EL PENSAMIENTO DE CRISTOEL ESPÍRITU DE LAS BIENAVENTURANZAS
En ninguna parte
visualizamos mejor la fuerza humana de Cristo que en su encuentro
con las muchedumbres. Esa imagen de un Jesús teólogo sus músculos
exclusivamente relacionados con su cerebro es un espejo que se hace
añicos desde el momento en que Él se vuelve a la muchedumbre y les
habla directamente. Sea desde una barca, sea desde un monte el fenómeno de la
potencia de su voz admiraba a las miles de personas que le perseguían y
despertaba en ellas el hecho de encontrarse ante una Milagro hecho carne. Esto
se ve con toda claridad en el episodio de la Parábola del Sembrador, Capítulo
13 de San Mateo. Las muchedumbres le persiguieron hasta dar con Él en la playa:
se sube Él a una barca y desde la barca comenzó Él a hablarles. ¿Era un general
de los tiempos clásicos, un Julio César o un Alejandro Magno desde el caballo
dirigiéndose a sus ejércitos, en formación y presto para lanzarse sobre la
yugular del enemigo, quien se dirigía desde una barca a las muchedumbres
sentadas en la playa? ¿Cuál era la potencia de la voz de aquel Predicador de
Parábolas? ¿Cuál era el volumen de su caja torácica? ¿Desde una barca se
dirigía a muchedumbres estacionadas en la playa y estas escuchaban
su voz como si surgiese de un equipo actual de sonido en pleno concierto al
aire libre? ¿Se sube Jesús a un monte y desde la cima, contra la teoría de la
dispersión de las ondas de sonido, las muchedumbres a los pies del monte oyen
su Voz como si estuviese Cristo hablándoles cara a cara? ¡Cómo no maravillarse!
Aunque no entendieran nada de sus Parábolas. El Milagro era Él. Él era el
Milagro hecho Carne : “DIOS CON NOSOTROS”.
Antes de penetrar en su Doctrina veamos
este Milagro desde los dos ángulos, del Humano y el Divino. Jesús
era “el Hijo de Dios”, pero era también “el hijo del Hombre”. En la Historia
Divina de Jesucristo se ve a ambos. En cuanto hombre el hijo de José y María de
Nazaret a la altura de los 30 años en que abandona su casa es una persona de un
cuerpo físico labrado con dureza. A la muerte de José, esposo de María, y de
Cleofás, hermano de María, padre de los hermanos de Jesús, Jesús queda al
frente de la familia de los hijos de su tito Cleofás. Aquéllos fueron tiempos
duros. No es ninguna casualidad que la muerte de Octavio Augusto y la entrada
del Niño Jesús en el Templo para descubrirse ante los Doctores como el Heredero
de David y Mesías Rey tuviese lugar en el mismo año, 14 d.C. La Edad de Oro de
Augusto llenó el Imperio con su existencia. Una estrella humana se apagaba, una
estrella Divina se encendía en el mundo. Para el Hijo de Dios aquella muerte
era la Señal que había estado esperando para revelarse a Jerusalén, reunir a
todos los hijos de Abraham y restaurar en la Tierra el Reino de Dios. En el
momento en que la noticia de la muerte de Octavio Augusto llena el
Imperio, Jesús, un Niño, cree llegado su Tiempo, y entra en Jerusalén dispuesto
a salir del Templo con la corona del rey David, a cuyo hijo Dios le prometió el
Reino Universal.
Ya sabemos lo que sucedió. El Hijo de Dios
salió del Templo con la Cruz de Cristo, el Siervo de Dios en cuya Sangre iba a
ser Redimido el Mundo. Desde ese día el Niño encontró en la
obediencia a su padre humano y en el trabajo físico la fuerza que le permitió a
su Mente vencer aquel shock: ¡¡Su Padre lo había enviado a la Tierra para ser
Crucificado!!
Pero si Jesús era el Primogénito de su
padre José, y el Unigénito de María, su madre, y heredero de la propiedad que
había heredado de su abuelo Jacob de Nazaret, ÉL era también el “hermano” de
“Santiago y José, Simón y Judas”, amén de las hermanas de éstos, que “estaban
todas entre ellos”. Cleofás muere pronto. José también. Le tocaba a Jesús, como
cabeza de la familia, sacarlos a todos adelante. Carpintero por pare de padre y
propietario de tierras por parte de madre, aquella familia numerosa no pasó
jamás hambre. Pero no se debe ignorar que sólo a base de trabajo duro y constante
él y su hermano Santiago triunfaron, casaron a sus hermanas
y hermanos, con tan buen éxito que a la edad de 30 años, Jesús quedó
libre de toda obligación familiar.
Los tiempos obligaban a trabajar duro.
Tanto que consumió a José, el esposo de María. La muerte de Octavio le
descubrió al Imperio la realidad. Las guerras de Roma y su transformación en
mármol habían dejado exhausto el Tesoro. La presión fiscal a la que Tiberio
sometió a las provincias del Imperio se cebó en las familias numerosas. La de José
sufrió el mismo castigo. Cuando José muere el peso de la Familia de María, que
comprende a los hijos e hijas de su hermano Cleofás, recae por completo en los
brazos de Jesús. A la altura de sus 30 años, edad en la que Jesús quedó libre
de toda carga familiar, Cristo era todo menos un enclenque “rabino”. Sus
músculos y su cuerpo habían sido forjados en la fragua del trabajo duro
constante, sin descanso. Era también Nazareno, es decir, no probaba el vino
desde las entrañas de su madre. Era virgen, no había conocido mujer. Cuando
Jesucristo se presenta delante de Juan Bautista su cuerpo era el de un
trabajador con huesos de acero y músculos de hierro.
Y no obstante esto semejante constitución
física no justificaba ante ninguna persona el Milagro de la Potencia
de su Voz. Desde la cima de un monte se dirigía a una muchedumbre, y ésta, como
si fuese al contrario, quien se encontrase en los pies del monte fuese El y en
la cima estuviese la muchedumbre, creando un espacio de teatro griego; la
muchedumbre recogía la Voz del Mesías como si les estuviese hablando cara a
cara. Nadie podía comprender aquel Milagro, (hoy lo llamaríamos “fenómeno
paranormal”). Ese Milagro era parte de Su Personalidad Divina. Ese quien les
hablaba a las muchedumbres desde una barca en la playa y desde la cima de un
monte, y todos los que le veían le oían como si le tuviesen al lado, Ese era el
mismo “Dios y Señor” que abriendo su Boca dijo “Haya Luz”, y la Luz se hizo. Y
alzando su Voz a los Cielos les dijo a las estrellas que separasen la Luz de
las Tinieblas. Y llamando a los hijos de Dios les dijo “Hagamos al Hombre a
nuestra Imagen y a nuestra Semejanza”. Y estaba allí, con ellos, le tenían
delante. No podían entender este Milagro. Sólo sabían que “Dios estaba con
ellos”. La Vestidura humana no podía encorsetar al Hijo de Dios, quitarle su
Naturaleza, privarle de su Libertad, rebajar su Gloria, reducir la Naturaleza
del Creador a la Naturaleza de su Creación. Nadie lo comprendía, lo vivían. Era
todo lo que entendían. Aquella Voz era la del Omnipotente Hijo de
Dios. Cómo era posible, no podían explicárselo a ellos mismos. Sólo sabían que
lo estaban viviendo, y esta vivencia era todo, superaba cualquier experiencia
humana. Andar al lado del Hijo de Dios, comer junto al Señor Jesús, escucharle,
compartir con Él el día a día, ¡¡cómo desterrar del alma esta Vivencia!!
Lo que era desde el
principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que
contemplamos y palparon nuestras manos tocando al Verbo de vida, porque la vida
se ha manifestado, y nosotros hemos visto y testificamos y os anunciamos que la
vida eterna, que estaba en el Padre y se nos manifestó; lo que hemos visto y
oído, os lo anunciamos a vosotros, a fin de que viváis también en comunión con
nosotros. Y esta comunión nuestra es con el Padre y con su Hijo Jesucristo.
Era imposible narrar aquella experiencia
con otras palabras. Los Discípulos vivieron aquella Vivencia de primera mano.
Ni la muerte, ni las torturas, ni las privaciones, nada en este mundo era
suficiente para borrar de su almas aquella Realidad. Dios había estado con
Ellos, entre Ellos. Habían tocado, habían reído y llorado con el Hijo de Dios
en persona. El Unigénito del Dios de Moisés y Abraham, se había hecho hombre y
Ellos habían convivido con el Señor de la Creación de su Padre como quien vive
con un Amigo. Desde este lado de la Resurrección, lo que antes de la Cruz no
podía explicarse y el entendimiento se vaciaba para llenarse de la Fe, Sí se
hacía comprensible. La Envoltura Humana no podía encerrar entre sus
barrotes la Gloria del Hijo de Dios.
Este Hijo del Dios Señor de Moisés, Amigo
de Abraham, y padre de Adán, era quien desde la cima de un Monte y
desde la barca sobre las aguas se dirigía con su Voz Todopoderosa a
las muchedumbres, diciéndoles:
“Bienaventurados los pobres de espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Dios bendice, no condena. Dios bendice, no
maldice. Dios enseña. Por esto escribe el Espíritu Santo : “Los enseñaba”.
A ser Pobres de espíritu. A ser
mansos. A llorar. A tener hambre y sed de justicia. A ser misericordiosos. A
ser limpios de corazón. A ser pacíficos. A padecer persecución por la justicia.
A soportar insultos y maldiciones y persecución por causa de su nombre.
Doctrina Divina abierta a la interpretación
de cada cual. Pues quien lee tiene su propia mente. Doctrina interpretada por
los santos que en el Espíritu vivieron la Doctrina del Reino de Dios que el
propio Dios puso en la Boca de su Hijo. Pues antes de enviarle de su Mundo al
nuestro se la dio a conocer, y encarnándose se hizo Hombre en Él, que por esto
se dice : “La Palabra se hizo Hombre, y la Palabra es Dios”, pues
quien la trajo al Mundo era Dios Hijo. Doctrina para muchos dura de entender.
Para otros tan clara como el agua cristalina que baja de las montañas que tocan
el cielo.
No todos entienden esta Pobreza de
Espíritu que se gana la bendición divina. Y que podríamos incluso traducir a la
perfección llamando a Sócrates a que nos repitiese su Declaración de Pobreza
“Sólo sé que no sé nada”.
¡Cómo atreverse a plantarse delante de
Dios sin esta pobreza del que ante Dios ¿qué es lo que él sabe?! ¿De qué Poder
puede preciarse el hombre ante este Creador a quien siguen las galaxias como
rebaños a su pastor y protegidas de todo lobo por su Honda Todopoderosa se
internan en montes lejanos sin miedo a perderse en el Infinito? Desnudo creó
Dios al Hombre. El Poder, la Inteligencia, los Vestidos que lo hacen hermoso no
proceden de la tierra, sino de su Espíritu. Todos somos pajarillos que vuelan
en el Tiempo. Aspiramos a renacer como Fénix en el Paraíso de nuestro Creador;
Él es el sentido de nuestra existencia. Poder, Ciencia, todo viene de Dios.
¿Quién se atreverá a callar a Dios? ¿Quién es el bruto ignorante que teniendo a
Dios por Maestro se va a buscar maestros entre los hombres? No somos nada sin
Él; con Él lo somos todo. Somos esa Muchedumbre que se sienta a los pies del
Hijo de Dios.
En el Principio nos dio Dios a sus hijos
por Maestros, por dioses nacionales, pero al Final nos dio, no a una nación
sino a todas, a su propio Hijo Unigénito. Le dio a Israel a Moisés por Maestro
hasta la llegada del hijo del Hombre, el hijo de Eva que recogería el Cetro de
su padre Adán y le partiría la cabeza al asesino que matándole le abrió a la
Muerte la puerta de nuestro mundo. Nacido el Heredero de Eva, madre de David,
quiso Dios glorificar a su Hijo dándole el Reino de la Tierra y del Cielo, a la
par que declaraba vana toda doctrina de los hombres sobre la Divinidad, y
alzaba la de su Hijo como la única Verdadera religión a la luz de cuya Doctrina
vive toda la Creación.
La muchedumbre se sienta. Callamos. Oímos.
Amamos. Comemos y bebemos su Palabra. Él es la Puerta del Paraíso. Él es la
Fuente de toda Ciencia y Conocimiento, de todo Poder y Justicia, de todo Derecho
y Sabiduría. Es el Dios que dijo “Hagamos al Hombre a nuestra Imagen y a
nuestra Semejanza”. Él es la Imagen a la que todos los hijos de Dios fueron
formados por Dios, Padre de todos.
No tenemos nada fuera de su Imagen en
nosotros. Él es Todo en nosotros, nuestra Ciencia y nuestra Futuro vienen de
Él. Toda ciencia tiene un límite. Todo Poder un muro. El abre la Inteligencia
de su Creación a Dios, El derriba los muros que la Civilización no puede
superar. No hay que renunciar. Hay que sentarse entre la Muchedumbre. Ser uno
más. Él da. Lo que buscamos está en Él. Pero primero está el alimento del
Espíritu y luego el del cuerpo. Si no te sientas, no comerás de los panes y los
peces. Si no buscas en Él la respuesta que persigues no encontrarás la llaves que
te permitirán cerrar tu ciencia. No está lejos de ti ese descubrimiento.
Insiste. Sin impaciencia. Quien te creó y te ama te conducirá a la meta. No
sabes nada. Todo lo que sabes viene de Él. Descansa, siéntate. Escucha, ama.
Cuando te levantes lo harás con el secreto más recóndito, que recogerás tú por
amor a todos, en su Nombre, para que todos glorifiquen su Nombre y en su Nombre
todo el Género Humano encuentre a su Creador y Rey, ese Jesús que está en lo
alto del monte, rodeado de sus Discípulos íntimos, hablándole a la muchedumbre,
hablándonos a nosotros, la muchedumbre:
“Bienaventurados los mansos, porque
ellos poseerán la tierra”.
¿Qué es la mansedumbre? ¿Es contraria a la
inteligencia? ¿Es un degradante de la libertad?
La oveja mansa se deja llevar por su
pastor sin preocuparse siquiera de adónde va. Su pastor la ha conducido siempre
a buenos pastos y jamás la ha abandonado en los riscos, expuesta a los lobos.
Su pastor chifla y ella va adonde su pastor la conduce sin que sus músculos se
resistan, al contrario, alegres se mueven y alegre sigue al rebaño, porque sabe
el rebaño que su pastor es su señor.
¿Quién le tiene miedo a Dios? El Temor que
pide la Ley no es el Miedo a Dios. El Temor del Espíritu es esa fuerza que crea
pánico en el que ama ante la idea de la pérdida del ser que ama y por el que es
amado. Este es el Temor que pide la Ley. Este Temor es engendrado por el Amor.
Viene con el Amor. Pues la perfección del Amor está en el Conocimiento del Ser
Amado.
Quien ama de verdad con amor verdadero ama
a la Persona que vive en aquel que ama. Amar al Amado es amar su Personalidad.
No se puede amar a Dios por Temor a su Omnipotencia y Todopoder y
odiar su Personalidad.
Poder, sí se puede. Es lo que hizo la
parte de la Casa de sus hijos que se alzó contra su Personalidad, Fuente de su
Ley y Justicia. En este caso el Temor se perdió en base a que el Amor del Padre
sería superior al Poder de la Ley. ¡Error Maligno! Ahora bien, el Temor es tan
Verdadero cuanto lo es la Personalidad Eterna de Dios.
El Padre y Dios son la misma Persona. No
se puede dividir en Él ambas realidades. Quien ama al Padre ama a Dios. No se
puede pretender disminuir a Dios para que aumente el Padre. La Personalidad en
Dios es Indivisible. El Padre y el Creador son el mismo Dios. En el Amor a este
Dios el Temor se hace perfecto por en cuanto diluye el Miedo y todopoderiza la Filiación, que deviene Verdadera por
el Amor del Creador a su Creación, quien responde a nuestro amor con Amor de
Padre.
El Temor a Dios es la expresión de este
Amor Verdadero entre Creador y Creación. No existe el Miedo. La Creación sigue
a su Creador con la mansedumbre alegre del rebaño de galaxias que se extienden
por los horizontes infinitos movidas por la Fuerza de su Creador
Eterno. No hay destrucción. No hay Miedo a la Muerte. No hay miedo al engaño.
El Pastor Divino no conduce a su Rebaño al precipicio. No nos ha llamado al
Monte para precipitarnos en los infiernos. Nos sentamos en Muchedumbre a su
alrededor porque vemos su Corazón. Por nosotros está dispuesto a subir a la
Cruz. Es su forma de decirle a su Creación, a nosotros la Muchedumbre, “El Amor
de Dios por vosotros vence a la Muerte. No tengáis miedo a vivir eternamente.
Dios es Amor. El Amor del Creador por su Creación es Eterno. No penséis que no
podéis comprender la Eternidad. No tenéis que comprenderla, tenéis que vivirla.
Miradme a mí, que soy manso de corazón. Habéis sido creados a mi Imagen y
Semejanza. No le tengáis Miedo a Dios. Venid todos a su Reino, mi Paraíso, mi
Universo. Sólo vida, y vida abundante os aguarda. Venid conmigo. No me tenéis
miedo a mí, no le tengáis Miedo a Dios. No os preocupéis por lo que será de
vosotros en la Eternidad”.
Descartes, y con él la Edad Moderna,
despreciaron la pobreza de espíritu y expulsó la mansedumbre del corazón
humano. La Duda sobre la Personalidad Inmutable Divina desplazó el temor
Natural al Amor Verdadero y trajo el Miedo a ese Dios Todopoderosos contra el
que el Dios Oculto del protestantismo lanzó aquel Exorcismo de la
Predestinación ad eternum según
cuya doctrina satánica nada tienen que temer de dicho Dios Diabólico quienes se
llevan la parte de Caín.
Lo cual nos pone delante de la realidad.
Mansedumbre respecto a Dios, hasta el infinito, pero existen los lobos. Éstos
se visten de pastores para engañar al rebaño y darse el festín con las ovejas
más rollizas. Es lo que hizo Satanás en el Edén, vestirse de Enviado de Dios
para anunciarles a Adán y Eva el fin de la Prueba, “no comer del
Árbol de la ciencia del bien y del mal”, cuyo fruto es la Guerra. De entonces
en adelante la Guerra sería el caballo de batalla sobre el que la Muerte
extendería su imperio sobre las Cuatro Regiones de la tierra. El engaño condujo
a la Guerra Fratricida Civil. Acontecimiento que se repitió en la Historia del
Protestantismo. Engañados los Cristianos por los Pastores del Diablo las
naciones hermanas se lanzaron a devorarse en la Guerra de los Treinta Años.
Cierto, y he aquí el Juicio del Espíritu,
el Señor juzgará a los siervos indignos acorde a sus acciones. Los pastores que
debían cuidar el rebaño de las naciones celebraron orgía en la Ciudad llamada
Eterna. De haber estado los pastores despiertos y vigilantes, y no consumiendo
sus horas en tinieblas, esos lobos con pieles de pastores no hubiesen consumado
su delito. Por este delito los siervos indignos serán juzgados tan duramente
como los que sirvieron al Diablo, el señor de los lobos. Pues unos por activa y
otros por pasiva todos sirvieron al mismo señor de las tinieblas.
Dicho esto, entendida la Mansedumbre como
Amor Verdadero al Espíritu de Dios, nuestro Maestro sigue hablándonos:
“Bienaventurados los que
lloran, porque ellos serán consolados”.
Bendición sobre
bendición. Llorar en la impotencia es mejor que declararse por la venganza.
Sufrir por la injusticia recibida es mejor que el odio.
El dolor si no es dejado
libre endurece el corazón y la carne deviene piedra. ¿No lloró acaso Dios la
Pasión de su Hijo cuando sus lágrimas cayeron sobre el Templo, partió en dos su
cúpula y aplastó a quienes matando a su Hijo creyeron encontrar refugio en la
Casa del Padre cuyo Hijo habían asesinado? A la demencia le sumaron locura. Por
esto maldijo Dios, Señor de Moisés y Padre de Jesucristo, a quien se atreva a
reedificar ese Templo.
Esto dice el Espíritu “No
pongas Jerusalén tu mano sobre esas piedras. Lo que Dios maldijo no te atrevas
a bendecirlo tú, Israel. Lo que el Santo de Abraham destruyó sólo el Diablo
puede atreverse a reedificarlo. La Iglesia Católica levantará Templo y con su
Bendición será Israel redimido de su Gran pecado. Ora y conviértete al Rey, el
Hijo de tu Dios, Señor de Moisés, Amigo de tu padre Abraham”.
¿Lloran las piedras? El
firmamento abrió sus compuertas y se tragó un mundo. Las nubes siguieron su
camino y el sol volvió a lucir su estrella. Los volcanes abren su boca,
entierran ciudades y hunden islas en los abismos. La tierra se calma y los
océanos la gozan. No sufren injusticia. No tienen corazón para ser traspasados,
ni alma para ser abierta en canal. Llorar la soledad, la ausencia, es cosa de
los vivos.
¿Lloran las bestias por
la cierva que está siendo devorada por la leona? ¿Se inquietan los búfalos por
sus hijos atrapados en las mandíbulas de los cocodrilos? Las lágrimas son cosa
de los Vivientes a Imagen y Semejanza de Dios.
Quien no llora deviene un
monstruo. Su corazón se convierte en una piedra. Mata sin pestañear; ya no es
un humano, es una bestia. Comete genocidio sin dejar de dormir; renunció a la
Humanidad, es una bestia inmunda. Dios no permitirá su existencia en su
creación. Será desterrada de su Universo.
Esta es la personalidad
de Dios. Dios no ordena la Muerte de los Infieles, es el Diablo quien inspira a
matar a quienes no creen en lo que tú crees. Poderoso es Dios para hacer que de
la piedra surjan las aguas de esas lágrimas que elevan hasta la vida eterna.
Quien no se sienta en la Muchedumbre a los pies del Hijo de Dios, no verá el
Paraíso.
El Consuelo no es del
Odio ni de la Venganza, sino de Dios. ¡Si no lloramos cómo seremos consolados!
¡Si no lloramos cómo sentiremos el dolor ajeno! No somos los únicos que somos
traspasados, abiertos en canal; somos muchos, somos la Muchedumbre. ¿No llegan
acaso al Cielo las lágrimas de sus hijos y de su pueblo, esta Muchedumbre que
ha desterrado de su ser el odio y la venganza y pide a sus pies el consuelo de
la Justicia y de la Paz? ¡Dios es Padre! No se burla de las lágrimas de sus
hijos. En la justicia, no en el Odio y la Venganza, seremos consolados.
La Palabra de Dios es
firme:
“Bienaventurados los que tienen hambre y
sed de justicia, porque ellos serán hartos”
Si, la muchedumbre estamos hambrientos y
sedientos de justicia. Nos han expoliado, nos ordeñan como si fuéramos
propiedad ajena, nos han liberado rodeándonos con cadenas, comemos pan duro y
agua envenenada, tenemos que mendigar nuestros derechos, luchar por nuestras
más elementales libertades, nos las quitan a punta de pistola, de ejércitos, de
decretos malvados, tiranos y psicópatas que se hacen con el Poder y gobiernan
como si fuesen demonios reedificando el infierno perdido en nuestra
Tierra.
Nuestros estómagos son pozos secos que no
ven el agua y el pan de la alegría desde hace milenios. Nuestra Alma está seca
y canija como esqueleto de ermitaño a cuya cueva no llega visitante. Arrasada
por siglos de injusticia más parece el retrato de un fantasma que el de un hijo
de Dios.
Pero dice el Espíritu: “En las alturas los
panaderos han metido en el horno las masas. Las palas ya meten sus manos en el
fuego. Viene el pan calentito, recién salido de los hornos de la Justicia
Divina.
Los ejércitos del Rey Eterno se despliegan
por las naciones. Unos al norte, otros al sur, otros al Este, otros al Oeste.
Tienen los cestos llenos. Recogerán panes que no se pudieron comer de tanta que
será la comida que el Cielo le servirá a la Tierra”.
Siglos de espera. Mi espíritu se conmueve.
Ha llegado el Día. Toda la Noche los panaderos amasaron, metieron fuego en los
hornos, sacaron panes, almacenaron. A la espera del Alba, cuando la estrella de
la Mañana se queda sola y anuncia el nacimiento del nuevo día. El Señor ordena,
¡que se distribuya el pan entre la Muchedumbre de las naciones. Que no les
falte, que se sacien, dejadlas comer, es mi Pueblo!
Tendremos justicia forjada en la Eternidad
Divina. Los Derechos Humanos del Hombre son los Derechos de los hijos de Dios.
Presta está la tierra a tragarse a quienes la riegan con la sangre de Abel; el
firmamento está de rodillas pidiéndole a su Señor que lo deje llover hasta
ahogar en sus aguas a quienes contaminan su ser con el incienso de sus
genocidios. El Sol baja la cabeza ante su Creador y las mismas
estrellas cierran sus pupilas porque no pueden soportar
ya más ver la Tierra convertida en un Infierno. La Creación entera ha llorado
la desgracia del Género Humano soportando la presencia en su cuerpo de
quienes habiendo sido creados para tocar las estrellas han preferido ser
gusanos corrompiendo el ser de la vida en la Tierra. Amigos, hermanos, naciones
todas, pueblos en las distancia, islas en los océanos, volved, venid al Monte,
venid a la Muchedumbre, a alimentarnos con el Pan que da vida eterna.
“Bienaventurados los
misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia”.
Perdonemos a nuestros enemigos, hagamos
las paces con quienes nos atravesaron el corazón y traspasaron las almas.
Socorramos a los pobres liberándolos de las manos de los tiranos, echemos abajo
a los dictadores, combatamos a los genocidas. ¿Vemos un genocidio y nos
quedamos con las manos cruzadas? ¿A la dictadura de un malvado le damos la
espalda? ¿A las voces de socorro les respondemos con un “morid malditos”?
¿Esta es la Misericordia de los divinos?
¿No tenéis crímenes de los que responder?
Mi Espíritu se me revuelve en el alma
porque sentencias eternas golpean los muros de los continentes.
Temblad ante el Día cuando el Señor se vista la Toga del Juez Universal y
llamando nación por nación os pida cuenta de las espaldas que volvisteis, de
las manos que cruzasteis y de las palabras con las que bendijisteis el
asesinato en masa de pueblos enteros.
¿Pediréis misericordia? No la tuvisteis.
Están mis ojos saciados de los crímenes
que permitisteis, de los genocidios que no combatisteis, de las guerras que
bendijisteis. ¿Quién alzará su voz para pedir misericordia para quien no la
tuvo? ¿Quién se lamentará por el Juicio que despreciasteis?
Reducís la misericordia a repartir las
migajas que se os caen de las mesas, como si los pueblos fuésemos perros. Haced
Misericordia si buscáis Misericordia. Combatid al tirano, derribad al dictador,
y entonces Dios se glorificará en su Pueblo, porque ama su Espíritu y no ve en
su Ser mal alguno.
Somos la Muchedumbre. Y a
nosotros se nos ha dado el Poder de los ejércitos del Rey. Su Voluntad es
Santa, no vemos en su Creación nada Malo. Su Palabra es Doctrina de Vida
Eterna, a la que nos acogemos hoy, mañana y siempre. Y por la eternidad
estaremos sentados a sus pies con el alma abierta a sus Palabras:
“Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a
Dios”.
¿Quién es el que está sucio de
corazón sino el que ve en Dios un Ser Maligno que a unos crea para ser pasto
del infierno y a otros para ser sus verdugos? ¿No dijo acaso nuestro Maestro
Eterno : “Si no os hacéis como niños no entraréis en el reino de los
cielos”?. ¿Ve algún mal el niño en sus padres? ¿No los ama a pesar de todo y
sobre todo?
He aquí que al Cielo ha llegado la
acusación de los Abogados del Diablo que vistiéndose de pastores llamaron a la
rebelión contra Cristo, pidiendo la Destrucción de su Casa y acusando a Dios de
ser peor que el Diablo, un Creador enloquecido por la Eternidad que crea a unos
para el Infierno y a otros para el Paraíso.
Gente de corazón sucio, enemigos del Amor
Divino, justifican su Odio en la perversión de siervos indignos, cuando, contra
cuya indignidad en profecía escenificada, ni el mismísimo Hijo Unigénito de
Dios se atrevió a rechazar la elección de Pedro por Dios parea ser el Obispo
Guardián de la Doctrina Divina.
Lo que se consiguió robando no se
justifica sino devolviendo lo robado, así está escrito en la Ley, “pagarás
según el valor de lo robado”.
Dios es vuestro Acusador. ¿Cómo escaparéis
a su sentencia contra vuestra acusación de ser Dios el Autor Intelectual de la
Caída de Adán? ¿Os atreveréis a llamar a Dios como testigo contra Dios?
Sucio como el fondo del infierno tenía
Lutero el Corazón, más negro aún Calvino, y para rematar la creación del
monstruo de muchas cabezas, el de Enrique VIII y su hija era el del mismo Satanás.
¿Y os atreveréis a mantener lo robado en base a vuestro Poder? Al que no
restituya el Señor lo arrojará fuera de su Casa. He aquí lo que he
me dice mi Padre, vuestro Señor, “Al que no doble las rodillas delante de la
Voluntad de Dios, les serán cortadas las piernas”.
Dios es Amor, también es un Fuego que no
se consume contra los que blasfeman su Nombre acusándole de ser el Autor de la
Caída. Estamos en Guerra contra la Muerte. Satanás le abrió la puerta y le
extendió la alfombra roja del Infierno. ¿Cómo bajar la espada cuando es
masacrado el Pueblo? ¿Cómo dejar el hacha que ha sido dejada en el Tronco
cuando el enemigo arrasa la casa? El Rey del Cielo se ha vestido de Guerra
hasta los dientes. Sus ejércitos cubren la extensión de la Tierra prestos a la
Orden del Ataque Final. Así dice el Espíritu : Será buscado el Mal y no será
encontrado, los años del Hombre serán un paseo por la Eternidad, lloverá la
Bendición sobre la tierra y producirá para cinco veces el mundo. Este será el
fruto de la Victoria. Buscarán al dictador y no lo hallarán, al tirano y no
será hallado, al corrupto y habrá desaparecido como especie maligna en
extinción a la que le llegó su tiempo. Y vosotros, hijos de Dios, Muchedumbre,
celebrareis la Victoria el Día en que las armas sean depuestas y las
armaduras reposen a los pies de la Paz. Y diréis con vuestro Padre, el Rey:
“Bienaventurados
los pacíficos, porque ellos serán llamados hijos de Dios”.
Rodead a la Paz con
vuestras vidas. Le levantareis una Fortaleza de muros indestructibles,
inexpugnables, por cuyas puertas un ejército invencible desplegará sus alas
hasta cubrir toda la Tierra. Terror del que odia la Justicia, Gloria de quienes
aman la verdad y tienen en la Libertad entre hermanos su gozo y dicha.
¿Le declaráis la Guerra a
Dios y os reunís en vuestras iglesias para celebrar vuestra victoria? Temblad,
dice el Espíritu, porque como se rompió la cúpula del Templo de Jerusalén en
dos y aplastó a todo el que se rebeló contra su Hijo, así romperá Dios vuestras
templos y los que estéis dentro seréis aplastados en pago por vuestro delito de
Desobediencia.
Salid y venid a la
Muchedumbre de los hijos de Dios, doblad vuestras rodillas, sentaos. No somos
Nada, Él es Todo. Vuestras oraciones lejos de este Monte son polvo en el
viento, hojas dispuestas a caer, ser barridas, almacenadas y perecer en el
fuego. Ofendisteis a la Esposa del Señor y os lanzasteis como Caín para matar a
vuestros hermanos. El Señor ha llegado. Las trompetas llaman a Juicio. Pero ha
querido Dios hacer aguardar al tribunal para que los acusados se arrepientan y
se ejerza sobre vosotros, hijos de la Rebelión, Misericordia y Paz. Acogeos a
la Obediencia a su Voluntad o disponeos a ser juzgados por todos los males que
la Rebelión de los siervos del Diablo desató contra Europa y el Mundo.
Paz para todos. Pero
sabed que estamos en estado de Guerra. La Muerte y el Diablo tienen contados
sus días y proceden a devastar las naciones con todas sus fuerzas.
Según vuestra Obediencia
así cosechareis Infierno o Gloria.
Si a Dios, la Unidad
Eterna os será gloria. Si al Diablo, señor de vuestros maestros, cosechareis en
este siglo destrucción en las tinieblas y en el Día del Juicio quedareis
expuestos a la Sentencia Final del Rey Todopoderoso contra cuya Casa os
alzasteis acusando a su Padre de ser el Autor Intelectual de la Caída del
Mundo.
¿Por qué os creéis más
que hombres¿ ¿Quién os dio el poder de creeros divinos? ¿Lo conquistasteis con
Amor o con Fuego? ¿Creasteis vuestra gloria sobre la Misericordia o sobre el
Odio contra vuestros hermanos?
¿Cuáles son los
fundamentos de vuestros templos, Paz sobre Paz a pesar de las discrepancias,
los errores, los pecados y los delitos; o es el Odio, padre de la Guerra?¿Quién
os hizo ser el primero en coger la primera piedra? ¿Qué hicisteis, convertir el
Celo en Espada de Muerte?
¿Por una mujer os
dejasteis conducir al abismo? Por la necesidad de hembra se metió a siervo del
Diablo el Alemán; por repudio a otra, se declaró rey del infierno el
Inglés. ¿Y os llamáis divinos?
Mi Padre, vuestro Señor,
os llamará a Juicio en respuesta a las almas que desde la muerte que les
disteis piden Justicia.
La Guerra del Hombre es
la de Dios, y la Guerra de Dios no es contra el Hombre, sino contra la Muerte.
Venid y doblad las rodillas, sentaos entre la Muchedumbre, todos somos la
Muchedumbre, todos somos creación suya, su Imagen y Semejanza. Miraros al
espejo y ved si veis en vuestras almas el reflejo de la Suya.
Perseguisteis, no
fuisteis los perseguidos. El tiempo corre, dejad vuestro orgullo hundirse en la
memoria de los siglos, venid sentaos y oíd. No leáis, escuchad:
“Bienaventurados los que
padecen persecución por la justicia, porque suyo es el reino de los cielos”.
Nadie se engañe. No os
engañéis, quien se levanta contra Dios y se hace perseguir por su Justicia no
es de Dios, sino del Diablo. Romper la Ley y acusar después a la Justicia de
persecución es un discurso maligno. El Juez Eterno no aceptará jamás caer en
esta Trampa retórica.
Es bendecido quien es
perseguido por la injusticia que desde el Poder se viste de justicia para
imponer su corrupción y pervertir a la justicia. Llevamos dentro una Justicia
que viene del Cielo y mira al Futuro, siempre puliendo los defectos y
abriéndole campo a la perfección de los Derechos Divinos del Hombre.
En frente y contra nosotros
tenemos una Injusticia que desde la justificación del Crimen de Caín ha
perfeccionado sus mecanismos de perversión y malignidad para hacer pasar su
Injusticia por Justicia y esclavizar a todo hombre a sus leyes perversas.
La Creación camina hacia
el Encuentro de la Justicia Divina, a cuya Luz vivirá y crecerá la Vida por la
Eternidad. El Camino se abrió en vida con la Apertura de la Ley de Dios a todas
las naciones. Era un Camino que Aquel que estaba en la cima del Monte, viendo a
la Muchedumbre, contemplaba abiertamente.
La Fundación del
Cristianismo fue un camino de rosas.
No lo fue Ayer, no lo es Hoy para millones de seres
humanos que están siendo perseguidos por la misma Fe que condujo a Aquella
Muchedumbre al foso de los leones y a andar sobre el fuego de las Cruces. Y que
serán siendo perseguidas mientras los pastores se preocupan de
amasar fortunas y vivir sus vidas ajenas a la Batalla Final en que la Guerra
entre Cristo y el Diablo ha entrado definitivamente y por fin.
Los ejércitos del Rey
están desplegados. Dios los mueve. Nuestro Enemigo no es el Hombre, es la
Muerte. Por las bocas de los ignorantes se manifiestan la Muerte y su Príncipe.
Pero ya les queda poco, el tiempo se agota, la Corona del Universo reclama la
Tierra para su Trono.
Quienes han de perder
coronas y tesoros tienen que pagar lo que a sus amos les deben.
Los hijos de Dios no le
debemos nada a nadie. Todo es de Dios. Desde los Hielos de los Polos a las
arenas de los Desiertos, desde los bosques tropicales a las llanuras
verdes, desde las mesetas a europeas a las australianas, desde las sabanas africanas
a las grandes cordilleras asiáticas y americanas, todo le pertenece al Rey del
Universo. Y reclama su Propiedad.
Dios es invencible.
Tenemos la Promesa Todopoderosa que le hizo a su Hijo : “Tu Descendencia se
apoderará de las puertas de sus enemigos”. Cayó la descendencia de Abraham para
que comprendiésemos que no era a su descendencia a quien hablaba, sino a la de
Cristo.
El viento aúlla en la
tormenta, la mar golpea con mano poderosa la costa, el firmamento
hace oír sus rayos y sus truenos. A Dios nada le inmuta. El Vencedor sigue su
camino hacia la Victoria. Las palabras vanas se las lleva el viento. Pero la de
Dios vela en las alas de los Milenios hasta llegar a la puerta de los Herederos
de su promesa. SU Palabra es firme:
“Bienaventurados seréis
cuando os insulten y persigan y con mentira digan contra vosotros todo género
de mal por mí”.
¿Acaso el enemigo tiene
palabras amables para su enemigo? Estamos en estado de Guerra contra la Muerte
y el Príncipe de las Tinieblas. El Rey lo está, lo está todo su Reino. ¿Quién
es el bruto ignorante que va a la guerra esperando recibir rosas y claveles del
enemigo?
Hasta la Victoria, sin
darle oídos a los gritos, hasta la victoria sin recular un sólo
paso. El decreto de Dios ha sido dado, lo llevo en mi Espíritu : “Sea expulsado
el Diablo de la Tierra”. Y mi mano está presta para escribir “Y así se hizo”.
La Muerte ha extendido su
mano sobre toda la Tierra, su príncipe eleva sus peones sobre las naciones, sus
siervos los gobiernan como soldaditos de plomo, son muñecos movidos por los
hilos del titiritero. Se creen alguien, están ciegos, no le ven a sus amos el
rostro tras la máscara. Sus fuerzas se lanzan contra nosotros, la Muchedumbre,
en la creencia animal de poder extirpar nuestra Fe de la faz del Universo.
Leen pero no entienden,
oyen pero no comprenden, el lenguaje suyo es el de las bestias de muy antiguo,
depredar, robar, aniquilar, destruir, elevar su gloria sobre la miseria de los
pueblos. Hablan de libertad mientras forjan argollas y cadenas. Se
esconden en habitaciones cerradas para tramar sus pasos de
hundimiento de las naciones. Caminan hacia su ruina envueltos en risas alegres
y discursos de desprecio y odio hacia todo el que vive la libertad y reclama
dirigir su existencia acorde al Derecho Divino.
No saben que ha llegado
el Fin de los tiempos. Creían que no llegaría nunca. Que las maldiciones y sus
insultos, sus vejaciones y sus gritos acobardaría el corazón de los herederos
de la Invencibilidad de Dios. La Sabiduría es nuestra Reina, el Amor a la Vida
es nuestra Fuerza. El Rey nos ha vestido para la Victoria con la Gloria de su
Libertad.
Dice el Espíritu :
“Estáis todos muertos. Levantaos y venid al Monte. Sois la Muchedumbre”:
“Alegraos y regocijaos, porque grande será
en los cielos vuestra recompensa, pues así persiguieron a los profetas que hubo
antes de vosotros!”
El que hable como si no hablara, el que
calle como si hablara. Las piernas recorren el Camino, la Palabra de Dios
avanza al encuentro de su Destino : Extender la Ciudadanía del Reino de Dios
sobre la Plenitud de las naciones, y este Día ha llegado.
Bendito sea Dios y su Hijo, bendita
aquella Muchedumbre que arrojada al foso de los leones no gritó de espanto,
colgadas de cruces como teas para la diversión de la Bestia Romana entonaron
cantos. ¿Cómo no heredar ellos el Reino de Dios y ser los más grandes entre
todos los hombres?
¿Qué hubiera sido de nosotros si ellos se
hubiesen acobardado ante sus enemigos y negando a su Rey por miedo a la Muerte
nos hubiesen privado de la Esperanza de Salvación Universal que hemos heredado
de Dios por Amor a Ellos?
Gloria eterna al Rey y a Aquella
Muchedumbre de hombres y mujeres, niños y niñas, ancianos y ancianas en los que
el Amor a Dios superó todo Miedo a la Eternidad y venció el temor a perder a
quien por Ellos se desprendió de su Divinidad y se hizo Hombre para decirles:
Estáis ante Dios, y Dios está loco por vosotros. Venid a
Mí. Y os daré la vida eterna”.
¿Quién sino el propio Hijo de Dios
podía engendrar en la Creación este Amor por Dios, su Padre?
El Amor del Creador por su Creación se
hizo Hombre para que pudiese su Criatura verlo, tocarlo, sentirlo, gozarlo,
amarlo sin límites, más allá de la muerte. ¿Qué gloria podía otorgarle Dios a
quien le conquistó el Corazón de su Creación?
Heredero Suyo le pertenecía todo por ser
su Hijo. Pero siendo Dios eterno su Herencia permanecía en Potencia mientras
Él viviese; quiso Dios glorificar a este Hijo sentándole en su Trono como
Heredero Vivo en Acto, y delante de toda su Creación le declaró Rey
Universal Sempiterno y Juez Universal Todopoderoso. Su Palabra es Dios. Su
Libertad para gobernar su Reino es la Gloria del propio Dios. En Él está toda
la Esperanza de Salvación del Ser Humano. Y esta Esperanza está en el Amor de
Dios a su Hijo, ¿si por amor al Hombre nos lo entregó, por Amor a su Hijo qué
no entregará Dios?
Ya la anunció por los Profetas: “Oh Rey,
lo ha puesto todo el Señor Dios en tus manos, te ha declarado Señor sobre toda
su Creación, a tus pies ha puesto toda Criatura”.
Y la Iglesia Católica lo confirmó diciendo
: “Eres Dios Verdadero de Dios Verdadero”.
De su Palabra depende la Salvación de todo
el Género Humano. Y de la Obediencia a su Corona el Futuro de esta Salvación.
Esta es la Palabra del Espíritu, la Doctrina del Reino de los cielos:
No creó Dios al Hombre para ser pasto de
una Traición. ¿De la Infancia al Infierno? Adán era sólo un Niño. No estuvo
jamás en la Mente y el Corazón del Creador de los Cielos y de la Tierra
conducir al Género Humano a esta Tragedia. ¿Qué padre que ama a su hijo lo
expulsa de su casa, siendo un Niño, y lo expone en su Infancia a un mundo
sujeto a la ley de la selva? ¿Quién culpará a Dios, Creador Todopoderoso, de no
haber podido creer que una criatura suya se atreviese a declararle la Guerra a
su Imperio?
¿Se para a pensar el elefante en la
posibilidad de una declaración de guerra contra él por una colonia de hormigas?
¿El león se inquieta por la presencia del cervatillo?
Fue su corazón de Padre desgarrado por la
Traición a su Voluntad de una parte de sus hijos. Levantó Dios la Ley del
Destierro Eterno de su Creación contra quienes su Voluntad ponen la suya en su
lugar y pretenden dirigir la Historia del Universo acorde a sus planes e
intereses. “El que coma, morirá” Palabra de Dios.
Muerte para el que se declara en Guerra
contra su hermano, su prójimo y su vecino.
Muerte para el que se levanta como
Dictador sobre el pueblo y sujeta su libertad a la suya propia.
Muerte para el que se declara rey contra
la Corona del Rey de la Eternidad.
La Ley es la Palabra de Dios
La Palabra de Dios es Dios,
La Ley es Dios.
II
LA CUESTIÓN
DE LA PENA DE MUERTE
La idolatrización del
Imperio Romano vino de la mano del Imperio Británico. La historiografía es
testigo de la admiración profunda de la ley británica imperial hacia
la ley imperial romana. La monstruosidad de aquel Imperio que alimentaba a las
fieras con carne humana fue la denuncia del Cristianismo Apostólico que le ganó
el odio hacia la Iglesia y produjo las grandes persecuciones.
Implantada por el terror la Reforma en el
Reino Unido la visión Apostólica del Imperio Romano pasó del negro al blanco,
de las tinieblas a la luz, convirtiéndose así en la estrella polar de la
navegación de la corona de Westminster en su ruta al Imperio. La realidad fue
otra.
El Imperio que heredó Octavio Augusto
estaba en bancarrota.
Un siglo de guerras civiles y de expansión
militar acabó en la Pax Romana no por deseo
expreso del Imperio sino por la necesidad absoluta de las condiciones
desastrosas a las que Roma había sido conducida por sus generales y su sistema
republicano de extorsión universal.
La República era una falacia. La República
era un lobo imperial con piel de oveja.
Octavio Augusto no inventó nada, se limitó
a darle curso de legalidad a la realidad. La República Romana era una ficción.
Roma fue siempre un Imperio. La Pax Romana
se impuso a Augusto.
El fratricidio imperial civil había
diezmado la población hasta niveles suicidas. Mantener la ficción de la salud
romana en las fronteras exigía mantener la Dictadura Militar como pilar y
fundamento de la Paz Romana. Esa Política no podía triunfar sin una Imposición
Fiscal contra las Provincias, sin miramiento de ninguna clase a la
miseria a la que conduciría a los pueblos tributarios del Imperio: Ni esa
Política Fiscal podía imperar sin el levantamiento de dictaduras
provinciales al servicio del César. El caso de los Herodes fue uno entre todos
ellos. La miseria de aquella política imperial se tradujo a la altura de Cristo
en las condiciones sociales que nos presentan los Evangelios.
Fue en medio de aquellas tinieblas en
aumento, espesadas por Tiberio como único medio de mantener la ficción de
la Pax Romana, que la estrella de la Mañana
Cristiana implosiona y desprendiéndose de
su vestidura humana se descubre en su verdadera naturaleza Divina delante de
los pueblos de la Palestina de la época.
Las muchedumbres que oyeron la Parábola
del Sembrador no salieron de la Nada.
“Aquel día salió Jesús de
casa y se sentó junto al mar. Se le acercaron numerosas muchedumbres. El,
subiendo a una barca, se sentó, quedando las muchedumbres sobre la playa”
Esas numerosas
muchedumbres habían sido testigos del Acontecimiento Maravilloso de la
Presencia de un Ser Divino cuyo Poder no conocía límites. Ciegos que
habían recibido la vista, cojos que habían recuperado sus piernas,
mudos que hablaban, enfermos finales que sanaban, fueron la
propaganda, el efecto llamada que ese Ser Divino puso en movimiento para formar
esas muchedumbres delante de las cuales se atrevía a profetizar la Expansión
del cristianismo hasta los confines de la Tierra : justamente en los días en
que la Tiranía Imperial Romana se encontraba en su esplendor bajo el puño de
Tiberio.
Nosotros, habiendo leído la Historia
Divina de Jesucristo, vemos en el Espíritu lo que aquellas muchedumbres
vivieron con sus ojos. Ellas veían al Mesías, al hijo de David, al rey de
Israel. Nosotros vemos al Señor Dios que con su Palabra creó la Luz,
el Firmamento, plantas, peces, aves, bestias y todo lo que existe en la Tierra,
y le dio a la Tierra las estrellas para separarla de las tinieblas exteriores,
y Sol y Luna para que nada perezca. Ese era el Jesús al que familiarmente se
dirigían sus Discípulos todos los días, ese era el Jesús alrededor del cual las
Muchedumbres se reunían atraídas por su Personalidad y su Poder.
Las Muchedumbres veían y no entendían. Nosotros
entendemos y vemos: Aquel era el Rey del Universo. Y era este Rey y Señor Dios
quien mirando al Futuro veía lo imposible hecho realidad: Su Fe triunfando
sobre el Imperio, y sobre los imperios que le sucederían, hasta la Conversión a
su Reino de la plenitud de las naciones de la Tierra.
Una semilla, sólo una, pero esa Semilla
era la Suya, Semilla que creciendo todopoderosa se haría un Árbol en cuyas
ramas, como aves, las naciones pondrían sus nidos y desde sus
ramas engendrarían nuevos pueblos.
No sin lucha. Siempre en guerra, tanto
contra los poderes del mundo como contra las cadenas mentales que tenían al ser
humano sumido en las sombras de la Muerte.
Todos conocemos la Profecía contenida en
la Parábola del Sembrador. Todos conocemos la Naturaleza de la Boca que la
sembró. Nadie debe extrañarse de la Historia del Cristianismo. Venció al
Imperio Romano, venció a todos sus enemigos. Y ahora, en la última Hora, se
enfrenta a su último enemigo : la Muerte. ¿Cree alguien que la Victoria Final
de la Palabra del Hijo de Dios no se realizará?
“Dijo, y así se ha hecho”, está en el
tintero. La pluma ya está en la mano. El papel está presto. La
Historia de esta Victoria Final se está escribiendo.
En realidad se escribió en el mismo
momento en que el Hijo de Dios se hizo hombre, creyó en la Sabiduría de su
Padre y abrió su boca para darnos a conocer la Verdadera Doctrina de la
Eternidad sobre la Ley de la Civilización del Reino de Dios.
Misión de los discípulos en la tierra
Necesariamente quienes estamos a dos mil
años de distancia de aquellas Muchedumbres, pero a ninguna del mismo Ser Divino
que desde el Monte nos dirigió su Palabra, por fuerza de Historia debemos
entrar en su Contenido a fin de expandir la luz y desintegrar las tinieblas de
las grandes mentiras y equivocaciones que los intérpretes de la Doctrina de
Cristo sembraron, sin saberlo y quererlo pero siempre esclavos de los intereses
del Maligno.
El Pensamiento de Cristo Jesús, es decir,
del hijo del Hombre, no deja lugar a juegos de malabaristas.
La luz del Cristianismo se manifiesta en
las “BUENAS OBRAS”; sin BUENAS OBRAS NO HAY CRISTIANO. Si no hay Cristiano no
hay FE.
“La Fe sin las BUENAS OBRAS es FE MUERTA”,
lo dijo el Espíritu Santo. No un Holy Ghost, es decir, ese “fantasma sagrado” de la Reforma
Anglo-Sajona, sino ese Espíritu Santo QUE VINIENDO DE DIOS en forma de FUEGO
entró en los Apóstoles y deviniendo Ellos su Templo se hicieron SU Esclavo para
que su Espíritu viviese entre los hombres y echando raíces la Semilla del Hijo
de Dios comenzase su Historia hasta hacerse el Árbol de la Plenitud de las
Naciones.
NO es la teología, ni es el pensamiento la
luz de Cristo. La Luz y la Sal que viene de Dios y se hace hombre son
las BUENAS OBRAS hechas en la FE y por la Fe de Cristo. Ese mismo Ser
Divino hacia el que corrían las Muchedumbres lo dijo en más de una ocasión
: “Si no vieseis las Obras que hago no creeríais en Mí”.
De donde se ve que no fue por la doctrina
ni por su pensamiento ni por sus palabras que las Muchedumbres le persiguieron;
fue por sus obras.
Y si Su Hijo no hubiese desplegado la
Gloria de su Libertad Todopoderosa sobre aquellas muchedumbres, Dios no hubiese
triunfado. Razón por la cual el Espíritu Santo escribió : “La fe sin las
Obras de Cristo es fe muerta”. Juicio Divino que da Razón obvia al
porqué la Reforma arrancó del Libro de Dios esta Epístola del Espíritu Santo.
El Juicio de Dios es firme: Repite cien
mil veces al día “Jesús es el Señor” y a la hora de la Noche te
despertarás ante tu condena. Y al contrario, comparte tu pan con el
hambriento, da de beber al sediento, viste al desnudo, hazle a tu prójimo lo
que a tí te gustaría que te hiciesen de
encontrarte en su posición, y deja al hipócrita repetir cien mil veces
Aleluya Aleluya, tu recompensa será el Cielo.
Es por donde empieza Cristo Jesús su
Doctrina:: Las Obras de la Fe lo son todo; sin las Obras que vemos en
Jesucristo, no hay Fe. Donde la Razón se impone el Infierno triunfa. El Hijo de
Dios no nos ganó por su Pensamiento ni por la Ciencia; su triunfo se basó en
las Obras del Amor de Dios por su Creación, del Amor del Hombre hacia sus
semejantes.
Antes de empezar a hablar,
aquél Ser Divino perseguido por las Muchedumbres, que se habían saciado viendo
y viviendo sus Obras, lo deja todo claro, sin confusión y sin ambigüedades: El
Reino de Dios es la expresión visible del Amor del Creador por su Creación, el
Cristiano es la expresión de este Amor Divino entre los hombres, y como tal la
Fe sin las Obras de Cristo no es fe, ni hay cristiano en esa fe. El
Cristianismo es ante todo y sobre todo Acción, Hechos, Obras hechas en el Amor
de Dios entre los hombres para el Bien de la Salvación de todos los hombres.
Quienes niegan y negaron que las Obras de
Cristo no sean necesarias para la Salvación son siervos y sirvieron al Maligno.
No existe Cristiano sin Obras, pues la Fe vino de las Obras de Jesús
hechas en Cristo.
Sin Cristo las obras de Jesús hubiesen
sido : 1,su entronización como rey de Israel, heredero de la corona del rey
David; 2, su declaración de guerra contra el Imperio; y 3, conquista de la
Tierra para el Imperio de Dios.
¿Cuáles serían las Obras por las que
vendría la Salvación Universal?: ¿las de Jesús, Dios Hijo
Unigénito, o las de Cristo, el Siervo de YAVÉ DIOS?
Innecesario perderse en discusiones
bizantinas. La Salvación vino por las obras de Cristo. Y no hay Fe donde no
existen estas Obras. Ergo, si por las Obras de Cristo vino la Fe al mundo,
quienes declararon y declaran que de la Fe sin las Obras viene la Salvación
fueron y son siervos del Maligno.
Las Obras de Cristo llenan la Doctrina de
Jesús: Piedad y Misericordia, Justicia y Verdad, Amor al amigo y al enemigo,
Perdón al hermano y al vecino, denuncia de la corrupción y lucha hasta el
último aliento contra el Mal en todas sus formas. Dar de comer al hambriento,
vestir al denudo, sanar a los enfermos, socorrer a los huérfanos y a las
viudas, ser hermanos de todos, todos somos hijos de Dios ante cuyo Corazón
todos somos iguales y herederos de los mismos Derechos Divinos.
Quien proclama que Jesús es el Señor, el
Hijo de Dios, y olvida las Obras de Cristo, es el hipócrita e insensato sobre
el que está escrito : Apartaos de mí, hacedores de maldad, e id con el
Diablo, vuestro Amo, al Infierno.
Pero ¡Silencio!: El Señor Dios, Creador de
la Luz y del Firmamento, y de todo lo que existe en la Tierra, habla. Está en
la cima del monte, o en una barca, y desde lo imposible, que pueda ser
escuchado por las Multitudes a los pies del Monte, o extendida sobre la playa,
habla.
Jesús ante la Ley antigua
Jesús no vino a Abolir la
Ley de Dios. El Maligno vino a abolirla.
“No, no moriréis; es que
sabe Dios que el día que de él comáis se os abrirán los ojos y seréis como
Dios, conocedores del bien y del mal”
Ciertamente, un cuchillo existe para
cortar el pan. Pero si se lo hincas a un ser humano por el efecto conocerás
algo que no sabías, que ese mismo cuchillo que sirve para hacerte la vida más
fácil en las manos de la Muerte es un Instrumento de condenación. Pues la Ley
dice :
“No comáis de él,
ni lo toquéis siquiera, no vayáis a morir”
De manera que procediendo tu conocimiento
del crimen por el crimen eres juzgado digno de muerte por tu conocimiento con
origen en la transgresión de la Ley, que, sin necesidad de la experiencia, por
la Fe te daba a conocer, sin necesidad del crimen, lo que con el crimen has
descubierto: tu condenación eterna.
No podía Jesucristo venir a imitar al
Maligno. El Mesías no vino a abolir la Ley de Dios. El hijo de Adán, hijo de
David, vino a ejecutar la Sentencia contra el Maligno por su Transgresión de la
Ley, que ordenaba formar al Hombre a la Imagen del Hijo de Dios, a cuya
Semejanza es formado toda la Creación.
Satanás, el Maligno, la Serpiente Antigua,
aleja al Hombre del Modelo Original Divino y le pone delante una imagen maligna
de los hijos de Dios, acorde a la cual los hijos de Dios son dioses más allá
del Bien y del Mal.
Este es el Origen de las Mitologías. El
dios de las religiones antiguas era la imagen que el Maligno, Satán, la
Serpiente del Edén, tenía de sí mismo en cuanto dios. Su veneno estaba en su
palabra.
¿Abolió, ha abolido Dios su Ley
a fin de que nadie vuelva a ser condenado en base a un pecado cometido en su
ignorancia sobre la Historia del Universo antes de la creación de su mundo?
¡Para nada!
En efecto, si no hubiese nacido Cristo la
Ley hubiese sido abolida en razón de la Victoria de Jesús sobre Satán, a costa
de una Visión del Hijo de Dios establecida sobre la Imagen de Terror a su
Omnipotencia. Nacido Cristo en Jesús la visión del Hijo de Dios es la del Amor.
La Ley vence. La Ley triunfa. Dios es el Vencedor. Cristo es su Victoria. Su
Hijo conquista la Gloria no por el Terror a Dios … sino por el Amor a Dios.
¡Cómo entonces podía venir Jesucristo a
ABOLIR la Ley de Dios! Quienes la habían abolido habían sido los fariseos y los
saduceos. Mediante un enjambre de sentencias y decretos humanos
habían enterrado el espíritu y la gloria de la Ley en el cementerio de su
crueldad para con sus propios hermanos en Abraham.
La Ley de Dios es eterna. La Ley permanece
por la eternidad. “El que come, muere”. “Quien le dé de comer a su
prójimo, morirá”. No hay tierra de nadie en la que establecerse para sobornar a
Dios. “La Ley es Dios”. Quien no la ama, que se apreste a temerla. La
Vida eterna no es un juego. No es un capricho de Dios. Su Reino está gobernado
por la Ley de la Verdad, madre de la Justicia, madre de la Paz. Y la Libertad
es el fruto del Árbol de la Vida.
Ahora hay que poner en práctica esta
Civilización, este Reino de Dios en la Tierra. Hay que edificarlo.
No basta creer, no es suficiente con
conocer: Hay que poner manos a la Obra. Teniendo por Origen de nuestra Vida a
Cristo, Encarnación del Hijo de Dios, a cuya Imagen y Semejanza toda la
Creación es formada, nada está lejos de nosotros, todo nos es posible, la
Victoria está en la Fe, y la Fe en las Obras. Dice Dios : “A trabajar pues.
Manos a la obra”.
Declaración del quinto precepto: No matarás; el que matare será reo de
juicio
Hablamos de la Pena de Muerte:
¿Le es lícito al Estado lo que le es
negado al Ciudadano?
¿Puede la cabeza negarse a admitir el
Crimen y sin embargo el brazo entregarse a su realización?
Pero si matas, serás reo de juicio. Y sin
embargo la Ley se mantiene : “No matarás”.
De hecho Dios no condena a Caín a la
muerte, sino a vivir de por vida la condena merecida por su delito. De manera
que el Estado no puede adjudicarse el Poder de transgredir la Ley ni el
Beneficio de absolver la Condena de por vida al Transgresor. Quien mata, muere,
pero muere viviendo su muerte en vida. Quien no ama la Ley, debe temerla; pero
si el temor a la Ley se pierde, crece el Crimen y el Delito se multiplica.
La Ley es tanto para el Estado como para
el Ciudadano. Un Estado que no se rige por la Ley del Ciudadano es un Estado
que se gobierna por esa Ley maligna que sitúa a sus gobernantes en ese status
quo de a “dioses” más allá del bien y del mal, es decir, más allá del brazo de
la justicia.
La Abolición de la Pena de Muerte es, en
consecuencia, una Necesidad Natural implícita en la Constitución del Reino de
Dios. A la vez que el Destierro de la Sociedad es la Sentencia contra quien no
temiendo la Ley se entrega en libertad al Crimen.
Dicho esto, la Sociedad tiene
por horizonte la Necesidad de levantar un Edificio en el que las
causas del Homicidio, una vez vencida la Muerte, no encuentre campo donde echar
raíces.
El árbol de la Muerte crece hasta dar su
fruto, la Guerra.
La imagen de ser el fruto del Árbol
prohibido la relación sexual procede de la ignorancia y del analfabetismo de
las naciones. Antes de crear el Edén ya dijo Dios : “Creced y
multiplicaos”. No puede Dios maldecir un día lo que bendijo el día antes.
La hipocresía natural al Judaísmo degeneró en esta versión maligna que el
Puritanismo de la Reforma Anglo-Sajona exportó a la Edad Moderna mediante la
creación de sus cientos y miles de sectas analfabetas e irracionales. Fenómeno
es ver cómo la Reforma que declaró ser “la Razón” su hada madrina
acabó abrazándose a la irracionalidad en que el Judaísmo saduceo y
fariseo de los tiempos de Cristo vivió.
Volviendo a nuestro tema, la Doctrina de
Dios es firme : La Lucha contra el Crimen y el Mal en todas sus formas comienza
en la Casa, en el hogar, entre los hermanos, en la Familia.
“Pero yo os digo que todo
el que se irrita contra su hermano será reo de juicio, el que le dijere “raca”
será reo ante el sanedrín y el que le dijere “loco” será reo de la gehenna de fuego”.
Si no somos capaces de comprender a
nuestros hermanos en sus arranques, ni perdonarles sus errores, ni contra ellos
refrenar nuestras lenguas, ¡qué sucederá cuando los autores
sean unos desconocidos! La batalla contra el Mal, la lucha por una Civilización
inmunizada contra el Crimen comienza en el Hogar, en la Familia.
La Familia es el Núcleo de la Sociedad, el
átomo sin el que no existe el Edificio de la Sociedad. Es en la Familia donde
el Amor se manifiesta y desde este núcleo vital se expande a la Sociedad para
hacer de la Sociedad una Familia Universal.
Una Familia en la que el Amor ha sido
alienado provoca una disrupción en la Sociedad que de multiplicarse ocasionará
el terremoto de su colapso.
Una Sociedad que pretenda sobrevivir sin
contar con la Familia como el Núcleo de donde parte su existencia deviene una
Dictadura tiránica cuyo Gobierno sólo puede subsistir alzando al Poder los
peores elementos de esa nación. Y esta Nación camina hacia la Guerra Civil en
razón de la Lucha que causa la destrucción desde el Poder de la Familia como
Origen y Núcleo Fuerte de la Sociedad.
Si vas, pues, a presentar
una ofrenda ante el altar y allí te acuerdas que tu hermano tiene algo contra
ti, deja allí tu ofrenda ante el altar, ve primero a reconciliarte con tu hermano
y luego vuelve a presentar tu ofrenda.
Así pues, si la Familia es el Origen de la
Sociedad, la Sociedad es el Origen de la Civilización. Como no puede haber
Sociedad si antes no ha existido la Familia; no
puede haber Civilización si antes no existe la Sociedad.
Este es el progreso en crecimiento de la
Vida en el Universo. Se reproduce aquí en la Tierra, se ha reproducido antes en
otros Mundos y se reproducirá siempre en los mundos que vengan.
El salto del mundo prehistórico al
histórico se realiza en el seno de la Familia. La expansión reproductora
natural al núcleo familiar engendra de por sí la Sociedad. Unidas las familias
por la conexión reproductora el vínculo del Amor que las unió en una Sociedad
de familias se trasladó al Poder. Y desde esta Base Histórica comenzó el
Progreso hacia la Civilización, creación producida por la Fusión en una
Sociedad Universal de las distintas Sociedades con Origen en los diferentes
Núcleos Familiares desde los que partió la Historia del Género Humano.
Este Crecimiento no anula ni abole el
espíritu fundacional de la Civilización : el espíritu del Amor entre los
hermanos. La desaparición de este vínculo fundacional irrumpe en la Sociedad
para su disgregación, declive y desaparición. Proceso que sólo puede ser
ralentizado mediante una Dictadura del Poder enemigo de dicho vínculo. A este
Poder, ante la lucha contra su Dictadura, y a fin de evitar la Guerra Civil
sólo se le deja la opción de seguir hacia adelante y lanzarse por la Tiranía.
Una vez abierta la caja de Pandora de la
destrucción del Átomo Original de la Sociedad y de la Civilización, o sea, de
la Familia Natural Cristiana, la disyuntiva que se abre delante de una Nación
atrapada en un dilema fratricida de esta naturaleza es la Guerra Civil o la
Revolución de la Sociedad establecida sobre este Origen Divino de la Familia.
Destruído el Amor como la Fuerza Fuerte que mantiene unida a la Familia, la
desintegración de esta Núcleo implica la destrucción de la Sociedad edificada
sobre esa Fuerza. Esta Fuerza viva se extiende más allá de las puertas del
Hogar y aplicándole esa misma conducta al prójimo hace de la Sociedad un campo
de encuentros reconciliadores y no de odios imperdonables.
Muéstrate, conciliador
con tu adversario mientras vas con él por el camino, no sea que te entregue al
juez, y el juez al alguacil, y seas puesto en prisión.
Una Sociedad fundada en el Amor Intra e Interfamiliar no se cierra sino que se abre a
todos los Ciudadanos. Sujetos todos a una herencia milenaria establecida sobre
la Ciencia del Bien y del Mal, es lógico que las discrepancias y las
fuerzas sub e inconscientes que legislan nuestro background emocional
subjetivo, azuzando el fuego latente en las cenizas, nos arrastren a los unos
contra los otros.
¿No tenemos capacidad de juicio para
dirimir las cuestiones entre nosotros?
¿Debe la justicia ocuparse de las
competencias que le corresponden a Ciudadanos con juicio propio e independencia
intelectual, maduros en el espíritu social, perfectamente capacitados para
sentarse hablar y disolver los muros de un Pasado que nos ahogan entre sus
límites históricos?
Parece evidente que entregada la Justicia
de los hombres al Poder del Dinero y la Corrupción de los Gobiernos sus
representantes hagan de esa Justicia su diosa, su Palacio al que llamar a todos
sus detractores a sabiendas que siendo una Ramera sus servidores y ministros
harán la voluntad de su proxeneta, el Poder, sea del Dinero o del Gobierno. La
Religión de este Poder es “Yo soy el Estado y la Justicia es mi Esclava”.
Amén.
Que en verdad te digo que
no saldrás de allí hasta que pagues el último centavo.
Así sea.
CONCLUSIÓN
Si de un lado la pena de Muerte en la
Sociedad Cristiana es un paso atrás hacia fuera del Reino de Dios y hacia
adelante al encuentro de la Caída de dicha Sociedad.
Del otro lado, la Abrogación de la pena de muerte en vida debida a
la Sentencia contra el Transgresor es alimentar el Homicidio y el Crimen. Pues
perdido el Temor a la Ley la Justicia se convierte en una impostora
al servicio de quienes puedan comprar sus servicios, de manera que deviniendo
su Juicio un Mercado de Copra-Venta de Sentencias la Justicia en sí deviene el
enemigo público número uno de la Sociedad Civil establecida en los Fundamentos
de la ley Divina: “No matarás; el que
matare será reo de juicio”. A la
Transgresión le conviene el juicio. Quien no tuvo misericordia de la vida ajena
no puede esperar misericordia para su vida; pidiéndole a la Sociedad para sí la
Transgresión del Juicio debido al Delito el Transgresor le suma delito a
delito. Por la misericordia abolicionista del Juicio debido a la Transgresión
la Sociedad se transforma en cuerpo de cultivo del crimen.
El Temor a la Ley es la
piedra básica de la Justicia a fin de que por el Temor al Destierro en vida y
de por vida de la Sociedad el ejecutor se reprima y considere el efecto sobre
su cabeza del delito. Desde este Temor, allí donde el Amor a la Ley no es suficiente,
la Sociedad tiene el deber de poner a disposición de todas las Familias los
recursos humanos y naturales necesarios para que la Transgresión no se presente
como posibilidad en el escenario de la conducta del ciudadano.
No menos cierto es que el
Juicio de Misericordia es aplicado sobre las causas accidentales conductoras y
ejecutantes de la Transgresión en las que una razón debilitada fue arrastrada
al Delito. Esta es la Base de la Redención del Hombre. Esta Redención de causas
accidentales debilitadoras no se le aplicó al Homicida de Adán en cuanto
cometió su Delito con Premeditación y Conocimiento pleno de su Acción
Transgresora.
En el orden actual la
Aplicación de este Juicio Irredento se extiende a las organizaciones criminales
operantes con pleno conocimiento de causa, sea en la cuestión de trata de seres
humanos, narcotráfico, organizaciones políticas dictatoriales establecidas
sobre el crimen de la población, organizaciones
terroristas ejecutoras del crimen como medio político o económico o
independista, crimen contra la infancia, violación con crimen contra la mujer.
Es decir, la Ley no solo
es Todopoderosa sino que siendo Omnisciente aplica la Misericordia en las
causas donde el transgresor ha sido arrastrado al Delito por fuerzas externas a
su propia Consciencia.
En el caso de no existir
esta Ausencia, la el Juicio contra la Pena de Muerte, sea directa o indirecta,
es el Destierro de por vida de la Sociedad.
La Misericordia aplicada
a la Consciencia es un Delito contra el Futuro de la Humanidad. El que
conscientemente comete Delito conscientemente Acepta su Destierro de por vida
de la Sociedad. La Justicia no puede aplicar Misericordia en Juicio contra el
Transgresor Consciente de su Delito sin caer en su transformación en agente de
perpetuación y multiplicación del Crimen.
III
LA CUESTIÓN
DEL ADULTERIO
El Nacimiento de Cristo en Jesús provocó
un terremoto en la Historia de la Creación. En el Cielo como en la Tierra ya
nada podría ser igual. El Autor de aquella Revolución Universal fue Dios. Fue
ÉL quien determinó esta Revolución. Y fue para su Hijo que todo el Antiguo
Testamento fue escrito.
Pensando que las Sagradas Escrituras de
Israel habían sido escritas para un hombre los Judíos leían y leen el Antiguo
Testamento como hombres que eran y son. La imagen que sus padres se habían
hecho del Mesías era la de un gran guerrero al estilo del rey David.
Aún al presente siguen esperando la Venida
de ese Mesías que convertirá a Jerusalén en la Capital Sagrada del Mundo.
Ellos y los Gentiles de la época leían con
los ojos de la cara el Libro de Dios. Pero Dios no es un hombre. Los hombres
piensan en sí mismos y hacen circular todas las cosas a su alrededor. Ellos son
el centro del mundo, del universo, del cosmos. Y sin embargo sus pensamientos
apenas si extienden su mirada más allá de unos decenios. Pero en nada han
superado la condición animal.
Si la hubiesen superado entenderían el
shock que a Dios le produjo la Traición y la consiguiente Caída : de la
naturaleza divina que el Hombre había alcanzado a la condición de una bestia
monstruosa, shock fue vivido tanto a nivel de Creador como a nivel de Padre.
Desde la óptica de un Pensamiento liberado
de toda cadena a cualquier herencia de las filosofías e ideologías del Pasado
el proceso deductivo nos conduce tanto al Corazón cuanto a la Mente de ese
Dios, Padre y Creador del Hombre. En tanto que Creador la Ofensa cometida
contra su Creación no podía tener Perdón. En cuanto Padre la Justicia no podía
permitir invocación a la Misericordia.
El Crimen contra el Hombre le afectaba a
toda la estructura de la Creación. La Gota que colma la Paciencia se había
derramado. Una de dos, o Dios destruía toda su creación y comenzaba una Nueva,
o Producía una Revolución Universal que sin causar esa Destrucción traería una
Renovación de su Creación: el Reino de Dios.
Evidentemente Dios Padre no quería dejar
al margen de esa Revolución Universal que reconfiguraría los Pilares de su Casa
a Dios Hijo. Este Hijo, Jesús, Rey de reyes y Señor de señores del Imperio de
su Padre, sufrió el shock de la Caída del Género Humano con infinita
profundidad.
Durante la Eternidad de la Increación, Dios había vivido el hundimiento de miles de
mundos en el abismo de la ciencia del bien y del mal. La dinámica había sido
siempre la misma:
El Fratricidio abre la lucha por el Poder
absoluto;
la Guerra se convierte en el medio
para alcanzar la Gloria del rey del mundo;
el Poder se declara divino y se alza
contra hizo posible la vida de ese mundo.
Abierta la cuesta abajo al abismo de la
corrupción la pasión por el Poder devora todas las estructuras sociales
levantadas a costa del trabajo de milenios y en su derribo hunde en el polvo lo
que del polvo fue tomado.
Dios Padre había vivido infinidad de veces
la Tragedia del Alzamiento y Declive de un Mundo sujeto a la Ley de la Muerte.
Para Dios Hijo la Caída del Género Humano
en este Abismo era un fenómeno incomprensible, una experiencia jamás vivida. El
Silencio de su Padre sobre el Futuro de su Creación, el Blindaje impenetrable
tras el que su Padre había cerrado el Acceso a su Mente y a su Corazón…
Este Hijo contemplaba los acontecimientos
de la Tierra desde quien era el Rey de reyes y Señor de señores del Imperio de
su Padre, pero también como el Señor y Dios que dijera : Hagamos al Hombre a
nuestra Imagen y a nuestra Semejanza. ¿Este era el Hombre que su Verbo proyectó
sobre la Tierra? ¿Estaba siendo Él acusado de ser el verdadero autor de la
Caída? ¿Estaba siendo acusado su Padre de ser el productor de la Traición? ¿Lo
había engañado su Padre?
Sabía que NO. Y sin embargo su Padre
mantenía Silencio, impenetrable incluso para Él, su Hijo.
Todo lo que Jesús sabía era que su Padre
había dispuesto un Día de Venganza, un Día de cólera y Juicio, el Brazo de Dios
se haría uno con el hijo del Hombre y levantándose hasta el Cielo hundiría en
el Infierno al Traidor.
En el horizonte esta Venganza, el
Sentenciado a Destierro Eterno de la Creación se paseaba por la Tierra con toda
tranquilidad, e incluso se presentaba delante de Dios como si su aplastamiento
fuese un farol que Dios se había marcado. ¿Quién iba a aplastarle la cabeza, un
descendiente de aquel perdedor que por amor a una mujer perdió su corona y
hundió su mundo en el abismo de la Guerra?
Dios callaba. Dios permanecía impasible.
Dios hablaba de cosas ininteligibles por la boca y mano de unos Profetas, que
escribían profecías sin pies ni cabeza para animales sin espíritu que
interpretaban la Palabra de Dios como las bestias que eran.
Pero la Ley era firme: De la sangre
de un hijo de Dios, Dios podría pedir venganza de la mano de cualquier otro
hijo de Dios.
Esto era suficiente para encender en su
Hijo Jesús el fuego de la Justicia y pedir ser el Vengador de la sangre de su
hermano pequeño Adán. La Ley también decía que el Elegido para hacer caer
sobre la cabeza del Traidor habría de ser “hijo del Hombre”, nacido de una hija
de Eva.
Nacidos del polvo todos los hijos de Dios
“no de este mundo”, la elección del Hijo de Dios para ser el hijo del Hombre
quedaba sellada.
“Lloraréis como se llora por el
primogénito,
os lamentareis como se lamenta por el
Primogénito.
Una Virgen dará a luz y su hijo será
llamado Dios con nosotros”.
Encendido en Fuego, en su Puño la maza con
la que le aplastaría la cabeza a Satán, aquella Serpiente que con su Veneno
mató al Primer Hombre, aun cuando el Traidor no pudiese concebir la Encarnación
del Todopoderoso Señor y Dios Creador del Hombre como un Hecho, la Encarnación
en el seno de la Virgen quedó escrita.
Pero estos son hechos que están narrados
en la Historia Divina de Jesucristo; así que mejor pasemos a los
Acontecimientos en vivo.
Nadie lo entiende, nadie sabe qué está
pasando. Todos están maravillados. Un hombre se mueve entre los hombres con el
Poder de un Dios. Su palabra es Dios. Le dice a un muerto “levántate”, y el
muerto se levanta. Con cinco peces y un pan le da de comer a Muchedumbres
enteras. Le dice a un paralítico, “coge tu camilla y corre”, y el hombre se
echa a correr. Incluso los Discípulos están fuera de sí. El Maestro es más que
un profeta; ni Moisés ni Elías disfrutaron de semejante Poder: la Palabra de
Jesús era Dios. Decía y así sucedía. Sólo tenía que abrir su Boca para que las
cosas sucedieran.
¿Qué no hubiera podido hacer ese Jesús si
en lugar de ser el Cristo, el Cordero de Dios, se hubiese alzado como el
Mesías hijo de David a la imagen y semejanza de la visión que el pueblo Judío
tenía incrustada en su mente?
Jesús era incomprensible. Ante Él sólo
cabía caer de rodillas y decir : “Dios mío y Señor mío”.
Los Evangelistas escribieron desde el otro
lado de la Resurrección. Desde este lado comprenden lo Incomprensible. Entre
Destruir toda su Creación o Renovarla Dios había tomado la Decisión de
Renovarla. Moría el Imperio, nacía el Reino Universal del Hijo de Dios. Era
necesario que el Rey de reyes y Señor de señores pusiese su Corona a los pies
del trono de Dios, su Padre.
En la Cruz moría el Rey de reyes y Señor
de señores.
En la Resurrección nacía el Rey Universal,
Jesucristo.
Era para el Cristo de Dios que el Antiguo
Testamento había sido escrito, y Cristo estaba en Él, Jesús.
Era este Jesucristo “Dios nuestro y Señor
nuestro” quien se subía al monte, quien desde una barca le hablaba a las
Muchedumbres. El Género Humano no se hundiría en el abismo: sería rescatado de
las garras de la Muerte y sería alzado a la Ciudadanía de su Reino Universal.
Un Reino basado en el Espíritu, en la Fuerza del Amor a la Vida.
Palabras difíciles de entender eran las
Suyas para pueblos entregados al infierno de genocidios, masacres, guerras,
violaciones y esclavitud desde hacía milenios. La Renovación de la Mente y del
Corazón del ser humano, entregado al bestialismo desde nadie sabía cuándo no
sería una obra de un día para otro. Pero ¿quién podría atreverse a negarle
la Victoria a Dios?
Cristo vino a Renovar la Mente y el
Corazón del ser humano. En este orden Jesús fue el Primer Cristiano. Siendo
Cristo y Jesús la misma Persona, la Palabra de Jesús hizo de la Palabra de
Cristo : Palabra de Dios.
Darle la espalda o intentar buscarle la
vuelta a esta Lógica es suicidio.
Si el Homicidio es la puerta a la Guerra,
y la Guerra el Camino a la Destrucción de todo Mundo sujeto a la Ley de la
Ciencia del Bien y del Mal, razón por la que Dios Selló su Juicio contra
cualquier intento de abrir esa puerta prohibida, Transgresión consumada que le
costó a la parte de la casa de los hijos de Dios, no de este mundo, implicados
en la Caída del Primer Hombre su Destierro de la Creación, todo alejamiento de
la Palabra Divina es romper una lanza en pro de la destrucción de nuestro
mundo.
No en vano a medida que las naciones se
fueron alejando de su Origen Cristiano se fueron acercando a las guerras
mundiales.
No en vano a medida que las naciones
actuales se han levantado contra la ley de Cristo han sido conducidas a las
puertas de la Muerte.
Lo que Dios renovó: el Corazón Humano, no
puede ser borrado del Edificio Moral Legislativo sin causar en la Sociedad un
terremoto destructivo de consecuencias desoladoras.
La Ley a este respecto es firme:
Declaración del sexto precepto
“Habéis oído que fue
dicho: No adulterarás”.
La estructura de la Familia humana es
única en la Historia de la Tierra. La creación de la Sociedad tiene en esta
estructura única su origen. Y en este origen recibe su singularidad la
Naturaleza de la Infancia del ser humano. Todas las especies mamíferas tienen
un Desarrollo General que pasa por alto este Concepto de Infancia, exclusivo
del ser humano. Apenas nacidos los mamíferos se echan a andar y en cuestión de
escaso tiempo se convierten en adultos.
Si el ser humano hubiese seguido sujeto a
esa ley general su futuro no hubiese jamás puesto en escena los pilares de la
Sociedad Interfamiliar e Interracial precursora de la Primera Civilización, la
fundada sobre la Alianza de las Ciudades Estados.
La Familia Humana es pues un Fenómeno en
el seno del Árbol de la vida de las especies. La Indefensión del Procreado
Humano ante la Naturaleza y la larga duración de su Infancia determinaron el
nacimiento de una Nueva Estructura Familiar en la que los procreadores hacen de
su prole el centro de su relación, a nivel sexual, y a nivel de interrelación
social con las otras familias.
La prole se convierte en “los hijos” de la
Familia creada por la Pareja Humana. Sin que intervenga ley humana y sólo la
Ley de la naturaleza, la Familia se forma alrededor de la Felicidad y
Protección de los hijos.
Observamos en el mundo natural del que el
ser humano emerge, es decir, el mundo de los Antropoides, que la organización
familiar y la social venían juntas. El Homo Sapiens no se desprende de su
Origen, lo desarrolla. En el mundo natural antropoide una vez alcanzado el
estado adulto la familia se rompe y da paso a la sociedad animal específica. En
la familia sapiens natural el adulto permanece en el seno familiar; los hijos
de los hijos pasan a ser los hijos de sus hijos. No sólo se reproducen los
hijos, también los padres.
La multiplicación del género humano se
produce en el seno de la Familia.
Pero la Fuerza Vital detrás de esta
Creación Singular, la Familia Humana, es una Fuerza desconocida para todas
las especies. Todas actúan por instinto, y cuando el instinto cumple su trabajo
la familia animal se disgrega. La Familia Humana existe por la aparición en su
estructura genética de una Fuerza Fuerte que actuando desde su nacimiento se
mantiene viva para siempre, esta Fuerza es el Amor.
Lo que diferencia a esta Fuerza Fuerte
propia del Ser Humano del instinto creador de la familia animal es el concepto
“mis hijos”. Los animales no tienen hijos, tienen prole. Una vez producida la
prole, puesta en el escenario natural se acaba la función del instinto.
El Amor del Procreador Humano no se agota,
no muere. Permanece. Se extiende a los hijos de los hijos. Se abre a las
familias de la Pareja Reproductora. El Amor crea los lazos sociales que el
instinto no puede crear. Estos lazos sociales creados se transforman en las
bases de la Revolución que determinan la proyección del Hombre en el Tiempo. La
irrupción de este Elemento, el Tiempo, en la estructura genética del
Pensamiento Humano produce la Civilización.
Pero el Amor existe antes de la
Procreación. Y antes del Amor estuvo el instinto.
La ley de la reproducción de las especies
viene definida literalmente por la estructura de la Naturaleza. Ciclos
concretos inalterables, definidos en sus comportamientos específicos.
El Amor vino con su propio Comportamiento
de relación entre el hombre y la mujer. La evolución del ser humano continúa en
un nuevo escenario, la Familia.
El Fenotipo Humano ha cerrado su
Evolución. La Evolución del Ser Humano continúa en la esfera de la Genética del
Comportamiento. El Amor de los procreadores a los Procreados hace fuerte un
Comportamiento que con el tiempo da lugar a la Monogamia como el Escenario
Natural de la Infancia y el desarrollo perfecto y feliz del adulto humano.
Al principio no hay ley externa que regule
esta ley interna. El Homo Sapiens Paleolítico da paso el Homo Sapiens Neolítico
a lo largo de un camino en el Tiempo durante cuyo recorrido sus genes se han
enriquecido viviendo las sucesivas transformaciones de los hábitats naturales,
en cuyos hipogeos han quedado enterradas las eras del Pasado.
El genotipo humano ha ido enriqueciendo su
base de datos a lo largo de millones de años. Su cerebro es la Base de
Datos más profunda y extensa del Planeta. Base de Datos hecha carne que
alimentada por la Información que recoge y legada de generación en generación
da Origen a la Inteligencia.
Durante este proceso la Familia Humana se
ha establecido en el Amor y generado la Monogamia como la relación SOCIAL
PROCREADORA HUMANA. La Paz entre las familias y la felicidad entre los hermanos
y los hijos de las demás familias es el Orden Natural sobre cuyos cimientos
nacen las Ciudades Estados.
Lo Sobrenatural, el Amor, se hace Natural,
a fin de que en la Procreación la Creación vea a su Creador como Padre. Nace el
primer Hombre, Adán, el primer rey que conoció la Tierra.
Cae herido de muerte y pierde la corona.
El Crimen se hizo y con él la Guerra. De la Noche a la Mañana todo lo
construido durante millones de años se derrumba. El Comportamiento heredado sin
necesidad de una Ley externa hace necesario esta Ley a fin de que por la Fuerza
de la Ley subsista la Naturaleza.
Y la Ley se escribe : “NO
ADULTERARÁS”.
Lo que sin necesidad de escribirse estaba
inscrito en el ser, se escribe para que el Ser lo escriba por sí mismo:
El Adulterio es una Ofensa contra los
hijos. Los priva de su Felicidad. Destruye la Familia.
El Adulterio es un ataque directo contra
la Estructura de la Sociedad; desintegra la Fuerza Fuerte que une a todas
las familias en la Paz Común.
El Adulterio es una puerta hacia el
Crimen. Y el Crimen es la Puerta a la Guerra y la destrucción de la
Civilización.
El Adulterio rechaza la Ley de la
Naturaleza y causa la involución del Ser humano a la condición animal; el
adúltero rechaza el Amor como Fuerza Esencial distintiva del Ser Humano y elige
el Instinto como Razón de existencia. Su multiplicación implica la extinción de
la Humanidad en el ser humano y su caída en la condición de una bestia no
creada ni existente hasta entonces en la Historia de la Tierra.
Toda las bestias se rigen por la Ley del
Instinto. El Adúltero no reconoce ninguna ley, ni la Ley de la Naturaleza ni la
de Dios; no reconoce más ley que la ley de su demencia. Destruye la Familia,
destruye la felicidad de la Infancia, destruye la Paz de la Sociedad, destruye
al prójimo, se destruye a sí mismo en razón de la ley natural de la Venganza de
quien ha sufrido la destrucción de la felicidad de sus hijos por una bestia
demente que ha renunciado a la humanidad y despreciado el ser humano como el
estado natural del Hombre.
No fue en vano que Dios alzara la pena de
muerte contra el adulterio.
Una sociedad en la que la felicidad y la
formación moral y mental de las generaciones es abandonada en manos de una
Moral sin ley es un campo de cultivo de todo tipo de odios y enemistades que
creciendo le meten fuego a la Paz y le abren camino a la Guerra Civil. Ante
este fin en el tiempo y dados los tiempos salvajes entre los que la Ley adoptó
dicha forma, la muerte del adúltero, hombre o mujer, se hizo necesaria.
No que su abolición por Cristo, en el
orden de la Sentencia, anulase los efectos de semejante comportamiento
antisocial. Pero como en el caso del Homicidio no quiso Dios que se respondiese
al delito con la pena de muerte, sin por ello dejar se hacerse reo de
juicio ante Dios, siendo este Tribunal infinitamente más incorruptible y de
temer que el humano, corruptible y de circo, en el caso del Adulterio Dios
busca la renovación del Hombre mediante la Aceptación Voluntaria de la Ley
Interna, haciendo por ello innecesaria la Ley externa.
Se busca la inmunización del Ser contra un
comportamiento patológico heredado tras milenios de viaje por los infiernos de
la Ciencia del Bien y del Mal. No buscó el Hombre este Viaje. No debemos creer,
sería irracional creerlo, que de este Viaje el Comportamiento Genético de los
pueblo ha salido limpio y puro. Para nada. Al igual que se heredan enfermedades
mentales corporales por transmisión genética, en esta misma razón se heredan
comportamientos morales y sociales ajenos a la verdadera naturaleza del Ser
Humano. De aquí que Dios busque, sin abolir la Ley Externa pero distanciando
del delito la sentencia dada a los Antiguos, abrir el Corazón de su Creación
para que voluntaria y libremente abrace la Ley Interna en la que el Hombre
tiene su Principio y nuestra Sociedad su Origen.
La Monogamia es el estado natural por Dios
creado para el desarrollo y Felicidad de la Familia Humana.
Innecesario decir que La tragedia del
Género Humano ha levantado edificios sociales ajenos a la Ley Moral de la
Naturaleza y exclusivamente enraizados en los intereses de algunos individuos,
todos moralmente enfermos y mentalmente alucinados por la
creencia de ser dioses más allá del bien y del mal, patología demencial que
esconden tras coronas, inmunidades parlamentarias, aforamientos
institucionales, etcétera. Ellos han creado una sociedad en la que su demencia
es salud y sus delitos son legales. Ellos han creado un código de justicia en
el que sus crímenes son lo políticamente correcto y sus demencias la salud
mental que le conviene a la democracia.
Nos es dejado a nosotros la renovación de
nuestro comportamiento mediante la aceptación sin límites de la Ley Interna
creadora de la Sociedad Humana. Y diciendo Dios:
“Pero yo os digo que
todo el que mira a una mujer deseándola, ya adulteró con ella en su corazón”,
nos marca el camino. Estrecho y duro,
porque habiendo sido forjada la sociedad entre los muros de una Moral en la que
el Amor es una desgracia y el Instinto es todo lo que cuenta, donde el crimen
es legal y la Felicidad de la Familia una ofensa a un código de justicia creado
para hacer que el delito abunde y los delincuentes compren su absolución al
precio estipulado por las leyes del Poder; en esta Sociedad donde la Familia es
el enemigo público número 1 y los hijos el producto inconsciente de la satisfacción
de un instinto animal que no reconoce ninguna ley humana, este camino ha de ser
por fuerza una odisea. Que sin embargo el Amor, establecido sobre la Ley
Sobrenatural, vence para la felicidad de todos los hijos y Futuro de la
Civilización.
En definitiva, todo cuesta. Nadie pretende
hacer creer que abrirse a una Ley Interna que se escribió en el Ser a lo largo
de millones de años pueda hacerse sin acogerse al Consejo de Dios:
“Si, pues, tu ojo derecho te escandaliza,
sácatelo y arrójalo de ti, porque mejor te es que perezca uno de tus miembros
que no que todo tu cuerpo sea arrojado a la gehenna.
Y si tu mano derecha te escandaliza, córtatela y arrójala de ti, porque mejor
te es que uno de tus miembros perezca que no que todo el cuerpo sea arrojado a
la gehena”.
Consejo que no debe mirarse por la dureza
de la palabra sino por la felicidad de la recompensa. O como dice la Iglesia,
más como advertencia que consejo: “Lo que Dios unió, el mundo no lo separe”.
El mundo tal cual tiende a eso, a premiar
la ofensa y destrucción de la familia del prójimo, acusando a la víctima y
aplaudiendo al verdugo sin consideración de ninguna clase por el verdadero
objetivo del delito : Los hijos.
Una Nueva Moral edificada sobre la
Libertad de la Ley Interna viene con Dios:
“También se ha dicho: El que repudiare a
su mujer déle libelo de repudio. Pero yo os
digo que quien repudia a su mujer — excepto el caso de fornicación — la expone
al adulterio, y el que se casa con la repudiada comete adulterio”.
De donde se ve la complejidad de las
consecuencias de la Ley, por cuya complejidad ha sido rechazada la Ley de la
Naturaleza por los códigos de justicia que los ricos y los poderosos
escribieron para legitimar sus delitos.
Como se ve, Dios no creó al Hombre para
vivir en y por el Instinto, sino para vivir por la Ley de la Felicidad que la
Monogamia trae a los hijos. Y quien no quiera tener hijos que no se case. Pero
quien se casa está sujeto a Delito. Del que es defendido por la Ley Interna de
Dios: “Serán dos en una sola carne” dice.
CONCLUSIÓN
Es necesaria la Ley Externa a fin de que
la Disrupción de la Familia haga justicia al Ofendido y dirima la Custodia en
razón del Delito.
Una Justicia que no reconoce esta Ley sino
que hace del Adulterio la puerta de la Custodia y destrucción legal de la
Felicidad de los hijos es una Justicia criminal, escrita por criminales y
administrada por criminales.
El Futuro del Género Humano, Ayer como
Hoy, depende de la Felicidad de la Familia, de su Fuerza Nuclear como Vínculo
Interfamiliar, de la Salud Moral y Mental de las generaciones formadas en
una Ley Procreadora en cuyo seno reconoce el Hombre a Dios como Padre.
El Adulterio es un Delito y como tal debe
ser admitido a la hora de la Disrupción de la Familia. Él o ella, quien quiera
sea el autor, sea despedido del Hogar Familiar y quede sujeto a las
consecuencias de la ofensa contra los hijos.
IV
VINO NUEVO EN ODRES NUEVOS
Nada existe en esta Tierra por
coincidencia, por azar o por efecto de una conjunción fortuita de
elementos. El Creador de los Cielos es la mano que mueve la pluma de la
Historia, y aun cuando los enemigos de su Obra creen estar dirigiendo el movimiento
a un fin por ellos planteado, el final del camino es siempre el que Dios ha
dispuesto.
En este orden de realidades el Imperio
Romano fue el producto más elevado que la inteligencia animal humana
podía y puede, siempre que se mantenga el alejamiento de la Creación hacia su
Creador, poner en el escenario de la Historia. Su destrucción hubiera debido y
debiera ser lección para todas las naciones. No ha sido así. Aquél monstruo que
se alimentaba de carne y de sangre humana en lugar de ser el ejemplo
de lo que ninguna sociedad debe imitar se convirtió, por desgracia, en el
modelo a imagen y semejanza del cual los imperios modernos
impusieron su yugo genocida y criminal.
No fue casualidad que Dios determinase que
la Renovación de su Creación comenzase y tuviese en el centro de aquellas
tinieblas su Día de Nacimiento.
Por todas las plumas ha sido reconocido
que la gloria del vencedor es siempre más grande cuanto más imposible parecía
su victoria sobre el enemigo. Que Cristo Jesús triunfase y su Iglesia llevase
su Testamento a sus Herederos a dos mil años de distancia en el Tiempo era de
todos los imposibles el más manifiesto.
No había en el hombre del Siglo de
Cristo ningún valor por el que se pudiera reconocer su existencia
como Creación de Dios. El ser humano había caído en ese abismo de bestialismo
monstruoso cuya ley es el Homicidio y la Guerra como camino a la gloria y al
Poder, a la riqueza y a la felicidad. Matar, asesinar, robar, prostituirse,
esclavizar, corromper, mentir, traicionar, vender seres humanos como ganado,
arrasar poblaciones… estas eran las virtudes del Imperio Romano. Y
el resto del mundo vivía esa ley al pie de la letra.
¿Por qué esperó Dios que su creación se
hundiese en ese abismo y tocase fondo para alzar la estrella de su Espíritu?
¿En esas condiciones tenebrosas qué hombre o diablo hubiese apostado por la
Victoria de Cristo? Incluso un testigo de su Gloria, Judas Iscariote, creyó
imposible que Jesús pudiese triunfar.
Nosotros contamos con la comodidad y
satisfacción de estar rememorando aquella Victoria para la Eternidad dos mil
años después. Es fácil hablar desde este lado. Es fácil apostar por el Vencedor
cuando la Victoria ya ha sido establecida y la Iglesia fundada por Jesucristo
se extiende por las cuatro esquinas de la Tierra.
Allí estuvieron Dios Padre y Dios Hijo
actuando en Unidad Perfecta. Fue desde esta Unidad que se oyó decir : “Hagamos
al Hombre a nuestra Imagen y a nuestra Semejanza”. Dios no estaba solo. Con Él
estaba su Hijo. El Hombre al que llamaban a la Vida eterna era un hijo de Dios.
¿Dónde estaba este hombre en los días en
que el Hijo de Dios se hace hombre y se dice : “He aquí el Hombre”, ese hombre
que estaba en el Verbo?.
Dios en persona se encarna para que la
Imagen Viva de su Hijo refleje en el espejo de la Creación su Imagen Original.
¡Qué distancia tan enorme entre el hombre de su tiempo, judío o gentil, y ese
Hombre que estaba en el Verbo del Principio! ¿Lograría Dios imprimir
en el ser humano ese Original que viajando por los milenios se
abriría en el ser humano para producir su fruto : hijos para Dios?
Responder desde este lado de la Victoria
puede parecer un juego, pero la admiración por el Vencedor no lo es.
La Cruz era la Puerta a la Victoria. Las Persecuciones contra el Cristianismo
serían el Camino. La Oposición Genocida contra la Religión Divina
sería la constante a través de los siglos y los Milenios hasta llegar al
Testamento de Cristo a sus Herederos. Dios lo había dispuesto así y su Hijo se
sometía a Su Sabiduría el Corazón y la Mente puestos en la Victoria de su Casa.
La Renovación de la Creación le afectaba no sólo al Hombre sino a toda la Casa
de Dios.
Pero estas son cosas que están escritas en
la Historia Divina de Jesucristo. Lo que aquí nos toca es desprendernos de la
Imagen de un Jesucristo humano en el que Dios Hijo
queda en el Sepulcro.
El Maestro perseguido por las Muchedumbres
y desde una barca hablándole en Parábolas, que ellos no entendían, como no
podía ser de otro modo, era el Ser Todopoderoso que creó la Luz, el
Firmamento, y desplegó en el firmamento de los Cielos el Árbol de las
Constelaciones. Aquel Rey de reyes y Señor de señores del Imperio de su Padre
que vino a la Tierra vestido de guerra de los pies a la coronilla
había dado paso al Siervo de YAVÉ DIOS.
El Guerrero había dado paso al Sabio.
La Creación entera estaba en jaque. No la
Fuerza sino la Sabiduría le daría la Victoria a Dios. El Enemigo no era el
Diablo, era la Muerte. La locura, la demencia de los hijos de Dios que se
aliaron para hacer temblar los pilares de la Creación, tenía un origen, y este
Origen no era Dios.
El Hijo vino con el ojo puesto en su
Enemigo : Satán, el Diablo, la Serpiente Antigua, el Dragón. El fuego que le
consumía en el Celo por su Padre le cegaba la visión del Enemigo que se
ocultaba detrás del Traidor a la Casa de Dios. El Enemigo que alimentó con su
Fuerza a aquellos hijos rebeldes era la Muerte.
Satán, el Diablo, era nada, un peón en una
Guerra que venía desde la Eternidad y celebraba su última batalla en
la Tierra.
El Hijo de Dios se retira al desierto a
sabiendas que el Enemigo de su Corona vendría a visitarle. Su
búsqueda de aquel hijo de Eva que habría de aplastarle la cabeza había
concluido. El Duelo a muerte entre el hijo de la Sabiduría y el hijo de la
Muerte podía empezar.
En realidad no había nada
que empezar. Ya estaba todo hecho. Sólo había que llevar a su
consumación lo dispuesto. Satán no ve al Hijo de Dios, ve a un hombre. Le habla
como se le habla a un hombre. Dios Hijo ni lo mira. Satán es un cadáver en el
infierno. No lo sabe, su creencia en la victoria sobre Dios es un suicidio. La
Palabra de Dios es Dios, Su Juicio es Todopoderoso; aunque tarde miles de años
en ser ejecutada la Sentencia la espada de la Justicia Divina cumple
su Mandato sin oposición que resista su Fuerza. Jesús ni llo mira:
Apártate,
Satanás, porque escrito está: “Al Señor tu Dios adorarás y a Él solo darás
culto.”
El Pensamiento de Cristo está puesto en el
Futuro, en la Salvación de la Plenitud de las Naciones del Género Humano. Su
Padre no sólo le ha glorificado dándole la Corona Universal; invistiéndole del
Señorío sobre la Vida y la Muerte de todos los Pueblos de la Creación, con su
Corona es Investido del Poder del Juez Universal, Todopoderoso y Libre para
Decretar Absolución Universal o Dictar Sentencia acorde a las obras de cada
cual.
Él es Dios verdadero de Dios verdadero, su
Poder es Infinito. Tiene el poder de sanar todas las almas.
Ignorante de esta Salvación, el “diablo”
había caído de la condición de los hijos de Dios a la condición de las bestias
irracionales, y como bestia tentó al Señor de la Creación de Dios con palabras
de bestia:
Si eres hijo de Dios, di
que estas piedras se conviertan en pan.
El Hijo de Dios ni vuelve
la cabeza. La demencia de quien teniéndolo todo en Dios prefirió tenerlo todo
en el Infierno porque la Ley del Amor no le parecía propia de dioses, no le
mereció a quien es Amor en su sustancia y esencia ni una mirada. Y le responde
sin preocuparse de su presencia:
Escrito está: “No sólo de
pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.”
¿Qué palabra saldrá de su
Boca, la Boca del Juez Universal que en su Divinidad tiene la Vida del Género
Humano en sus labios? ¿Se Renovarán las naciones voluntaria y libremente y
haciendo del espíritu de Cristo su Ley y su Vida conquistarán el Corazón de
Dios? ¿O rechazando la Ley del Amor le arrancarán de los labios la Sentencia según
el espíritu de la profecía?
Pues aunque Dios
determinó la destrucción de Nínive, el arrepentimiento de sus habitantes
conquistó la Absolución para los arrepentidos. Y siendo el espíritu de Jesús el
espíritu de la Profecía su Juicio queda sujeto a la Ley de la Misericordia de
Cristo. ¿Qué harían las naciones cuando llegase el Día de la Gloria de la
Libertad de los hijos de Dios, Herederos de su Testamento?
Incapaz de penetrar en el Pensamiento de
Dios, el Diablo siguió con su bestialismo:
Si eres hijo de Dios,
échate de aquí abajo, pues escrito está: “A sus ángeles encargará que te tomen
en sus manos para que no tropiece tu pie contra una piedra.”
El Hijo de Dios ni vuelve
su cuello. El Enemigo de Dios es la Muerte. Satán es nada, una bestia que como
bestia salvaje sólo quiere devorar, desgarrar. Y cree que en el Poder de la
Guerra está Dios. La respuesta del Campeón de Dios es directa:
También está escrito: “No
tentarás al Señor tu Dios.”
¿Acaso no es tentar a
Dios creer que se le puede vencer, que se puede destruir su Obra, borrar su
Ley, vivir según una ley propia, creer que el Universo va a renunciar a la Ley
de su Fundación y se acogerá a una ley ajena a su Origen y Creación?
Largo sería el Camino
desde el Sellado del Testamento de Cristo hasta su Apertura Universal.
Por el momento el Duelo a
muerte entre el hijo de Eva y el Homicida que mató a Adán, quedaba abierto. El
Hijo de Dios regresa al monte:
Declaración del
segundo precepto
“También habéis oído que
se dijo a los antiguos: No perjurarás, antes cumplirás al Señor tus juramentos.
Pero yo os digo que no juréis de ninguna manera: ni por el cielo, pues es el
trono de Dios; ni por la tierra, pues es el escabel de sus pies; ni por
Jerusalén, pues es la ciudad del gran Rey. Ni por tu cabeza jures tampoco,
porque no está en ti volver uno de tus cabellos blanco o negro. Sea vuestra
palabra: Sí, sí; no, no; todo lo que pasa de esto, de mal procede”.
Entramos en la Mente de
Dios.
El juramento es un acto
de entronización divina del ego contra la realidad mortal del ser
humano. Dios dice “Juro por mi honor y mi gloria”, pero esta Palabra está
sostenida por un Poder Infinito que vence toda circunstancia que pueda proceder
del exterior a la voluntad propia.
¿Es acaso la palabra del
hombre “palabra de Dios”? ¿Tiene el hombre el poder de Dios?
Tan de ignorantes es
creer en quien jura, como tiene de malvado usar esta ignorancia para traicionar
la confianza.
La Historia demuestra que
todo juramento es un acto de demencia porque hace creer que uno es dios y puede
cumplirlo, y porque su cumplimiento exige el desprecio a Dios, el único al que
se le debe Obediencia.
La Historia enseña que
todo juramento que obliga a poner la obediencia a un hombre sobre la debida a
la obediencia debida a Dios, Rey y Señor : Jesucristo, sea quien sea y sea cual
sea la posición de ese hombre en el Reino de Dios, es un acto de traición a la
Obediencia debida a Jesucristo, Señor y Rey de la Creación de Dios.
La Jerarquía no existe
para anular esta Obediencia Eterna Perfecta al Rey Dios. Todo al contrario, la
Jerarquía procede de la Obediencia a fin de mantener esta Obediencia de todos
los Ciudadanos del Reino de Dios a su Hijo.
Esta Obediencia Divina a
Jesucristo está sobre todos los hombres, sobre todos los seres, de nuestro
mundo o de cualquier otro mundo, presente o futuro.
Esta Obediencia no
procede de Juramento, tiene su Origen en el Ser.
Todos los hombres tenemos
en Él el Origen de nuestro Ser. La Obediencia en Juramento a un
hombre, sea quien sea y de la condición que sea, implica una renuncia a este
Origen.
En la Obediencia de todos
al Rey la Jerarquía es un edificio que teniendo su Origen en el
Señor la hace Divina sin dejar ella misma su condición humana.
Obispo o ministro, todo
hombre es Ciudadano del Rey Divino y a Él y sólo a Él, Jesucristo, le es debida
la Obediencia Eterna y Todopoderosa a que el Amor a su Corona nos llama desde
nuestro Origen.
Jurar contra o en pro de
un hombre o sobre la cabeza de uno mismo es, en este orden de cosas, una
circunstancia que encadena la propia palabra a un poder que está más allá de
nuestra realidad.
Jurar por Dios es hacer
de Dios testigo y hacerse reo de sentencia.
Jurar por uno mismo es un
acto de orgullo que conduce al mal.
Extirpar de nuestra
conducta este orgullo y esa obediencia que rompe la relación directa
de la Creación con su Creador es un acto de sabiduría. Lo contrario, tan pecador
es quien se obliga a juramento como quien exige juramento.
El Pensamiento de toda la
Creación en el terreno de la Palabra y de la Obediencia sólo tiene un Centro,
un Foco, una Realidad, una Persona : Jesucristo. Cualquier persona que se ponga
entre el Rey y el Ciudadano, entre el Creador y su Creación, exigiendo
Juramento de Obediencia a una Jerarquía instituida por Dios para engendrar esta
Obediencia a su Hijo, comete Pecado contra Dios.
La Obediencia se
satisface en la Obediencia sin necesidad de Juramento; pues el Juramento de los
hombres busca la legalización del crimen y el silencio a favor de su autor “en
nombre de Dios”, levantando contra Dios una acusación que Dios juzgará con toda
su Omnipotencia acorde a la maldad del que exige y del que otorga.
Lo que a todo hombre le
corresponde es el “Sí, sí; no, no”, y todo lo que vaya más allá
es abrir una caja de pandora que una vez abierta no se cierra hasta que no se
sufren los males liberados.
La Renovación de la
Creación procede, como se ve, no de las leyes, sino del Espíritu. El Espíritu
de Creador impregna su Creación para que sin necesidad de leyes externas en las
alas de la Ley Interna la Creación supere la obediencia bajo castigo
exigida por la ley escrita. Pues las leyes son escritas para los animales
políticos racionales que despreciando la vida del espíritu se sujetan a la ley
de los instintos; y en su racionalidad animal, o lo que es lo mismo, en su
irracionalidad espiritual usan las leyes escritas para legalizar conductas
homicidas, destructivas y transgresoras de las leyes de la Naturaleza. Siendo
el Código de las Leyes de la Naturaleza una proyección de la Vida Divina las
leyes escritas buscan crear un universo dentro del universo desde cuyo núcleo,
como si se tratase de una cáscara externa, reventar el universo real
y quedarse como universo personal sujeto a las leyes de la paciencia del bien y
del mal, cuya naturaleza se determina por la fuerza de las armas, y dependiendo
de éstas las leyes cambian para acomodar las conductas de los vencedores a la
conciencia de los tiempos.
Sin embargo Dios no
necesita de leyes externas, porque Él es para sí mismo Ley. Creados a su Imagen
y Semejanza la perfección del Hombre está en esta Ley del Espíritu. Por la que
Dios puede decir de sí mismo “Yo soy el que soy”. Pues si la ley determina la
conducta, cuando es la Personalidad la que establece la conducta esta
Personalidad deviene Ley. Y siendo Ley para sí mismo Dios no tiene necesidad de
ley externa escrita, que se establece para una
personalidad imperfecta, cambiante e indefinida. Sujeta a los cambios de las
circunstancias externas.
Dios, vencedor de ellas y
creador de las propias, no estando sujeto a ninguna variable y fundada su
Personalidad en la Eternidad vive en la Ley siendo en sí mismo y para sí mismo
Ley. Horizonte hacia el que la Creación se dirige, y por el Espíritu alcanza
sin necesidad de esa Eternidad.
Obra Sobrenatural del
Creador esta Perfección su Ley es nuestra Ley, de manera que no teniendo
necesidad de leyes escritas vivimos por la Ley de la Libertad, que, siendo su
Fuente el Espíritu de Cristo, nos libera de las leyes por el Amor a la Ley,
siendo por el cumplimiento de la Ley del Espíritu perfectos cumplidores de las
leyes escritas, así como su motor de crecimiento y adaptación de su código al
Código Moral Divino.
En éste el Perjurio es
Delito en su modelo incorruptible. En el código escrito el Perjurio es sólo una
figura retórica puesta a la compra-venta en el Mercado de la Justicia. En el
primero el perjurio no admite justificación de ninguna naturaleza. En el
segundo las justificaciones morales son infinitas, por esta corruptibilidad
deviniendo el código moral de los hombres un libro de leyes escrito por y apto
para los señores de las bestias. Tanto es así, que el Perjurio deviene condición per
se para acceder a ciertas instituciones legales. Venderse y vender al
prójimo es condición sine qua non a la hora de cruzar ciertas
puertas. El acto de no cometer perjurio deviene incluso un
delito delante de quien pone como necesidad este crimen para obtener ciertas
prebendas, posiciones sociales y beneficios institucionales.
Plantarse en el Espíritu
y regirse por la Ley de la Personalidad Divina, a cuya Imagen y Semejanza hemos
sido engendrados, comportándonos en carne mortal seres
inmortales es un acto Natural al Espíritu de Cristo en nosotros. Razón, se
entiende, por la que el mundo, establecido sobre el Perjurio, se haya alzado y
esté alzado contra el Cristianismo y con todos sus medios haya buscado la
extinción de la Fe Cristiana. El fracaso ha sido rotundo, y nuestra posición
frente a este mundo es la de nuestro Héroe y Rey ante el Diablo, mirar al
Futuro y dejar que el mundo camine a la ruina que con tanta devoción ha
cultivado. En esto siguiendo al pie de la letra la Ley del espíritu : “Vino
nuevo en Odres nuevos”.
V
LA LEY DE LA LIBERTAD
“Si hablándoos de cosas
terrenas no creéis, ¿cómo creeréis si os hablase de cosas celestiales?”
Dos milenios han pasado y cada Palabra que
dijo Jesús, Dios Hijo Unigénito, no sólo sigue viva sino que ninguna se ha
hundido en las arenas movedizas de la ciencia del bien y del mal. Lo dijo Él :
“Mis palabras no pasarán” .
Dos milenios después el animal racional
humano sigue intentando por todos los medios abrirle una fosa en esas arenas
movedizas a la Palabra del Hijo de Dios.
La estupidez del animal político sapiens
no tiene desperdicio. Este animal ha hech0 del error su sabiduría, de la
tragedia genocido-suicida su odisea para la
eternidad. Se cae a cosa hecha para levantarse y ser aplaudido por
volver a levantarse de las guerras mundiales, de los genocidios fratricidas, de
las masacres sin número que protagoniza. Su inteligencia tiene su
apogeo en la evolución de las armas de destrucción masiva. Su sueño
supremo es la devastación de la Creación de Dios, la extinción de toda vida
sobre la Tierra. Matar a su Madre, la Tierra, es su genio. Toda su
Ciencia sólo tiene una misión, extirpar del ser humano la vida a imagen y
semejanza de Dios.
Aquél que vino y estuvo entre
nosotros, “el que era, el que es”, el que vive, Jesús, el Hijo que es la Vida
del Dios Señor quien con su Poderoso Brazo redujo a escombros un cosmos entero
y creó uno Nuevo en el que la Vida se alza a la Inmortalidad; Ese Jesús que
dijo “Haya Luz” y la Luz se hizo, ¿cómo podría ser entendido por los hombres
del Siglo de Cristo? ¿Hubiera podido aquella generación comprender el Lenguaje
de la Ciencia de la Creación abierto en la Introducción a la Cosmología del
Siglo XXI, Libro tercero de la Historia Divina de Jesucristo? ¿Es acaso la
Creación del Universo cosa de magia? Dios dice y así se hace, pero entre la
Palabra y la Acción existe una rama del Árbol de las Ciencia de la Creación del
Universo que única y exclusivamente Dios despliega y mueve. Incapaces aquella
generación y los siglos que la seguirían de comprender la Mente de ese Creador
¿qué otra cosa podía darles a conocer sino el Corazón de Dios?
Regresamos pues a aquél Acontecimiento que
marcó un Ante y un Después en la Historia del Universo.
Comencemos pues por el principio: “El que
era, es”. La mano que se mueve lo hace a impulsos del Espíritu. No
estamos hablando de un Jesús que murió, de un Jesús que vive en el Pasado. La
Muerte no podía destruir a Dios. La Unidad en Dios de Padre e Hijo es Perfecta.
“Dos Personas, un único Dios”. Dos Personas Divinas unidas en un mismo Espíritu
en el que sus sentimientos laten a un miso ritmo, en el que sus pensamientos se
despliegan con las mismas alas. Y ese Espíritu que vive en ambos se Encarnó
para que lo tocásemos, lo viésemos con nuestros ojos.
No teníamos Inteligencia para comprender
la Sabiduría del Creador del Universo, pero sí ojos para ver con el Corazón la
Naturaleza Sagrada de ese Espíritu que vive en Padre e Hijo y siendo
dos Personas un Único Dios. ¿Cómo hubiera podido aquella Generación arrasada
por las tinieblas de la ignorancia comprender la Inteligencia de quien siendo
ese Hijo tiene en su Padre Inteligencia infinita y Poder sin límites? Habrían
de pasar siglos de formación en las Ciencias para que el ser humano
pudiese entender los principios de la Sabiduría Creadora
y Salvadora de ese Dios Único en el que Dos Personas, eternas e
indestructibles, viven como Padre e Hijo.
No hay que mirar al Pasado,
ni extender la mirada al Futuro, ese Dios está en el Presente. Y
como Ayer, así Hoy, su Corazón es Cristo. Y en Cristo está la Fe. No en la
Inteligencia del Creador, sino en el Corazón de Dios. Pues por la Ciencia no se
ama, por la Ciencia nos maravillamos. Pero por el Amor, se ama. Dios nos dio a
su Hijo para conquistar el Corazón de su Creación, y no por el conocimiento de
ciencias sin número sino por las obras que nacen en el Amor por la Vida. Jesús
calló y dejó que Dios hablase con las Obras de Cristo. ¡Cómo podía entender
este Lenguaje aquella Generación!
Era aquella una generación criada en el
derramamiento de sangre como medio de legitimación de toda suerte de delitos
contra la Humanidad, de cuya naturaleza criminal no era siquiera consciente. El
mundo era así, el que mataba vivía; el que tenía
misericordia, moría. No existía más ley que la ley de Caín; en Roma como en
Damasco, en Cartago como en la ciudad más alejada del mundo mediterráneo la ley
era ésa : Mata, destruye, viola, esclaviza, o muere. En ese mundo de
tinieblas surge la Luz de la Vida. Todos los hombres somos
Ciudadanos del Reino de Dios. Todos somos Iguales ante Dios por el Derecho de
Creación. No hay judíos, no hay romanos, no hay persas, no hay cartagineses, ni
íberos ni árabes, todos somos un mismo Pueblo, una misma Nación
Universal, e viene a Conquistar lo que le pertenece, no por la Ley de la espada
sino por la Ley del Amor.
¡Como podía
entender este Lenguaje aquella Generación! El Oro y el Hierro eran para ellos
los pilares del Poder, los fundamentos del Imperio. ¿Y vienes Tú y nos hablas
diciendo “Dios es Amor”? ¿Estás loco, has perdido el juicio? Que te crucifiquen
y veamos cuánto te ama Dios.
Innecesario perderse en aquella mentalidad
animal perdida en la selva de unas tinieblas que desde hacía miles de años
habían hecho del mundo un infierno. Inútil radiografiar aquél mundo de horror y
terror institucional que alimentaba a las fieras con carne humana y se servía
del ser humano como antorchas para iluminar las fiestas. Inútil e innecesario
de no ser porque los imperios modernos tomaron como modelo de sus estructuras
ese estado de bestialismo que le fue natural a todos los pueblos de
aquel Siglo para la Eternidad.
El Primero que comprende la imposibilidad de
comunicación entre Dios y el Hombre en la dimensión del espíritu de
inteligencia es el mismo Jesús. Por las obras del Amor y no por las
palabras de Ciencia conquistaría el Mundo. El Mundo no estaba preparado
para recibir el espíritu de Inteligencia. Habrían de pasar todavía
muchos siglos hasta que el Hombre pudiese entender de “las cosas
celestiales”. El espíritu de Inteligencia sería la herencia de su Descendencia
en la Iglesia, su Esposa.
Obra Maravillosa, en su Ancianidad concibe
Sara, que siendo figura de la Iglesia, cuando aún no había nacido la Esposa de
Cristo, bendijo Dios su Descendencia diciéndole “Tu Descendencia se apoderará
de las puertas de sus enemigos”. Invencibles los Esposos ¿qué naturaleza podría
heredar su Descendencia?
Nacidos del Espíritu hablamos del Pasado
en Presente, pues el que Vive es el que era, y el que era es el que es. Él es
la Fuente, el Origen, la Luz que despliega su brillo para consumar su Obra, la
Salvación del Género Humano en la Adhesión de la Plenitud de las naciones a su
Reino.
Su Palabra vive, permanece, es la Fuente
de la que nace el río de nuestros pensamientos y sentimientos, el canon de
nuestra conducta, el alma cuya Sabiduría alimenta nuestro comportamiento social
y reviste nuestra humanidad de su carácter Divino.
Su Doctrina revolucionó la
mentalidad de aquel Siglo, echó abajo los fundamentos de aquel código animal de
conducta fratricida, y devino la estrella
continuamente brillando en las tinieblas de la ignorancia de los
siglos, iluminando revoluciones, levantando los cimientos de la Civilización,
Cristiana, combatida constantemente desde fuera y desde dentro, pero siempre
victoriosa, invencible. Nacida para vencer y seguir venciendo hasta el fin de
los días del Hombre en la Tierra.
El código de conducta del espíritu
permanece por la eternidad por la sencilla razón que vive en Dios. “Yo soy el
que soy” : El que era es, el que es y el que será. Dios no cambia. Su
Personalidad ha sido forjada en las fraguas de la Eternidad. Su Sí es Sí; Su NO
es NO : ayer, hoy, mañana y siempre. Es la Criatura la que tiene que amar a su
Creador, no por el Temor a su Poder, sino por el amor a su Personalidad. ¿Qué
gloria puede sumarle darle a este Ser, Señor del Infinito y de la Eternidad,
una criatura sacada del barro? Un poco de polvo, una gota de agua, he aquí el
hombre. SU Hijo vino a conquistar nuestro Corazón por el Amor, no por el Terror
y el Miedo a su Padre.
Declaración de la pena del talión
“Habéis oído que se dijo:
Ojo por ojo y diente por diente. Pero yo os digo: No me hagáis frente al
malvado; al contrario, si alguno te abofetea en la mejilla derecha, vuélvele
también la otra; y al que quiera litigar contigo para quitarte la túnica, déjale
también el manto; y si alguno te requisara para una milla, vete con él dos. Da
a quien te pida y no vuelvas la espalda a quien te pide algo prestado”.
¿Dónde está aquí el
concepto maligno de Poder, ese orgullo de reyes y ricos, de los poderosos y
malvados que en su demencia se creen dioses y no siendo más que animales y
despreciando a Dios y su Creación ha elegido ser bestias la voluntad propia ley
del mundo? Diréis, sí pero la Ley vino de Moisés. Y os respondo: No,
esa era la ley del mundo en que Moisés vivió. ¡Cómo hubiera podido sobrevivir
el pueblo Hebreo bajo la Ley de Cristo en aquel mundo gobernado por
el odio, la crueldad y el bestialismo! Un pueblo que había sido
esclavizado por esa ley y era liberado de ella únicamente aceptando
esa ley como natural a su mundo podía sobrevivir en ese mundo. En el infierno
las alas de los ángeles se queman. ¿Quién va a la guerra como su madre lo trajo
al mundo? Dios liberó a al Pueblo Hebreo de la Esclavitud pero el Mundo seguía
condenado a vivir bajo es la ley que por su Pecado el padre del pueblo Hebreo
trajo sobre el mundo.
Por la Ley conocemos lo
que es bueno y malo. ¡Cómo hubiera podido sobrevivir el Pueblo Hebreo en
aquellos tiempos si en lugar de hacerle frente al malvado le hubiese puesto la
otra mejilla! ¿Cuánto tiempo hubieran sobrevivido a su Éxodo las doce tribus de
Israel de haber estado sujeta a la Ley del Espíritu de Cristo?
Ojo por ojo y diente por
diente era la ley del momento. Todos los pueblos aplicaban y vivían bajo esa
ley. ¿Poner la otra mejilla? ¿No responderle al malvado? ¿Dar a
quien te pida? ¿No reclamar lo prestado? ¿Había perdido el Juicio el Mesías?
¿El Imperio Romano no se había fundado sobre la ley de la Antigüedad que
dominaba en el mundo antes y después de Moisés?
La respuesta a este
Mesías del Amor fue la que no podía ser otra. “El Poder de Dios lo ha vuelto
loco”. ¿Pedirle a los Poderosos que pongan la otra mejilla? ¿A los
reyes que no les hagan frente a los malvados que piden la abolición de sus
coronas? ¿A los banqueros que no reclamen las deudas? ¿A los ciudadanos
pedirles que no nieguen caridad a los necesitados? ¡Qué doctrina es ésta! ¿En
qué siglo se creía el Mesías que estaba viviendo? ¿En el Siglo XXI después de
Cristo?
Comencemos: “Ojo por ojo
y diente por diente”. La pregunta es obvia: Una Sociedad que aspire
a crecer en el Derecho y la Justicia, estructurada sobre un Estado
con vocación de Paz y Libertad ¿puede sujetarse a esta Ley de acción y reacción
ajena a la Justicia y el Derecho? ¿Puede la Ley de la Venganza ser la espina
dorsal de un Estado de Derecho? ¿Puede construirse una Civilización sobre la
base de una libertad legal para responderle a un delito con una fuerza mayor de
venganza que por su propia naturaleza de odio comprenderá a toda la familia del
autor del delito? ¿Puede ser legalizada la Venganza comprendida en la ley
antigua mediante la restricción a la persona del ofensor?
Se ve la locura y la
demencia implícita en la ley antigua bajo la que todos os pueblos vivieron y
escribiéndola para la posteridad o la mano de Moisés quiso
Dios ponérnosla delante para que bajo ningún concepto la
desenterremos de la fosa en la que la desterró el Espíritu de Cristo.
Pero se dirá, si la
reacción es anulada la acción se verá libre para su desarrollo y
multiplicación. A lo que tenemos que responder, que para eso existe el Estado
de Derecho y Justicia que haciendo de la Ley una Fuerza Todopoderosa
de Intermediación la acción quede suprimida en el propio ser de la
Tentación. La Vocación y Misión del Estado Civilizado no es la
hegemonía de su Poder sobre las naciones en razón de su Potencia de Destrucción
Mundial; la Naturaleza del Estado de Derecho y Justicia reside en su Poder para
defender a todos los ciudadanos frente a una caída en la Violencia
como medio de recurso y consecución de cualquier fin personal o familiar. Este
es el Verdadero Espíritu de la Civilización : la Creación de un Estado al
servicio de la Libertad que procede de la Palabra como la verdadera naturaleza
del Hombre, de manera que la Fuerza que procede de la naturaleza
animal quede enterrada en las fosas del Pasado del mundo.
La extirpación del
subconsciente y del inconsciente humano del recurso a la violencia como medio
de satisfacción de una ofensa es una empresa que les concierne a todas las
naciones. Todas las naciones del mundo han estado esclavizadas a un
comportamiento homicida que le ha afectado a su herencia genética
tanto a nivel de cuerpo como de mente. Creer que seis mil años en guerra civil
mundial no tiene ninguna relación con el nacimiento de cada persona que viene
al mundo es mantener en vivo ese sistema de herencia cuyo fin es la extinción
de la vida humana. La acción de la Muerte sobre el árbol de la vida en la
Tierra no tiene otro fin que eliminar esta vida y reducir a polvo la
superficie de la Tierra. A medida que los milenios han ido pasando esta acción
final se ha ido potenciando en razón de haber hecho las naciones de su carrera
armamentística la base de su progreso y hegemonía. Evidentemente la Creación de
Dios sólo puede ser destruida por Dios; de donde matar a Dios en el Hombre, o
lo que es lo mismo, extirpar a Cristo del Hombre es la puerta hacia esta
extinción final hacia la que la Muerte camina. La Necesidad de detener este
Nuevo Caballo sobre el que la Muere cabalga de nuevo es firme. Pero mientras la
Ley de la Violencia permanezca, los cascos del Nuevo Caballo de la Muerte
seguirán aplastando toda la hierba que pise.
Responderle al odio con
el odio, a la Ofensa con Venganza es alimentar la Violencia en cuyo fuego la
Guerra Muerte su Negocio.
No se puede transformar
una Sociedad si el Ciudadano no se transforma; no por imposición externa, sino
por voluntad propia. La transformación social no puede venir del Estado : sino
de la Persona humana, sin cuya existencia no existe Estado ni Sociedad ni
Civilización. Es el Hombre quien debe elegir entre Pasado y Futuro, Amor y
Odio, Ley o Venganza, Humanidad o Crueldad, Entendimiento o Desprecio, Amistad
o Enemistad, la Palabra como el verdadero Poder del Hombre o las armas como
verdadera Fuerza.
La Doctrina del Hijo de
Dios es firme. Fuera del Amor de Dios por la Vida no existe nada. Toda vida
existe porque ÉL la ama. Ninguna Vida puede subsistir en el Odio a
la Personalidad de Dios, y siendo toda Vida creada a su Imagen y Semejanza su
personalidad está en nosotros. Siendo la Ley la espina dorsal de la conducta,
su Ley de vida es el principio, la fuente y el origen de nuestra Civilización,
cuyos pilares pueden ser atacados pero no destruidos.
Quien ama, no odia. Quien
ama la Ley, no responde con Venganza. Quien ama al Hombre, le ofrece la otra
mejilla para no dar lugar a la Violencia. No es Cobarde el que devuelve, sino
el que primero pega; el Valiente aguanta, resiste, soporta, con su Paciencia
buscando la Paz que procede de la Palabra. El que domina a sus enemigos con su
Palabra es más fuerte que el que lo pone de rodillas con la fuerza de las
armas. La Misericordia del que perdona, es más grande que el poder del hombre
más poderoso del mundo. Compartir es mejor que guardar. Y sobre todas las
virtudes el Amor vence; todos los defectos el Amor a la Vida los borra, los
transforma, los sublima, los transfigura y de las cenizas surge más fuerte el
Ave Fénix de la fe muerta.
CONCLUSIÓN:
“Da a quien te pida y no
vuelvas la espalda a quien te pide algo prestado”.
¿Puede el Ciudadano
regirse por esta Ley y vivir en un Estado que hace todo lo contrario? ¿Es el
Estado la proyección de la Personalidad del Individuo y la Familia a una
Sociedad de Individuos y Familias nacidas del mismo Espíritu? ¿O es el Estado
una superación maligna de esta Creación Interfamiliar que aprovechándose de la
necesidad de su Creación un grupo organizado de delincuentes en partidos y
sistemas políticos alienando a sus Creadores de su propiedad y convierten esta
propiedad en un látigo de Dominio para provecho personal? ¿Tenemos el Derecho
de levantarnos contra grupos organizados de delincuentes
que imitando a los virus malignos se internan en el cuerpo social
para conducir a todos a la ruina? ¿Un Estado que deja el Gobierno de la
Propiedad de sus Creadores en manos de organizaciones delictivas que camuflan
sus intenciones delictivas en programas políticos, tiene el Deber de levantarse
contra esas Organizaciones y devolver a sus Creadores el Gobierno de la
Sociedad por ellos Creada? ¿Debe la Ley del Espíritu dejarse aplastar por la
ley del Oro y del Hierro? ¿Debe el enfermo morir para verse que su enfermedad
era de muerte?
Pero se me dirá, ¿cómo
puede ponerse por ley que el hombre debe poner la otra mejilla?
¿Y quién dice que la Ley
de la Libertad deba ser escrita?
La Ley de la Libertad
existe para que ser la medida de la libertad del Poder, de manera
que siendo ahogada por la ley del Poder el hombre se levante
para defender su ley y por esta oposición proceder a escribir las
leyes que nacen de esta libertad para garantizar la existencia de la ley de la
Libertad. ¿O acaso pueden vivir juntos el Diablo y Cristo?
Si por el fuego definimos
loa naturaleza del hielo, y así en todas las cosas, por la Libertad que viene
del Espíritu definimos lo que es la esclavitud. Ahora bien, si te niegas o se
te niega este Espíritu de la Libertad que hace de tí mismo
Ley, no conocerás ni sabrás distinguir entre libertad y esclavitud, que es
exactamente la causa por la que es atacado el Cristianismo y debe ser suprimido
por los poderes políticos allá donde se quiere instaurar un régimen
dictatorial, solapado o abierto.
A nivel de Historia Viva
observamos que donde no existe el Cristianismo existe la Dictadura. Y
viceversa, vemos que donde existe el Cristianismo existe la Democracia. De
donde se entiende que el cristianismo es el enemigo público número 1 de todos
los regímenes dictatoriales. Y se deduce por qué el Socialismo del Siglo XXI,
en todas sus formas, ha pactado una Alianza de Civilizaciones con el Islam, y
sellado un pacto con todas las fuerzas comunistas europeas con el fin de
extirpar el espíritu cristiano de las naciones hasta hoy disfrutando
Democracias en función de su común origen histórico cristiano.
En verdad, el hombre es
el único animal que tropieza no dos sino tantas veces como sea necesaria para
su destrucción, en la misma piedra.
VI
EL ESPÍRITU DEL AMOR A LOS ENEMIGOS
Uno se queda
agradablemente sorprendido leyendo a los grandes
historiadores de las distintas escuelas anglosajonas. Por la sencilla razón de
que al hacer una intro literaria a sus amos
divinos, su majestades británicas, etcétera. Suelen siempre abrir su servicio
afirmando que el tal divino rey era digno de la corona por ser era guapo,
apuesto, bien hecho, de ojos bonitos, de mustacho dalineano, todo sus cabellos bien contados,
proporcionadas las mejillas, etcétera. De donde uno
deduce que para ser rey a los ojos de los generaciones futuras la condición
básica era la guapura, de manera que si quisiésemos elegir en nuestros días a
un rey en lugar de buscar la sabiduría, la justicia, y esas cosas
aburridas, tendríamos que celebrar un concurso de Mister o
Miss universo, y al ganado o la ganadora. De seguir Dios esta regla
de los esclavos oficiales de los reyes anglosajones la pintura que debiéramos
hacernos del Rey del Cielo, en su periplo por la Tierra, sería la de un Apolo
perfectísimo por su sola belleza merecerse el título de Dios del más grande de
los Olimpos; o lo que es lo mismo, un Jesús de Nazaret con su sola belleza
provocando desvanecimientos en ellas y en ellos adoración en los unos y la más
letal envidia a muerte entre los otros. Nuestros pintores, que suelen ir por
libres, y aun estando al servicio de la Iglesia, porque comiendo de la mano
hubieran debido seguir la regla de los britones,
y por esta transgresión la muerte debieran haber recibido por pago
de los Papas y sus servidores, todos del ejército del diablo;
nuestros pintores, viendo en el Jesús al hijo del Hombre, y pensando en que los
hombres nacidos en baja cuna somos todos feos, algunos de cabeza soportable
pero no muy agradable, otros con narices locas, quien con ojos asimétricos,
o mentones destartalados, etcétera, y sin embargo todos muy machotes, nos
tomaron a nosotros, los de sangre roja por modelo, y siendo nuestros pintores
ellos mismos sujetos del agravio popular, ya se sabe : el hombre mientras más
feo más hermoso, proverbio que nuestro rey Salomón no creyó conveniente incluir
entre su rosario de sabios dichos; pues nuestros pintores, pasando de la sangre
azul creyeron que por el fuego que Jesús repartía a diestro y siniestro, aunque
el Amor que repartía entre sus enemigos no fuera precisamente ese amor que se
le escapaba cuando veía a los niños, pues nuestros pintores pensando en que
Jesús tenía la sangre roja como cualquier hijo de vecino no tuvieron reparo
alguno en pintárnoslo como uno más, ni más guapo ni más feo, un
hombre que se vestía por los pies, un hombre por derecho, un hombre de ley de
los que su palabra va a misa. ¡Desilusión gorda que indujo a la Reforma a
borrar de los templos esa figura de un Jesús con dos piernas y dos
brazos, dos ojos, dos orejas, dos fosas nasales, capaz de reír como
cualquiera y de llorar como los pobres, de beber y de comer, de vestirse y de
desnudarse, de dormirse y de levantarse, de hacer caca y pis como cualquier
hombre c de sangre caliente y de color! ¡Herejía, si los reyes britones tienen la sangre fría como el hielo y de
color azul como el cielo, cuánto más el Rey del Universo debiera tener
por sangre un iceberg y por color el del abismo de las
profundidades del océano! Así que borraron de la Casa de Dios la
Imagen de su Hijo. Todo señala a que como el Diablo quiso quitar a Jesús de la
Diestra de su Padre para ponerse él, cosa que a Dios le pareció una locura y
aunque por dos veces le dijo, “ ’tate quieto
chico”, y ni Dios pudo quitarle de la cabeza querer ser el Rey del Universo, la
Reforma Anglicana pudo lo que el Diablo no pudo y Dios nunca quiso, que su
Reino tuviese por Cabeza otra que su Hijo. Natural pues que el Diablo borrase
de sus iglesias todo recuerdo de Jesucristo; esas iglesias eran suyas y en
ellas sólo se le adoraba a él, y pintar su figura, pies de chivo, cuernos de
cabrito y cara de bicho, como que nuestros pintores no lo iban a hacer.
Y ya tenemos al enemigo.
¿Qué haremos con este enemigo ahora? La Reforma se declaró en Guerra contra el
Reino del Hijo de Dios. El Diablo buscaba a quien se pusiera de rodillas a sus
pies; la Tentación era increíble, el Imperio del mundo. Europa estaba bajo el
trono de Jesucristo, cuyo Siervo, el Rey Español, ni por todos los reinos del
Cosmos doblaría sus rodillas ante el Maligno. Pero en las Islas felices
había una casa de bárbaros, salvajes aún sin civilizar que por una
hembra sería capaz de meterle fuego al mundo, hermano de armas del Alemán que
por su verdad haría otro tanto, y que a cambio del Imperio no
dudaría en destronar a Jesucristo, doblar sus rodillas ante el Diablo y recibir
en recompensa todos los reinos del mundo.
Ya le hemos pesto un
nombre al Nuevo Anticristo : Enrique VIII de Inglaterra.
Qué haremos: ¿Amaremos al
amigo y odiaremos al enemigo, según el Código Moral del Mundo Antiguo, o
Amaremos al Enemigo “para que ser hijos de nuestro Padre, que está en los
cielos, que hace salir el sol sobre malos y buenos y llueve sobre justos e
injustos”?
¿Qué nos está pidiendo
Dios, que seamos perfectos como Él es perfecto?
Tremendo dilema : ¡Amar
al enemigo! ¿Puede escribirse en código legislativo alguno? ¿Debe ser encerrado
en la cárcel todo el que odia a su enemigo? A quien viene
a quitarnos a nuestros hijos, a quienes vienen a destruir nuestra familia,
nuestro pueblo, nuestra ciudad, nuestra nación, nuestra libertad, nuestra paz y
alegría, ¿debemos responderle con Amor “para ser
así hijos de nuestro Padre, que está en los cielos, que hace salir el sol sobre
malos y buenos y llueve sobre justos e injustos”?
Poner la otra mejilla. O.k., ¿pero amar a quien nos odia?, ¿?qué tipo de código es
éste? : “Yo os digo: Amad a vuestros
enemigos y orad por los que os persiguen”.
Nos lo dice Dios. Ese
“YO” es Dios. No se lo dice a los jueces para que recojan su Palabra
y la conviertan en Ley. Alguien que es infinitamente poderoso y no tiene miedo
de nada ni de nadie pues es Indestructible, nos dice a nosotros que
nos comportemos y nos guiemos por la Ley que Él se rige como si nosotros
fuésemos sus Semejantes, su Igual : “Sois Indestructibles – dice -. Amad a
vuestros enemigos y orad por los que os persiguen, están persiguiendo una
sombra, quieren cegar al sol. ¿No busca Dios la Salvación de todos por la
Paciencia hacia todos? ¿No habéis sido creados a su Imagen y Semejanza? Ahora
tenéis que serlo, vivirlo, comportarse como los hijos de Dios que sois. Sois
sus hijos, sois Indestructibles, tened la Paciencia de vuestro Creador con
vuestros enemigos a fin de que por la Paciencia vean la Vida eterna”.
Es el Código del espíritu
de la Libertad. No puede ser escrito en papel. Se escribe en el Corazón, viene
en el Alma, es la vida del Espíritu. Enfréntate a tu enemigo desde
la Justicia y la Verdad, jamás desde el Odio y la Violencia. Todos
las naciones han nacido en un campo de batalla cubierto de
cadáveres. El humo de las guerras está en sus subconscientes. Se respira desde
el vientre de sus madres. El Fuego de la Guerra está en los genes de
la Memoria. Han sido Miles de años en Guerra Civil Mundial. Nacemos con
cicatrices profundas. El ruido y los gritos de la Muerte llenan los sueños de
los pueblos. El Odio vive en el subconsciente. Es un virus maligno que se
transmite de padres a hijos. Su fruto es encender la hoguera, hacer sonar los
tambores de la guerra. Han sido seis mil años caminando por el infierno. El
Odio hacia el vecino forma parte de la Memoria Genética de los pueblos. La
Historia recoge por escrito las guerras, los genocidios, las masacres, los
crímenes, las violaciones, las epidemias, los delitos contra la humanidad
cometidos por todas las naciones. ¿Creéis que esa realidad es
borrada en el seno? ¿Que el ser humano nace con una Memoria en
blanco? Los padres transmiten a sus hijos la Memoria de sus Pueblos y sus
sociedades se encargan de encender ese Odio latente mediante símbolos y signos.
Situarse más allá de este Herencia, alcanzar la Libertad de quien ha vencido
ese Odio y nada ni nadie puede encender en su pecho esa
hoguera es ser Semejantes de Dios.
El mundo estaba así
cuando nacimos; nuestra misión en la vida de la Historia del Género Humano es
cegar esa puerta, impedir que ese Odio se transmita de padres a hijos y las
generaciones futuras nazcan libres y en Libertad vivan su Tiempo y disfruten
del mundo que creen con sus manos, lejos de las tumbas de los muertos y del poder
de los guardianes de cementerios convertidos en templos de adoración
de quienes con sus odios condujeron a las generaciones pasadas
al genocidio, a las masacres, al homicidio sin fin propio de las guerras
civiles.
El Mundo es Historia, y como tal debemos
cerrar su Libro, darle un Epílogo; y escribirle a la Nueva Historia
del Género Humano un Nuevo Prólogo, lejos del Odio, dentro del Amor
a la Vida de todos, dejando sus páginas abiertas para que las generaciones
futuras escriban sus capítulos. Con la Pluma de la Verdad, la
Justicia y la Paz en el Espíritu de la Libertad. Ellos como nosotros somos
todos hijos de Dios y en esta Declaración rompemos con la Herencia de nuestros
padres para devenir herederos de Dios. Por esto debemos amar a nuestros enemigos
y orad por los que nos perseguirán, porque siendo indestructibles sólo
respondiendo con Amor a su respuesta animal podremos hacerles
entender que declarándoles la guerra a los hijos de Dios le declaran la guerra
a Dios, y ¿quién podrá resistir el Brazo de Dios?
CONCLUSIÓN
Dios mío y Rey mío, Señor Jesucristo,
extiende tu Corona sobre todas las naciones de la Tierra, conduce a tu Reino a
todos los pueblos del mundo, convierte a todos los hombres a tu Justicia. La
verdad es el fundamento de tu Trono: el Amor, los cimientos de tu Palacio.
Maravilloso, Señor y Rey Nuestro
Jesucristo, es el Paraíso de tu Padre, YAVÉ Dios, Señor del Infinito y de la
Eternidad, Creador del Cosmos, tu Padre Amado: mueve Rey y Salvador nuestro los
corazones de todas tus criaturas para que corran a gustar del fruto del Árbol
de la vida. Recuerda que este mundo que Tú llamaste a la vida
eterna fue arrojado a los abismos de la Ignorancia por una Traición
Maligna a tu Corona y tu Imperio. Apenas nacido el Hombre le sacaron los ojos,
apenas comenzaba a andar le partieron las piernas, cuando extendía
sus brazos al árbol de la Paz le rompieron las manos. Arrojada a los
calabozos de una pena merecida toda la Casa de Dios es testigo del
sufrimiento que tu Criatura ha vivido desde la Caída. Ten piedad de este alma
que ha sido atormentada hasta la locura y abandonada a su suerte bajo la ley de
una ciencia maldita no presenta belleza que la haga diana de tu
Vista.
Infinito es tu Poder, Inmarcesible es tu
Justicia. Tu Corazón es una Fuente de vida eterna con Origen en Tu Padre, que
no se agota por la Eternidad. Dulce es el Agua del Río de tu Espíritu para
quienes hemos bebido de sus aguas; abre caminos hacia sus orillas a todos los
pueblos, rompe las cadenas que los atan a los muros de sus tradiciones. Tú
tienes de tu Padre todo el Amor, Tú que eres su Vida, en quien el Señor del
Cosmos tiene su tiene su océano de Felicidad infinita, mira a tu
Criatura Humana, extiende sobre la plenitud de las naciones el Cetro de tu
Justicia, reúne a los pueblos bajo la bandera de tu Paz, y vivan las
generaciones por la Eternidad Ciudadanos de tu Reino.
Tú eres Nuestro Dios, Padre, Rey y Señor
de todo los Pueblos y Naciones del mundo, Tú Dios, JESUCRISTO.
C.R.Y.S
“EL VENCEDOR EDICIONES”
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