrado despertó de su tummba. Pues que no podía seguir subiendo, ni poner un pie en la Escalera del Alto Clero, él, Martín Lutero, le prendería fuego.

Ser santo no era lo suyo. Ni quiso tampoco ser un demonio. Se quedó siendo un Judas. Vender a la Iglesia Católica por Treinta Años de Guerra era cosa de hombres. Lo que él era, un hombre sin Dios que se inventó un DIOS OCULTO en el que justificar el Crimen contra Humanidad que fue el asesinato en masa de cinco millones de almas, plus los millones de huérfanos, mutilados y viudas. ¿Y todo por qué? A la salud de su Frustración, reconvertida en Odio. EL que lo anunciaba no era traidor a su palabra. Estaba dispuesto a meterle fuego a Europa. Y Europa ardió en honor a su Palabra. ¿Cuál será el Juicio del Hijo de Dios contra este Nuevo Judas que no pudiendo venderlo a ÉL, vendió a su Pueblo Católico a los Príncipes de la Europa Cainita?

El Ladrón no entró por la Puerta; se coló por la Ventana. En verdadd tendríamos que culpar al sistema monástico por no haberle parado los pies a quien no fue llamado por Cristo al Sacerdocio, sino por el Diablo. Pues el que es Llamado por Cristo renuncia voluntariamente a este Mundo para ser su Imagen y Semejanza de lante de todos los hombres.

Como la Cabeza así su Cuerpo. Si la Cabeza es Santa, su Cuerpo es santo. Si la Cabeza es Virgen, su Cuerpo es virgen.

Y aquí es donde estaba la Necesidad de la Conversión Moral del Alt0 Clero a la Doctrina Sacerdotal de Cristo. Pues Cristo es Santo y si sus siervos son impuros, no pudiendo ser impura la Cabeza, porque Cristo es Jesús, por la Impureza de los siervos se entiende que la Iglesia no tiene más Cabeza que Jesucristo, y cualquiera que se declara Cabeza del Cuerpo de Cristo lo hace contra quien Dios.

La Jefatura de Pedro se refiere a la Doctrina Divina, pero jamás a ocupar la Cabeza del Cuerpo del Espíritu Santo, que es Dios en Cristo. La Caída del Alto Clero Italiano en este Error, declarar Sumo Pontífice Universal al Obispo de Roma, en base a cuya Declaración, siendo el Papa igual a Dios queda legitimiado todo su Cuerpo Cardenalicio para seguir el ejemplo de su Conducta Inmoral e Impura, fue la Causa del Grito de Reforma de los Miembros, que igualmente al pedir la reforma de la Cabeza, que es Cristo: acusabaa Cristo de Impureza, de esta manera por la Impureza del Alto Clero Pontificio vino a ser blasfemada la Iglesia, Esposa de Cristro, Señor y Rey de todos los Cristianos.

Aquí era donde estaba la Reforma, en la Declaración del Obispo de Roma como Siervo de Cristo y Jefe del Colegio de los Obispos en lo que se refiere a la Doctrina Divina del Evangelio de la Salvación. Reforma que se negó a hacer el Alto Clero Italiano en base a que si el Jefe era Santo no podrían encontrar en su Ejemplo justificación ante Dios sobre su manifiesta Impureza.

Ahí es donde estaba la Necesidad de la Reforma. En ningún caso, visto el Error en el que se hundió el Papado, error manifiesto en su Impureza durante la Pornocracia de finmales del Siglo XV, en la Declaraciòn del status del Papa como Obispo Infalible. La Infabilidad implica Pureza y Santidad a la Imagen y Semejanza de Cristo Jesús, Sumo Pontífice Universal ante quien todos los Obispos, desde el de Roma hasta el de Moscé, desded el de Londres al de Nueva York, y hasta el más humilde de los párrocos esparcidos por todo el mundo, doblan las rodillas como Siervos ante su Señor. Y nadie hay delante del Hijo de Dios más grand o más pequeño, sino más amado o menos amado según la Fidelidad de cada uno a la Causa de la Salvación del Género Humano.

Ignorar la Caída del Alto Clero del Siglo XV en este Error vergonzoso, causa de horror delante de Dios y de sus santos, no es de Historiadores de vocación. La conducta miserable y criminal del Alto Clero Europeo, en todo semejante a la de los príncipes y reyes europeos, pedía a gritos una Revolución Eclesiástica Interna que quemase toda la Impureza que se había abatido sobre esa Fe, preciosa como el Oro, que se corrompe, en palabras del Espìritu Santo, y la hiciese brillar con la Fuerza de su Señor y Dios, Jesucristo. Pero ... el Alto Clero, recreándose en el Barro de la Corrupción no estuvo dispuesto a Reformar su Conducta Impura. Y únicamente a costa de la Rebelión Protestante, fortzada por los Acontecimientos, se avino a oir el Grito de Dios, su Señor.

¿Cuál será el Juicio de ese Señor cuando los llame delante del Cielo y de la Tierra para pedirles en Juicio Final cuenta de los millones de seres humanos sacrificados a su Contra-Reforma en la Guerra delos Treinta Años, las Guerras de religiones de Rancia, de los Países Bajos y la Rebelión Protestante?

¿O acaso la Sotana abole el Juicio de Dios y por la Fe cae Dios de rodillas ante quien con la Sotana se entregó a los delitos por los que Dios destruyó el Templo de Jerusalén?

¿Entonces la Sotana es Igual a la Fe Sola protestante y todo ll que hizo el Protestantismmo fue, al investir con la Sotana a todos los creyentes, hacerlos partíipes de la salvación que pone de rodillas anta Dios y abole el Juicio de su Hijo?

Pero... si la Sotana justifica todos los delitos de los que sin la Sotana Dios abomina, el Juicio Final será una Farsa.

Farsa que pagarán con sus almas, si el Hijo de Dios procede en su Omnipotencia y Todopoder a firmar el Destierro de la Creación por la Eternidad a todos los que le odian como a quienes por su Causa fue Blasfemado el Nombre de Dios... tanto Papas como Patriarcas, reyes como emperadores.... Pues escrito está: Los hijos del reino serán expulsados y los de fuera vendrán y se sentarán en la Mesa del Señor.

El que se crea Infalible que siga en su Error. Mi Padre juzgará a todos según Verdad y no según las máscaras tras las justifican su impiedad e impureza quienes creyendo que por decir Jesùs es el Señlor o vestir una Sotana ya han abolido el Juicio de Dios.

Dicho esto tenemos que viajar por los siglos y deshacer los mitos que los victoriosos Rebeldes tejieron en las redes universitarias abrazadas a las iglesias nacidas del Protestantismo con el fin de ocultar la Verdadera Naturaleza de la División Fratricida de una Europa que había caminado junta, aunque con sus más y sus menos, por la carretera de los 1200 años pasados desde el concilio de Nicea hasta el Concilio de Trento.

Los libros de la Historia Universal, aun cuando quieran ignorar la existencia del Cristianismo como el Poder Espiritual Creador de la Civilización Europea, de la cual surgió el Mundo Moderno, si no por honor profesional al menos sí por deber académico, y aun cuando lo hagan a regañadientes, se ven “oprimidos y tiránicamente obligados” a hablar de la existencia de esa Fuerza Colosal, la Iglesia Católica, que sacó a la Civilización de la Barbarie y la puso  a las puertas del Renacimiento.

Los historiadores contemporáneos a fin de no ser tachados de conservadores suelen achicar la influencia del Catolicismo en la Creación del Renacimiento hasta convertirla en una línea casi invisible, que de todos modos, siempre según sus eminencias profesionales universitarias,  sí que fue, la Iglesia Católica, la causa todopoderosa de las Edades Oscuras. La contradicción no le supone a la mediocridad intelectual de los historiadores académicos profesionales ningún complejo.

Según los tales, historiadores de profesión, el Cristianismo fue un cero a la izquierda en la creación de las fuerzas determinantes de la explosión renacentista, pero sí que fue un poder oscuro omnipotente bajo cuya influencia maligna la civilización se mantuvo en las edades medievales más de lo que Europa se mereció, Poder del que, de no haberla liberado la Rebelión Protestante, Europa posiblemente nunca hubiese escapado de la “Red Demoníaca de la Gran Ramera Católica” (un lenguaje muy de discípulos de Jesucristo, por supuesto, que sigue la norma “Ama a tus enemigos”).

Y dicen y enseñan estos intérpretes de la Historia Europea del Siglo XVI, en esa frustración desesperada suya de quien esperando un Novel a la Mediocridad Absoluta y Discapacidad Intelectual más servil a los intereses políticos de las iglesias protestantes se han visto  relegados a la posición de eternos aspirantes, que su palabra va a Misa, y si no va a Misa se extermina la Misa, porque el verdadero Origen de la Verdad no es el Templo sino la Universidad.

El Hecho Histórico Vital es que la Iglesia Católica, y durante  los primeros quince siglos del Cristianismo decir Catolicismo era decir Europa, durante esos siglos el Cristianismo no conoció jamás la Paz.

Desde su inicio fue perseguido por los Judíos. Desde su Infancia fue atacado por el Imperio Romano sin tregua ni cuartel.

Nació al aire libre y se crió en las Catacumbas. Cuando se echó a andar no tuvo miedo al Martirio.

La Civilización fue sometida a una transfusión de sangre vivificadora, según ya se le anunciara a Europa: “El primer Hombre fue alma viviente: el último, espíritu vivificante”.

La Sangre Católica regó un cuerpo que estaba muriendo bajo la presión de los siglos, lo reavivó, lo conquistó, y le dio las fuerzas para  mantenerse vivo para combatir a la Gran Bestia que se avecinaba desde el Lejano Oriente, y venía a no dejar piedra sobre piedra. Pero durante esos siglos de preparación para el día después de la Caída del Imperio, que ya se les aniunció a los Padres de la Iglesia, y sabían que habría de suceder, pues así se les dijo: “Apartaos de la Gran Babilonia, la Ramera que comercia con todas las naciones de la Tierra”; mientras esperaban que sucediese, pues la Palabra es Dios y Dios dice y así se hace, los enemigos le salieron a la Iglesia Católica de sus propias filas.

Levantaba Ella una piedra y le salía otro enano mental con complejo divino elegido para ser el próximo Obispo de Roma, y si no... ¡le metía fuego al mundo!

La Historia de las batallas contra los “elegidos” que durante los Cinco Primeros Siglos libró la Iglesia Católica, hasta su Victoria durante la Jefatura de Gregorio I, está escrita. Judaísmo, Gnosticismo, Donatismo, Montanismo, Pelagianismo, Maniqueísmo, Arrianismo… Todos los Enemigos de la Iglesia Católica tuvieron un denominador común. El Odio a la Iglesia Católica.

Ese mismo Denominador Común resucitò de la Tumba y poseyó el Cuerpo del Protestantismo. Todos los historiadores, de vocación o de profesión, a pesar de sus deferencias, lo reconocen, la única seña de identidad entre todas las iglesias nacidas de la Reforma Protestante, fue el Odio a la Iglesia Católica. Entre ellas se devoraban, se odiaban, se mataban, se perseguían, rivalizaban entre ellas por ser la más criminal, la más fanática, la más celosa de su credo herético. Pero en el momento que sobnaba el Cuerno de Guerra a la Iglesia Católica todas se ponían en filas y obedecían la Misma Consigna de Guerra a Muerte a los Católicos. La Voz del Dios Oculto de Lutero y Calvino, los dos hijos del Infierno, en cuanto sobana a Guerra a la Ínfame, reducía a silencio toda la Doctrina del Hijo de Dios: Amarás a tus Enemigos, No juzgues a tu prójimo, No le condenes, etcétera etcétera etcétera...

Al parecer, la Doctrina de un loco.

Como no podía ser de otro forma. Veamnos su razonamiento.

La Sabiduría de Dios es locura para los hombres.

La sabiduría de los hombres es locura para Dios ...

Por consiguiente si soy declarado loco es que vengo de Dios.

A este juego de palabras se redujo la Razón del Protestantismo. Hacerse el loco para culpar a Dios, por hacerle Sabio, y asi enmascarar la locura del hombre, ésa que delante de Dios es llana y simplemente la más maligna de todas las locuras: El Odio al Hermano.

El Protestantismo era Caín. El Catolicismo era Abel. Servido el Odio, prendida la Mecha de la Guerra a Muerte.

De todos modos, no quiero polemizar, levantar tumbas, invocar fantasmas. En próximos capítulos habrá tiempo. Conste afirmar la Palabra del Fundador de la Iglesia de los Obispos: “Si a mí me han perseguido, a vosotros y también, porque como yo no soy de este mundo tampoco vosotros, por amor a mí, lo sois”. 

Innecesario decir que esas Palabras no se circunscribieron a sus Doce Apóstoles; la Iglesia Católica y el Cristianismo estaban comprendidos en su profecía. Pero no ya sólo para aquéllos siglos. La Iglesia Católica y el Cristianismo están siendo perseguidos al día de Hoy, XXI siglos después, delante de nuestros ojos. Y sin embargo la Palabra sigue siendo Dios:

“No somos de este Mundo”. “Por eso el Mundo (n)os odia”.

¡Nuestro Mundo, es Su Mundo!

Ésta ha sido la Doctrina de los Santos desde que los Apóstoles delante de sus verdugos confesaron “Sí: Creemos en el Hijo de Dios, se encarnó en la Virgen María, murió y Resucitó al tercer Día, está sentado a la Derecha de Dios como Rey, Señor y Juez, y vendrá  juzgar a vivos y muertos”.

Por repetir esta Confesión están siendo asesinados Hoy Día miles de Cristianos en numerosas naciones que piden la Tolerancia para sus religiones en nuestras tierras mientras en la de ellos masacran a nuestros hermanos sin misericordia ni piedad.

“Dios juzgará a vivos y muertos”.

Lo creímos Ayer, lo creemos Hoy, sin la Iglesia Católica no existiría ni Cristianismo contra el que Rebelarse ni Fe con la que hacerse rico mediante la predicación protestante.

Esta es la Negación de los Historiadores Contemporáneos y de los Políticos Vivos que se tragan sin ahogarse el elefante de la Persecución contra los Cristianos mientras se ahogan con el mosquito de la Crítica contra los Verdugos.

 Esto expuesto, a saber, que  la Cristiandad  hubiese vivido en una paz armoniosa y felicidad edénica desde su Fundación al Siglo XVI, se entiende que la Rebelión Protestante y la División Fratricida del Norte contra el Sur entre las naciones de la Europa Católica fue un Capítulo más en el Gran Libro de su Historia. Tanto las naciones europeas como sus iglesias vivieron esos  16 siglos bajo constante estado de exterminio y sufrimiento civil interno.

 Si recogemos la dialéctica propia de aquellos tiempos y volvemos a comparar a la Iglesia con una Barca,  no nos equivocamos diciendo que esa Barca estuvo siempre en peligro de hundimiento.

Ni nos engañamos al comparar ese Peligro con el Capítulo de Jesucristo en la Barca con sus Apóstoles. De no haber estado Él con Ellos, ¿no se hubiesen hundido?

Pero Él estaba con Ellos.

En este orden Divino la Rebelión Luterana se puede comparar a la de quien desde la playa contempla cómo esa Barca es zarandeada por las olas, espera que hunda, salta y grita de alegría en su ignorancia, malicia y odio de quién es Ese que duerme tan campante sobre las redes de aquellos Pescadores: ni más ni menos que el Todopoderoso Hijo de Dios, Creador de la Luz del Génesis.

Hoy, cinco siglos más tarde, después de haber sufrido la Guerra Civil del Caín Protestante contra el Abel Católico en la Llamada Guerra de Exterminio de los Treinta Años, no parece que esa Barca Católica se haya hundido.

“Hombres de poca Fe. Judíos, Romanos, Bárbaros, Hunos, Musulmanes, Turcos, y vosotros mismos como un Caín al rojo vivo sediento de SANGRE CATÓLICA, ¿y aún creéis que el Hijo de Dios va a saltar de esa Barca y dejar que los Pescadores se ahoguen?”

Generación rebelde, Arrio, un siervo de la Muerte que no pudo aceptar la Verdad que la Creación entera clama con Aleluya todopoderoso: “Tú eres el Hijo  Vivo de Dios”, ése fue vuestro padre. Desechasteis la Fe y abrazasteis la Razón.

Arrio fue el Primer Protestante. “Cristo, dijo, no fue más que otro hombre, más santo, más bueno, más perfecto, adornado de todas las virtudes de los dioses, pero un hombre al fin y al cabo”, esto dijo el miserable.

Porque la Razón Sola no puede entender la Confesión de la Fe: “Una Virgen dará a Luz y su Hijo será llamado Dios con Nosotros”. Por esto no fue la Razón la que conquistó al Imperio, fue la Fe. 

Y vosotros, generación rebelde, discípulos de Arrio, quisisteis conquistar a la conquistadora invocando a vuestra diosa: “La Razón Sola”. Y como vuestro maestro hundió al Viejo Imperio en una guerra civil religiosa, así vosotros hundisteis al Nuevo Imperio en vuestra guerra civil religiosa.

¡De tal palo tal astilla!

Un Capitulo más que abristeis en el Gran Libro de la Historia Universal del Cristianismo.  Que aún continúa, pero cuyo Fin ya está escrito.

“Hombres de poca Fe”, y  hablándole a los vientos, la mar se calmó. Ese será vuestro Fin.

Y este vuestro Epitafio: Lucharon contra las Puertas a las que Dios bendijo, diciendo: “Las fuerzas del Infierno se estrellarán contra tus muros”, y se estrellaron.

Mas aunque nacidos para fracasar, el destino al que se acogió aquella generación rebelde, la Predestinación por encargo de la Eternidad, los arrastró a seguir jaleando lo Imposible, que Aquel que dormía tan feliz en la Barca no se despertase. ¡Esperanza  de necios! El Maestro siempre estuvo allí. Constantino, Clodoveo, Carlos Martel, Pelayo, Carlo Magno…Orígenes, San Agustín, los Crisóstomos  el Rey de Europa siempre estuvo ahí. Siempre estará y será “Dios con Nosotros”. 

Quien por tanto cree que la Iglesia Católica Europea, contra la que aquella generación rebelde se levantó en Guerra Fratricida a muerte, vivió durante quince siglos muriéndose de risa al sol de una Paz interminable, este pobre ignorante  padece la posesión de un cerebro aquejado de una discapacidad intelectual motriz muy perniciosa.

Quien enseña la Historia de la Civilización alienando Estado e Iglesia olvida que la Religión Católica tiene por Rey y Sumo Pontífice Universal a la misma Persona:  “Jesucristo, Dios con Nosotros”.

El Enfrentamiento a muerte entre Estado e Iglesia que la Rebelión Protestante apadrinó fue, a corto plazo, el principio y el origen de las guerra de los Treinta Años, y, a largo plazo, el origen de las Guerras Mundiales. El Odio que Sembró entre las Naciones Europeas el Protestantismo perduró durante los cinco siglos siguientes, y envenenó las Relaciones Políticas entre los Estados Europeos hasta arrastrarlos a la Orgía de las Guerras Mundiales, desatadas en Europa y extendidas al resto del mundo.

Hoy un nuevo enemigo ha despertado de la Tumba, el viejo Fantasma del Comunismo, despertado por el Socialismo bobalicón y necio que recorre Europa y el Mundo, asociado en ALIANZA DE CIVILIZACIONES al otro Enemigo a Muerte de Reino de Jesucristo en la TIERRA, en cuyas naciones los Cristianos son perseguidos a muerte, se han unido para democráticamente extirpar la Fe del alma ddel Hombre. La Batalla Final, profetizada desde el Principio, ha comenzado.

La Victoria es Nuestra, porque Nuestra Alianza no es con hombres, es con Dios, y su Juramento, en forma de Testamento, vive: Tu Descendencia se apoderará de las puertas de sus enemigos.

He aquí que firma un hijo de Dios, de esa Descendencia. Yo, Cristo Raúl de Yavé y Sión. Os digo : Deponed las armas, renegad de vuestras esperanzas de un mundo sin Ley Divina y Natural. La Tierra nos pertenece, el Mundo es nuestra Heredad. La Historia es nuestro Campo de Acción y la Eternidad nos abre el paso. La Gloria es de Nuestro Rey, Jesucristo, y a Él y sólo a ÉL lo le toca regir el Futuro del Género Humano acorde a su Sabidurìoa y Todopoder.

Vuestras esperanzas son ilusiones que se desvanecen ante el viento del Espíritu que se ha levantado y comienza a soplar su Sabiduría por todas las naciones. Dios no ha abandonado jamás a sus hijos, no ha renegado nunca de su Creación.

¿Creéis que donde fracasaron y se estrellaron imperios podréis conseguir con vuestra Alianza entre Bestias exorcizar del Hombre el Espíritu de su Creador?

Vuestros días de Gloria y de Poder están contados por ghoras, vuestras horas son minutos, se acerca vuestro Fin, el Fin de todos los que han gobernado la Tierra a hierro y fuego, de todos los que habeis creado vuestra gloria sobre la sangre de sus semejantes.

Habéis visto la Barca zozobrar bajo la tormenta de la corrupción de algunos y os habéis puesto a jalear su Hundimiento. La Voz ya ha sido oída: Señor que nos ahogamos.

Y la respuesta ha sido dada: Hombre de poca Fe, ¿de qué tienes miedo? Yo haré una Maravilla, y todo ojo la verá, deja que salten de alegría durante el tiempo que les ha sido concedido, el rayo caerá sobre todos los que estén celebrando lo que debieran estar lamentando y rogando a Dios por sus vidas. Hay una horca para Judas, y como se multiplican los panes y los peces los que no crean pondrán sus cuellos en ellas. De Dios es el Juicio, de los hombres doblar sus rodillas delante de quien tiene el Poder de Condenarlos o darles la Vida eterna. Lo demás, a tí, ¿qué?

Yo he dicho : Hágase en mí según tu Palabra.

16/11/2020.