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"La Estrella de la Mañana" |
LA CLAVE DIVINA
La Cruz,
Símbolo y Signo de Resistencia y Victoria
En
estos días convulsivos, en los que la Muerte campea alegremente por las
naciones, y la necesidad de permanecer encerrado en casa es una orden de guerra
preñada de años de cárcel, cuando el miedo y la paranoia se unen para admitir
un estado excepcional de alarma, que yo yo personalmente, por ser escritor, no necesito, solo, sin nadie que me
obligue suelo ponerme en cuarentena voluntaria, que puede extenderse a meses
incluso, hasta que el nuevo libro no sale de mis manos, y porque antes de este
estallido mi cuarentena literaria ya estaba en su prólogo, hago una pausa
existencial, de mirada introspectiva, tratando el tema de mi Fe, que puede ser
la tuya, quien quiera que seas el que se halle al otro lado de estas líneas, o puede
que no, y puede que no tengas Fe ninguna. Tú sabrás. Yo sé lo que tengo. Una
vez y otra las personas que me conocen se quedan perplejas ante mi Fuerza para
mantenerme alegre delante y debajo de circunstancias sociales y emocionales tan
duras, durísimas, más duras de lo que ellos mismos
podrían aguantar sin ver en riesgo su salud física y mental. ¿Cuál es el origen
de mi Fuerza? ¿Cuál es mi secreto? ¿Por qué sigo poniéndole buena cara al mismo
infierno? ¿Cómo puedo reírme del Diablo en su cara? ¿A qué se debe que mientras
el mundo se arrodilla ante la Muerte yo permanezca de pie?
La
paranoia, el miedo, el terror al contacto con otro ser humano se ha instalado
en el aire. Es fácil matar; nadie quiere morir. Que se mueran todos; dejadme
vivir. La guerra de Siria se hubiera podido evitar en 32 horas, ya lleva medio
millón de cadáveres, a la baja, asesinados con total impunidad, millones de
refugiados, y nadie hace nada ni quiere hacer nada por terminarla. La dictadura
del Venezolano Maduro está causando un genocidio silencioso y nadie se inmuta;
es más, al genocida se le da un puesto en el consejo de derechos humanos de la
ONU.
Podría
traer a estas líneas infinitos ejemplos de la maldad que estaban en el aire, y
que de pronto han bajado a tierra firme y se están cebando en las naciones.
El
monstruo se está alimentando. Está engordando. Esto no ha hecho sino empezar.
La Batalla por la Vida en la Tierra se encuentra en su fase Final. Y uno se
pregunta:
¿Por
qué iba yo a preocuparme por la muerte de miles de gentes que le dan la espalda
a cientos de miles de inocentes masacrados por el Poder y su Locura?
¿Es
ético echar una lágrima por un criminal?
¿Quién
llora por Hitler, Stalin o Mao?
¿Quiénes
sienten simpatía por tiranos genocidas de la escuela cubana se merecen la mía?
¿Es
Dios cruel por odiar con todas sus fuerzas lo que el Diablo y el Infierno del
Poder Absoluto representan?
¿Tiene
Dios que dejar vivir a quienes viven bebiendo la sangre de los demás y se
alimentan de la carne de todo un pueblo?
¿Si no
dejase vivir Dios a semejantes monstruos sería un criminal?
¿Tiene
Dios que ponerse de rodillas ante el Poder Absoluto de archicriminales como el Carnicero de Damasco, o el hijo del César Chávez, por poner sobre estas
líneas dos ejemplos de superhéroes del Mal en la mente de todos?
¿Si yo
tuviese el Poder de Dios permitiría que semejantes demonios envenenaran el aire
con su existencia?
¿Por
qué Dios se calla? ¿Por qué Dios no hace nada? ¿Será que también Él se ha
convertido a la modernidad y predica con el ejemplo el “vive y deja vivir”?
¿Es
justo dejar vivir a quien está matando a miles de seres humanos? ¿Es de
justicia dejar que un Planeta como la Tierra, único entre millones y millones
de sistemas solares, sea convertido en un cementerio en ruinas por la locura de
una especie sola, la especie Homo Sapiens?
Son
muchas las preguntas. A través de los siglos han sido muchas las personas quienes
se han enfrentado a este tipo de cuestiones. Cada cual dio la que más felicidad
le reportaba a él como persona. Dicen que no, pero la felicidad personal es lo
primero y lo último, el alfa y la omega, el principio y el fin de toda la
actividad humana. Nadie hace nada por nada. Incluso los santos hacen lo que
hacen porque hacerlo les raporta la felicidad suprema
de ser feliz.
En toda
la Historia Universal escrita únicamente conozco un caso de una persona total,
infinitamente altruista, quien haciendo lo que hizo no buscó en absoluto su
felicidad propia. Por él solo y únicamente
por él soy Cristiano. Estoy hablando de Jesucristo.
Naturalmente. Así que ya he respondido a la gran cuestión, por qué soy
Cristiano.
No toca
hablar de mí, sino de Él.
Para mí
mi Fe lo es todo. Para mí personalmente es una fenomenología atípica que la
gente no la tenga. No la mía. Mi Fe. La mía es mía. No la regalo, no la vendo, no la presto. Es mía. Intransferible, intocable,
indestructible, está blindada contra el Diablo, el Infierno, la Muerte, el
Mundo y el Homo Sapiens. Estoy inmunizado contra la locura del Poder, de la
Mentira, de la Corrupción, de la Ignorancia. Amo la Vida sobre todas las cosas.
Mi Vida es sagrada. Es un regalo de Dios, mi Creador. Soy su Creación. Aquí está
mi Fuerza, mi Santo Orgullo, mi Humildad Todopoderosa, la Raíz de mi espíritu
de Inteligencia, soy una Criatura. No soy más que un pajarillo ni menos que una
estrella. Soy una Criatura tomada del barro en cuyo rostro Dios respiró su
Verbo, su Amor, su Alegría, su Felicidad de Artista. ¿Y cómo sé yo que ese
Creador es Dios?
Porque
Jesucristo me lo dijo. A mí, a ti, a todo el mundo. Así de simple, así de
sencillo. ¿Necesitas palabras más sabias? Podría hablarte del origen del
cosmos, de la naturaleza de las estrellas, de la psicología de los reyes, de la
fantasía del Poder Absoluto, de las ficciones de las Ciencias, de las
civilizaciones desaparecidas, de religiones y guerras, de filosofías e
ideologías. Pero ¿para qué? El Homo Sapiens es un asno de dos piernas. El Homo
Sapiens es una especie en extinción que se quiere llevar al cementerio toda
vida. Ha tenido la oportunidad de dar el salto evolutivo más grande que existe
en el cosmos, pasar de ser un animal político racional a devenir un hijo de
Dios, familia de su Creador, Ciudadano
de su Mundo. Su extinción está decidida.
El
Creador de los Cielos de la Tierra se mueve por leyes. La Ley es el Fundamento
de su Espíritu Creador. Si no hay Ley no hay Futuro. Sin Leyes la Creación no
es posible. Y la Ley de la Creación tiene su Origen en su Creador. Ergo,
habiéndose declarado enemigo de la Ley Universal Divina, pro Satanás y contra
Jesucristo, el Homo Sapiens va a desaparecer. Y os voy a decir por qué.
Antes
de Jesucristo todos los hombres sin excepción creían con todo su corazón su
alma y su mente que el género humano se subdividía en dos especies, una nacida
para ser libre y la otra para ser esclava. La subespecie nacida para ser libre
tenía el poder de los dioses sobre la vida y la muerte de la otra subespecie,
la de los esclavos.
Según
se creía antes de Jesucristo y era de cuño político legal, la subespecie nacida
libre se organizaba de distintas formas políticas para hacer valer su
naturaleza sobre la subespecie de los esclavos. La guerra era legítima y la destrucción
de todo rebelde contra este Orden Natural era castigada con la Cruz.
La Cruz
era el símbolo de la Rebelión contra ese Orden Global Imperial. La Crucifixión
estaba reservada para los rebeldes contra el Orden Mundial Natural Antiguo
vigente antes de Jesucristo desde que
Caín mató a su hermano Abel.
Abel
murió porque se negó a reconocer ese Orden como establecido por Dios. Abel
afirmó contra su hermano Caín que ese Orden Global basado en esclavos y libres,
fuetes y débiles, ricos y pobres no era Natural.
Abel afirmó
con su vida y declaró con su muerte que ese Orden Gobal Mundial basado en esclavos y libres, fuertes
y débiles, ricos y pobres, era satánico, fue instaurado por el Diablo y su
sentido era y es y sería por siempre la Instauración del Infierno en la Tierra.
Aunque
Caín emplease un arma de piedra contra su hermano Abel, la Cruz estaba ya
presente
Espartaco,
el Esclavo Rebelde, condujo a la Cruz a miles de sus hombres. La Cruz llenaba
los caminos del Imperio Romano mucho antes del Nacimiento de Jesucristo. La
Cruz era signo de ignominia y traición. Jesucristo la convirtió en símbolo de
Resistencia, Fe y Victoria.
Según
Jesucristo, en esto Espartaco y Jesucristo coincidían, el género humano no
integra dos subespecies. El Hombre integra una sola naturaleza. Nadie nace
predeterminado para ser libre o ser esclavo. Es una mentira del Poder Absoluto.
Nadie nace para ser rey o para ser súbdito. Es una falacia del Poder Absoluto.
Todos los hombres nacen libres, para ser libres y gozar de la Libertad de ser
libres. En este Orden, tanto Jesucristo cuanto Espartaco lo tuvieron claro.
Ambos murieron en la Cruz. Ambos compartieron la Crucifixión debida a los enemigos
del Orden Natural Antiguo.
La
diferencia entre Espartaco y Jesucristo era semántica. Espartaco quería ser libre.
Jesucristo quería liberar al Género Humano de la locura del Poder. Espartaco quería su felicidad; Jesucristo
quería la Felicidad de los demás. Espartaco pensaba en clave de futuro desde sí
mismo; Jesucristo pensaba en el futuro de los demás pasando por alto su propia
felicidad. Dos formas distintas de concebir lo humano. Dos maneras diferentes
de cómo llegar a un mismo destino.
La
diferencia la marcaba Dios. El Dios de Moisés. Dios de Abraham, Dios de Abel,
Dios de Jesús.
Dios
mira desde la eternidad y tiene en mente el Universo entero.
El
Hombre ve desde su mortalidad y lo ve todo desde él como epicentro.
Espartaco
veía el futuro desde su ser de hombre; Jesucristo lo veía desde los ojos de
Dios.
Jesucristo
miraba a la Civilización en el transcurso de los milenios; Espartaco miraba su
mundo en el espacio desde el espacio y tiempo que lo rodeaba.
“Una
vez muerto yo que cada cual se busque la vida”.
El
género humano sobrevivirá o no sobrevivirá, pero mientras el hombre viva debe
hacer todo lo que esté en su mano para hacer de la vida una existencia digna de
ser vivida por uno mismo y por los demás. ¿Qué malo hay en esta posición
existencial? ¡Nada! Posición humana típica, natural, respuesta de quien está
anclado en la Muerte y vive bajo su ley psicológica emocional.
Jesucristo
respondió a la Cuestión del Ser del Género Humano como lo hubiera hecho Dios en
persona si Dios hubiese bajado al mundo, y ajeno a la Muerte, como quien puede resucitar, se hubiese expuesto a la
Cruz, haciéndose el Héroe, porque en la Cruz estaba la Respuesta a ese Futuro
Universal cuando todos los hombres serían libres, sin miedo a Caín, porque Caín
ya no existe.
¿Representación
teatral la de Jesús de Nazaret? ¿Se hizo Dios como dijeron sus compatriotas y
por eso debía morir? ¿O era el Hijo de Dios hecho Hombre como afirmaron sus
Apóstoles y sus Discípulos?
Yo
estoy fuera de esta Duda. Presento un problema viejo desde una perspectiva
nueva. No voy a entrar en Teologías. Me interesan los Efectos.
Después
de Espartaco el mundo siguió siendo lo que había sido antes de Espartaco. Los
esclavos eran usados como carne para las fieras. Los libres usaban de la vida
de los esclavos a placer y disfrutaban sobre ellos del poder de la vida y de la
muerte; en términos bíblicos, eran dioses.
La
divinización de los Césares únicamente le sorprende a
los ignorantes. Shulgi, hijo de Ur Nammu, fundador de la Tercera Dinastía de Ur, no fue el primero ni el último sujeto humano que se
proclamó dios entre los hombres, y Shulgi vivió en
los días de Abraham el Hebreo.
Los
faraones eran adorados como dioses de carne hueso.
Mortales
nacidos para disfrutar de una vida de dioses. Tal fue la ley del Orden Natural
Antiguo que desde la Caída del reino de Adán hizo su camino de milenio en milenio a hombros de
civilización tras civilización hasta la ascensión de Octavio Augusto. La Cruz
de Espartaco no cambió nada en ese Orden.
La Cruz
de Cristo, sí. Jesús pensó el futuro en clave de Dios. Espartaco, y como él
antes muchísimos Crucificados pensaron el Futuro del Género Humano en clave de
Hombre.
La
Clave Cristiana trajo al Futuro una Civilización Nueva donde todos los hombres
nacemos libres. Y gozamos de realidades entonces impensables que nacieron en la
Civilización Cristiana y sin la Civilización Cristiana hubieran sido
imposibles. Hospitales, Seguridad Social, Escuelas, Universidades, Estado de
Derecho, Tecnologías de Transporte y Ciencias de las Comunicación. Lo imposible
se ha hecho posible.
Soy
Cristiano porque pensar en clave Divina es lo que nos enseñó Jesús, el Hijo de
Dios, Aquel quien, estando rodeados de sus hermanos, los hijos de Dios, diciendo
“Hagamos al hombre a nuestra imagen y a nuestra semejanza”, proyectó el Futuro
del Hombre y del Género Humano a una Dimensión Eterna, abriéndole al Hombre Tierra una Puerta a un Nuevo Espacio-Tiempo Cósmico
en el que el Género Humano en su Plenitud deviene un Cuerpo Universal, regido
por una Ley Ontológica Interna Divina. Yo soy yo, pero también soy tú; y tú eres
él, y él somos nosotros, y ellos sois vosotros y vosotros somos el, tu y yo. Todos somos Uno, un Pueblo, un Mundo, un mismo
Árbol de la Vida.
Nuestra
vida en la Tierra es una mirada al Futuro en Clave Divina, la Clave Cristiana
de quien cree que ese Futuro es Invencible. Y este Futuro está en Dios, el
Creador de todas las cosas, ergo, mi Creador.
El día
que desaparezca la Cruz, Símbolo y Signo de Resistencia y Victoria, el Homo Sapiens
desaparecerá de la faz de la Tierra. Ese Día ya ha comenzado. Bendito sea Dios,
sólo el Hombre, formado a la Imagen y semejanza del hijo de Dios quedaremos en
pie para seguir trabajando en el Futuro del Género Humano.
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19 de
Marzo. 2020
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