Esta es la Voluntad Presente de Dios:"Unifiquense todas las iglesias en una sola y única" |
“EL HIJO DEL TRUENO”
APERTURA UNIFICADORA DE LA EPÍSTOLA DE SANTIAGO
CRYS
Todo
el mundo recuerda la manera y la forma en que la Rebelión Protestante arrancó
del Libro de Dios, aduciendo “ Obra de hombres ”, este Capítulo de la Edad de
los Apóstoles referida a Santiago, hermano de San Juan. Obviando la
controversia sobre la identidad histórica y divina de este Santiago, reconocida
por el Concilio Cartaginense del año 418 de nuestra Era como la debida al
Apóstol Santiago, hijo de Zebedeo, hermano de Juan, el origen de la
Transgresión del Protestantismo contra el Decreto Divino : “El que añadiere o arrancare palabra a este Libro
sufrirá la plagas descritas en él”, se debe buscar en la Manipulación Maligna que los Rebeldes
realizaron de las Palabras del Espíritu Santo hablando de la relación entre la
Fe y las Obras de la Fe.
A
nadie debe sorprenderle que el Diablo niegue a Cristo y busque confrontar a
hermano contra hermano; si no lo hiciese, Satanás no sería el príncipe de la
Mentira.
La
Mentita es ante todo y sobre todo una manipulación, consciente de falsedad en
naturaleza, de una verdad manifiesta. La FE vino por las Obras de Cristo Jesús.
Leemos : “Si no vierais Obras, no creeríais”. No dijo esto ni lo escribió para
todos un filósofo, un teólogo o un sabio nacido de macho y hembra. Esta Palabra
vino de la Boca cuya Verbo es Dios.
De donde se deduce, sin necesidad de ser un
genio, que pues que sin las Obras de “Dios con Nosotros” nadie hubiese creído
que Jesús era y es el Hijo de Dios: “DIOS CON NOSOTROS”, negar que por las
Obras de Cristo Jesús nos vino la Fe, es negar a Dios.
Negación predicada por Lutero y sus hermanos en el
espíritu de la Mentira, en definitiva,
el espíritu de Satanás.
Pero
como buen abogado del Diablo, Lutero, a fin de defender su Verdad, “aunque el
mundo ardiese en el Infierno”, y así ha sido desde la Guerra de los 30 Años a
la Segunda Guerra Mundial, sufriendo Alemania las Plagas descritas contra quienes pusiesen sus manos impuras en el
Libro de Dios, --recordemos:
“Yo atestiguo a todo el que escucha mis palabras de la
profecía de este libro que, si alguno añade a estas cosas, Dios añadirá sobre
él las plagas escritas en este libro, y si alguno quita de las palabras del
libro de esta profecía, quitará Dios su parte del árbol de la vida y de la
ciudad santa que están escritos en este libro”--;
y porque Lutero necesitaba
defender su Rebelión contra la decisión
de Dios de mantener en su Puesto de Jefe de sus pastores al Pedro que le negó
hasta tres veces; Lutero, siguiendo la filosofía maligna de “su “Dios Oculto”, Satanás, enfrentó la Palabra del Espíritu Santo en Santiago
a la Palabra del mismo Dios en Pablo. Pues si el uno dice “la Fe sin las Obras de
Cristo es fe muerta”, el otro dice “la Fe vino sin las obras de la Ley de
Moisés”, dos verdades divinas que lejos de chocar son las dos caras de la misma
moneda.
Por las Obras de la Ley de
Moisés, la Ley a la que se refiere Pablo, pues él fue judío de nacimiento, era
imposible que viniese al Mundo la FE. Toda vez que la Ley de Moisés levantó un
Muro insalvable entre Gentiles y Judíos, la Ley de la FE en el Hijo de Dios,
cuya existencia no era conocida por los Judíos, sólo podía ser engendrada en el
Hombre por las Obras de Cristo Jesús. De aquí que San Pablo tuviese que morir,
al igual que su Maestro Divino, por ser él Judío y defender la abolición del
Templo de la Ley de Moisés. Por esa Ley, que dice que “todo judío que abandone el templo de Jerusalén debe morir en
el madero”, era imposible que el Reino de Dios entrase en el Mundo. De manera
que siendo de Necesidad la Abolición de ese Templo, sólo por las Obras de la Fe
de Jesucristo podía venir, y vino, a todas las naciones la Fe de la Redención
Universal.
Caía un Templo, era edificado uno
Nuevo. El Viejo era temporal, el Nuevo es Eterno. Por la Ley del Viejo, “ojo
por ojo, y diente por diente, muerte a la adúltera, muerte al hijo desobediente…”, era imposible que el Mundo
Gentil se sintiese llamado a formar parte de un Código que, si en su día
demostró ser superior a la ley de su tiempo, en los días de Cristo esa Ley era
propia de bárbaros con instintos asesinos justificando sus crímenes y sus
delitos en un Dios de dioses cuya Ley era inferior a la propia ley de los
gentiles en materia de Derecho Natural. Pues el mismo que dice : NO MATARÁS,
dice “Matarás al hijo desobediente”, creando un conflicto esquizoide cuyo
resultado final únicamente podía producir la irracionalidad de la Crucifixión
del Cristo. Una inteligencia como la Romana, no podía admitir semejante Código
como creador de Sociedad y Civilización.
De hecho, el pueblo judío había
estado parasitando sobre la piel de las
demás civilizaciones, sin crear una propia que superase y atrajese a su Ley a
las demás naciones. En el caso mismo del adulterio el pueblo judío seguía
aplicando una pena de muerte que a los ojos de todos los Gentiles era una
monstruosidad.
Así que la Ley de Moisés había
levantado un Muro insalvable entre Gentiles y Judíos, cerrando mediante el
acceso de todas las familias de la Tierra al Reino de Dios. Y sin embargo Dios
le había prometido a Abraham que en su Nombre serían bendecidas todas las
familias del Género Humano. La Contradicción debía resolverse, y la única
manera de hacerlo era echar abajo ese MURO.
Por el contrario, sin las Obras
de la Ley de Moisés, en lo que se refiere a la Civilización del Reino de Dios,
el Mundo encontró la Puerta Abierta a la Vida Eterna por las Obras de Cristo
Jesús, perpetuadas por sus Hermanos en el Espíritu Santo. Por las Obras de la Ley
de Moisés nadie podía ni quería creer en Dios, excepto el Judío de nacimiento.
Por las Obras de la Fe de Jesús, dándonos a cristo como Maestro, el Mundo creyó
en Dios.
Negar, pues, que sin las Obras de
la Fe de Cristo pueda ser salvado el Mundo es dirigir la Historia del Género
Humano hacia el Abismo, cosa que hicieron los Rebeldes Protestantes y no
pararon hasta hundir a la Humanidad en el Precipicio de las Guerras Mundiales.
Pues si Marx fue el padre del Comunismo, Lutero fue el padre de Hitler, Darwin
actuando de partero.
Negada la lectura de este
Capítulo del Libro de Dios a todos los pueblos nacidos de la Reforma, bajo pena
de ostracismo, cuando no de muerte, por papismo, la Necesidad de la Unificación
Universal del Cristianismo, y en Obediencia a la Palabra del Dios, abro espacio
a su Lectura.
Movido por el espíritu de
Inteligencia de mi Dios, Jesucristo, para resolver las dudas y batir las
tinieblas que el Diablo arrojó sobre la
Interpretación de su Libro, seguiré el mismo método de actualización de su
Contenido Divino, la mente puesta en la liberación de todos de las cadenas del
Maligno, cuya Siembra tan terribles cosechas produjo entre las naciones de nuestro Mundo.
Regresando a la Identidad del Autor, reconocida al Hijo
del Trueno, hermano mayor de San Juan, terminada la polémica sobre si Santiago
Obispo de Jerusalén fue el Santiago de esta Epístola, relación que se hizo de
la palabra de Pablo hablando de “Santiago, el hermano del Señor”, debo cerrar
esta cuestión dirigiendo la atención a la HISTORIA DIVINA, EL CORAZÓN DE MARÍA.
El Santiago Obispo es el Santiago hijo de Cleofás, hermano menor de LA MADRE,
hijo de su cuñada María, esposa de Cleofás. “Los Hijos del Trueno”, hijos de
Zebedeo, sin ser hermanos directos, a la manera del hijo de Cleofás, lo son en
la Descendencia de David, de un sitio, y en la carne de LA MADRE, del otro, y
de aquí que veamos al Menor de los dos hijos del Trueno reposando su cabeza en
Jesús durante la última Cena. Y será en
este Orden Natural que recibe San Juan por Madre a LA MADRE, de la que ya no se
separará jamás, y LA MADRE recibe a este sobrino suyo, amadísimo de Ella y su
Hijo, como el hijo del que ya no se apartará nunca.
El Celo que esta Epístola encierra y despliega en la
página del Libro de Dios es el propio de Aquellos hijos del Trueno que le dicen
a Jesús: “Señor, si quieres hacemos bajar fuego del cielo que los consuma”. Negar este Espíritu es Negar a Cristo, cuyo
Celo por Dios era un fuego que lo consumía, fuego por el Señor que consumía a
sus Apóstoles, y como Fuego descendió de Dios , Padre e Hijo, para llenar el
Mundo con su Verdad Eterna: JESUCRISTO ES SEÑOR Y DIOS VERDADERO DE DIOS
VERDADERO. Verdad eterna que selló la Esposa de este Señor, la IGLESIA
CATÓLICA, en el Concilio de Nicea, Sello que llevamos en la Frente y en el
Pecho todos sus hijos.
Pero entremos en materia.
Capítulo 1
Saludo
1
Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo, a las doce tribus de la
dispersión, salud.
Nada
hay más bello que la Verdad. Nada puede comparársele, ni el Sol ni las Luna ni
las estrellas. Ante la Naturaleza de la Verdad el mismo Universo se pliega y
dobla sus rodillas. Sin la Verdad no hay Vida, y sin la Vida ¿qué es el
Universo? ¿Qué sería la Creación sin la Vida de la verdad?
La
verdad es el Origen de todas las cosas, el Principio de la existencia de la
Vida. Y, amándola con todo su Ser, el Hijo del Trueno abre su Epístola confesando
su Naturaleza ante los ojos de todas las Criaturas, tanto de este Mundo como de
los Mundos creados por Dios antes de la Creación de los Cielos y de la Tierra. En
efecto, todo hijo de Abraham, de la casa de Judá tanto cuanto de las demás tribus,
únicamente llamaban Señor a Dos, YAVÉ, el Dios de Moisés, y David. EL SEÑOR es
DIOS: “Yavé es Dios”, DIOS es el SEÑOR. Yavé es el Señor Dios. Señor y Dios son
la misma realidad. Y nadie es “Señor” sino “Dios”. De aquí que el Tempo pidiera la Pena de Muerte para el
Señor Jesús, porque siendo “Señor” se
proclamaba “Igual a Dios”. En palabras de la Santa Madre Iglesia Católica :
Dios Verdadero de Dios Verdadero. De forma que “YAVÉ ES DIOS, JESUCRISTO ES
DIOS”. Dos Personas, un solo y único Espíritu Divino. Padre e Hijo unidos
infinita y eternamente en el Espíritu Santo del Creador del Cosmos.
Por
esta Declaración, “SEÑOR JESUCRISTO”, confesada por un Hebreo de Nacimiento, el
Hijo del Trueno se declaraba reo de
muerte delante del Templo de Jerusalén. SU VERDAD: era y es la Verdad del Universo,
JESUCRISTO es el DIOS que “dijo y así se hizo”.
Nadie,
excepto uno que ha visto las infinitas obras que, según el Evangelista hizo
este SEÑOR JESUCRISTO, que si “se contaran no habría en este mundo libros para
contenerlas”; nadie, digo, hubiese podido elevar, en aquellos tiempos, su VERDAD por ese JESUCRISTO a la Adoración
debida al SEÑOR Dios, Creador de los Cielos y de la Tierra, y que su hermano
pequeño, San Juan, ratificará en su
Evangelio diciendo : EL VERBO es DIOS; y el VERBO se ha hecho carne, Tú DOOS;
JESUCRISTO SEÑOR: “Dios con Nosotros”.
Observamos,
en lo que se refiere a la Identidad del
Autor, que entre los dos SANTIAGOS: el
Hermano de Jesús, hijo de María de
Nazaret, y el Hermano del SEÑOR JESURISTO, Pablo habla del Hermano del SEÑOR.
Por el Hermano de Jesús los Apóstoles entendían que se estaba hablando de
Santiago, primer Obispo de Jerusalén, hijo de Cleofás, hermano pequeño de LA
MADRE, a cuya madre, María la de Cleofás, la vemos en el Evangelio acompañando
a la MADRE; y por Hermano del SEÑOR los Apóstoles entendían tanto al Hijo del
Trueno como a sus Hermanos en el Espíritu de Fuego que descendió sobre Ellos en
Pentecostés.
Evidentemente,
para nosotros, acostumbrados a la Divinidad
del Hijo, Jesucristo, Rey, Señor y Juez
Universal del Reino de Dios, la Declaración inicial del Hijo del Trueno parece un formalismo de cortesía. Pero como
ya he dicho, ese formalismo era su firma sobre su Condena a Muerte por el
Templo de Jerusalén. Pena de Muerte que sigue pesando en los Cristianos de las
naciones actuales bajo el régimen de Terror del Comunismo y del Islam,
Cristianos abandonados de toda ayuda por los regímenes democráticos actuales, entregados
al genocidio por los poderes globales que desde la ONU conducen el Siglo ha
abismo de su autodestrucción.
Luego,
la Duda sobre la Identidad del Autor de esta Epístola únicamente podía venir de
ignorantes en sumo grado, de un sitio, y su rechazo como fruto del Espíritu Divino,
del otro lado, de enemigos de Dios en grado superlativo.
Si
hay que ser un héroe en estos días para
predicar abiertamente el Evangelio en los países islámicos, países genocidas
que piden Tolerancia y Libertad de Religión para los suyos en nuestras Fronteras
mientras dentro de las decretan prisión y condenan a las más horribles torturas
hasta la muerte a los Cristianos de todas las iglesias; muchísimo infinitamente
más valiente había que serlo en los días de los Hijos del Trueno, cuando la Solución
Final contra el Cristianismo fue la política
de los Judíos durante todo el Siglo I de nuestra Era. Esta VERDAD sempiterna:
JESUCRISTO ES SEÑOR, DIOS VERDADERO DE DIOS VERDADERO, no puso ser oída en Libertad
hasta el Siglo IV, cuando, como de todos es sabido, la Batalla del Mundo
Antiguo contra el Mundo Cristiano se dio por finiquitada en el Concilio de
Nicea.
Concluyendo
este párrafo, quien no confiesa que JESUCRISTO ES SEÑOR, DIOS VERDADERO DE DIOS
VERDADERO, firma su propia sentencia de Destierro de la Creación en el Día del
Juicio Universal, llamado Final porque el SEÑOR YAVÉ DIOS; PADRE DE JESUCRISTO; llamó a Juicio al Mundo Antiguo
según ya lo estuvo ÉL profetizando durante todos los siglos hasta el Nacimiento
del Último Profeta : CRISTO JESÚS. De aquí que en el Librito Final de su Biblia
hable de la SEGUNDA MUERTE, razón por la que más arde se habló del Limbo. Pues los
juzgados están a la espera del Juicio Final del SEÑOR JESUCRISTO.
Bien
harán, pues, todas las iglesias establecidas sobre la NEGACIÓN DE LA DIVINIDAD VERDADERA
DEL SEÑOR JESUCRISTO, arrojando sus biblias al fuego, reconociendo el Delito de
haber quitado y añadido al Libro de Dios páginas y Capítulos para la eternidad;
y hacerse con la BIBLIA CATÓLICA, Legada en HERENCIA por el SEÑOR a su ESPOSA;
la IGLESIA CATÓLICA, Tronco del árbol de las iglesias cuyo Fruto es la SALVACIÓN
DEL GÉNERO HUMANO en la UNIDAD DE LA FE UNIVERSAL; JESUVCRISTO ES SEÑOR y DIOS, el Verbo por cuya PALABRA fueron creados los Cielos y
la Tierra. ÉL es el Dios que “dijo y así se hizo”. Ayer como Hoy. EL ha dicho: “Unifíquense
todas las iglesias en una sola y única”, y así se hará. De la Palabra a su Realización
hay un Camino. Camino que estamos recorriendo. Así pues:
De la perseverancia en las pruebas
2
Tened, hermanos míos, por sumo gozo veros rodeados de diversas tentaciones,
Aquello
que tuvo valor Ayer mantiene su valor Hoy. Por naturaleza original, establecida
sobre la Rebelión de Satanás contra la Estructura
del Reino de Dios, los sistemas paganos
y ateos implementan un asedio constante a la VERDAD UNIVERSAL ETERNA que, elevando su ataque hasta la pena de muerte,
cual vemos Hoy presente en los genocidios que el Islam y el Comunismo, amparados
en el Silencio de la ONU, están protagonizando contra los Cristianos en África
y Asia; estas persecuciones inducen a nuestros hermanos en la Fe, con independencia
de su Confesión Teológica Tradicional, a
preferir, sin nadie que los defienda, a sumarse a la Mentira antes que padecer prisión
y muerte. Es en verdad una vergüenza para el Mundo Libre del Sigo XXI, tan
tolerante como se proclama, ver cómo le da la espalda y responde al
Genocidio de los Cristianos con el
Silencio más cobarde y miserable. De donde
se entiende y se ve que estando ocupados esos puestos de poder en la ONU por los
más cobardes y miserables entre los hombres , la Crisis Mundial no ha hecho
sino comenzar y seguirá Creciendo hasta reventar los muros de esa Fortaleza
donde todos los dictadores y genocidas de las naciones se sientan en el Consejo
de los Derechos Humanos. Sobre sus cabezas el Delito.
La
Tentación es el Origen de la Tragedia del Género Humano. Pero ya no estamos en
los días de Adán y Eva. Ni en los días de Pedro y Pablo. Delante de nosotros se
abren dos petas: vivir con el Poder su orgía de sangre y carne humana; o ponerse
de pie y luchar por el Despliegue de la Ley de la VERDAD, madre de la JUSTICIA,
hasta cubrir con su PAZ el cuerpo de la Plenitud de las Naciones. No somos
Abel, ni estamos sujetos a la Ley de la Necesidad de la Muerte de Cristo; somos
hijos de Dios, nacidos del Espíritu de Cristo Jesús para participar y vivir la
Gloria de la Libertad de los hijos de Dios. Estamos más alá de la Tentación. La
Ley: “NO COMAS”, es la Savia que alimenta el Árbol de nuestra Inteligencia. La Ley
Divina tiene su Origen en el Amor del Creador a su creación, en ningún caso en
el Despotismo de quien siendo Todopoderoso se erige como Dios de Terror, que a
unos crea para el Infierno y a otros para el Cielo, haciendo de Su Creación una
Comedia de Odio y Muerte.
Las tentaciones
de abandonarse a las leyes del Siglo y devenir una cabeza de ganado más
siguiendo a líderes con vocación de lobos hambrientos de poder y riquezas,
sobre el sudor y la sangre de los pueblos, ha sido la constante desde el
Principio del Cristianismo. Vivieron bajo esa sombra tenebrosa los hijos de
Abraham durante siglos; el precio que pagaron por cada “Caída” está escrito.
Mas a diferencia del Pueblo de Cristo, si aquéllos no aprendieron de sus
Castigos sino que siguieron avanzando en
la dirección de su destrucción absoluta, dejando Dios un remanente vivo para
ejemplo del Delito contra Natura; el Pueblo Cristiano, edificó civilización
propia, supo vencer todas sus Crisis, y extender su Civilización hasta los
confines de la Tierra. Victoria perpetuamente combatida por los Vestigios vivos
del Mundo Antiguo, que se resisten a venir al Futuro y vivir a la Luz de la
Verdad Universal, que todos los hombres somos hermanos, células de un mismo árbol
de Vida, y todos los Pueblos formamos una sola única Nación, somos el Hombre, y
el Hombre es el Género Humano.
Tentados,
pero nunca vencidos; caídos, pero nunca muertos. El Fuego del Espíritu reduce a
cenizas lo que es débil para hacer renacer más fuerte lo que de por sí era
fuerte, hasta hacerlo invencible. De esta forma el Hombre, por el Espíritu que
vive en la Fe, es engendrado para la Vida a “imagen y Semejanza de Dios”,
nacido para ser hijo de Dios, y vivir como tal la Gloria de la Libertad del “Señor
Jesucristo”, sin miedo a la Muerte y por siempre en Guerra contra el Mal, la Ley de la Libertad
por espada y escudo, plenamente consciente de tener en el Hijo de Dios la Fuente
de la que se nutre el árbol de nuestra Inteligencia.
3
considerando que la prueba de vuestra fe engendra la paciencia
Y sin
embargo toda Paciencia tiene un límite. La Tragedia del Hombre surge cuando este
Límite es pisado. Pues aunque en su Bondad nuestra Madre hable de la Infinita Paciencia
de Dios para con sus hijos, ningún hijo de Dios ignora que esa Paciencia se
derramó en Colera Eterna cuando fue
tomada su Misericordia por Hacha de Guerra. El Juicio contra los hijos Malditos
que se atrevieron a usar al Hombre como Cuerno llamando a Guerra contra el Espíritu
está escrito. La Paciencia de Dios, en el Amor de Pare, es, en efecto, infinita;
pero en el Odio al Señor de la Creación por cuya Ley se rige la Vida en la eternidad esa Paciencia es un Vaso
Sagrado que tiene un tope y no puede ser cruzado sino a costa de la Pena de
Muerte. Cuando ese Vaso Sagrado se llenó y el Agua de la Paciencia Divina se
derramó, el Amor de Padre dio paso al Celo
del Juez Universal y desde su Incorruptibilidad decretó Pena de Muerte contra el autor de tanta Maldad.
La Paciencia
procede del Amor, y se alimenta de la comprensión hacia la ignorancia de aquellos
que causan la tentación. Sabiendo que su ignorancia sería causa de nuestra
perdición, habiendo ellos sido vencidos por las tentaciones del Siglo, o
habiendo nacidos vencidos por las leyes impuestas a sus sociedades y familias por
el terrorismo de las tradiciones, nuestra
paciencia hacia sus civilizaciones tiene su base en la esperanza de su Conversión
a la Verdad Divina; mas, engendrados a la Imagen y
Semejanza de Dios, sabemos que la Paciencia no puede conducirnos a la autodestrucción
ni permitir que conduzca a nuestra Civilización a su Destrucción. La Paciencia
no puede generar el Suicidio. Ayer la Ley impuso la Necesidad de la Muerte de
Cristo. Hoy, esa Necesidad ha concluido. La Ley de la defensa de la Vida es
Sagrada. Permitir que en base a una Tolerancia sea la Paciencia arrastrada al Suicidio
no es de Ley. Quien ve cómo es asesinado su hermano teniendo el poder de impedir
su asesinato, se hace cómplice del crimen. La ley que gobierna a la ONU (No Interferencia en os
asuntos internos de los Estados) la hace cómplice del Crimen de Genocidio
contra los Cristianos en África y Asia, y
de las Dictaduras Comunistas, o Socialistas del Siglo XXI. Por esa Ley todos
somos Criminales al permitir que el Genocidio contra los Cristianos se expanda
por las naciones islámicas de África y Asia, y las Dictaduras Neo-Comunistas extiendan
sus masacres sobre la naciones de Sudamérica. La Infinitud de la Paciencia,
fuera del Amor a la Ley de la Verdad, es una falacia.
Aprendemos a convivir con las tentaciones naturales del Siglo en la Fe de que la Verdad reinará en todas las naciones. Ahora bien, quien no defiende su Casa firma su Ruina.
CONTINUARA.
4 Mas
tenga obra perfecta la paciencia, para que seáis perfectos y cumplidos, sin
faltar en cosa alguna.
5 Si
alguno de vosotros se halla falto de sabiduría, pídala a Dios, que a todos da
largamente y sin reproche, y le será otorgada.
6
Pero pida con fe, sin vacilar en nada, que quien vacila es semejante a las olas
del mar, movidas por el viento y llevadas de una parte a otra.
7
Hombre semejante no piense que recibirá nada de Dios.
8 Es
varón indeciso e inconstante en todos sus caminos.
9
Gloríese el hermano pobre en su exaltación,
10 el
rico en su humillación, porque como la flor del heno pasará,
11 Se
levantó el sol con sus ardores, secóse el heno y se
perdió la belleza de su aspecto. Así también el rico se marchitará en sus
empresas.
12
Bienaventurado el varón que soporta la tentación, porque, probado, recibirá la
corona de la vida que Dios prometió a los que le aman.
13
Nadie en la tentación diga: “Soy tentado por Dios”. Porque Dios ni puede ser
tentado al mal ni tienta a nadie.
14
Cada uno es tentado por sus propias concupiscencias, que le atraen y seducen.
15
Luego la concupiscencia, cuando ha concebido, pare el pecado, y el pecado, una
vez consumado, engendra la muerte.
16 No
os engañéis, hermanos míos carísimos.
17
Todo buen don y toda dádiva perfecta viene de arriba, desciende del Padre de
las luces, en el cual no se da mudanza ni sombra de alteración.
18 De
su propia voluntad nos engendró por la palabra de la verdad, para que seamos
como primicias de sus criaturas.
Deberes hacia la verdad
19
Sabéis, hermanos míos carísimos, que todo hombre debe ser pronto para escuchar,
tardo para hablar, tardo para airarse,
20
porque la cólera del hombre no obra la justicia de Dios.
21
Por esto, deponiendo toda sordidez y todo resto de maldad, recibid con
mansedumbre la palabra injerta en vosotros, capaz de salvar vuestras almas.
22
Ponedla en práctica y no os contentéis sólo con oírla, que os engañaría;
23
pues quien se contente con sólo oír la palabra, sin practicarla, será semejante
al varón que contempla en un espejo su rostro natural,
24 y
apenas se contempla, se va y al instante se olvida de cómo era;
25
mientras que quien atentamente considera la ley perfecta, la de la libertad,
ajustándose a ella, no como oyente olvidadizo, sino como cumplidor, éste será
bienaventurado por sus obras.
26 Si
alguno cree ser religioso y no refrena su lengua, sino que engaña a su corazón,
su religión es vana.
27 La
práctica religiosa pura e inmaculada ante Dios Padre es ésta: visitar a los
huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones y guardarse incontaminado frente
al mundo.
Capítulo 2
La caridad
1 No
tengáis la fe de nuestro glorioso Jesucristo guardando acepción de personas.
2
Porque si, entrando en vuestra asamblea un hombre con anillos de oro en los
dedos, en traje magnífico, y entrando asimismo un pobre con traje raído,
3
fijáis la atención en el que lleva el traje magnífico y le decís: Tú siéntate
aquí honrosamente; y al pobre le decís: Tú quédate ahí en pie o siéntate bajo
mi escabel,
4 ¿no
juzgáis por vosotros mismos y venís a ser jueces de perversos pensamientos?
5
Escuchad, hermanos míos carísimos: ¿No escogió Dios a los pobres según el mundo
para enriquecerlos en la fe y hacerlos herederos del reino que tiene prometido
a los que le aman?
6 Y
vosotros afrentáis al pobre. ¿No son los ricos los que os oprimen y os
arrastran ante los tribunales?
7 ¿No
son ellos los que blasfeman el buen nombre invocado sobre nosotros?
8 Si
en verdad cumplís la ley regia de la Escritura: Amarás al prójimo como a ti
mismo, bien hacéis;
9
pero si obráis con acepción de personas, cometéis pecado, y la Ley os argüirá
de transgresores.
10
Porque quien observe toda la Ley, pero quebrante un solo precepto, viene a ser
reo de todos;
11
pues el mismo que dijo: No adulterarás, dijo también: No matarás. Y si no
adulteras, pero si matas, te has hecho transgresor de la Ley.
12 Hablad
y juzgad como quienes han de ser juzgados por la ley de la libertad.
13
Porque sin misericordia será juzgado el que no hace misericordia. La
misericordia aventaja al juicio.
La Fe y las Obras
14
¿Qué le aprovecha, hermanos míos, a uno decir: Yo tengo fe, si no tiene obras?
¿Podrá salvarle la fe?
15 Si
el hermano o la hermana están desnudos y carecen de alimento cotidiano,
16 y
alguno de vosotros les dijere: Id en paz, que podáis calentaros y hartaros,
pero no les diereis con qué satisfacer la necesidad de su cuerpo, ¿qué provecho
les vendría?
17
Así también la fe, si no tiene obras, es de suyo muerta”
18
Mas dirá alguno: Tú tienes fe y yo tengo obras. Muéstrame sin las obras tu fe,
que yo por mis obras te mostraré la fe.
19
¿Tú crees que Dios es uno? Haces bien. Mas también los demonios creen y
tiemblan”
20
¿Quieres saber, hombre vano, que es estéril la fe sin las obras?
21
Abraham, nuestro padre, ¿no fue justificado por las obras cuando ofreció sobre
el altar a Isaac, su hijo?
22
¿Ves cómo la fe cooperaba con sus obras y que por las obras se hizo perfecta la
fe?
23 Y cumplióse la Escritura, que dice: Pero Abraham creyó a
Dios, y le fue imputado a justicia, y fue llamado amigo de Dios.
24
Ved, pues, cómo por las obras y no por la fe solamente se justifica el hombre.
25 Y,
asimismo, Rahab la meretriz, ¿no se justificó por las
obras, recibiendo a los mensajeros y despidiéndolos por otro camino?
26
Pues como el cuerpo sin el espíritu es muerto, así también es muerta la fe sin
las obras.
Capítulo 3
Pecados de la lengua
1
Hermanos míos, no queráis muchos pretender haceros maestros, sabiendo que
seremos juzgados más severamente,
2
porque todos delinquimos en muchas cosas. Si alguno no peca de palabra, es
varón perfecto, capaz de gobernar con el freno todo su cuerpo.
3 A
los caballos les ponemos freno en la boca para que nos obedezcan, y así
gobernarnos todo su cuerpo.
4 Ved
también las naves, que, con ser tan grandes y ser empujadas por vientos
impetuosos, se gobiernan por un minúsculo timón a donde quiera que el impulso
lo dirige.
5 Así
también la lengua, con ser un miembro pequeño, se gloría de grandes cosas. Ved
que un poco de fuego basta para quemar todo un gran bosque.
6
También la lengua es un fuego, un mundo de iniquidad. Colocada entre nuestros miembros,
la lengua contamina todo el cuerpo, e, inflamada por el infierno, inflama a su
vez toda nuestra vida.
7
Todo género de fieras, de aves, de reptiles y animales marinos es domable y ha
sido domado por el hombre;
8
pero a la lengua nadie es capaz de domarla; es un mal turbulento y está llena
de mortífero veneno.
9 Con
ella bendecimos al Señor y Padre nuestro y con ella maldecimos a los hombres,
que han sido hechos a imagen de Dios.
10 De
la misma boca proceden la bendición y la maldición. Y esto, hermanos míos, no
debe ser así.
11
¿Acaso la fuente echa por el mismo caño agua dulce y amarga?
12
¿Puede acaso, hermanos míos, la higuera producir aceitunas, o higos la vid? Y
tampoco un manantial puede dar agua salada y agua dulce.
La sabiduría
13 ¿Quién
de entre vosotros es sabio experimentado? Pues muestre con buena conducta sus
obras realizadas con sabia mansedumbre.
14
Pero, si tenéis en vuestro corazón sólo celos amargos y rencillas, no os
gloriéis ni mintáis contra la verdad;
15
que no será sabiduría que desciende de arriba la vuestra, sino sabiduría
terrena, animal, demoníaca.
16
Porque donde hay envidias y rencillas, allí hay desorden y todo género de
vilezas.
17
Mas la sabiduría de arriba es primeramente pura; luego pacífica, indulgente,
dócil, llena de misericordia y de buenos frutos, imparcial, sin hipocresía,
18 y
el fruto de la justicia se siembra en la paz para aquellos que obran la paz.
Capítulo 4
Los enemigos de la concordia
1 ¿Y
de dónde entre vosotros tantas guerras y contiendas? ¿No procede de vuestras
voluptuosidades, que luchan en vuestros miembros?
2
Codiciáis, y no tenéis; matáis, ardéis en envidia, y no alcanzáis nada; os
combatís y os hacéis la guerra, y no tenéis porque no pedís;
3
pedís y no recibís, porque pedís mal, para dar satisfacción a vuestras
pasiones.
4
Adúlteros, ¿no sabéis que el amor del mundo es enemigo de Dios? Quien pretende
ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios.
5 ¿O
pensáis que sin causa dice la Escritura: El Espíritu que mora en vosotros se
deja llevar de la envidia?
6 Al
contrario, El da mayor gracia. Por lo cual dice: Dios resiste a los soberbios,
pero a los humildes da la gracia
7
Someteos, pues, a Dios y resistid al diablo, y huirá de vosotros.
8
Acercaos a Dios, y Él se acercará a vosotros. Lavaos las manos, pecadores, y
purificad vuestros corazones, almas dobles.
9
Sentid vuestras miserias, llorad y lamentaos; conviértase en llanto vuestra
risa, y vuestra alegría en tristeza.
10
Humillaos delante del Señor y Él os ensalzará.
11 No
murmuréis unos de otros, hermanos; el que murmura de su hermano o juzga a su
hermano, murmura de la Ley, juzga la Ley. Y si juzgas la Ley, no eres ya
cumplidor de ella, sino juez.
12
Uno solo es el legislador y el juez, que puede salvar y perder. Pero tú, ¿quién
eres para juzgar a tu prójimo?
A los comerciantes y a los ricos
13 Y
vosotros los que decís: Hoy o mañana iremos a tal ciudad, y pasaremos allí el
año, y negociaremos, lograremos buenas ganancias,
14 no
sabéis cuál será vuestra vida de mañana, pues sois humo, que aparece un momento
y al punto se disipa.
15 En
vez de esto debíais decir: Si el Señor quiere y vivimos, haremos esto o
aquello.
16
Pero de otro modo os jactáis fanfarronamente, y esa jactancia es mala.
17
Pues al que sabe hacer el bien y no lo hace, se le imputa a pecado.
Capítulo 5
Contra los ricos
1 Y
vosotros los ricos, llorad a gritos por las desventuras que os van a
sobrevenir.
2
Vuestra riqueza está podrida; vuestros vestidos, consumidos por la polilla;
3
vuestro oro y vuestra plata, comidos del orín, y el orín será testigo contra
vosotros y roerá vuestras carnes como fuego. Habéis atesorado para los últimos
días
4 El
jornal de los obreros que han segado vuestros campos, defraudado por vosotros,
clama, y los gritos de los segadores han llegado a los oídos del Señor de los
ejércitos.
5
Habéis vivido en molicie sobre la tierra, entregados a los placeres, y habéis
engordado para el día de la matanza.
6
Habéis condenado al justo, le habéis dado muerte sin que él os resistiera.
De la paciencia
7
Tened, pues, paciencia, hermanos, hasta la venida del Señor. Ved cómo el
labrador, con la esperanza de los preciosos frutos de la tierra, aguarda con
paciencia las lluvias tempranas y las tardías.
8
Aguardad también vosotros con paciencia, fortaleced vuestros corazones, porque
la venida del Señor está cercana.
9 No
os quejéis, hermanos, murmurando unos de otros, para que no incurráis en
juicio; mirad que el Juez está a las puertas.
10
Tomad, hermanos, por modelo de tolerancia y de paciencia a los profetas, que
hablaron en nombre del Señor,
11
Ved cómo ahora aclamamos bienaventurados a los que padecieron. Sabéis la
paciencia de Job, el fin que el Señor le otorgó, porque el Señor es compasivo y
misericordioso.
Juramento
12
Pero ante todo, hermanos, no juréis, ni por el cielo, ni por la tierra, ni con
otra especie de juramento; que vuestro sí sea sí, y vuestro no sea no, para no
incurrir en juicio.
Oración
13
¿Está afligido alguno entre vosotros? Ore. ¿Está de buen ánimo? Salmodie.
14
¿Alguno entre vosotros enferma? Haga llamar a los presbíteros de la Iglesia y
oren sobre él, ungiéndole con óleo en el nombre del Señor,
15 y
la oración de la fe salvará al enfermo, y el Señor le hará levantarse, y los
pecados que hubiere cometido le serán perdonados.
16
Confesaos, pues, mutuamente vuestras faltas y orad unos por otros para que
seáis curados. Mucho puede la oración fervorosa del justo.
17
Elías hombre era, semejante a nosotros, y oró para que no lloviese, y no llovió
sobre la tierra durante tres años y seis meses;
18 y
de nuevo oró, y envió el cielo la lluvia, y produjo la tierra sus frutos.
19
Hermanos míos, si alguno de vosotros se extravía de la verdad y otro logra
reducirle,
20
sepa que quien convierte a un pecador de su errado camino salvará su alma de la
muerte y cubrirá la muchedumbre de sus pecados.
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