EL PENSAMIENTO DE CRISTO

EL ESPÍRITU DE LAS BIENAVENTURANZAS

 

 

En ninguna parte visualizamos  mejor la fuerza humana de Cristo que en su encuentro con las muchedumbres. Esa imagen de un Jesús teólogo sus músculos exclusivamente relacionados con su cerebro es un espejo que se hace añicos  desde el momento en que Él se vuelve a la muchedumbre y les habla directamente. Sea desde una barca, sea desde un monte el fenómeno de la potencia de su voz admiraba a las miles de personas que le perseguían y despertaba en ellas el hecho de encontrarse ante una Milagro hecho carne. Esto se ve con toda claridad en el episodio de la Parábola del Sembrador, Capítulo 13 de San Mateo. Las muchedumbres le persiguieron hasta dar con Él en la playa: se sube Él a una barca y desde la barca comenzó Él a hablarles. ¿Era un general de los tiempos clásicos, un Julio César o un Alejandro Magno desde el caballo dirigiéndose a sus ejércitos, en formación y presto para lanzarse sobre la yugular del enemigo, quien se dirigía desde una barca a las muchedumbres sentadas en la playa? ¿Cuál era la potencia de la voz de aquel Predicador de Parábolas? ¿Cuál era el volumen de su caja torácica? ¿Desde una barca se dirigía a muchedumbres estacionadas en la playa y estas  escuchaban su voz como si surgiese de un equipo actual de sonido en pleno concierto al aire libre? ¿Se sube Jesús a un monte y desde la cima, contra la teoría de la dispersión de las ondas de sonido, las muchedumbres a los pies del monte oyen su Voz como si estuviese Cristo hablándoles cara a cara? ¡Cómo no maravillarse! Aunque no entendieran nada de sus Parábolas. El Milagro era Él. Él era el Milagro hecho Carne : “DIOS CON NOSOTROS”.

Antes de penetrar en su Doctrina veamos este Milagro desde los dos  ángulos, del Humano y el Divino. Jesús era “el Hijo de Dios”, pero era también “el hijo del Hombre”. En la Historia Divina de Jesucristo se ve a ambos. En cuanto hombre el hijo de José y María de Nazaret a la altura de los 30 años en que abandona su casa es una persona de un cuerpo físico labrado con dureza. A la muerte de José, esposo de María, y de Cleofás, hermano de María, padre de los hermanos de Jesús, Jesús queda al frente de la familia de los hijos de su tito Cleofás. Aquéllos fueron tiempos duros. No es ninguna casualidad que la muerte de Octavio Augusto y la entrada del Niño Jesús en el Templo para descubrirse ante los Doctores como el Heredero de David y Mesías Rey tuviese lugar en el mismo año, 14 d.C. La Edad de Oro de Augusto llenó el Imperio con su existencia. Una estrella humana se apagaba, una estrella Divina se encendía en el mundo. Para el Hijo de Dios aquella muerte era la Señal que había estado esperando para revelarse a Jerusalén, reunir a todos los hijos de Abraham y restaurar en la Tierra el Reino de Dios. En el momento en que  la noticia de la muerte de Octavio Augusto llena el Imperio, Jesús, un Niño, cree llegado su Tiempo, y entra en Jerusalén dispuesto a salir del Templo con la corona del rey David, a cuyo hijo Dios le prometió el Reino Universal.

Ya sabemos lo que sucedió. El Hijo de Dios salió del Templo con la Cruz de Cristo, el Siervo de Dios en cuya Sangre iba a ser Redimido el Mundo. Desde ese día el Niño  encontró en la obediencia a su padre humano y en el trabajo físico la fuerza que le permitió a su Mente vencer aquel shock: ¡¡Su Padre lo había enviado a la Tierra para ser Crucificado!!

Pero si Jesús era el Primogénito de su padre José, y el Unigénito de María, su madre, y heredero de la propiedad que había heredado de su abuelo Jacob de Nazaret, ÉL era también el “hermano” de “Santiago y José, Simón y Judas”, amén de las hermanas de éstos, que “estaban todas entre ellos”. Cleofás muere pronto. José también. Le tocaba a Jesús, como cabeza de la familia, sacarlos a todos adelante. Carpintero por pare de padre y propietario de tierras por parte de madre, aquella familia numerosa no pasó jamás hambre. Pero no se debe ignorar que sólo a base de trabajo duro y constante él y su hermano Santiago triunfaron, casaron a sus hermanas y  hermanos, con tan buen éxito que a la edad de 30 años, Jesús quedó libre de toda obligación familiar.

Los tiempos obligaban a trabajar duro. Tanto que consumió a José, el esposo de María. La muerte de Octavio le descubrió al Imperio la realidad. Las guerras de Roma y su transformación en mármol habían dejado exhausto el Tesoro. La presión fiscal a la que Tiberio sometió a las provincias del Imperio se cebó en las familias numerosas. La de José sufrió el mismo castigo. Cuando José muere el peso de la Familia de María, que comprende a los hijos e hijas de su hermano Cleofás, recae por completo en los brazos de Jesús. A la altura de sus 30 años, edad en la que Jesús quedó libre de toda carga familiar, Cristo era todo menos un enclenque “rabino”. Sus músculos y su cuerpo habían sido forjados en la fragua del trabajo duro constante, sin descanso. Era también Nazareno, es decir, no probaba el vino desde las entrañas de su madre. Era virgen, no había conocido mujer. Cuando Jesucristo se presenta delante de Juan Bautista su cuerpo era el de un trabajador con huesos de acero y músculos de hierro.

Y no obstante esto semejante constitución física no  justificaba ante ninguna persona el Milagro de la Potencia de su Voz. Desde la cima de un monte se dirigía a una muchedumbre, y ésta, como si fuese al contrario, quien se encontrase en los pies del monte fuese El y en la cima estuviese la muchedumbre, creando un espacio de teatro griego; la muchedumbre recogía la Voz del Mesías como si les estuviese hablando cara a cara. Nadie podía comprender aquel Milagro, (hoy lo llamaríamos “fenómeno paranormal”). Ese Milagro era parte de Su Personalidad Divina. Ese quien les hablaba a las muchedumbres desde una barca en la playa y desde la cima de un monte, y todos los que le veían le oían como si le tuviesen al lado, Ese era el mismo “Dios y Señor” que abriendo su Boca dijo “Haya Luz”, y la Luz se hizo. Y alzando su Voz a los Cielos les dijo a las estrellas que separasen la Luz de las Tinieblas. Y llamando a los hijos de Dios les dijo “Hagamos al Hombre a nuestra Imagen y a nuestra Semejanza”. Y estaba allí, con ellos, le tenían delante. No podían entender este Milagro. Sólo sabían que “Dios estaba con ellos”. La Vestidura humana no podía encorsetar al Hijo de Dios, quitarle su Naturaleza, privarle de su Libertad, rebajar su Gloria, reducir la Naturaleza del Creador a la Naturaleza de su Creación. Nadie lo comprendía, lo vivían. Era todo lo que entendían. Aquella Voz  era la del Omnipotente Hijo de Dios. Cómo era posible, no podían explicárselo a ellos mismos. Sólo sabían que lo estaban viviendo, y esta vivencia era todo, superaba cualquier experiencia humana. Andar al lado del Hijo de Dios, comer junto al Señor Jesús, escucharle, compartir con Él el día a día, ¡¡cómo desterrar del alma esta Vivencia!!

Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos tocando al Verbo de vida, porque la vida se ha manifestado, y nosotros hemos visto y testificamos y os anunciamos que la vida eterna, que estaba en el Padre y se nos manifestó; lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos a vosotros, a fin de que viváis también en comunión con nosotros. Y esta comunión nuestra es con el Padre y con su Hijo Jesucristo.

Era imposible narrar aquella experiencia con otras palabras. Los Discípulos vivieron aquella Vivencia de primera mano. Ni la muerte, ni las torturas, ni las privaciones, nada en este mundo era suficiente para borrar de su almas aquella Realidad. Dios había estado con Ellos, entre Ellos. Habían tocado, habían reído y llorado con el Hijo de Dios en persona. El Unigénito del Dios de Moisés y Abraham, se había hecho hombre y Ellos habían convivido con el Señor de la Creación de su Padre como quien vive con un Amigo. Desde este lado de la Resurrección, lo que antes de la Cruz no podía explicarse y el entendimiento se vaciaba para llenarse de la Fe, Sí se hacía comprensible. La Envoltura Humana no podía  encerrar entre sus barrotes la Gloria del Hijo de Dios.

Este Hijo del Dios Señor de Moisés, Amigo de Abraham, y padre de Adán, era quien  desde la cima de un Monte y desde la barca  sobre las aguas se dirigía con su Voz Todopoderosa a las muchedumbres, diciéndoles:

 

“Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.

 

Dios bendice, no condena. Dios bendice, no maldice. Dios enseña. Por esto escribe el Espíritu Santo : “Los enseñaba”.

A ser Pobres de espíritu.  A ser mansos. A llorar. A tener hambre y sed de justicia. A ser misericordiosos. A ser limpios de corazón. A ser pacíficos. A padecer persecución por la justicia. A soportar insultos y maldiciones y persecución por causa de su nombre.

Doctrina Divina abierta a la interpretación de cada cual. Pues quien lee tiene su propia mente. Doctrina interpretada por los santos que en el Espíritu vivieron la Doctrina del Reino de Dios que el propio Dios puso en la Boca de su Hijo. Pues antes de enviarle de su Mundo al nuestro se la dio a conocer, y encarnándose se hizo Hombre en Él, que por esto se dice : “La Palabra  se hizo Hombre, y la Palabra es Dios”, pues quien la trajo al Mundo era Dios Hijo. Doctrina para muchos dura de entender. Para otros tan clara como el agua cristalina que baja de las montañas que tocan el cielo.

No todos entienden esta Pobreza de Espíritu que se gana la bendición divina. Y que podríamos incluso traducir a la perfección llamando a Sócrates a que nos repitiese su Declaración de Pobreza “Sólo sé que no sé nada”.

¡Cómo atreverse a plantarse delante de Dios sin esta pobreza del que ante Dios ¿qué es lo que él sabe?! ¿De qué Poder puede preciarse el hombre ante este Creador a quien siguen las galaxias como rebaños a su pastor y protegidas de todo lobo por su Honda Todopoderosa se internan en montes lejanos sin miedo a perderse en el Infinito? Desnudo creó Dios al Hombre. El Poder, la Inteligencia, los Vestidos que lo hacen hermoso no proceden de la tierra, sino de su Espíritu. Todos somos pajarillos que vuelan en el Tiempo. Aspiramos a renacer como Fénix en el Paraíso de nuestro Creador; Él es el sentido de nuestra existencia. Poder, Ciencia, todo viene de Dios. ¿Quién se atreverá a callar a Dios? ¿Quién es el bruto ignorante que teniendo a Dios por Maestro se va a buscar maestros entre los hombres? No somos nada sin Él; con Él lo somos todo. Somos esa Muchedumbre que se sienta a los pies del Hijo de Dios.

En el Principio nos dio Dios a sus hijos por Maestros, por dioses nacionales, pero al Final nos dio, no a una nación sino a todas, a su propio Hijo Unigénito. Le dio a Israel a Moisés por Maestro hasta la llegada del hijo del Hombre, el hijo de Eva que recogería el Cetro de su padre Adán y le partiría la cabeza al asesino que matándole le abrió a la Muerte la puerta de nuestro mundo. Nacido el Heredero de Eva, madre de David, quiso Dios glorificar a su Hijo dándole el Reino de la Tierra y del Cielo, a la par que declaraba vana toda doctrina de los hombres sobre la Divinidad, y alzaba la de su Hijo como la única Verdadera religión a la luz de cuya Doctrina vive toda la Creación.

La muchedumbre se sienta. Callamos. Oímos. Amamos. Comemos y bebemos su Palabra. Él es la Puerta del Paraíso. Él es la Fuente de toda Ciencia y Conocimiento, de todo Poder y Justicia, de todo Derecho y Sabiduría. Es el Dios que dijo “Hagamos al Hombre a nuestra Imagen y a nuestra Semejanza”. Él es la Imagen a la que todos los hijos de Dios fueron formados por Dios, Padre de todos.

No tenemos nada fuera de su Imagen en nosotros. Él es Todo en nosotros, nuestra Ciencia y nuestra Futuro vienen de Él. Toda ciencia tiene un límite. Todo Poder un muro. El abre la Inteligencia de su Creación a Dios, El derriba los muros que la Civilización no puede superar. No hay que renunciar. Hay que sentarse entre la Muchedumbre. Ser uno más. Él da. Lo que buscamos está en Él. Pero primero está el alimento del Espíritu y luego el del cuerpo. Si no te sientas, no comerás de los panes y los peces. Si no buscas en Él la respuesta que persigues no encontrarás la llaves que te permitirán cerrar tu ciencia. No está lejos de ti ese descubrimiento. Insiste. Sin impaciencia. Quien te creó y te ama te conducirá a la meta. No sabes nada. Todo lo que sabes viene de Él. Descansa, siéntate. Escucha, ama. Cuando te levantes lo harás con el secreto más recóndito, que recogerás tú por amor a todos, en su Nombre, para que todos glorifiquen su Nombre y en su Nombre todo el Género Humano encuentre a su Creador y Rey, ese Jesús que está en lo alto del monte, rodeado de sus Discípulos íntimos, hablándole a la muchedumbre, hablándonos a nosotros, la muchedumbre:

 

 “Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra”.

 

¿Qué es la mansedumbre? ¿Es contraria a la inteligencia? ¿Es un degradante de la libertad?

La oveja mansa se deja llevar por su pastor sin preocuparse siquiera de adónde va. Su pastor la ha conducido siempre a buenos pastos y jamás la ha abandonado en los riscos, expuesta a los lobos. Su pastor chifla y ella va adonde su pastor la conduce sin que sus músculos se resistan, al contrario, alegres se mueven y alegre sigue al rebaño, porque sabe el rebaño que su pastor es su señor.

¿Quién le tiene miedo a Dios? El Temor que pide la Ley no es el Miedo a Dios. El Temor del Espíritu es esa fuerza que crea pánico en el que ama ante la idea de la pérdida del ser que ama y por el que es amado. Este es el Temor que pide la Ley. Este Temor es engendrado por el Amor. Viene con el Amor. Pues la perfección del Amor está en el Conocimiento del Ser Amado.

Quien ama de verdad con amor verdadero ama a la Persona que vive en aquel que ama. Amar al Amado es amar su Personalidad. No se puede amar a Dios por Temor a su Omnipotencia y Todopoder y odiar su Personalidad.

Poder, sí se puede. Es lo que hizo la parte de la Casa de sus hijos que se alzó contra su Personalidad, Fuente de su Ley y Justicia. En este caso el Temor se perdió en base a que el Amor del Padre sería superior al Poder de la Ley. ¡Error Maligno! Ahora bien, el Temor es tan Verdadero cuanto lo es la Personalidad Eterna de Dios.

El Padre y Dios son la misma Persona. No se puede dividir en Él ambas realidades. Quien ama al Padre ama a Dios. No se puede pretender disminuir a Dios para que aumente el Padre. La Personalidad en Dios es Indivisible. El Padre y el Creador son el mismo Dios. En el Amor a este Dios el Temor se hace perfecto por en cuanto diluye el Miedo y todopoderiza la Filiación, que deviene Verdadera por el Amor del Creador a su Creación, quien responde a nuestro amor con Amor de Padre.

El Temor a Dios es la expresión de este Amor Verdadero entre Creador y Creación. No existe el Miedo. La Creación sigue a su Creador con la mansedumbre alegre del rebaño de galaxias que se extienden por los horizontes infinitos  movidas por la Fuerza de su Creador Eterno. No hay destrucción. No hay Miedo a la Muerte. No hay miedo al engaño. El Pastor Divino no conduce a su Rebaño al precipicio. No nos ha llamado al Monte para precipitarnos en los infiernos. Nos sentamos en Muchedumbre a su alrededor porque vemos su Corazón. Por nosotros está dispuesto a subir a la Cruz. Es su forma de decirle a su Creación, a nosotros la Muchedumbre, “El Amor de Dios por vosotros vence a la Muerte. No tengáis miedo a vivir eternamente. Dios es Amor. El Amor del Creador por su Creación es Eterno. No penséis que no podéis comprender la Eternidad. No tenéis que comprenderla, tenéis que vivirla. Miradme a mí, que soy manso de corazón. Habéis sido creados a mi Imagen y Semejanza. No le tengáis Miedo a Dios. Venid todos a su Reino, mi Paraíso, mi Universo. Sólo vida, y vida abundante os aguarda. Venid conmigo. No me tenéis miedo a mí, no le tengáis Miedo a Dios. No os preocupéis por lo que será de vosotros en la Eternidad”.

Descartes, y con él la Edad Moderna, despreciaron la pobreza de espíritu y expulsó la mansedumbre del corazón humano. La Duda sobre la Personalidad Inmutable Divina desplazó el temor Natural al Amor Verdadero y trajo el Miedo a ese Dios Todopoderosos contra el que el Dios Oculto del protestantismo lanzó aquel Exorcismo de la Predestinación ad eternum según cuya doctrina satánica nada tienen que temer de dicho Dios Diabólico quienes se llevan la parte de Caín.

Lo cual nos pone delante de la realidad. Mansedumbre respecto a Dios, hasta el infinito, pero existen los lobos. Éstos se visten de pastores para engañar al rebaño y darse el festín con las ovejas más rollizas. Es lo que hizo Satanás en el Edén, vestirse de Enviado de Dios para  anunciarles a Adán y Eva el fin de la Prueba, “no comer del Árbol de la ciencia del bien y del mal”, cuyo fruto es la Guerra. De entonces en adelante la Guerra sería el caballo de batalla sobre el que la Muerte extendería su imperio sobre las Cuatro Regiones de la tierra. El engaño condujo a la Guerra Fratricida Civil. Acontecimiento que se repitió en la Historia del Protestantismo. Engañados los Cristianos por los Pastores del Diablo las naciones hermanas se lanzaron a devorarse en la Guerra de los Treinta Años.

Cierto, y he aquí el Juicio del Espíritu, el Señor juzgará a los siervos indignos acorde a sus acciones. Los pastores que debían cuidar el rebaño de las naciones celebraron orgía en la Ciudad llamada Eterna. De haber estado los pastores despiertos y vigilantes, y no consumiendo sus horas en tinieblas, esos lobos con pieles de pastores no hubiesen consumado su delito. Por este delito los siervos indignos serán juzgados tan duramente como los que sirvieron al Diablo, el señor de los lobos. Pues unos por activa y otros por pasiva todos sirvieron al mismo señor de las tinieblas.

Dicho esto, entendida la Mansedumbre como Amor Verdadero al Espíritu de Dios, nuestro Maestro sigue hablándonos:

 

“Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados”.

 

Bendición sobre bendición. Llorar en la impotencia es mejor que declararse por la venganza. Sufrir por la injusticia recibida es mejor que el odio.

El dolor si no es dejado libre endurece el corazón y la carne deviene piedra. ¿No lloró acaso Dios la Pasión de su Hijo cuando sus lágrimas cayeron sobre el Templo, partió en dos su cúpula y aplastó a quienes matando a su Hijo creyeron encontrar refugio en la Casa del Padre cuyo Hijo habían asesinado? A la demencia le sumaron locura. Por esto maldijo Dios, Señor de Moisés y Padre de Jesucristo, a quien se atreva a reedificar ese Templo.

Esto dice el Espíritu “No pongas Jerusalén tu mano sobre esas piedras. Lo que Dios maldijo no te atrevas a bendecirlo tú, Israel. Lo que el Santo de Abraham destruyó sólo el Diablo puede atreverse a reedificarlo. La Iglesia Católica levantará Templo y con su Bendición será Israel redimido de su Gran pecado. Ora y conviértete al Rey, el Hijo de tu Dios, Señor de Moisés, Amigo de tu padre Abraham”.

¿Lloran las piedras? El firmamento abrió sus compuertas y se tragó un mundo. Las nubes siguieron su camino y el sol volvió a lucir su estrella. Los volcanes abren su boca, entierran ciudades y hunden islas en los abismos. La tierra se calma y los océanos la gozan. No sufren injusticia. No tienen corazón para ser traspasados, ni alma para ser abierta en canal. Llorar la soledad, la ausencia, es cosa de los vivos.

¿Lloran las bestias por la cierva que está siendo devorada por la leona? ¿Se inquietan los búfalos por sus hijos atrapados en las mandíbulas de los cocodrilos? Las lágrimas son cosa de los Vivientes a Imagen y Semejanza de Dios.

Quien no llora deviene un monstruo. Su corazón se convierte en una piedra. Mata sin pestañear; ya no es un humano, es una bestia. Comete genocidio sin dejar de dormir; renunció a la Humanidad, es una bestia inmunda. Dios no permitirá su existencia en su creación. Será desterrada de su Universo.

Esta es la personalidad de Dios. Dios no ordena la Muerte de los Infieles, es el Diablo quien inspira a matar a quienes no creen en lo que tú crees. Poderoso es Dios para hacer que de la piedra surjan las aguas de esas lágrimas que elevan hasta la vida eterna. Quien no se sienta en la Muchedumbre a los pies del Hijo de Dios, no verá el Paraíso.

El Consuelo no es del Odio ni de la Venganza, sino de Dios. ¡Si no lloramos cómo seremos consolados! ¡Si no lloramos cómo sentiremos el dolor ajeno! No somos los únicos que somos traspasados, abiertos en canal; somos muchos, somos la Muchedumbre. ¿No llegan acaso al Cielo las lágrimas de sus hijos y de su pueblo, esta Muchedumbre que ha desterrado de su ser el odio y la venganza y pide a sus pies el consuelo de la Justicia y de la Paz? ¡Dios es Padre! No se burla de las lágrimas de sus hijos. En la justicia, no en el Odio y la Venganza, seremos consolados.

La Palabra de Dios es firme:

 

“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán hartos”

 

Si, la muchedumbre estamos hambrientos y sedientos de justicia. Nos han expoliado, nos ordeñan como si fuéramos propiedad ajena, nos han liberado rodeándonos con cadenas, comemos pan duro y agua envenenada, tenemos que mendigar nuestros derechos, luchar por nuestras más elementales libertades, nos las quitan a punta de pistola, de ejércitos, de decretos malvados, tiranos y psicópatas que se hacen con el Poder y gobiernan como si fuesen demonios  reedificando el infierno perdido en nuestra Tierra.

Nuestros estómagos son pozos secos que no ven el agua y el pan de la alegría desde hace milenios. Nuestra Alma está seca y canija como esqueleto de ermitaño a cuya cueva no llega visitante. Arrasada por siglos de injusticia más parece el retrato de un fantasma que el de un hijo de Dios.

Pero dice el Espíritu: “En las alturas los panaderos han metido en el horno las masas. Las palas ya meten sus manos en el fuego. Viene el pan calentito, recién salido de los hornos de la Justicia Divina.  

Los ejércitos del Rey Eterno se despliegan por las naciones. Unos al norte, otros al sur, otros al Este, otros al Oeste. Tienen los cestos llenos. Recogerán panes que no se pudieron comer de tanta que será la comida que el Cielo le servirá a la Tierra”.

Siglos de espera. Mi espíritu se conmueve. Ha llegado el Día. Toda la Noche los panaderos amasaron, metieron fuego en los hornos, sacaron panes, almacenaron. A la espera del Alba, cuando la estrella de la Mañana se queda sola y anuncia el nacimiento del nuevo día. El Señor ordena, ¡que se distribuya el pan entre la Muchedumbre de las naciones. Que no les falte, que se sacien, dejadlas comer, es mi Pueblo!

Tendremos justicia forjada en la Eternidad Divina. Los Derechos Humanos del Hombre son los Derechos de los hijos de Dios. Presta está la tierra a tragarse a quienes la riegan con la sangre de Abel; el firmamento está de rodillas pidiéndole a su Señor que lo deje llover hasta ahogar en sus aguas a quienes contaminan su ser con el incienso de sus genocidios. El Sol baja la cabeza ante su Creador y las mismas estrellas  cierran sus pupilas  porque no pueden soportar ya más ver la Tierra convertida en un Infierno. La Creación entera ha llorado la desgracia del Género Humano soportando la presencia en su  cuerpo de quienes habiendo sido creados para tocar las estrellas han preferido ser gusanos corrompiendo el ser de la vida en la Tierra. Amigos, hermanos, naciones todas, pueblos en las distancia, islas en los océanos, volved, venid al Monte, venid a la Muchedumbre, a alimentarnos con el Pan que da vida eterna.

 

“Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia”.

 

Perdonemos a nuestros enemigos, hagamos las paces con quienes nos atravesaron el corazón y traspasaron las almas. Socorramos a los pobres liberándolos de las manos de los tiranos, echemos abajo a los dictadores, combatamos a los genocidas. ¿Vemos un genocidio y nos quedamos con las manos cruzadas? ¿A la dictadura de un malvado le damos la espalda? ¿A las voces de socorro les respondemos con un “morid malditos”?

¿Esta es la Misericordia de los divinos? ¿No tenéis crímenes de los que responder?

Mi Espíritu se me revuelve en el alma porque sentencias  eternas golpean los muros de los continentes. Temblad ante el Día cuando el Señor se vista la Toga del Juez Universal y llamando nación por nación os pida cuenta de las espaldas que volvisteis, de las manos que cruzasteis y de las palabras con las que bendijisteis el asesinato en masa de pueblos enteros.

¿Pediréis misericordia? No la tuvisteis.

Están mis ojos saciados de los crímenes que permitisteis, de los genocidios que no combatisteis, de las guerras que bendijisteis. ¿Quién alzará su voz para pedir misericordia para quien no la tuvo? ¿Quién se lamentará por el Juicio que despreciasteis?

Reducís la misericordia a repartir las migajas que se os caen de las mesas, como si los pueblos fuésemos perros. Haced Misericordia si buscáis Misericordia. Combatid al tirano, derribad al dictador, y entonces Dios se glorificará en su Pueblo, porque ama su Espíritu y no ve en su Ser mal alguno.

Somos la Muchedumbre. Y a nosotros se nos ha dado el Poder de los ejércitos del Rey. Su Voluntad es Santa, no vemos en su Creación nada Malo. Su Palabra es Doctrina de Vida Eterna, a la que nos acogemos hoy, mañana y siempre. Y por la eternidad estaremos sentados a sus pies con el alma abierta a sus Palabras:

 

“Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios”.

 

 ¿Quién es el que está sucio de corazón sino el que ve en Dios un Ser Maligno que a unos crea para ser pasto del infierno y a otros para ser sus verdugos? ¿No dijo acaso nuestro Maestro Eterno :  “Si no os hacéis como niños no entraréis en el reino de los cielos”?. ¿Ve algún mal el niño en sus padres? ¿No los ama a pesar de todo y sobre todo?

He aquí que al Cielo ha llegado la acusación de los Abogados del Diablo que vistiéndose de pastores llamaron a la rebelión contra Cristo, pidiendo la Destrucción de su Casa y acusando a Dios de ser peor que el Diablo, un Creador enloquecido por la Eternidad que crea a unos para el Infierno y a otros para el Paraíso.

Gente de corazón sucio, enemigos del Amor Divino, justifican su Odio en la perversión de siervos indignos, cuando, contra cuya indignidad en profecía escenificada, ni el mismísimo Hijo Unigénito de Dios se atrevió a rechazar la elección de Pedro por Dios parea ser el Obispo Guardián de la Doctrina Divina.

Lo que se consiguió robando no se justifica sino devolviendo lo robado, así está escrito en la Ley, “pagarás según el valor de lo robado”.

Dios es vuestro Acusador. ¿Cómo escaparéis a su sentencia contra vuestra acusación de ser Dios el Autor Intelectual de la Caída de Adán? ¿Os atreveréis a llamar a Dios como testigo contra Dios?

Sucio como el fondo del infierno tenía Lutero el Corazón, más negro aún Calvino, y para rematar la creación del monstruo de muchas cabezas, el de Enrique VIII y su hija era el del mismo Satanás. ¿Y os atreveréis a mantener lo robado en base a vuestro Poder? Al que no restituya el Señor lo arrojará fuera de su  Casa. He aquí lo que he me dice mi Padre, vuestro Señor, “Al que no doble las rodillas delante de la Voluntad de Dios, les serán cortadas las piernas”.

Dios es Amor, también es un Fuego que no se consume contra los que blasfeman su Nombre acusándole de ser el Autor de la Caída. Estamos en Guerra contra la Muerte. Satanás le abrió la puerta y le extendió la alfombra roja del Infierno. ¿Cómo bajar la espada cuando es masacrado el Pueblo? ¿Cómo dejar el hacha que ha sido dejada en el Tronco cuando el enemigo arrasa la casa? El Rey del Cielo se ha vestido de Guerra hasta los dientes. Sus ejércitos cubren la extensión de la Tierra prestos a la Orden del Ataque Final. Así dice el Espíritu : Será buscado el Mal y no será encontrado, los años del Hombre serán un paseo por la Eternidad, lloverá la Bendición sobre la tierra y producirá para cinco veces el mundo. Este será el fruto de la Victoria. Buscarán al dictador y no lo hallarán, al tirano y no será hallado, al corrupto y habrá desaparecido como especie maligna en extinción a la que le llegó su tiempo. Y vosotros, hijos de Dios, Muchedumbre, celebrareis la Victoria el Día en que las armas sean depuestas y  las armaduras reposen a los pies de la Paz. Y diréis con vuestro Padre, el Rey:

 

 “Bienaventurados los pacíficos, porque ellos serán llamados hijos de Dios”.

 

Rodead a la Paz con vuestras vidas. Le levantareis una Fortaleza de muros indestructibles, inexpugnables, por cuyas puertas un ejército invencible desplegará sus alas hasta cubrir toda la Tierra. Terror del que odia la Justicia, Gloria de quienes aman la verdad y tienen en la Libertad entre hermanos su gozo y dicha.

¿Le declaráis la Guerra a Dios y os reunís en vuestras iglesias para celebrar vuestra victoria? Temblad, dice el Espíritu, porque como se rompió la cúpula del Templo de Jerusalén en dos y aplastó a todo el que se rebeló contra su Hijo, así romperá Dios vuestras templos y los que estéis dentro seréis aplastados en pago por vuestro delito de Desobediencia.

Salid y venid a la Muchedumbre de los hijos de Dios, doblad vuestras rodillas, sentaos. No somos Nada, Él es Todo. Vuestras oraciones lejos de este Monte son polvo en el viento, hojas dispuestas a caer, ser barridas, almacenadas y perecer en el fuego. Ofendisteis a la Esposa del Señor y os lanzasteis como Caín para matar a vuestros hermanos. El Señor ha llegado. Las trompetas llaman a Juicio. Pero ha querido Dios hacer aguardar al tribunal para que los acusados se arrepientan y se ejerza sobre vosotros, hijos de la Rebelión, Misericordia y Paz. Acogeos a la Obediencia a su Voluntad o disponeos a ser juzgados por todos los males que la Rebelión de los siervos del Diablo desató contra Europa y el Mundo.

Paz para todos. Pero sabed que estamos en estado de Guerra. La Muerte y el Diablo tienen contados sus días y proceden a devastar las naciones con todas sus fuerzas.

Según vuestra Obediencia así cosechareis Infierno o Gloria.

Si a Dios, la Unidad Eterna os será gloria. Si al Diablo, señor de vuestros maestros, cosechareis en este siglo destrucción en las tinieblas y en el Día del Juicio quedareis expuestos a la Sentencia Final del Rey Todopoderoso contra cuya Casa os alzasteis acusando a su Padre de ser el Autor Intelectual de la Caída del Mundo.

¿Por qué os creéis más que hombres¿ ¿Quién os dio el poder de creeros divinos? ¿Lo conquistasteis con Amor o con Fuego? ¿Creasteis vuestra gloria sobre la Misericordia o sobre el Odio contra vuestros hermanos?

¿Cuáles son los fundamentos de vuestros templos, Paz sobre Paz a pesar de las discrepancias, los errores, los pecados y los delitos; o es el Odio, padre de la Guerra?¿Quién os hizo ser el primero en coger la primera piedra? ¿Qué hicisteis, convertir el Celo en Espada de Muerte?

¿Por una mujer os dejasteis conducir al abismo? Por la necesidad de hembra se metió a siervo del Diablo el Alemán; por  repudio a otra, se declaró rey del infierno el Inglés. ¿Y os llamáis divinos?

Mi Padre, vuestro Señor, os llamará a Juicio en respuesta a las almas que desde la muerte que les disteis piden Justicia.

La Guerra del Hombre es la de Dios, y la Guerra de Dios no es contra el Hombre, sino contra la Muerte. Venid y doblad las rodillas, sentaos entre la Muchedumbre, todos somos la Muchedumbre, todos somos creación suya, su Imagen y Semejanza. Miraros al espejo y ved si veis en vuestras almas el reflejo de la Suya.

Perseguisteis, no fuisteis los perseguidos. El tiempo corre, dejad vuestro orgullo hundirse en la memoria de los siglos,  venid sentaos y oíd. No leáis, escuchad:

 

“Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia, porque suyo es el reino de los cielos”.

 

Nadie se engañe. No os engañéis, quien se levanta contra Dios y se hace perseguir por su Justicia no es de Dios, sino del Diablo. Romper la Ley y acusar después a la Justicia de persecución es un discurso maligno. El Juez Eterno no aceptará jamás caer en esta Trampa retórica.

Es bendecido quien es perseguido por la injusticia que desde el Poder se viste de justicia para imponer su corrupción y pervertir a la justicia. Llevamos dentro una Justicia que viene del Cielo y mira al Futuro, siempre puliendo los defectos y abriéndole campo a la perfección de los Derechos Divinos del Hombre.

En frente y contra nosotros tenemos una Injusticia que desde la justificación del Crimen de Caín ha perfeccionado sus mecanismos de perversión y malignidad para hacer pasar su Injusticia por Justicia y esclavizar a todo hombre a sus leyes perversas.

La Creación camina hacia el Encuentro de la Justicia Divina, a cuya Luz vivirá y crecerá la Vida por la Eternidad. El Camino se abrió en vida con la Apertura de la Ley de Dios a todas las naciones. Era un Camino que Aquel que estaba en la cima del Monte, viendo a la Muchedumbre, contemplaba abiertamente.

La Fundación del Cristianismo fue un camino de rosas.   

No lo fue Ayer, no lo es Hoy para millones de seres humanos que están siendo perseguidos por la misma Fe que condujo a Aquella Muchedumbre al foso de los leones y a andar sobre el fuego de las Cruces. Y que serán siendo perseguidas  mientras los pastores se preocupan de amasar fortunas y vivir sus vidas ajenas a la Batalla Final en que la Guerra entre Cristo y el Diablo ha entrado definitivamente y por fin.

Los ejércitos del Rey están desplegados. Dios los mueve. Nuestro Enemigo no es el Hombre, es la Muerte. Por las bocas de los ignorantes se manifiestan la Muerte y su Príncipe. Pero ya les queda poco, el tiempo se agota, la Corona del Universo reclama la Tierra para su Trono.

Quienes han de perder coronas y tesoros tienen que pagar lo que a sus amos les deben.

Los hijos de Dios no le debemos nada a nadie. Todo es de Dios. Desde los Hielos de los Polos a las arenas de los  Desiertos, desde los bosques tropicales a las llanuras verdes, desde las mesetas a europeas a las australianas, desde las sabanas africanas a las grandes cordilleras asiáticas y americanas, todo le pertenece al Rey del Universo. Y reclama su Propiedad.

Dios es invencible. Tenemos la Promesa Todopoderosa que le hizo a su Hijo : “Tu Descendencia se apoderará de las puertas de sus enemigos”. Cayó la descendencia de Abraham para que comprendiésemos que no era a su descendencia a quien hablaba, sino a la de Cristo.

El viento aúlla en la tormenta, la mar golpea  con mano poderosa la costa, el firmamento hace oír sus rayos y sus truenos. A Dios nada le inmuta. El Vencedor sigue su camino hacia la Victoria. Las palabras vanas se las lleva el viento. Pero la de Dios vela en las alas de los Milenios hasta llegar a la puerta de los Herederos de su promesa. SU Palabra es firme:

 

“Bienaventurados seréis cuando os insulten y persigan y con mentira digan contra vosotros todo género de mal por mí”.

 

¿Acaso el enemigo tiene palabras amables para su enemigo? Estamos en estado de Guerra contra la Muerte y el Príncipe de las Tinieblas. El Rey lo está, lo está todo su Reino. ¿Quién es el bruto ignorante que va a la guerra esperando recibir rosas y claveles del enemigo?

Hasta la Victoria, sin darle oídos a  los gritos, hasta la victoria sin recular un sólo paso. El decreto de Dios ha sido dado, lo llevo en mi Espíritu : “Sea expulsado el Diablo de la Tierra”. Y mi mano está presta para escribir “Y así se hizo”.

La Muerte ha extendido su mano sobre toda la Tierra, su príncipe eleva sus peones sobre las naciones, sus siervos los gobiernan como soldaditos de plomo, son muñecos movidos por los hilos del titiritero. Se creen alguien, están ciegos, no le ven a sus amos el rostro tras la máscara. Sus fuerzas se lanzan contra nosotros, la Muchedumbre, en la creencia animal de poder extirpar nuestra Fe de la faz del Universo.

Leen pero no entienden, oyen pero no comprenden, el lenguaje suyo es el de las bestias de muy antiguo, depredar, robar, aniquilar, destruir, elevar su gloria sobre la miseria de los pueblos. Hablan de libertad mientras  forjan argollas y cadenas. Se esconden en  habitaciones cerradas para tramar sus pasos de hundimiento de las naciones. Caminan hacia su ruina envueltos en risas alegres y discursos de desprecio y odio hacia todo el que vive la libertad y reclama dirigir su existencia acorde al Derecho Divino.

No saben que ha llegado el Fin de los tiempos. Creían que no llegaría nunca. Que las maldiciones y sus insultos, sus vejaciones y sus gritos acobardaría el corazón de los herederos de la Invencibilidad de Dios. La Sabiduría es nuestra Reina, el Amor a la Vida es nuestra Fuerza. El Rey nos ha vestido para la Victoria con la Gloria de su Libertad.

Dice el Espíritu : “Estáis todos muertos. Levantaos y venid al Monte. Sois la Muchedumbre”:

 

“Alegraos y regocijaos, porque grande será en los cielos vuestra recompensa, pues así persiguieron a los profetas que hubo antes de vosotros!”

 

El que hable como si no hablara, el que calle como si hablara. Las piernas recorren el Camino, la Palabra de Dios avanza al encuentro de su Destino : Extender la Ciudadanía del Reino de Dios sobre la Plenitud de las naciones, y este Día ha llegado.

Bendito sea Dios y su Hijo, bendita aquella Muchedumbre que arrojada al foso de los leones no gritó de espanto, colgadas de cruces como teas para la diversión de la Bestia Romana entonaron cantos. ¿Cómo no heredar ellos el Reino de Dios y ser los más grandes entre todos los hombres?

¿Qué hubiera sido de nosotros si ellos se hubiesen acobardado ante sus enemigos y negando a su Rey por miedo a la Muerte nos hubiesen privado de la Esperanza de Salvación Universal que hemos heredado de Dios por Amor a Ellos?

Gloria eterna al Rey y a Aquella Muchedumbre de hombres y mujeres, niños y niñas, ancianos y ancianas en los que el Amor a Dios superó todo Miedo a la Eternidad y venció el temor a perder a quien por Ellos se desprendió de su Divinidad y se hizo Hombre para decirles: Estáis  ante Dios, y Dios está loco por vosotros.  Venid a Mí. Y os daré la vida eterna”.

 ¿Quién sino el propio Hijo de Dios podía engendrar en la Creación este Amor por Dios, su Padre?

El Amor del Creador por su Creación se hizo Hombre para que pudiese su Criatura verlo, tocarlo, sentirlo, gozarlo, amarlo sin límites, más allá de la muerte. ¿Qué gloria podía otorgarle Dios a quien le conquistó el Corazón de su Creación?

Heredero Suyo le pertenecía todo por ser su Hijo. Pero siendo Dios eterno su Herencia permanecía en Potencia mientras Él viviese; quiso Dios glorificar a este Hijo sentándole en su Trono como Heredero Vivo en Acto, y delante de toda su Creación le declaró Rey Universal Sempiterno y Juez Universal Todopoderoso. Su Palabra es Dios. Su Libertad para gobernar su Reino es la Gloria del propio Dios. En Él está toda la Esperanza de Salvación del Ser Humano. Y esta Esperanza está en el Amor de Dios a su Hijo, ¿si por amor al Hombre nos lo entregó, por Amor a su Hijo qué no entregará Dios?

Ya la anunció por los Profetas: “Oh Rey, lo ha puesto todo el Señor Dios en tus manos, te ha declarado Señor sobre toda su Creación, a tus pies ha puesto toda Criatura”.

Y la Iglesia Católica lo confirmó diciendo : “Eres Dios Verdadero de Dios Verdadero”.

De su Palabra depende la Salvación de todo el Género Humano. Y de la Obediencia a su Corona el Futuro de esta Salvación. Esta es la Palabra del Espíritu, la Doctrina del Reino de los cielos:

No creó Dios al Hombre para ser pasto de una Traición. ¿De la Infancia al Infierno? Adán era sólo un Niño. No estuvo jamás en la Mente y el Corazón del Creador de los Cielos y de la Tierra conducir al Género Humano a esta Tragedia. ¿Qué padre que ama a su hijo lo expulsa de su casa, siendo un Niño, y lo expone en su Infancia a un mundo sujeto a la ley de la selva? ¿Quién culpará a Dios, Creador Todopoderoso, de no haber podido creer que una criatura suya se atreviese a declararle la Guerra a su Imperio?

¿Se para a pensar el elefante en la posibilidad de una declaración de guerra contra él por una colonia de hormigas? ¿El león se inquieta por la presencia del cervatillo?

Fue su corazón de Padre desgarrado por la Traición a su Voluntad de una parte de sus hijos. Levantó Dios la Ley del Destierro Eterno de su Creación contra quienes su Voluntad ponen la suya en su lugar y pretenden dirigir la Historia del Universo acorde a sus planes e intereses. “El que coma, morirá” Palabra de Dios.

Muerte para el que se declara en Guerra contra su hermano, su prójimo y su vecino.

Muerte para el que se levanta como Dictador sobre el pueblo y sujeta su libertad a la suya propia.

Muerte para el que se declara rey contra la Corona del Rey de la Eternidad.

La Ley es la Palabra de Dios 

La Palabra de Dios es Dios,

La Ley es Dios.

II

LA CUESTIÓN DE LA PENA DE MUERTE

 

La idolatrización del Imperio Romano vino de la mano del Imperio Británico. La historiografía es testigo de la admiración profunda de  la ley británica imperial hacia la ley imperial romana. La monstruosidad de aquel Imperio que alimentaba a las fieras con carne humana fue la denuncia del Cristianismo Apostólico que le ganó el odio hacia la Iglesia y produjo las grandes persecuciones.

Implantada por el terror la Reforma en el Reino Unido la visión Apostólica del Imperio Romano pasó del negro al blanco, de las tinieblas a la luz, convirtiéndose así en la estrella polar de la navegación de la corona de Westminster en su ruta al Imperio. La realidad fue otra.

El Imperio que heredó Octavio Augusto estaba en bancarrota.

Un siglo de guerras civiles y de expansión militar acabó en la Pax Romana no por deseo expreso del Imperio sino por la necesidad absoluta de las condiciones desastrosas a las que Roma había sido conducida por sus generales y su sistema republicano de extorsión universal.

La República era una falacia. La República era un lobo imperial con piel de oveja.

Octavio Augusto no inventó nada, se limitó a darle curso de legalidad a la realidad. La República Romana era una ficción. Roma fue siempre un Imperio. La Pax Romana se impuso a Augusto.

El fratricidio imperial civil había diezmado la población hasta niveles suicidas. Mantener la ficción de la salud romana en las fronteras exigía mantener la Dictadura Militar como pilar y fundamento de la Paz Romana. Esa Política no podía triunfar sin una Imposición Fiscal contra las Provincias, sin miramiento de ninguna clase a  la miseria a la que conduciría a los pueblos tributarios del Imperio: Ni esa Política Fiscal podía imperar sin  el levantamiento de dictaduras provinciales al servicio del César. El caso de los Herodes fue uno entre todos ellos. La miseria de aquella política imperial se tradujo a la altura de Cristo en las condiciones sociales que nos presentan los Evangelios.

Fue en medio de aquellas tinieblas en aumento, espesadas por Tiberio como único medio de mantener la ficción de la Pax Romana, que la estrella de la Mañana Cristiana implosiona y desprendiéndose de su vestidura humana se descubre en su verdadera naturaleza Divina delante de los pueblos de la Palestina de la época.

Las muchedumbres que oyeron la Parábola del Sembrador no salieron de la Nada.

“Aquel día salió Jesús de casa y se sentó junto al mar. Se le acercaron numerosas muchedumbres. El, subiendo a una barca, se sentó, quedando las muchedumbres sobre la playa”

Esas numerosas muchedumbres habían sido testigos del Acontecimiento Maravilloso de la Presencia de un Ser Divino cuyo Poder no conocía límites. Ciegos que habían  recibido la vista, cojos que habían recuperado sus piernas, mudos que hablaban,  enfermos finales que sanaban, fueron la propaganda, el efecto llamada que ese Ser Divino puso en movimiento para formar esas muchedumbres delante de las cuales se atrevía a profetizar la Expansión del cristianismo hasta los confines de la Tierra : justamente en los días en que la Tiranía Imperial Romana se encontraba en su esplendor bajo el puño de Tiberio.

Nosotros, habiendo leído la Historia Divina de Jesucristo, vemos en el Espíritu lo que aquellas muchedumbres vivieron con sus ojos. Ellas veían al Mesías, al hijo de David, al rey de Israel. Nosotros vemos al Señor Dios que con su Palabra creó  la Luz, el Firmamento, plantas, peces, aves, bestias y todo lo que existe en la Tierra, y le dio a la Tierra las estrellas para separarla de las tinieblas exteriores, y Sol y Luna para que nada perezca. Ese era el Jesús al que familiarmente se dirigían sus Discípulos todos los días, ese era el Jesús alrededor del cual las Muchedumbres se reunían atraídas por su Personalidad y su Poder.

Las Muchedumbres veían y no entendían. Nosotros entendemos y vemos: Aquel era el Rey del Universo. Y era este Rey y Señor Dios quien mirando al Futuro veía lo imposible hecho realidad: Su Fe triunfando sobre el Imperio, y sobre los imperios que le sucederían, hasta la Conversión a su Reino de la plenitud de las naciones de la Tierra.

Una semilla, sólo una, pero esa Semilla era la Suya, Semilla que creciendo todopoderosa se haría un Árbol en cuyas ramas, como aves, las naciones pondrían sus nidos y desde sus ramas  engendrarían nuevos pueblos.

No sin lucha. Siempre en guerra, tanto contra los poderes del mundo como contra las cadenas mentales que tenían al ser humano sumido en las sombras de la Muerte.

Todos conocemos la Profecía contenida en la Parábola del Sembrador. Todos conocemos la Naturaleza de la Boca que la sembró. Nadie debe extrañarse de la Historia del Cristianismo. Venció al Imperio Romano, venció a todos sus enemigos. Y ahora, en la última Hora, se enfrenta a su último enemigo : la Muerte. ¿Cree alguien que la Victoria Final de la Palabra del Hijo de Dios no se realizará?

“Dijo, y así se ha hecho”, está en el tintero. La pluma ya está en la mano.  El papel está presto. La Historia de esta Victoria Final se está escribiendo.

En realidad se escribió en el mismo momento en que el Hijo de Dios se hizo hombre, creyó en la Sabiduría de su Padre y abrió su boca para darnos a conocer la Verdadera Doctrina de la Eternidad sobre la Ley de la Civilización del Reino de Dios.

 

Misión de los discípulos en la tierra

 

Necesariamente quienes estamos a dos mil años de distancia de aquellas Muchedumbres, pero a ninguna del mismo Ser Divino que desde el Monte nos dirigió su Palabra, por fuerza de Historia debemos entrar en su Contenido a fin de expandir la luz y desintegrar las tinieblas de las grandes mentiras y equivocaciones que los intérpretes de la Doctrina de Cristo sembraron, sin saberlo y quererlo pero siempre esclavos de los intereses del Maligno.

El Pensamiento de Cristo Jesús, es decir, del hijo del Hombre, no deja lugar a juegos de malabaristas. 

La luz del Cristianismo se manifiesta en las “BUENAS OBRAS”; sin BUENAS OBRAS NO HAY CRISTIANO. Si no hay Cristiano no hay FE.

“La Fe sin las BUENAS OBRAS es FE MUERTA”, lo dijo el Espíritu Santo. No un Holy Ghost, es decir, ese “fantasma sagrado” de la Reforma Anglo-Sajona, sino ese Espíritu Santo QUE VINIENDO DE DIOS en forma de FUEGO entró en los Apóstoles y deviniendo Ellos su Templo se hicieron SU Esclavo para que su Espíritu viviese entre los hombres y echando raíces la Semilla del Hijo de Dios comenzase su Historia hasta hacerse el Árbol de la Plenitud de las Naciones.

NO es la teología, ni es el pensamiento la luz de Cristo. La Luz y la Sal que viene de Dios y se hace hombre son las BUENAS OBRAS hechas en la FE y por la Fe de Cristo. Ese mismo Ser Divino hacia el que corrían las Muchedumbres lo dijo en más de una ocasión : “Si no vieseis las Obras que hago no creeríais en Mí”.

De donde se ve que no fue por la doctrina ni por su pensamiento ni por sus palabras que las Muchedumbres le persiguieron; fue por sus obras.

Y si Su Hijo no hubiese desplegado la Gloria de su Libertad Todopoderosa sobre aquellas muchedumbres, Dios no hubiese triunfado. Razón por la cual el Espíritu Santo escribió : “La fe sin las Obras de Cristo es fe muerta”. Juicio  Divino que da Razón obvia al porqué la Reforma arrancó del Libro de Dios esta Epístola del Espíritu Santo.

El Juicio de Dios es firme: Repite cien mil veces al día “Jesús es el Señor” y a la hora de la Noche te despertarás  ante tu condena. Y al contrario, comparte tu pan con el hambriento, da de beber al sediento, viste al desnudo, hazle a tu prójimo lo que a  te gustaría que te hiciesen de encontrarte en su posición, y deja al hipócrita repetir cien mil veces Aleluya Aleluya, tu recompensa será el Cielo.

Es por donde empieza Cristo Jesús su Doctrina:: Las Obras de la Fe lo son todo; sin las Obras que vemos en Jesucristo, no hay Fe. Donde la Razón se impone el Infierno triunfa. El Hijo de Dios no nos ganó por su Pensamiento ni por la Ciencia; su triunfo se basó en las Obras del Amor de Dios por su Creación, del Amor del Hombre hacia sus semejantes.

Antes de empezar a  hablar, aquél Ser Divino perseguido por las Muchedumbres, que se habían saciado viendo y viviendo sus Obras, lo deja todo claro, sin confusión y sin ambigüedades: El Reino de Dios es la expresión visible del Amor del Creador por su Creación, el Cristiano es la expresión de este Amor Divino entre los hombres, y como tal la Fe sin las Obras de Cristo no es fe, ni hay cristiano en esa fe. El Cristianismo es ante todo y sobre todo Acción, Hechos, Obras hechas en el Amor de Dios entre los hombres para el Bien de la Salvación de todos los hombres.

Quienes niegan y negaron que las Obras de Cristo no sean necesarias para la Salvación son siervos y sirvieron al Maligno. No existe  Cristiano sin Obras, pues la Fe vino de las Obras de Jesús hechas en Cristo.

Sin Cristo las obras de Jesús hubiesen sido : 1,su entronización como rey de Israel, heredero de la corona del rey David; 2, su declaración de guerra contra el Imperio; y 3, conquista de la Tierra para el Imperio de Dios.

¿Cuáles serían las Obras por las que vendría la Salvación Universal?: ¿las de Jesús, Dios Hijo Unigénito,  o las de Cristo, el Siervo de YAVÉ DIOS?

Innecesario perderse en discusiones bizantinas. La Salvación vino por las obras de Cristo. Y no hay Fe donde no existen estas Obras. Ergo, si por las Obras de Cristo vino la Fe al mundo, quienes declararon y declaran que de la Fe sin las Obras viene la Salvación fueron y son siervos del Maligno.

Las Obras de Cristo llenan la Doctrina de Jesús: Piedad y Misericordia, Justicia y Verdad, Amor al amigo y al enemigo, Perdón al hermano y al vecino, denuncia de la corrupción y lucha hasta el último aliento contra el Mal en todas sus formas. Dar de comer al hambriento, vestir al denudo, sanar a los enfermos, socorrer a los huérfanos y a las viudas, ser hermanos de todos, todos somos hijos de Dios ante cuyo Corazón todos somos iguales y herederos de los mismos Derechos Divinos.

Quien proclama que Jesús es el Señor, el Hijo de Dios, y olvida las Obras de Cristo, es el hipócrita e insensato sobre el que está escrito : Apartaos de mí, hacedores de maldad, e id con el Diablo, vuestro Amo, al Infierno.

Pero ¡Silencio!: El Señor Dios, Creador de la Luz y del Firmamento, y de todo lo que existe en la Tierra, habla. Está en la cima del monte, o en una barca, y desde lo imposible, que pueda ser escuchado por las Multitudes a los pies del Monte, o extendida sobre la playa, habla.

 

Jesús ante la Ley antigua

 

Jesús no vino a Abolir la Ley de Dios. El Maligno vino a abolirla.

“No, no moriréis; es que sabe Dios que el día que de él comáis se os abrirán los ojos y seréis como Dios, conocedores del bien y del mal”

Ciertamente, un cuchillo existe para cortar el pan. Pero si se lo hincas a un ser humano por el efecto conocerás algo que no sabías, que ese mismo cuchillo que sirve para hacerte la vida más fácil en las manos de la Muerte es un Instrumento de condenación. Pues la Ley dice :

 “No comáis de él, ni lo toquéis siquiera, no vayáis a morir”

De manera que procediendo tu conocimiento del crimen por el crimen eres juzgado digno de muerte por tu conocimiento con origen en la transgresión de la Ley, que, sin necesidad de la experiencia, por la Fe te daba a conocer, sin necesidad del crimen, lo que con el crimen has descubierto: tu condenación eterna.

No podía Jesucristo venir a imitar al Maligno. El Mesías no vino a abolir la Ley de Dios. El hijo de Adán, hijo de David, vino a ejecutar la Sentencia contra el Maligno por su Transgresión de la Ley, que ordenaba formar al Hombre a la Imagen del Hijo de Dios, a cuya Semejanza es formado toda la Creación.

Satanás, el Maligno, la Serpiente Antigua, aleja al Hombre del Modelo Original Divino y le pone delante una imagen maligna de los hijos de Dios, acorde a la cual los hijos de Dios son dioses más allá del Bien y del Mal.

Este es el Origen de las Mitologías. El dios de las religiones antiguas era la imagen que el Maligno, Satán, la Serpiente del Edén, tenía de sí mismo en cuanto dios. Su veneno estaba en su palabra.

¿Abolió, ha abolido Dios su Ley a fin de que nadie vuelva a ser condenado en base a un pecado cometido en su ignorancia sobre la Historia del Universo antes de la creación de su mundo?

¡Para nada!

En efecto, si no hubiese nacido Cristo la Ley hubiese sido abolida en razón de la Victoria de Jesús sobre Satán, a costa de una Visión del Hijo de Dios establecida sobre la Imagen de Terror a su Omnipotencia. Nacido Cristo en Jesús la visión del Hijo de Dios es la del Amor. La Ley vence. La Ley triunfa. Dios es el Vencedor. Cristo es su Victoria. Su Hijo conquista la Gloria no por el Terror a Dios … sino por el Amor a Dios.

¡Cómo entonces podía venir Jesucristo a ABOLIR la Ley de Dios! Quienes la habían abolido habían sido los fariseos y los saduceos. Mediante un enjambre de sentencias  y decretos humanos habían enterrado el espíritu y la gloria de la Ley en el cementerio de su crueldad para con sus propios hermanos en Abraham.

La Ley de Dios es eterna. La Ley permanece por la eternidad. “El que come, muere”. “Quien le dé de comer a su prójimo, morirá”. No hay tierra de nadie en la que establecerse para sobornar a Dios. “La Ley es Dios”. Quien no la ama, que se apreste a temerla. La Vida eterna no es un juego. No es un capricho de Dios. Su Reino está gobernado por la Ley de la Verdad, madre de la Justicia, madre de la Paz. Y la Libertad es el fruto del Árbol de la Vida.

Ahora hay que poner en práctica esta Civilización, este Reino de Dios en la Tierra. Hay que edificarlo.

No basta creer, no es suficiente con conocer: Hay que poner manos a la Obra. Teniendo por Origen de nuestra Vida a Cristo, Encarnación del Hijo de Dios, a cuya Imagen y Semejanza toda la Creación es formada, nada está lejos de nosotros, todo nos es posible, la Victoria está en la Fe, y la Fe en las Obras. Dice Dios : “A trabajar pues. Manos a la obra”.

 

Declaración del quinto precepto: No matarás; el que matare será reo de juicio

 

Hablamos de la Pena de Muerte:

¿Le es lícito al Estado lo que le es negado al Ciudadano?

¿Puede la cabeza negarse a admitir el Crimen y sin embargo el brazo entregarse a su realización?

Pero si matas, serás reo de juicio. Y sin embargo la Ley se mantiene : “No matarás”.

De hecho Dios no condena a Caín a la muerte, sino a vivir de por vida la condena merecida por su delito. De manera que el Estado no puede adjudicarse el Poder de transgredir la Ley ni el Beneficio de absolver la Condena de por vida al Transgresor. Quien mata, muere, pero muere viviendo su muerte en vida. Quien no ama la Ley, debe temerla; pero si el temor a la Ley se pierde, crece el Crimen y el Delito se multiplica.

La Ley es tanto para el Estado como para el Ciudadano. Un Estado que no se rige por la Ley del Ciudadano es un Estado que se gobierna por esa Ley maligna que sitúa a sus gobernantes en ese status quo de a “dioses” más allá del bien y del mal, es decir, más allá del brazo de la justicia.

La Abolición de la Pena de Muerte es, en consecuencia, una Necesidad Natural implícita en la Constitución del Reino de Dios. A la vez que el Destierro de la Sociedad es la Sentencia contra quien no temiendo la Ley se entrega en libertad al Crimen.

Dicho esto, la Sociedad tiene por  horizonte la Necesidad de levantar un Edificio en el que las causas del Homicidio, una vez vencida la Muerte, no encuentre campo donde echar raíces.

El árbol de la Muerte crece hasta dar su fruto, la Guerra.

La imagen de ser el fruto del Árbol prohibido la relación sexual procede de la ignorancia y del analfabetismo de las naciones. Antes de crear el Edén ya dijo Dios : “Creced y multiplicaos”. No puede Dios maldecir un día lo que bendijo el día antes. La hipocresía natural al Judaísmo degeneró en esta versión maligna que el Puritanismo de la Reforma Anglo-Sajona exportó a la Edad Moderna mediante la creación de sus cientos y miles de sectas analfabetas e irracionales. Fenómeno es ver cómo la Reforma que declaró ser “la Razón” su hada madrina acabó  abrazándose a la irracionalidad en que el Judaísmo saduceo y fariseo de los tiempos de Cristo vivió.

Volviendo a nuestro tema, la Doctrina de Dios es firme : La Lucha contra el Crimen y el Mal en todas sus formas comienza en la Casa, en el hogar, entre los hermanos, en la Familia.

“Pero yo os digo que todo el que se irrita contra su hermano será reo de juicio, el que le dijere “raca” será reo ante el sanedrín y el que le dijere “loco” será reo de la gehenna de fuego”.

Si no somos capaces de comprender a nuestros hermanos en sus arranques, ni perdonarles sus errores, ni contra ellos refrenar nuestras lenguas, ¡qué sucederá cuando los autores sean  unos desconocidos! La batalla contra el Mal, la lucha por una Civilización inmunizada contra el Crimen comienza en el Hogar, en la Familia.

La Familia es el Núcleo de la Sociedad, el átomo sin el que no existe el Edificio de la Sociedad. Es en la Familia donde el Amor se manifiesta y desde este núcleo vital se expande a la Sociedad para hacer de la Sociedad una Familia Universal.

Una Familia en la que el Amor ha sido alienado provoca una disrupción en la Sociedad que de multiplicarse ocasionará el terremoto de su colapso.

Una Sociedad que pretenda sobrevivir sin contar con la Familia como el Núcleo de donde parte su existencia deviene una Dictadura tiránica cuyo Gobierno sólo puede subsistir alzando al Poder los peores elementos de esa nación. Y esta Nación camina hacia la Guerra Civil en razón de la Lucha que causa la destrucción desde el Poder de la Familia como Origen y Núcleo Fuerte de la Sociedad.

Si vas, pues, a presentar una ofrenda ante el altar y allí te acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar, ve primero a reconciliarte con tu hermano y luego vuelve a presentar tu ofrenda.

Así pues, si la Familia es el Origen de la Sociedad, la Sociedad es el Origen de la Civilización. Como no puede haber Sociedad si antes no ha existido la Familia;  no puede  haber Civilización si antes no existe la Sociedad.

Este es el progreso en crecimiento de la Vida en el Universo. Se reproduce aquí en la Tierra, se ha reproducido antes en otros Mundos y se reproducirá siempre en los mundos que vengan.

El salto del mundo prehistórico al histórico se realiza en el seno de la Familia. La expansión reproductora natural al núcleo familiar engendra de por sí la Sociedad. Unidas las familias por la conexión reproductora el vínculo del Amor que las unió en una Sociedad de familias se trasladó al Poder. Y desde esta Base Histórica comenzó el Progreso hacia la Civilización, creación producida por la Fusión en una Sociedad Universal de las distintas Sociedades con Origen en los diferentes Núcleos Familiares desde los que partió la Historia del Género Humano.

Este Crecimiento no anula ni abole el espíritu fundacional de la Civilización : el espíritu del Amor entre los hermanos. La desaparición de este vínculo fundacional irrumpe en la Sociedad para su disgregación, declive y desaparición. Proceso que sólo puede ser ralentizado mediante una Dictadura del Poder enemigo de dicho vínculo. A este Poder, ante la lucha contra su Dictadura, y a fin de evitar la Guerra Civil sólo se le deja la opción de seguir hacia adelante y lanzarse por la Tiranía.

Una vez abierta la caja de Pandora de la destrucción del Átomo Original de la Sociedad y de la Civilización, o sea, de la Familia Natural Cristiana, la disyuntiva que se abre delante de una Nación atrapada en un dilema fratricida de esta naturaleza es la Guerra Civil o la Revolución de la Sociedad establecida sobre este Origen Divino de la Familia.

Destruído el Amor como la Fuerza Fuerte que mantiene unida a la Familia, la desintegración de esta Núcleo implica la destrucción de la Sociedad edificada sobre esa Fuerza. Esta Fuerza viva se extiende más allá de las puertas del Hogar y aplicándole esa misma conducta al prójimo hace de la Sociedad un campo de encuentros reconciliadores y no de odios imperdonables.

Muéstrate, conciliador con tu adversario mientras vas con él por el camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y seas puesto en prisión.                                                                                                                 

Una Sociedad fundada en el Amor Intra e Interfamiliar no se cierra sino que se abre a todos los Ciudadanos. Sujetos todos a una herencia milenaria establecida sobre la Ciencia del Bien y del Mal, es lógico que las discrepancias y  las fuerzas sub e inconscientes que legislan nuestro background emocional subjetivo, azuzando el fuego latente en las cenizas, nos arrastren a los unos contra los otros.

¿No tenemos capacidad de juicio para dirimir las cuestiones entre nosotros?

¿Debe la justicia ocuparse de las competencias que le corresponden a Ciudadanos con juicio propio e independencia intelectual, maduros en el espíritu social, perfectamente capacitados para sentarse hablar y disolver los muros de un Pasado que nos ahogan entre sus límites históricos?

Parece evidente que entregada la Justicia de los hombres al Poder del Dinero y la Corrupción de los Gobiernos sus representantes hagan de esa Justicia su diosa, su Palacio al que llamar a todos sus detractores a sabiendas que siendo una Ramera sus servidores y ministros harán la voluntad de su proxeneta, el Poder, sea del Dinero o del Gobierno. La Religión de este Poder es “Yo soy el Estado y la Justicia es mi Esclava”.

Amén.

Que en verdad te digo que no saldrás de allí hasta que pagues el último centavo.

Así sea.

 

CONCLUSIÓN  

Si de un lado la pena de Muerte en la Sociedad Cristiana es un paso atrás hacia fuera del Reino de Dios y hacia adelante al encuentro de la Caída de dicha Sociedad. Del otro lado, la  Abrogación de la pena de muerte en vida debida a la Sentencia contra el Transgresor es alimentar el Homicidio y el Crimen. Pues perdido el Temor a la Ley  la Justicia se convierte en una impostora al servicio de quienes puedan comprar sus servicios, de manera que deviniendo su Juicio un Mercado de Copra-Venta de Sentencias la Justicia en sí deviene el enemigo público número uno de la Sociedad Civil establecida en los Fundamentos de la ley Divina: “No matarás; el que matare será reo de juicio”. A la Transgresión le conviene el juicio. Quien no tuvo misericordia de la vida ajena no puede esperar misericordia para su vida; pidiéndole a la Sociedad para sí la Transgresión del Juicio debido al Delito el Transgresor le suma delito a delito. Por la misericordia abolicionista del Juicio debido a la Transgresión la Sociedad se transforma en cuerpo de cultivo del crimen.

El Temor a la Ley es la piedra básica de la Justicia a fin de que por el Temor al Destierro en vida y de por vida de la Sociedad el ejecutor se reprima y considere el efecto sobre su cabeza del delito. Desde este Temor, allí donde el Amor a la Ley no es suficiente, la Sociedad tiene el deber de poner a disposición de todas las Familias los recursos humanos y naturales necesarios para que la Transgresión no se presente como posibilidad en el escenario de la conducta del ciudadano.

No menos cierto es que el Juicio de Misericordia es aplicado sobre las causas accidentales conductoras y ejecutantes de la Transgresión en las que una razón debilitada fue arrastrada al Delito. Esta es la Base de la Redención del Hombre. Esta Redención de causas accidentales debilitadoras no se le aplicó al Homicida de Adán en cuanto cometió su Delito con Premeditación y Conocimiento pleno de su Acción Transgresora.

En el orden actual la Aplicación de este Juicio Irredento se extiende a las organizaciones criminales operantes con pleno conocimiento de causa, sea en la cuestión de trata de seres humanos, narcotráfico, organizaciones políticas dictatoriales establecidas sobre el crimen de la población, organizaciones terroristas  ejecutoras del crimen como medio político o económico o independista, crimen contra la infancia, violación con crimen contra la mujer.

Es decir, la Ley no solo es Todopoderosa sino que siendo Omnisciente aplica la Misericordia en las causas donde el transgresor ha sido arrastrado al Delito por fuerzas externas a su propia Consciencia.

En el caso de no existir esta Ausencia, la el Juicio contra la Pena de Muerte, sea directa o indirecta, es el Destierro de por vida de la Sociedad.

La Misericordia aplicada a la Consciencia es un Delito contra el Futuro de la Humanidad. El que conscientemente comete Delito conscientemente Acepta su Destierro de por vida de la Sociedad. La Justicia no puede aplicar Misericordia en Juicio contra el Transgresor Consciente de su Delito sin caer en su transformación en agente de perpetuación y multiplicación del Crimen.

 

III

LA CUESTIÓN DEL ADULTERIO

 

El Nacimiento de Cristo en Jesús provocó un terremoto en la Historia de la Creación. En el Cielo como en la Tierra ya nada podría ser igual. El Autor de aquella Revolución Universal fue Dios. Fue ÉL quien determinó esta Revolución. Y fue para su Hijo que todo el Antiguo Testamento fue escrito.

Pensando que las Sagradas Escrituras de Israel habían sido escritas para un hombre los Judíos leían y leen el Antiguo Testamento como hombres que eran y son. La imagen que sus padres se habían hecho del Mesías era la de un gran guerrero al estilo del rey David.

Aún al presente siguen esperando la Venida de ese Mesías que convertirá a Jerusalén en la Capital Sagrada del Mundo.

Ellos y los Gentiles de la época leían con los ojos de la cara el Libro de Dios. Pero Dios no es un hombre. Los hombres piensan en sí mismos y hacen circular todas las cosas a su alrededor. Ellos son el centro del mundo, del universo, del cosmos. Y sin embargo sus pensamientos apenas si extienden su mirada más allá de unos decenios. Pero en nada han superado la condición animal.

Si la hubiesen superado entenderían el shock que a Dios le produjo la Traición y la consiguiente Caída : de la naturaleza divina que el Hombre había alcanzado a la condición de una bestia monstruosa, shock fue vivido tanto a nivel de Creador como a nivel de Padre.

Desde la óptica de un Pensamiento liberado de toda cadena a cualquier herencia de las filosofías e ideologías del Pasado el proceso deductivo nos conduce tanto al Corazón cuanto a la Mente de ese Dios, Padre y Creador del Hombre. En tanto que Creador la Ofensa cometida contra su Creación no podía tener Perdón. En cuanto Padre la Justicia no podía permitir invocación a la Misericordia.

El Crimen contra el Hombre le afectaba a toda la estructura de la Creación. La Gota que colma la Paciencia se había derramado. Una de dos, o Dios destruía toda su creación y comenzaba una Nueva, o Producía una Revolución Universal que sin causar esa Destrucción traería una Renovación de su Creación: el Reino de Dios.

Evidentemente Dios Padre no quería dejar al margen de esa Revolución Universal que reconfiguraría los Pilares de su Casa a Dios Hijo. Este Hijo, Jesús, Rey de reyes y Señor de señores del Imperio de su Padre, sufrió el shock de la Caída del Género Humano con infinita profundidad.

Durante la Eternidad de la Increación, Dios había vivido el hundimiento de miles de mundos en el abismo de la ciencia del bien y del mal. La dinámica había sido siempre la misma:

El Fratricidio abre la lucha por el Poder absoluto;

la Guerra se convierte en el medio para alcanzar la Gloria del rey del mundo;

el Poder se declara divino y se alza contra hizo posible la vida de ese mundo.

Abierta la cuesta abajo al abismo de la corrupción la pasión por el Poder devora todas las estructuras sociales levantadas a costa del trabajo de milenios y en su derribo hunde en el polvo lo que del polvo fue tomado.

Dios Padre había vivido infinidad de veces la Tragedia del Alzamiento y Declive de un Mundo sujeto a la Ley de la Muerte.

Para Dios Hijo la Caída del Género Humano en este Abismo era un fenómeno incomprensible, una experiencia jamás vivida. El Silencio de su Padre sobre el Futuro de su Creación, el Blindaje impenetrable tras el que su Padre había cerrado el Acceso a su Mente y a su Corazón…

Este Hijo contemplaba los acontecimientos de la Tierra desde quien era el Rey de reyes y Señor de señores del Imperio de su Padre, pero también como el Señor y Dios que dijera : Hagamos al Hombre a nuestra Imagen y a nuestra Semejanza. ¿Este era el Hombre que su Verbo proyectó sobre la Tierra? ¿Estaba siendo Él acusado de ser el verdadero autor de la Caída? ¿Estaba siendo acusado su Padre de ser el productor de la Traición? ¿Lo había engañado su Padre?

Sabía que NO. Y sin embargo su Padre mantenía Silencio, impenetrable incluso para Él, su Hijo.

Todo lo que Jesús sabía era que su Padre había dispuesto un Día de Venganza, un Día de cólera y Juicio, el Brazo de Dios se haría uno con el hijo del Hombre y levantándose hasta el Cielo hundiría en el Infierno al Traidor.

En el horizonte esta Venganza, el Sentenciado a Destierro Eterno de la Creación se paseaba por la Tierra con toda tranquilidad, e incluso se presentaba delante de Dios como si su aplastamiento fuese un farol que Dios se había marcado. ¿Quién iba a aplastarle la cabeza, un descendiente de aquel perdedor que por amor a una mujer perdió su corona y hundió su mundo en el abismo de la Guerra?

Dios callaba. Dios permanecía impasible. Dios hablaba de cosas ininteligibles por la boca y mano de unos Profetas, que escribían profecías sin pies ni cabeza para animales sin espíritu que interpretaban la Palabra de Dios como las bestias que eran.

Pero la Ley era firme: De la sangre de un hijo de Dios, Dios podría pedir venganza de la mano de cualquier otro hijo de Dios.

Esto era suficiente para encender en su Hijo Jesús el fuego de la Justicia y pedir ser el Vengador de la sangre de su hermano pequeño Adán. La Ley también decía que el Elegido para hacer caer sobre la cabeza del Traidor habría de ser “hijo del Hombre”, nacido de una hija de Eva.

Nacidos del polvo todos los hijos de Dios “no de este mundo”, la elección del Hijo de Dios para ser el hijo del Hombre quedaba sellada.

“Lloraréis como se llora por el primogénito,

os lamentareis como se lamenta por el Primogénito.

Una Virgen dará a luz y su hijo será llamado Dios con nosotros”.

Encendido en Fuego, en su Puño la maza con la que le aplastaría la cabeza a Satán, aquella Serpiente que con su Veneno mató al Primer Hombre, aun cuando el Traidor no pudiese concebir la Encarnación del Todopoderoso Señor y Dios Creador del Hombre como un Hecho, la Encarnación en el seno de la Virgen quedó escrita.

Pero estos son hechos que están narrados en la Historia Divina de Jesucristo; así que mejor pasemos a los Acontecimientos en vivo.

Nadie lo entiende, nadie sabe qué está pasando. Todos están maravillados. Un hombre se mueve entre los hombres con el Poder de un Dios. Su palabra es Dios. Le dice a un muerto “levántate”, y el muerto se levanta. Con cinco peces y un pan le da de comer a Muchedumbres enteras. Le dice a un paralítico, “coge tu camilla y corre”, y el hombre se echa a correr. Incluso los Discípulos están fuera de sí. El Maestro es más que un profeta; ni Moisés ni Elías disfrutaron de semejante Poder: la Palabra de Jesús era Dios. Decía y así sucedía. Sólo tenía que abrir su Boca para que las cosas sucedieran.

¿Qué no hubiera podido hacer ese Jesús si en lugar de ser el Cristo, el Cordero de Dios, se hubiese alzado como el Mesías hijo de David a la imagen y semejanza de la visión que el pueblo Judío tenía incrustada en su mente?

Jesús era incomprensible. Ante Él sólo cabía caer de rodillas y decir : “Dios mío y Señor mío”.

Los Evangelistas escribieron desde el otro lado de la Resurrección. Desde este lado comprenden lo Incomprensible. Entre Destruir toda su Creación o Renovarla Dios había tomado la Decisión de Renovarla. Moría el Imperio, nacía el Reino Universal del Hijo de Dios. Era necesario que el Rey de reyes y Señor de señores pusiese su Corona a los pies del trono de Dios, su Padre.

En la Cruz moría el Rey de reyes y Señor de señores.

En la Resurrección nacía el Rey Universal, Jesucristo.

Era para el Cristo de Dios que el Antiguo Testamento había sido escrito, y Cristo estaba en Él, Jesús.

Era este Jesucristo “Dios nuestro y Señor nuestro” quien se subía al monte, quien desde una barca le hablaba a las Muchedumbres. El Género Humano no se hundiría en el abismo: sería rescatado de las garras de la Muerte y sería alzado a la Ciudadanía de su Reino Universal. Un Reino basado en el Espíritu, en la Fuerza del Amor a la Vida.

Palabras difíciles de entender eran las Suyas para pueblos entregados al infierno de genocidios, masacres, guerras, violaciones y esclavitud desde hacía milenios. La Renovación de la Mente y del Corazón del ser humano, entregado al bestialismo desde nadie sabía cuándo no sería una obra de un día para otro. Pero ¿quién podría atreverse a negarle la Victoria a Dios?

Cristo vino a Renovar la Mente y el Corazón del ser humano. En este orden Jesús fue el Primer Cristiano. Siendo Cristo y Jesús la misma Persona, la Palabra de Jesús hizo de la Palabra de Cristo : Palabra de Dios.

Darle la espalda o intentar buscarle la vuelta a esta Lógica es suicidio.

Si el Homicidio es la puerta a la Guerra, y la Guerra el Camino a la Destrucción de todo Mundo sujeto a la Ley de la Ciencia del Bien y del Mal, razón por la que Dios Selló su Juicio contra cualquier intento de abrir esa puerta prohibida, Transgresión consumada que le costó a la parte de la casa de los hijos de Dios, no de este mundo, implicados en la Caída del Primer Hombre su Destierro de la Creación, todo alejamiento de la Palabra Divina es romper una lanza en pro de la destrucción de nuestro mundo.

No en vano a medida que las naciones se fueron alejando de su Origen Cristiano se fueron acercando a las guerras mundiales.

No en vano a medida que las naciones actuales se han levantado contra la ley de Cristo han sido conducidas a las puertas de la Muerte.

Lo que Dios renovó: el Corazón Humano, no puede ser borrado del Edificio Moral Legislativo sin causar en la Sociedad un terremoto destructivo de consecuencias desoladoras.

La Ley a este respecto es firme:

Declaración del sexto precepto

“Habéis oído que fue dicho: No adulterarás”.

La estructura de la Familia humana es única en la Historia de la Tierra. La creación de la Sociedad tiene en esta estructura única su origen. Y en este origen recibe su singularidad la Naturaleza de la Infancia del ser humano. Todas las especies mamíferas tienen un Desarrollo General que pasa por alto este Concepto de Infancia, exclusivo del ser humano. Apenas nacidos los mamíferos se echan a andar y en cuestión de escaso tiempo se convierten en adultos.

Si el ser humano hubiese seguido sujeto a esa ley general su futuro no hubiese jamás puesto en escena los pilares de la Sociedad Interfamiliar e Interracial precursora de la Primera Civilización, la fundada sobre la Alianza de las Ciudades Estados.

La Familia Humana es pues un Fenómeno en el seno del Árbol de la vida de las especies. La Indefensión del Procreado Humano ante la Naturaleza y la larga duración de su Infancia determinaron el nacimiento de una Nueva Estructura Familiar en la que los procreadores hacen de su prole el centro de su relación, a nivel sexual, y a nivel de interrelación social con las otras familias.

La prole se convierte en “los hijos” de la Familia creada por la Pareja Humana. Sin que intervenga ley humana y sólo la Ley de la naturaleza, la Familia se forma alrededor de la Felicidad y Protección de los hijos.

Observamos en el mundo natural del que el ser humano emerge, es decir, el mundo de los Antropoides, que la organización familiar y la social venían juntas. El Homo Sapiens no se desprende de su Origen, lo desarrolla. En el mundo natural antropoide una vez alcanzado el estado adulto la familia se rompe y da paso a la sociedad animal específica. En la familia sapiens natural el adulto permanece en el seno familiar; los hijos de los hijos pasan a ser los hijos de sus hijos. No sólo se reproducen los hijos, también los padres.

La multiplicación del género humano se produce en el seno de la Familia.

Pero la Fuerza Vital detrás de esta Creación Singular, la Familia Humana, es una Fuerza desconocida para todas las especies. Todas actúan por instinto, y cuando el instinto cumple su trabajo la familia animal se disgrega. La Familia Humana existe por la aparición en su estructura genética de una Fuerza Fuerte que actuando desde su nacimiento se mantiene viva para siempre, esta Fuerza es el Amor.

Lo que diferencia a esta Fuerza Fuerte propia del Ser Humano del instinto creador de la familia animal es el concepto “mis hijos”. Los animales no tienen hijos, tienen prole. Una vez producida la prole, puesta en el escenario natural se acaba la función del instinto.

El Amor del Procreador Humano no se agota, no muere. Permanece. Se extiende a los hijos de los hijos. Se abre a las familias de la Pareja Reproductora. El Amor crea los lazos sociales que el instinto no puede crear. Estos lazos sociales creados se transforman en las bases de la Revolución que determinan la proyección del Hombre en el Tiempo. La irrupción de este Elemento, el Tiempo, en la estructura genética del Pensamiento Humano produce la Civilización.

Pero el Amor existe antes de la Procreación. Y antes del Amor estuvo el instinto.

La ley de la reproducción de las especies viene definida literalmente por la estructura de la Naturaleza. Ciclos concretos inalterables, definidos en sus comportamientos específicos.

El Amor vino con su propio Comportamiento de relación entre el hombre y la mujer. La evolución del ser humano continúa en un nuevo escenario, la Familia.

El Fenotipo Humano ha cerrado su Evolución. La Evolución del Ser Humano continúa en la esfera de la Genética del Comportamiento. El Amor de los procreadores a los Procreados hace fuerte un Comportamiento que con el tiempo da lugar a la Monogamia como el Escenario Natural de la Infancia y el desarrollo perfecto y feliz del adulto humano.

Al principio no hay ley externa que regule esta ley interna. El Homo Sapiens Paleolítico da paso el Homo Sapiens Neolítico a lo largo de un camino en el Tiempo durante cuyo recorrido sus genes se han enriquecido viviendo las sucesivas transformaciones de los hábitats naturales, en cuyos hipogeos han quedado enterradas las eras del Pasado.

El genotipo humano ha ido enriqueciendo su base de datos a lo largo de millones de años. Su cerebro es la Base de Datos más profunda y extensa del Planeta. Base de Datos hecha carne que alimentada por la Información que recoge y legada de generación en generación da Origen a la Inteligencia.

Durante este proceso la Familia Humana se ha establecido en el Amor y generado la Monogamia como la relación SOCIAL PROCREADORA HUMANA. La Paz entre las familias y la felicidad entre los hermanos y los hijos de las demás familias es el Orden Natural sobre cuyos cimientos nacen las Ciudades Estados.

Lo Sobrenatural, el Amor, se hace Natural, a fin de que en la Procreación la Creación vea a su Creador como Padre. Nace el primer Hombre, Adán, el primer rey que conoció la Tierra.

Cae herido de muerte y pierde la corona. El Crimen se hizo y con él la Guerra. De la Noche a la Mañana todo lo construido durante millones de años se derrumba. El Comportamiento heredado sin necesidad de una Ley externa hace necesario esta Ley a fin de que por la Fuerza de la Ley subsista la Naturaleza.

Y la Ley se escribe : “NO ADULTERARÁS”.

Lo que sin necesidad de escribirse estaba inscrito en el ser, se escribe para que el Ser lo escriba por sí mismo:

El Adulterio es una Ofensa contra los hijos. Los priva de su Felicidad. Destruye la Familia.

El Adulterio es un ataque directo contra la Estructura de la Sociedad; desintegra la Fuerza Fuerte que une a todas las familias en la Paz Común.

El Adulterio es una puerta hacia el Crimen. Y el Crimen es la Puerta a la Guerra y la destrucción de la Civilización.

El Adulterio rechaza la Ley de la Naturaleza y causa la involución del Ser humano a la condición animal; el adúltero rechaza el Amor como Fuerza Esencial distintiva del Ser Humano y elige el Instinto como Razón de existencia. Su multiplicación implica la extinción de la Humanidad en el ser humano y su caída en la condición de una bestia no creada ni existente hasta entonces en la Historia de la Tierra.

Toda las bestias se rigen por la Ley del Instinto. El Adúltero no reconoce ninguna ley, ni la Ley de la Naturaleza ni la de Dios; no reconoce más ley que la ley de su demencia. Destruye la Familia, destruye la felicidad de la Infancia, destruye la Paz de la Sociedad, destruye al prójimo, se destruye a sí mismo en razón de la ley natural de la Venganza de quien ha sufrido la destrucción de la felicidad de sus hijos por una bestia demente que ha renunciado a la humanidad y despreciado el ser humano como el estado natural del Hombre.

No fue en vano que Dios alzara la pena de muerte contra el adulterio.

Una sociedad en la que la felicidad y la formación moral y mental de las generaciones es abandonada en manos de una Moral sin ley es un campo de cultivo de todo tipo de odios y enemistades que creciendo le meten fuego a la Paz y le abren camino a la Guerra Civil. Ante este fin en el tiempo y dados los tiempos salvajes entre los que la Ley adoptó dicha forma, la muerte del adúltero, hombre o mujer, se hizo necesaria.

No que su abolición por Cristo, en el orden de la Sentencia, anulase los efectos de semejante comportamiento antisocial. Pero como en el caso del Homicidio no quiso Dios que se respondiese al delito con la pena de muerte, sin por ello dejar se hacerse reo de juicio ante Dios, siendo este Tribunal infinitamente más incorruptible y de temer que el humano, corruptible y de circo, en el caso del Adulterio Dios busca la renovación del Hombre mediante la Aceptación Voluntaria de la Ley Interna, haciendo por ello innecesaria la Ley externa.

Se busca la inmunización del Ser contra un comportamiento patológico heredado tras milenios de viaje por los infiernos de la Ciencia del Bien y del Mal. No buscó el Hombre este Viaje. No debemos creer, sería irracional creerlo, que de este Viaje el Comportamiento Genético de los pueblo ha salido limpio y puro. Para nada. Al igual que se heredan enfermedades mentales corporales por transmisión genética, en esta misma razón se heredan comportamientos morales y sociales ajenos a la verdadera naturaleza del Ser Humano. De aquí que Dios busque, sin abolir la Ley Externa pero distanciando del delito la sentencia dada a los Antiguos, abrir el Corazón de su Creación para que voluntaria y libremente abrace la Ley Interna en la que el Hombre tiene su Principio y nuestra Sociedad su Origen.

La Monogamia es el estado natural por Dios creado para el desarrollo y Felicidad de la Familia Humana.

Innecesario decir que La tragedia del Género Humano ha levantado edificios sociales ajenos a la Ley Moral de la Naturaleza y exclusivamente enraizados en los intereses de algunos individuos, todos moralmente enfermos y mentalmente alucinados por la creencia de ser dioses más allá del bien y del mal, patología demencial que esconden tras coronas, inmunidades parlamentarias, aforamientos institucionales, etcétera. Ellos han creado una sociedad en la que su demencia es salud y sus delitos son legales. Ellos han creado un código de justicia en el que sus crímenes son lo políticamente correcto y sus demencias la salud mental que le conviene a la democracia.

Nos es dejado a nosotros la renovación de nuestro comportamiento mediante la aceptación sin límites de la Ley Interna creadora de la Sociedad Humana. Y diciendo Dios:

“Pero yo os digo que todo el que mira a una mujer deseándola, ya adulteró con ella en su corazón”,

nos marca el camino. Estrecho y duro, porque habiendo sido forjada la sociedad entre los muros de una Moral en la que el Amor es una desgracia y el Instinto es todo lo que cuenta, donde el crimen es legal y la Felicidad de la Familia una ofensa a un código de justicia creado para hacer que el delito abunde y los delincuentes compren su absolución al precio estipulado por las leyes del Poder; en esta Sociedad donde la Familia es el enemigo público número 1 y los hijos el producto inconsciente de la satisfacción de un instinto animal que no reconoce ninguna ley humana, este camino ha de ser por fuerza una odisea. Que sin embargo el Amor, establecido sobre la Ley Sobrenatural, vence para la felicidad de todos los hijos y Futuro de la Civilización.

En definitiva, todo cuesta. Nadie pretende hacer creer que abrirse a una Ley Interna que se escribió en el Ser a lo largo de millones de años pueda hacerse sin acogerse al Consejo de Dios:

“Si, pues, tu ojo derecho te escandaliza, sácatelo y arrójalo de ti, porque mejor te es que perezca uno de tus miembros que no que todo tu cuerpo sea arrojado a la gehenna. Y si tu mano derecha te escandaliza, córtatela y arrójala de ti, porque mejor te es que uno de tus miembros perezca que no que todo el cuerpo sea arrojado a la gehena”.

Consejo que no debe mirarse por la dureza de la palabra sino por la felicidad de la recompensa. O como dice la Iglesia, más como advertencia que consejo: “Lo que Dios unió, el mundo no lo separe”.

El mundo tal cual tiende a eso, a premiar la ofensa y destrucción de la familia del prójimo, acusando a la víctima y aplaudiendo al verdugo sin consideración de ninguna clase por el verdadero objetivo del delito : Los hijos.

Una Nueva Moral edificada sobre la Libertad de la Ley Interna viene con Dios:

“También se ha dicho: El que repudiare a su mujer déle libelo de repudio. Pero yo os digo que quien repudia a su mujer — excepto el caso de fornicación — la expone al adulterio, y el que se casa con la repudiada comete adulterio”.

De donde se ve la complejidad de las consecuencias de la Ley, por cuya complejidad ha sido rechazada la Ley de la Naturaleza por los códigos de justicia que los ricos y los poderosos escribieron para legitimar sus delitos.

Como se ve, Dios no creó al Hombre para vivir en y por el Instinto, sino para vivir por la Ley de la Felicidad que la Monogamia trae a los hijos. Y quien no quiera tener hijos que no se case. Pero quien se casa está sujeto a Delito. Del que es defendido por la Ley Interna de Dios: “Serán dos en una sola carne” dice.

 

CONCLUSIÓN

 

Es necesaria la Ley Externa a fin de que la Disrupción de la Familia haga justicia al Ofendido y dirima la Custodia en razón del Delito.

Una Justicia que no reconoce esta Ley sino que hace del Adulterio la puerta de la Custodia y destrucción legal de la Felicidad de los hijos es una Justicia criminal, escrita por criminales y administrada por criminales.

El Futuro del Género Humano, Ayer como Hoy, depende de la Felicidad de la Familia, de su Fuerza Nuclear como Vínculo Interfamiliar, de la Salud Moral y Mental de las generaciones formadas en una Ley Procreadora en cuyo seno reconoce el Hombre a Dios como Padre.

El Adulterio es un Delito y como tal debe ser admitido a la hora de la Disrupción de la Familia. Él o ella, quien quiera sea el autor, sea despedido del Hogar Familiar y quede sujeto a las consecuencias de la ofensa contra los hijos.

 

IV

VINO NUEVO EN ODRES NUEVOS

 

Nada existe en esta Tierra por coincidencia, por azar  o por efecto de una conjunción fortuita de elementos. El Creador de los Cielos es la mano que mueve la pluma de la Historia, y aun cuando los enemigos de su Obra creen estar dirigiendo el movimiento a un fin por ellos planteado, el final del camino es siempre el que Dios ha dispuesto.

En este orden de realidades el Imperio Romano fue  el producto más elevado que la inteligencia animal humana podía y puede, siempre que se mantenga el alejamiento de la Creación hacia su Creador, poner en el escenario de la Historia. Su destrucción hubiera debido y debiera ser lección para todas las naciones. No ha sido así. Aquél monstruo que se alimentaba de carne y de sangre humana en lugar de  ser el ejemplo de lo que ninguna sociedad debe imitar se convirtió, por desgracia, en el modelo a  imagen y semejanza del cual los imperios modernos impusieron su yugo genocida y criminal.

No fue casualidad que Dios determinase que la Renovación de su Creación comenzase y tuviese en el centro de aquellas tinieblas su Día de Nacimiento.

Por todas las plumas ha sido reconocido que la gloria del vencedor es siempre más grande cuanto más imposible parecía su victoria sobre el enemigo. Que Cristo Jesús triunfase y su Iglesia llevase su Testamento a sus Herederos a dos mil años de distancia en el Tiempo era de todos los imposibles el más  manifiesto.

No había en el hombre del Siglo de Cristo  ningún valor por el que se pudiera reconocer su existencia como Creación de Dios. El ser humano había caído en ese abismo de bestialismo monstruoso cuya ley es el Homicidio y la Guerra como camino a la gloria y al Poder, a la riqueza y a la felicidad. Matar, asesinar, robar, prostituirse, esclavizar, corromper, mentir, traicionar, vender seres humanos como ganado, arrasar poblaciones… estas eran las virtudes del Imperio  Romano. Y el resto del mundo vivía esa ley al pie de la letra.

¿Por qué esperó Dios que su creación se hundiese en ese abismo y tocase fondo para alzar la estrella de su Espíritu? ¿En esas condiciones tenebrosas qué hombre o diablo hubiese apostado por la Victoria de Cristo? Incluso un testigo de su Gloria, Judas Iscariote, creyó imposible que Jesús pudiese triunfar.

Nosotros contamos con la comodidad y satisfacción de estar rememorando aquella Victoria para la Eternidad dos mil años después. Es fácil hablar desde este lado. Es fácil apostar por el Vencedor cuando la Victoria ya ha sido establecida y la Iglesia fundada por Jesucristo se extiende por las cuatro esquinas de la Tierra.

Allí estuvieron Dios Padre y Dios Hijo actuando en Unidad Perfecta. Fue desde esta Unidad que se oyó decir : “Hagamos al Hombre a nuestra Imagen y a nuestra Semejanza”. Dios no estaba solo. Con Él estaba su Hijo. El Hombre al que llamaban a la Vida eterna era un hijo de Dios.

¿Dónde estaba este hombre en los días en que el Hijo de Dios se hace hombre y se dice : “He aquí el Hombre”, ese hombre que estaba en el Verbo?.

Dios en persona se encarna para que la Imagen Viva de su Hijo refleje en el espejo de la Creación su Imagen Original. ¡Qué distancia tan enorme entre el hombre de su tiempo, judío o gentil, y ese Hombre que estaba en el Verbo del Principio! ¿Lograría Dios  imprimir en el ser humano ese Original que viajando por los milenios  se abriría en el ser humano para producir su fruto : hijos para Dios?

Responder desde este lado de la Victoria puede parecer un juego, pero  la admiración por el Vencedor no lo es. La Cruz era la Puerta a la Victoria. Las Persecuciones contra el Cristianismo serían el Camino. La Oposición Genocida  contra la Religión Divina sería la constante a través de los siglos y los Milenios hasta llegar al Testamento de Cristo a sus Herederos. Dios lo había dispuesto así y su Hijo se sometía a Su Sabiduría el Corazón y la Mente puestos en la Victoria de su Casa. La Renovación de la Creación le afectaba no sólo al Hombre sino a toda la Casa de Dios.

Pero estas son cosas que están escritas en la Historia Divina de Jesucristo. Lo que aquí nos toca es desprendernos de la Imagen de un Jesucristo  humano en el que Dios Hijo queda  en el Sepulcro.

El Maestro perseguido por las Muchedumbres y desde una barca hablándole en Parábolas, que ellos no entendían, como no podía ser de otro modo,  era el Ser Todopoderoso que creó la Luz, el Firmamento, y desplegó en el firmamento de los Cielos el Árbol de las Constelaciones. Aquel Rey de reyes y Señor de señores del Imperio de su Padre que  vino a la Tierra vestido de guerra de los pies a la coronilla había dado paso al Siervo de YAVÉ DIOS.

El Guerrero había dado paso al Sabio.

La Creación entera estaba en jaque. No la Fuerza sino la Sabiduría le daría la Victoria a Dios. El Enemigo no era el Diablo, era la Muerte. La locura, la demencia de los hijos de Dios que se aliaron para hacer temblar los pilares de la Creación, tenía un origen, y este Origen no era Dios.

El Hijo vino con el ojo puesto en su Enemigo : Satán, el Diablo, la Serpiente Antigua, el Dragón. El fuego que le consumía en el Celo por su Padre le cegaba la visión del Enemigo que se ocultaba detrás del Traidor a la Casa de Dios. El Enemigo que alimentó con su Fuerza a aquellos hijos rebeldes era la Muerte.

Satán, el Diablo, era nada, un peón en una Guerra que  venía desde la Eternidad y celebraba su última batalla en la Tierra.

El Hijo de Dios se retira al desierto a sabiendas que el Enemigo de su Corona vendría a  visitarle. Su búsqueda de aquel hijo de Eva que habría de aplastarle la cabeza había concluido. El Duelo a muerte entre el hijo de la Sabiduría y el hijo de la Muerte podía empezar.

En realidad no había nada que  empezar. Ya estaba todo hecho. Sólo había que llevar a su consumación lo dispuesto. Satán no ve al Hijo de Dios, ve a un hombre. Le habla como se le habla a un hombre. Dios Hijo ni lo mira. Satán es un cadáver en el infierno. No lo sabe, su creencia en la victoria sobre Dios es un suicidio. La Palabra de Dios es Dios, Su Juicio es Todopoderoso; aunque tarde miles de años en  ser ejecutada la Sentencia la espada de la Justicia Divina cumple su Mandato sin oposición que resista su Fuerza. Jesús ni llo mira:

 Apártate, Satanás, porque escrito está: “Al Señor tu Dios adorarás y a Él solo darás culto.”

El Pensamiento de Cristo está puesto en el Futuro, en la Salvación de la Plenitud de las Naciones del Género Humano. Su Padre no sólo le ha glorificado dándole la Corona Universal; invistiéndole del Señorío sobre la Vida y la Muerte de todos los Pueblos de la Creación, con su Corona es Investido del Poder del Juez Universal, Todopoderoso y Libre para Decretar Absolución Universal o Dictar Sentencia acorde a las obras de cada cual.

Él es Dios verdadero de Dios verdadero, su Poder es Infinito. Tiene el poder de sanar todas las almas.

Ignorante de esta Salvación, el “diablo” había caído de la condición de los hijos de Dios a la condición de las bestias irracionales, y como bestia tentó al Señor de la Creación de Dios con palabras de bestia:

Si eres hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan.

El Hijo de Dios ni vuelve la cabeza. La demencia de quien teniéndolo todo en Dios prefirió tenerlo todo en el Infierno porque la Ley del Amor no le parecía propia de dioses, no le mereció a quien es Amor en su sustancia y esencia ni una mirada. Y le responde sin preocuparse de su presencia:

Escrito está: “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.”

¿Qué palabra saldrá de su Boca, la Boca del Juez Universal que en su Divinidad tiene la Vida del Género Humano en sus labios? ¿Se Renovarán las naciones voluntaria y libremente y haciendo del espíritu de Cristo su Ley y su Vida conquistarán el Corazón de Dios? ¿O rechazando la Ley del Amor le arrancarán de los labios la Sentencia según el espíritu de la profecía?

Pues aunque Dios determinó la destrucción de Nínive, el arrepentimiento de sus habitantes conquistó la Absolución para los arrepentidos. Y siendo el espíritu de Jesús el espíritu de la Profecía su Juicio queda sujeto a la Ley de la Misericordia de Cristo. ¿Qué harían las naciones cuando llegase el Día de la Gloria de la Libertad de los hijos de Dios, Herederos de su Testamento?

Incapaz de penetrar en el Pensamiento de Dios, el Diablo siguió con su bestialismo:

Si eres hijo de Dios, échate de aquí abajo, pues escrito está: “A sus ángeles encargará que te tomen en sus manos para que no tropiece tu pie contra una piedra.”

El Hijo de Dios ni vuelve su cuello. El Enemigo de Dios es la Muerte. Satán es nada, una bestia que como bestia salvaje sólo quiere devorar, desgarrar. Y cree que en el Poder de la Guerra está Dios.  La respuesta del Campeón de Dios es directa:

También está escrito: “No tentarás al Señor tu Dios.”

¿Acaso no es tentar a Dios creer que se le puede vencer, que se puede destruir su Obra, borrar su Ley, vivir según una ley propia, creer que el Universo va a renunciar a la Ley de su Fundación y se acogerá a una ley  ajena a su Origen y Creación?

Largo sería el Camino desde el Sellado del Testamento de Cristo hasta su Apertura Universal.

Por el momento el Duelo a muerte entre el hijo de Eva y el Homicida que mató a Adán, quedaba abierto. El Hijo de Dios regresa  al monte:

Declaración del segundo precepto

“También habéis oído que se dijo a los antiguos: No perjurarás, antes cumplirás al Señor tus juramentos. Pero yo os digo que no juréis de ninguna manera: ni por el cielo, pues es el trono de Dios; ni por la tierra, pues es el escabel de sus pies; ni por Jerusalén, pues es la ciudad del gran Rey. Ni por tu cabeza jures tampoco, porque no está en ti volver uno de tus cabellos blanco o negro. Sea vuestra palabra: Sí, sí; no, no; todo lo que pasa de esto, de mal procede”.

Entramos en la Mente de Dios.

El juramento es un acto de entronización divina del ego  contra la realidad mortal del ser humano. Dios dice “Juro por mi honor y mi gloria”, pero esta Palabra está sostenida por un Poder Infinito que vence toda circunstancia que pueda proceder del exterior a la voluntad propia. 

¿Es acaso la palabra del hombre “palabra de Dios”? ¿Tiene el hombre el poder de Dios?

Tan de ignorantes es creer en quien jura, como tiene de malvado usar esta ignorancia para traicionar la confianza.

La Historia demuestra que todo juramento es un acto de demencia porque hace creer que uno es dios y puede cumplirlo, y porque su cumplimiento exige el desprecio a Dios, el único al que se le debe Obediencia.

La Historia enseña que todo juramento que obliga a poner la obediencia a un hombre sobre la debida a la obediencia debida a Dios, Rey y Señor : Jesucristo, sea quien sea y sea cual sea la posición de ese hombre en el Reino de Dios, es un acto de traición a la Obediencia debida a Jesucristo, Señor y Rey de la Creación de Dios.

La Jerarquía no existe para anular esta Obediencia Eterna Perfecta al Rey Dios. Todo al contrario, la Jerarquía procede de la Obediencia a fin de mantener esta Obediencia de todos los Ciudadanos del Reino de Dios a su Hijo.

Esta Obediencia Divina a Jesucristo está sobre todos los hombres, sobre todos los seres, de nuestro mundo o de cualquier otro mundo, presente o futuro.

Esta Obediencia no procede de Juramento, tiene su Origen en el Ser. 

Todos los hombres tenemos en Él el Origen de nuestro Ser.  La Obediencia en Juramento a un hombre, sea quien sea y de la condición que sea, implica una renuncia a este Origen.

En la Obediencia de todos al Rey la Jerarquía es un edificio  que teniendo su Origen en el Señor la hace Divina sin dejar ella misma su condición humana.

Obispo o ministro, todo hombre es Ciudadano del Rey Divino y a Él y sólo a Él, Jesucristo, le es debida la Obediencia Eterna y Todopoderosa a que el Amor a su Corona nos llama desde nuestro Origen.

Jurar contra o en pro de un hombre o sobre la cabeza de uno mismo es, en este orden de cosas, una circunstancia que encadena la propia palabra a un poder que está más allá de nuestra realidad.

Jurar por Dios es hacer de Dios testigo y hacerse reo de sentencia.

Jurar por uno mismo es un acto de orgullo que conduce al mal.

Extirpar de nuestra conducta este orgullo y esa obediencia  que rompe la relación directa de la Creación con su Creador es un acto de sabiduría. Lo contrario, tan pecador es quien se obliga a juramento como quien exige juramento.

El Pensamiento de toda la Creación en el terreno de la Palabra y de la Obediencia sólo tiene un Centro, un Foco, una Realidad, una Persona : Jesucristo. Cualquier persona que se ponga entre el Rey y el Ciudadano, entre el Creador y su Creación, exigiendo Juramento de Obediencia a una Jerarquía instituida por Dios para engendrar esta Obediencia a su Hijo, comete Pecado contra Dios.

La Obediencia se satisface en la Obediencia sin necesidad de Juramento; pues el Juramento de los hombres busca la legalización del crimen y el silencio a favor de su autor “en nombre de Dios”, levantando contra Dios una acusación que Dios juzgará con toda su Omnipotencia acorde a la maldad del que exige y del que otorga.

Lo que a todo hombre le corresponde es el “Sí, sí; no, no”, y todo lo que  vaya más allá es abrir una caja de pandora que una vez abierta no se cierra hasta que no se sufren los males liberados.

La Renovación de la Creación procede, como se ve, no de las leyes, sino del Espíritu. El Espíritu de Creador impregna su Creación para que sin necesidad de leyes externas en las alas de la Ley Interna la Creación supere  la obediencia bajo castigo exigida por la ley escrita. Pues las leyes son escritas para los animales políticos racionales que despreciando la vida del espíritu se sujetan a la ley de los instintos; y en su racionalidad animal, o lo que es lo mismo, en su irracionalidad espiritual usan las leyes escritas para legalizar conductas homicidas, destructivas y transgresoras de las leyes de la Naturaleza. Siendo el Código de las Leyes de la Naturaleza una proyección de la Vida Divina las leyes escritas buscan crear un universo dentro del universo desde cuyo núcleo, como si se tratase de una cáscara externa,  reventar el universo real y quedarse como universo personal sujeto a las leyes de la paciencia del bien y del mal, cuya naturaleza se determina por la fuerza de las armas, y dependiendo de éstas las leyes cambian para acomodar las conductas de los vencedores a la conciencia de los tiempos.

Sin embargo Dios no necesita de leyes externas, porque Él es para sí mismo Ley. Creados a su Imagen y Semejanza la perfección del Hombre está en esta Ley del Espíritu. Por la que Dios puede decir de sí mismo “Yo soy el que soy”. Pues si la ley determina la conducta, cuando es la Personalidad la que establece la conducta esta Personalidad deviene Ley. Y siendo Ley para sí mismo Dios no tiene necesidad de ley externa escrita, que  se establece para  una personalidad imperfecta, cambiante e indefinida. Sujeta a los cambios de las circunstancias externas.

Dios, vencedor de ellas y creador de las propias, no estando sujeto a ninguna variable y fundada su Personalidad en la Eternidad vive en la Ley siendo en sí mismo y para sí mismo Ley. Horizonte hacia el que la Creación se dirige, y por el Espíritu alcanza sin necesidad de esa Eternidad.

Obra Sobrenatural del Creador esta Perfección su Ley es nuestra Ley, de manera que no teniendo necesidad de leyes escritas vivimos por la Ley de la Libertad, que, siendo su Fuente el Espíritu de Cristo, nos libera de las leyes por el Amor a la Ley, siendo por el cumplimiento de la Ley del Espíritu perfectos cumplidores de las leyes escritas, así como su motor de crecimiento y adaptación de su código al Código Moral Divino.

En éste el Perjurio es Delito en su modelo incorruptible. En el código escrito el Perjurio es sólo una figura retórica puesta a la compra-venta en el Mercado de la Justicia. En el primero el perjurio no admite justificación de ninguna naturaleza. En el segundo las justificaciones morales son infinitas, por esta corruptibilidad deviniendo el código moral de los hombres un libro de leyes escrito por y apto para los señores de las bestias. Tanto es así, que el Perjurio deviene condición per se para acceder a ciertas instituciones legales. Venderse y vender al prójimo es condición sine qua non a la hora de cruzar ciertas puertas. El acto de no cometer perjurio deviene incluso un delito delante de quien pone como necesidad este crimen para obtener ciertas prebendas, posiciones sociales y beneficios institucionales.

Plantarse en el Espíritu y regirse por la Ley de la Personalidad Divina, a cuya Imagen y Semejanza hemos sido engendrados,  comportándonos  en carne mortal seres inmortales es un acto Natural al Espíritu de Cristo en nosotros. Razón, se entiende, por la que el mundo, establecido sobre el Perjurio, se haya alzado y esté alzado contra el Cristianismo y con todos sus medios haya buscado la extinción de la Fe Cristiana. El fracaso ha sido rotundo, y nuestra posición frente a este mundo es la de nuestro Héroe y Rey ante el Diablo, mirar al Futuro y dejar que el mundo camine a la ruina que con tanta devoción ha cultivado. En esto siguiendo al pie de la letra la Ley del espíritu : “Vino nuevo en Odres nuevos”.

 

V

LA LEY DE LA LIBERTAD  

 

“Si hablándoos de cosas terrenas no creéis, ¿cómo creeréis si os hablase de cosas celestiales?”

Dos milenios han pasado y cada Palabra que dijo Jesús, Dios Hijo Unigénito, no sólo sigue viva sino que ninguna se ha hundido en las arenas movedizas de la ciencia del bien y del mal. Lo dijo Él : “Mis palabras no pasarán” . 

Dos milenios después el animal racional humano sigue intentando por todos los medios abrirle una fosa en esas arenas movedizas a la Palabra del Hijo de Dios.

La estupidez del animal político sapiens no tiene desperdicio. Este animal ha hech0 del error su sabiduría, de la tragedia genocido-suicida su odisea para la eternidad. Se cae a cosa hecha para levantarse y  ser aplaudido por volver a levantarse de las guerras mundiales, de los genocidios fratricidas, de las masacres  sin número que protagoniza. Su inteligencia tiene su apogeo en la evolución de las armas de destrucción masiva. Su  sueño supremo es la devastación de la Creación de Dios, la extinción de toda vida sobre la Tierra. Matar a su Madre, la Tierra, es su  genio. Toda su Ciencia sólo tiene una misión, extirpar del ser humano la vida a imagen y semejanza de Dios.

Aquél que  vino y estuvo entre nosotros, “el que era, el que es”, el que vive, Jesús, el Hijo que es la Vida del Dios Señor quien con su Poderoso Brazo redujo a escombros un cosmos entero y creó uno Nuevo en el que la Vida se alza a la Inmortalidad; Ese Jesús que dijo “Haya Luz” y la Luz se hizo, ¿cómo podría ser entendido por los hombres del Siglo de Cristo? ¿Hubiera podido aquella generación comprender el Lenguaje de la Ciencia de la Creación abierto en la Introducción a la Cosmología del Siglo XXI, Libro tercero de la Historia Divina de Jesucristo? ¿Es acaso la Creación del Universo cosa de magia? Dios dice y así se hace, pero entre la Palabra y la Acción existe una rama del Árbol de las Ciencia de la Creación del Universo que única y exclusivamente Dios despliega y mueve. Incapaces aquella generación y los siglos que la seguirían de comprender la Mente de ese Creador ¿qué otra cosa podía darles a conocer sino el Corazón de Dios?

Regresamos pues a aquél Acontecimiento que marcó un Ante y un Después en la Historia del Universo.

Comencemos pues por el principio: “El que era, es”. La mano que se mueve  lo hace a impulsos del Espíritu. No estamos hablando de un Jesús que murió, de un Jesús que vive en el Pasado. La Muerte no podía destruir a Dios. La Unidad en Dios de Padre e Hijo es Perfecta. “Dos Personas, un único Dios”. Dos Personas Divinas unidas en un mismo Espíritu en el que sus sentimientos laten a un miso ritmo, en el que sus pensamientos se despliegan con las mismas alas. Y ese Espíritu que vive en ambos se Encarnó para que lo tocásemos, lo viésemos con nuestros ojos.

No teníamos Inteligencia para comprender la Sabiduría del Creador del Universo, pero sí ojos para ver con el Corazón la Naturaleza Sagrada de ese Espíritu que vive en Padre e Hijo y  siendo dos Personas un Único Dios. ¿Cómo hubiera podido aquella Generación arrasada por las tinieblas de la ignorancia comprender la Inteligencia de quien siendo ese Hijo tiene en su Padre Inteligencia infinita y Poder sin límites? Habrían de pasar siglos de formación en las Ciencias para que el ser humano pudiese  entender los principios de la Sabiduría  Creadora y Salvadora de ese Dios Único en el que Dos Personas, eternas e indestructibles, viven como Padre e Hijo.

No hay que mirar al Pasado, ni  extender la mirada al Futuro, ese Dios está en el Presente. Y como Ayer, así Hoy, su Corazón es Cristo. Y en Cristo está la Fe. No en la Inteligencia del Creador, sino en el Corazón de Dios. Pues por la Ciencia no se ama, por la Ciencia nos maravillamos. Pero por el Amor, se ama. Dios nos dio a su Hijo para conquistar el Corazón de su Creación, y no por el conocimiento de ciencias sin número sino por las obras que nacen en el Amor por la Vida. Jesús calló y dejó que Dios hablase con las Obras de Cristo. ¡Cómo podía entender este Lenguaje aquella Generación!

Era aquella una generación criada en el derramamiento de sangre como medio de legitimación de toda suerte de delitos contra la Humanidad, de cuya naturaleza criminal no era siquiera consciente. El mundo  era así, el que mataba vivía; el que  tenía misericordia, moría. No existía más ley que la ley de Caín; en Roma como en Damasco, en Cartago como en la ciudad más alejada del mundo mediterráneo la ley era ésa : Mata, destruye, viola, esclaviza, o muere. En ese mundo de tinieblas  surge la Luz de la Vida. Todos los hombres somos Ciudadanos del Reino de Dios. Todos somos Iguales ante Dios por el Derecho de Creación. No hay judíos, no hay romanos, no hay persas, no hay cartagineses, ni íberos ni  árabes, todos somos un mismo Pueblo, una misma Nación Universal, e viene a Conquistar lo que le pertenece, no por la Ley de la espada sino por la Ley del Amor.

¡Como podía entender este Lenguaje aquella Generación! El Oro y el Hierro eran para ellos los pilares del Poder, los fundamentos del Imperio. ¿Y vienes Tú y nos hablas diciendo “Dios es Amor”? ¿Estás loco, has perdido el juicio? Que te crucifiquen y veamos cuánto te ama Dios.

Innecesario perderse en aquella mentalidad animal perdida en la selva de unas tinieblas que desde hacía miles de años habían hecho del mundo un infierno. Inútil radiografiar aquél mundo de horror y terror institucional que alimentaba a las fieras con carne humana y se servía del ser humano como antorchas para iluminar las fiestas. Inútil e innecesario de no ser porque los imperios modernos tomaron como modelo de sus estructuras ese estado de bestialismo  que le fue natural a todos los pueblos de aquel Siglo para la Eternidad.

El Primero que comprende la imposibilidad de comunicación entre Dios y el Hombre en la dimensión del espíritu de inteligencia es el mismo Jesús.  Por las obras del Amor y no por las palabras de Ciencia conquistaría el Mundo. El Mundo no estaba preparado para  recibir el espíritu de Inteligencia. Habrían de pasar todavía muchos siglos hasta que el Hombre pudiese entender  de “las cosas celestiales”. El espíritu de Inteligencia sería la herencia de su Descendencia en la Iglesia, su Esposa.

Obra Maravillosa, en su Ancianidad concibe Sara, que siendo figura de la Iglesia, cuando aún no había nacido la Esposa de Cristo, bendijo Dios su Descendencia diciéndole “Tu Descendencia se apoderará de las puertas de sus enemigos”. Invencibles los Esposos ¿qué naturaleza podría heredar su Descendencia?

Nacidos del Espíritu hablamos del Pasado en Presente, pues el que Vive es el que era, y el que era es el que es. Él es la Fuente, el Origen, la Luz que despliega su brillo para consumar su Obra, la Salvación del Género Humano en la Adhesión de la Plenitud de las naciones a su Reino.

Su Palabra vive, permanece, es la Fuente de la que nace el río de nuestros pensamientos y sentimientos, el canon de nuestra conducta, el alma cuya Sabiduría alimenta nuestro comportamiento social y reviste nuestra humanidad de su carácter Divino.

Su Doctrina revolucionó  la mentalidad de aquel Siglo, echó abajo los fundamentos de aquel código animal de conducta fratricida, y devino  la estrella continuamente  brillando en las tinieblas de la ignorancia de los siglos, iluminando revoluciones, levantando los cimientos de la Civilización, Cristiana, combatida constantemente desde fuera y desde dentro, pero siempre victoriosa, invencible. Nacida para vencer y seguir venciendo hasta el fin de los días del Hombre en la Tierra.

El código de conducta del espíritu permanece por la eternidad por la sencilla razón que vive en Dios. “Yo soy el que soy” : El que era es, el que es y el que será. Dios no cambia. Su Personalidad ha sido forjada en las fraguas de la Eternidad. Su Sí es Sí; Su NO es NO : ayer, hoy, mañana y siempre. Es la Criatura la que tiene que amar a su Creador, no por el Temor a su Poder, sino por el amor a su Personalidad. ¿Qué gloria puede sumarle darle a este Ser, Señor del Infinito y de la Eternidad, una criatura sacada del barro? Un poco de polvo, una gota de agua, he aquí el hombre. SU Hijo vino a conquistar nuestro Corazón por el Amor, no por el Terror y el Miedo a su Padre.

 

Declaración de la pena del talión

 

“Habéis oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente. Pero yo os digo: No me hagáis frente al malvado; al contrario, si alguno te abofetea en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; y al que quiera litigar contigo para quitarte la túnica, déjale también el manto; y si alguno te requisara para una milla, vete con él dos. Da a quien te pida y no vuelvas la espalda a quien te pide algo prestado”.

¿Dónde está aquí el concepto maligno de Poder, ese orgullo de reyes y ricos, de los poderosos y malvados que en su demencia se creen dioses y no siendo más que animales y despreciando a Dios y su Creación ha elegido ser bestias la voluntad propia ley del mundo? Diréis, sí pero  la Ley vino de Moisés. Y os respondo: No, esa era la ley del mundo en que Moisés vivió. ¡Cómo hubiera podido sobrevivir el pueblo Hebreo bajo la Ley de Cristo en aquel mundo  gobernado por el odio, la crueldad y el bestialismo! Un pueblo que había  sido esclavizado por esa ley y era liberado de ella  únicamente aceptando esa ley como natural a su mundo podía sobrevivir en ese mundo. En el infierno las alas de los ángeles se queman. ¿Quién va a la guerra como su madre lo trajo al mundo? Dios liberó a al Pueblo Hebreo de la Esclavitud pero el Mundo seguía condenado a vivir bajo es la ley que por su Pecado el padre del pueblo Hebreo trajo sobre el mundo.

Por la Ley conocemos lo que es bueno y malo. ¡Cómo hubiera podido sobrevivir el Pueblo Hebreo en aquellos tiempos si en lugar de hacerle frente al malvado le hubiese puesto la otra mejilla! ¿Cuánto tiempo hubieran sobrevivido a su Éxodo las doce tribus de Israel de haber estado sujeta a la Ley del Espíritu de Cristo?

Ojo por ojo y diente por diente era la ley del momento. Todos los pueblos aplicaban y vivían bajo esa ley.  ¿Poner la otra mejilla? ¿No responderle al malvado? ¿Dar a quien te pida? ¿No reclamar lo prestado? ¿Había perdido el Juicio el Mesías? ¿El Imperio Romano no se había fundado sobre la ley de la Antigüedad que dominaba en el mundo antes y después de Moisés?

La respuesta a este Mesías del Amor fue la que no podía ser otra. “El Poder de Dios lo ha vuelto loco”. ¿Pedirle a los Poderosos que pongan  la otra mejilla? ¿A los reyes que no les hagan frente a los malvados que piden la abolición de sus coronas? ¿A los banqueros que no reclamen las deudas? ¿A los ciudadanos pedirles que no nieguen caridad a los necesitados? ¡Qué doctrina es ésta! ¿En qué siglo se creía el Mesías que estaba viviendo? ¿En el Siglo XXI después de Cristo?

Comencemos: “Ojo por ojo y diente por diente”. La pregunta es obvia: Una Sociedad que aspire a  crecer en el Derecho y la Justicia, estructurada sobre un Estado con vocación de Paz y Libertad ¿puede sujetarse a esta Ley de acción y reacción ajena a la Justicia y el Derecho? ¿Puede la Ley de la Venganza ser la espina dorsal de un Estado de Derecho? ¿Puede construirse una Civilización sobre la base de una libertad legal para responderle a un delito con una fuerza mayor de venganza que por su propia naturaleza de odio comprenderá a toda la familia del autor del delito? ¿Puede ser legalizada la Venganza comprendida en la ley antigua mediante la restricción a la persona del ofensor?

Se ve la locura y la demencia implícita en la ley antigua bajo la que todos os pueblos vivieron y escribiéndola para la posteridad o la mano de Moisés quiso Dios  ponérnosla delante para que bajo ningún concepto la desenterremos de la fosa en la que la desterró el Espíritu de Cristo.

Pero se dirá, si la reacción es anulada la acción se verá libre para su desarrollo y multiplicación. A lo que tenemos que responder, que para eso existe el Estado de Derecho y Justicia que haciendo de la Ley  una Fuerza Todopoderosa de Intermediación la acción quede  suprimida en el propio ser de la Tentación. La Vocación y Misión del Estado Civilizado no es  la hegemonía de su Poder sobre las naciones en razón de su Potencia de Destrucción Mundial; la Naturaleza del Estado de Derecho y Justicia reside en su Poder para defender a todos los ciudadanos  frente a una caída en la Violencia como medio de recurso y consecución de cualquier fin personal o familiar. Este es el Verdadero Espíritu de la Civilización : la Creación de un Estado al servicio de la Libertad que procede de la Palabra como la verdadera naturaleza del Hombre, de manera que  la Fuerza que procede de la naturaleza animal quede enterrada en las fosas del Pasado del mundo.

La extirpación del subconsciente y del inconsciente humano del recurso a la violencia como medio de satisfacción de una ofensa es una empresa que les concierne a todas las naciones. Todas las naciones del mundo han estado esclavizadas a un comportamiento  homicida que le ha afectado a su herencia genética tanto a nivel de cuerpo como de mente. Creer que seis mil años en guerra civil mundial no tiene ninguna relación con el nacimiento de cada persona que viene al mundo es mantener en vivo ese sistema de herencia cuyo fin es la extinción de la vida humana. La acción de la Muerte sobre el árbol de la vida en la Tierra no tiene otro fin que  eliminar esta vida y reducir a polvo la superficie de la Tierra. A medida que los milenios han ido pasando esta acción final se ha ido potenciando en razón de haber hecho las naciones de su carrera armamentística la base de su progreso y hegemonía. Evidentemente la Creación de Dios sólo puede ser destruida por Dios; de donde matar a Dios en el Hombre, o lo que es lo mismo, extirpar a Cristo del Hombre es la puerta hacia esta extinción final hacia la que la Muerte camina. La Necesidad de detener este Nuevo Caballo sobre el que la Muere cabalga de nuevo es firme. Pero mientras la Ley de la Violencia permanezca, los cascos del Nuevo Caballo de la Muerte seguirán aplastando toda la hierba que pise.

Responderle al odio con el odio, a la Ofensa con Venganza es alimentar la Violencia en cuyo fuego la Guerra Muerte su Negocio.

No se puede transformar una Sociedad si el Ciudadano no se transforma; no por imposición externa, sino por voluntad propia. La transformación social no puede venir del Estado : sino de la Persona humana, sin cuya existencia no existe Estado ni Sociedad ni Civilización. Es el Hombre quien debe elegir entre Pasado y Futuro, Amor y Odio, Ley o Venganza, Humanidad o Crueldad, Entendimiento o Desprecio, Amistad o Enemistad, la Palabra como el verdadero Poder del Hombre o las armas como verdadera Fuerza.

La Doctrina del Hijo de Dios es firme. Fuera del Amor de Dios por la Vida no existe nada. Toda vida existe porque ÉL la ama. Ninguna Vida puede subsistir  en el Odio a la Personalidad de Dios, y siendo toda Vida creada a su Imagen y Semejanza su personalidad está en nosotros. Siendo la Ley la espina dorsal de la conducta, su Ley de vida es el principio, la fuente y el origen de nuestra Civilización, cuyos pilares pueden ser atacados pero no destruidos.

Quien ama, no odia. Quien ama la Ley, no responde con Venganza. Quien ama al Hombre, le ofrece la otra mejilla para no dar lugar a la Violencia. No es Cobarde el que devuelve, sino el que primero pega; el Valiente aguanta, resiste, soporta, con su Paciencia buscando la Paz que procede de la Palabra. El que domina a sus enemigos con su Palabra es más fuerte que el que lo pone de rodillas con la fuerza de las armas. La Misericordia del que perdona, es más grande que el poder del hombre más poderoso del mundo. Compartir es mejor que guardar. Y sobre todas las virtudes el Amor vence; todos los defectos el Amor a la Vida los borra, los transforma, los sublima, los transfigura y de las cenizas surge más fuerte el Ave Fénix de la fe muerta.

 

CONCLUSIÓN:

 

“Da a quien te pida y no vuelvas la espalda a quien te pide algo prestado”.

¿Puede el Ciudadano regirse por esta Ley y vivir en un Estado que hace todo lo contrario? ¿Es el Estado la proyección de la Personalidad del Individuo y la Familia a una Sociedad de Individuos y Familias nacidas del mismo Espíritu? ¿O es el Estado una superación maligna de esta Creación Interfamiliar que aprovechándose de la necesidad de su Creación un grupo organizado de delincuentes en partidos y sistemas políticos alienando a sus Creadores de su propiedad y convierten esta propiedad en un látigo de Dominio para provecho personal? ¿Tenemos el Derecho de levantarnos contra grupos organizados de delincuentes que  imitando a los virus malignos se internan en el cuerpo social para conducir a todos a la ruina? ¿Un Estado que deja el Gobierno de la Propiedad de sus Creadores en manos de organizaciones delictivas que camuflan sus intenciones delictivas en programas políticos, tiene el Deber de levantarse contra esas Organizaciones y devolver a sus Creadores el Gobierno de la Sociedad por ellos Creada? ¿Debe la Ley del Espíritu dejarse aplastar por la ley del Oro y del Hierro? ¿Debe el enfermo morir para verse que su enfermedad era de muerte?

Pero se me dirá, ¿cómo puede ponerse por ley que el hombre debe poner la otra mejilla?

¿Y quién dice que la Ley de la Libertad deba ser escrita?

La Ley de la Libertad existe para que  ser la medida de la libertad del Poder, de manera que siendo ahogada por la ley del Poder el hombre se levante para  defender su ley y por esta oposición proceder a escribir las leyes que nacen de esta libertad para garantizar la existencia de la ley de la Libertad. ¿O acaso pueden vivir juntos el Diablo y Cristo?

Si por el fuego definimos loa naturaleza del hielo, y así en todas las cosas, por la Libertad que viene del Espíritu definimos lo que es la esclavitud. Ahora bien, si te niegas o se te niega este Espíritu de la Libertad que hace de  mismo Ley, no conocerás ni sabrás distinguir entre libertad y esclavitud, que es exactamente la causa por la que es atacado el Cristianismo y debe ser suprimido por los poderes políticos allá donde se quiere instaurar un régimen dictatorial, solapado o abierto.

A nivel de Historia Viva observamos que donde no existe el Cristianismo existe la Dictadura. Y viceversa, vemos que donde existe el Cristianismo existe la Democracia. De donde se entiende que el cristianismo es el enemigo público número 1 de todos los regímenes dictatoriales. Y se deduce por qué el Socialismo del Siglo XXI, en todas sus formas, ha pactado una Alianza de Civilizaciones con el Islam, y sellado un pacto con todas las fuerzas comunistas europeas con el fin de extirpar el espíritu cristiano de las naciones hasta hoy disfrutando Democracias en función de su común origen histórico cristiano.

En verdad, el hombre es el único animal que tropieza no dos sino tantas veces como sea necesaria para su destrucción, en la misma piedra.

VI

EL ESPÍRITU DEL AMOR A LOS ENEMIGOS

 

Uno se queda agradablemente sorprendido  leyendo a los  grandes historiadores de las distintas escuelas anglosajonas. Por la sencilla razón de que al hacer una intro literaria a sus amos divinos, su majestades británicas, etcétera. Suelen siempre abrir su servicio afirmando que el tal divino rey era digno de la corona por ser era guapo, apuesto, bien hecho, de ojos bonitos, de mustacho  dalineano, todo sus cabellos  bien contados, proporcionadas las mejillas,  etcétera.  De donde uno deduce que para ser rey a los ojos de los generaciones futuras la condición básica era la guapura, de manera que si quisiésemos elegir en nuestros días a un rey en lugar de  buscar la sabiduría, la justicia, y esas cosas aburridas, tendríamos que celebrar un concurso de Mister o Miss universo, y al ganado o la ganadora. De  seguir Dios esta regla de los esclavos oficiales de los reyes anglosajones la pintura que debiéramos hacernos del Rey del Cielo, en su periplo por la Tierra, sería la de un Apolo perfectísimo por su sola belleza merecerse el título de Dios del más grande de los Olimpos; o lo que es lo mismo, un Jesús de Nazaret con su sola belleza provocando desvanecimientos en ellas y en ellos adoración en los unos y la más letal envidia a muerte entre los otros. Nuestros pintores, que suelen ir por libres, y aun estando al servicio de la Iglesia, porque comiendo de la mano hubieran debido seguir la regla de los britones, y por esta transgresión la muerte debieran  haber recibido por pago de los Papas y sus  servidores, todos del ejército del diablo; nuestros pintores, viendo en el Jesús al hijo del Hombre, y pensando en que los hombres nacidos en baja cuna somos todos feos, algunos de cabeza soportable pero no muy agradable, otros con narices locas, quien con ojos  asimétricos, o mentones destartalados, etcétera, y sin embargo todos muy machotes, nos tomaron a nosotros, los de sangre roja por modelo, y siendo nuestros pintores ellos mismos sujetos del agravio popular, ya se sabe : el hombre mientras más feo más hermoso, proverbio que nuestro rey Salomón no creyó conveniente incluir entre su rosario de sabios dichos; pues nuestros pintores, pasando de la sangre azul creyeron que por el fuego que Jesús repartía a diestro y siniestro, aunque el Amor que repartía entre sus enemigos no fuera precisamente ese amor que se le escapaba cuando veía a los niños, pues nuestros pintores pensando en que Jesús tenía la sangre roja como cualquier hijo de vecino no tuvieron reparo alguno en pintárnoslo como uno más, ni más guapo ni más feo,  un hombre que se vestía por los pies, un hombre por derecho, un hombre de ley de los que su palabra va a misa. ¡Desilusión gorda que indujo a la Reforma a borrar de los templos esa figura de un Jesús con dos piernas y dos brazos,  dos ojos, dos orejas, dos fosas nasales, capaz de reír como cualquiera y de llorar como los pobres, de beber y de comer, de vestirse y de desnudarse, de dormirse y de levantarse, de hacer caca y pis como cualquier hombre c de sangre caliente y de color! ¡Herejía, si los reyes britones tienen la sangre fría como el hielo y de color azul como el cielo, cuánto más el Rey del Universo debiera tener por  sangre un iceberg y por color  el del abismo de las profundidades del océano! Así que  borraron de la Casa de Dios la Imagen de su Hijo. Todo señala a que como el Diablo quiso quitar a Jesús de la Diestra de su Padre para ponerse él, cosa que a Dios le pareció una locura y aunque por dos veces le dijo, “ ’tate quieto chico”, y ni Dios pudo quitarle de la cabeza querer ser el Rey del Universo, la Reforma Anglicana pudo lo que el Diablo no pudo y Dios nunca quiso, que su Reino tuviese por Cabeza otra que su Hijo. Natural pues que el Diablo borrase de sus iglesias todo recuerdo de Jesucristo; esas iglesias eran suyas y en ellas sólo se le adoraba a él, y pintar su figura, pies de chivo, cuernos de cabrito y cara de bicho, como que nuestros pintores no lo iban a hacer.

Y ya tenemos al enemigo. ¿Qué haremos con este enemigo ahora? La Reforma se declaró en Guerra contra el Reino del Hijo de Dios. El Diablo buscaba a quien se pusiera de rodillas a sus pies; la Tentación era increíble, el Imperio del mundo. Europa estaba bajo el trono de Jesucristo, cuyo Siervo, el Rey Español, ni por todos los reinos del Cosmos doblaría sus rodillas ante el Maligno. Pero en las Islas felices había  una casa de bárbaros, salvajes aún sin civilizar que por una hembra sería capaz de meterle fuego al mundo, hermano de armas del Alemán que por su verdad haría otro tanto,  y que a cambio del Imperio  no dudaría en destronar a Jesucristo, doblar sus rodillas ante el Diablo y recibir en recompensa todos los reinos del mundo.

Ya le hemos pesto un nombre al Nuevo Anticristo : Enrique VIII de Inglaterra.

Qué haremos: ¿Amaremos al amigo y odiaremos al enemigo, según el Código Moral del Mundo Antiguo, o Amaremos al Enemigo “para que ser hijos de nuestro Padre, que está en los cielos, que hace salir el sol sobre malos y buenos y llueve sobre justos e injustos”?

¿Qué nos está pidiendo Dios, que seamos perfectos como Él es perfecto?

Tremendo dilema : ¡Amar al enemigo! ¿Puede escribirse en código legislativo alguno? ¿Debe ser encerrado en la cárcel todo el que odia a su enemigo? A quien viene a quitarnos a nuestros hijos, a quienes vienen a destruir nuestra familia, nuestro pueblo, nuestra ciudad, nuestra nación, nuestra libertad, nuestra paz y alegría, ¿debemos responderle con Amor “para ser así hijos de nuestro Padre, que está en los cielos, que hace salir el sol sobre malos y buenos y llueve sobre justos e injustos”?

Poner la otra mejilla. O.k., ¿pero amar a quien nos odia?, ¿?qué tipo de código es éste? : “Yo os digo: Amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen”.

Nos lo dice Dios. Ese “YO” es Dios. No se lo dice a los jueces para que recojan  su Palabra y la conviertan en Ley. Alguien que es infinitamente poderoso y no tiene miedo de nada ni de nadie pues es Indestructible, nos dice a nosotros  que nos comportemos y nos guiemos por la Ley que Él se rige como si nosotros fuésemos sus Semejantes, su Igual : “Sois Indestructibles – dice -. Amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen, están persiguiendo una sombra, quieren cegar al sol. ¿No busca Dios la Salvación de todos por la Paciencia hacia todos? ¿No habéis sido creados a su Imagen y Semejanza? Ahora tenéis que serlo, vivirlo, comportarse como los hijos de Dios que sois. Sois sus hijos, sois Indestructibles, tened la Paciencia de vuestro Creador con vuestros enemigos a fin de que por la Paciencia vean la Vida eterna”.

Es el Código del espíritu de la Libertad. No puede ser escrito en papel. Se escribe en el Corazón, viene en el Alma,  es la vida del Espíritu. Enfréntate a tu enemigo desde la Justicia y la Verdad, jamás desde el Odio y la Violencia. Todos las  naciones han nacido en un campo de batalla cubierto de cadáveres. El humo de las guerras está en sus subconscientes. Se respira desde el vientre de sus madres. El Fuego de la Guerra  está en los genes de la Memoria. Han sido Miles de años en Guerra Civil Mundial. Nacemos con cicatrices profundas. El ruido y los gritos de la Muerte llenan los sueños de los pueblos. El Odio vive en el subconsciente. Es un virus maligno que se transmite de padres a hijos. Su fruto es encender la hoguera, hacer sonar los tambores de la guerra. Han sido seis mil años caminando por el infierno. El Odio hacia el vecino forma parte de la Memoria Genética de los pueblos. La Historia recoge por escrito las guerras, los genocidios, las masacres, los crímenes, las violaciones, las epidemias, los delitos contra la humanidad cometidos por todas las naciones. ¿Creéis que esa realidad es borrada  en el seno? ¿Que el ser humano nace con una Memoria en blanco? Los padres transmiten a sus hijos la Memoria de sus Pueblos y sus sociedades se encargan de encender ese Odio latente mediante símbolos y signos. Situarse más allá de este Herencia, alcanzar la Libertad de quien ha vencido ese Odio y nada ni nadie puede encender en su pecho esa hoguera  es  ser Semejantes de Dios.

El mundo estaba así cuando nacimos; nuestra misión en la vida de la Historia del Género Humano es cegar esa puerta, impedir que ese Odio se transmita de padres a hijos y las generaciones futuras nazcan libres y en Libertad vivan su Tiempo y disfruten del mundo que creen con sus manos, lejos de las tumbas de los muertos y del poder de los guardianes de cementerios convertidos en templos de adoración de  quienes con sus odios condujeron a las generaciones pasadas al genocidio, a las masacres, al homicidio sin fin propio de las guerras civiles.

El Mundo es Historia, y como tal debemos cerrar su Libro, darle un Epílogo; y  escribirle a la Nueva Historia del Género Humano  un Nuevo Prólogo, lejos del Odio, dentro del Amor a la Vida de todos, dejando sus páginas abiertas para que las generaciones futuras escriban sus capítulos.  Con la Pluma de la Verdad, la Justicia y la Paz en el Espíritu de la Libertad. Ellos como nosotros somos todos hijos de Dios y en esta Declaración rompemos con la Herencia de nuestros padres para devenir herederos de Dios. Por esto debemos amar a nuestros enemigos y orad por los que nos perseguirán, porque siendo indestructibles sólo respondiendo con Amor a su respuesta  animal podremos hacerles entender que declarándoles la guerra a los hijos de Dios le declaran la guerra a Dios, y ¿quién podrá resistir el Brazo de Dios?

 

CONCLUSIÓN

 

Dios mío y Rey mío, Señor Jesucristo, extiende tu Corona sobre todas las naciones de la Tierra, conduce a tu Reino a todos los pueblos del mundo, convierte a todos los hombres a tu Justicia. La verdad es el fundamento de tu Trono: el Amor, los cimientos de tu Palacio.

Maravilloso, Señor y Rey Nuestro Jesucristo, es el Paraíso de tu Padre, YAVÉ Dios, Señor del Infinito y de la Eternidad, Creador del Cosmos, tu Padre Amado: mueve Rey y Salvador nuestro los corazones de todas tus criaturas para que corran a gustar del fruto del Árbol de la vida. Recuerda que este mundo que Tú llamaste a la vida eterna  fue arrojado a los abismos de la Ignorancia por una Traición Maligna a tu Corona y tu Imperio. Apenas nacido el Hombre le sacaron los ojos, apenas comenzaba a andar le partieron las piernas, cuando  extendía sus brazos al árbol de la  Paz le rompieron las manos. Arrojada a los calabozos de una pena merecida  toda la Casa de Dios es testigo del sufrimiento que tu Criatura ha vivido desde la Caída. Ten piedad de este alma que ha sido atormentada hasta la locura y abandonada a su suerte bajo la ley de una ciencia maldita no presenta belleza que la haga diana de  tu Vista.

Infinito es tu Poder, Inmarcesible es tu Justicia. Tu Corazón es una Fuente de vida eterna con Origen en Tu Padre, que no se agota por la Eternidad. Dulce es el Agua del Río de tu Espíritu para quienes hemos bebido de sus aguas; abre caminos hacia sus orillas a todos los pueblos, rompe las cadenas que los atan a los muros de sus tradiciones. Tú tienes de tu Padre todo el Amor, Tú que eres su Vida, en quien el Señor del Cosmos tiene su  tiene su océano de Felicidad infinita, mira a tu Criatura Humana, extiende sobre la plenitud de las naciones el Cetro de tu Justicia, reúne a los pueblos bajo la bandera de tu  Paz, y vivan las generaciones por la Eternidad Ciudadanos de tu Reino.

Tú eres Nuestro Dios, Padre, Rey y Señor de todo los Pueblos y Naciones del mundo, Tú Dios, JESUCRISTO.

 

C.R.Y.S

 

“EL VENCEDOR EDICIONES”